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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hemos llegado al capítulo 30! muchas gracias a todos y todas por seguir esta historia a la cual le tengo mucho cariño. Ya casi estamos cerca del final y realmente ha sido grato escribir acerca de estos personajes que amo con todo mi corazón. Espero que disfruten este capítulo que me encanto escribir.

La mañana era tranquila en la casa de sanación, tanto Korame como Antonio se encontraban desayunando unas deliciosas tostadas con mermelada de frutilla y cada uno tenía una taza de humeante té. El sacerdote todavía no le decía a su ayudante acerca de aquello que había hablado con el dios de la curación, en primer lugar porque no le veía demasiado sentido, ya que eso solo haría las cosas más difíciles y por alguna razón había una molestia en su pecho al pensar que Antonio podría estar triste, no es como si entendiera del todo aquello así que optaba por ignorar esto y enfocarse en cumplir sus deberes como sacerdote, pues Artem tenía razón ya que había estado descuidándolos por hacer… feliz a aquel que lo acompañaba diariamente desde hace algunos meses. En segundo lugar algo en su interior, que no alcanzaba a comprender completamente, le pedía que dejara a Antonio disfrutar de la maravillosa velada que significaba la reunión de los dioses, la cual era un evento de proporciones completamente inimaginables para los simples mortales y sería una buena experiencia para él, antes de que finalmente tuvieran que despedirse tal vez para siempre. Aunque lo que Korame ignoraba es que lo que realmente deseaba era pasar unos últimos momentos agradables con su ayudante, ya que era evidente, aunque no para él, que disfrutaba pasar sus días con su ayudante a quien de cierta modo apreciaba casi al mismo nivel como lo hacía con la divinidad a la cual había jurado servir desde que tenía memoria.

Antonio sentía como era observado de reojo por su sacerdote pero eso de alguna manera lo hacía sentir que llamaba completamente la atención de este y eso era algo sumamente agradable. No podía evitar recordar las palabras de sus amigos que lo apoyaban completamente en su misión de “conquistar y hacer totalmente suyo al sacerdote” como ellos la llamaban. Claramente Antonio estaba avergonzado por aquello pues pareciera que todo lo que hacía era en función de obtener el corazón del señor Korame, lo cual no era del todo cierto pues naturalmente solo buscaba el bienestar de este sin importar demasiado que el sacerdote terminara,  en un favorable caso, enamorándose de él.

Comían en silencio cada uno sumergido en sus pensamientos pero no era incomodo sino que simplemente no eran necesarias las palabras en ese momento, ambos preferían disfrutar de su desayuno en una completa tranquilidad pues estar al lado del otro sin verse obligados a mantener una conversación era algo completamente agradable, Antonio muchas veces había sido cuestionado por no ser demasiado conversador pero al lado del sacerdote se sentía completamente cómodo.

El ayudante no podía esperar hasta el siguiente día libre del sacerdote para que ambos pudieran ir a visitar una juguetería y escoger un modelo de avión para enviárselo a su hermano. Tenía muchas ganas de salir nuevamente con el señor Korame ya que realmente disfrutaba estar a su lado en un contexto diferente al de sus actividades de la casa de sanación. También fantaseaba con ver al sacerdote en trajes distintos a los que usaba normalmente, ya que estaba seguro de que se vería completamente encantador. A su mente llego el recuerdo de Lucia quien disfrutaba de probarse todo tipo de ropa de colores vivos y brillantes tal cual era ella, sin embargo estaba completamente seguro de que a su sacerdote le quedarían mejor los tonos fríos pues combinarían de mejor manera con aquellos ojos gélidos que se habían vuelto más cálidos.

-¡Con un traje negro, como sus suaves cabellos, se vería completamente hermoso! ¿me pregunto si tendré la oportunidad de verlo así algún día? No creo que se enoje si se lo pido aunque seguramente diría algo como: ¿Cuál es el punto de hacer aquello?- pensó Antonio intentando reprimir una sonrisa sin éxito lo cual fue notado por el sacerdote cuya mirada se vio interrogante.

-¿Sucede algo? No creo que las tostadas sean demasiado divertidas.

