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Sasuke card captor por shiki1221

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Cap 2: La carta Burbujas

 

El ambiente entre ambos jóvenes se había tornado erótico y la temperatura de sus cuerpos comenzó a elevarse. Los roces incesantes entre ellos, lejos de apagar el calor no hacía más que acrecentarlo. El rojo abundante decorando la habitación, le daba un aire pasional a lo que iba a acontecer. Velas y pétalos de rosas adornando alrededor de la cama tampoco faltaron. Finalmente, en una elegante habitación de hotel, sobre una cama Kingside se encontraban un pelirrojo y un azabache completamente desnudos entregándose a la pasión. Gaara no dejaba de gemir ante las caricias y...

 

—¡Sai! —exclamaron con molestia los otros tres presentes mientras uno de ellos, específicamente el protagonista de aquella ilusión, lo golpeaba en la cabeza con fuerza.

—No sean tan brutos ―pidió Sai sobándose la cabeza tras el golpe a su persona―. Me dolió, mi lindo Gaara ―protestó haciendo ojos tristes al mirarlo.

Los cuatro se encontraban reunidos en la mansión perteneciente a Sai. Aquel lugar poseía una barrera mágica capaz de protegerlos a todos mientras hablaban. No sólo de ataques directos, sino también de hechizos para espiar. Una de las mayores armas de los magos era usar ritos y pociones para ver a sus oponentes. Otros con mayor poder conseguían intervenir los sueños ajenos. Esto último era mucho más peligroso y arriesgado por múltiples motivos. Sai al no poseer aquellos poderes optó por usar un caldero y una mezcla de diferentes ingredientes para que les mostraran una ilusión sobre la carta perdida. Si todo salía bien, se les revelaría su nombre verdadero. En cambio, al fallar sólo fueron exhibidas las fantasías eróticas que tenía con cierto pelirrojo.

—Vine aquí esperando ver pistas sobre las cartas ―reclamó Sasuke cruzado de brazos―, no tus fantasías sexuales con mi guardián ―bufó de malhumor.

—No es algo que yo controle, cacatúa emo ―respondió ofendido mientras miraba los restos de la ilusión desvaneciéndose.

—¡Eres la reencarnación del mago Clown por todos los cielos! ―gritó Sasuke sujetándose el puente de su propia nariz intentando tenerle paciencia.

—Y por eso sólo tengo retazos de mi vida pasada ―le recordó mientras iba hacia el librero sacando un diario antiguo―. No puedo controlar que es lo que voy a recordar ―dijo al tiempo en que soplaba el polvo del antiguo encuadernado.

―Debes tener aunque sea alguna pista acerca de la carta que se escapó ttebayo ―intervino Naruto también impaciente por averiguar la naturaleza de aquella carta.

Sai se dirigió a su cómodo sillón llevando el libro con él. Aquel era un diario de las memorias del gran mago Clown, donde estaban narrados sus pensamientos plasmados por su puño y letra. En su mente no llegaban todas las memorias de aquella vida pasada. Algunos hechizos y el conocimiento de que los Uchiha eran su descendencia, lo tuvo claro desde el inicio, pero poco más. Carecía de tantos detalles que no era mucho su aporte para el card captor. Incluso era conocedor de un diario transcripto en mejor estado, protegido en el templo de la casa de Sasuke. Aun así se esforzaba en averiguar todo aquello que pudiera resultarle útil al Uchiha. Sasuke y los dos guardianes estaban impacientes. Pese a intentar no pensarlo demasiado, ¿cómo ignorarían sus palabras?

―Ténganme paciencia ―pidió Sai mientras hojeaba el viejo libro leyéndolo cuidadosamente―. Si se dejan llevar por el miedo y la ira no conseguirán ningún buen resultado ―aconsejó sabiamente. Entendía la frustración de ellos por la forma en que la carta los humilló, pero temió por su bienestar.

―Pides demasiado cuando estamos en desventaja frente a Itachi ―respondió Sasuke mientras crujía los dientes lleno de impotencia.

―Tiene razón ―secundó Gaara apoyando su mano en el hombro de Uchiha tratando de calmarlo―. Tú también lo oíste. Itachi ya ha capturado veintiún cartas, nosotros tenemos menos de la mitad que él.

―La cantidad no define el poder que tenemos ttebayo ―exclamó Naruto mostrándose un tanto molesto por la actitud del card captor―. ¡Si sabes usar las cartas podrías ganarle a todas sus cartas con una tuya! ―exclamó mostrándose muy confiado en su amigo. Él sabía de las habilidades mágicas de Sasuke.

