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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Damas y señores tengo el agrado de presentarles este último capítulo antes del epilogo en donde concluye esta gran historia. Finalmente es el momento en que Antonio y Korame deberan demostrar valor, este capítulo es de larga duración asi que espero que les guste ya que está hecho con mucho carño

En ese momento tanto sacerdote como ayudante se separaron pues aquella aura verde era tan asfixiante que inevitablemente sus rodillas cedieron y tocaron el suelo. Les costaba respirar y sus pechos se vieron llenados por una sensación extremadamente desagradable que podía ser descrita como un profundo terror, pues estaban ante la ira de uno de los dioses principales. Korame nunca había presenciado la ira de Artem y mucho menos que esta sea dirigida hacia su persona, así que una molestia demasiado dolorosa se instaló en su ser.

Cuando el dios se manifestó ante ellos aquella sensación se incrementó y tuvieron que tragar saliva en el momento en que la divinidad comenzó a hablar con un tono frio que intentaba contener sin mucho existo una furia que llegaba a ser muy difícil de controlar.

-Mi señor…

-Korame por favor no hables en este momento- mientras con frustración el dios echaba su cabello hacia atrás- no quiero tratarte de mala manera por culpa de este… aprovechador

-Pero mi señor, no lo comprendo pero… él no ha hecho nada que haga que se refieran a él de esa manera- Korame por primera vez no estaba aceptando las palabras del dios y eso hizo que este se sintiera contrariado e intentara hacer que su sacerdote principal se diera cuenta de la “verdad”

-Ha abusado de tu confianza acercándose a ti de manera indebida, no una sino que varias veces y lo he dejado ya que al parecer tu sientes… cariño hacia él- dijo como escupiendo esas últimas palabras y con un tono herido pues sabía que era verdad.- Pero no puedo aceptar que tenga la osadía de hacerlo nuevamente sin siquiera tener respeto por esta reunión.

-¿Cariño?- el sistema de Korame no podía procesarlo lo cual le causaba gran dolor haciendo que su mente estuviera a punto de quebrarse, esto hizo que Artem lo mirara con tristeza para después observar con resentimiento a Antonio culpándolo claramente de todo.

-¿No tienes nada que decir? Después de todo es debido a ti que mi protegido está sufriendo, tus acciones lo han llevado a este estado, si nunca te hubiera conocido él seguiría viviendo una vida virtuosa como sacerdote principal sin tener que preocuparse de emociones que le hagan daño- sus palabras guardaban gran dolor y rabia mientras miraba directamente al ayudante que todavía seguía inclinado en el suelo.

Antonio con toda su fuerza de voluntad pudo levantar la cabeza y con toda la seguridad que pudo reunir le respondió a la divinidad.

-En primer lugar quien me permitió ser el ayudante del señor Korame fue usted.

-No lo habría aprobado si hubiera sabido que las cosas terminarían así, yo solo quería que Korame tuviera alguien que le hiciera compañía y lo ayudara con las tareas de la casa de sanación no lo que tú hiciste, tus sentimientos son una aberración- aunque aquello último también iba dirigido hacia sí mismo.

-Lo que siento por mi sacerdote es completamente real y profundo, no creo que mis sentimientos sean algo sucio, además creo que mi amor ha hecho que el señor Korame pueda experimentar muchas cosas que lo han hecho demasiado feliz.

-Por favor no sigas- se escuchó la voz del sacerdote que tenía un tono desesperado.

-¿Viste? Solo haces que él sufra- fueron las palabras del dios que se escuchaban un poco satisfechas y arrogantes.

-Lo siento, mi señor sé que es impropio de mi como su sacerdote principal, pero escuchar a Antonio decir eso solo- mientras miraba a su ayudante- hace que sienta una dolorosa pero agradable molestia en mi pecho, tal vez esto no es solo preocupación como me he empeñado en creer, ya que siempre he tenido problemas para reconocer mis emociones, sino que es algo más, le ruego que me perdone.

La pequeña sonrisa triste en Korame removió algo en el dios, lo cual lo hizo actuar de inmediato y con un movimiento de su mano hizo que su sacerdote cayera en un sueño profundo, esto preocupo al ayudante quien hizo uso de toda la fuerza que pudo reunir para lograr arrastrarse hasta el lado del sacerdote.

-¡Señor Korame, por favor despierte!- la angustia comenzaba a consumir a Antonio y al no obtener respuesta lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras abrazaba con fuerza a su sacerdote.

Sin embargo aquello hizo que la ira de Artem aumentara ya que dentro de su mente el único causante de todo era el ayudante quien se atrevió a mancillar la pureza de Korame por lo cual debía ser penalizado de inmediato con el castigo de la muerte.

-¿Ahora estas satisfecho? Tu pecado no puede quedar olvidado tan fácilmente por lo cual deberás abandonar esta vida. De esta manera las cosas volverán a cómo deben ser.

El dios estaba a punto de mover la mano nuevamente para poner fin a la existencia de Antonio, quien solo agacho la mirada y se aferró al cuerpo del sacerdote. Entonces fue cuando una mano lo detuvo la cual pertenecía a la diosa del amor, quien lo miro con desaprobación mientras negaba con la cabeza.

-Por favor, no hagas esto sabes que dañara de una manera profunda a Korame.

-¡Él se atrevió a manchar a mi sacerdote! Merece que la ira divina caiga sobre él.

-Cariño, solo son tus celos hablando, tú más que nadie debes ser consciente del cambio positivo que ha ocurrido en Korame y gran parte de este se debe a Antonio, tienes que darte cuenta de que ambos hacen muy feliz al otro, así que por favor…

-¡No! ¡es simplemente inadecuado y no puedo aceptarlo! Por favor suéltame

-No- dijo con firmeza la diosa

-¡Debe pagar por lo que hizo!

-Sí, tanto deseas que su vida termine, te lo permitiré pero con una condición. Debes dejar que atraviese tres pruebas que serán impuestas por la diosa de la muerte y una que impondrás tú, si no logra completarlas con éxito deberá partir sin objeciones a la morada de mi madre, ¿Esta bien?

-No creo que lo logré, así que estoy de acuerdo con tu condición.

