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Sex on board por KurosakiAmane302

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Notas del capitulo:

Esta idea ya la tenia pensada desde hace tiempo, pero no tiene mucho que logré terminarla.

Por favor lee las notas si no te gusta este tipo de contenido ya que es sexo en público. 

Abordó el subterráneo como lo ha estado haciendo las últimas dos semanas desde que convenció a sus abuelos para poder regresar a casa por su cuenta, le faltaba solo un año para terminar la universidad y quería gozar de la libertad sin tener al chófer que lo llevará o los molestos guardias que lo seguían a todos lados.

 

Él era el hijo de unos importantes empresarios reconocidos mundialmente y que decir de sus abuelos, su abuela era la mejor médico cirujano de Japón y su abuelo era un famoso escritor de literatura erótica, proviniendo de una familia poderosa, su vida se basaba en tener que lucir perfecto a los ojos del mundo.

 

Estaba cansado, quería ser un chico común y cualquiera, un chico que lo que hiciera o dijera no fuera juzgado por los demás, quería aventurase y probar cosas nuevas, como tomar el metro, algo que estando sus padres le reprocharían pues para eso tenían gente a su disposición, debía aprovechar que sus padres no regresarían en varios meses para gozar de esa libertad.

 

Caminó para adentrarse viendo que el lugar no estaba rebosando de gente, normalmente se llenaba tres paradas después, era un verdadero alivio encontrar lugar. Se sentía un poco cansado y tardaría mucho en llegar a su parada.

 

Encontró lugar junto a la ventana casi al fondo del metro y se acomodó paseando su vista sobre todos los pasajeros, hasta que lo vió. Ahí estaba él nuevamente. Su corazón comenzó a latir más fuerte y sus mejillas se sonrojaron. 

 

Varios asientos al frente estaba él, se veía tan concentrado leyendo un libro que desde su lugar no alcanzaba a ver. Le resultaba tan hermoso y sexy a la vez. Le encantaba como algunos mechones punteagudos del cabello plateado caían sobre su rostro. El cubrebocas que usaba solo le daba un toque de misterio, se moría de ganas por saber cómo era en realidad el rostro de aquél hombre.

 

Días atrás pudo verlo más de cerca dándose cuenta que poseía una cicatriz en el ojo izquierdo, que lejos de hacérsele fea pensaba que le quedaba perfectamente bien.

 

Seguía observándolo, que sintió que de un momento a otro podía estar babeando.

 

No podía creerlo,  desde que había conseguido el permiso de sus abuelos para viajar solo ha estado abordando el metro para llegar a su casa, eso desde que  inició el semestre en la universidad. Desde hace dos semanas que ha estado abordando el subterráneo a la misma hora puesto que aún no tenían profesor de literatura y podía salir más temprano, desde hace dos semanas que lo vió y que coinciden, desde hace dos semanas que se enamoró de aquél extraño solo con observarlo. 

 

En verdad no supo cómo es que había terminado así, ni siquiera lo conocía, lo único que podía hacer era verlo desde lejos para después bajar del metro, voltear a ver al hombre por última vez sentado sumergido en su lectura y con resignación dirigirse a su casa, era una verdadera lástima porque así nunca podría saber dónde vivía exactamente.

 

Paró sus pensamientos ¿Acaso era una especie de acosador?

 

Su subconsciente le dio un rotundo sí, pero su personalidad acosadora solo quería salir a la luz con ese hombre específicamente.

 

Se colocó los audífonos que traía para sumergirse en la melodía. Observaba de vez en cuando al hombre pero este no hacía más que leer el mismo libro como todos los días, no sabía exactamente que libro era pero podía darse cuenta que era el mismo por el color verde de la portada.

 

 

Siguió divagando.

 

 

 ¿Cómo sería realmente el hombre? ¿Qué tenía de especial como para sonrojarse cada vez que lo veía? ¿Por qué se ponía feliz de saber que coincidieron nuevamente? ¿Por qué nada más con pensar en él, su mente sucia los imaginaba en situaciones muy candentes?

 

 

Estaba tan sumergido en sus pensamientos hasta que se dio cuenta que el metro se había llenado bastante, había mucha gente sosteniendose de las barandillas.  El lugar estaba bastante concurrido que pensó en lo difícil que sería acercarse a la puerta de salida.

