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La marca del amor por Abyss

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Notas del capitulo:

Muvianos genericos apareciendo por ahi, pero no son realmente importantes (?)

Siente su cuerpo más pesado que de costumbre cuando intenta levantarse de la cama, no hay mucha luz ni claridad a su alrededor, pero sabe que es momento de levantarse, sobre todo cuando la puerta de su habitación es golpeada con fuerza y la voz de su padre se escucha claramente del otro lado, con ese eco característico que siempre le recordaba que solo estaban ellos dos, en una casa, tal vez, demasiado grande para solo ellos.

—Ya voy, en cinco minutos estoy fuera.

—¡Te dije que no te acostaras tarde!

Tiene demasiado sueño como para pensar en contestar cualquier comentario de su padre, así que solo bosteza, con mucho sueño, el suficiente para sentir las lágrimas acumularse en sus ojos debido a lo grande que su boca se abre para algo tan sencillo como bostezar, es un minuto después cuando finalmente sale de entre las cobijas y se apresura a cambiarse, todo estaba preparado de antemano, desde la ropa que usarías, lo poco de desayuno que estaba en su itinerario consumir, así como lo que estaba por llevar, carne de algunas gallinas, huevos frescos y otros productos más que iban a juntarse con el resto que la pequeña caravana iba a llevar al pueblo con el que mantenían el contacto, su padre estaba más que acostumbrado a todo eso, por lo que no había sido complicado preparar todo de antemano aunque era su primera vez a punto de bajar la montaña.

—Ten mucho cuidado, hazle caso al líder de la caravana, camina siempre en medio, no mantengas contacto visual con los lugareños inferiores y asegúrate de no tocar a nadie.

—Lo hare padre.

Respira profundo mientras recibe la misma indicación varias veces, mientras ambos se mueven alrededor de las cosas que iba a llevarse para vender, también asegurando todo lo que llevaba consigo, desde algo tan sencillo como un sombrero que podría ser necesario si estaba demasiado despejado, como asegurarse de mantener el espacio suficiente en la mochila.

—Abajo hará más calor que aquí en la montaña, no pierdas tu chaqueta.

—Si padre.

—No te detengas a mitad de camino para hacer un cambio en tu ropa, hazlo hasta que tengan los minutos para descansar, de otra manera te dejaran atrás.

—Entiendo, no perderé de vista al resto de los nuestros, padre.

—El pueblo está lleno de desconocidos, no te separes por nada del mundo del grupo.

—Si padre, tomare en cuenta todos y cada uno de sus consejos.

Asiente siempre con la cabeza mientras termina por acomodar la mochila con sus pertenencias en su espalda, asegurándose de que fuera lo suficientemente cómoda para un largo viaje de ida y de regreso de un solo día, un detalle que servía de constante recordatorio de que ellos no eran como el resto de mortales, su resistencia era superior, por mucho, no por nada vivían entre la nieve como si no fuera la gran cosa.

—Shion, toma esto también.

Es mientras asegura las otras dos mochilas con productos para vender que su padre le pasa una pequeña bolsa grisácea, la cual suena por dentro al momento de moverse, es obvio que es dinero, y aunque no le sorprende que su padre tenga tal cosa, el hecho de que se lo esté dando si es era algo por lo cual sorprenderse.

—Padre, no necesito esto, guárdelo para la próxima vez que baje la montaña. —aún espera, con algo de dolor, que esta situación es solo momentánea, el solo bajara por esta ocasión de la montaña y la próxima vez su padre bajara de nuevo, a seguir intercambiando productos, a comprar cosas que ellos no tenían ahí arriba.

—Shion —camina alrededor de su hijo, el cual sostiene con fuerza las cosas que iba a subir al carro de la caravana que a esas horas debían de estar terminando de llenar, deteniéndose a sus espaldas para guardar la bolsa en la mochila personal que llevaba—, ambos sabemos que eso muy probablemente no pase, y aun si fuera así, en dado caso de que te den unos segundos para acercarte a un puesto, asegúrate de comprarte algo, aunque sea un recordatorio. Así como puede ser solo la primera de muchas veces, también es posible que sea la única ocasión que este allá abajo.