-Entendido, así verás que ellos son una de las mejores parejas y que Antonio es merecedor de Korame.

-Ya lo veremos- dijo completamente incrédulo ya que estaba seguro de que Korame volvería a estar bien cuando regresaran a ser solamente ellos dos, sin la presencia innecesaria de Antonio.

Entonces la diosa saco un pequeño frasco que contenía una especie de líquido negro en su interior. Con fuerza lo arrojo al suelo lo cual produjo que este se quebrara y comenzara a salir una especie de humo negro que fue transformándose en un hermosa y anciana mujer.

-Hija, ¿a qué me has llamado? ¿Es grave? Sabes que mi presencia aquí, bueno…- dijo la diosa que sostenía un bastón mientras miraba con algo de tristeza como se marchitaban las flores y morían las mariposas alrededor.

-Sí, lo siento madre es que tenemos cierto conflicto entre Artem y el ayudante de Korame. Y como veras yo estoy involucrada ya que son asuntos amorosos, ya sabes un triángulo- mientras subía y bajaba las cejas.

-Oh ya veo…¡Espera hay varias cosas mal en eso! ¿¡Artem es verdad que estas enamorado de tu sacerdote?!

-Madre , a veces no te das cuenta de nada – dijo la diosa del Amor quien negó con su cabeza- es demasiado obvio y a pesar de que él lo ama está prohibido que un dios haga algún avance en un humano.

-Sí, pusimos esa regla debido a que al existir un romance entre un mortal y un dios se transfieren los poderes de estos hacia su sujeto de afecto, lo cual traería consecuencias catastróficas, por eso para evitarlo se transforman a los humanos en bestias monstruosas que son incapaces de contener el poder de un dios.

Artem no las miraba a ellas pues sabía que aquello era verdad, pero no podía evitar amar a su sacerdote, después de todo era la persona más amable que haya conocido, capaz de sacrificarse así mismo si era necesario, simplemente estaba prendado de aquellos ojos fríos como el hielo pero a la vez tan cálidos. El simple hecho de pensar en que alguien lo pudiera arrebatar de su lado le causaba terror, así que egoístamente deseaba volver al tiempo en que eran tan solo Artem y Korame, sin nadie que pudiera quitarle la atención de su sacerdote principal. Sin embargo el dios intentaba ignorar que este parecía mucho más feliz con el ayudante quien había descubierto toda clase de facetas que él no conocía y eso hacía que su ira fuera casi completamente incontrolable, pero había aceptado la condición de la diosa.

Mientras tanto Antonio casi no les prestaba atención ya que estaba preocupado por el señor Korame que sin importar lo que hiciera no despertaba y eso le partía el corazón. Además se aferraba a su cuerpo que había perdido un poco de su calor, entonces algo cayó desde el bolsillo de este.

-Aún lo conserva- dijo con un poco de felicidad al recoger el collar que le había regalado a su sacerdote y nuevamente lo abrazo con fuerzas colocándole nuevamente aquella pieza de joyería a modo de amuleto protector.

Entonces la diosa de amor se acercó con cuidado y con su mano acaricio los cabellos del ayudante quien con ojos suplicantes la miro y en estos se podía observar la angustia, así que la divinidad con la voz más dulce de la que fue capaz le comenzó a contar acerca del trato que habían hecho con Artem quien ni siquiera quería mirar a Antonio, ya que se sentía un poco humillado pues no pudo ejercer su voluntad.

-Cariño, ven mírame. Korame estará bien, pero debes hacer algo por él, por ustedes.

-Haré lo que sea- fueros las palabras dichas con voz lastimera mientras miraba nuevamente a su sacerdote que parecía estar en un profundo sueño.

-Eso es lo que me gusta de ti y que te hace merecer ser el compañero de vida de nuestro querido Korame.

-Solo quiero pasar el resto de mis días con él- su sonrisa era triste pero llena de amor.

-Bueno querido, si logras pasar las pruebas que te impondrán la diosa de la muerte y el dios de la curación, podrás hacerlo ¿verdad Artem?

-Así es- dijo a regañadientes el dios

Antonio se llenó de esperanza ya que el estaría dispuesto a todo con tal de poder estar al lado del señor Korame y solo tenía que cumplir con aquello que le pedían unos dioses, en realidad no le importaba que tan difícil fuera o si arriesgaba su vida, pues simplemente deseaba hacer feliz al sacerdote y sabía que este disfrutaba de su compañía llegando incluso a reír. Su risa era algo que el ayudante podría escuchar por siempre.

-Mi diosa, ¿podría decirme aquellas pruebas que debo realizar?- sin dejar de sostener el cuerpo de su sacerdote.

-Es mejor que te las digan mi madre y Artem.- mientras miraba a aquel par- yo cuidare de Korame así que puedes dejarlo en mis manos

Entonces Antonio asintió y le entrego el cuerpo del señor Korame a la diosa del amor para después acercarse a ellos,  se inclinó listo para recibir las ordenes de aquellos dioses. La diosa de la muerte comenzó a hablar, ya que Artem todavía seguía sintiéndose ofendido, ella simplemente lo miro con reproche ya que este estaba actuando infantilmente.

-Humano que responde al nombre de Antonio ¿es verdad que estas enamorado del sacerdote

principal del dios de la curación?

-Así es- respondió sin vacilación alguna el ayudante mientras miraba a la diosa.

 -Ya veo ¿Estás dispuesto a atravesar el camino que recorren las almas para llegar a mi morada?

-Haré todo lo necesario

-Entonces estarás muerto por algún tiempo hasta que tu alma pueda regresar a tu cuerpo.

-Comprendo-

-morirás definitivamente si no eres capaz de superar estas pruebas.

-Estoy preparado.

-Después deberás superar mi prueba- dijo Artem con un tono arrogante completamente seguro de que el ayudante no sería capaz de hacerlo.

-No me subestime- fueron las palabras de Antonio quien miro desafiante al dios, pues aún no lo perdonaba por lo que le hizo al señor Korame.

-Ja- fue todo lo que dijo Artem mirando de manera soberbia al ayudante.

-Muy bien entonces con tu permiso, procederé a remover tu alma.

