CAPITULO 1:
REENCUENTRO
El anochecer se acercaba impaciente mientras el naranjado cielo se iba destiñendo en la oscuridad. La luna iba mostrando su circular figura en el cielo. El chico de cabello oscuro estaba sentado en el escritorio de su habitación junto a la ventana, sus ojos verdes como los de su padre estaban concentrados en el pergamino y en la pluma en su mano. Un fuerte sonido se escuchó y su hermano James apareció de un portazo en el lugar.
- Al, dice mamá que bajes a ayudar con la cena, de inmediato –vacilo el chico con tono indiferente pero de urgencia.
- Estaré allí en un momento, tengo que terminar esto primero –respondió de manera cortante y sin apuros, mientras su hermano abandonaba el lintel de la puerta dejándola entreabierta.
Albus termino de escribir la carta para su amigo, la puso dentro de un sobre y fue hasta su armario a tomar algo de ropa para cambiarse. Los días previos había contraído una fuerte gripe que lo había dejado en cama por tres días, el chico se había negado a ir a San Mungo ya que no le gustaba frecuentar lugares repletos de gente enferma por un simple resfrío. Su abuela Molly le había hecho llegar un remedio casero que lo había mejorado en su mayoría, repeliendo síntomas pero sin poder acabar con el cansancio físico provocado por la enfermedad.
Se dirigió hacia la cocina donde se encontraba su madre controlando el horno mientras el elfo domestico Kreacher revolvía una pequeña olla de lata. El chico fue directo hacia la ventana donde reposaba en su jaula la lechuza de James. La despertó con unos ligeros golpecitos de su sobre y le dijo dónde iba dirigido. El animal inmediatamente alzo vuelo y se perdió entre las alturas.
Cuando estuvo lista la comida, el mediano de los Potter ya había puesto la mesa y se encontraba sentado a la izquierda de su hermana menor la cual jugaba con un pequeño aparato que simulaba voces cortesía de Sortilegios Weasley. Su hermano se encontraba apuntando con su varita mágica a la estufa tratando de encender un pequeño fuego aunque solo salían chispas amarillas de la punta.
- Papá no vendrá a comer? –Consultó la pequeña mientras su madre servia la cena en los platos con un movimiento de varita.
Albus sabía que su padre casi nunca llegaba a cenar cuando sucedían imprevistos en los cuarteles generales de aurores del ministerio.
- Quizás llegue un poco tarde esta noche, cariño, han surgido inconvenientes y su padre –mirando en general- ha tenido que ir a controlar una situación imprevista. Estará aquí para el cumpleaños de Al –lo aseguro mirando a su hijo con mirada dulce y complaciente.
Mañana era su cumpleaños y había escrito, con permiso previo de su madre, una carta a Scorpius invitándolo a pasar sus últimos días en casa junto a él. Al otro día debía ir con su padre a retirar de la tienda su nueva varita mágica, el año anterior la bruja descendiente de Voldemort, Delphi había roto por la mitad; además de comprar libros e instrumental para su quinto año en el colegio. Su madre había concurrido con sus hermanos mientras él estaba en cama y Kreacher lo vigilaba.
El señor Ollivander como favor para con su padre que lo había rescatado del cautiverio al cual lo había sometido el Señor Tenebroso, le iba a confeccionar una varita especial para Scorpius y para él por semejante valía al evitar el nuevo alzamiento de la oscuridad. Además había enviado una serie de preguntas a ambos chicos para determinar que sería lo más conveniente a realizar para ellos. Las preguntas, según pudo discernir el chico no tenían nada que ver una con la otra y planteaban situaciones súper extrañas; una le había llamado poderosamente la atención: “¿Con quién irías en una travesía en un bosque oscuro en medio de la noche?” La respuesta le había llegado sin titubeos y había colocado el nombre de su mejor amigo. Lo curioso es que podría haber elegido a su padre o madre para que los protegiera en ese terrorífico entorno, pero la verdad ninguno le brindaba la seguridad como lo hacía el rubio.
Cuando terminaron de cenar la lechuza llegó con un mensaje, pero que iba dirigido a su madre. Ginny tomó el papel, lo leyó atentamente mientras Albus terminaba de levantar los platos con el elfo doméstico.