 

Estaba por volver a acomodarse para poder observar al hombre desde lejos, pero vio a una mujer mayor tratando de cargar bolsas pesadas y luchar por no soltarse de las barandillas por el brusco  movimiento del metro, soltó un suspiro y se levantó del asiento para cederlo a la mujer.

 

Cuando se sintió seguro de no caer por el movimiento de la gente que salía y otra que entraba, dirigió su vista a dónde estaba su hombre misterioso, pero para su sorpresa él ya no estaba en el lugar, sabía que no pudo haber bajado en la parada anterior puesto que él vivía lejos y cuando salía, el hombre seguía cómodamente sentado esperando su destino. Seguramente él también cedió su asiento y ahora estaba lejos de su visión por el cúmulo de gente.

 

 

Suspiró con decepción.

 

 

Y más cuándo se dio cuenta que estaba exactamente hasta el fondo del metro casi cerca de la puerta. Volvió a suspirar. Se acomodó los audífonos nuevamente para mínimo distraerse en lo que llegaba a la parada donde debía bajar. Cerró los ojos disfrutando la dulce melodía de violín acompañado del piano que sonaba.

 

Dirigió su vista a las propagandas que estaban pegadas arriba de las ventanas, leía con la intención de matar el tiempo hasta que posó sus ojos en la ventana frente a él.

 

 

Una mueca de sorpresa apareció en su rostro cuando se dio cuenta que unos ojos hetero cromáticos lo observaban fijamente por el reflejo.

 

¡Santo cielo!

 

 

Era el hombre misterioso quien estaba parado detrás de él observando fijamente su reflejo en la ventana, desvío su mirada rápidamente cuando se dio cuenta que él también se le quedó viendo por bastante tiempo, estaba nervioso y su cuerpo temblaba ligeramente.

 

Podía sentir la calidez del hombre a sus espaldas, la separación entre sus cuerpos era escasa. Y el movimiento del metro no ayudaba en nada, las vueltas bruscas solo conseguían que sus cuerpos se friccionaran.

 

Volvió su vista al reflejo de la ventana, el hombre seguía mirándolo fijamente.

 

Se paralizó por la profundidad de su mirada y sus mejillas comenzaban a calentarse poco a poco. Su corazón latía frenéticamente y su cuerpo se tensó, el cosquilleo en su estómago se hizo presente.

 

 

Trató de calmarse respirando profundamente y desviando su atención a otra cosa, pero la sensación de estar siendo escudriñado seguía latente.

 

 

Jamás había experimentado una sensación así de intensa pero después se sintió ridículo ya que sólo era una persona que lo miraba a través del reflejo de una ventana.

 

Estaba tratando de convencerse de esa realidad cuando una ronca y sensual voz inundó sus oídos.

 

-¿Por qué estabas mirándome así?- su voz era profunda, pero eso solo lo perturbó aún más, acaso se había dado cuenta que lo observaba desde lejos. Esperaba que no.

 

Vaciló un poco en mirar el reflejo para contestar, pero ¿qué diría? Aceptaría que lo ha estado observando las últimas dos semanas o simplemente podía ignorarlo como un total cobarde y perder la oportunidad de entablar una conversación.

 

Suspiró para quitarse el audífono y verlo a través del reflejo.

 

-Disculpe si lo molesté, no fue mi intención...yo solo creí que se trataba de alguien más- respondió lo primero que se le vino a la mente, estaba muy nervioso por la cercanía y el roce de sus cuerpos.

 

-¿Y  es por eso que me veías tan insistente?- respondió de manera mordaz- yo digo que era más que eso- dijo sugerente.

 

-Se equivoca- su voz salió temblorosa.

 

-¿Estás seguro?- susurró cerca de su oído.

 

 

Se paralizó completamente, el aliento caliente chocaba contra su oreja ¡por dios! Se había quitado el cubrebocas y podía ver perfectamente el reflejo en la ventana, el hombre era realmente atractivo, el cabello plateado y los ojos hetero cromáticos hacían juego con el lunar debajo de su labio inferior y su voz, estaba seguro que podría tener un orgasmo con solo escuchar su ronca voz.