―¿Insinúas que no sé usarlas? ―inquirió el azabache encarando a su amigo con una mirada de molestia―. Para ser un guardián tú no has sido de mucha ayuda que digamos ―acusó golpeando le pecho del contrario con su dedo índice.

―He hecho todo para ayudarte, Teme ―respondió el rubio alzando la mirada para fijar sus ojos azules en el otro―. Eres tú el que no pone de su parte ―acusó indignado. Él intentaba subirle el ánimo y el otro se lo tomaba de la peor forma posible.

―¿Convertirte en un animalito de peluche y mirar? ¿Eso es ayuda para ti? ―cuestionó con una media sonrisa llena de burla―. Me siento tan protegido con un llavero parlante a mi lado ―afirmó con sarcasmo, casi siseando sus palabras.

―No soy tu guardián, mi deber es proteger a Sai ttebayo ―le recordó Uzumaki mientras alzaba los brazos y los bajaba con molestia.

―Y yo te asigné para ayudar a Sasuke-kun ―intervino Sai cerrando de golpe el libro para llamar la atención.

Siempre había peleas de ese tipo entre ellos. La forma de los guardianes dependía de la magia otorgada por sus magos. Si el mago en cuestión era poderoso, su guardián tendría una figura imponente. Según los relatos de aquellos que consiguieron conocer al creador del mazo, un zorro gigante de nueve colas era el guardián del mago Clown. Nadie nunca tuvo un ser tan poderoso a su disposición. Los más cercanos fueron los demonios, pero incluso ellos perecieron al amenazar a la humanidad. Las cartas Clown eran poderosas para cualquier usuario, pero en las manos del gran mago le otorgaban un poder casi divino. Los magos desconocían si existía un Dios, como los descritos por las religiones, pero de ser real, el humano más cercano a él, sin dudas sería el mago Clown.

―Ya dejen de pelear, Naruto y Sasuke ―pidió el pelirrojo interponiéndose entre ellos―. Es difícil creer que ustedes son amigos de la infancia viendo cómo se llevan ―expresó mirándolos con reproche.

―Las personas cambian, mapache ―comentó Uchiha con desdén dándose la vuelta.

―¿A dónde vas? ―preguntó Sai al verlo caminando hacia la puerta―. Aún no hemos terminado de investigar ―le recordó señalando el librero tras de su espalda.

―Él tiene razón, Sasuke ―secundó Gaara mientras sujetaba otro libro del estante entre sus manos―. Creo que deberíamos investigar más hechizos y entrenar. Esa carta fue complicada y las que enfrentemos puede que igual ―explicó leyendo la bitácora de un guardián de la familia Senju.

―No perderé mi tiempo aquí viendo fantasías eróticas de Sai y leyendo puros mitos ―respondió de manera rebelde mientras chasqueaba la lengua con fastidio.

―Pero… ―intentó convencerlo la reencarnación de Clown mientras permanecía en su sillón.

―Y ningún entrenamiento que hagamos nosotros servirá de algo mientras no sea supervisado por mi tutor ―reclamó Sasuke dando un fuerte pisotón en el suelo―. ¿Qué me enseñaran ustedes? Ya comprobamos que nada ―declaró con frustración.

Con aquella última acusación, Uchiha salió de la habitación dejando a los otros tres sin palabras. Ellos entendían su obsesión por vengarse de Itachi, lo apoyaban en una gran parte. Detener a un parricida con ambición de poder era un beneficio para la humanidad en general. Quién sabía de lo que sería capaz si se le daba un poder tal como el del mazo mágico. Bien conocían que el poseedor del mazo sería reconocido como el sucesor de Clown y sólo un Uchiha podía y sería seleccionado. Mas, durante varios siglos no hubo ninguno, llegando hasta la actualidad sin existir mago digno de tal honor. Las cartas habían sido guardadas y protegidas durante generaciones por los descendientes de lo Clown. Pocos intentaron convertirse en el sucesor y fallaron perdiendo su magia o su vida. Otros desistieron sin siquiera intentarlo, sabiendo las consecuencias de fallar el juicio del mago Clown.

―¿Estará bien? ―preguntó Sai a los dos guardianes. Su rostro expresaba preocupación  por la actitud impulsiva de su amigo.

