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°Desde El Comienzo° •Saint Seiya — BL• por Leyla-chan

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Hace varios siglos atrás, cuando Cronos reinaba el mundo.

Un hermano que lo traicionó.

Un amigo muy cercano.

Sus hijos. 

Su sobrino.

Todos ellos tuvieron un inició que cambiaría todo.

¿Cual fue la razón de las guerras santas?Y

 quién es el que inició un bucle irrompible...

Cómo llegaron a ese extremo...

 

 

Una Irremediable Soledad.

.... Ahi estaba ella sentada, esperando, observando; había pasado un tiempo desde la derrota de Cronos a manos de Zeus, eso es lo que la diosa de la Protección, la Decisión y la Perseverancia había oído de los labios de su padre, el cual ese día conversaba con alguien desconocido para sus hermanas y ella misma.

Su madre, la diosa del Trabajo y la Felicidad, parecía pérdida en otro mundo, casi nunca la había visto decaída, sin ese brillo en sus hermosos cristales que ahora se encontraban opacos, sin vida, casi como si ocurriera algo que no esperaba, esa mirada solo la había visto cuando su padre tuvo un amorío con una diosa que estaba tras su poder, quien tuvo una hija y ahora era parte de su familia aunque no quisieran.

—¡Un no es un no! ¡No permitiré que tengas a mi hija si estás casado con Hera! 

Eso había sido lo que escucho antes de que la puerta de su templo se cerrará abruptamente llamando su atención.

—¿Qué sucedió padre? Ahí estaba su hermana Dielles, diosa del amor, la sabiduría y la ayuda, la segunda al mando de los ejércitos.

—Fue Zeus, vino a buscar a Mirelle.

Habló ahora su hermana Nidelle, diosa de la fuerza, agricultura y prosperidad.

—¡Ese maldito! ¡Solo nos quiere para calentar su lecho y reproducirse!

Ahí estaba su hermana de otra madre, Kellies, diosa del engaño, la razón y la astucia.

—¡A callar!—dijo ahora el mayor dentro de la sala, enojado, furioso, no por nada era el dios de la cacería, la enseñanza y

. —¡Pero padre!—se dignó a reclamarle Dielles—¡Zeus solo es un depravado! Por más que haya derrotado a Cronos no le da derecho a-

—Dielles...

Su voz comprensiva y determinada se hizo escuchar dentro de esa habitación, sus hermanas tenían toda la razón, por más que ese aclamado dios haya derrotado a Cronos no le daba el derecho de pedir a su padre para llevarla de concubina, además se había casado con su hermana Hera... ¿Qué más quería?

—Padre...—se arrodillo frente a él sin importarle si su hermoso vestido confeccionado por su mejor amiga se arruinaba, era algo que Yuelles sabía y es por eso que ya no se molestaba cuando esto pasaba.La mirada de su padre recayó en ella con algo de curiosidad, era obvio... Su padre no había dicho "no" para negarse, sino para asegurar su poder.—Padre mío, perdón por mi impertinencia, pero...— alzó su mirada encontrándose con la arisca de su padre, en ese momento nadie interrumpió, nadie se dignó en hablar, ni siquiera miraron hacia ella.—¿Con quién me has comprometido?

La sonrisa entre ellos se dió a conocer, amatista y zafiro se encontraron en ese momento, ambos sabían que no podían ocultarse nada, ambos sabían que uno era más fuerte que el otro, ambos sabían... Qué algún día uno de ellos perdería.

La sonora carcajada no se hizo esperar, tanto Valquirias y Guardianes estaban confundidos, ¿Qué gracia tenía aquello?

—Veo que te has dado cuenta de mi juego mi querida rosa solitaria, no por nada eres la líder de las Valquirias.—Su padre se levantó dejando arder su cosmos para intentar intimidarla, y como siempre, ella ni siquiera se inmutó, al contrario de sus hermanas que cayeron de rodillas ante su padre.

—Me siento honrada mi señor, pero lo que ha hecho cuenta como trampa en nuestra apuesta-habló levantándose lentamente con la mirada clavada en la del dios gobernante allí—, le recuerdo que me iba a dejar elegir mi vida, y yo decidí no comprometer-

—Tu prometido es Yavé—interrumpió con una voz profunda y tranquila, sus tres hermanas que tenían la cabeza agachada se dignaron a levantarse y mirar a su padre con desconcierto, ella solo apretó los puños y mordió su labio inferior, ¿Qué le ocurría a ese viejo? ¿Comprometerla con alguien que no conocía era su plan?

