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Por una sonrisa apasionada. por Kouichi_RedSun

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos! Este es un fanfic que empecé a escribir hace un tiempo, quizá en este vaya un poco a paso lento, pero estoy seguro que les encantará, espero lo disfruten.

Notas del capitulo:

Bien, este es el primer capítulo, espero lo disfruten y dejen sus bonitos reviews, que siempre motivan a escribir más

Aeropuerto internacional de Tokio, 10:30 a.m.

 

— ¿Has llegado ya? — preguntaba un hombre por el teléfono al chico que estaba parado a un costado de la pista de aterrizaje, esperando que vaciaran el avión carguero en el que llegó.

—Sí, el viaje estuvo bien, fue un poco más breve de lo que esperé— respondió el chico de 16 años.

—Ya cargaste la dirección de tu departamento, ¿Verdad? — preguntó el hombre al otro lado de la línea.

—Sí, en cuanto descarguen a Aslan, iré hacia allá— dijo el chico con tranquilidad.

—Bien, llámame cuando estés ahí, Avery— respondió el hombre.

—Lo haré papá— dijo antes de colgar la llamada, mirando la pantalla de su teléfono, sonriendo un poco y tomándose una selfie, para luego subirla a Facebook con la etiqueta “Japón, espero estés listo para Avery Johnson”.

 

Pasado un rato, del carguero sacaron rodando un Infiniti IPL-G en color negro, un agente del aeropuerto se acercó a Avery, saludándole de forma cordial y entregándole un sobre con documentos

 

—Joven Johnson, que bueno que haya llegado ya— dijo el hombre sonriendo.

—Gracias por el recibimiento, ¿Están todos los papeles aquí? — preguntó el muchacho

—Sí, la validación de su carné de conducir americano, que suerte que tenía peso militar por haber aprendido durante tu estancia en el colegio militar— añadió con tranquilidad — Documentos de residencia, también la carta de aceptación del instituto, aceptaron sin problemas sus documentos del instituto militarizado— respondió el agente —Ah, también están los papeles de importación de su vehículo, registro y matrículas, ¿Desea que las instale?

—Déjalo, lo haré yo mismo— dijo el muchacho sonriendo tranquilidad —Gracias por el ofrecimiento de todas formas. El chico abrió con delicadeza el sobre una vez el agente del aeropuerto se despidió y vio como un miembro de la tripulación se acercaba en el auto, dejándolo frente a él.

—Aquí está joven Johnson, lo lavamos y enceramos durante el trayecto, así que está listo para rodar— dijo el hombre

—Gracias Raymond, impecable como siempre— dijo mirando la pintura brillar.

—Lo extrañaremos en casa, señor— dijo el hombre que estaba quizá en sus 30’s, revolviendo los cabellos castaños del muchacho, quien sonrió suavemente.

—También los extrañaré, a ti y a todos los demás de la mansión— sonrió un poco nostálgico el chico —Pero bueno, sabes el prestigio que tiene el instituto Ouran, y que mi padre está un poco obsesionado con el prestigio— dijo riendo un poco.

—Lo sé, cuídese mucho— dijo el mayor.

—Ustedes también, cuidado al volar de regreso— dijo Avery con un tono calmo y sereno.

—No se preocupe, no por algo fui miembro de la fuerza aérea por 10 años— dijo con orgullo Raymond.

—Sé que estarán bien— dijo antes de caminar hacia el auto y sonreír —Bueno, pondré las matrículas e iré al departamento entonces.

—Sí, su padre al parecer hizo que llevaran el que será su uniforme ya, así que debe estar en la habitación principal— dijo Raymond mientras el chico sacaba una pequeña caja de herramientas del maletero del coupé.

—Entendido— dijo sacando la matraca y los dados, para montar las placas con los tornillos, una vez hecho eso, se levantó y estrechó la mano de Raymond.

—Hasta luego señor

—Hasta luego, Raymond.

 

Tras un breve abrazo, el chico metió el carné a su billetera y subió al auto, metiendo los documentos en la guantera, antes de acariciar el volante del coche y encenderlo.

 

—Bien Aslan… A rodar— dijo poniendo la palanca en primera y dirigiéndose a la salida.

 

Colocando su teléfono en una base sujeta a la ventila del aire acondicionado, Avery comenzó a guiarse con el GPS del dispositivo, muy atento a no rebasar los límites de velocidad ni violar leyes de tránsito, había leído el reglamento entero cuando salió de California.

Se dirigió al departamento que su padre compró para él, en el barrio de Azabu, a unos 15 minutos en auto de donde estaba su nueva escuela, la Ouran en Bunkyo. Cuando llegó al lugar, leyó le número y piso que le dio su padre por medio de mensaje y dejando el auto en la avenida, entró a la recepción, donde el mismo administrador ya lo esperaba.

