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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola a todos! ya casi navidad y les traigo esta nueva actualizacion, espero que la disfruten.

-Oh dios, oh dios, ¡No puede ser, él está realmente aquí! John tienes que verte presentable como el honorable sacerdote de esta casa de sanación- eran los acelerados pensamientos de aquel individuo que trataba de aparentar calma e intentaba no correr emocionadamente hacia el sacerdote principal.

Aquello era demasiado notorio que hasta Antonio se dio cuenta de ello, pero hizo una pequeña reverencia cuando este se acercó. El brillo en los ojos de aquel sacerdote era de cierta forma adorable ante los ojos del ayudante pues significaba que el señor Korame era realmente apreciado, aunque no sabría juzgar hasta que punto llegaba esa emoción que parecía sentir aquel hombre que posiblemente se encontraba en sus treintas, pero que de alguna manera conservaba ciertos rasgos infantiles.

Mientras tanto Korame los presento a ambos inclinándose lo cual hizo que sacerdote local se pusiera bastante nervioso pues no podía creer que su más grande ídolo estuviera justo frente a él y poder interactuar directamente con este.

-Por favor, no se incline así por favor- mientras miraba frenéticamente en todas direcciones y agitaba sus manos frente a sí mismo. Se encontraba bastante nervioso, emocionado y avergonzado que sentía que su cara iba a estallar de lo roja que estaba.

Korame nuevamente no se daba cuenta de lo que provocaban sus acciones en los demás así que siguió hablando como si nada. En cambio Antonio claramente se percataba de la reacción del otro sacerdote, pero no diría nada ya que eso haría que las cosas se pusieran incomodas, además encontraba agradable que su sacerdote fuera respetado por aquellos que compartían la misma misión encomendada por el dios de la curación.

-Respetable Sacerdote John ¿ podríamos pasar la noche aquí?

-Oh dios, sabe mi nombre- eran los pensamientos del sacerdote local- por supuesto, claro que sí, sería un honor tenerlo aquí

Antonio se sentía un poco ignorado, pero eso era lo de menos ya que ahora tenían el permiso del sacerdote, que dirigía esta casa de sanación, para quedarse al menos esta noche.

-También, ¿podría prestarnos algo de ropa? Ya que debido a ciertas circunstancias las nuestras se han humedecido.

Antonio admiraba la facilidad con la que el señor Korame podía describir la situación sin revelar muchos detalles, aunque una parte de sí mismo quería decir la verdad, aquella que delataba que ambos se habían divertido mucho esta tarde, esa que había visto reír al señor Korame tan solo por empaparse mutuamente en un juego que hizo parecer mucho mas humano al sacerdote y que este olvidara por algunos momentos su posición.  Sin embargo lo brillante de su mirada cuando vio el mar en aquel castillo, era algo que prefería guardarse para si mismo, ya que aquel momento fue tan especial que no estaba seguro de querer compartirlo con nadie más.

-¡Sí! Es decir, por favor síganme, deben estar agotados, le diré a mis ayudantes que les traigan un poco de ropa limpia, si no les molesta usar la que tenemos aquí en nuestra humilde casa de sanación- Mientras se apresuraba a guiarlos hasta el interior del recinto, se veía que seguía un poco nervioso ya que no paraba de retorcer sus manos.

Cuando ingresaron al lugar se dieron cuenta de que era bastante diferente a como era la casa de sanación principal, ya que esta estaba llena de esculturas hechas de diferentes piedras preciosas, lo cual llamo la atención de Antonio pero no la de Korame quien parecía saber la razón de aquello así que el ayudante muy discretamente le pregunto acerca de ello.

-John mi ayudante quiere saber cuál es su don- dijo con un poco de malicia al exponer a Antonio ante el sacerdote local.

Los hombros del hombre de cabellos anaranjado decayeron al creer que Korame no tenía idea de su habilidad para curar, al notar aquello el sacerdote principal lo aclaro.

