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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola a todes! hemos llegado a los 1000 views! muchas gracias por su apoyo. este capitulo es especial ya que es sobre la salida ejem cita ejem de Korame y Antonio. Fue muy  divertido de escribir y mi corazon fangirl estuvo dichoso. Es un poquito mas largo y  espero que les guste

-Señor Korame hay muchas cosas que hacer, todo se ve interesante ¿ por dónde deberíamos empezar?- dijo con aquel tono respetuoso pero que se notaba que realmente estaba emocionado ya que solo había conocido dos lugares en su vida, su ciudad natal y aquella en donde se encontraba la casa de sanación respectivamente.

-Por el principio estaría bien, ¿no crees? Además podríamos apegarnos a la ruta que hemos escogido después de todo están aquellas letras grandes que señalan el inicio- dijo Korame haciendo notorio lo obvio mientras miraba sus uñas perfectamente cuidadas.

-Tiene razón, entonces debemos ir al mercado- agradeciéndole internamente a su sacerdote, pues este no tenía nunca problemas para decidir, ya que después de todo este tiempo conviviendo con él podía darse cuenta de que era una persona bastante practica y eso era  una de las cosas  que el ayudante amaba de este, ya que esa habilidad de vivir sin pensar excesivamente las cosas era una cualidad bastante entrañable pues de esa manera la  existencia se complicaba menos o al menos eso pensaba Antonio.

-déjame mirar hacia donde debemos ir entonces- entonces se acercó demasiado para ver el folleto, pues no era consciente del efecto que provocaba en su ayudante quien tuvo que aguantar un poco la respiración, ya que podía oler la fragancia característica del señor Korame. Tuvo que resistir la tentación de hundir su nariz en los cabellos del sacerdote ya que aquello sería sumamente irrespetuoso y tal vez incomodaría al sacerdote, además eso era lo menos que quería Antonio, pues lo único que deseaba con todas sus fuerzas era que este disfrutara el viaje inesperado que ambos habían hecho.

Antonio se preguntaba cómo era que el sacerdote podía estar tan tranquilo a su alrededor, después de todo le había confesado que tenía sentimientos hacia él e incluso lo había besado,  recordar aquello hacía que el corazón del ayudante latiera con gran fuerza pues aquella sensación todavía seguía fresca su memoria. Tal vez solo era la profunda amabilidad del señor Korame, pero había límites para aquello. Una parte de él quería creer que causaba cierto comportamiento en el sacerdote que nadie más conseguía lograr, ya que nadie se esforzaría tanto por alguien si no hubiera fuertes sentimientos de por medio. No tenía como saberlo a cabalidad porque después de todo el sacerdote le costaba comprender las emociones de otros y las propias igualmente.

-Ya veo, debemos dirigirnos a la avenida verde y después caminar hasta que encontremos el mercado. No parece tan complicado ¿no crees? … ¿ me estas escuchando?- había cierta nota de enfado, pero aquello le sumaba encanto ante los ojos de Antonio, quien sinceramente encontraba completamente atrayente todo lo que hacía el sacerdote.

-Oh si lo siento- despertando de su ensoñación- vamos hacia allá entonces.

-Hay que aprovechar el resto del día que nos queda, así que es mejor apresurarse- mientras lo miraba con aquellos ojos fríos, pero que a la vez eran diferentes de como solían ser cuando se conocieron.

Antonio asintió y le pidió a Korame el folleto que traía indicaciones de cómo llegar a los distintos lugares descritos en este. Entonces se pusieron en marcha en dirección al mercado, Antonio intento comenzar una conversación con el sacerdote preguntándole cuál de los lugares que iban a recorrer le llamaba más la atención. Eso tomo por sorpresa al sacerdote ya que no había pensado en aquello detenidamente ya que solo estaba viendo este paseo como una oportunidad para que Antonio no le diera muchas vueltas al asunto de la reunión con la nueva familia de su madre.

-Bueno, la visita a la playa se ve interesante ya que nunca he visto el mar, aunque he tenido que escuchar las historias sobre el que me ha contado aquel indeseable.

-por indeseable te refieres a…- dijo Antonio que ya se hacia una idea de a quien se refería el sacerdote.

