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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Aquí llego con el capitulo 2 :D espero que sea de su agrado.

-¿Qué fue lo que dijo?- era lo que pensaba Korame mientras miraba a aquel hombre que respondía al nombre de Antonio. Este mantenía inclinada su cabeza esperando respuesta del sacerdote que simplemente no sabía como reaccionar. En los años en que había desempeñado sus funciones al servicio del dios de la curación, nadie había tenido el valor o el descaro de atreverse a proponer semejante cosa como ayudarlo con sus labores. Era simplemente insólito y solo generaba molestia a la cual no era capaz de ponerle nombre, si tan solo su señor estuviera aquí sabría exactamente como se estaba sintiendo en ese momento y como si este lo hubiera escuchado sintió como susurraba en su oreja muy suavemente.

-Se llama suspicacia, no sabes lo que él realmente quiere. He visto que últimamente has estado algo agotado debido a la gran cantidad de milagros que has tenido que realizar,  Además de que mañana tienes que ir al hospital para brindar alivio en la ala infantil, a través de ti puedo notar que él realmente quiere ayudar, ¿Te parece que le demos una oportunidad?

-¿No traerá consecuencias desfavorables?-pensó para comunicarse con Artem

El dios guardo silencio por unos segundos y Korame pudo sentir su sonrisa, así que con un suspiro miro nuevamente a Antonio quien seguía inclinado y con la cabeza agachada. Se veía que estaba bastante ansioso o eso es lo que el pudo observar aunque realmente no lo entendía. Las emociones eran un misterio para el sacerdote, pero debido a la practica había logrado poder diferenciarlas en otros aunque en sí mismo era muchísimo más difícil, por eso le gustaba la compañía del dios, todo era mas fácil a su lado como si estuviera completo y la parte que le faltaba se encajara nuevamente en él, lo cual era completamente cierto por “aquella” razón.

-He hablado con nuestro señor dios de la curación y no tiene quejas en cuanto a que te unas a esta casa de sanación. Pero necesito saber por que has tomado esta decisión- aunque realmente no le interesaba mucho ya que tan solo estaba cumpliendo la voluntad de Artem.

Antonio levantó su cabeza y con algo de vergüenza admitió que el milagro que pidió pudo haber sido utilizado en otra persona ,  además que estaba completamente arrepentido de haberlo pedido ya que su amada no pudo descansar cuando le correspondía debido a su deseo egoísta de mantenerla a su lado siendo que su alma ya se había ido.

Nadie nunca se había arrepentido de obtener un milagro ya que siempre quedaban satisfechos así que era demasiado curioso este hecho que incluso Korame se sintió sorprendido sin embargo mantuvo la compostura y le pidió que se acercará para darle una bendición como le había enseñado Artem una vez, aunque nunca creyó que realizaría aquel proceso.  Tomó sus manos y las beso lo cual produjo que Antonio se sintiera un poco nervioso y avergonzado. Korame levanto la cabeza y lo miro directamente a los ojos sin dejar de sostener sus manos.

-¿juras servir a nuestro señor el dios de la curación y consagrar tu vida a él? Este juramento es irrompible y no puedes arrepentirte de este. Yo soy su sacerdote principal y debido a su mandato te reconozco como mi compañero en estas labores sagradas.

-Juró que daré lo mejor de mi para no decepcionarlos tanto a ti como a nuestro dios de la curación.

- Acepto tu juramento. Ahora debemos terminar el rito llevándote a la fuente de purificación, sígueme por favor.

Korame se dirigió hacia la parte trasera de aquella casa de sanación. El lugar era más grande de lo que Antonio pensaba. Había varias habitaciones que se hallaban cerradas y despertaban la curiosidad de este.

-Nunca he visto mas personas aquí, ningún ayudante o alguien que también sirva en este lugar, el señor Korame debe sentirse muy solitario al igual  que yo sin mi querida Lucía, espero que ella me perdone allá en la residencia de nuestra diosa de la muerte. Él se ve bastante joven también ¿ cuantos años tendrá realmente? Me gustaría preguntarle pero tal vez sería una indiscreción.- pensaba Antonio

Caminaron en silencio durante algunos minutos hasta que llegaron al lugar en donde estaba la fuente, el agua que fluía en esta era de un tono verde claro que se veía muy hermoso y con un aire sagrado. La estructura era de un bello blanco con un patrón que era asociado al dios de la curación desde hace muchos años, tantos que era muy difícil contarlos.

