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Estoy contigo por Doki Amare Pecccavi

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Notas del fanfic:

  • Todos los personajes pertenecen a Masami Kurumada.

 

  • Estoy volviendo a subir esta historia, debido a que tengo problemas para acceder a mi cuenta anterior, Doki Amare Peccavi, ya he perdido casi por completo las esperanzas de volver poder acceder, sin embargo, retomaré actividad con normalidad en esta cuenta. 

 

  • Sucederá lo mismo con mi otro fic, y mientras tanto, les dejo mi cuenta de wattpad

Hasta que oscurezca.

 

Para dar tu vida por proteger a alguien más

 

Es necesario un alma honorable.

 

Es necesario también, tener más miedo a ser derrotado, que a la muerte.

 

Que el significado de la derrota en batalla sea más que un banal golpe al ego.

 

Shion; si se diera la ocasión en batalla, si hoy tuviese que dar mi vida para proteger el mundo que compartimos, para cuidar de nuestra diosa y asegurar que tú sobrevivas, sin dudarlo, Shion, yo daría mi vida por ti.

 

No por ser mi patriarca.

 

No por ser mi compañero de batallas.

 

Daría mi vida por ti, porque te amo y nada sería más doloroso que despertar un día pensando que no volvería a verte.

 

— Has estado muy pensativo desde que regresamos. ¿Te ocurre algo? —

 

— No nada, sólo pensaba.

 

— ¿En qué?

 

— En todo. — Shion negó con la cabeza, le observé y me regaló una sonrisa. ¿Cómo podía brillar en aquel mundo completamente destruido? — A partir de mañana te convertirás en patriarca.

 

— Y tú tendrás que partir a los cinco picos. —

 

— Tendrás que darme una muy buena despedida. No sé hasta cuando volveré a verte.

 

— ¿De qué hablas? Te iré a ver siempre que pueda. Eso te lo aseguro, no hemos sobrevivido a tanto para separarnos porque tengamos diferentes encomiendas. — Shion guardaba siempre algo de felino en él. Tras decir aquello se estiró en los escalones del santuario y dejó su cuerpo echado hacia atrás, se sostenía con los brazos.

 

— ¿Crees que podrás?

 

— ¿Dudas de mí?

 

— Para nada… — Eché mis brazos hacia atrás para imitar su postura, ¿Quién diría que ese dorado, con la armadura de Aries, era el futuro patriarca? Echado en los escalones, a mi lado, ninguno de los dos era nada más que Dohko y Shion.

 

Amigos desde la infancia.

 

Compañeros de batallas.

 

Amantes desde la adolescencia.

 

Patriarca y guardián.

 

— Bien, pues entonces quita esa cara. — Sentí su cosmos atravesar mi armadura, su cosmos dulce que me paralizaba y me obligaba a cumplir cualquiera de sus peticiones. — y vayamos adentro. Empieza a anochecer y tengo cosas que preparar aún.

 

— ¿Qué cosas? —

 

— Voy a guardar esta armadura, pero no puedo dejarla, así como está. Voy a repárala para que le próximo caballero de Aries la porte con tanto orgullo como yo lo he hecho y de paso… también voy a curar la tuya. De ella y no de ti, es de quién voy a despedirme porque estoy casi seguro de que no volverás a traerla conmigo.

 

— Sería imperdonable que venga con mi armadura para que el patriarca la arregle.

 

— Ideas tuyas, Dohko, pero, en fin, vamos.

 

Ambos sonreímos, intenté tomarle desprevenido y apenas me puse de pie, bajé las escaleras; enseguida me dio alcance. Las casas de algunos dorados estaban vacías y estarían de ese modo durante mucho tiempo, así que durante todo el trayecto ambos evitamos mencionarles.

 

Era un pacto de silencio para proteger nuestros corazones esa noche.

 

Al llegar a Aries, noté que las pocas cosas que Shion podía nombrar como “suyas” estaban ya en una caja de madera, imagino que para llevarlas a partir de mañana al santuario.

 

— Pasarás de ser el primero al que veía al llegar, a ser el último. — Había pesar en mis palabras, sí. Pero Shion estaba mucho más centrado en todo que yo, no por nada había sido elegido como el patriarca.

