Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nieve Blanca por ipen shidemiru

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

ahhh, tanto sin publicar nada, bueno, este es un OS de una actividad en fb que hace unos días publiqué en wattpad, pero iré respaldando ambas cuentas por lo que los fic estarán em ambas cuentas <3

Espero que disfuten este, es muy corto pero lo hice con cariño e insomio culpa de la cafeína. 

— Realmente odio la nieve — gira su rostro a mi y enseguida noto sus ojos llorosos, sus hombros han caído completamente y su sonrisa ha desaparecido. No sé exactamente qué siente, pero lo rodeo entre mis brazos.
— Perdón — digo—, lo olvidé.
— Cariño, tengo mucho frío — me dice al oído y asiento con la cabeza aunque no pueda verme.

Le doy un pequeño beso en la mejilla mientras caminamos bajo los copos de nieve que acaban de comenzar a caer. La verdad, no hace tanto frío, Yuu suele exagerar un poco con la temperatura, pero yo detesto que mis lágrimas se congelen en mis pestañas por culpa del viento. Quizá no debimos venir aquí en primer lugar.

Lo tomo de la mano para no perderlo y guiarlo apropiadamente mientras batallo con mi visión, el frío, el viento y los niños que salen de sus casas apurados a jugar. Ni él ni yo estamos usando la ropa apropiada para este clima; Yuu usa un suéter tejido que casi le llega a las rodillas, unos jeans ajustados y unos botines Levi's que no creo que soporten caminar sobre la nieve, debajo del suéter supongo que solo tiene una simple playera blanca; en mi caso, mis jeans son más oscuros, quizá un poco más gruesos pero mis botas están viejas y no creo que resistan demasiado, mi abrigo es una sudadera gris con capucha.

Si fuéramos los de antes, no dudaría en tomarlo de ambas manos mientras giramos y nos reímos igual que niños pequeños jugando en la nieve. Incluso podría besarlo sin temor.

Pero el sol no está y nosotros ignoramos el pronóstico del clima. Nos toca caminar más de ochocientos metros de regreso a la casa sin haber podido llegar al supermercado. Los faros de la calle se encienden y todo se mira más triste. 
La nieve cae como finas ráfagas violentas de lluvia que se ilumina gracias a la electricidad. El intenso viento nos golpea y debo detenerme para no ser arrastrado sobre mis pasos. Mis dedos están mal, no tengo guantes y creo que se me congela la nariz. Yuu está absorto en pensamientos que no me incluyen y luce tan tranquilo.

La nieve se acumula en mis pestañas, se derrite con mi calor y vuelve a congelarse con el viento. No es la misma razón por la que Yuu odia la nieve, pero comienzo a detestarla.

Eran ochocientos metros cuando comenzamos a caminar en estos suburbios y a cada paso la distancia es menor, pero aumento el peso sobre los hombros de Yuu con cada pequeño copo que lo cubre, puedo sentirlo claramente atravesando mi piel. 
Debe pensar en su esposo, en alguien quién no soy yo, en Akira.

Se casaron en secreto al norte de Japón cuando Yuu tenía 25 años y Akira 23. Consiguieron que un monje budista celebrara una ceremonia privada el día veinticinco de diciembre mientras afuera la nieve caía amontonandose por doquier y engañando a caminantes inexpertos para hundirse en ella. Hasta ese momento, Yuu no detestaba la nieve. 
Me enteré que la boda ya había ocurrido cuando Akira me hizo llegar un par de fotografías que habían tomado durante la ceremonia y otras, de una sesión fotográfica posterior, donde se divertían jugando en la nueve. Akira era simple y para nada celoso de mí, yo jamás intervine en su relación así que fuimos una especie de amigos. Sin embargo, nunca supimos que sufría de depresión hasta su suicidio. 
El cuerpo de Akira fue rescatado de entre las ramas de un enorme árbol en una zona boscosa alrededor del hotel en el que se hospedaba con Yuu. Únicamente llevaba consigo su identificación y una nota. Yuu fue obligado a reconocer el cadáver, solo y sin el apoyo de nadie, lo que seguramente lo devastó mientras las personas a su alrededor celebraban el inicio de un nuevo año.
Antes de que eso sucediera, yo dejé la ciudad que compartía con ellos debido al trabajo, así que era Akira quién usualmente me mantenía al tanto de lo que hicieran. Por consecuencia, me enteré de todo aquel revuelo por un amigo que trabaja en la policía de aquél poblado nevado, pero, para ese momento, Yuu ya se había mudado lo más al sur del país, casualmente, a la misma villa que yo, dónde podía verse nieve caer una vez cada cincuenta años. Cuando lo encontré se veía muy mal, demasiado delgado y pálido. Yuu se dedicaba a pintar cuadros y sus habilidades iban de regulares a buenas, nada excepcional, pero jamás había tenido problemas para vender sus pinturas. El día que lo localicé, estaban por desalojarlo del apartamento que rentaba. Irremediablemente tuve que sacarlo de allí y lo llevé a mi casa. 
Mientras transportaba lo poco que tenía noté sus cuadros: Yuu usaba óleos al pintar, pero había una notable ausencia de tonos fríos, todo lo que había hecho eran de colores vivos y frescos pero no se sentían felices, era extraño. Verlos podía marear, sin importar si era un campo de flores o una puesta de sol, había algo que evocaba la melancolía y al desasosiego. Yuu dijo que no le hacían falta, que podía deshacerme de ellos sin pena, pero no le hice caso. Por lo que, en aquel primer verano que vivimos juntos, decidí ponerlos en venta. Hablé con un conocido que tenía una cafetería cerca de la playa y le propuse expusiera las pinturas; en menos de una semana, los primeros tres cuadros fueron comprados.
Yuu jamás quiso el dinero. Me hizo aceptarlo como renta de la habitación que ocupaba pero era demasiado, así que con frecuencia lo abastecía de pinturas y alguna otra cosa básica para él.
Además, continuamente lo encontraba llorando y me permitía abrazarlo hasta que se calmara. En ocasiones nos recostabamos juntos y se dormía entre mis brazos ya muy cansado de su carga. En más de una ocasión se despertó asustado y llamándome *"Akira"*. Al principio, no sabía qué hacer, así que solo seguí aquello, peeo Yuu se daba cuenta casi enseguida que yo no era Akira y se disculpaba. Muchas veces lo encontré solo, en alguna habitación, hablado como si Akira estuviera con él.