No responde, simplemente se queda totalmente quieto mientras escucha el movimiento a sus espaldas, respirando profundo ante las palabras de su padre que realmente le ponían nervioso, aunque, por otra parte, saber que contaba con un poco de dinero para comprarse algo le hacía emocionarse internamente. Arriba, en la montaña, algo como el dinero no era necesario, el intercambio de bienes, servicios, el buscar la equivalencia con un mediador siempre terminaba mucho mejor, sin dejar de lado que ellos realmente no tenían esa necesidad como otros de manejar algo como el “dinero”, aunque era un conocimiento común que se transmitía de padres a hijos por si en algún momento recaía la responsabilidad en alguno de ellos de bajar la montaña y tener que manejar aquel metal. No manejarlo entre ellos no significaba que eran ignorantes.

—Muchas gracias Padre.

—Aun así, solo hazlo si te dan tiempo y siempre acompañado de alguien, no hables con los vendedores, tu lugar es quedarte callado detrás de los mayores.

—Si, padre.

Hay un nudo en su garganta mientras sigue escuchando las mil y una cosas que no puede realizar solo una vez pise un pie fuera de la aldea, sabe que bajar, sin tener la mano quemada, es una locura, no debería de estarlo haciendo a menos de que realmente gritara que quiere que le quemen la mano en ese momento. Pero es un momento de necesidad, y aunque no lo quieran, las manos extras siempre son necesarias, así como compartir el conocimiento a mentes jóvenes que no conocen el mundo más allá de las murallas que rodean sus pueblos.

—¡Hey Shion, buenos días!

—Buenos días Sherab, ¿no es demasiado temprano para gritar?

—Probablemente, pero, ¿a quién le importa eso?

Ve a uno de sus muchos amigos de la infancia, que ya se encontraban casados, asegurando las cuerdas del carro y subiendo varias cajas y bolsas más. Paso de los saludos para acercarse hacia la persona que parecía ser el encargado principal, su tío de parte materna. Bhutia, que, aunque tenía una buena relación con ellos, mantener una conversación era muy complicado, no importaban los años, la falla de su madre era algo que ninguno de los dos de la familia parecía ser capaz de superar.

—¿Shion? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu padre?

—El no podrá venir tío Bhutia, los años le están pesando demasiado y recibimos permiso por parte del líder Bhakto para que yo bajara en su lugar. Aquí traigo los productos de nuestra casa, padre me dijo que te dijera que es lo de siempre y en la cantidad correcta.

—Mmm… No te separes del grupo. Dale eso a Sherab y ve junto al resto del grupo, mientras bajábamos te daré la oportunidad de que vayas como quieras, pero de regreso te quiero en el centro. ¿Entendido?

—Entendido tío Bhutia, con su permiso.

No tiene mucho más para hacer o decir en ese momento, ni siquiera puede acercarse mucho a los que se encargan de acomodar la mercancía, solo puede ir a pararse junto al resto para esperar con paciencia hasta que terminen de cargar y acomodar todo, asegurar el estado de los caballos así como empaquetar la comida y el agua para ellos es otra actividad importante por lo que puede ver desde su lugar, demasiado perdido en sus pensamientos como para escuchar al conversación que está ocurriendo a su lado, sabe que hay gente riéndose de él y su emoción al ver como todo se realiza, sinceramente, nunca había tenido la oportunidad de ver todo el trabajo que aquello conllevaba, todo aquello se realiza desde las cuatro de la mañana, demasiado temprano para alguien que normalmente dormía tarde por leer libros. No recuerda ni un momento en el que pudo alcanzar a despedir a su padre antes de que partiera montaña abajo.

—¡Ya todo está listo, alístense para partir!

—¡Abriendo las puertas!

—¡Quiero a dos personas adelante y los lados del carro, el resto puede ir como guste!

Sostiene con fuerza las correas de su mochila mientras observa a la gente caminar tranquilamente, se mueve nervioso intentando encontrar su lugar, casi tan desorientado como si hubiera dado muchas vueltas sobre sí mismo, es hasta que Sherab lo sostiene de los hombros y lo pone al frente que se queda quieto y acepta su lugar, demasiado nervioso para decir que no. Su tío y los demás que lo conocen simplemente ríen con cierta tranquilidad, como si aquella situación fuera tan normal que no les preocupara en lo más mínimo.