Antonio solo asintió y después la diosa coloco su mano en el pecho del ayudante hundiéndola en este sacando el alma, la cual era completamente igual a su dueño pero en un tono verde.

La separación fue algo completamente aterrador pero se obligó a soportarlo, ya que sabía que era el primer paso para aquella vida en la que él podría amar libremente al señor Korame y eso hacía que no sintiera tanto miedo de enfrentarse a la mismísima muerte.

-Muy bien, ahora debemos ir a las cuevas del último respiro, en cuya cúspide esta mi residencia en donde descansan las almas que han atravesado el camino de la redención, cabe señalar que para algunas es más difícil ya que han cometido demasiadas malas acciones.

-Me pongo a su disposición, por favor lléveme hacia allá

-Así será.

-Diosa del amor por favor cuide bien del señor Korame está bien.

-Lo haré, te estaremos esperando así que por favor vuelve sano y salvo ¿está bien?

-Muchas gracias.

-Es hora de ir al mundo de los muertos- dijo la diosa de la muerte mientras con su bastón tocaba tres veces el suelo haciendo que fueran transportados a una entrada en cuyos costados había dos antorchas encendidas en fuego azul que en lugar de irradiar calor daban un aspecto frío al lugar.

-Por aquí se entra a las cuevas del último respiro, tu deber es atravesar tres lugares fundamentales para lograr llegar a mi morada.

-¿Cuáles son, mi diosa?- pregunto con tono respetuoso Antonio quien estaba firmemente parado al lado de ella.

-El primer sitio es aquel en donde vagan las almas perdidas aquellas que no encuentran su camino al siguiente lugar en el que deben enfrentar sus mayores temores, para después pasar al último nivel en el cual se muestran sus mayores anhelos, aquellos que deben dejar atrás si quieren entrar a mi morada donde tendrán el descanso eterno.

-Comprendo, solamente debo cruzar la entrada ¿verdad?

-Así es, te otorgare este brazalete que se consumirá cuando tu tiempo se acabe, debes llegar antes de que desaparezca- mientras tomaba con cuidado la muñeca de Antonio haciendo aparecer un delgado aro negro en esta.

-Entendido.

-Deseo que tu viaje pueda ser completado sin problemas.

-Muchas gracias.

Entonces ella asintió y desapareció dejando solo a Antonio quien trago saliva pues estaba demasiado oscuro al otro lado de la entrada, pero se infundió valor a si mismo ya que le esperaba un arduo camino que recorrer. Comenzó a caminar y al cruzar aquel limite se vio inmerso en una multitud de almas de todos los colores, era como estar en el centro de una ciudad muy ajetreada, en la que las personas vagaban de un lado a otro sumergidas en sí mismas. Muchas se veían desesperadas ya que aún se aferraban a una vida que ya ha llegado a su fin, Antonio intentaba abrirse paso pero era casi imposible, por lo cual empezaba a desesperarse ya que no conseguía avanzar y después de un tiempo vagando empezaba a perder a la esperanza. Pero había algo curioso y era que de vez en cuando unas figuras azuladas que vestían ropajes negros, parecidas a aquellas que habitaban la mansión del dios de la vida, flotaban depositando nuevas almas. Entonces se le ocurrio que podía preguntarles a aquellas la manera de salir de este lugar.

-Hey disculpen – dijo Antonio intentando llamar su atención.

Uno de ellos lo miro y estaba a punto de irse cuando el ayudante se abalanzo sobre él atrapándolo entre sus brazos. Este se vio enfadado e intento sacárselo de encima pero Antonio no cedió por lo cual el sirviente de la diosa de la muerte se rindió e hizo aparecer una libreta donde empezó a escribir.

-Alma perdida ¿Qué quieres?

-Mi nombre es Antonio y necesito conocer el camino para salir de aquí ¿ podría ayudarme?

-Debes abandonar todo aquello que te ata al mundo de los mortales y arrepentirte de todas tus malas acciones- escribió rápidamente aquel ser

Antonio solo asintió y finalmente dejo escapar a aquel sirviente ya que este debía seguir llevando a las almas al inicio de su rendición.

-Bueno, creo que debo reflexionar acerca de lo que me sigue atando al mundo humano, en primer lugar está el señor Korame ya que realmente deseo estar a su lado, después mi familia, Greta y…- siguió pensando en tantas cosas que le gustaban de la vida y que sería difícil dejar atrás, estaba tan sumido en su pensamientos que no se dio cuenta de que choco con otra alma la cual se volteó completamente enojada hasta que se dio cuenta de que se trataba de Antonio.

-¡Hijo! Nos volvemos a encontrar.

Algo se retorció en las entrañas de Antonio al escuchar la voz de aquel que lamentablemente era su padre.

-Ya me imagino porque estas aquí- dijo Fríamente Antonio

-Vamos hijo ¿no estas feliz de que nos encontremos nuevamente?

-No- fue la tajante respuesta

-Yo si estoy muy contento ya que me ayudaras a salir de aquí ¿Verdad?

-Rompiste la promesa que le hiciste a mi sacerdote ¿no es cierto?

-Fue un error de cálculos, ya sabes todos cometemos equivocaciones.

-Hay un límite ¿no crees?- dijo con ironía Antonio

-Recuerda que soy tu padre quieras o no y nunca podrás cambiarlo- dijo con suficiencia

-Tienes razón, pero sé que al menos yo podré salir de aquí.

-No sé si eso podrá ser así ¿sabes por qué? Fuiste un niño muy malo

-No sé de qué hablas

-Vamos, ambos sabemos de lo que habló, no eres una blanca paloma- sonriendo de manera desagradable.

- Está diciendo cosas sin sentido.

-Trataste de matarme, a mí tu propio padre- mientras se señalaba a sí mismo.

-Yo no…

-Claro que sí, podre ser un borracho, pero no soy ningún estúpido. Tú intentaste librarte de mí, pero no lo lograste y eso te perseguirá para siempre aunque quieras enterrarlo en esa cabecita tuya- mientras tocaba con un dedo la cabeza de Antonio quien se apartó tan bruscamente que cayó al suelo alejándose.