-Bueno no puedes entrar así a la fuente, debes desnudarte- Lo dijo sin pensar mucho en sus palabras así que Antonio lo miro bastante impactado pues no pensaba que el sacerdote fuera tan osado.- Aquí no, en aquella habitación puedes dejar tu ropa.

Antonio algo avergonzado por pensar aquello de Korame fue a ese lugar y después de unos minutos regreso solo con ropa interior.

El sacerdote lo miro por unos segundos y luego desvió la mirada pues realmente no le interesaba mucho. En el tiempo que Antonio estuvo desvistiéndose, Korame había buscado todos los elementos con los que se haría el rito de purificación

-Ahora debes abandonar tu antigua vida aunque si así lo prefieres puedes conservar tu nombre y nada más. ¿ Cual es tu nombre fiel del gran dios de la curación?

-Antonio- dijo casi conteniendo la respiración ya que el ritual de purificación no permitía vacilación alguna.

-Entra al agua entonces nuevo ayudante de este sacerdote.

Antonio obedeció y en cosa de segundos ya estaba empapado en aquella agua de tono verdoso que de algún modo al hacer contacto con su piel se sintió revitalizado incluso algunas cicatrices que tenía desaparecieron por completo en especial aquella que tenía en la mano que había sido producto de cierto accidente. El hombre miro aquel suceso completamente asombrado y con ojos resplandecientes miro al sacerdote, este solo pudo mirarlo indiferentemente. Entonces este con un pequeño recipiente derramo agua sobre la cabeza de su nuevo ayudante. Después de algunos minutos la ceremonia estuvo completa y le pidió que saliera del agua.

-¿Ya termino?- pregunto Antonio quien realmente se había sentido bien al estar sumergido en esa agua que traía paz y buenas sensaciones.

-Sí ahora sécate y ve a colocarte esta vestimenta-mientras le pasaba un traje parecido al suyo de una talla más grande pero con otro tono de verde, un par de sandalias y ropa interior que había traído de una de las habitaciones.

Antonio lo miro agradecido y fue a cambiarse, la ceremonia de purificación lo hizo sentirse un poco mejor consigo mismo, pero aún no sentía que se había redimido ni siquiera un poco, desde ahora en adelante haría todo lo que estuviera a su alcance para serle de utilidad al sacerdote Korame. En realidad no tenía mucha gente cercana que lo extrañara al saber que se quedaría en la casa de sanación por lo que le quedaba de vida. Lucía era su única familia ya que ambos solo se tenían el uno al otro y perderla había sido devastador pero trataba de no sentirse triste porque a ella no le gustaría verlo en ese estado.

En estos momentos podía distraerse de aquellos sentimientos como intentaba hacer con todas las emociones que le impidieran avanzar.

Incluso había cerrado para siempre la librería hace unas cuantas horas por que no se sentía capaz de volver allí sabiendo que ella no estaría nunca más. Él era un hombre bastante correcto y no le gustaba sentir que dejaba deudas sin pagar, por eso dedicaría su vida a intentar devolver todo lo que le dio Korame. Disfruto cada minuto con Lucía e incluso se casaron como siempre habían querido, no asistió mucha gente tan solo uno o tres amigos de la chica, realmente no recordaba con seguridad pues solo le importaba ella. Él mismo no tenía amigos ya que era bastante serio, pero en realidad era como un peluche o al menos eso le decía Lucía.

Termino de cambiarse y Korame lo miró por unos segundos pero desvió la mirada ya que en realidad no estaba muy interesado en como lucía Antonio. Eso decepcionó un poco al hombre ya que a él le gusto como se veía en aquellas prendas pero desde su perspectiva nunca podría lucir igual de bien que el sacerdote que llevaba una vestimenta similar.

Entonces Korame empezó a caminar y eso descolocó a Antonio quien no sabía si había molestado a quien era un poco más bajo que él, pero que gozaba de una elegancia que no muchas personas poseían.

Después este lo miró de reojo al ver que Antonio no lo seguía así que con un tono frío al cual el hombre de cabellos castaños intentaba acostumbrarse le dijo ciertas palabras que hicieron que su semblante se iluminara aunque esto fue tan solo un poco perceptible pero logró causar cierta molestia en Korame.

-Vamos es hora de la cena- dejando implícito que ambos iban a cenar juntos y volteando nuevamente para dirigirse hacía un salón en donde estaba una pequeña cocina que contaba con un microondas , un refrigerador, una cocina que se veía prácticamente nueva por alguna razón, una pequeña mesa entre otras cosas.