—Entonces, Shion, ¿haz pensando en tu futuro?

—¿Eh?

Han avanzado un buen tramo desde la puerta del pueblo hacia donde se dirigen, el sol lentamente va apareciendo en un extremo y la nieve lentamente parece ir desapareciendo bajo sus pies, los lentos cambios a su alrededor, a los que normalmente no está expuesto, llaman tanto su atención que la conversación lo sorprende, casi sintiendo su cuello crujir con la velocidad con la que tuvo que mirar al frente de repente tras estar mirando a su alrededor.

—Si tu padre ya no puede bajar la montaña, tal vez sea tiempo de que la cabeza de la familia ceda su lugar.

—Oh, eso…

Se siente incómodo ante la conversación, su mirada viaja hacia el suelo totalmente consciente de que su tío no lo está viendo como para regañarlo. No había querido pensar mucho en eso, su padre jamás había mostrado que, en dado caso de ya no poder hacer algo, le pasaría literalmente el poder como cabeza de su familia, no, lo que él esperaba y probablemente los demás también, es que llegara de la mano con alguien más del pueblo y dijera públicamente que iba a casarse y su esposo, independientemente de que el pudiera o no tener hijos, seria quien tomaría el puesto de cabeza de la familia, a pesar de que él era el hijo directo. No sabía si era algo que se veía a simple vista o tal vez él tenía un rasgo especifico que le dijera a todo el mundo que él podía engendrar bebes, pero estaba casi seguro de que esa era la razón por la cual querían casarlo y no darle más responsabilidades de las que realmente podía cargar.

—Yo… Estaba pensando en seguir los pasos del tío Odysseus.

—¿Qué?

—Si… Ya sabes… Unirme al templo y servir a dios.

No detienen sus pasos en ningún momento, su tío Bhutia no gira la cabeza en ningún momento para ver qué clase de expresión está haciendo mientras hablan, pero el silencio entre ellos es tan aterrador como había pensado que sería si es que su padre tocaba el tema alguna vez.

—Entiendo… Espero que cambies de opinión, hay muy buenos partidos en la gente del pueblo.

—¡Lo se! —grita de repente de forma que asusta al compañero que camina al otro lado del carro y por el cual siente vergüenza de que tenga que escuchar esa conversación—, es solo que, no estoy realmente seguro de que el matrimonio sea lo mío.

—Ya veo. Supongo que hablare de tu padre sobre esto.

No puede hacer otra cosa más que hundirse en su propio pesar, ignorando que los cambios a su alrededor cada vez son más notorios conforme siguen descendiendo, un camino tan familiar hasta para los caballos que no tienen ningún problema durante el descenso. No hay más conversación en el lento descenso, hay risas a sus espaldas, el resto de sus compañeros disfrutan del viaje como si no fuera la gran cosa, todos bajan sin preocupación, todos y cada uno de ellos, excepto el, camina hacia las faldas de la montaña con una mano quemada, con la seguridad en un amor bendecido por su dios y no marcado por un corazón.

—Mira, Shion, el pueblo ya se puede ver desde aquí.

Sus ojos se mueven lentamente hacia el muviano que los acompaña al frente del carro, el rostro le suena vagamente pero realmente no recuerda su nombre, ¿Dolker? ¿Tenzin? Prefiere no confundirlo, pero también le parece demasiado irrespetuoso preguntarlo en ese momento, así que solo regresa su mirada al frente mientras toman una curva, allá, a la distancia, un color pueblo descansa, sin rastro alguno de nieve a su alrededor, algo que ya no está cuando llegan a la mitad del trayecto, que es cuando la mochila es pesando más de lo necesario y el sudor comienza a marcar su frente. No se queja, ni dice nada al respecto, está más emocionado por seguir prestando atención a su alrededor que en el calor que lentamente comienza a sentir.

El tema finalmente desaparece de su mente y ahora, frente a sus ojos, el final del camino le revela un pueblo lleno de felicidad y aparentemente en una fiesta continua, aunque aún parecía ser demasiado temprano, eso no parecía ser impedimento para que la gente se paseara por todo el lugar con una sonrisa, como si estuvieran festejando cada minuto que pasaba.