-Por supuesto que al recadero, ¿a quién más?- se veía que disfrutaba de insultar al mensajero de los dioses, eso de alguna manera hizo sentir feliz y un poco celoso a Antonio. ya que aquel dios compartía un vínculo bastante peculiar con el sacerdote, pero decidió alejar aquellos pensamientos y continúo conversando con el señor Korame.

-Yo tampoco he visto el mar de cerca, tan solo he leído libros acerca de él, además de algunos programas que mostraban que las personas se veían muy felices cuando iban allí a vacacionar.

Entonces en un acto inesperado Korame le pregunto acerca de que libros le gustaban y eso tomo por sorpresa a Antonio a quien siempre tomaban desprevenido aquellas muestras de interés en su persona por parte del sacerdote.

-Bueno, me gustan aquellos en los que los personajes logran ser felices al final a pesar de las dificultades y consiguen encontrar el amor.

-Ya veo, aunque la palabra amor no la comprendo

-Disculpe la pregunta pero ¿no ha experimentado nunca aquello?

Korame pareció pensarlo por varios segundos y muy detenidamente pero pareció no encontrar la respuesta a pesar de meditar profundamente aquello.

-En realidad no- mientras se encogió de hombros pero no podía evitar sentir una molestia que califico de desagradable.

-Pero usted ¿no siente amor por el dios de la curación?- dijo aquella inquietud que sentía en su corazón ya que muchas veces había escuchado ese tono de voz tan dulce que emite el sacerdote cada vez que hablaba con la divinidad.

Fue entonces que el sacerdote recordó como había nombrado Artem aquella molestia que Korame sentía cuando estaba junto a él.

-Yo siento una profunda devoción, admiración y respeto hacia nuestro dios de la curación.

Aquello dejo un poco inconforme a Antonio, pero le dio una pequeña tranquilidad ya que saber que el sacerdote no tenía sentimientos por el dios era un alivio. Entonces el señor Korame pregunto algo que hizo resplandecer los ojos de Antonio, ya que significaba que se estaba acercando aunque sea un poco al complejo mundo emocional del sacerdote.

-¿Qué es el amor? No es que me interese mucho después de todo- decía aquello ya que llevaba mucho tiempo sin necesitar de aquello, claramente existían otras molestias que había experimentado como el agradecimiento y la devoción, pero aquel concepto era todo un misterio para él y ni siquiera estaba seguro de haberlo vivido alguna vez, ya que solo recuerda haber estado con Artem desde que era un niño.

-Bueno el amor es preocuparse por alguien, querer estar a su lado incluso en los momentos más difíciles y desear por su bienestar cada día. Sentirte triste cuando ellos estén tristes y celebrar sus alegrías igualmente. Al menos es así como yo lo veo,

-¿Cómo supiste que estabas enamorado de tu esposa?

-Cuando me di cuenta de que quería estar con ella para toda la vida- dijo Antonio con convicción y con el amor que todavía sentía por ella, algo que no cambiaría nunca, pero que era diferente a como se sentía con respecto al sacerdote.

-En realidad no lo comprendo, pero solo sé que no quiero dejar de ser un sacerdote de nuestro dios de la curación, se puede decir que es algo parecido ¿verdad?

-Se podría decir que sí- dijo Antonio quien no estaba seguro de que podría estar a la altura de un dios, pero no dejaría de sentirse de aquella manera hacia el señor Korame. Aún así en un acto atrevido le pregunto si le pasaba algo similar con él.

-Creo que ya te lo he dicho, pero no eres una molestia desagradable y no hay razones suficientes para que decida que ya no debes ser mi ayudante.

Aquellas palabras llenaron nuevamente de calidez el corazón del Antonio, pero también no sabia como sentirse, ya que tal vez el sacerdote no era lo suficientemente consciente de lo que provocaba en el ayudante.

-Eso es algo bueno, a mi me gusta mucho ser su ayudante.

Después de eso se quedaron en silencio, uno de aquellos en los que las palabras sobraban pero era de cierta manera agradable. Entonces siguieron caminando hasta que llegaron a un recinto que tenía escrito en su fachada “mercado central” claramente en otro idioma, pero que era fácilmente entendible por ellos ya que aquella capacidad les fue concedida por el mensajero de los dioses.