Sin decir palabra fue hacia la nevera y de allí saco dos potes con comida congelada. Al ver aquello la cara de Antonio expreso una interrogante.

Esto fue notado por el sacerdote quien tenía algo de experiencia descifrando las expresiones de las personas, aunque no tuvo que esforzarse mucho porque era evidente.

-Una devota del dios de la curación trae comida todos los días- él no quiso mencionar que había curado al hijo de aquella mujer y que esta le tenía mucho cariño por eso- me sobró un poco del desayuno y bueno, puedes comer si así lo deseas siéntate donde prefieras.

-con permiso-mientras se sentaba en la segunda silla que estaba allí.

Mientras colocaba ambos recipientes en el microondas y ponía el temporizador. Espero pacientemente a que terminará de calentarse. Entonces fue a colocar los tenedores y vasos que serían necesarios para degustar aquella comida. Fue al refrigerador a buscar una botella de jugo de uva que le había dado la señora Violeta muy amablemente y la colocó en la mesa. Aunque él no estaba muy interesado tenía mucha popularidad en la ciudad y en sus alrededores. A veces incluso sentía molestias que le resultaban agradables como cuando recibía pequeños dulces de parte de un señor al que le había curado una pierna que se le fracturó.

No habían entablado conversación mientras se calentaba la comida, Antonio no sabía de que podía hablar con alguien que parecía tan inaccesible pues después de todo este era el intermediario de un dios, es decir estaba definitivamente en otro nivel al que era difícil acercarse. Hablar con Lucía era tan fácil, tal vez porque ella siempre lograba hacer que él se sintiera cómodo y capaz de comunicarse sin pensarlo mucho. Se quedó sumido en sus pensamientos y apenas notó que la comida ya estaba servida.

-Se va a enfriar- dijo Korame señalando lo obvio, a lo que Antonio dio un respingo.

- Sí lo siento- dijo con cierto nerviosismo y algo avergonzado ya que era un hábito perderse en sus pensamientos y no escuchar nada de lo que le estaban diciendo, varias personas se habían sentido ofendidas por esto,  pero a Korame pareció no importarle y este calladamente agradeció por la comida.

Ambos disfrutaron de los alimentos y Antonio no pudo evitar comentar lo delicioso que estaba todo. Korame dijo que aquella señora era una excelente cocinera y fue una de sus primeras clientas en la casa de sanación.

A pesar de que no era una persona de tantas palabras era notable que se refiriera de buena forma a aquellos devotos que lo ayudaban de varias maneras. No emitieron mas palabras pero no era un silencio desagradable sino uno tranquilo y acogedor.

Terminaron de comer y recogieron los recipientes, el nuevo ayudante del sacerdote se ofreció a lavarlos a lo cual Korame iba a negarse ya que estaba acostumbrado a hacer todo por su cuenta pero como un recordatorio escucho la voz de Artem diciéndole que debía dejar que lo ayuden. Con un suspiro dejo que Antonio se encargara de lavar los trastes y lo espero para indicarle donde estaba su cuarto. Cuando este acabo Korame de nuevo empezó a caminar a lo cual Antonio lo siguió pues ya estaba empezando a acostumbrarse a que el otro no dijera mucho. Llegaron a una habitación que estaba preparada para este momento pues desde hace mucho tiempo que Artem le venía diciendo que necesitaba un ayudante, aunque nadie había sido del gusto del dios quien era una especie de tutor para Korame.

-Bueno acomódate, nos vemos mañana ya que tenemos que ir al hospital a realizar la visita mensual- después de eso cerró la puerta y se fue a su habitación pues debía descansar ya que realizar milagros era algo que lo agotaba mucho tanto física como mentalmente.

Antes de poder conciliar el sueño llego a su mente el pensamiento de que Antonio era una de las pocas personas con las que él había interactuado más de la cuenta,  según sus hábitos solo tenía conversaciones recurrentes con Artem, salvo ese caso era alguien bastante callado que se limitaba a intercambiar unas cuantas palabras con los fieles cuando estos venían a solicitar algún milagro.

Como siempre Artem le canto una canción de cuna, una costumbre que ambos tenían desde que se encontraron hace varios años atrás.

El dios por más que estuviera ocupado tenía sus prioridades y el sacerdote era la mas importante. Cuando este se quedó dormido Artem con dulzura acarició sus cabellos y aunque quisiera permanecer allí tenía sus deberes como dios.

El día siguiente iba a ser ajetreado y la ayuda de Antonio sería absolutamente necesaria.

 

Notas finales:

De a poco vamos avanzando.


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