-Yo no quise…- mientras a su mente venían imágenes, aquellas en las que cuando era niño consiguió una especie de veneno que diluyo en el alcohol de su padre, pero que no fue suficiente para que este muriera, recuerda haber estado completamente harto de ver a su madre llorar y quiso deshacerse del problema, pero no lo logro. Por suerte el hombre no dijo nada y las cosas siguieron como siempre, por lo que Antonio había enterrado aquellas memorias las que contenían un intento fallido de asesinato.

-Claro que sí- su sonrisa desagradable no había desaparecido- Ambos somos pecadores, hijo mío.

-¡ no soy igual a ti! Yo tengo alguien a quien amo y yo….

-¿Sabes porque no dije nada? Simplemente me causo diversión tu patético intento, estas sucio igual que yo y nunca nadie podrá amarte al saber que casi te conviertes en un asesino.

Las palabras de aquel hombre seguían clavándose como dagas en el pecho de Antonio que se veía sobrecogido por la culpa, ya que realmente había intentado matar a una persona, no importaba que este fuera un mal ser humano.

-Por favor no sigas-mientras lágrimas caían desde sus ojos.

La oscuridad parecía volverse más densa y Antonio estaba a punto de convertirse completamente en un alma perdida, pero de pronto una luz blanca hizo aparición iluminando todo el lugar.

-Amor, no escuches sus palabras- fue la delicada voz de Lucía, que ahora vestía una hermosa túnica blanca y extendía su mano hacia aquel que fue su amado esposo.

Antonio levanto la cabeza y vio de nuevo aquella mirada cálida que le había impulsado a querer seguir viviendo después de que su madre lo abandono.

-Lucía, realmente eres tú- mientras tomaba su mano que lo ayudó a levantarse.

-Sí cariño, he pedido permiso para venir a salvarte como tu hiciste conmigo muchas veces- dijo con tono divertido la mujer- La pregunta es: ¿Por qué estás aquí? No esperaba verte en este momento, ya que según pude saber todavía te quedaban muchos años de vida

Mientras tanto el padre de Antonio se encontraba cegado por la luz del alma de la ex esposa de este, ya que era demasiado brillante; tanto que hacía que no pudiera ver o hablar.

-Bueno, se puede decir que es un acto de amor-dijo Antonio más repuesto

-Es bueno saber que encontraste a alguien , debo decir que estoy un poco celosa, es broma estoy feliz por ti y por él.

-¿Cómo es que…?

-Aquí a veces llegan muchas noticias.

-Ya veo.

-Déjame guiarte ya que el tiempo se está agotando y es evidente que realmente lamentas haber intentado matar a tu padre sin importar las razones.

Ella tomo la mano de Antonio con delicadeza y este sintió tanta nostalgia que quiso llorar nuevamente pero la calidez de Lucia se lo impidió. El camino se abrió ante ellos dejando una pequeña senda luminosa que guiaba hasta el segundo tramo del trayecto hacia la morada de la diosa de la muerte. Comenzaron a caminar y cuando estaban a punto de llegar a la salida se atravesó un alma de un niño que lloraba desconsoladamente, entonces Lucia lo tomo entre sus brazos intentado calmarlo lo cual funciono parcialmente ya que este seguía sollozando.

-¿Qué sucede pequeño?

- Mi, mamá, está, muy, triste- hablaba entrecortadamente el infante.

-Ya veo, suele pasar que algunas personas no pueden dejar ir a sus seres queridos haciendo que estos no puedan abandonar este valle.  Tranquilo solo debes hacerle sentir que la amas y que es momento de continuar.

El niño la miro con ojos brillantes y asintió varias veces para después volver junto al resto de la multitud.

Antonio la miro sorprendido y ella no tardo en aclarar sus dudas

-Yo misma estuve aquí, así que sé sobre el tema

-Lo siento por eso- dijo Antonio apenado y sintiéndose culpable.

-Tranquilo, es algo entendible ya que me amabas demasiado, no fue una sensación agradable pero después finalmente me dejaste marchar y comenzaste un nuevo capítulo en tu vida lleno de otro tipo de felicidad que solo tu sacerdote te podría dar.

-Así que sabías sobre eso también.

-Aquí llega mucha información cuando la diosa del amor viene a visitar a su madre, después de que se muere alguno de los miembros de sus parejas favoritas- dijo mientras se encogía de hombros.

-Tiene mucho sentido- mientras dejaba escapar una pequeña risa que el alma de Lucía correspondió.

Entonces cruzaron la salida del valle de las almas perdidas y ante ellos se encontraba un campo de espejos de diferentes formas en los que se reflejabas distintas cosas que parecían aterrar a las almas allí presentes.

-Creo que tomaré el papel de tu guía en este viaje, no es como que haya mucho que hacer aquí en la otra vida. Este es el campo de los espejos que revelan tus mayores temores, aquellos que no lograste superar cuando estabas vivo. Tendrás que sumergirte en sus reflejos hasta que logres enfrentarlos y consigas salir de aquí, yo te estaré esperando al otro lado ya que es algo que debes realizar por tu mismo, recuerda que eres más fuerte que tus temores, eso es una de las cosas que me hizo enamorarme de ti.

-Yo todavía te amo pero de manera diferente.

-Lo sé, yo siempre te amare también, pero ahora debes salir de aquí para ir al encuentro de tu sacerdote.- entonces suavemente empujo la espalda de Antonio para que se adentrara en el campo de los espejos.

-Hey Antonio acércate- fue una maliciosa voz que el ayudante reconoció como propia y sintió como una brisa lo impulsaba hacia uno de los espejos.

-Esto es extraño- dijo Antonio al ver su propio reflejo que de alguna forma parecía totalmente diferente a sí mismo, ya que había cierta maldad en los ojos de este.

-Te mostrare tus mayores temores, pero estoy seguro de que no serás capaz de enfrentar ni siquiera el primero- mientras se reía de tal manera que un poco de inseguridad se asentó en el pecho de Antonio pero este la hizo a un lado pues tenía una meta que alcanzar así que firmemente le respondió.

-Estoy listo para cualquier cosa que me muestres .

-Entonces  ¡entra y mira esto!

