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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola  a todos es momento de seguir con esta historiam Aquì par ustedes esta el capitulo numero 5.  Espero que les guste.

-No me interesa- mientras caminaba hacia la puerta ignorándolo.

-El dios de la curación esta de acuerdo- se podía sentir cierta amargura en su voz, mientras lo miraba suplicante.

-Él no me dijo nada- dijo Korame que no expreso mucho en su rostro pero tuvo una molestia que no supo clasificar.

-Según he escuchado ha estado ocupado con los médicos en una zona de guerra. La diosa de los conflictos ha decidido actuar mucho últimamente. Ambos se llevan realmente mal, escuche que ellos…- hablo bastante como quien cuenta un chisme y al darse cuenta se disculpó- Lo siento de seguro ya sabías todo esto.

No se podía decir si lo que dijo fue con malicia o fue producto de su naturaleza ligera,  al ser el mensajero se enteraba de muchas cosas a lo largo de su viaje entre Dioses, Pseudodioses y ayudantes de estos.  A Korame le molestaba profundamente mensajero,  ni si quiera se molestaba en llamarlo por su nombre.

-Mensajero ve al punto.             

-Eres tan frío, mi nombre es Rangel y ya me disculpé por lo de llamarte prosti…

-No te atrevas a mencionarlo otra vez- su mirada era tan gélida que Rangel no pudo terminar su frase y se encogió en su lugar.

-Esta bien, lo siento.

La historia de estos dos se remontaba hace varios años atrás en los que Rangel intento por todos los medios cortejar a Korame, le traía regalos,  se quedaba a su lado por horas, cabe decir que pasaba todo su tiempo libre a su lado aunque esto al sacerdote le disgustaba o al menos eso decía este. La presencia de Rangel era desestresante ya que este le contaba historias de sus viajes y a pesar de que Korame fingía desinterés,  este no podía ignorarlo del todo, pues aunque lo consideraba una rotunda molestia era de cierto modo divertido. Pero todo eso se acabo cuando este se emborracho con el licor de los dioses e intento hacer un avance mucho mas directo en el sacerdote.  Esto termino con el mensajero siendo golpeado directamente en el rostro, allí fue que aquellas palabras fueron dichas provocando la ira del sacerdote

-He hecho todo lo que ha estado a mi alcance para llegar a ti,  pero parece que después de todo solo eres la puta de Artem.-  Entonces se teletransporto a otra parte con su orgullo completamente herido

Después de eso ya no volvieron a hablar como lo hacían antes aunque Rangel intento disculparse muchas veces pero Korame se negaba, la razón no era que este se sintiera ofendido sino que no podía perdonar fácilmente que alguien dijera algo así del dios de la curación,  después de todo este era su salvador.

-Artem no es alguien que haga esas cosas- le dijo Korame exasperado cuando Rangel intento disculparse por milésima vez.

Después de eso las cosas mejoraron un poco pero no al punto de volver a como eran antes del incidente. Rangel tan solo pudo aceptar aquello aunque lo que realmente deseaba es poder recobrar aquella relación perdida con el sacerdote.

Ahora estaban sentados frente a frente y Korame se estaba empezando a impacientar ya que Rangel no paraba de hablar.

-Entonces eso es lo que hice hoy.

-¿Y la petición es?- mientras rodaba los ojos

-Ah sí la petición- puso una expresión seria mientras acomodaba sus cabellos rizados y negros.

-¿Entonces?- Korame no tenía mucha paciencia y menos con el mensajero.

-Mi padre, dios de la fortuna, ha decidido que tal persona debe ser curada de su enfermedad.

-eso quiere decir que se le antojo- dijo Korame quien no tenía en buena estima a ese dios, pues era demasiado fluctuante, según su humor la suerte podría estar de tu lado en un momento y por capricho de él esta podría irse sin dejar rastro. No le gustaba relacionarse con otros dioses que no fueran Artem, pero si este había aprobado esto no tenía más opción que obedecer.

-¿entonces lo harás?-  mientras sus ojos se iluminaban- estaría en un gran aprieto si no lo haces.

-¿Y eso debería importarme?-  Dijo mordazmente Korame- Pero lo haré, por Artem

-Tan cruel como siempre, pero eso es parte de tu encanto- mientras fingía escalofríos- está bien aquí está la información.

Entonces hizo aparecer una carpeta que tenía los datos del sujeto en cuestión,  Korame  la recibió , la repaso rápidamente y sintió una molestia, que Artem le dijo una vez que eso era desagrado.

-Este tipo no merece ser curado- dijo tajantemente.

-No podemos ir en contra de los deseos de los dioses- señalo Rangel mientras se encogía de hombros.

-Es verdad, después de todo no es mi problema- Aun así no podía deshacerse de aquella molestia, la verdad es que casi todos los humanos le daban prácticamente igual así que termino por acceder a realizar aquella petición.

