Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Madre de los Príncipes de la Calamidad. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 89]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Después de una larga ausencia, regreso y con una nueva historia. He de admitir que no soy tan activa por aquí, pero intentaré prestarle tanta atención como en las demás plataformas. Sin más que decir, les agradezco que hayan tomado su tiempo para leer esta historia.

Notas del capitulo:

Como en mis ratos de ocio me la paso leyendo/viendo obras del género Isekai, se me ocurrió hacer una propia. Ahora si, comencemos...

Inuyasha tenía una vida sencilla, no le faltaba nada pero tampoco le sobraba. Trabajaba en una pequeña tienda de conveniencia para pagarse sus estudios y su manutención. Al ser huérfano, no tenía quien le ayudara y se había acostumbrado a ser independiente. Trabajaba con empeño y estudiaba con dedicación, mantenía su beca y su trabajo con sus propios esfuerzos. Tenía una vida equilibrada que supo sobrellevar bien. Pero la rutina diaria a veces podía traer sus tropiezos y ese día soleado en particular, tenía uno muy grande.


Mientras Inuyasha estaba en su cama estudiando un libro, algo fantasioso pasó. Al pasar a página, Inuyasha vio un círculo raro formarse en la cama. Un círculo con algunos extraños símbolos dibujados que iluminó la pequeña habitación de su hogar y antes de que pudiera hacer algo, una luz cegadora lo hizo cerrar los ojos. Mientras mantenía los ojos cerrados, logró escuchar un gran vitoreo y una masa agitada. Sin entenderlo, abrió los ojos lentamente. Pero, ya no estaba en su habitación y estaba rodeado por criaturas extrañas. Seres parecidos a los vídeo juegos de formato RPG, lo rodeaban y aclamaban por él. Aún conmocionado, una bella mujer de largo cabello azabache y de orejas largas puntiagudas, se paró frente a él y con un bastón que traía en su poder, le tocó el mentón. La pequeña esfera violácea del bastón estaba fría al tocar su rostro, pero estaba demasiado estupefacto como para emitir una palabra.


El lugar parecía un viejo castillo sacado de un vídeo juego de héroes y mazmorras, las criaturas de diferentes formas también pertenecían a un ambiente así. La bella mujer de ropas demasiado reveladoras, parecía ser un NPC de ese tipo de juegos. Estaba seguro de que estaba soñando con el último vídeo juego que había aparecido en exhibición. Finalmente, la mujer le dio la espalda a Inuyasha y encaró a la multitud eufórica. Alzó los brazos aún sosteniendo su extraño bastón.


—¡Hermanos míos, escuchen mis palabras!. —La mujer gritó y todo el que le oyó guardó silencio. Inuyasha aún se mantenía callado y asustado ante lo que sus ojos veían. —¡Yo, una fiel seguidora del Rey Demonio, he cumplido mi misión de vida! ¡He invocado a la Reina de la Calamidad del otro mundo!.


Una vez más, el ambiente bullicioso regresó. Todos repetían lo mismo: ¡La profecía será cumplida! ¡Los Príncipes de la Calamidad surgirán!. Inuyasha en un acto de valor, decidió cuestionar lo que ocurría a su alrededor. Pero, antes de hacer o decir algo, las grandes puertas tras los extraños seres, se abrieron mostrando a uno más. Inuyasha pudo ver a un hombre bien parecido; quién portaba una armadura de hierro, adornada con púas del mismo material y de colores llamativos. Portaba con orgullo una extraña piel lanuda sobre sus hombros en color blanco y una espada de aspecto peligroso en su cinturón. Inuyasha pudo sentir en ese extraño hombre de extrañas marcas en el rostro y orejas puntiagudas, una gran esencia intimidante. Ni siquiera fue capaz de sostenerle la mirada. El hombre se veía altivo y poderoso, además de gallardo y valeroso. Al haber entrado, todos guardaron silencio y lo reverenciaron. Inuyasha vio como la bella mujer de antes, se inclinaba hacia el hombre recién llegado para mostrar sus respetos.


—Mi señor, he logrado completar el ritual de invocación. He logrado invocar a la humana que dará a luz a los Príncipes de la Calamidad.