―Déjalo solo ―aconsejó el pelirrojo viendo a Naruto avanzar por el mismo camino que el moreno―. Lo conozco mejor que nadie y sé que en estos momentos lo que necesita es que lo dejemos meditar a solas ―explicó con un rostro inexpresivo, pero en sus ojos aguamarina se percibía la advertencia.

―¿Mejor que nadie? ―cuestionó ofendido el rubio. Mientras su mirada se volvía más fiera―. Te recuerdo que yo lo conozco desde antes que tú ttebayo ―agregó de manera altanera mirándolo de forma acusatoria. Era como si buscara hacerlo retractarse de sus palabras.

―Más tiempo no significa mejor ―alegó Gaara cruzándose los brazos con suficiencia―. Además lo abandonaste. Él cambió mucho desde que te fuiste ―atacó el guardián de Sasuke.

―¡Eso no importa! ―gritó frustrado―. ¡Ya verán como yo me haré más poderoso y juntos venceremos a Itachi! ―prometió antes de abandonar la estancia también.

Sai y Gaara decidieron seguir investigando en silencio los libros a su disposición y dejar a esos dos enfriar sus ideas. Uzumaki, tras salir de la casa de Sai, estuvo tentado a ir tras Sasuke, pero incluso él entendía que necesitaba espacio para ordenar sus pensamientos. En cambio, asumió su forma de guardián y voló a un bosque cercano. A él también le había afectado la derrota. ¿Quién dijo que un guardián sólo podía ser fuerte dependiendo de su mago? “Seré fuerte por mí mismo ttebayo”. Pensó Naruto lleno de determinación. Nadie lo limitaría con esas tonterías de que sólo crecería dependiendo de otro. Si quería proteger a Sai y ayudar a Sasuke tendría que aumentar su poder. Ninguna carta o mago volvería a humillarlo de esa manera tan patética. Su forma era pequeña, pero su poder mágico era grande, lo sabía y nadie lo haría pensar lo contrario.

Uchiha por su parte caminó con la mirada pegada al suelo. Pateaba de vez en cuando latas o rocas pequeñas en su camino cual niño castigado. “¿Qué carta era? Si tan sólo tuviera una como esa podría ganarle fácilmente a Itachi. Cualquier ataque que realizara sería copiado y devuelto con el doble de fuerza”. Meditó durante la caminata acerca de aquellas habilidades. Al llegar a su casa ni siquiera se molestó en anunciar su llegada, sabiéndose completamente solo. Se quitó los zapatos y subió a su cuarto donde buscó las cartas en su poder. Abrió el cajón de la mesa de noche al lado de su cama y las revisó una por una. Frunció el ceño al ver algunas y las separó del resto.

―De las que poseo la más poderosa es “rayo” ―se dijo a sí mismo―. Vuelo es útil, pero tengo ocho cartas que no sirven para nada ―exclamó golpeando su colchón haciendo caer las cartas en el mismo―. Ni siquiera sirven para leer el futuro ―expresó con asco. Recordaba a su madre usando el mazo para ese propósito, cosa que no le vendría mal para adivinar qué, cuál y dónde aparecería otra carta.

 

En la familia Uchiha no había persona más poderosa que Mikoto, una miko que prefería ser llamada “maga” en honor al mago Clown. No importaba que le dijeran que el término correcto era “bruja”, ella insistía en que sonaba mejor de esa forma. Empero, con sus acciones era más fácil asociarla con una bruja. La joven azabache no utilizaba las cartas del gran mago. Sólo tenía la baraja resguardada en su templo y evitaba que alguien con malas intenciones se hiciera con él. Por curiosidad había leído las memorias de Clown, así que sabía con exactitud sobre cada carta; nombre, debilidad, fortaleza y significado. Lo único para lo que usaba aquel mazo era para leerse su propia fortuna. Jamás le leía la suerte a nadie que no fuera para ella misma.

―¿Qué estás haciendo, mami? ―preguntó un pequeño Sasuke de cinco años. Se acercó a la cama donde ella tenía las cartas dispuestas de manera piramidal.

―Estoy leyendo mi suerte ―respondió ella con una sonrisa ayudando a su hijo a subir a la cama. Lo acomodó en sus piernas y lo abrazó por la espalda antes de mostrarle las cartas.

―¿La suerte? ¿Qué suerte? ―cuestionó sin entender mientras sujetaba una carta y la miraba lleno de curiosidad.

―Son cosas que van a pasar en el futuro ―explicó ella mostrándole otra carta―. Ellas me cuentan muchos secretos ―habló abrazando a su hijo con dulzura.