 

-¿Crees que no me di cuenta de cómo me mirabas las últimas dos semanas? ¿Acaso no querías tenerme para ti sólo?- dijo el hombre para inmediatamente sentir un bulto duro entre sus glúteos y una deliciosa fricción. Jadeó de placer.

 

 

Su cuerpo tembló y rogó porque ninguna de las personas cercanas lo hubieran escuchado, aunque claro, estaban hasta el fondo, donde la iluminación era escasa y su cuerpo era cubierto por el del mayor.

 

 

Aquel hombre rayaba en los límites de la lascivia y era muy perceptivo con ese tono de voz, pero lejos de sentirlo enfermo, le resultó sensual.

 

Se estaba exitando, el roce del hombre contra su cuerpo era delicioso. Pero se vio obligado a dar un paso hacía enfrente. Por dios! Estaban en público, no podía dar un espectáculo en medio de tanta gente. ¿O sí?

 

 

-¿Qué le hace pensar eso?- respondió tratando de que su voz no temblara.

 

-Porque fuiste demasiado obvio, debes ser más cuidadoso con esas miradas…lo único que conseguirás será provocar a cualquiera- susurró el peliplata para sentir cómo mordía suavemente su oreja.

 

Y otro gemido se le escapó.

 

 

 

Cubrió su boca ¿Cómo había terminado en esa situación?

 

 

 

 

 

 

 

 

Decir que estaba disfrutando de la situación sería mentira porque en realidad lo estaba gozando, en todo la extensión de la palabra. No supo cómo es que terminó en esa posición, restregándose contra el lindo rubio que tenía enfrente.

 

Desde hace dos semanas que se había percatado de una intensa mirada a sus espaldas, al principio pensó que era una de esas tantas chicas que siempre trataban de conseguir algo con él, pero cuándo descubrió que se trataba de un chico rubio de ojos azules solo pudo pensar en lo lindo y sensual que se veía.

 

 

Y las ganas que tenía de poseerlo.

 

 

 

 

Era un chico que difícilmente podía pasar desapercibido, más por la belleza exhuberante que era. Había quedado atrapado por aquellos zafiros azules y la linda sonrisa que mostraba de vez en cuando.

 

 

 

 

Durante las dos semanas que afortunadamente habían coincidido, tenía las ganas de acercarse al rubio para tomarlo y llevarlo a un lugar oscuro y follar.

 

 

Pero no podía hacerlo…¿cómo podría? Eran unos completos desconocidos, lo único que tenían en común era que abordaban el mismo transporte a la misma hora.

 

Pero solo el infierno sabía las ganas que tenía de probar esa deliciosa piel, de acariciar esas exuberantes caderas mientras se enterraba profundamente en él, de oír su nombre entre jadeos y gemidos con una voz tan linda y tan ronca al mismo tiempo por el deseo y el placer de ser embestido por él, de ser el único en poder ver las distintas expresiones en su rostro.

 

 

¡Maldita sea! 

 

 

 

Se había enamorado de un total desconocido…

 

 

 

 

 

Lo único bueno de tomar ese transporte a la misma hora era para poder verlo, ver cómo se sonrojaba mientras se perdía en sus pensamientos y sonreía de la nada. Le encantaba verlo abordar el metro para luego sentarse lugares más atrás de él y sentir su mirada, de vez en cuando se escondía detrás de su libro para poder verlo y apreciarlo mejor.

 

 

Era una verdadera lástima que eso estaba a punto de terminar, había encontrado trabajo en una universidad como docente de literatura por lo que ahora sería imposible coincidir con el chico, por eso tomó la decisión que ese era el momento indicado para "hablar" con él.

 

 

 

Vio desde lo lejos como el chico cedía su asiento a una mujer y él se quedaba de pie sujeto en la barandilla, decidido hizo la misma acción y caminó entre la gente para acercarse al rubio.

 

 

Al parecer él se había dado cuenta que ya no estaba en su lugar, el chico lo buscó con la mirada pero por el gentío no logró verlo, al contrario de él.

 

 

 

Vio como estaba casi al fondo del metro y su vista perdida en las propagandas que estaban pegadas, en ese lugar la luz era escasa y si lo pensaba mejor, era el lugar ideal para lo que pensaba hacer.

 

 

Caminó entre la gente para pararse detrás del rubio y observarlo por el reflejo de la ventana, en un principio el chico no se había dado cuenta de su presencia pero cuándo lo hizo.