-Yo conozco su don, pero nadie es mejor que usted para describirlo- dijo con un tono respetuoso que simplemente hizo dar un respingo al otro sacerdote quien estaba mas que feliz de saber que el señor Korame si recordaba aquel detalle, a pesar de que no habían intercambiado muchas palabras en el pasado debido a su timidez.

-Claro, bueno yo tengo el don de elaborar joyas que tienen el poder de curar, se podría decir que curo a las personas a través de los diferentes minerales.- dijo con cierto tono tímido, pero era notorio que estaba bastante orgulloso de lo que hacía- Sirvo a nuestro dios de la curación desde hace algunos años quien me dio un propósito y un hogar.

-Así es, él hace joyas realmente esplendidas- señalo Korame reconociendo la gran habilidad de John

Aquello hizo sonrojar a aquel hombre quien se volteo para ocultar lo avergonzado y feliz que estaba, entonces para reponerse de aquello decidió contarles un poco acerca de las diferentes esculturas hechas de distintos minerales, después de todo era bastante bueno en modelar aquellos materiales, también era evidente que podía considerarse uno de los mejores joyeros del mundo, ya que fue escogido por el dios de la curación quien noto lo extremadamente habilidoso que era. Entonces decidió, a pesar de su timidez, ser un poco mas osado y le pregunto al sacerdote principal si había visto alguno de sus trabajos antes.

-Bueno, sus ayudantes en los festivales portan unos brazaletes muy elegantes, son fácilmente reconocibles, y eso se debe a que usted hace un trabajo minuciosamente elaborado.

-¿Usted lo noto?- él no pudo evitar la nota de emoción en su voz.

-Por supuesto, como anfitrión y sacerdote principal es mi deber prestar atención a aquellos detalles.

Eso hizo que John se de desanimara un poco y a la vez hizo que su corazón se acelerara un poco debido a la gran admiración que sentía hacia el sacerdote. Además el hecho de que este reconociera sus habilidades lo hacía sentir profundamente halagado y feliz.

Finalmente llegaron a un salón en donde varios ayudantes estaban estudiando la calidad de los materiales que serían usados para los siguientes pedidos de los visitantes de la casa de sanación.

Todas las personas que se encontraban allí se levantaron e hicieron una reverencia, ya que no esperaban que el sacerdote principal hiciera aparición, debido a que era sumamente improbable que este hiciera una visita a esta casa de sanación, algunos solamente lo habían visto para el festival mientras que otros solo habían escuchado de él. Pero debían admitir que su presencia emanaba poder, elegancia y amabilidad.

-es natural que hagan aquello, ya que después de todo el señor Korame es alguien sumamente respetable- es lo que pensaba Antonio sintiéndose un poco satisfecho de que aquellos ayudantes reconocieran de esa manera a su sacerdote.

-Chicos, hoy tenemos como invitados a nuestro sacerdote principal y a su ayudante- lo último lo dijo sin tanta emoción- ¿pueden buscar vestimentas para ellos? También necesito que les preparen una cena, por favor.

-Entendido- fue lo que respondieron los ayudantes quienes inmediatamente se dispusieron a hacer lo que les pidió su sacerdote. Ellos una vez que estuvieron fuera de la vista de los invitados se pusieron a murmurar acerca de lo emocionante que era tener al sacerdote principal aquí en esta casa de sanación, después de todo este era casi como una celebridad ante su ojos.

-Tienes buenos ayudantes- fue la solemne aseveración del señor Korame

Aquello tomo desprevenido a John quien se sintió profundamente halagado y un poco tímido ya que indirectamente el sacerdote principal estaba reconociendo que eligió a los ayudantes indicados.

-Sí, realmente lo son. Siempre son de gran ayuda en nuestra labor de sanar a las personas que visitan esta casa de sanación.

-Durante mucho años yo estuve a cargo de la casa de sanación principal sin necesitar la ayuda de nadie, pero debo admitir que mi ayudante también desempeña bien sus funciones.