Pasado un tiempo Yuu comenzó a volverse cariñoso conmigo, dejó llamarme por mi nombre y simplemente me nombró como "cariño". Jamás hemos tenido sexo, pero si nos hemos besos sobre los labios, acariciado algunas veces y compartimos cama.
Yo ahorré el dinero de sus cuadros y acabé usándolo junto a mis ahorros para visitar Canadá antes de la llegada del invierno. Quería conocer junto a él las cataratas del Niágara y sentirnos turistas idiotas en cualquier lugar lejos de Japón.
El viaje que planeé comenzaba a mediados de septiembre y terminaba antes de comenzar octubre. Previendo salir de aquél país antes de la primera nevada y que así Yuu pudiera crear recuerdos únicos y felices conmigo sin preocuparse de tener que ver la nieve nunca más. Sin embargo, mis cálculos erraron.

Aún nos faltan doscientos metros para llegar a la casa. La mano que se aferra a Yuu, está dentro de mi chamarra tratando de darle un poco más de calor. La otra comienza a doler, también mi rostro, y la culpa la tiene la ventisca que se siente igual que agujas sumamente puntiagudas internandose en la piel. El tacto con Yuu me deja sentir sus movimientos más torpes y lentos sin la necesidad de voltear a verlo, debe estarse congelando pero aún nos queda un tramo por andar.

Conozco a Yuu desde la preparatoria y también me enamoré de él en esa época, sin embargo, no pasó mucho para darme cuenta de que jamás sentiría lo mismo por mí, así que simplemente nos hicimos amigos. Ambos éramos muy honestos entre nosotros, así que nada cambio cuando tuve que confesarle mis sentimientos y cómo había decidido lidiar con ellos. 
Cuando comencé la universidad, Yuu se dedicó a trabajar e invirtió todo su dinero en formas distintas de aprender a pintar de tal forma que pudiera dedicarse completamente a lo que quería. Así que, si no estaba pintando algún cuadro, fácilmente estaría leyendo algún libro de la historia del arte. Los fines de semana, no importaba que tan ocupado estuviera, siempre iba con él a algún mercado, una expo, alguna convención, feria o cualquier evento al que pudiéramos apuntarnos con tal de vender sus cuadros. En uno de esos fines de semana conoció a Akira, justo frente a mí y noté de inmediato que algo ocurrió entre ellos. Akira compró un cuadro, y volvimos a encontrarlo en distintos eventos con regularidad que pareció tan natural cuando comenzaron a salir y, tan pronto como nos dirigimos palabras de amistad, ya éramos tres vendiendo cuadros los fines de semana. Akira fue sumamente perspicaz dándose cuenta de mis sentimientos por Yuu y también muy maduro al aceptarlos en lugar de alejarme de él. Ni siquiera precio molestarle que Yuu y yo nos saludaramos con besos en las mejillas y, de hecho, él comenzó a hacer lo mismo conmigo. Siempre era muy considerado y solían compartirme su felicidad. Yo era sumamente feliz de verlos a ambos tan enamorados, no sentía celos ni dolor alguno, vivía plenamente sabiendo que Yuu había encontrado al amor de su vida. Me encantaba verlos felices juntos.

Llegamos a casa y nos escondemos del viento en la pequeña pared de ladrillos junto a la puerta. Deslizo la llave en la perilla con mucho esfuerzo, mi mano tiembla y no quiero usar la otra que sostiene a Yuu. Consigo abrir después de varios intentos fallidos y entramos rápidamente. Hago a Yuu sentarse en la banca de la sala para quitarle los zapatos mojados y adentrarnos sin ensuciar, luego me quito los míos y caminamos en calcetines a la recámara principal. Cambió toda su ropa moda por seca y Yuu se tira a la cama mientras me desvisto y enciendo el radiador para calentar más rápido la habitación. Saco una cobija tejida del armario para cubrir a Yuu y, una vez vestido, me recuesto sobre la otra almohada de la cama. Estiro los brazos y tomo parte de la cobija. Yuu está absorto mirando al techo sin decir nada.

Decido revisar la predicción del clima y tomo su mano para intercambiar, aunque sea, un poco de tacto. Al parecer, nevará sin parar los siguentes 2 días.

Cierro los ojos un momento y suspiro.
Cuando este invierno comience, se cumplirán diez años desde que Yuu odia la nieve, y no importará si las cosas van mal, yo siempre estaré a su lado.

— Tanabe... — lo escucho decir mi nombre dentro del silencio de la habitación que ahora parece haber sido cortado con un cuchillo de carnicero. Después de tanto años esperando oír mi nombre mezclado con su voz no siento felicidad, sino que algo se revuelve en mi estómago. No puedo respirar y siento como si estuviera desnudo y el viento helado volviera a golpearme —, quiero reunirme con Akira.

No importa lo que pase, siempre estaré con él.

 

Notas finales:

<3

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).