 

 

-¿Por qué estabas mirándome así?- preguntó más para su diversión.

 

-Disculpe si lo molesté, no fue mi intención...yo solo creí que se trataba de alguien más- estaba seguro que eso era una mentira.

 

-¿Y  es por eso que me veías tan insistente?, yo digo que era más que eso- dijo de una manera muy sugerente, tratando de ficcionar su cuerpo con el del menor.

 

-Se equivoca- le respondió el chico con una voz temblorosa, que en su humilde opinión se oiría mejor completamente ronca y soltando gemidos.

 

-¿Estás seguro?- susurró cerca de su oído -¿Crees que no me di cuenta de cómo me mirabas las últimas dos semanas? ¿Acaso no querías tenerme para ti sólo?- finalizó para restregar su entrepierna sobre los esponjosos glúteos del menor, se estaba exitando y quería que el rubio lo tuviera bien claro, quería que supiera que su estado solo se debía a él.

 

 

-¿Qué le hace pensar eso?-

 

 

 

 

-Porque fuiste demasiado obvio, debes ser más cuidadoso con esas miradas…lo único que conseguirás será provocar a cualquiera- dijo mordiéndo su oreja, a cambio recibió un ronco gemido.

 

 

Eso provocó que su miembro diera un tirón y comenzará a doler por estar aprisionado entre la tela del pantalón.

 

 

 

-¡Y-yo… nunca hice eso!-

 

 

-No trates de negarlo… sé que me deseas...lo sé… porque yo también te deseo- no pudo más, sujetó las caderas del menor para frotar su erección entre los glúteos del menor con más intensidad mientras lamía y succionaba el cuello y parte del hombro hasta dejar marca.

 

 

 

 

 

 

 

 

.

 

 

.

 

 

.

 

 

 

 

 

 

 

El chico trataba desesperadamente de cubrir su boca con una mano y sujetarse con la otra, pero era tarea difícil y más porque estaban en público por dios!!

 

 

 

Podrían verlos, giró disimuladamente su cabeza para ambos lados, esperaba que nadie los estuviera viendo o escuchando; al parecer la gente no les hacía caso, la música y el barullo hacían su parte camuflajeando su voz, eso lo calmó un poco, no quería que lo arrestaran por exhibicionista.

 

Estaba concentrado en que la gente alrededor no los viera cuando sintió unos fríos dedos rozar la piel de su vientre y subir poco a poco. Se estremeció.

 

 

Jadeó cuando su pezones fueron acariciados y pellizcados.

 

 

 

 El mayor estaba tras él rozando su cuerpo mientras le daba atención a los pequeños pezones, tiraba de ellos con fascinación porque aún con la tenue iluminación podía observar perfectamente por el reflejo de la ventana como se endurecían y sobresaltaban de la tela de la playera.

 

 

El rubio intentaba reprimir sus gemidos pero no podía, por más extraña y peligrosa que fuera la situación de alguna manera le gustaba.

 

 

Siguió con su tarea mientras besaba y lamía el cuello del menor. Hasta que el metro giró bruscamente ocasionando que embistiera al chico con más intensidad. La fricción aún con la ropa puesta era exquisita y solo aumentaba sus ansias por poseerlo.

 

 

Giró su cabeza para verificar que nadie estuviera observando, pero toda la gente parecía estar en lo suyo. Y esperaba que los pasajeros estuvieran más concentrados en su maldita existencia que en ellos.

 

 

 

Quería poseer al chico y la mera idea de hacerlo en público aumentaba el éxtasis.

 

 

 

Bajó sus manos lentamente al trasero del menor, amasandolo.

 

 

Y nuevamente embistió, dejando en claro la urgencia de tomarlo en ese instante.

 

 

 

-Desde hace dos semanas que he querido hacer esto- su erección dolía -y más te vale asumir la consecuencias- dijo para bajar el pantalón del menor hasta las caderas.

 

 

El rubio jadeó de sorpresa, en verdad lo iban a hacer ahí, en medio de tanta gente? La idea aunque era peligrosa le resultó excitante. Pero aún así no era mejor ir a un lugar más privado?

 

-A-aquí...no-

 

 

-Calla- susurró para acercar dos dedos a la cálida  boca del chico.