Dicho eso, todas las miradas se enfocaron en Inuyasha quién tras analizarlas, logró entender muy poco. Según había entendido, esas personas extrañas eran las culpables de que estuviera en esa casi increíble situación y no solo eso, ellos creían que se trataba de una mujer. Claramente, Inuyasha no tenía un cuerpo lleno de músculos o un exceso de vello facial que sería el estereotipo de hombre, pero era notable que él no era una mujer. Sus facciones no eran delicadas y su voz no era aguda, su cuerpo era delgado más no delicado. Él no tenía nada que lo confundiera con una mujer, simplemente le faltaba un poco más para que sus facciones se endurecieran y dejaran en claro que no era y jamás sería una. Inuyasha tras la primera impresión, se levantó del suelo en el que había estado sentado desde que apareció y encaró a esas atemorizantes personas.


—Esperen un momento. No sé si no lo notaron, pero soy un hombre. —Las caras de sorpresa hicieron que Inuyasha se ofendiera y cruzara sus brazos. —Espero que me puedan explicar en donde estoy y que es lo que quieren.


—Soy Kagome, la hechicera bajo el mando del Rey Demonio y yo fui quién te invocó. —Kagome se acercó a Inuyasha y con su bastón, tocó su pecho plano y tanteó la zona. Volteó a ver al hombre de largo cabello blanco platino que se había mantenido en silencio desde que llegó. —Creo que algo ha salido mal, mi señor. Él está diciendo la verdad.


Mientras Kagome se arrodillaba frente al círculo que aún estaba pintado en el suelo para analizarlo, el llamado Rey Demonio se acercó a Inuyasha y lo tomó del mentón. Hizo que el adolescente virara el rostro de un lado al otro, verificaba si sus palabras eran verdaderas. Su ceño se frunció ligeramente al darse cuenta de la verdad. La invocación realizada había traído a alguien equivocado. Inuyasha se había tensado en el momento que sentía las garras del Rey Demonio tocar su rostro con tanta facilidad. Sentía que algo tan delicado como su rostro, podía ser hecho pedazos con esas pronunciadas garras. Sin embargo, Inuyasha había sido hipnotizado ante esos ojos oro fundido que poseía el Rey Demonio. Eran tan bravos y llamativos que no había dejado de mirarlos, que sostuviera su rostro sin dejar de mirarlo fijamente, no era de ayuda.


Kagome encontró el error, un dibujo faltante en el círculo de invocación había causado el alboroto. Los demás demonios se habían dispersado, solo la hechicera y el Rey Demonio permanecieron en esa gran sala acompañando a Inuyasha. Después de mucho investigar, la dama hechicera volvió a tomar la palabra.


—He cometido una falta imperdonable, lo pagaré con mi vida. —La hechicera se puso de rodillas. —Aceptaré mi muerte con honor.


—¡Alto, no necesitamos llegar a esos extremos! ¿No pueden simplemente enviarme a casa y reintentarlo?. —Gritó Inuyasha al ver tan bárbara acción.


Según parecía, Inuyasha estaba en un mundo extraño. Lo que la hechicera le había explicado, le hizo llegar a esa conclusión. En ese lugar tenían costumbres extrañas y una profecía que anunciaba que un viajero de otro mundo traería al mundo a los Príncipes de la Calamidad para que destruyeran a los humanos de ese mágico mundo. Dichos príncipes, harían alusión a su nombre y traerían calamidades al mundo para llevar a los demonios a la supremacía. Porque los humanos y los demonios estaban en guerra, prácticamente desde siempre. Y los humanos tenían la ventaja, con ayuda de los magos, ellos podían usar la magia y crear artilugios con ella. Mientras que los demonios debían usar la fuerza bruta y sus propios poderes. Eran batallas desiguales que ocasionaban perdidas para ambos bandos. Pero, con la llegada de las calamidades, los demonios ganarían ante los humanos y obtendrían el dominio del mundo. Sin embargo, el conjuro hecho por la hechicera había fallado y en lugar de traer una mujer que daría a luz a esas armas vivas, había traído un hombre que no sería capaz de dicha tarea.


—¿Puedes hacerlo?. —Habló finalmente el Rey Demonio. Tanto Inuyasha como la hechicera temblaron ante eso.


—Es más fácil que logre hacer parir a este hombre que abrir otro portal. Los ingredientes que usé son difíciles de encontrar, con tan solo los cristales oscuros es una tarea imposible. Solo aparecen en las grutas humanas y realmente son escasos. Muchos murieron por traer un par solamente.


—Entonces hazlo. Haremos lo que podamos con lo que tenemos.