 

—Bienvenido, usted debe ser el jovencito Avery Johnson, su padre nos avisó y dio instrucciones específicas para su llegada— dijo el administrador, un hombre de estatura media, cabello negro y un porte elegante en su persona.

—Gracias por el recibimiento— dijo Avery haciendo una pequeña reverencia en agradecimiento. También había leído un poco sobre los hábitos y modales japoneses, para evitar alguna grosería involuntaria.

—Por favor, permita que le muestre su nuevo hogar— dijo el mayor con una pequeña sonrisa

—Disculpe dejé el auto estacionado sobre la avenida— dijo el chico con tranquilidad

—Oh, claro, su padre mencionó el automóvil, como notará, este es un edificio exclusivo, así que usted cuenta con espacio para dos vehículos, si lo desea, puede dejar que nuestro personal guarde su vehículo o ir a estacionarlo usted mismo

—Creo que yo iré a guardarlo— dijo sonriendo el muchacho.

—Excelente, entonces permítame darle su tarjeta de acceso al estacionamiento, sus dos lugares están en el tercer sótano, son los dos más cercanos al elevador, S3-01 y S3-02, descuide, nosotros nos encargamos de que los vehículos no sufran ningún daño— añadió el administrador buscando en el bolsillo interno de su saco y dándole al chico una tarjeta plateada

—Gracias, en seguida lo veo— dijo Avery sonriendo y haciendo una pequeña reverencia

—Lo esperaré en el elevador del sótano 3— dijo el administrador.

 

Avery caminó a donde estacionó el auto, acercándose a la entrada del estacionamiento y deslizando la tarjeta en el lector, el cuál tras identificar la tarjeta, emitió una voz que rezaba “Bienvenido, señor Johnson”. Avery condujo por los pasillos del estacionamiento, bajando al sótano tres, las luces led del techo se reflejaban en la reluciente pintura de aquel Infiniti IPL 2012, el chico siguió bajando y observó que el sótano 3 era más lujoso en cierto modo, con cajones más amplios, una iluminación más agradable y ambiental, incluso parecía tener los ruidos de los pisos superiores muy aislados.

 

El chico identificó sus dos lugares, con dos luces led verdes que los marcaban precisamente a unos 10 metros de los elevadores. Avery acomodó con facilidad el auto en esos amplios lugares de estacionamiento y bajó, afuera del elevador, ya lo esperaba el administrador.

 

Ambos subieron por el ascensor a la sexta planta, con una breve y trivial plática, en la que el administrador le preguntó al chico sobre que se sentía el cambio tan brusco de California a Tokio y cosas de ese estilo, una vez en el departamento, que era de un tamaño sumamente generoso, 150 m2, con una sobria decoración minimalista, ventanas amplias que daban una buena vista de los alrededores, tras un breve tour por su nuevo hogar, de parte del administrador, este se despidió y dejó al chico solo tras entregarle las llaves del lugar.

 

Avery miró un poco alrededor, el departamento tenía 3 habitaciones, la principal con baño propio, otra más pequeña que contaba con baño y una tercera, en total tres baños y el resto era bastante amplio, cocina, sala, comedor. Avery tomó su teléfono y marcó a su padre para avisar de su llegada al lugar.

 

—Padre, ya estoy en el departamento— dijo el muchacho

—Excelente, ¿Qué te parece? — preguntó el mayor.

—Es bastante bonito y amplio, gracias— respondió Avery

—Me alegra que te guste, confío en que sabrás mantener el lugar en orden— dijo el mayor

—Claro que sí, no tendrás queja alguna— dijo el muchacho con una pequeña sonrisa.

—Excelente, bueno, ya es de noche aquí hijo, deberías descansar un poco para reponerte del jet-lag— dijo el mayor.

—Sí, vi que pediste que dejaran la despensa llena, me prepararé algo de comer y tal vez duerma un poco— dijo con tranquilidad

—Llama si necesitas algo— dijo el mayor antes de colgar.

 

Tal y como dijo, se preparó algo rápido de comer y comenzó a desempacar, prefería dormir más tarde y tratar de ajustarse a la noche de Tokio, el personal del edificio había llevado sus maletas y ahora el chico solo debía desempacar y ordenar todo.

 

Abrió el armario de la habitación principal y ahí encontró su nuevo uniforme, consistiendo este de una chaqueta azul celeste, pantalón negro y camisa blanca con corbata. Sonrió un poco y comenzó a colgar su ropa, pantalones, camisetas, etc. También sus zapatos los organizó en el zapatero del recibidor, tras eso, se dirigió a uno de los ventanales de la sala de estar.

 

—Pues bien, Instituto Ouran… Aquí voy— dijo para sí mismo.

 

Transcurridas unas horas, Avery se dirigió a la cama, ya casi de noche, ajustó su alarma a tiempo para arreglarse y poder irse tranquilamente por la mañana.