-Es realmente impresionante- comento Antonio que realmente había quedado completamente sorprendido por la magnífica arquitectura del mercado.

-Si, no es una molestia observarlo.

-¿Entremos?-  dijo él sin poder hacer menos notoria su emoción.

-Para eso vinimos- señalo Korame haciendo notorio lo obvio,

-Cierto

Entonces se acercaron a la entrada y se dieron cuenta de la gran cantidad de colores y olores que había en el lugar. Todo completamente desconocidos por aquel par, pero aquello le concedió una atmosfera de misterio al lugar, ya que podrían descubrir toda clase de cosas nuevas que nunca habían visto.

En ese momento comenzaron a recorrer los pasillos de aquel lugar, había toda clase de futas exóticas y en algunos puesto se podía observar que vendían toda clase de animales como patos, gallinas, conejos y otros que eran muy diferentes a aquellos que había en la ciudad en la que estaba la casa de sanación.

Inevitablemente Antonio se acerco a las jaulas y se quedo mirando embelesado a aquellas pequeñas criaturas que eran completamente encantadoras.

-Señor Korame, mire son tan adorables.

-Nunca me han llamado la atención los animales, solo acepte a Greta por que tú la trajiste.- pero se veía que no le molestaba aquella minina.

Entonces Antonio palideció completamente ya que se había olvidado del detalle de que habían dejado sola a la gata y comenzó a sentir pánico, lo cual fue notado por Korame quien se tomo la molestia de intentar calmarlo, ya que después de todo este viaje era para que dejara de preocuparse aunque sea un poco.

-ella va a estar bien, después de todo la comida está en un lugar accesible y puede tomar agua de la fuente del jardín, supongo

Aquello horrorizo aun mas a Antonio quien se sentía en aquellos momentos como un padre irresponsable.

-¿Qué les diré a Fran y a Bal cuando los vea nuevamente?- se lamentaba Antonio, aunque esto apenas se notara en su rostro.

Korame intento entonces aquello que solía funcionar cuando una persona estaba demasiado afligida cuando visitaba la casa de sanación.

-Todo estará bien- mientras colocaba una mano en el hombro de su ayudante y con ello lograba a través de su mano transmitir una sensación de tranquilidad y bienestar, ya que después de todo aquello era parte del don que le había sido entregado.

Entonces aquella preocupación que sentía el ayudante disminuyo un poco y se sintió tan reconfortado que sus hombros se relajaron completamente.

-Greta estará bien ¿verdad?

-Así será, ahora debemos seguir recorriendo este lugar.

Antonio internamente le agradeció y entonces su atención volvió a estar enfocada en lo lindos que eran los animales y no pudo evitar invitar al señor Korame a tocar uno.

-¿Es realmente necesario?

-Por favor, estos patos son muy amigables.

El dueño del puesto estaba muy ocupado leyendo un diario como para preocuparse de que estuvieran viendo a aquellos animales, pues solo les prestaría atención si se acercaban a preguntar los precios.

Entonces con algo de recelo Korame se acercó a los animales e intento acariciar uno pero fue mordido por este,  miro fríamente al animal y procedió a curar aquel pequeño dolor con su otra mano, las ventajas de ser el sacerdote principal del dios de la curación.

Aquella manera tan estoica de actuar hizo que Antonio no pudiera evitar dejar escapar una pequeña risa que hizo que Korame sintiera una molestia que no estaba seguro de considerar desagradable o no, una persona común se hubiera sentido avergonzada, pero ese no era el caso del sacerdote quien no entendía aquel sentimiento.

-¿Por qué te ríes?- ya que sinceramente no creía que había hecho algo que causara aquella reacción en su ayudante.

-Lo siento, es solo que… la manera en la que miro al pato fue como si quisiera que este fuera cocinado inmediatamente.

-Ya veo, no me di cuenta- mientras esbozaba algo parecido a una pequeña sonrisa, mientras observaba al pato en cuestión

Aquello hizo que Antonio dejara escapar un suspiro propio de aquellos que están profundamente enamorados de alguien.

