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Bajo las Bendiciones del Cielo [MoDaoZuShi] por SoyUnUkulele

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El príncipe heredero de los dos grandes imperios de YunmengJiang y Gusu Lan, primogénito e hijo único de los poderosos, grandes, importantes y ciertamente distintivos emperadores que lucharon codo a codo contra el mal que amenazaba las futuras dinastías, la sangre de los héroes que salvaron el tiempo actual corría por sus venas y desde muy temprana edad se le educó para ser un heredero a la altura de sus progenitores. Aquello era una carga verdaderamente pesada para él desde el instante en que tuvo uso de razón.

JingYi vivió hasta sus ocho años en Gusu Lan ya que, cuando aún era niño, sus padres seguían reconstruyendo el reino que había quedado aún más devastado por la reciente guerra que los demás reinos y, para preservar la seguridad de su único hijo, lo llevaron al único lugar que había quedado intacto, lejos de las llamas de la muerte que lo consumió todo.

Así, JingYi vivió en las bellas montañas, llenándose de mimos al punto de casi malcriarlo, siendo el muy querido niño del tío de su padre, Lan Qiren, y tan apreciado por Lan Zhan, el embajador del reino y hermano de su padre, a cargo hasta el día de hoy de Gusu Lan gracias a que el que se suponía debía ser emperador ahora se encontraba reinando los bastos canales de YunmengJiang junto a su consorte y, hasta que JingYi se casase o el segundo príncipe Lan tuviera un hijo, el trono seguiría disponible por petición del mismo Lan Zhan. Siempre le pareció demasiado curioso ver como aquel tranquilo y serio hombre que le daba tanta sobreprotección solía mirar al cielo con una melancolía terrible, permitiendo que sus cejas se delinearan hacia abajo mientras hacía ademán de buscar algo con los ojos, algo que se desvanecía con el viento; su amado tío Lan Zhan era un hombre lleno de secretos que guardaba tras de sí un aura triste y deprimente que hacía contraste con la sensación armoniosa y pura del palacio.

Más de una vez JingYi se preguntó por qué su tío Lan Zhan no se había casado con alguna doncella o doncel como todos los demás de su misma generación y, cuando se escabullía en su habitación sólo para subir a sus piernas sentadas en la distintiva posición de loto, dejando a un rechoncho conejito de nariz roja en el hueco de estas, el hombre le abrazaba por la espalda y le miraba desde arriba con una expresión sublime, prometiéndole que algún día descubriría la respuesta a tanto misterio. Pero JingYi era un chico idiota, aunque no volvió a insistir más sobre el tema, su joven e inexperta cabeza atribuyó eso a la soltería. Tal vez su adorado tío siempre estaba melancólico porque ninguna persona quería casarse con él por más que esté fuera el embajador de Gusu Lan gracias a que, aunque su masculino rostro era ciertamente atractivo, siempre mantenía una expresión mortuoria; esa idea fue creciendo en su cabeza año con año y, a la edad de diez jóvenes añitos, el príncipe dejó las tierras de Gusu para vivir con sus padres y donde se formó como meta volverse una persona excepcional y de grandes aptitudes para así encontrar a la persona con quien se casaría porque, por mucho que amara y admirara a su tío, no quería quedar triste y amargado por el resto de su vida.

Fue así como, a manos de Lan XiChen, escuchó todas las historias de amor entre los reyes y héroes que ganaron la guerra; su padre se había enamorado a primera vista de su madre en el día que les presentaron como prometidos y, con mucho esfuerzo y tiempo, logró conquistar a Jiang Cheng y que este le correspondiera ya que, a los ojos de este, seguía siendo un niño menor y tuvo que demostrar que estaba más que equivocado (y en medio de ese tiempo procrearon a JingYi, pero no son cosas con las que Lan XiChen entraría en detalles delante de su emocionado hijo).

El emperador de Qinghe Nie había levantado un gran escándalo frente a los gobernantes de otros reinos al anunciar que tomaría como esposo a Meng Yao, el hijo ilegítimo del ya fallecido emperador de Lanling Jin cuando este estaba siendo repudiado delante de todos en medio de una importantísima reunión después de la guerra y a pesar que era conocido el gran desagrado que ambos se tenían mutuamente. Al terrible emperador Jin Guangshan no le importó avergonzar a su hijo frente a la importante multitud espectadora por el simple hecho de ser doncel hasta que el imponente y temperamental hombre, tomando el brazo del pobre Meng Yao, avergonzó aún más a Jin Guangshan al decirle que cuidara su lengua ante la futura emperatriz de Qinghe Nie. Cuenta el rumor que Meng Yao chillaba de horror mientras era arrastrado por Nie Mingjue fuera de la sala de reunión, clamando por ayuda. Actualmente estaban casados y al parecer demasiado enamorados (sobre todo por el lado del emperador, que alababa tanto la belleza de su consorte que mandó a construir una estatua con su rostro y la tiene en su jardín privado).