 

Cuando despertó, se dio un baño y vistió con su nuevo uniforme, para proceder a la cocina para hacerse el desayuno y el almuerzo, tomó su maletín, arreglado la noche anterior, pues los libros necesarios ya también lo esperaban en el departamento cuando llegó. Una vez hecho eso, bajó por el ascensor hasta donde Aslan, con llaves en mano y se dirigió al instituto, guiado de nuevo por su teléfono con el GPS activo.

 

En cuanto llegó a la reja principal del instituto, lo primero que notó es que obviamente, el instituto Ouran no era cualquier escuela y se había ganado su reputación de exclusiva a pulso, la misma entrada se veía elegante y muy fina, tal como le indicaban en su carta de aceptación, estacionó su automóvil en un apartado cerca de la entrada principal, notando que la mayoría de autos ahí eran Mercedes-Benz, Audi, BMW o ese tipo de marcas de años muy recientes, quizá 2018 en adelante. Muchos miraron raro aquel Nissan Skyline V36, como los japoneses lo conocían, pues era un auto de simples mortales en muchos casos, sin embargo, Avery lo tenía, pues lo eligió personalmente cuando su padre le ofreció comprar un auto para él.

 

Sacó su maletín del asiento trasero del auto y caminó rumbo al edificio principal, notaba la mirada de varias personas, algunas chicas, sobre todo, pues Avery no era alguien que no llamara la atención, más en un lugar como ese, sus rasgos occidentales, su cabello de un color castaño cobrizo, sus facciones que eran finas, pero sin perder su masculinidad y especialmente esos ojos, esos grandes ojos de color verde profundo.

 

Se acercó a un grupo de chicas que estaban en un pasillo, preguntando por su salón, las chicas se sonrojaron al verlo y con cierto aire penoso, le indicaron como llegar al salón que indicaba su horario, les agradeció con una encantadora sonrisa y se dirigió a donde le indicaron.

 

Se presentó con sus compañeros y tomó sus clases con normalidad, demostrando ser un gran estudiante y tener un muy buen nivel académico. Cuando fue la hora del descanso, el chico se dedicó a vagar por los pasillos, sin poner real atención en nadie, solo asegurándose de saber por donde iba para no perderse, fue en ese momento que llegó a una puerta que decía “Sala de música”, pensando que sería un lugar tranquilo para almorzar y quizá, si había un piano tocar un poco, abrió la puerta, siendo recibido por una brisa de pétalos que le cayó en la cara. Avery puso una expresión que oscilaba entre seriedad y confusión, mientras escuchaba unas voces diciendo.

 

—Bienvenido— dijo un grupo de chicos, mientras Avery se sacudía algunos pétalos de los hombros, con una mirada confusa.

—Miren— dijo uno de aquel grupo, de cabello rojizo

—Oh… Es un chico— dijo uno de aquellos chicos, de cabello rojizo, idéntico al que recién habló.

—Bueno, bueno, pero no tenemos porque ser groseros— dijo el rubio, aparentemente el líder del grupo —Mi nombre es Tamaki Suoh— se presentó con un elegante ademán hacia Avery — ¿Y tú eres?

—Avery, Avery Johnson— dijo el castaño mientras Tamaki le tomaba de la mano y lo guiaba más adentro de la sala.

—Bien Avery, ¿Y qué clase de Host te gustaría? — preguntó Tamaki —Un par de demonios, como Hikaru y Kaoru tal vez— señaló a los gemelos de antes —O prefieres del tipo fuerte y silencioso como Mori— señalo a un chico alto, de piel bronceada — ¿Qué tal del tipo loli-shota? Como Honey— señaló a un chico bastante bajito y rubio, pero sumamente adorable —Quizá te gustan más los tipos naturales, como Haruhi— dijo señalando a un castaño —También podría ser el genial y sofisticado de Kyoya— añadió señalando a un chico alto, esbelto y de lentes—O quizá… Te gusta más el tipo principesco, como tu servidor— concluyó.

—Eh… Gracias, pero… Solo venía porque creí que el salón estaba vacío, podría almorzar y quizá encontrar un piano— dijo Avery

—Oh, no tienes porque ser tímido— dijo el rubio

—No es que sea tímido, pero es la verdad— dijo Avery soltando su mano con cierta gentileza —No me gustaría hacerles perder su tiempo

—Dijiste que esperabas encontrar un piano— mencionó Kyoya con un deje de curiosidad.

—Sí, ¿Por qué? — preguntó Avery mirando al chico de lentes.

—Esto no deja de ser un aula de música, así que creo que eso podemos complacerlo— dijo presionando un botón que abrió unas cortinas, mostrando un elegante piano de cola.

