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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Llego nuevamente con la continuación de esta historia, han sido unos días ocupados pero aquí  estoy nuevamente 

-Señor Korame ¿le gustaría ir a comer algo?- le dijo Antonio a Korame

Eso pillo por sorpresa al sacerdote quien solo pudo observar fijamente a su ayudante pues realmente no sabía cómo responder ya que era la primera vez que alguien le hacía una invitación de ese estilo.  Ni siquiera Daniel había hecho tan osada petición así que Korame no sabía como responder y su cara sin expresión no ayudaba a Antonio quien esperaba una respuesta.

-¿quiere burlarse de mi tal vez? No,  según lo que he visto es bastante serio y no haría bromas como esas, aunque quizás tiene una petición- eran los pensamientos que llenaban la cabeza de Korame, su silencio fue tan prolongado que Antonio se empezó a preocupar aunque este debía admitir que a pesar de que la expresión de Korame no fuera evidente, era de alguna forma interesante sentir como los engranajes dentro de la cabeza de este trabajaban a toda marcha. Entonces el ayudante decidió preguntarle si todo estaba bien ya que las personas ya empezaban a mirarlos raro pues se habían detenido en medio de un paseo peatonal.

-Ah, esta bien- mientras se miraba las uñas para disimular que había estado pensando demasiado una respuesta tan sencilla como aquella

Esa acción hizo que Antonio se estremeciera un poco,  y que pensamientos algo extraños vinieran a su mente.

-Eso de alguna forma fue… tierno aunque sé que él me mataría si yo dijera algo como eso-   pensó el ayudante pero para disipar aquellas ideas que seguro lo harían ganar el enojo del sacerdote decidió preguntarle que deseaba comer.

-Cualquier cosa esta bien, de todos modos yo no como mucho- dijo encogiéndose de hombros.

-Esta bien- Pensando en todos los restaurantes a los que había ido con Lucía, la lista era medianamente grande pues uno de los pasatiempos que ella tenía era conocer lugares que servían gran variedad de comida.

Estaba aquel restaurante mexicano que servía un pozole delicioso, el cual es un caldo en base a grano de maíz tierno de la variedad cacahuazintle y cerdo o pollo. Él no sabía si sería del agrado del Señor Korame, pero no perdía nada con intentar llevar al sacerdote allá.

-Se ve que estas bastante emocionado, pero solo es comida no veo porque tanto alboroto.

Eso hizo que Antonio quisiera contradecir aquellas palabras pero se le ocurrio una idea para hacer que el señor Korame se retractara de sus dichos.

-Vamos- dijo con seriedad

-¿A dónde?

-Es una sorpresa- Sus facciones no presentaban mucha emoción pero Korame lo interpreto como un intento de darle cierto misterio al asunto.

El sacerdote dejo escapar un suspiro e identifico una sensación extraña pero agradable en su interior,  Artem, el dios de la curación le había dicho alguna vez que eso se llamaba diversión, es algo que a veces experimentaba al escuchar las penurias de Daniel pero en este caso eso no estaba acompañado de ironía, sin embargo ya que no estaba acostumbrado a ello así que respondió con un comentario que se podría considerar sarcástico.

-Espero que no sea un lugar con comida exótica como jugo de ojo de oveja, una vez uno de los visitantes vino con una intoxicación bastante grave y…

-Señor Korame no quiero saber los detalles- dijo con seriedad Antonio quien al imaginar todo eso casi se le quito el apetito, pero no iba a desistir en su invitación así que manifestó que la comida en ese lugar era deliciosa y que no tenía nada que temer.

-Confiare en tu palabra.

Entonces Antonio dijo que debían tomar el transporte público para llegar allá,  por lo que fueron a una parada de autobuses. Había un señor leyendo el diario pero cuando oyó la voz del sacerdote levanto la vista rápidamente y su cara de asombro fue tal que Korame lo miro de reojo para después expresar una duda que resulto un poco hiriente para el sujeto en cuestión.

-¿te conozco?- lo cual era realmente una interrogante para el sacerdote ya que realmente no sabía de quien era esta persona.

-Claro, claro, seguro no me recuerda. mi nombre es Osvaldo, usted me salvo de un cáncer de estómago. Los doctores no pudieron hacer nada para ayudarme, me habían dado tres meses de vida y cuando ya me había resignado conocí su casa de sanación, ceder la vista de uno de mis ojos no fue nada en comparación a poder seguir viviendo. Gracias a eso pude ver graduarse a mi pequeña de la universidad ahora es una gran arquitecta.  Estaré siempre en deuda con usted. Por lo cual si necesita alguna remodelación en su casa de sanación puede llamarme cuando quiera, aquí le doy mi tarjeta- mientras rebuscaba en su bolsillo hasta dar con un pequeño pedazo de cartón en el que estaban escritos sus datos. Tenía un pequeño dibujo de un castor que era el símbolo de la compañía de la cual el hombre era el propietario.

