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Un lugar seguro por Kirah69

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Stiles despertó y por un momento entró en pánico al no sentir a su hija en la habitación de al lado, pero entonces la escuchó en el piso de abajo, hablando con Peter, y su corazón volvió a relajarse. Olió las tortitas con chocolate según bajaba las escaleras.

—Vas a engordarnos—le dijo a Peter a modo de saludo.

—No os vendría mal a ninguno de los dos poner un par de kilos sobre esos huesos—replicó Peter, sirviéndole un plato de tortitas.

En realidad tenía razón y de todos modos no era capaz de rechazar unas tortitas. ¡Con chocolate! Peter estaba consintiéndolos demasiado.

Después del desayuno se prepararon para ir a conocer al alfa. Stiles no podía disimular su nerviosismo. ¿Qué iba a hacer si el alfa los rechazaba? ¿A dónde irían? ¿Dónde podrían sentirse igual de seguros? La mano de Peter en su nuca hizo que la tensión dejara sus hombros.

Llegaron al loft y Scott ya estaba allí junto a Allison y a Lydia. Los tres miraron a Peter con desconfianza, como siempre, y después se fijaron en Stiles y Claudia y sus rostros se relajaron.

—Hey, hola—saludó Scott con una amplia sonrisa—. Eres Stiles, ¿verdad? Yo soy Scott, soy el alfa. Oh, y ellas son Allison y Lydia.

—Me alegra conocerlo, alfa—saludó Stiles con tono protocolario—. Mi hija y yo queríamos pedirle permiso para establecernos en esta ciudad. Llevamos tiempo huyendo de cazadores y creo que al fin los hemos despistado. Si volvieran a encontrarnos, no les diríamos nada sobre la manada, por supuesto.

—No os preocupéis. Si alguien viene a atacaros os protegeremos. Hablaremos con los cazadores y les convenceremos de que sois buenas personas—le dijo totalmente convencido.

Stiles miró de reojo a Peter, para nada convencido con lo que el alfa estaba diciendo. Peter se encogió de hombros, ya se lo había advertido.

—Muchas gracias, alfa—respondió al final, forzando una sonrisa. En fin, mientras tuviera a Peter protegiéndolos lo demás no le importaba.

—No es nada. Podemos ayudarte a encontrar una casa, mientras tanto puedes quedarte aquí en el loft o podéis venir a mi casa, a mi madre no le importará. También podemos conseguirte un trabajo. ¿A qué te dedicas?

—Ya tenemos casa. Vamos a vivir con Peter, tengo mi propia habitación—respondió Claudia antes de que Stiles pudiera hacerlo.

Las expresiones de sorpresa en los rostros de los tres no tenía precio.

—P-pero... Peter—tartamudeó Scott.

—En cuanto al trabajo—continuó Stiles antes de que Scott intentara convencerlo de que no viviera con Peter—, encontraré algo, no os preocupéis—aún no había tenido tiempo de pensar en ello, pero siempre encontraba algo.

—Am, d-de acuerdo. Si necesitas cualquier cosa, para ti o para la niña-

—Yo ya me he hecho cargo de eso, no te preocupes—le interrumpió Peter.

Scott abrió la boca varias veces como un pez y acabó agarrando a Peter del brazo y llevándoselo a la cocina. Solo pudo hacerlo porque Peter lo permitió, por supuesto. Esto le divertía más de lo que debería.

—¿Qué les has hecho? ¿Qué les has metido en la cabeza?—gritó Scott en un susurro, ignorando que Stiles podía oírle perfectamente.

—¿Por quién me tomas?—replicó Peter, llevándose una mano al pecho, exageradamente ofendido—. No he hecho más que cuidar de ellos. Si quieren irse contigo, son libres de hacerlo.

—Peter, si les haces daño-

Un gruñido vibró en el pecho de Peter silenciando al alfa, la sola idea de dañar a su nueva manada cabreaba a su lobo.

—No voy a permitir que un niñato me amenace por muy verdadero alfa que sea así que más te vale morderte la lengua antes de que te la arranque—Peter tenía un control perfecto, pero ese crío siempre lo ponía a prueba.

El control de Scott no era tan perfecto y sus ojos estaban brillando rojos mientras que sus garras estaban extendidas. La tensión estaba a punto de estallar.