Otra historia fascinante era el amor entre el hermano menor de Nie Mingjue y el sobrino legítimo del emperador de Qishan Wen, Wen Ning. Era fascinante porque ambos se habían conocido y amado desde antes que la guerra explotara, en el tiempo en que Nie Huaisang cortaba pequeñas flores para crear tintes en una pequeña colina y vio, desde su posición en la otra cumbre cercana, a un joven de la secta Wen recolectando algodón. Ambos se frecuentaron y charlaron por medio de pequeños mensajes enviados por aves mensajeras y, lo que comenzó como una divertida interacción amistosa, se volvió en un amor tan intenso que, cuando la guerra comenzó y los Wen fueron tachados como enemigos, ambos jóvenes habían encontrado la forma de bajar de sus respectivas colinas y verse en secreto. Aunque a JingYi le gustaba el drama cuando leía historias ficticias, en estas que sucedieron realmente le causaba una angustia cuando su padre narraba el día en que ambos novios fueron descubiertos. Para enorme alivio de JingYi, cuando la guerra terminó Wen Ning ocupó el trono y ahora gobierna junto al príncipe Nie más joven.

Su amiga desde hacía muchísimos años, A-Qing, era la pequeña doncella que acompañaba personalmente al consorte del reino más pequeño de todos, el joven Xiao Xingchen ya que este era ciego, necesitaba de atenciones especiales y gracias a ella, junto con Lan XiChen, conoció la historia de ese matrimonio. A diferencia de los demás, el reino del emperador Song Lan no participó directamente en la guerra, al menos no de manera militar ya que han vivido bajo la protección de Lanling Jin gracias a un matrimonio arreglado hacia años. Song Lan, siendo un príncipe, debía de casarse con la hija ilegítima del emperador Jin Guangshan, Qin Su, pero este se opuso al haberse enamorado de un joven monje que le cuidó cuando, en un accidente, el príncipe perdió la vista. Gracias a A-Qing supo que la razón por la cual Xiao Xingchen era en realidad ciego fue porque le entregó sus ojos como muestra de amor y el príncipe no dudo en casarse con él.

¡JingYi estaba fascinado con ese tipo de historias verídicas y, por ello, deseaba vivir también su historia de amor incondicional! Era realmente difícil para alguien de la nobleza casarse con alguien por amor y por ello le entusiasmaba escuchar sobre los que, si lo habían logrado, los emperadores ya mencionados habían tenido muchísima suerte y usaron su posición para tomar a alguien a quien amaban, e incluso los que se unieron por intereses del reino terminaron amándose porque una de las dos partes comenzó a sentir algo.

Sus abuelos no habían tenido esa misma suerte, así como muchísima más gente o gobernantes de otros reinos y, mientras crecía y su círculo de amistad se hacía más grande, A-Qing y Jin Ling entraban también en esa mala suerte, aunque a ellos no les preocupaba en realidad gracias a la amistad de años que venían acumulando.

Sólo hubo un pequeño detalle, uno que fue descubriendo eventualmente mientras iba creciendo poco a poco y bajo la estricta disciplina de su padre Jiang Cheng. Desde pequeñito mucha gente le mencionó que el día en que nació la guerra había llegado a su fin, haciendo sentir a sus padres de que su llegada era un símbolo de paz y buena suerte y, claro, mucha gente pensó lo mismo y esperaron grandes logros de él. Hasta el JingYi mismo comenzó a creerlo así y no fue hasta que sus padres tomaron las riendas de su educación que se dio cuenta de la terrible mala suerte y para nada bueno en los talentos más mínimos.

Por más que el pequeño se esforzara, por mucho que estudiara y no importaba cuanto tiempo entrenara de más, no daba ni una, ¡Ni una! Y su mala suerte se extendió como pólvora por todos lados tanto, que ninguno de los reinos vecinos buscaba la alianza de YunmengJiang si eso conllevaría a desposar a sus hijos con Lan JingYi.

Entonces cumplió los 18 años y, mientras sus amigos ya estaban comprometidos o ya habían vivido su historia amorosa, él debía soportar la tortura de que era un hazmerreir quien encima se casaría obligadamente con alguien que sin duda le superaba con creces, adiós historia de amor, adiós, este era el momento donde se ponía depresivo, al menos eso era lo que había estado pensando el príncipe JingYi mientras se preparaba para su regreso a YunmengJiang después de esa intensiva semana religiosa, mientras este había hecho un recuento de todo lo que deseó en su infancia y como la realidad de su vida le golpeó, Zidian, el siervo de mayor confianza de Jiang Cheng, el joven y ciertamente igual de temperamental que su señor había terminado de empacar las maletas y ahora avanzaba a paso veloz y elegante hacia la salida.

JingYi reaccionó bastante tarde, cuando este había ya desaparecido, así que tuvo que correr hasta casi tropezar para alcanzarle y así no hacer enfadar al hombre tan impaciente. Podía ser un príncipe, pero Zidian se parecía tanto a su padre que le causaba terror, además, él junto a su hermano menor Sandu se encargaron de su entrenamiento militar o estrategia por mucho tiempo, mientras que los siervos de confianza de XiChen, Liebing y Shuoyue fueron de más ayuda en las artes y la música, había un respeto fraterno y de amistas hacia ellos y si uno de ellos le aporreaba, él se callaba y recibía el castigo como si se lo estuviese dando alguno de sus progenitores.