- Al, el señor Malfoy me ha notificado que el día de mañana irá junto a Scorpius al Callejón Diagon a realizar la compra de útiles y se encontrará contigo y tu padre en la tienda de varitas. –miró de nuevo para corroborar que estuviera diciendo lo correcto y continuo- Luego Scorpius vendrá con nosotros a casa e irán juntos a King Cross. Además, espera que te hayas recuperado de tu resfrío. – Añadió medio extrañada.
- Estupendo mamá, iré a limpiar mi cuarto así está en condiciones para cuando Scor este aquí –su madre asintió dulcemente y se retiró hasta la escalera y volvió precipitadamente –Kreacher, ¿me ayudarías a acomodar mi ropa por favor?
No tuvo que rogar mucho, el elfo estaba encantado de ir a ayudarlo. Albus era el único de los tres hermanos que lo trataba con respeto en la casa; además que según su padre, como su habitación perteneció a Regulus (también de Slytherin al igual que él) Kreacher lo consideraba un honor y en cierto punto superior a sus familiares por pertenecer a la casa de la serpiente.
A la mañana siguiente el chico despertó con el sol en la cara, lamento rotundamente la noche anterior haberse olvidado de correr las cortinas. Se puso las pantuflas y se propuso bajar hacia el comedor donde seguro le esperaba el desayuno, antes de salir dio media vuelta y se sorprendió lo impecable que había quedado su habitación, la iluminación lo hacía notar y el verde y plateado de su decoración resplandecía. Hoy por fin se iba a reencontrar con su mejor y quizás único amigo; esto lo tenía impaciente e incluso temeroso, desde que se despidieron al finalizar el curso habían intercambiado cartas todas las semanas contando anécdotas diarias como variadas; Scorpius había pasado las vacaciones principalmente en casa de sus abuelos paternos y había aprovechado a disfrutar el aire del campo en donde residían lejos de la ciudad. Por alguna razón el muchacho creía que luego de todo lo sucedido su amistad con el rubio había pasado de un simple cariño y amistad a algo más profundo que no sabía bien como describirlo. Se tensaba y temblaba de solo pensar en su amigo, sus ojos grises como el clima nublado, su piel tensa y blanquecina, así como su pelo rubio casi albino.
Cuando se hubo asomado a la cocina su madre, sus hermanos y su padrino Teddy lo esperaban con una torta de cumpleaños y vítores. Les agradeció incómodamente, odiaba que le canten el feliz cumpleaños pero no quería menospreciar la muestra de cariño. Su madre le daba besos en las mejillas y la frente, no paraba de repetir que ya era un niño grande; por un momento le pareció que esa mujer era su abuela Molly. Su hermana le dio un abrazo por el costado y su hermano un golpe en la espalda a modo de felicidades.
Teddy llevaba su pelo azul hasta los hombros que combinaba con su vestimenta casual, le sonrió y le entregó una pequeña caja. La abrió y se encontraba un pin plateado con una pequeña gema verde, era un pin para su morral, con eso solo su legítimo dueño podría abrir la bolsa. Le agradeció mucho y comenzó a buscar a su padre con la mirada, a lo que su madre noto y comentó que estaría esta noche en la madriguera sino se las tendría que ver con ella por faltar al cumpleaños de su hijo. El chico sonrió al imaginarse el miedo que le tenía a su madre y como reaccionaria al verla enojada.
Pronto desayunaron y le informaron el cambio de planes, ante la ausencia de Harry su padrino lo iba a escoltar a comprar sus útiles escolares y luego volverían con Scorpius. Al nombrarlo a Albus le hirvió la cara y su corazón se agito, tomo el vaso de jugo de calabaza y se lo bajó de un sorbo. Pronto, luego de una ducha y un cambio de ropa ya estaba listo para ir de compras. La sorpresa que se llevó el muchacho al saber que se iba a tener que aparecer con su padrino en el callejón, ya que a este no le gustaba ir en transporte muggle.
Los pulmones se le habían quedado sin aire y parecía que todo el mundo colapsaba por unos segundos, y luego toco tierra otra vez. Abrió los ojos y se encontraba en una pared de ladrillos ordinaria. Teddy tomó su varita y toco un ladrillo sin nada especial en su característica y pronto toda la pared se revolvió dando lugar a la entrada del callejón.