 

 

 

El otro entendiendo la petición envolvió los dedos con su lengua, chupaba y succionaba lentamente, bañandolos en saliva, era una vista demasiado erótica, que el peliplata pensó que definitivamente esa escena se vería mejor con su miembro en esa pequeña y dulce boca.

 

 

Sacó sus dedos brillantes por la saliva y los dirigió a la entrada del chico. Primero tanteando el lugar.

 

 

El menor tembló cuando los dedos entraron en él, era incómodo al principio pero no pudo negar el gran placer que sintió después cuando aquellos dedos se abrían y cerraban dentro del anillo de músculos.

 

 

El peliplata jugaba con su entrada haciendo movimientos de tijera, estirando sus paredes internas, gimió alto cuándo tocó su punto dulce y una corriente eléctrica recorrió su sistema.

 

 

Su cordura estaba por quedarse votada por algún lado, ni siquiera le importó que estuvieran entre un montón de gente y en un metro, un transporte público.

 

 

Le daba igual que los demás pasajeros lo escucharan, lo que quería era sentir esas deliciosas sensaciones de nuevo.

 

 

-Aunque tus gemidos me encantan, debo pedirte que los silencies lo más que puedas...no quiero que alguien escuche tu linda voz- susurró viendo al rubio a través de la ventana.

 

 

Lucia ruborizado y jadeante, sus ojos estaban vidriosos por el placer, era una vista muy buena, que se sintió celoso de pensar que alguien pudo haber visto esas expresiones con anterioridad.

 

 

Sintiéndose posesivo sacó sus dedos del interior del chico ganando un nuevo gemido.

 

 

Cómo pudo bajó la cremallera de su pantalón liberando su miembro. Lo masajeó levemente para luego tomarlo entre su mano y frotarlo contra la entrada húmeda y resbaladiza del menor.

 

Obtuvo como respuesta un jadeo acompañado de un leve  sonido acuoso por la fricción de su pene mojado con el presemen y la humedad de la entrada del rubio.

 

 

Bajó su vista y no pudo sentirse más que excitado. Quería entrar, quería poseerlo.

 

 

 

Siguió torturando al menor masajeando su entrada con la punta de su pene y simulaba embestidas sin entrar en él. Las expresiones de placer y reproche podía verlas claramente en el reflejo, pero ignoró la segunda olímpicamente.

 

 

 

Quería que su jugueteo durara un poco más. El movimiento del metro ayudaba demasiado pues empujaba su pelvis contra el trasero del menor.

 

 

 

-Deja de jugar conmigo…por favor...- susurró el ojiazul, quería que el peliplata lo embistiera ya!.

 

 

 

 

El hombre sonrió mientras sujetaba las caderas del chico con una mano y con la otra dirigía su miembro al anillo de músculos que palpitaba.

 

 

Metió la punta lentamente, estaba apretado y caliente. Sentía que iba a perder la razón. Entonces el metro hizo de las suyas de nuevo.

 

 

 

Una vuelta brusca provocó que se enterrara profundamente en el interior del rubio. Un gemido de satisfacción y placer escapó de ambos.

 

 

 

Era la puta gloria

 

 

 

Sentía como las calientes paredes internas rodeaban su pene y lo succionaban con fuerza. El placer era inmenso y la satisfacción de estar dentro del desconocido del que se había enamorado era aún más.

 

 

Acercó su cuerpo, pegando completamente su pecho contra la espalda del menor abrazandolo, mientras apoyaba su cabeza entre la curvatura del cuello y el hombro.

 

 

Soltó un gruñido. Para inmediatamente empujar sus caderas contra el menor.

 

 

Las embestidas eran lentas y profundas, entraba y salía de esa apretada entrada lentamente.

 

 

 

Quería aumentar la velocidad de las embestidas pero sabía que no podía, aún cuando su mente estaba nublada en el placer todavía su conciencia le decía aquel lindo rubio y él estaban teniendo sexo en un metro.

 

 

A su alrededor la gente hacía caso omiso a lo que pasaba al fondo del vagón del metro. El barullo y la música cubría los gemidos de placer y el movimiento del transporte solo servía de impulso para que las embestidas fueran más profundas.

 

 

 

Estaba a punto de correrse, podía sentirlo… y estaba seguro que el rubio también estaba cerca de terminar cuando su interior se estrechó aún más apretando deliciosamente su miembro.

