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Doce Perdidos (MiloXCamus Yaoi Lemon) CaMilo por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Mis hermosos terrones de azúcar, aquí esta la siguiente parte, vamos a comenzar para que disfruten mucho, este capitulo. 

De verdad se que les gusta y esta actualización es dedicado para mi terrón de azúcar sanchezceline117, espero que te guste, esto es por tu cumpleaños, que no supe cuando fue, pero ahora que si y ya paso...

Pues, aquí esta, feliz cumpleaños atrasado y compártelo con tus hermanos terrones de azúcar.

-¿He?- Se gira rápidamente hacia aquella voz familiar, sorprendiéndose de manera grata –Saga-

Una sonrisa es dedicada para el joven castaño, en aquella banca, los cabellos azules del recién llegado se mueven por la ligera brisa, parada a un lado, llevando una mochila y un uniforme de color blanco con azul en los bordes, estilo filipina.

-Hola Aioria- Saluda bastante animado al joven, que desde luego le da mucho gusto volver a ver.

-Hola, ¿Cómo estás?- Sin duda es una persona que le es agradable, sonriente ante su presencia.

-Bien, ¿Qué haces aquí tan temprano en un sábado?- Le parece curioso la presencia de un menor por estos lares y más a estas horas se la mañana.

-Espero a un amigo, tiene ganas de un tour hacia las ruinas de los templos- Rasca su cabeza, ya que no le va a estar contando a nadie sobre la idea fantástica que se carga el peli cerúleo –Y… ¿Tu qué haces?- Una risita nerviosa se puede apreciar al término de su pregunta casual.

-Voy a mi servicio social, en el asilo que ahí al final de la calle- Señala con su pulgar la dirección indicada.

Sorprendido, por la vida que ese joven adulto tiene ahora, recordando que alguien más debió seguir también ese caminó, pero rechazo tantas cosas, por una peor vida.

-Este año… Te gradúas ¿Verdad?- Su sonrisa se torna algo melancólica.

-Sí, también Kanon lo hará de ingeniería en sistemas- Una leve sonrisita se dibuja en su rostro tan alegre y jovial –A veces creo que a él le agrada más convivir con las computadoras que con las personas-

-Antes no era tanto así, pero… Siempre fue una muy agradable persona… Tu hermano…- Le cuesta tanto decir esa palabra… Era una que tenía mucho que no podía mencionar y menos ver al representante de su vida de este nombre.

-Aioria…- Llamándolo con suavidad, obviamente trataba de ocultar su sentir, todo por el adolescente delante, no quería hacerle una pregunta de una persona que ha hecho mucho daño en la vida de ellos, sin embargo la curiosidad y el amor lo hace pregunta -¿Has sabido algo de Aioros?-

El nombre de su hermano… Que en la escuela debía decir que estaba estudiando en el extranjero, para que nadie supiera la verdad, tuvo que explicarle eso al Milo que tiene otras memorias para que no estuviera preguntando, mas tampoco le dijo toda la verdad detrás.

Causa estragos en su mente recordarlo, al fin de cuenta es parte importante de su vida, de una que no volverá.

-Nada… Desde hace tres años que se fue de la casa…- Baja su mirada, triste, ya que su hermano mayor lo había dejado.

Si bien, los padres de ambos, siempre han sido personas muy amables, amorosas, y obviamente estricticas en su educación y comportamiento, pero algo normal.

El deseo de los progenitores que sus hijos sean lo mejor posible, que no se junten con malas personas y no caigan en vicios…

-Entiendo… ¿No ha tratado de comunicarse contigo? O ¿Tus padres?-

-Aioros dijo que… Nunca querría vernos a ninguno de los tres… Así que no ha vuelto en ningún momento…- Baja su mirada, apretando su mochila con suma fuerza, recordar esa noche le hace revivir ese momento tan crudo en su vida.

-Comprendo…- Le da pena el semblante del castaño, su instinto maternal, le dicta acariciar los cabellos de Aioria –Yo debí haberlo prevenido… Me di cuenta cuando íbamos en el instituto, intente hacer algo, pero…-

-No es tu culpa, ni tu responsabilidad, Aioros tomo su propio camino, de alejarse de nosotros, irse con malas personas que solo lo han hecho caer más bajo-

-Podremos ayudarlo, sé que cuando… Lo necesite volverá y…- Sus propis ojos comienzan a dejar escapar lágrimas, el dolor en el menor, pero el propio es muy grande, su único amor esta tan lejos de él, y no puede hacer nada.