—Bien, hemos llegado.

Están algo retirados de la puerta del pueblo cuando todos se mueven alrededor de las cosas, como si fuera algo instintivo, su tío se queda al frente y da más indicaciones, el, por su parte, no tiene muchas más opciones que ser sostenido del brazo por Sherab mientras intenta ver más allá de lo que le permiten.

—Nos moveremos al lugar de siempre y desempacaremos las cosas, aún es temprano y ya saben cómo se pone el lugar conforme el sol asciende —Bhutia se mueve alrededor de los suyos, contando una vez más cuantas personas eran y asegurándose de anotarlo en la tabla que siempre llevaba consigo—. Cada uno ya sabe lo que tiene que hacer, Sherab, voy a estar demasiado ocupado, encárgate de que Shion aprenda algo sobre lo que se hace aquí en el mercado, y no lo sueltes.

—Entendido señor.

Los caballos se empiezan a mover una vez más después de aquella ultima indicación, finalmente, el brazo apresado es liberado y en señal de compañerismo, Sherab se toma la oportunidad de palmear con ánimo la espalda de su amigo.

—Vamos, si sobra algo de tiempo prometo que te dejare ver un puesto solo por ti mismo.

—¿Eso no te va a dar problemas?

—Mientras nadie diga nada o tu tío no se entere no creo que pase algo.

Hay más palmadas en su espalda después de aquello, antes de que también empiecen a moverse para acompañar al resto y finalmente adentrarse de verdad al pueblo.

Pasan varias horas antes de que Sherab pueda cumplir su palabra, su mente ha estado dispersa todo ese tiempo, no por la promesa, sino por todo lo que había querido abarcar en tan poco tiempo, desde observar la arquitectura, como el estilo de ropa que usaban, la música que de un momento a otro había comenzado a escucharse en una plaza cercana y la comida que había tenido el lujo de probar, cortesía de su tío, que aunque no pudo estar a su lado durante más de unos minutos se aseguró de verlo comer algo que claramente no había probado.

Aprendió mucho, le dieron la libertad de echar vistazos en la manera que comerciaban e intercambiaban las cosas, así como otras por las que tenían que pagar, el flujo constante del dinero que llevaban, su ir y venir de tantas manos, el sentimiento agridulce, de poder disfrutar de todo aquello y, tal vez, no poder volver a hacerlo, lentamente se hacía de un hueco cada vez más grande en su pecho. Pero no dejo que aquello lo molestara demasiado, después de todo, esta era una oportunidad que no quería desaprovechar.

Y justamente, antes de que el tiempo de irse llegara, Sherab le permitió ir a los puestos más cercanos mientras ellos volvían a llenar el carro ahora con todo lo nuevo que habían comprado, verlos asegurar las cosas era algo que todavía quería volver a ver, la manera de hacer los nudos y evitar que cualquier caja o bolsa se moviera ahí adentro, pero, la curiosidad era demasiado grande como para darle la espalda por mucho tiempo.

—¡Hey, buenas tardes! ¿Vez algo que te guste?

No levanta la mirada de inmediato, aunque el grito jovial y lleno de vida atrae su atención de inmediato, hace lo posible por seguir las indicaciones que ha recibido durante tantas horas en tan solo dos días, así que, en lugar de ver al vendedor, su mirada baila con verdadero interés entre los objetos que vende en su puesto.

—Veo que mi comprador es algo callado, ¿así como voy a saber que ofrecerle?

Hay algo en el tono de voz que le hace sonreír, una extraña sensación se instala en su estómago mientras parece que aquel vendedor hace un esfuerzo por encontrarse con su mirada.

—¿Tarot? ¿Piedras? ¿Qué tal un tablero?

Al final levanta su rostro ante el tono juguetón que el vendedor sigue utilizando para llamar su atención, aunque su mirada no cae directamente en él, sino en la tabla que sostiene entre sus manos, el producto que probablemente intenta venderle.

—¿Qué tipo de tablero es?

—Es un Luopan, una brújula magnética china, ¿te gusta? Podría dejártela a un buen precio.