-Nada- dijo Antonio un poco avergonzado de estar pensando en aquellas cosas estando el sacerdote presente.

-Ya veo- mientras le daba otro sorbo a su té, con una elegancia digna del sacerdote principal del dios de la curación.

Antonio no podía evitar pensar en lo bello de aquel simple movimiento, aunque en realidad el señor Korame se veía bien haciendo cualquier cosa, también a veces pensaba en que Bal tenía ciertas maneras parecidas al sacerdote, tal vez esto era debido a que ambos habían recibido una educación especial, aunque su amigo intentara parecer más despreocupado se notaba que tenía un nivel de clase distinto al que poseía Antonio.

Su tranquilo desayuno fue interrumpido por cierta divinidad indeseable desde la perspectiva de Korame quien simplemente dejo escapar un suspiro entre resignado y fastidiado.

Los destellos dorados avisaron de su presencia y entonces abrió su boca aunque el sacerdote pensaba que era mucho más agradable cuando estaba callado.

-¡Hola mi adorable Korame! Y bueno… su ayudante- dijo restándole importancia a aquello último

-Sí, sí ¿ahora que quieres?- dijo el sacerdote con tono cortante

-¿Me tratas de aquella manera después de darte la oportunidad de tener una cita? Aunque hubiera preferido haberla tenido yo contigo- dijo mientras ponía un dedo en sus labios y se notaba una envidia que el dios no trataba de ocultar.

-No fue una cita, cuida tus palabras- fue la solemne respuesta de Korame quien miro fríamente al mensajero

-¡Esa mirada me da escalofríos!- mientras se abrazaba a sí mismo, aunque debía admitir que los ojos de su sacerdote favorito habían cambiado y no podía evitar sentir envidia de Antonio quien era el responsable de aquello, pero prefería ignorar aquel hecho.

-Por favor compórtate, es de mal gusto.- mientras lo miraba con desagrado.

-Deberás acostumbrarte pues estaremos toda una semana juntos recorriendo muchos lugares y…- siguió hablando alegremente de sus planes para ambos.

Antonio se sentía culpable ya que debido a su causa el señor Korame le debía aquel favor al mensajero quien lo iba a disfrutar demasiado, ya que adoraba molestar al sacerdote y al parecer tenía cierta fijación por este, lo cual hacía que el ayudante sintiera cierta punzada de celos en su pecho, pero había una parte que era arrogante la cual intentaba ignorar, pues esta estaba completamente segura de que el sacerdote  lo tenía en más estima a él que al dios y eso le daba cierta satisfacción que no era demasiado fácil de disimular, por suerte el mensajero no le prestaba demasiada atención.

-hice una promesa y la cumpliré, pero tienes prohibido pensar en aquello como un viaje romántico como diría la diosa del amor, no es como si lo comprendiera realmente.

-Mi dulce Korame, no es como si yo tuviera en mente aquello- dijo obviamente mintiendo, ya que realmente esperaba con ansias la oportunidad de mostrarle al sacerdote sus lugares favoritos y pasar mucho tiempo con él, sus sentimientos hacia este ya no eran tan intensos como antes ya que fue rechazado en todas las formas posibles, pero sentía que no podía desperdiciar la oportunidad de estar cerca de él aunque claramente el sacerdote había accedido tan solo para asegurar el bienestar del ayudante, lo cual le hacía sentir un poco de lastima hacia si mismo pero realmente no le importaba demasiado, ya que podría para si mismo  por toda una semana y eso lo hacía enormemente feliz, pues nunca había encontrado a otro humano igual de interesante que Korame.

-Aja-dijo el sacerdote mientras se cruzaba de brazos y lo miraba suspicazmente

- esa mirada hace que mi corazón lata más rápido- mientras ponía ambas manos en su pecho dramáticamente.

-¿Podrías por favor decirme el motivo de tu visita?- dijo Korame sin humor para los juegos del dios.

-¿No crees que sería lindo de tu parte que pusieras un poco de esfuerzo en mantener una conversación conmigo?- mientras hacia un puchero

-¿no crees que sería agradable que hicieras tu trabajo?