El Rey Demonio se marchó tras dar su orden. Inuyasha sabía que estaba en problemas, la hechicera solo se marchó murmurando un par de palabras inentendibles. Resignado, Inuyasha empezó a buscar la manera de escapar del lugar. No iba a quedarse en ese lugar lleno de personas raras, no si quería mantener su cordura. Por esa razón, atravesó una gran puerta que daba al patio del castillo. En el lugar había muchos seres, algunos eran la servidumbre y otros poseían armaduras de batalla que daba a entender su posición como guardias. Inuyasha pudo ver la variedad en ellos, algunos eran deformes u completamente antropomórficos. Otros solo tenían orejas puntiagudas, cuernos, colas o colmillos. Algunos parecían humanos, pero estaba seguro de que no lo eran. Y cuando lo veían pasar, solamente lo reverenciaban o saludaban poniendo la mano en su pecho con una ligera inclinación. Al ver eso, Inuyasha solo había huido para seguir buscando una salida. Después de un rato caminando, pudo ver como el sol empezaba a ocultarse.


Antes de que Inuyasha doblara por una esquina desesperado por no encontrar una salida, la hechicera de nombre Kagome apareció ante sus ojos. Ella traía en sus manos un extraño frasco de color extraño y aspecto dudoso. Inuyasha estaba seguro de que eso no era comestible y que posiblemente era nocivo para la salud. Pero la mujer de ropas provocativas se veía bastante cansada y feliz con esa cosa de extraña procedencia.


—Me tomó todo el día, pero logré hacerlo. —Habló para sí misma. —Acabó tu descanso, es hora de ir ante nuestro señor el Rey Demonio.


Inuyasha no pudo protestar, la mujer lo arrastró con ella y su fuerza sobrehumana no pudo ser imitada por él. Después de recorrer varios pasillos de ese inmenso lugar, llegaron a un salón en el que un gran trono de piedra se alzaba orgulloso. Un lugar de aspecto medieval y atemorizante a la vez, pensó Inuyasha en ese momento. Lo que más destacaba del lugar era el elegante demonio que descansaba en dicho trono. El hombre de vestiduras blancas y expresión severa, mejor conocido como el Rey Demonio. Inuyasha aún se sentía intimidado por él. Pero toda queja murió en sus labios en cuanto la hechicera empezó a hablar.


—He preparado la poción, mi señor. Espero que esto lo haga perdonar mi falta. —La mujer se postró ante su rey. Inuyasha se quedó parado sin saber que hacer, el demonio mayor lo miraba con detenimiento.


—Hazlo. —Contestó el gran señor en respuesta.


Inuyasha empezó a retroceder en cuanto vio a Kagome acercarse a él con ese extraño líquido. Algo lo hacía saber que lo obligarían a beberlo y no quería. De un momento a otro, la hechicera lo tenía contra la pared y sosteniendo su cuello con fuerza. Estaba siendo sujetado a tal punto que empezaba a faltarle el oxigeno y forcejear no ayudaba en nada. Abrió la boca tratando de respirar, la mujer aprovechó para obligarlo a beber del extraño frasco y una vez recorrió su garganta, Inuyasha sintió que vomitaría. Kagome no permitió que Inuyasha escupiera el líquido que le había obligado a ingerir, cubrió su boca hasta que dio por sentado que lo había bebido completamente.


Después de la horrible sensación de ese extraño menjurje recorriendo su garganta, Inuyasha empezó a toser hasta caer sobre sus rodillas. Se sostuvo con sus manos y siguió tosiendo con el desagradable sabor aún en su paladar. Cuando pasó el efecto, empezó a sentirse acalorado. La respiración del viajero de otro mundo empezó a acelerarse y su cuerpo se sentía tan caliente que solo deseaba retirarse la ropa para tratar de ventilarlo. Segundos después, Inuyasha se dejó caer al suelo. Se sentía excitado, demasiado quizá. El adolescente ya estaba gimiendo en el suelo presa de una extraña pasión que carcomía sus sentidos y con su vista nublada por el placer creciente, Inuyasha vio como el Rey Demonio lo alzaba del suelo y lo llevaba lejos de ese lugar. No sabía que estaba pasando, pero tenía miedo. 


Continuará...


 

Notas finales:

¿Que les pareció? Trataré de actualizarlo para que vaya a la par con el de wattpad. De nuevo, gracias por leer mi historia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).