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El sol rancio y la luna cegadora por Ana Reiko

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Notas del fanfic:

Tuve que poner a Naruto y Sasuke como etiquetas por que no existen las correspondientes a Menma y Charasasuke 

Nota importante: Recomiendo poner la canción de Dearest para poder disfrutar de esta historia.


Hace mucho tiempo, el mundo alcanzó el pico más alto en el progreso de la historia: Ganarle la batalla a la muerte, gracias a la ciencia y la tecnología que hicieron una magnífica mancuerna, dicho acontecimiento fue posible.


En esos días, no se hablaba más del éxito que conllevaba trasladar la conciencia humana de un paciente en coma o que sufría una enfermedad terminal a un pequeño chip de computadora con el fin de que siguiera al lado de sus seres queridos pero en forma de androide.


Con este acontecimiento importante, muchos enfermos terminales y personas sanas optaron por dejar por escrito su voluntad anticipada en que deseaban seguir viviendo como un androide.  La verdad era un pequeño precio, pues el individuo mantenía su esencia, no era cuestión de que fuera un clon o algo por el estilo, reconocía de inmediato a sus familiares y hacia una vida casi normal, podía dormir o comer aunque no lo necesitara.


Rápidamente se extendió a todos los países este método de preservación de la vida, aunque muchos estuvieron en contra como siempre por cuestiones religiosas o morales, otros simplemente apoyaban más la eutanasia repudiando a los androides pues los veían como un reflejo del egoísmo humano.


Fuera como fuera, vino un período de prosperidad y felicidad con la tasa de muertes controlada al mínimo, de hecho algunos individuos con poder adquisitivo sanos y fuertes se aventuraron a transferir su "alma" a esos cuerpos robóticos. Claro que se implementó un debido control sino los humanos se extinguirían como ser vivo. Debido a lo anterior, no fue extraño que dicho hecho disparara más la longevidad, pero como los androides no se alimentaban como un ser vivo ni se reproducían, las reservas de alimentos no se vieron tan afectadas, tampoco hubo más contaminación acuática a causa de las aguas residuales.


Muchos aspectos se vieron beneficiados, incluso la manera de producir electricidad cambió a sólo eólica y hidroeléctrica, pues con más tecnología implicaba más consumo de energía.


No obstante un nuevo peligro se manifestó para aplastar el ego del ser humano y enseñarle que no eran dioses. La NASA descubrió varios meteoritos que se aproximaban a la tierra, en una década estarían estrellándose inminentemente.


No hubo tiempo que perder, los gobiernos de diversos países supieron de inmediato que no podrían destruir los meteoritos con armamento como misiles, asi que se enfocaron en la colonización de Marte y Titán, una luna de Júpiter que se parecía mucho a la Tierra en cuanto a los condiciones propicias para la vida.


Los medios de comunicación no paraban en informar los avances de la mudanza global que se haría en los próximos años. Sin embargo en medio de un apocalípsis próximo que traía a toda la población histérica, Charasasuke Uchiha sólo le preocupaba cuidar a Menma Uzumaki, su amado, acababa de transferir su conciencia humana a un cuerpo artificial de metal, debido a la leucemia que lo consumió durante algunos años no quedó otra opción más que hacerlo.


Pese a la alerta mundial de que probablemente los androides no podrían ser llevados al espacio, ya que sus complejos circuitos podrían crear interferencia con los controles de la nave, tal como los datos móviles y las antena 5G lo hacían con las computadoras de los aviones por allá en el siglo XX. Por este motivo, se realizaban pocas transferencias de consciencia en los hospitales, muchos enfermos prefirieron la eutanasia para no ser una carga y despedirse de una vez de sus familias.


—No debiste convertirme en androide—reprochó Menma que recién había despertado con su nuevo cuerpo humano robótico.


—Ahora me dices que deseabas la eutanasia—replicó indignado, se suponía que Menma estaba de acuerdo con la decisión de preservar su vida y ahora le reclamaba—¡Ya habíamos conversado sobre esto, prometimos estar juntos hasta el final, pues solo nos tenemos el uno al otro!


—Tengo que quedarme aquí cuando el apocalípsis se desate, igual seremos separados—exhibió como argumento lógico, de que servía haber superado el cáncer, si al fin de cuentas les esperaba un escenario aún más doloroso.


—Me quedaré aquí contigo, ya firmé mi renuncia voluntaria a una nave de rescate—reveló con determinación y orgullo, recibiendo una expresión de asombro de parte de Uzumaki—Así que debemos aprovechar este último año para convivir juntos—propuso cogiendo las manos morenas de su amado entre las suyas.


—Prefieres alargar la agonía y condenarte conmigo—comentó todavía cabizbajo y triste ante la decisión personal d su pareja y de la cual no estaba enterado.—¿Por qué haces esto? ¿Por qué llegas tan lejos por mí? Podrías salvarte, encontrar a otra persona y ser feliz.