-Aww tus frías palabras son parte de tu encanto

-Si las miradas mataran... -pensó Antonio al ver como su sacerdote miraba al dios aunque no podía negar que ver la interacción entre ellos dos era bastante divertido, además que algo en su interior se removía al ver esa actitud en el sacerdote tan fría pero a la vez extremadamente atrayente.

-Bueno, a lo que viniste-

-Vine a expresarte todo mi cariño- mientras hacia la forma de un corazón con sus dedos y guiñaba un ojo en dirección del sacerdote.

-Así que era eso, ahora que lo hiciste ¿puedes dejar que terminemos nuestro desayuno? - mientras rodaba sus ojos

-¡No, no, espera! Se enojarán conmigo si no te entrego las cartas y ella no… ¡No querrá hacerme un nuevo traje!- dijo él somo si aquello fuera lo más terrible del mundo

-¿Ella?- pensó Antonio mientras miraba con duda a Korame quien noto eso así que le pidió aquello al mensajero.

-Recadero ¿podrías entregarme las cartas?- aquel tono frío, cordial y a la vez demandante simplemente hacía que el mensajero sintiera escalofríos agradables recorrer su espina dorsal.

-Si, aquí tienes- mientras sacaba desde su bolso un sobre muy bonito de color celeste con cierto diseño que era característico de quien lo mandaba.

Korame las tomo con una de sus manos y le enseño una a Antonio quien realmente quedo impresionado con lo elegante que era el sobre que pudo inferir era de alguna divinidad.

-Verás, este mensaje proviene de la diosa Elyada quien se encarga de confeccionar los trajes que utilizan los dioses y aquellos que son los protegidos de estos

-Ya veo- dijo Antonio mientras asentía

-¿Ya veo? ¡Ella hace los mejores trajes del universo!- dijo mensajero bastante ofendido.

-Me imagino que sí, después de todo hizo los trajes del señor Korame- o al menos eso pudo inferir ya que el sacerdote no le había contado acerca de eso, tal vez pensó que no era necesario sin embargo aquello hizo que sintiera una punzada desagradable en el pecho.

-¡Y se ve realmente encantador en ellos!

-Creo que concordamos en eso- dijo Antonio con seriedad

-¿Ah sí?- dijo mensajero mientras miraba de manera desafiante y altiva al ayudante

Parecía que había chispas en el aire debido a como se miraban esos dos, por lo que Korame ,a quien no le interesaba aquello, decidió leer la cartas.

-Entendido- mientras doblaba de nuevo aquel papel de la primera y lo colocaba nuevamente en el sobre. Igualmente vio la otra la cual era una invitación a la reunión de los dioses.

Aquellos dos seguían mirándose así que Korame aclaro su garganta de manera muy sonora para hacer que esos dos le prestaran atención.

-No le encuentro sentido que estén mirándose sin decir nada, es decir, no es como si me importara mucho, pero debemos reunirnos con la diosa Elyada, así que recadero ¿puedes terminar el trabajo y llevarnos a la pradera en la que ella vive?

-¡Claro! Estaremos allí inmediatamente.

El mensajero estaba listo para emprender el viaje hacia allá, pero fue detenido por Antonio que señalo que debían dejarle alimento a Greta ya que no quería repetir lo mismo de hace algunos días.

-¡Pero es solo una gata! Debiese ir a cazar un ratón o algo por el estilo.

Antonio lo miro horrorizado y a punto de decirle unas cuantas cosas al dios, ya que nadie se metía con su hija y busco apoyo en el señor Korame quien termino por asentir lo cual era una señal de que lo esperarían mientras este se hacía cargo de su mascota.

Mientras el ayudante iba a dejarle alimento a Greta, el mensajero se quedó mirando fijamente al sacerdote con una expresión descolocada.

-¿Qué?- dijo Korame con extrañeza ya que realmente no sabía porque el recadero lo miraba de aquella manera indescifrable.

-No, nada – mientras pensaba con envidia acerca de lo suave que era el sacerdote con su ayudante tal vez esto se debía a… el dios decidió no pensar en aquello.

-Ajá- mientras se enfocaba en retirar los platos y tazas de la mesa.

