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DESTINADOS por Liss83

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Ya habían pasado varios días desde esa reunión, y por extraño que pareciera se sentía un poco más ligado al muchacho, a pesar de sentir todavía amor por su mujer. Sin embargo Zabini, "no, Blaise, desde hoy es Blaise" se corrigió a sí mismo, debía acostumbrarse si quería que todo fuese fácil para su hijos. Pero ¿Cómo acostumbrarse a pensar que debía...? Movió negativamente la cabeza de manera instintiva desechando por ahora ese pensamiento. 
 
Durante su primer encuentro, Blaise le había dicho que entendía perfectamente su posición, pero que le daba hasta el fin de semana para hablar con Molly y que iría ese fin de semana a la Madriguera para hablar con sus hijos y afinar detalles de la mudanza, porque los quería cuanto antes en su casa para empezar los trámites de adopción, así como su nueva vida. 
 
A Arthur le preocupaba, y mucho, lo que fueran a decir sus hijos, pero lo enloquecía pensar lo que Molly iba a sufrir ¡Había cargado en su vientre a cada uno! Perderlos, a sus hijos y a él de esa manera, podría desequilibrar no solo su magia, sino también su salud mental. Él la quería, no quería que algo le pasara. 
 
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En la habitación de un hostal de los barrios más pobres del Londres Mágico, una cama de fierro, con colchón viejo y sabanas sucias chirrea al ritmo de dos cuerpos que se entregan a la lujuria y el placer desmedido. "¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!" es todo lo que salía de sus labios mientras una boca hambrienta devoraba su entrepierna abierta y muy bien dispuesta a conceder todo lo que quieran de ella. Las manos acariciaron sus muslos desnudos mientras tenía sus pies muy bien afianzados en la cama
 
- ¡Ya no me tortures, maldita mortífaga! – gemía con los brazos amarrados a la cabecera de la cama, fue entonces que una cachetada le cruzo el rostro
 
- Cállate o te juro que recibirás un Cruxius por insolente – siseo la mujer mientras se acostaba sobre ella y tomaba una especie de vara de goma de unos sesenta centímetros con cabezas a ambos lados en forma de pene masculino
 
- ¡su... su... el... ta... me! – gemía la mujer con los ojos cerrado mientras movía las caderas indefensa a los caprichos de la otra
 
- Aun no hermosa – dijo la rubia – primero vas desgarrarte la garganta gritando por mi piedad a más no poder – y le succiono los senos arrancándole gemidos descontrolados a la mujer – ¡Más alto! ¡Más alto! – y la mujer obedecía mientras sentía como la otra tomaba algo de la mesita de noche
 
- ¡Auxilio! ¡Auxilio! – empezó a desgarrarse la garganta gritando cuando sintió que algo entraba entre sus piernas
 
- ¡Eso mi perrita hermosa! – decía la rubia penetrando a la mujer con una punta del juguete sexual – ¡gime como me gusta!
 
- ¡Auxilio! ¡Auxilio! – gritaba mientras sentía como el miembro llegaba al punto exacto – ¡Que alguien me ayude! – gritaba llorando – ¡no quiero! ¡Suéltame! 
 
- ¡me... fas... cina... co... co...mo... gri... gri... tas! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! – gemía la rubia marcándole el ritmo
 
- ¡Su... suel... tame... me...! – gemía la morena mientras sus gritos eran acallado por unos labios voraces, sus pechos eran estrujados como simples pedazos de carne y el vibrador que tenía dentro suyo llegaba al punto exacto donde la hacía estallar de placer confundiéndose con los gemidos de la otra mujer. De pronto sintió una nalgada que la humillaba aún más, pero lo peor llego cuando ese dedo se coló entre sus glúteos como si fuese otro miembro
 
Dos horas después Molly Weasley estaba acostada boca abajo con las piernas abiertas completamente agotadas, pero sonrió al sentir que le esparcían besos sobre la espalda
 
- Ya me tengo que ir – dijo sonriendo Narcisa Malfoy parada aun lado acariciándole el cabello y jalándoselo para obligarla a levantar la cabeza – pero antes ¿disfrutaste? – dijo sonriendo
 
- Creo que lo que más disfrutare – dijo sonriendo –, es lo que viene
 
- ¿ah, si mi perrita malcriada? – dijo la rubia que llevaba puesto un hechizo para cambiar su apariencia – ¿Y qué viene? – sentándose sobre las pantorrillas de Molly y mordisqueando sus glúteos 
 
- ¿Por qué haces eso? – dijo Molly lanzando una risilla boba
 
- Porque... – dijo Narcisa levantando sus caderas ligeramente y haciéndola girar hasta dejarla boca arriba – los juguetes solo para que las personas juguemos a nuestro capricho – le abre las piernas y se las flexiona – y tú... – dijo inclinándose para introducirle la lengua en su vagina haciéndola gemir nuevamente – eres eso, ¡mi juguete! – concluyo penetrándola con unos billetes – cuando te quiera volver a ver te enviare una lechuza. Adiós, y... ¡Por Merlín! ¡qué bien gimes! Eres toda una cualquiera – dijo sonriendo y se encamino hacia la puerta. 
 