—Padre con todo mi respeto, yo, Nidelle, tu hija mayor, como la diosa de la fuerza, la agricultura y prosperidad deseo tomar el lugar de mi hermana menor Mirelle.

Su padre con aquella propuesta, se puso a meditar, claro, como si en verdad lo estuviera haciendo, el no cambiaría de opinión, nunca lo haría, así que ya no había solución. Sin decir palabra alguna dió la media vuelta dirigiéndose a la salida, no soportaba eso, no quería creerlo, como su padre podía ser tan despreciable.

—¡Señorita Mirelle no tiene permitido salir sin compa-

—No te preocupes, yo iré con ella.

Sonrió al escuchar la voz de su fiel amiga y consejera, lástima que arruino ese hermoso vestido confeccionado por su guardiana.

—¡Eso si me alcanzas Yuelles!—gritó al alzar vuelo a donde se suponía aún no había vida, ni siquiera una planta. Cuan desolado podría ser ese lugar...

—¿Pensando en tu compromiso mi bella líder?—y ahí estaba ella, la diosa de la protección, el carisma y la lealtad, si era sincera, ella era un dolor en el trasero. Pero era soportable.

—¿Y cómo va el tuyo mi querida mano derecha?— Y el contraataque nunca hacía falta en su conversación.

—Pues a diferencia de ti, yo lo conozco desde que estuvimos en la cuna.

¡Rayos! Ella si tenía suerte en todo, y pensar que el líder de los guardianes sería el consorte de esa insoportable y protectora diosa.

—Si, si, ya lo sé, solo espero que Rijhare no te haga llorar— dijo observando el rostro apacible de su amiga.— Te voy a extrañar cuando te vayas mi querida guardiana...

—Aun no sabemos quién de las dos se irá antes que la otra, tal vez el dios Yavé te lleve primero— mirándole de una forma coqueta mientras aterrizaban— aunque no creo que lo haga si no hay un imprevisto.

—Y no creo que haya uno, ni que estuviera a punto de ser secuestrada.

Y como dice el dicho:

Si no quieres que algo malo suceda, no invoques al rey de las fieras.

Leyla... Eso no es un dicho...

¡Se me calla que yo estoy narrando! >:T

Como decía....

Cerca del lugar donde estaban ambas diosas se podía ver dos pares de ojos que las observaban, uno de los individuos era nada más ni nada menos que el mismísimo Poseidón, y el libertino que andaba tras la hija menor del dios Wielle. Simplemente el no iba aceptar un no por respuesta, y si era necesario secuestraría a esa bella rosa solitaria. Aunque la otra joven no estaba tan mal.

—Hermano ¿por qué no secuestramos a las dos?— el dios de los mares habló dirigiendo una mirada lasciva a la Valquiria junto a la diosa que tenía prendido a su hermano menor, debía aceptarlo, era demasiado hermosa, pero no le interesaba en lo absoluto.

—Parece que hoy estamos de acuerdo—dijo saliendo de detrás de la roca en la que se ocultaban para no ser vistos.—Vamos a por nuestras presas.

Yuelles en un presentimiento ocultó a la joven detrás de sí, era obvio ese poder, y no solo se sentía uno, eran dos. Tal y como lo dijo su señor la protegería cueste lo que cueste, y más si se trataban de esos dioses desnaturalizados.

—Zeus-sama, Poseidón-sama, no imaginé verlos por... Aqui

Era riesgoso, debía llevarla dentro del templo, o tal vez mandar una señal, pero, si lo hacía era seguro de que esos dos actuarán antes de que algún guardián llegara. Eso sólo la dejaba con una alternativa, esperar a que algún otro dios las viera y las ayudaran a escapar de esos dioses perversos.

—Igualmente señorita, nunca imaginé en encontrarme con unas bellezas como ustedes.

La Valquiria solo rodó los ojos y observó los alrededores, ¿Estaban atrapadas? Tal vez. ¿Su orgullo lo dejaría a un lado? Ni loca lo haría, antes de eso les metería su espada por donde no entra la luz del sol que milagrosamente tenían.

