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DESTINADOS por Liss83

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Las noches de pizza luego de largas caminatas, conversaciones interminables sobre quiddich, la bolsa mágica de acciones, pociones o accidentes graciosos, sus vidas antes de Hogwarts y después de la guerra, viajes, lugares y personas, tanto en el mundo Muggle como en el mágico, eran algunos de los temas en los que se perdían por horas en las cuales solían compartir besos profundos abrazos que buscaban fundir al otro en la propia piel, que casi siempre terminaban con los dos desnudos, cansados y abrazados en la cama del departamento del moreno o en la del pelirrojo, pero siempre mirando en silencio como el sol se levantaba en el horizonte.

 

 

Habían tomado por costumbre que aquel que se levantase primero haría el desayuno, mientras el otro prepararía el baño para dos. Risas, caricias y besos seguían siendo el común denominador, como si la luna aún no se hubiese escondido y siguiera en lo alto del cenit cual cómplice de su romance. La marca de sus destinados era un tema vedado para ambos

Sin embargo, meses después de ese estilo, la madre magia se hizo un pacto de sangre con el caprichoso y voluble destino para darle a Fred Zabini y Harry Potter la mayor sorpresa de sus vidas.

 

 

 

Harry preparaba el desayuno un domingo completamente desnudo en la cocina mientras escuchaba un disco muggle, pues Fred aún no se levantaba, cuando la chimenea se activó y él tuvo que mirar hacia todos lados para cubrirse mientras se rascaba la parte baja del abdomen, desde que se había levantado le picaba intensamente ¿debería sugerirle a Fred que pusiera un hechizo de control de plagas? Estaba a punto de ir hacia detrás del mueble de la cocina cuando una pareja cruzo el fuego en medio de una conversación, por lo que todo lo que Harry pudo hacer fue tomar un porta vajilla y colocárselo delante de sus partes privadas

 

 

 

-          Buenos días señores Zabini – dijo el pelinegro sonriendo nervioso

-          ¡Por Merlín! – dijo Arthur sonrojado mirando hacia otro lado

-          ¿Y Fred? – dijo Blaise tratando de concentrarse en el rostro del joven

-          El baño ya es… ¡papá! ¡papi! – grito el joven tratando de cubrir su desnudez al percatarse que sus padres estaban en la sala cuando él entro – ¿Qué hacen aquí?

-          Nosotros somos tus padres – dijo Blaise – la pregunta es ¿qué hace él aquí? – señalando a Harry

-          Yo… ya...  este… – tartamudeaba Harry rascándose inconscientemente el abdomen – voy… a…

-          Espera ahí Potter – dijo Blaise

-          Papá, yo te lo puedo explicar – decía Fred nervioso

-          Quita eso de ahí – ordeno Blaise

-          ¿Eh? – dijo Harry confundido

-          Siempre tan elocuente – señalo Blaise quitándole el porta vajilla

-          ¡Hey! ¡Papá! – gritaron Harry y Fred al unísono

-          Díganme que ya lo habían visto y usaron protección – rogo Arthur apretando los ojos para tratar de evitar la inminente migraña

-          ¿Ver qué cosa? – pregunto Harry nervioso

-          Sus marcas, par de soquetes – dijo Blaise y lo jóvenes se miraron el uno al otro inspeccionándose

-          Creo que estamos en problema – dijo Fred

-          Yo siempre estoy en problemas – gimió Harry

-          Vayan a vestirse – ordenó Arthur – lo queremos en cinco minutos aquí, completamente vestido

-          Mejor si es tres – gruñó Blaise

-          Si señor – dijeron ambos chicos corriendo hacia la habitación

-          ¡Y en habitaciones diferentes! – gritó Blaise

-          ¿Estás bien? – preguntó Arthur mirándolo con una pequeña sonrisa curvándole los labios

-          ¿Por qué mis bebes tienen que crecer? – gimió Blaise por lo bajo y el pelirrojo lo abrazo para consolarlo

-          Te amo – dijo Arthur sonriendo mientras se abrazaba a él y  Blaise protestaba por lo bajo

 

 

 

Pocas veces en su vida Blaise Zabini había tenido tantas ganas de asesinar alguien como lo sentía en ese momento en que estaban los cuatro sentados en la sala ¿o contaba esa vez que se había enterado sobre la marca de la marca de George? ¿Tal vez también podría cuando Ron casi muere por quitarse la marca de Draco?

 

 

 

-          ¿Y bien? – dijo Blaise – hace cuanto te acuestas con mi niño

-          No hace mu…  – dijo Fred

-          La pregunta es para tú… – dijo Arthur

-          Amigo. Novio – dijeron Fred y Harry respectivamente al mismo tiempo

-          ¿Amigo… o… novio? – preguntó Blaise entrecerrando los ojos mientras la pareja se miraba entre si

-          Novio. Amigo – dijeron Fred y Harry respectivamente al mismo tiempo

-          Esto no me gusta – dijo Blaise – Fred ven aquí ahora

-          Creo que ya no tiene sentido… – decía Harry, pero se quedó en silencio al sentir la mirada asesina de sus suegros sobre él – no dije nada

-          ¿George sabe de esto? – dijo Arthur y su hijo negó mientras su hijo se sentaba entre Blaise y él

-          ¿Por qué no te creo? – dijo Blaise mirándolo fijamente

-          ¡Papá, me ofendes! – dijo Fred sonrojado

-          ¡Como si George y tú supieran que es eso! – dijo Blaise y Arthur le dio un pequeño empujón

-          Voy por algo de café – dijo Fred poniéndose de pie y pasando frente al rostro de Harry que no pudo evitar curvar sus labios se torcieran en una sonrisa cuando el trasero de su amigo quedo a la altura de su rostro