-Perfecto, yo tengo que entregar otros mensajes así que tengo que irme, nos vemos lindura ,  lo siento deje salir mis verdaderos pensamientos - se disculpó aunque en verdad no lo lamentaba- Por cierto vi que te conseguiste un nuevo ayudante, muero por contárselo a Amor. nos vemos.

Entonces despareció dejando estelas de luz y Korame suspiró, realmente el pseudodios que tenía como función ser el mensajero era un dolor de cabeza. El sacerdote decidió ir a buscar  a  su ayudante, que tuvo la  decencia de no quedarse a escuchar la conversación, sin embargo lo encontró mirando curiosamente las cosas del almacén, parecía un niño que había recibido multitud de regalos en su cumpleaños y no supiera cual usar primero contemplándolos con ojos brillantes. La expresión a primera vista seria era fácilmente descifrada por Korame quien se había vuelto bastante bueno en distinguir las emociones en los rostros de las demás personas. No le importó mucho despertarlo de su ensoñación ya que no vio con buenos ojos que este estuviera allí husmeando sin su permiso.

-Hey, tenemos trabajo que hacer.  Arréglate un poco que es un cliente importante.  Debemos dar una buena impresión ya que vamos en nombre del dios de la curación.

 

-Está bien, lo siento por estar observando todo esto sin tu permiso- dijo el mientras agachaba su cabeza un poco nervioso por la mirada que le dio Korame, esta era demasiado intensa como hielo atravesando cada parte de su piel, pero ya estaba acostumbrándose- voy a ir al baño para ponerme presentable, con su permiso.

Korame lo miro atravesar la puerta y a su mente llego el pensamiento de que no era tan fastidioso como creía tener un compañero. El día de hoy hubiera sido completamente bueno si no hubiera venido el mensajero con la petición del dios de la fortuna.

-Como odio a ese tipo- pensaba con fastidio mientras iba a cambiarse a un traje mas formal pero no por ello menos distintivo sobre su estatus de sacerdote principal del dios de la curación.

Entonces Korame se dirigió a su habitación y busco nuevas prendas que colocarse, el lugar era bastante sencillo ya que al sacerdote no le gustaban las cosas ostentosas. Había comido algunos dulces y con eso podía aguantar hasta la cena, pero no sabía si para su ayudante sería igual aunque aquello no era su problema. El sacerdote no tenía mayor problema en saltarse comidas después de todo no le apetecía mucho comer pues casi no lo necesitaba pues rara vez tenía hambre, tal vez esto se debía a su situación como sacerdote. Se cambiaba con lentitud ya que no le importaba mucho ser puntual.

-Después de todo lo importante es que haga el milagro ¿no es así?- dijo pensando con dirección a Artem

No obtuvo respuesta ya que el dios de la curación se encontraba muy ocupado por el momento pero cuando tuviera tiempo haría aparición a su lado después de todo no podía dejar mucho tiempo solo a su sacerdote favorito.

Cuando ambos estuvieron listos se dirigieron a la mansión de aquel millonario que había sido favorecido por el dios de la fortuna y por consiguiente por el dios de la curación. El sacerdote llevaba consigo la carpeta ya que allí se encontraban las indicaciones hacia su destino.

Antonio miraba con curiosidad el expediente, tan insistente fue su mirada que Korame un poco fastidiado, por la situación sobre todo, lo dejo echarle una mirada.

-¿Tanto quieres verlo?- con molestia- bueno toma , después de todo no es mi problema.

-¿En serio puedo mirarlo?-  dijo el con algo de vergüenza por mostrar una actitud tan infantil aunque claramente esto no se reflejaba mucho en su cara.

Ver aquellos ojos tan brillantes y su expresión avergonzada produjeron que algo se removiera en el interior de Korame,  pero  este decidió no prestarle mucha atención.

La expresión de Antonio al leerlo fue decayendo rápidamente al leer lo que estaba escrito en aquel expediente.

-Este tipo es realmente… no encuentro las palabras exactas.

-Un malnacido por no decir otra cosa- dijo mientras se miraba las uñas- pero lamentablemente debo curarlo, así que espero que me ayudes.

-Esta bien, haré todo lo que me diga señor Korame.

-En primer lugar debemos deshacernos de esta carpeta, causaría muchos problemas si ellos creen que estamos investigando a este señor para extorsionarlo. Así que lo romperás en incontables pedazos y los iras dejando en diferentes basureros que encontremos en nuestro camino hacia allá. Antes memoriza las indicaciones ¿entendido?