―¿Las cartas hablan, mami? ―interrogó viéndolas detenidamente―. Esta se parece mucho a ti. Es igual de bonita que tú ―dijo enseñándole la que tenía entre sus manos.

―Es mi favorita ―dijo Mikoto sosteniendo la carta entre sus manos mirándola con nostalgia―. Y las cartas no sólo hablan también…

 

―Ojala estuvieras aquí, mamá ―comentó Sasuke al aire dejándose caer sobre la almohada sin importarle las cartas en el suelo―. Seguro Itachi tiene las mejores cartas y yo tengo estas porquerías ―se quejó antes de dejarse llevar por el cansancio.

El resto de la noche la pasó en completa calma durmiendo profundamente. El recordar a su cariñosa madre le dejó un agridulce sabor en la boca. La dulzura de su progenitora y la amargura de saberla asesinada por Itachi, quemaban en su pecho de forma dolorosa. Era un ardor tan intenso como si el fuego quemara en su ser. El odio y la furia imposibles de apaciguar sabiendo libre al asesino. No obstante, entre sueños podía verla. Su boca dejaba escapar leves suspiros queriendo tenerla de regreso. ¿De qué servía la magia cuando no podías recuperar a una persona amada? Diría de nada, de no ser porque tenía un uso aun: la venganza. Su poder estaba destinado a ajusticiar las almas de sus padres y limpiar el honor de su familia con la sangre de Itachi.

Con la llegada del amanecer sus ojos se abrieron de manera perezosa sintiendo un fuerte dolor de cabeza. No había podido dormir bien. Pese a que no ocurrió algún incidente loco con alguna carta como de costumbre, no estuvo tranquilo. Soñaba con su madre y siempre despertaba gritando que no lo dejara. Se maldijo a sí mismo y a su mente inquieta por desaprovechar semejante noche llena de quietud. Fue al baño para arreglarse un poco antes de ir a la escuela. Volvió a su habitación y se cambió de ropa antes de pararse frente al espejo de cuerpo completo al pie de su cama. Se vio en el mismo dándose cuenta de sus enormes y marcadas ojeras.

―Qué horror, me veo idéntico a Itachi ―insultó a su propia imagen deseando romper el espejo, sólo para destruir ese reflejo.

Volteó viendo que las cartas Clown seguían dispersas en el suelo. Se acercó y guardó en su mochila las cartas vuelo y rayo. Las demás las dejó tiradas y ni siquiera se preocupó tras haber pisado algunas. Poco y nada valían cartas como nube. Creaba nubes, valga la redundancia. En una batalla real no serviría de nada. ¿Qué haría con poderes de ese tipo? ¿Arruinarle el bronceado a Itachi? Como sino fuese lo suficientemente pálido como un vampiro. Podía jurar que nunca vio la luz del sol como si se tratara de uno. Seguramente le estaría haciendo un favor evitando que lo quemen los rayos del sol. Al darse cuenta de lo ridículos que eran sus pensamientos tras divagar, se golpeó las mejillas con la palma de sus manos.

―Dormir poco me está poniendo tan tonto como Naruto ―comentó mientras caminaba rumbo a la escuela.

―¡Oye! ―reclamó el aludido apareciendo a sus espaldas, como si lo hubiera invocado al decir su nombre―. ¿Por qué dices que soy tonto? ―preguntó con un puchero.

―Porque lo eres, Dobe ―respondió sonriendo un poco por la graciosa cara que hizo por su “insulto”.

―Te ves horrible, Teme ―señaló con las manos tras su cabeza mientras caminaba de espaldas―. No deberías hablar de la cara de los demás ttebayo ―aconsejó soltando un bostezo.

―No parece que hayas dormido bien tú tampoco ―comentó sin dejar de caminar de forma recta vigilando que su estúpido amigo no se matara por ir de espaldas―. ¿Y esas heridas? ―preguntó al notar unos vendajes sobresalientes de entre las mangas de la camisa.

―Es que yo… estuve entrenando ―respondió el rubio rascándose la mejilla algo avergonzado.

―¿Por qué? ―inquirió con sus ojos negros fijos en el rostro ajeno a la espera de una respuesta.

―Yo lo hice porque…

Sus palabras fueron interrumpidas por un escandaloso grupo de chicas amontadas cerca de ellos. Un fuerte aroma a perfume masculino les llegó a las fosas nasales forzándolos a taparse la nariz. Se les hizo algo familiar, pero era difícil pensar que se tratara de él. Una voz conocida y llena de frivolidad dio otra pista de que era probable que fuera él. Mas la esperanza de que eso sólo se tratara de un error persistía.