-Ya veo- John no sabía como sentirse exactamente ya que una de las cosas que siempre había admirado del otro sacerdote era que este por sí mismo haya logrado mantener una casa de sanación durante tantos años. Ya que penando en su propio caso él no lograría desempeñar bien su labor sino tuviera a sus ayudantes, quienes desde un inicio habían sido un gran apoyo para él. Cabe señalar que algunos de estos también elaboraban joyas antes de convertirse en ayudantes quienes admirados por la gran habilidad del sacerdote habían decidido acompañarlo en su labor.

Llegaron a una habitación bastante bonita en la cual estaban dos camas, las cuales seguramente estaban destinadas a nuevos ayudantes, pero que por esta vez servirían como lugar de descanso para el sacerdote principal y su ayudante.

-Espero que sea de su agrado, las sabanas nunca han sido usadas así que…- hablaba muy rápido y es que secretamente había tenido la ilusión de que el señor Korame viniera a su casa de sanación ya que era sabido que los sacerdotes podían sentir la presencia de los otros, pues después de todo compartían dones similares (aunque variaban en el nivel de poder que poseían estos) y estaban protegidos por el dios de la curación. Además la presencia del señor Korame nunca pasaría desapercibida para él pues aún recuerda lo amable que este fue cuando se conocieron, John era mayor que él por al menos diez años así que conoció a Korame cuando este era un adolescente y desde entonces que lo admiraba considerándolo el ser más sublime después del dios de la curación a quien debía la vida.

-Muchas gracias- dijeron el sacerdote y su ayudante mientras se inclinaban en señal de agradecimiento.

-Por favor, no se incline ante mi – dijo con nerviosismo, ya que su corazón no podía soportar aquellos actos por parte del sacerdote principal, el cual era reconocido como aquel que estaba mas cerca del dios que les había dado el don de curar.

Korame solo hacía lo que Artem le había enseñado ya después de todo le había enseñado a ser respetuoso con sus compañeros sacerdotes y sus compañeras sacerdotisas. Aún recuerda las palabras que le dijo cuando era más joven.

-Tú eres mi preciado sacerdote principal y tienes por deber ser amable con mis demás sacerdotes y sacerdotisas, dando el ejemplo siendo un humano completamente virtuoso.

Antonio no emitía mas palabras de lo necesario pues consideraba que debía dejar que aquellos dos interactuaran, ya que de alguna forma comprendía al sacerdote John quien realmente se veía emocionado de poder hablar con el señor Korame.

Entonces alguien toco la puerta señalando que tenían vestimentas para el sacerdote principal y su ayudante. John los dejo entrar y recibió las ropas que eran de un característico color verde, pero que tenían un diseño diferente al que vestían el par de extranjeros.

-Lo siento por hacerlo usar vestimentas de ayudante pero son las únicas que tenemos ya que las que suelo usar son de una talla que no es la adecuada para usted- dijo con algo de nervios John pero que intento disimular ya que quería parecer un sacerdote que podía manejar estos asuntos tal como lo haría el señor Korame si estuviera en la misma situación.

-Creo que estas son perfectas, muchas gracias por su preocupación- mientras tomaba con sumo cuidado las prendas que le ofrecía el otro sacerdote.

Antonio hizo lo mismo y le agradeció al sacerdote que les estaba dando alojamiento, después de eso John señalo que iría a revisar como iban sus ayudantes con la cena.

Entonces en un acto inesperado Korame comenzó a quitarse su vestimenta que se encontraba húmeda, ver aquella tela deslizarse por su hombros se vio extremadamente seductor para Antonio quien tuvo que desviar la vista ya que de alguna manera sentía que observaba algo que estaba prohibido para él, al menos actualmente. Pero una parte de sí mismo no quería perderse detalle de la figura de su sacerdote aunque eso significara enemistarse con el mismísimo dios de la curación.

Korame parecía no darse cuenta o le daba prácticamente igual pues no consideraba que hubiera algo de lo que avergonzarse, después de todo nunca había tenido problemas con su cuerpo y entonces al percatarse que Antonio aun no empezaba a vestirse le señalo que los estaban esperando por lo cual sería descortés demorarse mucho.