 Hasta esa simple acción la realizaba con elegancia y el mensajero simplemente lo miraba embelesado, cada movimiento que realizaba el sacerdote era arte ante los ojos del dios que había viajado por todo el mundo.

-Si vas a quedarte ahí mirando, al menos podrías dejar el camino libre- era las secas palabras de Korame.

- No es culpa mía que te veas bien hasta lavando los platos- dijo Mensajero como si aquello fuera un argumento sólido y que justificaba que estuviera mirando detenidamente a Korame.

-Si, si lo que digas, ignorare aquellas palabras desvergonzadas

-En el fondo te gustan- dijo para molestar al sacerdote.

Este simplemente rodo los ojos y fue en ese momento en que Antonio volvió a aparecer ya que se había tomado su tiempo despidiéndose de Greta.

-Bien, ahora que tu ayudante alimento a aquella criatura ¿podemos irnos?

-Sí,  llévanos ante la presencia de la diosa.

-Todo por ti- mientras le guiñaba un ojo sin importarle la mirada seria que este le devolvió.

Fueron envueltos por las estelas de luz y desaparecieron de la casa de sanación. Rápidamente llegaron a una especie de pradera y sintieron el agradable aroma del pasto en sus narices, casi de inmediato fueron rodeados por un rebaño de ovejas las cuales se veían muy tiernas pero a la vez intimidantes ante los ojos de Antonio quien quedo realmente asombrado por lo hermoso de la lana que estas poseían.

-Se ven tan mullidas… quiero tocar una pero pareciera que me van a morder si lo hago

-Siempre pasa esto cuando me traes aquí- dijo Korame mientras su mirada se tornaba filosa- Elyada y sus ovejas te odian ¿verdad?

-Sin comentarios, aunque yo sé que en el fondo me adora

-Por mucho que creas aquello, no se hará realidad- dijo una voz fríamente que provenía de una mujer de cabellos celestes arreglados en una larga trenza y unos profundos ojos azules, esta llevaba un hermoso vestido blanco con detalles plateados que le llegaba hasta los tobillos, cabe señalar que sus pies iban descalzos.

-¡Elyada, mi diosa favorita!- dijo él con cierta expresión aterrada.

-por favor, te reto a nombrar tan solo una diosa a la que no le hayas dicho eso, no te esfuerces demasiado- su tono condescendiente hizo que Antonio no pudiera evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver a mensajero todo nervioso.

-Bueno…- mientras empezaba a buscar en su memoria a toda velocidad.

-No desperdicies mi preciado tiempo, tengo que hacer muchos trajes

-Si, ella es una diosa ocupada- secundo Korame bastante complacido de que alguien pusiera en aprietos al recadero.

-Por eso me agradas Kora, vamos que tengo muchas ideas para hacer tu traje de este año y también el de tu ayudante- agrego la diosa mientras lo inspeccionaba de pies a cabeza y asentía varias veces- sí, realmente se verá muy elegante pues tiene buenas medidas.

Antonio se sintió un poco invadido pero los siguió cuando esos dos comenzaron a caminar y las ovejas iban detrás de la diosa formando una especie de barrera para mantener alejado al mensajero. Claramente al igual que a Elyada no les agradaba para nada aquel dios que tenía ese molesto aire superficial.

-¡No me dejen atrás!- era el ruego de mensajero

Finalmente llegaron a una especie de taller donde se encontraban toda clase de materiales con los que la diosa elaboraba todas las prendas que le eran solicitadas. Ella contaba con botones y otros elementos que le eran suministrados por el dios de la artesanía que era su hermano. Además allí había al menos diez personas tanto hombres como mujeres de distintas edades que voltearon a verlos.

-¡Kora te estábamos esperando!- dijeron una niña y un niño que se acercaron rápidamente al sacerdote y tomaron sus manos arrastrándolo con ellos hasta una mesa en la que había hojas con muchos bosquejos de distintas vestimentas.

Antonio miro con interrogación a la diosa quien solo sonreía al ver como sus ayudantes le mostraban muy emocionados su trabajo al sacerdote.

-Ellos son Ben y Lisette mis ayudantes más pequeños, adoran a Kora.