―¡Mis hermosas, koneko-chan! ―gritó aquel azabache abrazando a dos chicas de manera muy íntima y falta de decoro.

 

Con eso último ya no había manera de pensar de que se trataba de alguien más.

 

―¡Charasuke! ―exclamaron Sasuke y Naruto al verlo coqueteando como si nada con aquellas colegialas.

―Hola, chicos ―saludó la carta como si hablara con amigos de toda la vida.

Las chicas a su alrededor miraron sorprendidas como había otro “Charasuke”. Se miraron confundidas un momento, pero mientras algunas preguntaban si su galán tenía un hermano gemelo, otras más audaces corrieron hacia Sasuke y lo rodearon. Varias invitaciones a salir, gritos en sus oídos y abrazos indeseados fueron proferidos hacia su persona. Eso consiguió irritar a Uchiha al punto de desear gritarles. Para su fortuna, Naruto lo separó a la fuerza de ese grupo, dándole un poco de espacio. Charasuke observó su acción con una leve sonrisa misteriosa. No se podía definir el sentimiento guardado en aquellos labios.

―Mis lindas gatitas ―llamó con una voz sensual interponiéndose entre ellas y los chicos―. Tengo que hablar con mis buenos amigos, ¿podrían dejarnos a solas? ―preguntó cortésmente.

―¿Por qué? ―cuestionó una de las chicas sujetando su brazo.

―No podemos quedarnos ―interrogó una de ellas insistentemente.

―¿Es un favor tan grande? ―inquirió Charasuke mirándolas con una expresión de cachorro triste―. Háganlo por mí ―pidió logrando suspiros de parte de las féminas.

―Haríamos lo que fuera por usted, Charasuke-sama ―exclamaron entre gritos―. Lo amamos ―corearon a todo pulmón.

―Gracias, koneko-chan ―agradeció arrojando una de sus rosas al aire cual ramo de novia en plena boda―. Son las mejores ―afirmó guiñándoles un ojo antes de alejarse.

Las chicas tenían que entrar a clases así que de todas maneras tendrían que separarse del moreno. Él por su parte se acercó a Naruto y Sasuke caminando con las manos en los bolsillos. Se veía despreocupado y le daba poca importancia a haberse encontrado con ellos. Uchiha lo miró con irritación. ¿Estaba jugando con él? ¿Creía que no lo iba a sellar sólo por su ridícula orden? Enardecido por creerse subestimado, se arrancó el colgante de su cuello y estaba listo para invocar su báculo mágico. Aunque un leve sonrojo acudió a sus mejillas al recordar que era rosa y motivo de burla para esa impertinente carta.

―No deberías hacer eso ―comentó Charasuke con una media sonrisa que odiaba. Entendía un poco porque Naruto la encontraba irritante cuando la hacía―. No puedes ni debes sellarme aun. Creí haberte dejado claro que me dejaré sellar por quien tenga el mazo ―le recordó con una mirada un tanto más fiera.

―No tengo porque hacer tal cosa ―respondió aún más enojado mientras recitaba el hechizo―. Llave que guardas los poderes de…

―¿Sabías que podría matarte mientras recitas tu largo hechizo para traer tu palito de niña? ―preguntó Charasuke ladeando su cabeza en gesto de confusión.

―Tiene razón ―secundó Naruto con una mano bajo su propio mentón mirando a su amigo de manera pensativa―. Es demasiado largo tu rito ese, ¿no crees que es hora de acortarlo ttebayo? ―cuestionó inocentemente.

―¡No te pongas de su lado! ―ordenó Sasuke terminando su hechizo logrando traer su báculo―. Voy a sellarte hoy mismo ―anunció apuntando su báculo hacia Charasuke.

―¿Por qué el apuro? ―preguntó la carta sonriendo cínicamente sin siquiera sacar las manos de sus bolsillos.

―Por alguna razón eres capaz de copiar todos los ataques que se lanzan en tu contra. Con ese poder aunque Itachi tenga más cartas que yo, podré contrarrestar cualquier carta suya ―explicó sin bajar la guardia.

―¿Y no crees que deberías juntar más cartas que él en vez de depender sólo de mí? ―interrogó Charasuke desviando la mirada hacia Uzumaki quien ya estaba en su forma de guardián.