Siguieron recorriendo el lugar, les ofrecieron toda clase de frutas que no habían visto antes y sin darse cuenta ya llevaban varias bolsas con diferentes objetos que eran típicos del lugar, pero Antonio se vio fascinado por un pequeño par de muñecos que simbolizaban un vínculo entre dos personas así que le dio uno al señor Korame. Este lo miro con interrogación en sus ojos.

-Ya que somos un ayudante y su sacerdote sería bueno compartir algo- esperando no ser rechazado en aquello.

Korame nunca había tenido algún objeto a juego con alguien así que no tenia claro que significaba eso, pero no le vio problema pues no le generaba una molestia desagradable, es más era una sensación que no podía describir, pero que no le hacía sentir mal.

-Lo aceptare, gracias- mientras lo recibía y lo guardaba en uno de sus bolsillos.

Aquello hizo feliz a Antonio quien sonrió nuevamente lo cual hizo que Korame lo mencionara.

-Has sonreído mucho hoy, eso es algo bueno, supongo.

-recorrer el mercado con usted ha sido algo completamente agradable, nuevamente le agradezco por brindarme esta oportunidad.- mientras lo miraba directamente lo que provoco que cierta molestia agradable se expandiera por el cuerpo del sacerdote.

-Claro- fue la escueta respuesta de este.

Continuaron viendo los puestos hasta que estuvieron satisfechos y después abandonaron el lugar. Después se dirigieron a la siguiente parada la cual era un puesto de helados bastante famoso en el lugar y pidieron dos. Korame dijo que cualquier sabor estaba bien así que Antonio lo miro desaprobatoriamente ya que seguramente tenia un sabor que le gustara más que otro.

-Bueno, el chocolate me genera una molestia particularmente agradable- dijo Korame pensando en que Artem seguramente le diría que le gustaba aquel sabor.

-Entendido, yo pediré el sabor explosión de frutilla - señalo Antonio quien gustaba de los sabores dulces y aquel nombre le pareció curioso.

Cuando los recibieron se sentaron en una de las mesas que estaba disponible y comenzaron a degustar aquel cremoso postre, dejando las bolsas en el suelo, Antonio lo estaba disfrutando tanto que no se percató de que en su nariz se había quedado un poco de helado que fue limpiado con una servilleta por Korame quien le señalo lo siguiente:

-El ayudante de un sacerdote siempre tiene que estar presentable- sin darse cuenta de lo que provocaba en Antonio- ¿Por qué tu cara está roja? ¿hace mucho calor?

Y es que Korame no lo comprendía así que el ayudante simplemente le dijo que se debía a aquello. Después de eso este siguió comiendo su helado como si nada ya que inesperadamente le gustó mucho.

-Dioses, él es tan…simplemente es demasiado y lo peor es que él no es consciente de esto- pensaba un poco frustrado, avergonzado y con calidez

Antonio decidió concentrarse en comer su helado aunque de vez en cuando observaba de reojo como el señor Korame disfrutaba aquel postre, incluso mientras hacía aquello se veía completamente encantador.

Cuando ambos terminaron ya se estaba haciendo tarde así que decidieron ir a la siguiente parada, ya que no sería bueno andar en este lugar que no conocían por la noche. Miraron el folleto y se nombraba a un castillo del mar el cual era una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.

Siguieron caminando por la avenida verde, ya que los adoquines que conformaban el camino eran de ese color, finalmente llegaron a una bellísima construcción que había sido hecha hace muchos años atrás y poseía un mirador completamente hermoso que tenía una vista realmente esplendida, pagaron la entrada y recorrieron los diferentes lugares que tenia aquella locación. Había cuadros llenos de figuras importantes que habían vivido en la ciudad, hubiera sido bueno tener un guía pero igualmente estaban disfrutando a su manera el recorrido.

Finalmente llegaron al mirador el cual estaba lleno de parejas por lo cual no se podía observar la vista además había una señora vendiendo flores, por lo cual a Antonio se le ocurrió la idea de comprar un pequeño ramillete para el sacerdote.