-¿ Y sus…?

-Son huérfanos con un excepcional talento para diseñar y crear prendas, son unos de mis protegidos. Vi algo especial en ellos, ya que eran ¿ cómo dicen los mortales? Ah sí, diamantes en bruto con mucho potencial que solo podrían desarrollar aquí.

-perdón si soy imprudente pero… ¿sus demás ayudantes son huérfanos también?

Eso hizo que la diosa dejara escapar una pequeña risa ante la obvia curiosidad que tenía Antonio a pesar de que la expresión de este no demostrara mucho aquello.

-No, no, simplemente tengo un gusto por aquellos que tienen mucho potencial, pero que en el mundo injusto en el que viven no podrían desarrollar completamente. Ellos son mis preciados tesoros, por otro lado Kora debe sentir lo mismo con respecto a ti, aunque no creo que lo comprenda del todo, bueno ya debes ser consciente de aquello como su ayudante, Antonio.

El ayudante no recordaba haberle dicho su nombre así que la miro con duda en sus ojos a lo cual la diosa nuevamente dejo escapar una risita.

-No es necesario que te preguntes como lo sé ya que ha sido una de las noticias más impactantes de los últimos tiempos. Ese traje que utilizas estaba hecho desde hace mucho tiempo, ¿Notaste que se ajustó perfectamente a tu cuerpo? Uno de nuestro mejores trabajos. Tienes que saber que todos estábamos esperando a que el protegido de Artem decidiera tener un ayudante, ya que después de todo él es el sacerdote principal, lo cual significa que tiene mucho trabajo pero hasta ahora no había querido tener uno, pues es un poco ¿Cómo se dice? Ah sí, testarudo

-Si creo haber notado eso- mientras miraba de reojo a su sacerdote que se veía bastante cómodo junto a aquellos niños que le comentaban todas sus ideas para su nuevo traje.

-Debes ser alguien especial, ya que él no le pediría a cualquiera ser su ayudante.

-Bueno en realidad debido a ciertos sucesos fui yo él que le pidió ser su ayudante.

-Eso es completamente más asombroso todavía, nadie sería tan osado para pedirle a Kora aquello, realmente tienes agallas.

-Bueno…- mientras rascaba su mejilla un poco nervioso.

-Oh vamos no es nada de lo que avergonzarse, tuviste el valor de proponer aquello y eso es algo completamente notable además se rumorea que Kora se ha vuelto más suave, hasta yo lo noté cuando lo vi y creo que es gracias a ti ¡Tengo muchas ganas de hacer tu traje! Ven debo tomar tus medidas- mientras lo guiaba hasta una habitación especial en la que tenía toda clase de materiales de dibujo

Una vez allí la diosa le pidió que se sentara en un taburete y después lo miro desde todos los ángulos posibles lo cual hizo que Antonio tragara saliva pues se sentía un poco nervioso de ser observado atentamente.

-Definitivamente los tonos verdes te van muy bien, no es porque seas el ayudante de un sacerdote del dios de la curación, simplemente combinan a la perfección con tu tono de piel, tus ojos y cabellos

-Gracias

-Agregare blanco para generar un buen contraste, ¿tienes algún gusto? Debo conocerte mejor para hacer un traje que te quede a la perfección.

-Bueno me gustan los aviones y los libros- dijo lo primero que se le vino a la cabeza

-Ya veo

La diosa se quedó callada por al menos tres minutos en los cuales Antonio pensó seriamente si había dicho algo mal, pero suspiro de alivio cuando Elyada volvió a hablar con una confianza que era imposible de superar.

-déjamelo a mí, te hare lucir completamente esplendido y podrás pararte orgulloso al lado de Kora.

-¿Cómo es que…?

-Es demasiado obvio, aunque parezca que solo me interesa elaborar prendas hasta yo puedo darme cuenta de estas cosas, o tal vez es porque la diosa del amor no para de hablar de sus parejas favoritas e inconscientemente le he prestado atención, bueno el punto es que Artem debe dejar de monopolizar a Kora y dejar que este experimente lo que es una vida más allá de la casa de sanación pues se ha dedicado completamente a esta desde que era un niño y creo que tú le estas ayudando con eso, .