—Siento destrozarles sus ilusiones, pero ambas ya estamos comprometidas, además...—sonrió descaradamente ante ambos dioses, ella no era una mujer fácil, y eso debía saberlo ese estúpido dios frente a ella— no somos como ustedes, nosotras no estamos dispuestas a acostarnos con cualquiera. La tensión era demasiada, ese par de hermanos era un dolor en el trasero, aunque ella también lo era para la chica detrás de sí, pero, eso no interesaba.

—¿Sabias que me gustan difíciles, mi bella valquiria?

Si no tuviera tanta paciencia ese dios ya estuviera enterrado bajo tierra, pero no podía pelear y dejar ver una horrible faceta suya a su diosa, así que era mejor mantener las apariencias.

—Siento ser tan irrespetuosa, pero...—si creían que la podían distraer y secuestrar a la hija de su señor estaban muy equivocados, al ver las intenciones de Zeus, Yuelles atrajo a la chica hacía sus brazos, arruinando su plan.—no dejaré que se la lleven fácilmente...—Dijo para escuchar la carcajada que soltó el dios del Olimpo, el que según decía, era el dios supremo, por lo que veía el no se daría por vencido.

Observó a su joven diosa, su rostro, aquel que siempre demostró rudeza y fuerza, ahora mismo parecía ser uno de miedo y preocupación, sus hermosos ojos ya no reflejaban aquella fiereza, parecían desolados, con miedo reflejado, lo sabía, desde un principio lo supo, su señor, su señora, sus hermanas y ella misma no podrían protegerla por siempre, sabían que ese día llegaría, sabían que no podían mantener esa rosa determinada con su gran belleza, y es por eso que la realidad y el peso de la culpabilidad recaía sobre su señor... Tan solo recordar ese día en el que el dios Yavé llegó al templo, le hacía sentir culpable de lo que haría a continuación...

Años atrás...

Como sub-lider de las valquirias había sido llamada por el gobernante de ese lugar, no sabía cuál eran las razones de aquél llamado, ni que quería el padre de su amiga con ella, ¿Tal vez pedirle que se aleje y no vuelva a cruzarse en su camino? En esa época todavía era una diosa joven, alguien que casi no conocía los peligros de la vida, no comprendía la razón de las guerras que tenían contra Cronos, pero si comprendía algo... Qué el destino le había quitado a su madre y a su padre de su lado.

Cómo lo había previsto, en cuanto sus padres dejaron de existir, inmediatamente se le dió un aviso que la dejó sorprendida, ella nunca se imaginó tener un consorte, pero era la voluntad de sus padres para protegerla. Ciertamente al principio no lo había aceptado. ¿Quién en su sano juicio se casaría con un desconocido?

Bueno, esas palabras solo duraron un pequeño lapso de tiempo, saber que su consorte sería su amigo de la infancia cambió completamente su desición.

Al llegar al punto de encuentro se cruzó con dos de sus compañeras en turno de guardia, ambas dieron el saludo a su superior, abriéndole las puertas del salón para que entrará.

Al entrar no esperaba encontrar a otra persona conversando tranquilamente con su señor, tampoco esperaba que estuvieran hablando de su querida protegida. Al llegar hasta donde se encontraba el soberano del lugar, se arrodilló esperando a que este le diera alguna órden de expulsión, pero está nunca llegó.

—Yuelles no es necesario que muestres respeto ahora mismo, te llamé aquí para que conozcas al consorte de Mirelle, el joven Yavé te dará algunas indicaciones para protegerla de algún peligro

. Yuelles se levantó con su habitual rostro inexpresivo para observar al otro dios frente a ella, se quedó atónita, había escuchado del compromiso planeado—el cual aún no llegaba a oídos de la chica— pero nunca imaginó que el consorte de su ahora hermana sería el dios de la creación—ni tampoco que esté fuera joven y apuesto, ahora sabía el porque del sonrojo de todas sus compañeras—. La peliazul hizo una pequeña reverencia y dejó su postura de defensa, cambiandola por una mas tranquila y relajada.

—Es un placer conocerlo señor, soy Yuelles, diosa de la protección, el carisma y la lealtad.—En ese momento notó como la figura del hombre frente a ella estaba a punto de hacer una señal de respeto hacia ella, nadie lo había hecho hace años, ya no había necesidad, ella había perdido todo en esa vida, porque mostrar respeto... Hacía una diosa que había perdido el orgullo de ser una...—No hay necesidad de que muestre respeto Dios Yavé, después de todo perdí mi honor cuando murieron mis padres.— estaba a punto de decir algo malo, su perdida la había cegado todo sentimiento, lo único que aún conservaba era la lealtad y el cariño que tenía por su protegida.