Así de desdichado era JingYi, no tenía dos padres, sino seis.

— Ah, ¿Te vas tan pronto? — Jin Ling le vio correr hacia la salida, con un libro en mano y su expresión fruncida de siempre. - Entonces, supongo que nos vemos.

— ¡Hasta pronto! ¡Me voy primero, hay cosas que hacer en casa! — Gritó JingYi, cada vez más lejos.

Desde el balcón los demás jóvenes se asomaron sólo para despedirse de él, moviendo sus manos de manera fina y sincronizada, a excepción de A-Qing que agitaba los brazos al punto de casi mostrar el hueso de su codo fuera de su lugar - ¡Hasta la vista!¡Recuerda invitarme a tu boda sólo si habrá cerdo agridulce, porque si no olvídate de que estaré ahí!

Mientras subía al carruaje tirado por blancos caballos, JingYi sacó su brazo y mostró su dedo de en medio, siendo fuertemente aporreado en la cabeza por parte de Zidian después de eso       

 

 

 

 

 

 

 

 

El viaje había sido relativamente tranquilo mayormente gracias a la presencia de Liebing, quien era calmado y ciertamente mucho menos estricto que Zidian, este estaba sentado frente a ambos donceles, interfiriendo cada que trataban de darle un largo sermón al pobre príncipe. Liebing le recordaba mucho a su tío Lan Zhan.

Una larguísima charla contando cómo fueron esos días de celebraciones religiosas fue suficiente para agotarlo y hacerlo dormir en el trayecto final, acomodado tranquilamente con el cuerpo totalmente acostado sobre el asiento (Zidian había tenido la consideración de cambiar de lugar sólo para que este tuviera todo el lugar para sí mismo), por ello el viaje le sentó mucho más corto y sin duda le dejó totalmente desorientado al momento de bajar del carruaje. Llegar con los ojos hinchados, despeinado y grasiento no era una muy buena presentación, al entrar por la puerta principal JingYi quedó a medio bostezo al ser recibido por sus padres quienes tenían la visita de un joven de delicadas facciones y bellísima figura envuelta en un sencillo vestido negro y sin adornos distintivos.

El joven de largos cabellos negros y esa aura casi oscura extendía frente a los emperadores una enorme caja abierta con delicados adornos, este joven mantuvo su mirada sobre JingYi, lo que provocó una verdadera vergüenza en este. No le miraba con desprecio o sorpresa sino más bien indiferencia, era la terrorífica belleza de aquel chico lo que avergonzó al príncipe, podía jurar que no había visto a alguien tan maravillosamente hermoso como lo era él.

— Lan JingYi — La voz de Jiang Cheng hizo que apartara la mirada del desconocido chico y se fijara en sus padres, ambos estaban...sonrientes. — Ven, llegaste justo a tiempo, este joven de aquí es uno de los siervos de Wei Ying, Chenqing, ha venido especialmente para entregar el vestido rojo.

— Ah... — JingYi no supo más que decir, fue tomado por los sirvientes de la casa que se encontraban ahí a petición de su madre y arrastrado a la habitación mientras era seguido por sus padres y aquel muchacho.

Se sentía como un sueño, era demasiado surrealista y a la vez demasiado pronto, tuvo todos estos días para asimilarlo y aún no lo hacía porque siempre prefirió evadir los problemas antes que enfrentarlos.

 

Fue llevado a su habitación y los sirvientes le desnudaron detrás del biombo, la enorme caja de madera se colocó cerca de su vista y JingYi permitió que se le pusiera capa por capa de la pesada tela sin protestar. Cuando finalmente sintió que había despertado del aturdimiento por el viaje, se encontró a sí mismo envuelto por el vestido de mangas tan largas que casi las podía arrastrar por el suelo, la costura era de altísima calidad y los preciosos bordados sin duda eran los emblemas de los imperios que se unirían gracias a la boda, JingYi no pudo evitar pasar sus dedos por símbolos de Nubes, sin duda haciendo alusión a Gusu Lan, que adornaban todo el largo de un escote decente que cubría hasta el cuello, seguido de la flor de loto y terminando con la figura de un tigre echado de una forma lunar. El símbolo indudable de YiLing.

— Ah...es perfectamente tu medida... — Jiang Cheng había cubierto su boca con ambas manos, se notaba genuinamente conmovido y, junto a él, Lan XiChen tomó su hombro y lo acercó a sí mismo como apoyo.

JingYi había dejado de verse a sí mismo, el vestido era magnífico, una verdadera obra de arte pero por mucho que esté la llevara encima, el reflejo en el espejo de Chenqing de pie detrás suyo era indudablemente más hermoso, sin la necesidad de portar ninguna joya ostentosa para ser atractivo.

Con eso en mente, Lan JingYi pensó. Estando esa belleza al alcance del príncipe SiZhui, ¿Por qué este fue tan lejos y pidió la mano de un príncipe con tan mala reputación?

Era algo que no podía llegar a comprender.

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