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El lado oscuro del deseo (sasunaru) por sasunarualfaomega

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Oscurecía cuando el tren entró en la estación de Harrogate agotado por el largo viaje donde sólo sus pensamientos lo distrajeron del tedio, Naruto se puso de pie, y bajó la maleta de estante para el equipaje. Todavía no sabía por qué había ido o qué sentía respecto a su madre.

 

La llamada a Thornley Hall fue breve y precisa. La desconocida que contestó, le dio la información requerida apenas se identificó.

 

Su madre estaba internada en el hospital general, en la unidad de cuidados intensivos. Un ataque cardiaco, le explicado, con aquel acento de Yorkshire que no escuchó en diez años.

 

-La llama todo el tiempo, pobrecita y ... pues ... creo que será mejor que el señor Sasuke se lo explique. Si me espera un momento, lo llamaré y ...

 

- ¡No! -Sólo al pensar que hablaría con Sasuke se le contraía el estómago-. No necesita molestar al señor ... Uchiha -dijo-. La visitaré en el hospital a la hora del, té

 

-terminó y, después de colgar, se apoyó en su asiento temblando por la violenta reacción.

 

Contestar el llamado de su madre era una cosa ... un deber, si se quería; pero hablar con el hombre que lo obligó a separarse de ella ya preguntarse si deseaba verla de nuevo, enferma o sana, otra distinta.

 

-Cuídate, mamá -le había ordenado Menma-, y llámame cuando llegues. A veces los trenes se ponen a causa de la nieve -agregó, con la sabiduría de un nonagenario, no de un niño de nueve años.

 

-Te llamaré en cuanto me hospede en el hotel -le prometió, abrazándolo, antes de pegarse una brillante sonrisa a la cara y despedirse de él en la estación.

 

El tren se detuvo con una última sacudida. Naruto recogió su abrigo de lana y se lo puso. Sus dedos temblaban, notó mientras se abotonaba. Soltó el aliento para tranquilizarse, se acomodó los guantes y revisó en la mente su apariencia.

 

Sabía que se veía bien, considerando la duración del viaje y la razón por la que lo emprendía. Pero esos dedos temblorosos hablaban por sí mismos y comprendió que estaba más preocupado por su madre de lo que le gustaría admitir.

 

Abrió la puerta del compartimiento y siguió a los pasajeros. Quizá su fría compostura se relacionaba con la barrera que erigió años antes para sobrevivir ... a pesar de todo. O tal vez tenía que ver con la clase de doncel que era alto, delgado, con movimientos gráciles que hacían que las personas que lo miraban, y varios hombres se volvieran para admirarlo, jamás sospecharían que ejercía un control de hierro sobre sus emociones.

 

Lo que fuera, desquició al hombre que lo esperaba en la plataforma, espiando la cara impasible del joven pues nada, ni los años de conocerlo, ni la promesa de la enorme belleza que maduraba con cada primavera, ni la distancia, lo prepararon para lo que veía en ese momento.

 

Con los dientes apretados lo que funcionan caminar hacia él, acercándose con cada paso, mientras se le aceleraba el corazón, reconociendo que despertaba algo dentro, muy dentro de su cuerpo.

 

Naru todavía no lo reconocía; mantenía las espesas pestañas oscuras velando el azul de sus pupilas, concentrando su atención en el viajero que le cerraba el paso. Todo estaba allí, la suave sensualidad con que se movía, las piernas largas, el cuello de cisne, el óvalo del rostro, sugiriendo una fragilidad engañosa y la mata de cabello dorado, peinado con una elegancia desconocida para el antiguo adolescente.

 

Si, pensó el hombre con amargura. Pero esa belleza superó con creces sus más locas suposiciones y despertaba emociones que creyó muertas desde hacía mucho, dejándolas al desnudo.

 

Ese era Naruto, después de diez años.

 

El joven llegó a la puerta, entregó su billete con una mano enguantada y preguntó con voz clara dónde podía Salir un taxi.

 

-Hola, Naruto -lo saludó entonces.

 

Perdido en sus pensamientos, Naruto se quedó inmóvil al escuchar su nombre, modulado en ese tono rico, profundo, familiar. Algo se estremeció dentro de él y alzó los ojos para enfrentarse a los de Sasuke.