—Lamento lo que pasó con tus padres, si mi ejército hubiera llegado a tiempo ellos aún seguirían con vida, no culpes a Wielle por lo que les pasó...—No... Ella no culpaba a su ahora padre, ella no culpaba a nadie, se culpaba así misma por no comprender a sus padres... Ese día... Discutió con ellos... No entendió que el futuro de temporal paz que vivían... Era gracias a ellos.— Tal vez no quieras que te muestre respeto, pero igualmente lo haré, porque eres la que protege a este templo, y quién quiere a mi dulce prometida como si fuera su propia hermana.

Yuelles observó las bellas esmeraldas frente a ella, no comprendía el como un dios tan poderoso sentía compasión por ella, todos los dioses que conoció eran arrogantes, orgullosos, sin compasión alguna, pero el cosmos de esta persona era diferente, era cálido y acogedor, pensar que sería el consorte de su querida amiga ya no era tan malo, le llenaba de tranquilidad y de paz.

—¿Que necesita de mi?

—Deja de tratarme de usted, me hace sentir viejo.— Lo miró con incredulidad, ¿El... Joven?

—Perdon... Pero según mi información usted es más mayor que nosotras.

—Ahora ya se porque tus compañeras dicen que eres la maldad en persona...— Yavé la observó un poco herido, era claro que no era tan "joven" pero igualmente no había molestado a alguien desde semanas por ser un perro de carga para Kellies. Soltó una pequeña risita, ahora mismo la expresión que tenía la persona frente a ella era la de un pequeño dragón siendo regañado, ¿De verdad era tan mala con sus palabras?

—Lo siento, lo siento, pensé que te enojarías y me gritarias como todos los demás.— Paró de reír y observó el inmenso campo de flores que se notaban desde el ventanal, Mirelle ya había despertado, lo sabía porque aquellas rosas y orquídeas que le pertenecían solo a ella estaban en pleno florecimiento, al contrario de las demás que ya habían florecido.— Y bien... ¿Qué necesitas de esta fiel servidora?

—¿Ahora presumes?— Yavé observó el mismo lugar que ella, pero ahora con la presencia de esa bella diosa, Mirelle era vista como un trofeo que debían de tener, pero desde el momento que lo vió supo que para él no era así, el solo quería estar en compañía de la persona de la cual se enamoró.— Quiero que la protejas de Zeus— Yuelles miró a Yavé con sorpresa, que tenía que ver Zeus en todo esto...— el la quiere como una cortesana, solo la ve como un objeto más...— Yuelles estaba a punto de hablar, más no pudo decir nada, algo le impedía—, pero... Si tienes dificultades...

Presente...

De verdad agradecía... Qué su querida amiga tuviera de consorte a Yavé, alguien que respetaría sus opiniones, que la comprendería. Ahora mismo tal vez sentía culpa de lo que haría, tal vez iba a herir el orgullo de su preciada protegida, pero valía la pena... Para no verla siendo un instrumento de Zeus.

—Entregala ya, de que te servirá protegerla.

—No digas de qué me servirá...—la impotencia que sentía ahora mismo era demasiada, pensar que si en ese momento no hubiera conocido a Yavé, le hería su orgullo, pero a la vez agradecía que su amiga no caería en sus manos.— ¡Call of the angels!— Agradecía poder ayudar a aquel dios tan benévolo.

"Pero... Si tienes dificultades llama a los que considero hijos míos"

La brillante luz recaía sobre ellas, el hermoso sonido de las trompetas de los angeles se escuchaban por todo el desértico lugar, las pulcras y bellas alas blancas le daban la espalda pero a la vez les brindaba seguridad. El arcángel frente a ellas observó con expresión neutra a los dos dioses, la presencia de aquél ser era de admirar y a la vez era de temer.

—Ustedes no tienen ningún derecho de estar en el territorio de mi señor Yavé—la tosca y sería voz resonó entre las celestiales trompetas del fin del mundo, una cosa que ellos no llegaban a tolerar era la imprudencia de que otros dioses vinieran a sus territorios, y la otra era ver a su futura soberana siendo acosada por un dios qué daba vergüenza ajena. —Mi señor a pedido que se retiren de forma pacífica—continuó y observó los actos de Zeus, quién estaba decidido a llevarse a la joven diosa con él—pero sin mi señora Mirelle, si la llega a tocar... Su castigo será el peor de todos los que ya existen.