Aun algo mareado avanzaron por el callejón hasta llegar a la tienda de Ollivanders, el muchacho planto sus ojos verdes como los de su padre en la vidriera y puso especial atención en los diferentes diseños exhibidos mientras esperaba la llegada de su amigo. Teddy mientras había ido con su lista a las diferentes tiendas a comprar lo demás de la lista.
De pronto una sombra detrás apareció dándole un gran susto al chico, luego del pequeño grito ahogado de este le siguió una risotada de su agresor. Cuando se tornó para ver quién era; un chico rubio con una sonrisa mágica apareció de frente.
- Que gran susto te pegaste Albus –dijo con risueño y mirando como el muchacho estaba atónito frente a él, no sabía si era por el susto o qué es lo que lo había dejado casi petrificado pero notó una leve diferencia en la mirada de su amigo hacia él; le pareció incluso hasta tierno.
- Maldito idiota –contesto el chico que había salido de su leve trance ante, su cara estaba calurosa y sus orejas rojas.
- Bueno, discúlpame –fingió sentirse ofendido- ¡Es un gusto volver a verte amigo! Veo que has crecido, venga ese abrazo –se le tiro encima, Albus cedió ante el abrazo y se lo devolvió con la misma energía.
- No vuelvas a asustarme así –amenazo con una sonrisa el morocho- me pone contento verte, estas más alto –observo, pero no pudo repetir en palabras lo atractivo que se había vuelto Scorpius durante el verano. La remera manga larga que llevaba estaba ajustada al cuerpo y sobresaltaba el buen estado físico del muchacho. Sin embargo no se atrevió a comentarlo.
- Gracias –dijo alegre y se subió el pantalón tipo bombilla color mostaza que llevaba- Feliz Cumpleaños Al –finalizó con una sonrisa encantadora.
- Te lo agradezco, luego veremos cuál será nuestro itinerario –el chico sentía que se iba a desmayar ante tremendo chico que tenía en frente, se sintió confundido e inmediatamente se lo atribuyo al tiempo que habían pasado lejos uno del otro.
Conversaron apoyados frente a la vidriera, Albus le comento que su padre tenía trabajo y que en su lugar su padrino Teddy lo había acompañado y que su madre se había quedado acomodando los equipajes de sus hermanos. Scorpius escuchaba atento todo lo que decía su amigo, su mirada se posaba en sus llamativos ojos verdes e seguidamente bajaban hasta sus finos labios. El rubio dijo que su padre estaba comprando sus cosas y le había autorizado para venir a su encuentro, le contó que había estado de vacaciones en el campo de sus abuelos y que había comenzado a salir a correr por las tardes, ya que amaba el anaranjado atardecer.
Desde tiendas distintas aparecieron sus adultos responsables, se saludaron cortésmente y se dirigieron al interior de la tienda.
El lugar se veía algo más amplio que la última vez que lo habían visitados los muchachos, se había ampliado no solo de ancho sino de largo. Las estanterías rebozaban en cajas de varitas mágicas y una línea de polvo grisáceo las cubría levemente. Draco Malfoy se adelantó y toco la campanilla levemente. Desde el fondo apareció un anciano de cabello gris y ojos casi nublados junto a un joven de aspecto delicado de cabello caoba y ojos grises. Ollivander los saludo muy agraciadamente y se lamentó que Harry no pudiera haber concurrido. Les presentó a su nieto y asistente Garrick Junior, que resultó haber sido compañero de Teddy cuando iba a Hogwarts. Luego de saludarse el chico se hizo a un lado junto a Albus y dio pie a que su abuelo comenzara con la “ceremonia” de selección de varita. Albus vio como el anciano se iba hacia la parte de atrás a buscar lo que él pensaba eran las más adecuadas para los dos amigos. En una vista rápida hacia su izquierda y noto como Junior le sonreía al mismo tiempo que le guiñaba un ojo, esto lo hizo estremecerse sus orejas ardieron. Ignoro lo ocurrido y poso su mirada en Scorpius que conversaba con Teddy muy alegremente recién descubriendo que eran primos segundos, mientras que su padre los miraba calladamente sin decir ni una palabra.