Observa la tabla con verdadera curiosidad, en su vida había visto esos caracteres, aunque son un poco similares a los que usan ellos diariamente, sabe que no son los mismos cuando simplemente no los comprende, pero está casi seguro de que uno de sus libros hablaba escuetamente de aquel objeto, aunque de seguro no lo suficiente como él quisiera. 

—Me temo que no, no sabría usarla. —hace un ademan con la mano, negando el objeto que era presentado para su venta.

—¿Ah no? ¿Qué te parece entonces, una brújula anticuada?

Intento no reírse ante la manera tan alegre en que el siguiente objeta era presentado, mientras la tabla era puesta a un lado y algo más pequeño era tomado por la mano del vendedor, razón por la cual tuvo que acercarse un poco más para poder verla mejor. Con un diseño octagonal y que parecía ser de un tipo de piedra, pudo notar los dibujos de animales y, una vez más, caracteres en un idioma que no conocía.

—Es más barata que la tabla, y aunque no le entiendas, al menos nunca perderás el norte.

Extendió la mano por mera inercia, dispuesto a tomar y pagar por aquel producto, tan agradable era aquella persona que realmente merecía la pena comprarle algo.

Y entonces…

Entonces pasa una eternidad, parece algo instintivo que cuando sus manos se encuentran sus ojos también lo hacen, mirándose fijamente por lo que parecen ser horas, pero realmente solo son minutos. No hay una verdadera razón por la cual separarse el uno del otro, peor una extraña sensación parece recorrer el cuerpo de ambos al mismo tiempo que la brújula cae solitariamente junto al resto de piezas que se están vendiendo, mientras cada uno sostiene una de sus manos sin razón alguna y se sonríen de la manera más torpe posible.

La palma de su mano arde, aunque no duele, es una extraña picazón lo que se extiende desde el centro de su mano hacia afuera, no sabe si para el agradable vendedor es lo mismo y por un momento está a punto de preguntar, hasta que una voz demasiado conocida grita a la distancia.

—¡Shion! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Vuelve aquí de inmediato!

Brinca del miedo cuando es descubierto por su tío, lo que le hace retroceder de inmediato del puesto y literalmente correr hacia el resto de la caravana, los que ya están casi listos para partir. Verlo llegar, por supuesto, también asusta a Sherab que se acerca de inmediato a su lado.

—¡Sherab! ¡¿Qué fue lo que te dije?!

—¡Lo siento, señor! No sobro un poco de tiempo y en algún punto debí de perderlo de vista, creí que estaba detrás de mí en todo momento, debí fijarme mejor.

—Lo lamento tío, no fue intencional, no supe en qué momento Sherab regreso con el resto.

Hay un silencio cómplice entre los dos, ninguno dice nada de más ni de menos, simplemente permanecen callados y la cabeza baja. El resto de los compañeros, tal vez por simpatía o realmente no les importaba el asunto, se mantienen en silencio y continúan trabajando de la misma manera, su silencio cómplice, sin embargo, le da cierta tranquilidad y confianza al muviano más joven del grupo.

—Mantente junto al resto. Tú, no lo pierdas de vista.

—¡Entendido señor!

—Si señor.

—¿Estamos listos para partir?

—Solo falta sujetar bien a los caballos, señor.

—Dense prisa, la noche no debe alcanzarnos mientras subimos la montaña.

El resto del tiempo pasa más rápido de lo que quisiera, Sherab palmea su espalda intentando consolarlo, antes de llevarlo consigo y hacer que trabaje a su lado, solo para enseñarle a como revisar las cuerdas, lo último por hacer antes de que pudieran salir del colorido pueblo.

No comparte palabras con nadie más, incluso Sherab se mantiene callado mientras toma su puesto, adelante junto a su tío y el, probablemente una manera de castigarlo por el descuido de “dejarlo sin vigilancia”

Hay un sentimiento de extrema tristeza cuando empiezan a subir de nuevo la montaña, siente una imperiosa necesidad por volver la mirada hacia atrás y ver si era posible dar con el agradable vendedor, al cual ni siquiera pudo comprarle algo de lo que vendía.

Al final, regresa a la montaña de la misma manera que bajo, con las manos…. ¿Vacías?


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