Zeus paró en seco, miró hacía el arcángel con mirada desafiante, pero este no dio su brazo a torcer con lo que acababa de decir. Sin más Zeus se retiró siendo seguido por su hermano.

Gabriel volteó hacia la dirección de Yuelles y se arrodilló, su rostro estaba sereno, su cabello ondulada con la suave brisa; Mirelle observó al joven frente a ella y después observó a su amiga, su hermana. Yuelles la abrazó fuertemente y comenzó a llorar, odiaba ser débil, odiaba no poder protegerla, pero debía hacer lo correcto, debía entregarla al arcángel. Ya era hora de decir adiós...

—Sabes que te quiero demasiado Mirelle, pero lo siento, tuya no puedes seguir con nosotros, debes ir a donde perteneces—sabia que lo que hacía era algo egoísta, algo imperdonable, pero eso dejó de existir al sentir como los brazos de su mejor amiga la envolvían con amabilidad, como las tibias lágrimas manchaba su pecho, ahora mismo no querían decir nada, no era necesario, era suficiente con sentir el cariño que se tenían.

—Me prometes que me visitarás?—la suave y angelical voz de Mirelle le rompió aún más el corazón, pensar que aquella chica solitaria y fuerte ahora mismo estaba llorando frente a ella le lastimó, con todas las fuerzas que le quedaban en su lastimado corazón la separó de ella y le secó sus lágrimas de sus bellos ojos.

—Claro que iré, cada vez que no tenga con quien hablar y me sienta sola te escribiré, pensaré en ti cada segundo y si algo te sucede enseguida iré por ti—sonrió cálidamente, era cierto, ella no dejaría de velar por ella, no dejaría de pensar en ella. Mirelle se alejó con una pequeña sonrisa, Gabriel le extendía una de sus manos, era hora de que se fuera... Mirelle sujetó la mano de Gabriel y este la atrajo hacia el envolviendole con sus alas. Aquella luz se hizo presente y después de unos segundos todo rastro de vida desapareció de allí. Yuelles miró hacía el cielo, en donde el reino de Yavé se encontraba, suspiró y se secó las lágrimas, volteó al lado contrario y emprendió vuelo hacia el lugar donde estaba el reino de su señor Wielle.

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Los rostros llenos de tristeza se apreciaban en todo el lugar, la noticia de que la hija menor había sido llevada al lado de su prometido les chocó a todos, sirvientes, valquirias, guardianes, y a los dioses que yacían allí, sufriendo la pérdida de su adorada diosa menor.

—Asi que eso fue lo que pasó...—la voz del dios resonó en aquella sala con tristeza y dolor, una de sus queridas hijas ya no estaba junto a él. Yuelles agachó su cabeza y se arrodilló ante su dios, debía ser fuerte ante estos casos, debía serlo por Mirelle...

—Si mi señor, aún así la señorita Mirelle aceptó su destino, además... Si está junto a Yavé nadie querrá acercarse a ella— ¿Porqué se sentía así? Yuelles mordió su labio inferior y alzó su vista hacia los dos gobernantes del lugar.— Aceptaré cualquier castigo mis señores si es así como ustedes lo desean... Si debía cargar con la culpa así lo haría... No importaba si era asesinada, no importaba si era encarcelada, si eso era lo que querían sus dioses entonces para ella estaba bien. Observó cómo la mano del dios mayor se levantó esperando el impacto, esperó... Pero este no llegó, sintió como le acariciaban el cabello con suavidad... Escucho los sollozos de los presentes, observó las lágrimas que caían de su diosa...

—Hiciste lo que creíste correcto Yuelles, no digas palabras como el de tomar un castigo, tu existencia es lo que alegra a Mirelle, tú eres una de mis hijas ahora, ya no ocultes tu dolor, mira a tu alrededor, todos están llorando sin importar lo fuertes que sean, nadie te va a juzgar, así que deja de retener tus lágrimas.

¿Desde cuándo dejó de lado sus sentimientos?

¿Desde cuándo olvidó lo que era el dolor?

.... Ya no importaba ahora... Nada importaba ahora... Las lágrimas que trató de ocultar todo este tiempo se deslizaron traicioneras por sus pálidas mejillas, gritó, sollozó, ¿Porqué dejó de lado sus emociones? Ahora lo entendía...