Korame recibió la tarjeta y la observo desde todos los ángulos, no era la primera vez que sus visitantes o devotos del dios de la curación le ofrecían todo tipo de servicios o cosas. Pero no podía evitar pensar que estas personas querían un favor a cambio de lo que ellos pudiesen ofrecer. Sin embargo Artem le había dicho que tal vez solo estaban intentado ser amables y que estaban verdaderamente agradecidos con él.

De nuevo permaneció en un silencio algo prolongado pero cuando cayo en cuenta de esto le respondió para aceptar su ofrecimiento.

-Esta bien, tal vez cuando este cerca el festival en honor del dios de la curación necesitemos sus servicios.

-Entendido, realmente me siento honrado de que necesite mi ayuda para ese entonces, este año también asistiré con toda mi familia, lo estaré esperando con ansias, Oh ahí viene el autobús que me sirve, fue un gusto volver a verlo sacerdote.

Entonces él subió a su transporte y este partió dejando tanto a ayudante como a sacerdote esperando el que les correspondía.

Antonio fue ignorado por aquel caballero pero esto no lo molesto ya que al igual que este también estaba muy agradecido con el señor Korame. El mes que paso al lado de ella fue realmente agradable, Lucía y él hicieron tantas cosas que siempre estarán en su memoria,  hasta que sucedió lo inevitable ya que el milagro solo operaba en su cuerpo mas no en su alma que fue llevada hacía nuestra señora diosa de la muerte.

-Fui egoísta al querer mantenerla conmigo y por eso fui castigado- era lo que pensaba el ayudante.

Estuvo sumergido en sus pensamientos hasta que Korame aplaudió fuertemente tres veces para sacarlo de su ensoñación.

-El autobús esta aquí- mientras señalaba aquel vehículo de colores verdes y blancos.

Cuando subieron Korame extendió la mano lo cual hizo que Antonio lo mirara interrogante.

-Pagar el transporte es parte de la invitación también ¿o me equivoco?- cualquiera diría que lo estaba diciendo solo para molestar, pero el sacerdote realmente creía eso.

-Tienes razón- Sin embargo para Antonio esto tenía mucho sentido mientras buscaba su billetera y sacaba dinero para pagar los boletos. Cuando los obtuvo se dirigieron hacia la parte trasera del vehículo, Estaba un poco lleno así que quedaron bastante cerca y por inercia Antonio colocó ambos brazos a los costados de Korame haciendo como una pequeña barrera para que el sacerdote no se topara con los demás usuarios del transporte. Este lo miro de reojo y la interrogación se podía leer en sus ojos fríos como el hielo.

-Lo siento,  yo hacía lo mismo con Lucía para que no fuera molestada por alguien y bueno…- no sabía como excusarse

-Pero ella era tu novia- dijo señalando lo obvio mientras rodaba los ojos.

-Entonces los retirare- mientras empezaba a quitar sus brazos.

-En realidad no me molesta, además no me gusta que gente, especialmente adultos, que no conozco me toque.

-Pero nosotros a penas nos conocemos-dijo sintiendo que realmente estaba molestando al sacerdote.

-Buen punto, pero no siento malas intenciones de tu parte – mientras se encogía de hombros.

Lo cual era verdad ya que Antonio no pretendía hacer nada para ofender o ganarse el repudio del sacerdote, iba a hacer todo lo que pudiera para poder retribuirle todo lo que este le había dado, ya que gracias a él Lucía había podido pasar sus últimos momentos sin enfermedad.

No conversaron durante el trayecto pero Antonio se dio cuenta de que a pesar de la actitud y ojos fríos que tenía el sacerdote, el cuerpo de este era tan frágil y a la vez cálido.

Entonces desde su interior surgió cierta necesidad de abrazar su cintura tal cual lo hacía con Lucía, dentro de sí tenía cierto instinto de protección el cual estaba muy arraigado a él desde que era un infante, ya que tuvo que convertirse en la única figura de apoyo de su madre pues su padre no era ningún aporte en la casa. Pensar en ese hombre solo le traía disgusto así que prefirió centrarse en la elección de platillos podría ofrecerle al sacerdote. Había tanto para escoger, pero no sabía exactamente los gustos que tenía el señor Korame. Al propio Antonio no le gustaban mucho las cosas picantes pero a su fallecida novia le encantaban, ella era fanática de los ajís de todo tipo, una vez incluso pidió el más picante en el restaurante, lo que termino con el resultado de que se bebiera tres jarras de agua. Antonio estuvo a su lado ayudándola todo lo que pudo pero no pudo evitar decirle que se lo había advertido.