 

Avery miró el elegante instrumento, casi como si su alma se saliera de su cuerpo, Avery amaba la música, era una de las razones de su vida, para él la música era un lazo irrompible entre corazones y el piano era su instrumento predilecto.

 

— ¿Puedo? — preguntó el castaño a secas

—Adelante— dijo Kyoya con una sonrisa ladina.

 

El chico dejó su almuerzo en una mesa y caminó al piano, sin mirar a nada o a nadie más, se sentó frente a este y estiró sus dedos largos y delgados. Fue así como comenzó una interpretación de “Corazón de niño” del argentino Raúl di Blasio.

 

Comenzó lenta y tranquilamente, con la pequeña caja musical que era el primer arreglo, moviendo con elegancia y delicadeza sus dedos por encima de las teclas, bailando en estas, una elegante y melodiosa danza que emitía un dulce sonido a cada pulsación. Avery siguió tocando el primer arreglo, con ternura, con la calidez que debía transmitir este, esa inocencia, esa gentileza y dulzura de la infancia.

 

Un sutil y elegante crescendo llevó a Avery dentro del segundo arreglo, más vivaz, más intrépido, su rostro hasta entonces apacible se llenó de una energía que se transmitía a las teclas, dejando salir una melodía mucho más fuerte, más estridente, repleta de fuerza y vigor, elegante e intensa, rápida y potente, pero aun así melódica y armoniosa, Avery cerró sus ojos, incluso levantándose del asiento, era inevitable, su enorme pasión era algo que él no podía contener, la vivacidad del adolescente transmitida en notas.

 

Otro crescendo, las notas se vuelven a intensificar, mientras los dedos de Avery parecen volar por sobre las teclas, mientras abre sus ojos, mirando fijamente lo que hace, mirando el piano, dejando que todos sus sentidos sean abducidos por la hermosa melodía, pero de un momento a otro, toda esa intensidad, toda la estridencia empieza a ser de nuevo reducida, el adulto que vive dentro de todos, mirando atrás, añorando los días de su infancia, regresa el primer arreglo, con su sutileza y su calma, con su ternura y su inocencia, el niño dentro de todo ser humano que siempre está ahí, residiendo en lo profundo del corazón reflejado en notas musicales.

En un movimiento menos sutil, las notas estridentes y vivaces, firmes como la adultez regresan, es ese momento en que el adulto se da cuenta que no puede volver, pero si atesorar los recuerdos, atesorar las memorias del corazón, pero se debe seguir, se debe continuar en la senda de la vida, y una vez que el humano entiende eso, entiende la belleza real de la vida, reflejado en notas más vivaces, más audaces y atrevidas, sin temor al porvenir, simplemente, viviendo, así como la música, las notas y la pasión por vivir. Avery desliza sus dedos con movimientos pronunciados pero que siguen siendo sumamente elegantes, aproximándose al final, esas notas fuertes y cargadas de emoción cierran una melodía interpretada con el corazón y con mucha pasión.

 

Avery terminó de tocar, respiró profundo y se sentó de nuevo en el banco frente al piano, antes de comenzar a escuchar aplausos, muchos aplausos, se giró y notó que no solo estaban los chicos de antes, también una multitud de chicas que él no notó siquiera en qué momento llegaron, se rascó la nuca avergonzado ante tales aplausos, jamás había tocado para mucha gente, y esa era una multitud de al menos treinta almas, bastaba con decir que una chica montada en una plataforma que evidentemente salió del piso lloraba de emoción, y Avery no notó cuando esta salió

 

—Eso fue hermoso— atinó a decir Tamaki, atónito, embelesado por la interpretación del estadounidense.

—¿Es un nuevo miembro del host club? —  le preguntó una chica a Kyoya

—Está en fase de prueba— respondió. Avery alzó una ceja con curiosidad, mirando a Kyoya.

—Eso fue simplemente hermoso— dijo Honey acercándose con su Usa-chan en su brazo

— ¿De verdad lo creen? — preguntó el castaño

— ¡Fue espectacular! — exclamaron los gemelos al unísono.

— ¡¡No cabe duda, este chico sería del tipo apasionado!! — gritó la chica que estaba en la plataforma.

—Esta vez estoy de acuerdo con Renge— dijo Kyoya.

— ¿De qué hablan? — preguntó Avery mirando a Kyoya y a esa chica, Renge.

—No te molestará venir aquí cuando acaben las clases, ¿Verdad? — preguntó Kyoya

— ¿Para qué? — preguntó Avery con un gesto de curiosidad

—Tenemos una oferta que proponerte— dijo Kyoya con una sonrisa ladina.

Notas finales:

¡Gracias por haber llegado ahsta aquí! Espero que hayan disfrutado la lectura, me encantaría saber sus opiniones con un review, espero poder traerles también más de esta historia con cierta fluidez.

 

Ciao ciao.


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