Lo que quiso ocultar no fue su debilidad......

Lo que quiso ocultar fue su fuerza...

Los cálidos brazos de su señor, ¿Desde cuándo dejó de sentir esa calidez?

Desde la muerte de sus padres... Suprimió sus sentimientos y emociones dejando solo una caja vacía, una caja en donde sólo existía la soledad, su terrible error... Su terrible debilidad... Los sollozos y gritos de tristeza no dejaron de sonar en todo el lugar, todos pensaban lo mismo... Todos sentían lo mismo, no eran necesarias las palabras... Para saber lo que querían decir...

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Mirelle lo sintió... Sintió el dolor de toda su familia... Pero no volvería a mirar atrás... No si eso implicaba poner a sus seres queridos en peligro...

Ahora mismo Gabriel la sostenía con delicadeza, sin saber porque le transmitía tranquilidad y paz, se sentía segura. El aterrizaje ni siquiera lo sintió, no sintió cuando ni como fue depositada en la cama donde se encontraba ahora... No trato de escapar, solo observó el lugar en silencio, observó las bellas decoraciones, observó las joyas que se encontraban ordenadas en un pequeño cofre, joyas muy simples y hermosas, todo aquello le transmitía paz. Su distracción fue tanta que no notó la presencia de su acompañante, pero este tampoco le interrumpió hasta que sus ojos se encontraron.

—¿Quien es usted? La pregunta de Mirelle pareció sacarle una pequeña sonrisa al hombre frente a ella, él se acercó a ella y agarró una de sus manos con delicadeza besando el dorso de esta.

—Soy Yavé, el dios de la creación, tal y como lo recuerdo, tu pureza, tu fuerza... Todo de ti es hermoso—con una sonrisa de lo más sincera, con tan solo esas palabras sin malicia alguna... La joven diosa se enamoró a primera vista del dios frente a ella... de aquél ser con un cosmos que transmitía paz total.

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La noticia de la unión de dos dioses se dió a conocer largo tiempo después, Yuelles ahora mismo estaba en espera de su primogénito y la noticia que recibió le hizo llorar de alegría, la carta en sus manos fue leída en voz alta para todos los que vivían allí, todos se alegraron por ello, se alegraron por la unión de tierras y la unión de dos bellas existencias... Cómo era de esperarse la ceremonia fue entre los dos reinos felicitando la unión de ambos dioses... Con sonrisas en sus rostros recibieron a su diosa y unificaron sus tierras comenzando una nueva era...

El tiempo pasó y en unos meses Mirelle tuvo a seis pequeños niños, la mayor Ilya, el segundo Tuyen, el tercero Elek, el cuarto Alka, el quinto Mandel y el último Abiel. Aquello llegó a oídos del dios del inframundo, siendo él uno de los que fue a ver a los recién nacidos considerándolos como sus sobrinos, obviamente el fue el único dios griego que supo de esto, y el único que fue tratado con respeto por los guardianes, ángeles y valquirias....

¿Pero cuánto tiempo duraría esa paz? Después de todo si después de la tormenta hay calma...

Después de la calma debe venir una tormenta más fuerte...

Prólogo: Una Irremediable Soledad

Continuará...

............

Upupupu y aquí está el prólogo de esta loca historia ahr

Albafica:... Qué carajos! Por qué madres ese nombre?

Sísifo: al menos puso algo decente...

Manigoldo: a mi no me molesta, pero ten en cuenta que se debe memorizar más de 100 nombres ya que los descendientes serán varios...

Degel: Elek... Te doy un diez solo por eso...

Asmita: al menos búscate nombres Hindú mujer...

Laina: lo intento lo intento ahr

Maki: wuu un crossover ;u; es increíble de como pase de un yaoi a una historia shonen y yaoi a la vez uwu verdad Misaki-chan? Aun recuerdo cuando te vesti de mujer para Youichi

Misaki:... Ahh... Y pensar que la mayoría serán dioses.

Laina: me gusta el dramongo no me juzgues uwu

Rui: Lo bueno es que mejoró un poco en su escritura... Un poco desde su primera historia.

Laina:... Bueno~ Espero les haya gustado el prólogo.

Manigoldo: pronto regresará con un nuevo capítulo.

Sísifo: aunque se demorará por la academia.

Degel: Hasta la próxima...


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