Sasuke prefirió no responder a su pregunta y atacó de frente intentando golpearlo con su báculo. La carta simplemente alzó una ceja encontrando tonto un ataque directo de su parte. Los golpes físicos eran nada para un ser hecho de magia como su persona. Fácilmente podía volver a su forma de carta a voluntad y sería intangible para todo lo que no fueran ciertos hechizos específicos. El card captor se veía penoso actuando como un niño berrinchudo en busca de obtener un juguete nuevo. Aun así lo dejó ser. Qué lanzara los ataques que gustara, ninguno lo dañaría o sellaría. Mientras Sasuke y Naruto perdían el aire en su intento por atraparlo, el otro simplemente los esquivaba mientras reía de sus equivocaciones.

―¿Eso es lo mejor que tienen? ―preguntó Charasuke mientras se paraba sobre el báculo del Uchiha―. Siguen cayendo en las mismas trampas de antes, no han mejorado nada desde la última vez que nos vimos ―criticó decepcionado de sus nulos avances.

―¡No es verdad! ―gritó el mago sacudiendo el báculo en un intento más desesperado de asestarle un golpe―. He cambiado, he mejorado ―dijo intentando convencerse a sí mismo.

―Entonces… ―habló Charasuke mientras aparecía a espaldas de su contrincante―. ¿Por qué no usas tus cartas? ―preguntó curioso.

―Sólo necesito una carta para vencerte ―dijo el azabache sacando una de las dos cartas que tenía en sus bolsillos―. ¡Rayo! ―gritó sonriendo anticipadamente a la victoria.

La carta Clown esquivó aquel ataque moviendo su cabeza apenas unos centímetros. Sólo bastó con inclinar su cuello y el ataque pasó sin dificultad a su lado estrellándose en una pared cercana. Las rocas cayeron a espaldas de Charasuke, quien lo miró con aburrimiento. Aquellos ojos negros tan similares a los de Sasuke lo analizaban cuidadosamente, pese a su expresión distraída. Los dientes del mago crujieron de rabia. Ser burlado y humillado por una herramienta de los magos era fuente de vergüenza. Para colmo era la segunda vez que la misma carta se carcajeaba a su costa. Necesitaba más poder, mejores cartas y hechizos de mejor nivel. Era tan carente de todo aquello que podría otorgarle la victoria.

―Teniendo a tu disposición diez cartas sólo usas una y tienes otra guardada ―comentó Charasuke dando un salto hacia el muro más cercano―. Al parecer es vuelo.

―¿Cómo lo sabes? ―preguntó Sasuke sin poder ocultar su sorpresa por la precisión de sus palabras.

―Soy una carta por eso lo sé ―contestó de manera vaga. Su mirada además de desilusionada se veía algo molesta, pero ni el mago ni el rubio podían entender la razón de esa manera de actuar.

―¡Rayo! ―repitió el hechizo volviendo a fallar―. Rayo, rayo, rayo ―gritó destruyendo todo alrededor de Charasuke sin atinar ni un sólo golpe.

Los destrozos comenzaron a aumentar en la calle, incluso estuvo varias veces cerca de golpear a Naruto. “Una manera frenética y poco elegante de atacar. Sigue siendo un niño”. Pensó la carta sin nombre repitiendo sus movimientos de su encuentro anterior para evadirlo. Seguían surgiendo el mismo resultado positivo que la primera vez. Fue allí donde se dio cuenta que sólo perdía su tiempo molestando a Sasuke. Cerró los ojos con molestia antes de abrirlos revelando una mirada más fiera y afilada. Corrió a gran velocidad y atrapó a Naruto en su mano, esa forma de guardián era pequeña y más tierna que útil. Concentró su energía en sus manos y arrojó al guardián directo al estómago de Sasuke. Ese ataque fue tan rápido que el mago no fue capaz de prevenirlo y terminó sin aire a causa del mismo.

―No vales para mago ―dijo con repulsión Charasuke mientras se sentaba en lo alto de un muro y jugaba con unas burbujas.

―Sí lo valgo y te lo demostraré ―respondió el mago tosiendo mientras seguía sujetándose el área impactada. Volvió a toser por la dificultad que le causaba respirar antes de volver a hablar―. Seré el siguiente gran mago, el sucesor de Clown ―aseguró de manera entrecortada. Aquel golpe fue similar a recibir un pelotazo.

―Un digno sucesor no ignoraría a sus cartas ―comentó Charasuke reventando la burbuja cerca suyo―. ¿Por qué razón no has capturado a “burbujas”? ―inquirió con un tono de voz amenazante.

