Camus lloraba, su gran amor se casó con otro; lo habia perdido para siempre.
Ni bien llego a su humilde morada en la que vivía con sus hermanos: El mayor Mystria, Degel y los pequeños Isaac e Hyoga. Se encerró en la pequeña habitación, la cual compartía con los mayores.
Ellos cinco vivían solos, sus padres habían muerto hacia dos años por la guerra por lo que Mystria se hice cargo de ellos, huyeron de Acuario, para encontrar un hogar en Gemau.
Mystria era como un padre para Camus y el resto.
Siempre estaba alli, para ellos. Aconsejandolos y escuchándolos se la pasaba trabajando, para que nada le faltase a sus hermanos.
Muy apesar de que eso constará de perder su propia dignidad.
(...)
-Mientras en el castillo de Gemau-
Los recién casados discutían gritandosé a los cuatros vientos: El Príncipe Saga estaba desesperado.
No entendía, ¿Por qué? ¿Por qué Milo lo rechazaba?
—Milo, ¿A donde vas?.
—Lejos de ti. Me das asco, Saga.
—Milo, yo te amo. ¿Por qué no podéis corresponderme? —decía este tratando de besarlo, de buscar la forma que lo hiciera suyo.
—Yo no, no te amo. Lo único que me produces es asco, jamás te tocaría ni ebrio, jamás consumare este matrimonio —gritando con toda la seguridad y firmeza posible.
—Milo, ven aquí —Sujetandole del brazo al punto de lastimarlo.
—No quiero, aléjate de mi —dándole una bofetada
—¿Por qué?, si yo te amo. Yo te puede dar mucho más que ese pueblerino. Acaso ¿tan poca cosa te sientes, que prefieres un mugroso antes que un Príncipe como yo? —mientras frotaba su mejilla por el golpe.
—Cierra tu boca, antes de hablar de él. No eres nadie, no le llegas ni a los pies, tú no vales nada —empujándolo al piso. —Me voy.
Saga en el piso se levanto para seguir gritando —¡Vuelve aquí Milo!
—¡NO!
~En el pueblo~.
El joven de cabellos celestes se encontraba consolando a su joven hermano que lloraba en su regazo.
—Ya Camus, entiendelo, lo tuyo es imposible.
Los donceles no pueden amarse entre ellos, entiendelo, los donceles solo pueden amar a un Alfa.
—Pero yo lo amo, mí amor hacia él es puro.
—Ya Camus, aparte el jamás te correspondió el amor se le veía en los ojos, en aquel altar. Jamás se fijaría en ti.
—Igual, siempre lo amaré.
(...)
En las terrazas del castillo
Milo se encontraba mirando las estrellas —Camus, mí amor hacia a ti es puro, te seré fiel hasta la muerte, amor mío.
Mientras Milo recitaba, Saga escuchaba escondido, para luego encerrarse a llorar —Maldito Camus, haré que pagues haberme robado el amor de Milo, te haré pedazos —para romper con su puño el espejo, sonríendo de forma macabra.
(...)
Camus seguía llorando: Hacia ya casi un tiempo se había enamorado de aquel joven Príncipe, pero ahora lo había perdido para siempre.
Este amaba a otro, volviendose un amor imposible. —Siempre te amaré, siempre estarás aquí adentro. Jamás te olvidare, siempre te seré fiel y leal hasta la muerte. Mi amado, mi Príncipe, por siempre tuyo mi amado Saga.
Continuara...