-Déjemelo a mí- entonces se dirigía a una tienda a comprar cualquier cosa para obtener una bolsa

Cuando regreso se dirigieron hacía un callejón sin llamar mucho la atención ya que la calle estaba prácticamente desolada, había una gran pila de cajas así que se colocaron detrás de estas. Mientras Antonio hacía lo que le pidió el sacerdote, este todavía pensaba porque Artem no le había dicho nada acerca de esto, no tenía porque decirle todo, después de todo este era una divinidad y Korame un simple humano que estaba ocupando el puesto de sacerdote principal. Entonces él sintió que alguien se acercaba así que empujo contra la pared a Antonio, quedando muy cerca ambos. Este apenas logro sostener la bolsa con los restos del expediente.

-Esta muy cerca- pensaba Antonio con nerviosismo a pesar de que este era un poco más bajo que él tenía una presencia mucho más intimidante e intensa, sus ojos como el frío ahora que él los veía eran realmente hermosos. Este no lo miraba directamente pues estaba mas enfocado en que no los encontraran pues creerían que estaban haciendo algo ilícito como destruir evidencias o algo así y Korame no estaba de humor para dar explicaciones y menos a algún desconocido.

Antonio contenía la respiración para poder tranquilizarse, el perfil de el sacerdote se veía fuerte pero a la vez delicado que su ayudante no pudo evitar querer colocar su mano en la mejilla de este, estuvo a punto de hacerlo cuando este volvió la vista ya que al parecer el peligro ya había pasado.

-¿Que intentabas hacer?- lo miro fríamente

-esto, yo…- él tampoco sabía que había tratado de hacer exactamente.

-bueno, no importa,  el expediente ya esta destruido solo falta que lo esparzas en los basureros camino a la mansión.

-Está bien- dijo sintiéndose un poco incomodo pero aliviado de que Korame no se viera enojado.

Antonio lo fue esparciendo en diferentes basureros al azar cuidando que nadie lo estuviese viendo. Cuando el trabajo estuvo terminado se sintió bastante satisfecho de poder serle de utilidad al sacerdote.

Finalmente llegaron al lugar y tuvieron que identificarse con un guardia que custodiaba la puerta de la mansión. Cuando el proceso estuvo listo los dejaron entrar y fueron guiados por un mayordomo hacía la habitación del amo de aquella casa.

En aquella habitación se encontraba un señor de avanzada edad que estaba conectado a gran cantidad de máquinas. Era difícil pensar que había cometido tantas cosas despreciables en su vida ya que en esos momentos se veía tan indefenso y vulnerable.

-El señor McLuhan los estaba esperando, con su permiso dejare que hagan el procedimiento para curarlo.

Entonces salió de la habitación y dejo a los tres para que el milagro pudiera ser realizado. Se formo un silencio que fue roto por Korame que se dirigió con cierta lentitud hacía la  cama en la que se encontraba aquel hombre.

-Yo soy el representante del dios de la curación y se ha decidido que usted recibirá aquel milagro que le quitará la enfermedad que padece.- mientras hacía una reverencio y miro de reojo a Antonio para que también lo hiciera.

El hombre abrió los ojos con dificultad y agradeció enormemente la vista del sacerdote. Este simplemente asintió con la cabeza y se dispuso a hacer su trabajo. Le pidió a su ayudante que masajeara ciertos lugares del cuerpo del receptor del milagro. Le mostró como hacerlo una vez pues no estaba dispuesto a explicarlo nuevamente. Por suerte, Antonio aprendía rápido e hizo lo que se le pidió.

Después de que el masaje abriera los canales que iban a ser utilizados para la curación, Korame coloco ambas manos en su pecho desde las cuales se empezó a emitir un aura verdosa y empezó a murmurar una bendición.

-Tú que has sido visitado por la enfermedad, nuestro dios de la curación ha decidido darte otra oportunidad, debes ser agradecido y honrarlo con todas tus fuerza. Por eso desde ahora en adelante debes enmendar tu comportamiento de lo contrario yo mismo vendré y revocaré este milagro ¿entendido?- lo último lo dijo con un tono amenazante solo audible para el señor McLuhan quien se estremeció y asintió efusivamente con gran terror pues esta enfermedad era algo que no quería vivir una segunda vez.

-El proceso ha terminado y usted ha sido curado gracias a nuestro dios de la curación. Mientras tanto Antonio se preguntaba que había aterrado tanto a aquel señor, pero decidió no pensar en eso.

-Muchas gracias- mientras se quitaba todos lo tubos que lo conectaban a las máquinas y se sentaba en la cama.

-Eso es todo entonces- mientras lo miraba con aquellos ojos fríos como el hielo que hicieron que este se estremeciera de miedo.

Antonio seguía sin comprender la situación, pero ya empezaba a tener hambre así que estaba pensando en como hacerle una propuesta al sacerdote.

Se despidieron y cuando ya estuvieron en la calle,  Antonio con gran seriedad le propuso a Korame que fueran a comer algo.

Notas finales:

Nos vemos en el siguiente capìtulo


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