Estuvo a punto de rodear su cintura por costumbre pero se dio cuenta en el último momento así que se dio una bofetada mentalmente por su imprudencia, Korame no le estaba prestando mucha atención ya que estaba pensando acerca de Artem y porque este no le había hablado en todo este tiempo. Sabía que el dios estaba muy ocupado pero su ausencia hacía que Korame tuviera cierta molestia amarga, Artem decía que esto se debía a que lo extrañaba,  así mismo como cuando Daniel no venía durante semanas porque estaba ocupado con los exámenes. A pesar de que lo consideraba una rotunda molestia, era divertido verlo quejarse.

Artem era una parte importante de la vida de Korame, por no decir que era la más importante y por eso tenía cierta dependencia con respecto a este. El dios le había dado un propósito y el poder para curar a las personas,  por lo cual seguiría haciendo todo lo posible por cumplir todo lo que este le pidiera, incluido el tener un ayudante el cual por el momento no estaba siendo una molestia desagradable e incluso había sido de gran utilidad en las tareas que tuvieron hoy, así que estaba demostrando que no era tan malo tener alguien que lo ayudara.

Finalmente Antonio indico que ya habían llegado a la parada que les correspondía así que el ayudante quito sus brazos de los costados de Korame para proceder a bajarse del vehículo.

-Tenemos que doblar a la derecha en esa calle, caminar unos cinco minutos y llegaremos.

-Hoy hemos caminado mucho-comento Korame con una queja implícita.

-Si, lo sé, lo lamento- se disculpó Antonio

-Espero que valga la pena.

-Le aseguro señor Korame que no se arrepentirá.

El sacerdote asintió y comenzó a caminar hacia la dirección que su ayudante había señalado pero al ver que este no lo seguía lo miro de reojo implícitamente apresurándolo.  Entonces Antonio rápidamente empezó a caminar a su lado,  el  señor Korame aunque parecía calmado y un poco inexpresivo no le gustaba esperar demasiado.

Caminaron algunos minutos hasta llegar a aquel local que estaba adornado con distintos elementos que hacían alusión a la cultura mexicana. Entraron y se sentaron en las sillas de la que sería su mesa.

-Llegamos ¿ que le parece señor Korame?

Antonio se veía mucho más emocionado que el sacerdote, aunque esto no se viera muy reflejado en su cara .

-No está mal,  para ser mi primera vez en un restaurante- dijo Korame sin mucho interés.

-¿Realmente nunca había venido a un lugar como este?- Decía Antonio incrédulo

-En realidad no, ¿es muy extraño?- dijo mientras se miraba las uñas sin prestar mucha atención.

-No, claro que no, seguro no tiene mucho interés en estas cosas -mientras ponía agitaba sus manos a la altura de su pecho.

-En realidad nunca nadie me había invitado a algún lugar como este- dijo omitiendo el hecho de que Artem siempre estaba muy ocupado y que los mortales comunes no podían verlo por lo que se vería muy extraño una persona hablando sola.

-¿eso es verdad?- sintiendo una sensación agradable extendiéndose por todo su cuerpo.

-Sí- aunque sin darle mucha importancia ignorando el hecho de que Antonio se estaba sintiendo de alguna forma especial al ser el primero en llevar a Korame a un restaurante, era algo un poco tonto pero aún así se sentía bien.

-Comprendo- fue la escueta respuesta de Antonio aunque en su interior estaba completamente emocionado

-¿Podrías dejar de sonreír?- Dijo Korame interpretando como una sonrisa aquella mueca que Antonio estaba haciendo.

-Lo siento- Antonio no dejaba de sorprenderse con la habilidad del señor Korame para interpretar fácilmente sus expresiones. Solamente Lucía lograba hacer aquello aunque había veces en que le costaba un poco- Creo que debemos ver los menús.

Ambos lo miraron con interés, uno más que el otro, después llego una mesera que vino a tomar su pedido y no pudo despegar la vista de Korame aunque este no le daba mucha importancia ya que le costaba entender la atracción entre las personas y mas si esta estaba dirigida hacia él.

-Si estamos listos para ordenar, señorita- dijo seriamente Antonio rompiendo la ensoñación de la muchacha.

-Entonces ¿qué van a pedir?

-pediré el especial del día, por favor

-Yo quiero una ensalada.

-Entendido- mientras lo anotaba y se dirigía al lugar en donde se colocaban los pedidos.

Mientras tanto Antonio miraba con horror a Korame y este no sabía por qué tenía esa expresión.

-¿Qué pasa?

-No nada

Entonces se escucho un llanto que resonó por todo el local.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado :)


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