 

Por un momento no pudo moverse o hablar, mostrando el asco que lo invadía por encontrarlo allí. Todo lo que se le ocurrió fue: "Dios, cómo se parece a Menma! ¡Cómo se parece a mi hijo!"

 

Los años de amargura se le atragantaron impidiéndole respirar. Diez años, recordó, y apenas lo había tocado el paso del tiempo. Su cuerpo seguía esbelto y firme, su cabello negrísimo y brillante. Conservaba la cabeza alta, orgullosa, con la fría tranquilidad de siempre.

 

-Hola, Sasuke -logró contestar al fin, agregando con petulancia-: No esperaba que vinieras a recogerme.

 

-Cuando el hijo pródigo regresa, Naruto -replicó, torciendo la boca con humor despectivo-, se acostumbra sacar la alfombra roja.

 

- ¿Y tú te consideras esa alfombra? -inquirió, molesto por buscar desconcertado.

 

En ese momento, y quizá por fortuna, pues las pupilas negras se endurecieron de ira, alguien los empujó para acercarse a la terminal de los autos de alquiler

 

-Dame eso -antes que protestara, Sasuke le quitó la maleta de la mano-. Mi coche está en el estacionamiento, a unos pasos de aquí -giró sobre sus talones y comenzó a caminar.

 

Naruto lo es alejarse. No, confirmó su primera impresión, no cambió mucho en esos años. Poseía la misma arrogancia, el mismo aire despótico con que dominaba al resto de los mortales.

 

Lo siguió y, cuando lo alcanzó, él ya había guardado su maleta y encendido el motor del auto. Y aspiró la atmósfera de lujo y comodidad, sonriendo.

 

Intentó que su vieja rebeldía lo aguijoneara. No le pidió que lo esperara en la estación. Jamás le pidió nada ... así que no tenía derecho a tratarlo como una maltratada pieza de equipaje.

 

Ante la puerta del vehículo se detuvo un segundo, para aspirar el aire frío del invierno. Sabía a limpio. Pensó que lo había olvidado, pero no; recordaba ese sabor de dulce aroma. De niño, en verano o en invierno, corría al exterior para respirarlo, ofreciéndoselo como un regalo.

 

-Te helarás si te quedas parado, allí afuera.

 

-Lo siento -lo fun with desdén, ignorando la nota crítica de su voz. Era su primera visita al hogar después de diez largos años. Huyó por él, permaneció en el exilio por él y, si pensaba que le echaría a perder unos segundos de placer, podía irse al infierno. Se metió en el auto.

 

- ¿Cómo está mi madre? -preguntó lo que le preocupaba.

 

-Creí que jamás lo preguntarías -se mofó Sasuke.

 

-Necesitaba que me dieras la oportunidad -replicó, recorriendo con los ojos. Aun de perfil se veía fantástico: rico, privilegiado, con un aire inconfundible de sofisticación.

 

-Sigue luchando -le ordenó, sin rodeos.

 

-Dime lo que pasó -fijó los ojos en el camino para que no lo obsesionara, restándole valor a los problemas en los que debería pensar.

 

-No estuvo bien en los últimos meses -le aclaró, Saliendo a la carretera principal-. Nos preocupaba al grado que le sugerimos que no trabajara tanto ... pero quizás recuerdas cómo era ... -una breve y traviesa sonrisa tocó sus labios-. Insistía en que se sintió bien y se esmeraba al máximo para probarlo.

 

-Desde luego -murmuró, cínico. Los Uchihas siempre ocuparon el primer lugar en el corazón de su madre, por encima de su propio hijo.

 

- ¡Así se consideraba útil! -lo atajó, impaciente-. No tenía otra razón para vivir,

 

¿Verdad?

 

- ¿Acaso te contradije? -se burló, sonando aburrido.

 

-No -admitió-, pero lo insinuaste, aunque sólo Dios sabe si conservas el derecho de criticarla después de olvidarte de tu madre por diez años.

 

Cierto, aceptó, sin desear internarse en ese punto. La olvidó por necesidad; porque era la única manera de sobrevivir.