—Alfa...—Stiles entró en la cocina y sin decir palabra se quitó la ropa y un segundo después allí en medio había un enorme oso que les sacaba varias cabezas—. Creo que puedo protegernos a mi hija y a mí de ser necesario—le dijo con voz ronca.

Pálido como la leche, Scott asintió. Stiles recuperó su forma humana y volvió a vestirse. Había una sonrisa orgullosa en su rostro.

—Ahora que todo está aclarado, Peter, ¿podríamos ir al parque? Seguro que a Claudia le gustaría jugar un rato.

—Por supuesto, vamos—Peter colocó un brazo alrededor de su cintura sin pensarlo y salieron de la cocina. Su lobo se sentía satisfecho de que Stiles prefiriera estar con él que con los demás.

Cuando regresaron a la zona principal del loft, Claudia estaba agarrada a la pierna de Derek, mirando con recelo a las dos chicas que parecían intentar ganarse su confianza con sonrisas y palabras dulces. Tan pronto como los vio salir, fue corriendo hasta Peter, que era el más cercano, y extendió los brazos pidiendo que la levantara. Peter obedeció y disfrutó de las miradas de odio de las chicas.

—Vamos al parque, ¿quieres?—le preguntó a la pequeña, que asintió con entusiasmo.

Dejaron el loft e ignoraron la discusión que se desató tras ellos.

Dieron unas vueltas en coche buscando el parque más apropiado, cerca de casa, no demasiado concurrido pero tampoco muy aislado. Cuando llegaron a la zona de juegos, Claudia se mantuvo agarrada a la mano de su padre. Stiles le dio un suave empujón, animándola a ir a jugar, y finalmente echó a correr directamente hacia los columpios. Había bastante niños en el parque de todas las edades, normal para un sábado por la mañana. La mayoría de los adultos eran madres y prácticamente todas dirigieron sus miradas hacia Peter y Stiles en algún momento, cotilleando después entre sí. Ellos no les prestaban atención, ambos tenían la mirada fija en la pequeña, siguiendo sus pasos por las distintas zonas de juegos.

—Buenos días—la voz excesivamente dulce de una mujer los distrajo.

—Buenos días—respondió Stiles educadamente mientras que Peter apenas asintió con la cabeza.

La mujer, que rondaría los treinta, sonreía ampliamente y cuando ambos la miraron se recogió un mechón de pelo detrás de la oreja en un gesto coqueto.

—¿Cuál es el vuestro?—preguntó—. El mío es el rubio del tobogán.

—La niña de los columpios—respondió Stiles vagamente, había tres en ese momento así que no podría identificarla.

—Es encantador ver a padre y abuelo traer a la hija al parque, no es muy habitual—comentó, inclinando su cuerpo mal disimuladamente hacia Stiles.

—¡¿Abuelo?! Disculpa, pero yo no soy el abuelo de nadie—replicó Peter, sorprendiendo a Stiles por lo ofendido que sonaba.

—L-lo siento, creía-

—Creíste mal—replicó cortante. Peter colocó un brazo alrededor de los hombros de Stiles de forma posesiva y la mujer abrió los ojos como si se diera cuenta de algo.

—Oh. Oh. Dis-disculpad, no quería... Que paséis un buen día—les dijo apresuradamente y se marchó.

Stiles estaba intentando contener la risa. Podía oler un leve toque de vergüenza en Peter.

—¿A qué ha venido eso?—le preguntó sin intentar apartar el brazo de sus hombros.

—No tengo edad para ser abuelo—respondió Peter, levantando la cabeza orgulloso.

—Bueno...

Peter gruñó antes de que pudiera continuar la frase y Stiles se mordió el labio intentando no sonreír.

—Esa mujer sí era demasiado mayor para estar ligando contigo.

Stiles resopló, sacudiendo la cabeza.

—¿No intentaría ligar contigo?—preguntó. Eso era mucho más probable, teniendo en cuenta el atractivo del lobo.

—No me habría llamado abuelo de ser así.

Stiles tuvo que coincidir con eso.

—Bueno, tampoco es que me importe la diferencia de edad—comentó, apoyando la cabeza sobre el hombro de Peter.

Por un momento Peter se agitó, pero entonces su olor se volvió dulce cuando comprendió lo que quería decir y apretó conscientemente el brazo sobre sus hombros. Esperaron así hasta que Claudia se agotó y fue trotando hasta ellos.