-Espéreme aquí, por favor- mientras iba en aquella dirección

Mientras el ayudante hacia aquello, Korame fue a buscar un lugar entre la multitud y cuando lo consiguió no pudo quedar mas asombrado de lo hermosa que era la puesta de sol sobre el mar y no pudo evitar llamar a Antonio para que la apreciara también, fue entonces cuando ante si estaba él con un pequeño pero hermoso ramillete de flores de color azul como los ojos de Korame.

-Realmente ha sido una tarde maravillosa, y esta es mi manera de agradecerle, si me permite- entonces saco una de las flores y la coloco en la oreja del sacerdote- realmente se ve bien en usted.

Aquello dejo sin palabras a Korame y con algo parecido a la timidez, cosa que el sacerdote no entendía del todo, le señalo que no era para tanto, pero para el ayudante todo esto significaba mucho.

-¿ya viste la puesta de sol?- dijo Korame tratando de cambiar de tema

Entonces los ojos de Antonio se abrieron desmesuradamente al contemplar tan maravilloso espectáculo de la naturaleza y miro de reojo a Korame y realmente se veía realmente hermoso bañado por la luz anaranjada.

Estuvieron un rato observando y después decidieron ir a la última parada del recorrido, esta era la playa de los poetas y su arena era tan blanca además como era la primera vez que estaban allí no se demoraron en quitarse los zapatos, Korame solo le seguía la corriente a Antonio pues se veía que este estaba emocionado, pero era notorio que él también estaba impaciente por sumergir sus pies en el agua. Dejaron tanto zapatos como bolsas donde no fueran a ser alcanzados por el mar junto al ramo de flores y se dispusieron a mojar sus pies.

Fue entonces que Antonio en un acto atrevido salpico al sacerdote y este no se quedo de brazos cruzados e hizo lo mismo, así se sumergieron en una pequeña pelea amistosa quedando completamente empapados.  Korame se veía completamente atrayente ante los ojos de su ayudante, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por un pequeño sonido que le dio muchos años mas de vida, ni siquiera podría ser considerado una carcajada, pero era algo muy parecido desde los parámetros de la expresión de emociones del sacerdote.

-Lo siento, es que te ves muy extraño todo empapado- mientras lo observaba con aquellos ojos que a pesar de tener el color del hielo se veían tan cálidos.

-Dioses, algún día me matara en serio- pensando seriamente en aquello- Usted tampoco se ve muy presentable.

Entonces este cayo en cuenta de que también estaba completamente empapado y palideció un poco ya que se le había olvidado que era el sacerdote principal del dios de la curación por lo cual no debía verse de ninguna manera desaliñado. Antonio al notar su preocupación le señalo que no era malo dejar de lado los papeles aunque sea por algunos minutos.

-Bueno, igualmente se puede ver de esa manera- dijo recuperando la compostura- además debo admitir que esto es lo que llaman un momento divertido ¿verdad?

-Así es- dijo Antonio feliz de que el señor Korame se estuviera divirtiendo.

Pero ya estaba anocheciendo y debían encontrar un lugar donde dormir pero sin darse cuenta no les quedaba nada del dinero que les había dado la madre de Antonio. Lo cual significaba que estaban en problemas pero Korame encontró rápidamente una solución.

-Podemos ir a la casa de sanación de esta ciudad.

-¿Pero cómo llegaremos allá?

-Se me olvido mencionar que puedo sentir la presencia de los otros sacerdotes y sacerdotisas.

-Eso sería de mucha ayuda.

-Vamos entonces, si tenemos suerte podrían prestarnos algo de ropa, ya que las nuestras están demasiado húmedas

-por favor llévenos hacia allá- dijo haciendo una pequeña reverencia.

Korame asintió y fueron a recoger sus zapatos y aquel ramillete de flores,  cabe señalar que el sacerdote todavía llevaba una de ellas detrás de su oreja, lo cual le daba un aspecto completamente encantador ante los ojos de su ayudante.

Caminaron un buen rato hasta que llegaron a la que era la casa de sanación local. Ante ellos se presento un hombre de rizados cabellos naranjas, lentes y pecas quien a pesar de su postura tímida se veía que estaba muy feliz de ver al señor Korame.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo


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