- Narcisa... – dijo Molly bajándose de la cama y gateando hacia la morena
 
- ¿Cómo es que una mujer sangre limpia, como tú – dijo Narcisa sonriendo con burla mientras mira hacia abajo –, termino yéndose a la cama con cualquiera por dinero y tu familia no tiene idea?
 
- Ventajas de no tener destinado – dijo Molly colando su cabeza entre la túnica de la mujer hasta su entrepierna para lamerla atreves de la ropa. ¿Lucius va querer el trio? 
 
- ¡Merlín bendito! Basta – dijo Narcisa dando un paso atrás – casi lo olvido – y busca en su bolsa – aquí tienes el traslador. Queremos que estés a las dos y media para que te preparen
 
- ¿Me preparen? – dijo sorprendida
 
- No lo olvides, dos y media de la tarde – repitió Narcisa –. Y báñate bien. Lucius es muy exigente en eso. Dos y media – y se va
 
Molly se dejó caer en la alfombra y cerró los ojos mientras una sonrisa morbosa se dibujaba en sus labios. Llevo la mano hasta su entrepierna, y sin poder evitar lanzar un gemido, saco los billetes muggles que Narcisa le había insertado. Era un poco más de la tarifa habitual, sin contar el momento placentero que había pasado. En todos los años que Narcisa como su clienta siempre era generosa a la hora de pagar. Si bien, ella siempre se había presentado como una dama honorable a pesar de no ser tener pareja destinada, la verdad es que disfrutaba mucho yendo de cama en cama de los sagrepuras más ricos del Londres Mágico. Total, si Arthur se negaba a tener aspiraciones, ella si las tenía. Y muy claras
 
________________________________________
 
Despertó muy temprano esa mañana dominical, a pesar de que no quería levantarse. Su tiempo se agotaba y no sabía qué hacer. Aun recordaba las palabras de Blaise "Desde hoy, como tu compañero destinado, reclamo ante la madre magia a esos chicos como mis hijos", y la noche anterior le había llegado una carta vía lechuza recordándole que ese era su último día de plazo. En verdad estaba aterrorizado. Saco de su bolsillo de su túnica y lo releyó en silencio por n veces "La cena es a las ocho de la noche. Procura que tanto tú como mis hijos no se retrasen" 
 
Hacía días que sus hijos habían llegado a La Madriguera uno por uno debido a un repentino pequeño desequilibro en su núcleo mágico. Era sabido que cuando esto sucedía en jóvenes lo más recomendable era que estos pasaran una temporada en la casa de sus padres
 
- Papá – dijo Billy detrás de él sobresaltándolo – ¿estás bien?
 
- Billy, cariño – dijo sonriendo –, me asustaste
 
- Disculpa, no fue mi intención – dijo este –, estas muy distraído hace días ¿pasa algo?
 
- Ven aquí – dijo su padre y abrió – abrázame – y este obedeció – te amo tanto, mi niño
 
- Me estas asustando – dijo el chico cuando Arthur le beso el cabello – ¿papá?
 
- ¿Llegaron tus hermanos? – pregunto el mayor
 
- Solo falta que se levante Ron – dijo el chico
 
- Vamos – dijo el hombre de pronto con determinación en la voz – acabemos con esta agonía de una vez
 
- ¿Agonía? – dijo Billy pero su padre ya había entrado a la casa
 
- Pero tengo sueño, no hambre – decía Ron mientras bajaba las escaleras bostezando
 
- ¡Oh! Allí están – dijo Molly sonriendo – el desayuno está servido
 
- Los chicos y yo no desayunaremos aquí – dijo Arthur
 
- ¿Cómo? – dijo Molly sorprendida mientras que sus hijos lo miraban como si su padre se hubiese vuelto loco
 
- Chicos, suban a sus habitaciones – ordeno Arthur – y preparen sus maletas. Desde hoy no viviremos aquí
 
- ¿De qué hablas? – dijo Molly con un hilo de voz
 
- Mi marca apareció – dijo Arthur y todos se cubrieron la boca mientras algunos cerraban los ojos 
 
- ¿Dónde? – pregunto George
 
- El pecho – dijo Arthur – Por eso sus magias están inestables. Su padre nos reclamo
 
- ¿Por qué no me lo dijiste antes? – gritó Molly fuera de si – ¿Por qué me lo ocultaste? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Son mis hijos! 
 