 

-Sufrió un leve paro cardíaco. -Continuó Sasuke, después de un momento de tensión-. Nada grave, pero subía las escaleras de la mansión y rodó, rompiéndose la cadera. Además, le dio pulmonía ... una complicación común en estos casos. De cualquier modo, para resumir, te llamó; te ha estado llamando, agitada por algo, desesperada por verte ... quiere hablar contigo, insiste. Por tal razón pusimos el aviso en los periódicos ..., ya que no existía otro medio de comunicarnos contigo-concluyó, despectivo.

 

- ¿Cuánto ... Cuánto tiempo ha estado enferma?

 

-Un mes -lo azoró con su respuesta-. La condición del corazón impidió que le curaran la cadera y ese retraso provocó la pulmonía. Un círculo vicioso -terminó, pesimista.

 

- ¿Sabe que iré a visitarla? -inquirió ronco, empezando a sentir una dolorosa emoción por el sufrimiento de su madre. ¡Debía odiar estar enferma! ¡La inmovilidad, la sensación de inutilidad ... ella, que siempre fue tan fuerte y saludable! Jamás pescó un catarro, según recordaba Naruto.

 

-No -contestó Sasuke. Juzgué preferible no alimentar sus esperanzas, por si cambiabas de opinión a último momento y decidías no venir.

 

-No tienes que ser sarcástico, Sasuke -lo previno Naruto, cansado Sé lo que piensas de mí, aun sin tus ironías. -

 

-Y, por tu tono, adivino que no te importa.

 

 

-No-aceptó-. No me importa mucho. Reservé un cuarto en el Swan ... -le detallado, para cambiar de tema-, pero preferiría ir al hospital, si no te molesta

-De ninguna manera -murmuró, molestó-, pero no te quedarás en el Swan.

Vendrás al Hall conmigo.

- ¡Jamás! -Exhaló, horrorizándose ante esa idea. ¿Con Sakura allí? ¿Con su padre? -. No, Sasuke -se negó, sin más-. Prefiero permanecer en un hotel. Está más cerca del hospital y no deseo causarte inconvenientes.

-Siempre ha sido un inconveniente -se quejó, como si bromeara-. Hace años decidí que Naruto Uzumaki sería mi castigo en esta reencarnación.

Naru sonrió, incapaz de evitarlo; ese sentido del humor especial de Sasuke siempre le hacía cosquillas al suyo.

-Pero te di un descanso de diez años -replicó, seco.

- ¿Quién dijo? -lo retó y de repente el aire del coche pareció demasiado espeso para respirar. La nota ronca de su voz, la manera en que la vieron las pupilas negras, le confesaron que hablaba en serio, demasiado en serio.

¿Remordimientos ?, reflexionó y sonrió, amargo. Todavía recordaba la manera grosera en que su padre le lanzó el último mensaje de Sasuke.

-Ya llegamos -le informó.

-Perfecto -asentó, cortante-. Si no te importa, entraré solo-salió del coche en el instante en que él se estacionó ante la puerta del hospital.

- ¿La unidad de cuidados intensivos? -preguntó al portero.

-Ah, sí, señorito -la dirigió con cortesía-. ¿Tiene permiso de subir?

-Sí -afirmó, sin la menor idea de cómo se conseguía ese permiso-. Mi madre esta

allí.

Fue hacia su destino, mientras las emociones conflictivas seguían luchando en su

interior: rencor, amargura, orgullo. Y ese terrible nudo de angustia que la llevó a ese sitio en el primer tren disponible.

Entró en el ascensor. Las puertas se abrieron y comenzó a caminar por un corredor, pintado de gris, aplastada por un silencio sofocante.

De pronto su corazón se detuvo. El pasillo desembocaba a una amplia sala y el corazón se le contrajo, mareándolo. Detrás de cada cámara de vidrio había una cama, con su pobre ocupante rodeado de tubos y máquinas, cuyos silbidos indicaban que la vida se preservaba a duras penas.

No necesitó preguntar dónde estaba su madre porque Naruto supo que era esa vieja frágil y gris, detrás de la pared de vidrio, luchando a brazo partido contra la muerte.

-Aquí estoy, para sostenerte -la voz profunda lo consoló y una mano lo detuvo de la cintura; al volverse, sus ojos opacos se toparon con los de Sasuke y se apoyó con pesadez en sus brazos.

 

Notas finales:

Tambien lo encuentran en wattpad 

https://www.wattpad.com/story/253082620-el-lado-oscuro-del-deseo-sasunaru

 

la adaptacion no me pertenece


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