—Lo mismo me dijiste cuando te detectaron el cáncer, que no desperdiciara mi tiempo ni gastara energías contigo—le recordó, y dedicándole una mirada dulce, agregó:—Así que te vuelvo a repetir lo que te dije aquella vez, hago esto por que te amo, estemos en el fin del mundo o no, mis sentimientos no cambiarán.


Menma lo escuchó atentamente, sintiendo la calidez de esas manos de piel pálida, era increíble que aunque ahora era un androide fuera capaz de sentir de manera tan natural estas sensaciones, sin duda la piel sintética y los receptores electrónicos eran de excelente calidad. Indudablemente la tecnología ya podía emular cualquier sentimiento humano.


—Eres un idiota—soltó, bajando su rostro, sus cabellos rubios cubrieron su vista, se conmovió demasiado con esto.


—Pero soy tu idiota—dijo abrazando con todas sus fuerzas al Uzumaki.


Durante ese año, Charasasuke y Menma hicieron muchas actividades que por el delicado estado de salud no pudieron realizar tales como: bailar bajo la lluvia, salir de campamento, saltar en paracaídas, viajar a diferentes partes del mundo, comer platillos exóticos, caminar por la muralla china etc. Literalmente echaron la casa por la ventana, no tenía caso mantener sus ahorros en el banco si se acercaba el apocalípsis.


Y no fueron los únicos, ya que algunas familias hicieron lo mismo, antes que abandonar a sus seres queridos convertidos en robots humanoides, morirían con ellos. Acontecieron muchos casos de suicidio colectivo de familias enteras.


Como todo en la vida, no existía plazo que no se cumpla, según el pronóstico meteorológico justo al mediodía se daría la colisión de los cuerpos celestes contra el planeta, pasarían algunos minutos antes de que tocaran tierra. Con esta información como base, todos los habitantes del mundo que eligieron aguardar al lado de sus seres queridos el apocalípsis, renunciando a la evacuación en un vehículo espacial, comenzaron a prepararse para el inevitable fin.


Después de desayunar, Charasasuke y Menma pudieron notar un alto número de disparos en el exterior, con menos personas y vehículos en el vecindario los ruidos eran más notorios, seguramente a algunos metros una familia o pareja había decidido acabar con su existencia a balazos, antes de que los pedazos de roca espacial los aplastaran. Emplear una arma de fuego era un método por demás efectivo si tenías la habilidad y manejabas a la perfección una pistola. En opinión del Uzumaki, una sobredosis de pastillas para dormir era una manera sutil de morir para el humano promedio.


—Ha comenzado—comentó con voz neutra Chara con total calma y normalidad, en otra época escuchar disparos significaría una señal de alarma por tiroteo, no obstante ahora representaba una opción personal de irse al más allá.


—Iré a poner algo de música para amenizar este ambiente tan...violento—anunció que Menma con el mismo tono serio, con la hora de su propia despedida en puerta, lo había invadido también una inmensa tranquilidad, pese a ser considerado como máquina con inteligencia humana, poseía al igual que los seres vivos una frágil alma que podía hacer apagada por un simple interruptor.


—De acuerdo—apoyó la idea, realmente necesitaba comenzar su propio ritual y consideraba que una melodía ayudaría a despejar algo de tensión. Observó la mesa desordenada, y su instinto de limpieza se activo, podría ser un detalle sin importancia en una situación crítica, pero para el azabache cerrar pequeños ciclos lo tranquilizaba—Solo ordeno la mesa, y hago un poco de limpieza, te alcanzo en un momento.


El rubio sonrió con dulzura saliendo de la zona de la cocina, si realizar esta última tarea doméstica le producía paz a su pareja que así fuera. Cada persona en el planeta que decidió quedarse seguramente se aferró a sus propias actividades cotidianas a fin de despejarse antes de partir.


Mientras el Uchiha lavaba los platos llegó a sus oídos la hermosa melodía de una canción que era más que conocida: Dearest interpretada por Ayumi Hamasaki. Si pudiera definir el sentimiento de tristeza, amor y esperanza que transmitía esa tonada, estremecería hasta el corazón mas duro.


Hasta el día en que caiga en un sueño eterno...


Tú rostro sonriente permanecerá junto a mí.


Esa letra rezaba la canción.


Menma empezó a cantar junto a la prodigiosa voz de Ayumi, llegando la potencia del dúo hasta los oídos del joven de ojos negros, este desconoció que hiciera eso, rió levemente por la ironía de que su novio quiso empezar justo ahora a descubrir su talento vocal, más valía tarde que nunca.


Después de terminar su tarea en la cocina, tomó de un gabinete un pequeño frasco negro con un claro contenido, ese sin duda era el elixir que le facilitaría morir en paz y sin ningún dolor. Caminó lentamente, con la copla de Dearest de fondo a modo de marcha nupcial y entró en el cuarto que compartían, encontrando al rubio sentado en la cama, apoyando su espalda en la cabecera de madera.