El ayudante entro al espejo y se encontró con muchas botellas de alcohol a su alrededor mientras iba bebiendo una tras otra, aquello hizo que algo se removiera en el interior del ayudante, pero pudo soportarlo hasta que dentro del reflejo vio al señor Korame intentando convencerlo de que dejara de beber, y entonces la imagen se tornó más dolorosa ya que sin poder evitarlo se encontró a si mismo propinándole un golpe a su querido sacerdote y este caía al suelo. Esto rompió su corazón ya que dentro suyo estaba aquel temor de convertirse en alguien igual o peor a su padre. El impacto fue tal que quedo en silencio por algunos minutos mientras el brazalete se consumía, pero volvió a levantar la mirada y con resolución pronuncio las siguientes palabras.

-Yo no soy o seré igual a mi padre, porque yo puedo a amar a alguien más y protegerlo. Mi vida con el señor Korame estará llena de amor y complicaciones, pero nunca me atrevería a herirlo de aquella manera.

-Ok, haré como que te creo, todavía no he terminado contigo, ¡Que piensas de esto!

La escena cambio nuevamente y esta vez era Antonio mirando la espalda del señor Korame quien tomaba la mano del dios de la curación.

Entonces la voz del sacerdote se escuchó diciendo unas palabras que hicieron doler el pecho de su ayudante.

-No puedo estar con nadie más que mi señor, mi existencia solo debe estar a su servicio, así que es mejor que desaparezcas de mi vida.

Aquello hizo que la tristeza se esparciera por todo el ser de Antonio que aun sabiendo que solo era una ilusión dejo escapar sus sentimientos.

-¡Nunca podrá amarte de la manera que mereces y si lo hace serás convertido en una… bestia! Así que por favor…- dijo al borde de las lágrimas el ayudante.

-No me importa, ya que así estaba escrito. Ahora debes olvidarme y permitirme estar al lado de quien realmente amo. Adiós

Entonces Antonio los vio alejarse y desesperadamente estiro su mano intentando alcanzarlos y al no lograrlo sus rodillas cedieron y tocaron el suelo mientras cubría su rostro con sus manos.

-Ja, ¿listo para rendirte?- dijo con petulancia el reflejo

-No, si aún después de esto él quiere estar con el dios de la curación yo no puedo impedirlo, así debe ser el amor, permitiendo al otro decidir por su cuenta.

-Eres tan noble que me da repugnancia, nuevamente poniendo la felicidad de otros por sobre la tuya

Antonio solo esbozo una sonrisa triste ya que sabía que aquello era verdad pero no podía evitarlo amaba tanto al señor Korame que estaba dispuesto a dejarlo ir si este así lo deseaba.

-Ya me estoy aburriendo así que te mostrare una última imagen y sí la soportas puedes irte.

-Adelante

La imagen cambio a una escena familiar en la cual estaban sus amigos, su madre, sus hermanos, su padrastro e incluso Greta quien por alguna razón también tenía una silla. Antonio iba a sentarse pero aquello le fue negado porque todos los presentes pusieron mala cara.

-Tú eres un extraño aquí, no tienes el derecho de compartir nuestra cena.- dijo su padrastro

-Sí, no te queremos aquí- dijeron sus hermanos con enojo.

-En realidad no nos agradas- señalaron Fran y Bal, mientras lo miraban con disgusto

-No quiero tenerte cerca ya que representas lo que más odio- dijo su madre con una expresión de repugnancia.

Hasta la gata se erizo al verlo pero Antonio estaba seguro de que aquellas tan solo eran mentiras así que con tranquilidad acomodo la silla y se sentó, juntando sus manos para agradecer la comida.

-Doy gracias por estos alimentos- mientras miraba con cariño a las personas que estaban a su alrededor. Solo eso basto para que estas se desvanecieran dejándolo solo con aquel reflejo que admitió su derrota.

-Sí, sí, el ayudante que se enamoró de su sacerdote, ¿no es eso pecado? Bueno no importa, muy bien has pasado esta parte, felicitaciones- mientras aplaudía sarcásticamente.

-Gracias- dijo Antonio extendiendo su mano para que fuera estrechada por aquel reflejo que lo miro descolocado. pero chasqueo su lengua aceptando aquel gesto.

El ayudante fue empujado fuera del espejo y pudo continuar su camino hasta la entrada de la última parte en donde lo esperaba Lucía quien corrió a abrazarlo.

-¡Lo hiciste muy bien!- mientras lo miraba con alegría

-En realidad fue muy agotador pero de alguna forma pude lograrlo.

-Estoy muy orgullosa de ti, ahora solo queda ir al lago de los anhelos

-Por favor, guíame hacia allá

Ella asintió y tomo nuevamente la mano de Antonio para atravesar la entrada y al otro lado se pudo observar un hermoso lago en cuya orilla había almas de todos los colores, algunas sumergiéndose y otras dudando dar aquel paso.

-Veras en este lugar se develan los mayores deseos de las almas, aquella vida terrenal que deseaban con todas sus fuerzas, la cual deben abandonar para partir a la morada de nuestra diosa de la muerte.

-Comprendo- mientras se dirigía sin temor hacia la orilla

-Te estaré esperando al otro lado.

Inconscientemente Antonio respiro profundamente antes de sumergirse en aquellas aguas que al inicio se sintieron frías pero pudo soportarlo, siguió cayendo hasta el fondo en donde pudo tocar con sus pies la arena negra, la cual empezó a tomar forma hasta completar una escena que tenía una atmosfera hogareña. Era un patio de una casa en la que correteaban dos hermosos niños que curiosamente se parecían al señor Korame y a él, mientras Greta se encontraba durmiendo muy cómoda en un lindo jardín que estaba lleno de flores. Ellos se detuvieron al verlo y alegremente fueron a su encuentro.

-Papi ¿soy el más veloz, verdad?- decía sonriendo el niño más grande a quien le faltaba un diente .

-Papi, levántame-decía la niña mientras estiraba sus brazos hacia Antonio quien lo hizo de inmediato sin poder evitarlo, aun sabiendo que todo era una mera ilusión pero siempre había querido tener hijos a quienes poder cuidar y mimar.

Entonces ocurrió algo inesperado ya que alguien tapo sus ojos y con una voz que reconocería en cualquier lugar pronuncio las más dulces palabras.