 

— ¿Y por verme antes o después te decaes? ¿No es suficiente con saber que basta con venir aquí para verme?  — Shion empezaba a quitarse la armadura y de prisa, me aproximé a ayudarlo. Sujeté su cabello largo para evitar que se enredada y en nada terminó con ropas ligeras y los pies descalzos, hicimos lo mismo con mi armadura.

 

Un poco más relajados continué con la conversación.

 

— Lo enfatizo porque es mi forma de hacerme a la idea, ya lo dijiste, estarás aquí siempre que quiera venir a verte, aunque serán las menos. Mi encomienda, recuérdalo.

 

— Sí, lo sé. — Shion se sentó en el suelo, le acerqué una pequeña caja de herramientas y la puse a un costado, y enseguida tomó una daga para abrir una herida sobre la palma de su mano. Mañana sería un día importante, así que sin pensarlo me senté a su lado y le ofreció también mi mano. Él entendió enseguida porque el ardor del corte llego de pronto y la presión sobre la herida para que la sangre saliera empezó a escocer.

 

— Puedes estar tranquilo por mí.

 

Estuve contemplando mientras la sangre caía. La forma en la que trabajaba era verdaderamente hermosa. Su rostro estaba inmutable, era preciso en sus movimientos mientras tocaba cada rincón de las armaduras. Se entregaba tanto y entendía que sus sentimientos estaban plasmados en aquello.

 

Podía sentir tanto amor mientras reparaba la mía.

Y había un inmenso amor también para la armadura de Aries.

No conocía aún a quién pudiese portarla después de haber sido portada por Shion, pero a diferencia de mis sentimientos, los de Shion fueron completamente puros. Espero que cuando el nuevo caballero aparezca sepa que esta noche, antes de amarnos con locura, nos dedicamos a sanar la armadura de Aries.

 

— Estas muy callado Dohko.  —

 

— Me gusta verte. — Una vez que Shion empezaba a hablar, significaba que el momento de concentración había pasado. Dejé inmóvil mi muñeca esperando a que se hiciera la primera costra de la herida, pero Shion enseguida me extendió una tela.

 

— Cúbrela. Ya no necesitaré más.

 

— ¿Están casi listas?

 

— La tuya sí, la de Aries demorará un poco más de tiempo, pero la estaré revisando después. — Un poco más íntimo me decidí a recargar mi nariz en su hombro, Shion olía maravilloso, me dejé hechizar por él y deslicé mi nariz hasta su cuello… y después rocé su piel con mis labios. — ¿Ya no puedes esperar más?

 

— Pasa de media noche. ¿No he esperado suficiente?

 

— Hemos…

 

— Pues hagamos algo al respecto. — Y lo hizo. Giró su rostro y atrapó mis labios.

 

Y todo estuvo decidido.

Mis manos se escurrieron hacia su cintura.

Introduje mis dedos bajo su pantalón y me aferré a su pelvis para levantarlo sobre mí mientras se deshacía de su camisa.

Retiró también la mía y nos estremecimos.

Podía sentir sus pezones erectos rozando mi pecho cuando se acercaba demasiado.

Respirábamos agitadamente.

Empezaba a llamarme por mi nombre mientras quedábamos completamente desnudos.

Susurré a su oído el suyo cuando mis manos separaron delicadamente ambas nalgas y con mi dedo índice indagué en su interior.

 

— Hazlo ya....

 

Lo pidió y obedecí.

Su cuerpo fue mío toda la noche. Nuestros cuerpos sudaban, pero jamás me separé de él y él estuvo en todo momento a mi lado, aferraba sus piernas a mi cintura para ser levantado y depositado en la cama y mientras le embestía, atacaba sin control al tigre en mi espalda.

 

Lo hizo sangrar, pero a mí me excitaba todo él.

Terminaba corriéndome en su interior y suspiraba extasiado cuando él también se corría entre ambos. Aquello había sido una inmensa batalla; Sangre de las heridas abiertas, semen y sudor, el elixir del amor.

 

La última vez de aquella noche nos aferramos uno al otro, hasta el amanecer.