―Es una carta inofensiva e inútil ―respondió sin titubear usando su báculo mágico para ponerse de pie. Mientras Naruto volvía a su forma humana―. Ha estado desde hace días rondando por aquí y no ha causado problemas, no serviría para pelear ―explicó preparando su carta para retomar los ataques.

―¿Sólo aquellas cartas que causan daño deben ser selladas? ―interrogó la carta mirándolo con burla―. Yo sólo coqueteé con lindas koneko-chans y aun así has estado intentando averiguar sobre mí y sellarme. Eres un hipócrita ―aseguró guardando las manos en sus bolsillos.

―¡No lo soy! ―gritó Sasuke viendo a su amigo rubio desmayado por el golpe anterior. Aun no recuperaba la consciencia, así que tendría que pelear solo―. ¡Vuelo! ―exclamó para elevarse por los aires y llegar hasta una posición adecuada.

―Eso es inútil ―repitió junto a un largo suspiro de aburrimiento mientras al igual que el otro usaba vuelo para alejarse de él. Dificultándole conseguir una posición eficiente―. Si te rindes ahora, tal vez te perdone haber herido a las cartas.

―¿A qué te refieres? ―quiso saber el mago mientras veía a Charasuke esfumarse delante de sus ojos―. ¡¿Dónde está?! ―preguntó mirando de izquierda a derecha―. ¡No huyas cobarde! ―ordenó observando todo detalladamente.

Un grupo de burbujas flotó sobre la cabeza del moreno, vio como reflejaban la luz sobre sus superficies. Chasqueó la lengua por aquellas estorbosas cosas en su camino. Sin embargo, de un momento a otro se vio cegado por un poderoso rayo de luz. Lo siguiente que percibió fue un fuerte golpe en su espalda. No entendió lo que sucedía, pero Naruto quien había recobrado la consciencia fue testigo de lo acontecido. Vio a Charasuke crear burbujas y alinearlas de tal manera que los rayos del sol golpeaban en una y pasaba a otra aumentando la luz reflejada en cada vuelta. Hasta finalmente convertirse en una gran y deslumbrante luz. Aprovechándose de eso dio un salto a espaldas de Sasuke y reuniendo a todas las burbujas en una sola atacó a Uchiha, haciéndolo caer. El rubio corrió lo más rápido posible y atrapó a su amigo antes de que tocara el suelo.

―Aquel que hiera los sentimientos de una carta Clown no merece ser llamado gran mago ―explicó Charasuke mientras lo miraba con superioridad.

―Espera ―pidió Sasuke pese a seguir viendo borroso―. ¡Aún no he terminado contigo!

―Pero yo contigo sí ―declaró el otro azabache con una gran decepción en su tono de voz―. No sabes sacar el máximo potencial de las cartas. Careces de lo más importante para ser mago ―señaló antes de desaparecer de su vista.

Uzumaki ayudó a su amigo a ponerse de pie dejándolo usar su cuerpo como apoyo. Notaba la ansias de Sasuke de ir tras aquella carta tan peculiar, pero en su situación. Era peor, incluso la vez anterior se sintió más cercano al poder de la carta. Mas, lo sucedido en esos momentos sólo podía catalogarse como “masacre”.  No tuvieron la más mínima oportunidad contra él. Se le vio demasiado enojado y poco dispuesto a conversar, a diferencia de la vez anterior donde más pareció estar divirtiéndose con ellos. Abandonaron prontamente la zona de desastre para evitar ser vinculados a toda aquella destrucción. El de ojos claros ayudó al mago a caminar hacia la escuela cuando la carta se perdió de su vista. Debían encontrarse con Sai y Gaara, ellos quizás consiguieron averiguar algo tras estar toda la tarde del día anterior investigando y leyendo libros antiguos.

―Gracias por ayudarme ―dijo Uchiha aún sujeto al cuello de su amigo usando su brazo derecho para rodearlo.

―No hay problema ttebayo ―afirmó con una sonrisa―. Es una suerte que tus fans no estuvieran hoy para verte llegar así o me golpearían por estarte tocando ―bromeó intentando subirle el ánimo.

―Lo haces sonar como si fuera algo indecente ayudarme a caminar ―correspondió a la sonrisa queriendo seguirle el juego.