—¡Tengo hambre!—exclamó, levantando los brazos hacia Stiles.

Stiles la cogió en brazos y sacó un pañuelo del bolsillo para limpiar sus manos sucias.

—Vamos a casa y prepararé la comida—le dijo Peter y le dio un beso en la frente a la pequeña.

Regresaron a casa y Peter preparó unos macarrones con verduras mientras Stiles le daba un baño a Claudia. No podía creer cuánto podía ensuciarse en el parque, y eso que no la había dejado correr por el bosque como otras veces. Después de la comida, la puso a dormir la siesta y se sentó en el sofá con Peter.

—Necesitamos papeles. DNI, certificado de nacimiento... esas cosas. Sobre todo para poder inscribir a Claudia en la escuela cuanto antes y para que yo pueda empezar a buscar trabajo.

—Sabes que no necesitas trabajar—le dijo Peter.

Stiles puso la tele y se acurrucó junto a Peter. Sonrió al escuchar un suave gruñido, casi como un ronroneo, en el pecho del lobo y su oso se sintió contento de tener a alguien que le apoyaba en aquel difícil momento.

—Y sabes que voy a hacerlo de todos modos—replicó, cogiendo el brazo de Peter para que lo rodeara.

Peter suspiró, pero no dijo nada. No tardaron en quedarse dormidos con el murmullo de la televisión de fondo y sus cuerpos intercambiando calor. Stiles despertó vagamente cuando Claudia se tumbó sobre él y volvió a quedarse dormido abrazado a su hija.





Peter les consiguió todos los papeles que necesitaban y en un par de semanas Claudia ya iba a su nueva escuela. Stiles tardó un poco más en encontrar un trabajo con un horario compatible con las horas escolares de Claudia para poder al menos llevarla a clase aunque fuera Peter quien la recogiera a la salida. No era un gran trabajo, camarero en una cafetería, pero estaba contento de tener algo que hacer para no estar dando vueltas por casa como una sombra mientras Claudia estaba en clase.

La primera vez que Peter y Stiles se besaron fue tan natural como respirar. Stiles se acababa de levantar y Peter ya tenía preparada su primera taza de café de la mañana. Stiles le saludó con un suave beso en los labios y tomó un sorbo. Entonces se dio cuenta de lo que había hecho y vio que Peter estaba paralizado con los ojos casi brillando.

—Am, lo- lo-...

Peter lo acalló con otro beso antes de que pudiera disculparse y así de simple su relación cambió pero todo siguió siendo igual, o casi. Derek iba a su casa para hacer de niñera cuando ellos querían tener una cita. Siempre gruñía cuando se lo pedían, pero el lobo nunca se veía más contento que cuando cuidaba de la pequeña. Y Claudia, bueno, era tan inteligente y perceptiva como su padre. Incluso si Peter y Stiles habían intentado ser discretos las primeras semanas por si aquello no salía bien, ella no tardó en percatarse.

—¿Crees que Peter me dejará llamarlo papá?—preguntó un día mientras Derek cuidaba de ella.

Derek se quedó sorprendido por un momento porque sabía que se suponía que Claudia no estaba al tanto, pero entonces pensó en su pregunta.

—Creo que le encantaría.

Y así, cuando la pareja regresó a casa, Claudia corrió hacia ellos como siempre y extendió los brazos hacia Peter para que la levantara.

—Papá, ¿podemos cenar pizza de la que tú haces?—le preguntó.

Peter la miró boquiabierto y después miró a Stiles, que tenía los ojos húmedos y una sonrisa brillante.

—Claro, cielo. ¿Quieres ayudarme a prepararla?

—¡Sí! ¿Puede quedarse el tío Derek a cenar?

Y esta vez fue a Derek a quien tomó desprevenido, el lobo intentando disimular inútilmente su contento.

—Claro que puede—respondió Stiles con una sonrisa, viendo que ninguno de los otros dos eran capaces de pronunciar palabra. Solo su hija podía dejar sin palabras a los Hale.

Notas finales:

¡Gracias por leer! Comentarios y kudos son bienvenidos ^^ Podéis dejar vuestras peticiones para fanfics en mi blog.

¿Me invitáis a un café en Ko-fi para apoyar mi trabajo?


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