—Ven, Chara.—invitó el rubio con una expresión de cariño, dando palmadas en la superficie del colchón, descubriendo que el Uchiha traía consigo un frasco.


Menma tenía conocimiento que el Uchiha bebería una sustancia tóxica para poder suicidarse a su lado, verlo entre las niveas manos era la señal de no retorno. Agradeció colocar el reproductor de Mp3 con la programación de que repitiera de manera infinita la canción de Dearest.


El Uchiha acudió rápido, sentándose al lado del Uzumaki, mientras este lo atraía al pasar si brazo por detrás del cuello.


—Esto me recuerda a esa pareja de ancianos del Titanic que se encerraron en su camarote mientras el barco se hundía—comentó perdiéndose en los hermosos ojos azules de su amado, podrían ser una imitación de los biológicos que tenía cuando era humano, pero podría jurar que contaban con ella mismo brillo. 


—Antes que apagues mi sistema y todo termine, tengo algo que pedirte, Charasasuke—habló Menma, acariciando su mejilla, sin atender la referencia a la que hacía mención el azabache.


—¿Qué sucede?—preguntó curioso.


—Bésame—solicitó con voz serena, más que una orden fue una petición, aquellos ojos azules temblaban como si recién se hubiera dado cuenta que era su último deseo.


—¿Tú pidiendo besos?—cuestionó incrédulo, rió unos segundos y añadió— Definitivamente es el apocalípsis, bueno como sea es un excelente modo para despedirnos.


Sin más retraso, ambos jóvenes se besaron, sus labios se buscaban con desesperación, ansiaban grabar en el otro ese inmenso amor que se profesaban, mientras sus lenguas se deleitaban al jugar, encendiendo el momento. Era una verdaderas lastima que no pudieran unir sus cuerpos y almas ahora.


En el instante en que concluyeron su beso, Uchiha captó de inmediato lo que estaba aconteciendo, en cuanto su boca se entumeció lo supo había bebido de los labios del Uzumaki el veneno. No tuvo la capacidad de articular palabra alguna, todo su sistema nervioso se estaba paralizando, pronto perdería el sentido.


Y es que la noche anterior el Uzumaki tomó el veneno, sabiendo de antemano que vestigios de la sustancia se quedarían impregnadas en sus papilas gustativas biomécanicas. Esta acción no representaba ningún peligro para el androide, pues poseían en su mayoría más partes mecánicas y electrónicas que biológicas, por lo tanto no sufrió ninguna consecuencia.


—Lo sé, hice trampa, no me veas así—replicó sonriendo con tristeza ante la mirada de reproche del azabache. En seguida sacó del cajón, de una mesa de noche, un mando circular con un botón rojo, semejante a esos controles que se usan para manipular bombas casetas en las películas—Este botón lo presionaré en cuanto dejes de respirar, y así estaré contigo—comunicó besando su frente y cantándole la estrofa más conmovedora de Dearest, que en ese instante se repetía.


Hasta el día en que caiga en un sueño eterno...


Tú rostro sonriente permanecerá junto a mí.


Menma se percató que su pareja ya había perdido el conocimiento, el cuerpo estaba más relajado, ya no había mucha reacción en la pupilas, y la cabeza de Chara se apoyó en su pecho, entrando a un estado comatoso.


El androide se concentró cerrando los ojos, ahora únicamente necesitaba sincronizar el momento adecuado con el ultimo respiro del Uchiha. El pecho del humano cada vez más daba inhalaciones y exhalaciones más lentas y espaciosas, los pulmones cansados luchaban por llevar oxígeno desesperadamente, y el corazón daba su última lucha, sin embargo ya no les quedaba mucha energía.


En escasos segundos sucedió lo inevitable, Charasasuke Uchiha dejó de respirar. Su cuerpo conservaba su calidez todavía, Menma le dio otro pequeño beso en los labios, estos estaban ya fríos, antes de que las garras de la muerte le arrancara todo rastro de la vida que todavía se negaba a abandonarlo, el rubio pronunció, las que serían sus últimas palabras:


—Cerraré los ojos y te veré sonreír de nuevo...—susurró uniéndose al mismo tiempo con la voz de Ayumi Hamasaki, y acariciando una última vez la pálida mejilla.


Y dicho esto apretó el interruptor que acabaría no sólo con su fuente de poder, zona vital que proveía de energía solar a todo su cuerpo biomécanico, sino también accionaria los explosivos del sótano.


Una pequeña explosión se dio paso, aunque quedó completamente ignorada a causa del choque repentino de los meteoritos contra el suelo, destruyendo todo a su paso, en diversas partes del mundo un fuego infernal consumió toda forma de vida que el planeta Tierra todavía  conservaba.


Pese a que el silencio mortal envolvió toda la superficie terrestre luego de que el armagedon cesó, un extraño y calmó viento comenzó a soplar y susurrar:


Hasta el día en que caiga en un sueño eterno...


Tú rostro sonriente permanecerá junto a mí.


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