-          Te acompaño – dijo Arthur poniéndose de pie y acompañándolo

-          Te vi Potter – siseo Blaise cuando se quedaron a solas

-          No sé de qué hablas – dijo Harry nervioso

-          Aleja tu vista pervertida de mi hijo – sentencio el Slytherine – o ya veras

 

 

 

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La lluvia caía incesante sobre la ciudad cuando su traslador llego proveniente de Francia, había sido un largo y agotador viaje. Todo lo que quería era llegar a casa de sus padres y descansar, desgraciadamente desde hacía unos días los trasladares tenían algunos problemas y no llegaban al punto exacto, así había llegado a un lugar oscuro y un tanto tétrico. Respiro hondo mirando a su alrededor, le tomo un segundos para saber que estaba en el callejón Knockturn. Nunca había estado ahí, a pesar que no había absolutamente nadie en todo Londres que no hubiese escuchado sobre él.

Definitivamente hablaría con su padre para que demandara a los ineptos del ministerio. Se sacudió un poco la ropa y caminó hacia el final del callejón y antes de cruzar hacia el callejón Diagon, los vio. Un grupo de cerca de diez personas entre hombres y mujeres apoyados en una de las paredes

 

 

 

-          ¿Qué buscas, hermosa? – dijo un hombre de contextura maciza – puedo ser quien tú quieras – pero Ginny tenía la mirada fija en la mujer regordeta de pelo rojo que estaba un poco más allá

-          Así que te gusta la calidad – dijo la mujer –. Solo te advierto niña, que esto – y se golpeó el trasero – cuesta, pero vale cada galeón. ¿Tienes para pagar?

-          ¿Te conozco? – preguntó Ginny intrigada

-          Quien me conoce no me olvida, hermosa – dijo la mujer acercándose a ella mientras movía las caderas al caminar y le lanzaba un beso

-          Molly – dijo una voz detrás de ellas y ambas miraron hacia la recién llegada

-          Lo siento cariño – dijo la mujer sonriendo –, será en otra ocasión. Mi mejor clienta acaba de llegar. Como te extrañe Hermi

-          ¿Hay chica nueva? – dijo la recién llegada mirándola de pies a cabeza a Ginny – ¿Cuánto por el trio?

-          No… no trabajo aquí – dijo Ginny un tanto confundida – Al parecer hay problemas con los trasladores internacionales. Vengo a visitar a mis padres

-          ¿Eres de aquí? – dijo Hermione abrazando a Molly y acariciándole los muslos

-          Si – dijo Ginny – pero vivo en Francia. Ginny Zabini, mucho gusto – dijo ofreciéndole la mano

-          ¿La hija de Blaise Zabini? – dijo Hermione sorprendida estrechándole la mano – ya te recuerdo, fuimos juntas a Gryffindor. Yo era un año mayor

-          Un gusto volver a verte… – dijo Ginny

-          Greanger – dijo la castaña – Hermione Greanger. Y ella es mi Zorrita de la Cama – dijo besándole el cuello a la pelirroja que se rio tontamente

-          Fue un placer – dijo Ginny – que… se diviertan – y se alejo

 

 

 

 

Cuando llegó diez minutos después a la entrada de la casa de sus padres los diviso sentados en el porche conversando con una visita que no alcanzaba a ver quién era

 

 

 

-          ¡Ginny! – dijo su papi emocionado poniéndose de pie en cuanto la vio

-          Princesa – dijo Blaise también poniéndose de pie

-          Papi – dijo la chica abrazando al pelirrojo – como los extrañe. Papá

-          ¿Por qué no avisaste para ir por ti? – dijo Blaise abrazándola y besándole la frente

-          Porque se supone que el traslador me traería hasta aquí – dijo la chica – tía Pansy – dijo dándole un beso – no te reconocí

-          Sobrina – dijo la mujer – ¿Dónde te dejo el traslador?

-          En el callejón Knockturn – dijo la chica

-          ¿Qué cosa? – dijo Blaise furioso – esto es el colmo. Me van a escuchar en el ministerio

-          ¿Que tiempo te vas a quedar? – preguntó Pansy mientras se sentaban

-          No sé – dijo Ginny – hasta que empiece la nueva temporada

-          Un mes. Perfecto – dijo Pansy – organizare algo con las chicas para mañana ¿Te parece?

-          ¿Podrás dejar que mi hija termine de llegar? – dijo Blaise – gracias – siseo

-          Eres un acaparador – dijo Pansy

-          En realidad estoy buscando un equipo aquí en Londres – dijo Ginny sonriendo – quiero acompañar a papi en este proceso – dijo acariciándole el vientre

-          Gracias cariño – dijo Arthur con lágrimas en los ojos – tu hermanito y yo te necesitamos mucho – y abrazó a su hija

-          ¡Genial! – dijo Pansy – será más de una fiesta – y Arthur y Ginny rieron ante la mirada asesina que Blaise le dio a su amiga

 

 

 

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Salía del bar donde cada noche atendía a sus clientes. Estaba más borracha que de costumbre cuando un hombre se le acercó

 

 

 

-          Vuelve mañana – dijo con la lengua algo trabada

-          Vamos – dijo tratando de abrazarla – nos apareceré directamente en la habitación del motel

-          Hoy no tengo ganas – dijo la mujer tratando de zafarse

-          ¡Aquí se hace lo que yo diga! – dijo lastimándole el brazo al retenerla

-          Suéltame imbécil – decía tratando de zafarse –. No quiero ir, maldit…

-          Yo pago – dijo reteniéndola – y tú obedeces

-          No quiero… – gritaba la mujer forcejeando hasta lograr zafarse pero perdió el equilibrio y cayó golpeándose la cabeza

 

 

 

 


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