El viejo volvió con dos cajas muy elegantes forradas en terciopelo purpura. Las destapo e hizo que los candidatos se aproximaran a la mesita.
- Muy bien, muy bien. Creo que me he superado a mí mismo con estas dos varitas –se felicitó el anciano- como sabrán quise hacer unas varitas exclusivas y pensadas en ustedes, por tal motivo envié la serie de preguntas. Resulto curioso encontrar que ustedes complementan muy bien con el otro –Scorpoius enarco una ceja soltando una risita mientras Albus miraba hacia abajo incomodo.
El primero en obtener su varita fue Scorpius, madera de tilo plateado con nucleo de pluma de fénix y veintinueve centímetros y medio de largo. No tenía mango y se la veía muy elegante. Una pequeña decoración al parecer algo quemada dejaba ver un ocho donde este puede apoyar el dedo. Cuando la tuvo en sus manos esta largo chispas doradas y el fabricante concluyo que era perfecta. El señor Malfoy se veía orgulloso debido al comentario del anciano que casi no hay varitas de esa madera por su escás y la destreza que requiere crearla. Luego se dirigió hacia el morocho, dictaminó que le había confeccionado una varita con el mismo núcleo que su amigo, con treinta centímetro y cuarto, pero con madera de sauco, explicando que guarda magia extremadamente poderosa y no dudaba que el hijo de Harry Potter pudiera dominarla. Cuando el chico la tomo por el mango con aspecto un calor le recorrió el brazo, se sintió por un instante embriagado, la varita brillo en su punta y soltó unas chispas. Pudo notar que en el centro del mango había un ocho a modo de decoración pero de manera horizontal.
Junior se acercó y les recibió los siete galeones a cada uno en forma de pago, le sonrió nuevamente de manera casi tan cautivadora como Scorpius y les deseo buena suerte en el año escolar. “Espero verte pronto” sonó cerca del chico Potter. Lo que le pareció sumamente extraño y salió despedido de la tienda.
El señor Malfoy despidió a su hijo con un beso en la frente y comentó que su equipaje ya había sido enviado al número 12 de Grimmauld Place, prosiguió a estrecharle la mano a Ted y luego a Albus y le deseo un buen comienzo de año.
Ted se fue hasta el caldero chorreante a beber algo mientras los adolescentes tomaban un helado en la Heladería Florean Fortescue.
El morocho notaba como Scorpius se había puesto algo tenso luego de acabar velozmente su helado, se tornó hacia un costado y saco una pequeña bolsa de cuero tendiéndosela al muchacho.
- Feliz cumpleaños Al, espero te guste –dijo de manera risueña y timida mientras el chico agarraba la bolsita –lo mande a hacer hace un mes.
- Wuao –dijo impresionado el cumpleañero, sostenia en su mano un brazalete con la letra “S” colgando –me regalaste una pulsera bellísima con tu inicial, háblame de vanidoso –bromeo con una risa nerviosa.
- Al, es un brazalete de amistad, es mágico y se dice que mientras más unidos estén los que los llevan –mostro su brazo corriendo la manga larga y mostro uno igual pero con la letra “A” en su muñeca- más protección brinda. Espero que te guste.
- Me encanta, es muy atento de tu parte, ahora no voy a dejar de pensar en vos –bromeo aun sabiendo que era completamente cierto.
Los chicos siguieron poniéndose a tema sobre sus vacaciones y chimentos de sus compañeros de colegio, Scorpius pregunto en un momento como estaba Rose pero su primo se limitó a decir “bien, con sus libros, seguramente la veamos esta noche en la madriguera”. Albus le mostro el pin que le regalo su padrino, el cual ya estaba colocado en la tapa de su morral, cuando el rubio lo quiso abrir una pequeña fuerza le repelió la mano del lugar. Estaban asombrados.
- Estoy seguro que somos unos perdedores, pero al menos nos tenemos el uno al otro –comento finalmente Scorpius con aire festivo.
- Concuerdo, vamos a buscar a Teddy porque si nos atrasamos para ir a casa de mi abuela y se le enfría la cena seremos unos perdedores sin cabello –bufoneo mientras se levantaba de la silla con su “S” colgándose de la muñeca.