Me había quedado completamente dormido, pero algo me dice que aquella noche Shion no pudo conciliar el sueño, lo sé porque él jamás era el primero en despertar, pero para cuando abrí los ojos, él ya estaba completamente listo. Llevaba algunos anillos en las manos el cabello alborotado lo había acomodado lo mejor posible y las prendas blancas, inusuales en él, le hacían ver como un dios.

 

— Dohko, tenemos que irnos… — El movimiento en la cama terminó de despertarme. Despertarme de mis pensamientos. Le miré con insistencia y agregó. — Me han dicho que tengo que llevar esto puesto. Ya sabes…, es lo propio.

 

— Me gusta cómo te ves.

 

— ¿No crees que la armadura me quedaba mejor? — Pero enseguida fue consciente de sus palabras. — No, quise decir eso.

 

— Lo sé, lo sé… Shion ¿Puedes esperarme? Tomaré una ducha rápida… y podremos irnos.

 

— Si te espero. Tienes que ir con tu armadura, la he dejado ya lista para que puedas usarla.

 

— Gracias. Lo hago enseguida. — Estaba ansioso, corrí desnudo hasta el baño, la ceremonia merecía una ducha a consciencia así que hurgué entre los jabones de Shion para quedar lo más presentable. Salí completamente mojado, iba a ponerme la ropa descuidada del día anterior, pero Shion negó enseguida y me dio ropa nueva.

 

La vestí sin reclamo porque era un regalo suyo.

Vestí mi armadura e hice una pequeña reverencia.

 

— ¿Qué haces, loco?

 

— Estoy entrenando. Para la ceremonia. — Apenas dije aquello golpeó mi pecho con su cabeza. — Atrás Carnero, no es digno de un patriarca golpearme con la cabeza.

 

— Jajaja... eres un bobo.

 

— Lo sé Shion, lo sé. — Y tras aquello, terminamos de juntar sus cosas y salimos en dirección a la sala del patriarca, para la ceremonia y al llegar, dieron la indicación a Shion para que pasara a una de las salas traseras, como caballero de confianza le acompañé y rompimos completamente le protocolo, pero ¿Quién iba a detenernos? El santuario estaba completamente dolido, como para generar conflicto por aquellos detalles.

 

Dejé la caja con sus pertenencias en una de las habitaciones y lo observé colocarse algunos amuletos, de oro, al cuello. Lo ayudé con las hombreras y acomodé su cabello cuando por fin colocó el casco dorado sobre su cabeza.

 

— Ahora sí, tengo que marcharme, no es correcto que esté aquí.

 

— Sí, espero verte antes de que partes.

 

— Claro. — Caminé hacia la salida.

 

— En serio, avísame antes de que te marches.

 

— Confía en mí. — Abrí la puerta y me dirigí a la sala de ceremonias. Y ahí, en fila con los pocos caballeros que quedábamos, vi salir al nuevo patriarca, con la máscara oscura que impedía ver lo perfecto de su rostro.

 

Ya sabía yo que después de aquello, Shion me parecería inalcanzable.

Tal cual me lo había pedido, después de la ceremonia le informé que me retiraba.

Ambos hubiésemos esperado que fuese de otra forma, pero no había habido oportunidad de nada. Simplemente me pidió que me cuidara y le mantuviese informado.

 

Y así lo hice.

Llegué a instalarme en la cabaña de la montaña, a ver pasar el tiempo lentamente.

Lo hice sin esperar nada, pero a apenas semanas del ascenso de Shion… su cosmos invadió los cinco picos.

 

Le esperé asombrado en la punta de la montaña.

Y le vi. Cubierto completamente con una capa humilde. Se bajó la capucha y me sonrió.   

 

— ¿Qué? Parece que has visto un fantasma.

 

— No creí cuando dijiste que vendrías.

 

— Ya lo sabía, pero mírame, estoy aquí y tengo algunos días para estar contigo. —

 

— Shion, siempre tan honorable. —

 

Pensé que estábamos destinados a separarnos, pero no fue así y no lo será. Aunque el tiempo pase, aunque una nueva guerra se acerque, el saber que estará a mi lado me da fuerza para todo lo que viene.

 

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Notas finales:

Besos ♥ 


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