-Bueno, yo solo quiero que el señor Korame sea feliz

-¿Crees que eres capaz de lograr eso?

-No lo sé, pero daré todo de mi para que él sonría ya que su risa es una de las cosas más hermosas que he escuchado.

-Espera ¿¡lo has visto reír!?

-Sí

-En serio eres alguien completamente extraordinario, yo nunca lo he visto reír y eso que lo conozco desde que hace más de diez años.

-Pasamos buenos momentos- mientras recordaba aquel viaje

-Me esforzare mucho en sus trajes entonces que deben ir acorde a esta conexión que parecen tener ustedes dos. Ahora sé exactamente qué hacer, me pondré a trabajar de inmediato. Denme tiempo y estarán listos antes de la reunión.

-Creo que he escuchado de ello- aunque este no estaba seguro si su sacerdote lo había mencionado en algún momento pero suponía que el señor Korame le diría cuando seria finalmente.

-Ahora ve a buscar a Kora ya que mis ayudantes y yo debemos ponernos manos a la obra

-Está bien, muchas gracias- mientras se inclinaba

-Gracias a ti por cuidar de nuestro querido Kora

Después de aquello se encontró una escena muy peculiar en la que su sacerdote se hallaba vestido con un camisón bastante elaborado lleno de holanes y su cabello recogido en una especie de moño lo cual lo hacía ver absolutamente adorable haciendo que el corazón de Antonio latiera más deprisa, Korame lo miro y le pregunto porque sus mejillas se encontraban ruborizadas.

-Lo siento, es que usted realmente se ve bien y lindo- lo último solamente lo pensó pues no sabía cuál sería la reacción del sacerdote si este escuchara aquello.

Lisette y Ben estaban muy orgullosos de su trabajo así que le empezaron a comentar al ayudante acerca de los materiales y como habían hecho para que pudiera tener ese efecto delicado.

-Ya niños es momento de que Kora y Antonio regresen a la casa de sanación.

-¡Pero Elyada!- dijeron estos con un puchero

-¿Quieren ayudarme a hacerle un traje completamente sublime?

-¡Claro que sí!- mientras corrían a la sala de las telas las cuales cabe señalar estaban hechos de hilos elaborados a partir de la lana de las ovejas que en ese momento todavía se encontraban haciendo una barrera para que el mensajero no pasara, el cual estaba sumergido en un aura depresiva justo al lado de la entrada.

-Kora ve a cambiarte, aunque si lo deseas puedes quedarte así, te ves completamente encantador- dijo la diosa que estaba completamente gustosa de ver al sacerdote en aquellas vestimentas.

-Gracias por el ofrecimiento, pero a pesar de que este traje es cómodo no puedo presentarme de esta manera en la casa de sanación- dijo él con esos ojos fríos pero amables.

-Comprendo, ahora ve a cambiarte te aseguro que tu traje para la reunión será completamente elegante al igual que tú.

Entonces Korame fue a la habitación en la cual estaba su traje habitual de sacerdote para cambiarse.

-Deberías agradecerle a mis ayudante por permitirte ver aquello- dijo la diosa con cierto tono juguetón y con un poco de malicia

-Lo hago

Cuando el sacerdote estuvo listo se dirigieron a la puerta y los ojos de el mensajero se iluminaron pero tenían cierto reproche en ellos.

-Finalmente regresaron

-No es nuestra culpa que las ovejas no te quieran- dijo Korame

-Eres tan cruel, pero me encanta- el dios nuevamente volvió a ser él mismo

-Como es mi labor haré tu traje, pero no te emociones- señalo la diosa

-¡Elyada!- mientras se lanzaba a abrazarla pero esta hábilmente lo esquivo.

Eso hizo que Antonio dejara escapar una pequeña risa y que los ojos de Korame se vieran un poco contentos. Después de aquello se despidieron y volvieron a la casa de sanación donde mensajero a regañadientes tuvo que irse ya que tenía más deberes que realizar.

 

 

Notas finales:

PD: Adoro el Antorame

PD2: el sacerdote y su ayudante se veran muy bien en sus trajes.


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