-si lo siento- mientras no podía apartar la mirada de su sacerdote, ya que este se veía completamente encantador en aquellas vestimentas, ya que Antonio lo había visto en dos trajes solamente, aquel que normalmente usaba y el que utilizo para el festival, por lo cual verlo vestir de forma diferente hacía que su corazón latiera más rápido.

-¿Qué esperas?- lo miro con aquellos ojos fríos que no admitían replicas.

-Bueno de todos modos no es la primera vez que me ve sin ropa- era el pensamiento de Antonio quien recordaba su primer día como ayudante cuando se bañó en la fuente del jardín para purificarse.

Cuando estuvieron listos se dirigieron al pasillo en donde los estaba esperando una ayudante que de forma respetuosa los guio hasta el comedor en el cual estaban servidos encima de una mesa toda clase de platillos.

-Por favor, siéntese por aquí- dijo John mientras acomodaba una silla para que Korame la usara.

-Muchas gracias- mientras tomaba asiento

A continuación tanto Antonio como John se sentaron a la mesa, uno a cada lado del sacerdote principal. El anfitrión realmente estaba muy feliz de que el señor Korame estuviera aquí así que reunió fuerzas para agradecerle su presencia nuevamente.

-Al contrario, somos nosotros quien debemos agradecer toda su hospitalidad.

-No ha sido nada, realmente es un honor tenerles aquí- su tono de voz bajo una decimas pero realmente se notaba que sus palabras eran completamente genuinas.- Ahora es momento de cenar, espero lo disfruten.

Entonces comenzaron a degustar los diferentes platillos e incluso Korame en un acto de educación decidió comenzar una conversación con el otro sacerdote.

-¿Qué le pareció el festival? Pude notar que sus ayudantes llevaban collares realmente hermosos este año.

-¡Lo noto!- era los pensamientos de John pero se limitó a agradecer aquel cumplido que había hecho el sacerdote principal.

-A pesar de que sus ayudantes llevaban aquellas esplendidas joyas, usted llevaba un prendedor, sencillo pero realmente hermoso. Con todo respeto ¿Cuál es la razón?

John se sentía extremadamente dichoso de que el sacerdote se hubiera percatado de ello aunque seguramente se debía a que este era bastante observador en cuanto a aquellos detalles.

-Tal vez usted no lo recuerda, pero cuando me convertí en sacerdote era bastante inseguro entonces para aparentar fortaleza me cubría de joyas cada vez que había un festival, pero todo cambio cuando usted se convirtió en el sacerdote principal de nuestro dios de la curación, Yo estaba nervioso pues nunca hubo alguien de aquella categoría así que puse mi mejor esfuerzo en elaborar las joyas más exquisitas de las que era capaz. Cuando me incline a besar su mano ¿recuerda lo que me dijo?

-Sí

-“No es necesario que intente demostrar su valía, solo se necesita observar la calidad de aquel prendedor que tiene usted”, su fría pero amable mirada realmente me hizo querer llorar, desde

 ese momento decidí que siempre llevaría un prendedor a los festivales y sería la única joya que portaría.

-Comprendo, realmente es un distintivo que le queda muy bien.

-Muchas gracias- dijo con un poco de timidez pero con calidez en su corazón por escuchar aquellas palabras.

Siguieron conversando y John se sintió cada vez mas tranquilo y pudo desenvolverse mucho mejor. Entonces terminaron de cenar y agradecieron a la diosa de la naturaleza por los alimentos consumidos, como ya era tarde se despidieron pero en un acto de osadía el sacerdote local le pidió al señor Korame si podía estrechar su mano, a lo cual este accedió lo que hizo muy feliz a John. Después de aquello cada cual se retiró a su habitación.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo, en el siguiente capítulo veremos la reunion  entre Antonio y la nueva familia de su madre, :O esperenlo con ansias


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