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Vida domestica por BlackPhilip

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Notas del capitulo:

Fictober 2020 Día 3: "¿Tú hiciste esto?"
- Sé que ya es 4 de octubre, pero no había tenido tiempo de subirlo, perdonen por incumplir una de las reglas principales de esta actividad
-Es la primera vez que escribo algo similar.
-Ooc
-Me odio por escribir esto.

Cuando pensaba en todos los eventos trágicos en los que había estado envuelta su vida, la idea de estar sentado en esa mesa le parecía extraña. Legosi ayudaba a preparar el desayuno mientras él debía centrarse en los asuntos del conglomerado de cuernos.

¿Por qué pasaba aquello?

El desprecio que sentía por ese carnívoro, el odio que sentía cuando trataba de contenerse para no lastimarlo, la bizarra amistad que se fecundó durante las peleas, vínculos físicos, y una extraña necesidad de estar cerca el uno con el otro. Al final de tal extraña suma, el resultado era eso: una vida cotidiana juntos, una rutina.

La misma pesada sensación del estrés carcomiendo sus hombros todos los días.

El olor de comida cocinándose.

El ruido de las pisadas de Legosi.

El crujido de una pequeña quijada masticando cereal.

Una pequeña quijada.

Prestó toda su atención a la niña en la mesa. Era una pequeña gata de pelaje negro, tan brillante y sedoso que destellaba junto a los rayos del sol. Se llamaba Hikaru, y llevaba más de tres años comiendo en esa mesa con ellos. La felina le devolvió la mirada con su único ojo azul. Del otro no quedaba más que una cicatriz grisácea. Tristemente eso era lo más notorio en su rostro, pero su cuerpo estaba cubierto de otras marcas. Tan sólo seis años, y ya estaba estigmatizada de por vida.

La vida doméstica nunca le pareció una idea lejana, después de todo, Azuki y él habían sido comprometidos desde muy jóvenes y ambas familias esperaban cachorros que heredaran sus legados. Pero eso era diferente, una familia conformada por un ciervo, un lobo y una gata se alejaba de su idea convencional.

Cuando el presidente del conglomerado adoptó a esa frágil criatura, el asunto llegó rápido a toda la ciudad y nuevamente, cómo si la empresa estuviera maldita, tuvo a la prensa encima de él, deseosos de conocer el motivo de tal evento. Afortunadamente, la "conmovedora" noticia del rescate de esa alma necesitada fue olvidada al tiempo y las cosas volvieron a esa normalidad frágil.

Louis sabía que él jamás se hubiera conmovido por la situación de la pequeña, estaba acostumbrado a ella, había crecido con aquella miseria, respirando a su alrededor de él. Pero Legosi era una historia diferente. Vio a esa niña moribunda y le pidió (imploró) que la tomara en su custodia.

Y de esa forma había terminado ahí, criando y educando a una niña junto al lobo con el que vivió toda clase desventuras.

Ciertamente, aprendió a querer a esa temblorosa cría. Domesticar felinos siempre había sido una extraña habilidad en él.

La risa de Hikaru lo trajo de vuelta a la realidad. Legosi había estado jugando con ella. Debían mantenerla ocupada y concentrada pues al igual que muchos felinos jóvenes, tenía una energía abrumante. Entretenerla la alejaba de cualquier problema que pudiera causarle a Louis.

Ellos dos seguían comiendo el desayuno, Louis casi nunca los acompañaba, pues su mente debía concentrarse en el conglomerado la mayoría del tiempo. No era que no estimara a su extraña familia, simplemente debía permanecer enfocado, era lo que su padre hubiera deseado. Quien podría saber si también hubiera estado de acuerdo con todo lo demás.

Mientras terminaba de revisar los últimos documentos, notó unas líneas coloridas que parecían solitarias en todos los datos. Al tomar la hoja entre sus manos observó cómo las líneas y el montón de figuras aleatorias cobraban sentido y se convertían en un infantil dibujo.

—¿Tú hiciste esto? —Preguntó Louis a la pequeña niña, que ahora lo miraba con una sonrisa divertida.

—Es para ti —Respondió Hikaru, con algo de cereal en su boca.

—Bueno... Gracias. Pero intenta no dejarlos en mis-

—Quería que fuera una sorpresa —Interrumpió la mínima, pues sabía sus palabras de memoria.

Lo dejó de lado en la mesa para terminar de organizar todo ese papeleo, intentando enfocar su atención en ambas cosas (aunque el trabajo recibía más).

—Es nuestra familia. Está soy yo, este es papi —Explicó la niña, refiriéndose a Legosi. Desde hacía un tiempo había empezado a llamarlo así, y el lobo no parecía tener ningún problema con eso—, y este eres tú.

Por un momento, ignoró su tarea para ver esa figura con astas, reflejo de una visión infantil. La minino corrió hacia su otro padre para mostrarle el pedazo de papel.

Su semblante serio desapareció por un momento, y una pequeña sonrisa nació en su rostro. No pudo evitar sentirse enternecido. Porque, aunque no lo parecía, disfrutaba de esos pequeños momentos con ellos.

Se burlaba de sí mismo al recordar cómo desde muy joven había planeado su paternidad, cómo emularía la educación que recibió de Oguma para que su hijo se convirtiera en un orgulloso ciervo rojo. Y su esposa, que juraba que sería Azuki, lo ayudaría a mantener su imperio económico en orden. ¿Seguir tal plan con un gato como su única hija? ¿Seguir tal plan con un lobo sentimental como pareja?

Simplemente, había violado todas las reglas, pero eran una familia. Un lobo sin una oreja y una cicatriz en el rostro, un ciervo amputado y una gatita sin ojo. Tal vez no era tan extraño.

Hikaru era su hija. No había ningún acuerdo de por medio, ningún interés de negocio. Simplemente era su hija.

Jamás creyó que las cosas terminarían de esa manera, y se preguntó si Legosi alguna vez lo imaginó.

Notas finales:

Moría por imaginar a ellos dos formando una familia:(
¡Muchas gracias por leer!


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