-Adivina quién es

-Mi adorado esposo- esas palabras sabían a la más absoluta felicidad

-Claro que si- mientras retiraba sus manos y le daba un pequeño beso en su mejilla. Korame se puso en frente suyo para acariciar la cabeza de la hija de ambos.

-Papá ¿la cena ya está lista?-  dijo su hijo mientras jalaba la manga de la camisa de Korame.

-Claro que si cariño, tienen que ir a lavar sus manos, asegúrate que tu hermana se las limpie bien.

-¡Yay! Ven Lucía- le dijo a la pequeña quien le pidió a su papi que la bajara para seguir a su hermano

-¿Lucía?- no pudo evitar expresar su duda.

-Sí,  nuestra querida hija. Ella es muy apegada a Lukas.

-Es bueno que se lleven bien.

-Querido, tú también ve a lavarte las manos , la cena esta lista-dijo con ese tono cariñoso que parecía envolver a Antonio y olvidar que solo era una ilusión, así que sin ser consciente ello siguió al señor Korame hasta el baño para que ambos se lavaran las manos. Y extrañamente este juguetonamente le salpico un poco de agua, eso pillo desprevenido a Antonio pero inmediatamente hizo lo mismo, causando que la risa de su compañero llenara el pequeño baño.

-Esto se siente tan natural ¿así sería mi vida con el señor Korame?- mientras escuchaba ese hermoso sonido.

-Hey no te me quedes mirando así, sabes que cuando me ves de esa manera no puedo resistirme- mientras lo observaba con un poco de vergüenza pero con una chispa en sus ojos, que hizo que Antonio tragara un poco de saliva, ya que este señor Korame era igual de directo que el original pero sus reacciones eran totalmente diferentes, lo que hacía que el ayudante se preguntara si era de esa manera cuando se enamoraba completamente.

-Lo siento… ¿Qué hiciste para la cena?- dijo intentando cambiar de tema.

-Quise probar algo nuevo esta vez e hice algo delicioso pero saludable. Los niños han estado comiendo mucha comida chatarra últimamente, y puedo asegurar que tú tienes mucho que ver en eso ¿verdad? Los mimas demasiado- mientras lo miraba acusadoramente.

-Yo…

-No puedo enojarme contigo- mientras acariciaba el hombro de su esposo- Ahora a comer

Entonces ambos abandonaron el baño y Korame se dirigió a la cocina para servir los platos los cuales consistían cada uno en una porción de arroz con una hamburguesa de lentejas. El estómago de Antonio gruño por el exquisito aroma que tenia la comida que fue puesta en la mesa, agradecieron por los alimentos y su corazón se lleno de calidez al observar la escena que se encontraba frente a sus ojos, sus dos hijos comiendo muy alegremente lo que había hecho Korame y este lo estaba mirando con aquellos ojos fríos que ahora brillaban llenos de amor. Tuvieron una pequeña platica de sobremesa, los niños pidieron permiso para jugar un poco más antes de acostarse y se fueron al patio.

Cuando estuvieron solos Antonio no pudo evitar besar las manos de Korame agradeciéndole por la comida.

-Me alegra que te haya gustado- mientras sonreía amorosamente.

-Adoro tu comida- mientras buscaba los labios del otro lo cual fue correspondido inmediatamente, ambos cerraron los ojos cuando el contacto se fue profundizando.

Todo se sentía tan bien, tan correcto que Antonio olvido completamente que se trataba de una ilusión, mientras tanto tan solo quedaba menos de la mitad del brazalete, pero él disfruto mucho el resto de la tarde en compañía de su esposo, después llego el momento de acostar a sus hijos y ambos esposos los arroparon deseándoles que tuvieran una buena noche.

Entonces la pareja fue a su habitación, donde la temperatura de esta fue subiendo rápidamente ya que Korame hizo el primer movimiento pues era bastante directo, además curiosamente sabía exactamente como se sentía y lo que quería, así que no demoro en atrapar nuevamente los labios de su esposo quien lo acepto gustosamente sin cuestionar el rumbo que estaban tomando, aquel beso era hambriento rebosante del deseo de avanzar aún más, las ropas empezaron a quedar dispersas por el suelo de la habitación, mientras con cuidado Antonio colocaba a Korame en la cama besando con adoración toda la piel expuesta. Solo podía pensar en lo perfecto que sonaban los pequeños gemidos que dejaba escapar su compañero. Todo fluía perfectamente e iban a consumar el acto pero Korame dejo escapar unas palabras que hicieron despertar a Antonio

-Te amo

Aquella frase hizo que algo se removiera en el pecho de Antonio quien se alejó rápidamente como si todo su ser quemara al estar al lado de aquella figura que había tomado la forma del señor Korame.

-¿Qué sucede querido?- mientras lo miraba preocupado

-Lo siento esto no es real.

-Pero puedes vivir aquí y tener todo lo que siempre quisiste, tenemos dos hermosos niños ¿en verdad no quieres quedarte?- mientras intentaba seducirlo con sus palabras mientras lo miraba de tal manera que hacia dudar a Antonio pero este permaneció firme, pues debía cumplir su meta.

-Lo siento, la tarde de hoy solo representa mis deseos egoístas, en realidad no es así como será mi vida con el señor Korame, ya que ambos debemos construir nuestro único y verdadero futuro.

-Ya veo-mientras aquella ilusión lo miraba con tristeza, sin embargo extendió sus brazos lo cual fue la señal para que Antonio se acercara y lo estrechara firmemente.

-Gracias- susurro Antonio mientras la ilusión desaparecía permitiéndole subir a la superficie donde se acerco a la orilla del lago. Lucía al verlo se secó las lágrimas y corrió a su encuentro estrechándolo firmemente entre sus brazos.

-¡Tonto, pensé que te quedarías ahí para siempre!

-Lo siento, es difícil librarse de la vida que siempre has deseado.

-Lo sé, a mi me costo mucho salir de allí.- mientras acariciaba la mejilla de Antonio.- ven es hora de ir a la morada de la diosa de la muerte

-Por favor guíame.