Pese a su sonrisa por dentro mantenía su molestia contra la carta sin identificar. Lo había derrotado copiando a burbujas, una carta tan inútil e infantil. Jamás se le habría ocurrido aquella manera de usarlas. Fue como recibir el ataque de tres cartas combinadas, siendo sólo una. Se encargaría de sellarla y aprendería a imitar esa combinación mostrada por Charasuke. “Seguro que Itachi no sabrá ni que lo golpeó cuando le muestre cómo uso cartas tontas”.

―Vamos por esa carta primero y luego con los chicos ―pidió Sasuke mirando al rubio con un gesto demandante. Lo suyo no era un pedido, era más una orden.

―No podemos dejarle libre, Itachi o alguien más podría atraparla ―razonó Uzumaki cambiando la dirección de sus pasos―. Siento su presencia por aquí ―indicó con un movimiento de cabeza.

―Muéstrame el camino, Dobe ―demandó ansioso por cumplir lo propuesto anteriormente.

Ambos caminaron hacia donde estaba la fuente que adornaba el centro del patio de la escuela. A medida que la distancia se reducía conseguían ver más y más burbujas saliendo de allí. Sasuke volvió a invocar su báculo y con pasos sigilosos quedaron cara a cara con la forma humanoide de la carta. Tan sólo parecía un niño de preescolar, quizás unos cinco o seis años si fuera real. Tenía en sus manos un frasco con agua enjabonada y en la otra el palito con el cual soplaba. Si no fuera porque estaba flotando sobre una enorme burbuja creerían que se trataba de un niño cualquiera jugando en la fuente. Uchiha tomó aire y sacó nuevamente su carta de ataque.

―¡Rayo! ―gritó lanzando un ataque directo al “infante”―. Carta que fuiste creada por Clown regresa a la forma humilde que mereces. ¡Burbujas! ―exclamó convirtiéndolo en una carta―. Lo conseguí con facilidad ―celebró el moreno mientras alzaba su puño en señal de victoria.

―Eso fue muy rápido ttebayo ―comentó el rubio mirando a su amigo con sorpresa―. Ni siquiera tuve tiempo de asumir mi forma de guardián y ya lo tienes sellado ―protestó con un puchero por la falta de tiempo para lucirse.

―Ni yo tuve tiempo de grabarlo ―se quejó Sai con la cámara de video en mano―. Y eres tan insensible que ni siquiera te pusiste el traje que confeccioné para ti ―agregó a su queja mientras seguía abrazando dramáticamente a Gaara.

―Esta carta es muy sencilla de atrapar. Si no sabes usarla es completamente inofensiva ―se jactó Sasuke viéndola entre sus manos―. Mas yo aprendí una forma de aprovecharla.

―¿Copiando a Charasuke? ―cuestionó el rubio inseguro por la decisión del card captor―. ¿No sería mejor crear tus propios ataques? ―propuso de manera insegura, pues desconocía si Sasuke no se lo tomaría a mal, como cualquier consejo que se le daba.

―No seas tonto ―bufó el joven de ojos negros rodando los ojos con fastidio―. Por supuesto que crearé mi propio ataque. No me quedaré sólo con lo visto.

Mientras aquellos avariciosos ojos se velaban por un halo de oscuridad, Charasuke observaba todo desde lo alto de la escuela. Él podía ocultar su presencia de tal manera en que sólo lo verían si él así lo quería. Sus ojos fueron a parar en el pelirrojo y el sujeto de la falsa sonrisa. Ellos corrieron hacia el mago Uchiha. Al parecer creían que tendría problemas nuevamente. ¿O por qué razón iban ambos? “Sólo con el mago y su guardián bastaba”. Meditó Charasuke sin entender muy bien los roles de aquel grupo, aunque entre su primer encuentro y el actual ya tenía una leve idea. Sólo esperaba que su deducción fuera errada. De estar acertado habían mayores problemas que las cartas dispersas.

―No has aprendido nada, Uchiha Sasuke ―murmuró al viento―. No tienes lo necesario para ser el sucesor y si no aprendes rápido será Itachi quien te venza ―comentó con uno de sus brazos sujetando una rosa en su mano―. Aun eres demasiado ingenuo como para conocer el destino de la rosa.

Mientras la carta se alejaba del mago con una clara expresión de decepción, en otra parte del mundo un mago muy poderoso preparaba un ritual muy importante. En las ruinas consiguió un antiguo espejo en buen estado. Se paró delante suyo y observó con atención su reflejo.

―Muéstrame el mundo oculto tras el reflejo ―ordenó con unos movimientos de manos.

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 


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