- No – dijo Arthur mientras sus lágrimas caían – ya no son tus hijos
 
- ¡Son mis hijos! ¿Me escuchaste? – gritó Molly abrazándolos – ¡Son mis hijos! ¡Solo míos!
 
- Chicos, suban a sus habitaciones – ordeno Arthur – y preparen sus maletas. Tenemos que llegar temprano a casa de su padre
 
- ¡Ya dije que no saldrán de aquí! – gritó Molly – ¡Son mis hijos!
 
- Chicos – dijo Arthur – suban ahora
 
- Pero... – dijo Percy
 
- Es por eso que sus magias están inestables – dijo Arthur – debemos mudarnos con él cuanto ante
 
- ¿qui... qui... en... es...? – dijo Ron sollozando
 
- Vayan por sus cosas – repitió Arthur limpiándole las lágrimas – papá nos espera
 
- ¡Son mis hijos! – gritó Molly
 
- No compliquemos las cosas – dijo Arthur –. Vayan por sus cosas. Esta... – dijo mirando a su alrededor – ya no es nuestra casa 
 
- No nos queremos ir – dijo Ginny
 
- No se pueden quedar – dijo Arthur
 
- ¡Son mis hijos! – gritó Molly
 
- ¿Acaso no lo sientes? – dijo Arthur – ellos ya no están ligados a ti. Ellos ya no son tus hijos
 
- ¡Cállate! – gritó Molly – ¡Cállate!
 
- Molly – susurro Arthur mientras sus lágrimas caían –, nos reclamo
 
- ¿Nos reclamó a todos? – pregunto Fred
 
- ¿A los siete? – susurro George
 
- Si – dijo Arthur
 
- Vete tú, si quieres – dijo Molly –, pero ellos no. Son míos. ¡No me los quites! – suplicaba llorando desgarradamente
 
- Ya no son tus hijos – dijo Arthur intentando ya no llorar
 
- Arthur... – suplicaba Molly llorando
 
- Niños, vayan por sus cosas, por favor – susurro mientras sus lágrimas traicioneras caían
 
- Yo soy adulto – dijo Percy con voz firme – nadie me puede oblig...
 
- Si pueden – interrumpió su padre con voz pausada mientras se acercaba y le acariciaba el cabello –. En este momento ninguno ante la Madre Magia es adulto. Y como su padre los reclamo deben vivir con él
 
- ¿Quién es? – pregunto Charlie y Arthur lo miro – Nuestro padre ¿Quién es? ¿Lo conocemos?
 
- ¡Arthur es su padre! – gritó Molly – ¡su único padre!
 
- Sí, Charlie – dijo Arthur – conocen a su padre. Ahora vayan por sus cosas. Nos tenemos que ir
 
- ¿Cuándo lo conoceremos? – pregunto Fred
 
- En cuanto tengan sus cosas listas – dijo Arthur –. Desen prisa
 
- ¿Qué tenemos que llevar? – Bill pregunto
 
- Ropa no – dijo Arthur
 
Una hora después todos los Weasley estaban en la sala, mientras Molly los abrazaba desesperadamente y los chicos le juraban que ella siempre seria su única madre. La hora había llegado, tal cual un condenado a muerte que camina lentamente al patíbulo, caminaron hacia una pradera cercana que fungía como punto de aparición y Arthur sacaba de su chaqueta una vieja blusa 
 
- ¿Viajaremos con traslador? – dijo Ron sorprendido
 
- Les repito, chicos, en este momento – explico Arthur – son menores de edad, con todo lo que ello implica. Incluido el uso de magia
 
- Solo una pregunta más – dijo Molly – ¿ya te acostaste con él? ¿ya hizo y deshizo de tu...?
 
- Basta Molly – suplico el hombre 
 
- ¿Cuántas veces me has faltado el respeto revolcándote con él? – dijo Molly
 
- ¡No me faltes el respeto tú a mí! – dijo Arthur –. Más de treinta años te he amado solo a ti 
 
- Entonces... – suplico Molly
 
- Tomen el traslador, niños – ordeno Arthur y estos obedecieron 
 
- ¡No se vayan! – suplicaba Molly llorando – ¡por favor! – gritaba mientras su familia desaparecía – ¡quédense!
 
Cayo de rodilla llorando. ¿Y ahora qué pasaría con ella?
 

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