Entonces atravesaron una gran puerta que llevaba a un hermoso jardín de una ciudad que se veía completamente esplendida llena de almas de todos los colores que se desplazaban alegremente por todo el lugar. La diosa de la muerte se encontraba en un trono en medio de las flores negras esperando su llegada. A su lado se encontraban el dios de la curación y la diosa del amor sosteniendo el cuerpo del señor Korame.

-Has llegado, humano que responde al nombre de Antonio.

-Así es, mi diosa- mientras se inclinaba.

-Lucía hiciste un buen trabajo, ahora puedes retirarte.

-si me lo permite mi diosa, me gustaría quedarme un poco más.

-Está bien, concederé tu petición. Por otro lado aun falta la última prueba la cual será escogida por el dios de la curación.

Entonces Artem lo miro fijamente ya que realmente no esperaba que llegara tan lejos, pero no estaba dispuesto a dejársela tan fácil así que con propiedad le dio su última prueba.

-Esconderé esta caja y tendrás que encontrarla antes de que tu brazalete se consuma, lo cual será pronto según puedo ver- mientras hacia aparecer el pequeño objeto.

-¿Qué contiene?- no pudo evitar preguntar Antonio

-Lo sabrás cuando lo encuentres- dijo con cierto tono arrogante pues estaba seguro de que no lo hallaría jamás.

Pero inesperadamente la diosa de la muerte se levantó acercándose a Antonio y con su dedo toco el brazalete.

-Brillara cuando estés cerca

El dios de la curación contuvo su desagrado y aclarando su garganta dio comienzo a la búsqueda. La pequeña caja despareció y esa fue la señal para que Antonio fuera tras ella, por lo cual comenzó a moverse rápidamente por las calles. Había todo tipo de almas que se encontraban realizando diferentes actividades pero algo llamo su atención y era que algunas comenzaban a tener un brillo especial para después desaparecer. Entonces le pregunto a un chico que se encontraba caminando tranquilamente allí con el alma de un perro.

-Hey amigo ¿Qué quieres?- dijo desconfiado al ver a Antonio acercarse

-Hola, una pregunta ¿Qué paso con aquellas almas?

-Debes ser nuevo por aquí ¿verdad?

-Bueno, es complicado

-Ja, son almas que van a reencarnar. ¿Ahora podrías dejarme pasear a Rocco?

-Sí, lo siento, por cierto ¿sabes…?

-Dioses, ¿acaso no puedo pasear a mi perro en paz? Toma- mientras hacía aparecer un mapa de la ciudad entregándoselo.

-¡Muchas gracias!-mientras lo tomaba.

-Sí, adiós tipo extraño- despidiéndose con un movimiento de su mano.

Ahora que tenía un mapa Antonio empezó a buscar en todos los rincones de la ciudad, la cual era bastante bonita y colorida a pesar de que se trataba de los dominios de la diosa de la muerte. Después de un tiempo se sintió agotado ya que el brazalete no brillaba indicando su cercanía con aquella caja, pero no podía darse por vencido aunque con algo de preocupación veía como este se iba consumiendo rápidamente.

-Ya he buscado casi por todas partes pero no hay caso- pensó con tristeza

Entonces el suelo empezó a temblar lo que alertó al ayudante quien vio detrás suyo a una gran pantera que tenia tres colas, inconscientemente se acerco a ella y el brazalete empezó a brillar a la vez que iba caminando hacia aquel enorme animal de ojos verdes. Se podía ver como las demás almas corrían despavoridas a esconderse de la presencia de esta, pues les inspiraba terror, pero Antonio inexplicablemente pensaba en ella de la misma manera que lo hacia con su gata. Cuando estuvo lo suficiente cerca acaricio gentilmente la pata del animal y con dulzura pronuncio unas suaves palabras.

-Eres hermosa.

La Pantera se agacho y empezó a ronronear ya que el toque de Antonio era agradable para ella, por lo cual abrió su boca para dejar caer la pequeña caja que tanto había buscado el ayudante, quien la tomo entre sus manos completamente agradecido mirando con ojos brillantes al animal, quien con su gran lengua lo lamio.

-¡Muchas gracias!

La felina se levanto y siguió su camino, ya que aparecieron la diosa de la muerte, el dios de la curación y la diosa del amor que sostenía el cuerpo del señor Korame.

-Lo has logrado- fueron las escuetas palabras de la diosa que regía este lugar

-¡Sabíamos que lo harías!- dijeron la diosa del amor y Lucía que se acercaron a Antonio muy orgullosas.

-Felicitaciones- dijo Artem como escupiendo las palabras- Ahora ábrelo

El ayudante así lo hizo y se sorprendió al ver una pastilla de color rosa en forma de corazón. Entonces miro con interrogación al dios quien suspiro un poco desalentado.

-Ese corazón en la caja… pertenece a Korame

-¿Por qué usted…?

-Es una larga historia, te la diré cuando mi sacerdote pase su prueba.

-¿Qué prueba?

-Tendrá que soportar el peso de su propio corazón, dale esa pastilla por favor.

Antonio se acerco con algo de duda al cuerpo de Korame que se encontraba en un profundo sueño y con delicadeza coloco la pastilla en la boca de este quien al instante comenzó a retorcerse y su expresión se veía llena de dolor por lo que la diosa del amor lo coloco en el suelo suavemente.

-¿Qué le esta pasando?- pregunto con preocupación Antonio.

-Solo esta recobrando sus recuerdos. Yo lo escogí por una razón y es aquella que le causo mucho dolor por eso decidí que era mejor que la olvidara por completo.

-¿A que se refiere?

-Él sufrió la peor clase de abandono, nació con una enfermedad al corazón y su salud era muy débil, sus padres siempre quisieron deshacerse de él pero no sabían cómo, así que cuando su hermano nació, un saludable varón, decidieron abandonarlo sin sus medicinas pues lo consideraban una carga. Pero aun así él los amaba y no les guardaba rencor, además era un niño muy amable que alimentaba y curaba a los pequeños pájaros que se posaban en su ventana. Eso hizo que me fijara en él, tan tonto y a la vez la persona mas amable que haya podido encontrar, entonces decidí darle un nombre y convertirlo en mi sacerdote principal, para cuidarlo y protegerlo de todo, pero…

-Te enamoraste de él.