 

Una, dos, tres embestidas más y se corrió dentro.

 

 

 

El rubio sintió desfallecer de placer cuando el peliplata golpeó su punto dulce para luego soltar su caliente semen dentro de él. Una poderosa corriente eléctrica recorrió su sistema provocando ligeros temblores dando aviso que él también se había corrido.

 

 

 

Las sensaciones fueron increíbles, tanto que sus piernas temblaron para no responder. Estaba a punto de caer cuando el peliplata lo sujetó de la cintura evitando que cayera.

 

 

 

Lo agradeció infinitamente, dudaba que pudiera sostenerse por si sólo después de aquello.

 

 

Cuando sus respiraciones volvieron a la normalidad y el efecto del orgasmo había pasado. El mayor sacó su miembro de la palpitante entrada, mientras veía como el semen escurría por entre los suaves muslos del rubio, definitivamente se sentía satisfecho.

 

 

 

-¿Estás bien?- preguntó un tanto preocupado, si bien estaba satisfecho con la pequeña sesión de sexo en público también estaba preocupado por él chico entre sus brazos.

 

 

-Yo…he…- iba a contestar cuando el aviso de su parada fue anunciado.

 

 

Se acomodó rápidamente la ropa.

 

 

 

Las puertas se abrieron y se dirigió hacia ellas para salir.

 

 

Pero se detuvo un momento para girar y caminar nuevamente hacia  el sensual hombre y depositar un suave beso en los labios.

 

 

Le sonrió cálidamente para luego correr a la salida antes de que las puertas se cerraran.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Del otro lado el peliplata observaba con una sonrisa como aquel lindo rubio le sonreía para luego perderse entre la gente que caminaba sobre la plataforma.

 

 

 

Definitivamente ese día había sido el mejor de su vida y uno que atesoraria por siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Caminaba automáticamente por lo largos pasillos de su facultad para dirigirse a su salón, no le preocupaba retrasarse unos minutos, total, la asignatura de literatura clásica seguía sin docente.

 

 Por el contrario, en su mente aún estaban claros los sucesos del día anterior, cuando llegó a su casa dio gracias a Dios que su abuela y su abuelo hubieran salido a cenar. No quería encontrarselos, más que nada por la vergüenza de saber todo lo que hizo con un completo desconocido.

 

 

Aún podía sentir su profunda voz susurrando cerca de su oído, las caricias sobre su cuerpo y el placer al ser embestido por aquel peliplata que le robaba el aliento.

 

 

Se ruborizó porque aún sentía aquellas manos recorriendolo.

 

 

Seguía pérdido en sus pensamientos cuando chocó con alguien, era una de sus maestras.

 

 

-¡Oh Naruto! Que bueno que te encuentro- dijo la mujer con un tono muy enérgico, típico de ella.

 

 

-¿En qué puedo ayudarle Amane sensei?- pregunto.

 

 

 

-Veras, quiero que lleves al nuevo docente a tu salón, él va a cubrir la asignatura que tenían libre- dijo la mujer mientras se hacía a un lado y le hacía señas para acercarse a un hombre peliplata que vestía un traje formal color negro.

 

 

Quiso desmayarse, el hombre del que se había enamorado y con el que había tenido sexo el día anterior en un metro iba a ser su nuevo maestro de literatura clásica.

 

 

Definitivamente no sabía cómo es que aún no estaba tirado en el suelo.

 

 

 

-Naruto, él es Hatake san, su nuevo profesor, por favor llevalo al aula que corresponde ¡¡gracias!!- gritó la mujer mientras se alejaba rápidamente.

 

 

 

Un silencio se hizo presente mientras se observaban mutuamente. Hasta que el peliplata habló.

 

 

 

-Así que… ¿Naruto-kun?- preguntó acercándose lentamente al rubio.

 

 

-Uzumaki Naruto- se presentó - llámeme Naruto- finalizó para extender la mano a modo de saludo.

 

-Hatake Kakashi... pero puedes llamarme Kakashi-sensei- estrechó su mano con la del rubio para inmediatamente jalarlo hacía él y besarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fin.

 

Notas finales:

Sigo sin poder creer que escribí esto, hice el intento y espero que haya salido bien y sobretodo que les haya gustado. 

 


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