-Así es, pero no es posible ya que si hago un movimiento mi tan preciado Korame sufrirá las consecuencias.- su mirada guardaba mucho dolor pues el destino de los dioses es una tragedia, ya que pueden amar a los humanos pero nunca podrán estar a su lado como un igual.

Antonio no encontraba palabras para responder así que el dios continúo hablando y su mirada se volvió mas suave parecida a aquella que solía brindarle a su sacerdote principal.

-Has completado exitosamente las pruebas, ahora sé que puedes pararte al lado de Korame y cuidarlo, solo depende de él aceptarte como su compañero y soportar el peso de su propio corazón, además al tomar aquellas memorias sus emociones se vieron afectadas así que ahora que las recupero puede que se comporte de manera diferente. ¿lo seguirás amando entonces?

-Por supuesto, yo amare cualquier versión del señor Korame, no subestime mis sentimientos

-Comprendo- mientras desviaba la mirada hacia Korame quien seguía retorciéndose, ya que eran muchas las emociones acumuladas desde hace más de una década.

-usted puede señor Korame- era la súplica silenciosa de Antonio.

Después de un rato el sacerdote abrió los ojos y de estos caían lágrimas las cuales limpio suavemente y con su tono frio habitual, pero a la vez con cierto matiz de dulzura, les agradeció a los que estaban presentes.

-Muchas gracias, ahora estoy completo de alguna manera- mientras miraba sus bien cuidadas uñas ya que los viejos hábitos eran difíciles de suprimir.

-¡Señor Korame!- Dijo Antonio limpiando unas pequeñas lagrimas de alivio al ver despertar a su sacerdote.

Este simplemente corrió a duras penas a su encuentro ya que se encontraba muy agotado por toda la experiencia de recuperar su corazón, pero realmente se encontraba feliz de ver a su ayudante así que en un acto inesperado se lanzo a los brazos de Antonio y acunando entre sus manos su rostro lo beso fervientemente. Ambos cayeron al suelo y no pudieron evitar dejar escapar pequeñas risas alegres, ya que no podían contener la felicidad de estar juntos nuevamente.

-Ejem- carraspeo Artem mientras intentaba que la diosa del amor dejara de sacar fotos.

Tanto el sacerdote como Antonio se pararon inmediatamente con un poco de vergüenza ya que ambos habían estado inmersos en su propio mundo.

-¿Por qué me da tanta alegría ver a mi exesposo con su nuevo novio?, creo que se me están pegando las manías de la diosa del amor, bueno no importa ya que es adorable- dijo Lucía encogiéndose de hombros.

La diosa de la muerte los miraba complacida pues su hija le había hablado mucho acerca de esos dos y era bueno ver que al final pudieron estar juntos.

-Mi señor, amo demasiado a Antonio y quiero estar con él, espero que pueda perdonarme- dijo Korame que se acerco al dios y se arrodillo, pero la resolución brillaba en sus ojos.

El dios se despeino los cabellos ya que los sentimientos de su sacerdote eran firmes y nunca lo había visto tan feliz acerca de otra persona.

-No hay nada que perdonar, ambos se aman y no hay nada que yo pueda hacer al respecto. Eres libre de hacer lo que quieras de ahora en adelante- dijo mientras lo miraba con una mezcla de cariño y tristeza.

Korame entonces nuevamente en un acto inesperado fua a abrazar a Artem quien sumamente sorprendido no pudo ni corresponder el abrazo o emitir más que balbuceos.

-Me ha dado tanto que no seré nunca capaz de pagárselo completamente. Me gustaría seguir a su servicio, pero no sé si ahora que estoy con Antonio podré seguir siendo su sacerdote.

Eso hizo que los ojos de Artem resplandecieran y susurrara algo en el oído de Korame quien asintió varias veces con su cabeza en señal de acuerdo.

-Tengo una idea, puedes convertirte en un curador errante, aquellos cuyo rostro no es recordado, de esa manera podrás recorrer el mundo y tener toda clase de experiencias, además podrás llevar a tu ayudante contigo y nadie será capaz de juzgarlos entonces.

-Es una magnifica idea, se lo agradezco.

-Bueno creo que es momento de que vayan a descansar ha sido un día largo, yo debo rendir cuentas ante mi padre por haber perturbado la fiesta- dijo Artem para que todos escucharan.

-En serio muchas gracias- dijo la nueva pareja al mismo tiempo

-No se preocupen, ustedes ya han hecho suficiente. Ahora los trasladare a la casa de sanación para que puedan preparar sus cosas.

Antonio se dio cuenta de que Korame aun no conocía a Lucia así que los presento, entonces ella dijo unas palabras que conmovieron el corazón del ahora exsacerdote.

-Por favor cuida de Antonio, él es una buena persona que a pesar de su semblante frio es alguien muy sensible.

-Lo sé, es mi persona mas valiosa y le daré todo mi amor, se siente raro decirlo pero es así como me siento.

-Claro que sí

Mientras tanto la diosa del amor no dejaba de chillar de la emoción al ver a su pareja favorita juntos formalmente. Entonces todos se despidieron ya que había sido una jornada muy agotadora. Artem con un movimiento de su mano traslado a Korame y a Antonio hasta la casa de sanación, estos al llegar fueron recibidos por Greta quien estaba muy feliz de verlos.

Entonces Antonio la tomo entre sus brazos y acaricio su cabeza cariñosamente comunicándole la noticia a la minina quien maulló alegremente.

-¡Tu papá me dijo que me ama!

Korame solo sonreía suavemente ya que ahora podía comprender que sentía un gran cariño por la gata, aunque se sentía un poco avergonzado y feliz al considerar a Greta como la hija de ambos.

-Bueno, ¿y ahora que hacemos?- dijo Korame

-¿Le gustaría que nos acurruquemos con Greta y durmamos hasta la tarde?

-Parece un buen Plan.

Al día siguiente les comunicarían a todos que el señor Korame dejaría de ser el sacerdote de la casa de curación.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo, esperen con ansias el epilogo ya que les tengo preparadas varias sorpresas. muchas gracias por seguir esta historia


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