-Quién sabe si eso pase… Fue demasiado claro, además… Tal vez ya ni este vivo…- Su labio inferior lo aprisiona con sus dientes, bajando la mirada, dejando escapar su dolor -¿Porque tuvo que pasar esto?-

-Aioria…- Podrá ya ser un adolecentes, cayendo en la categoría de joven, pero… Aun es un niño ante los ojos del peli azul, atinando a darle un abrazo, para reconfortar su pena.

Todos desean ser fuertes en este momento, sin embargo que alguien falte, por sus propias y estúpidas decisiones es un terrible mal que pareciera nunca acabar.

-Saga- Llamando entre sollozos, para intentar componerse rápidamente, no deseando dar un espectáculo en la calle, ya sentía realmente mal por hacerlo -¿Tu aun quieres a mi hermano, aun después de todo lo que te hizo?-

La pregunta cayo sin previo aviso… No lo puede ocultar… Muchos son los recuerdos de cuando eso paso…

Cuando los dos más grandes de ese singular grupo, en done varios padres se conocían, eran quienes cuidaban a los pequeños, se divertían en un gran familia…

Eran los mayores aun teniendo sus propios hermanos, cuidándolos y divirtiéndose…

Su historia de amor solo inicio como una pequeña ilusión en su infancia, pero en la adolescencia se rompió… Destrozándose por las malas compañías de aquel Aioros que sonreía de forma sincera y en algún punto se amargo, cambiando toda su personalidad y forma de ser.

-Sí, aun después de todo lo que me hizo, mi corazón no puede evitar… Sentir algo por él- Posando su mano derecha sobre el corazón, sonriente ante los buenos recuerdos, sin dejar de apoyar al menor.

-Lo malo… Es que ahora, no sabemos dónde está con certeza- Cabizbajo, se limpia las últimas lágrimas, componiéndose o intentándolo aunque fuera un poco.

-Sé que lo vamos a encontrar de nuevo y… Cuándo él se sienta listo, podríamos pensar en una rehabilitación… Alejarlo de gente mala- Quería darle esperanzas al menor, aunque también deseaba dárselas a sí mismo, pero conocía lo que las adicciones hacen en el cuerpo humano.

Después de todo… Por los buenos recuerdos, de su anhelado de volver a ver a Aioros como ese chico con tantos sueños y esperanzas, su carrera que escogió tiene que ver con las rehabilitaciones, el manejo de emociones, evitar el suicidio… Todo esos temas, como le hubiera gustado evitar que su amado castaño se hundiera en ese mundo.

-No, Saga… No podemos recuperarlo, el ya no será nunca más mi hermano… Aunque…- Sonríe tristemente, no sabe cómo reaccionar, su dolor interior lo invade pero… Su corazón tiene algo que decir –Sabes… Cada cumpleaños… Mis padres y yo, no lo decimos pero esperamos su regreso… Aunque nuestro padre pareciera muy frio y serio, sin decir nada trae un pastel, lo comemos en silencio, pues… No sabemos cómo sentirnos… Todos lo sufrimos pero no queremos estar en eso constante…- Suspira pesadamente –Es complicado expresar lo que sientes-

-Lo sé, pero si lo haces te liberas- Mira disimuladamente el reloj gigante que aquellas viejas ruinas aún mantiene en pie, sabía que se le haría tarde –Aioria… Sé que acabamos de iniciar un tema difícil, pero…-

-No te preocupes, tienes que ir a tu servicio…- Dedica una media sonrisa, separándose de aquel amigo.

-Aioria- Se levanta de aquella banca en que se sentó al abrazar al otro –Pensemos que todo saldrá bien al final, no sé cómo… Pero juro que Aioros volverá con nosotros- Toma las manos del menor, para dedicarle estas palabras.

Sabe lo complicado que puede ser y prohibido de prometer algo así, su credibilidad estará en juego, aunque Aioria no lo cree, es una promesa, un juramento que puede jamás cumplirse.

Sin embargo Saga no se dará por vencido, su amado castaño tan sonriente, está inmerso en la oscuridad y debe salvarlo, cueste lo que cueste.

Aun puede sentir aquella herida que sufrió al interponerse en esa pelea callejera, en donde Aioros se metió.

Fue en ese punto cuando todo se descubrió, las faltas a la escuela, los amigos que había hecho, relacionados con pandillas callejeras y venta de cosas ilícitas…

-Gracias- Asiente sin más, para despedirse del peli azul.

-Prometo ir a verte uno de estos días- Su sonrisa deslumbra felicidad y paz, sin embargo un deseo que anhela tanto llevar acabo se mantiene oculto en su corazón.

-Siempre eres bienvenido a casa, al igual Kanon- Levanta su mano, para despedirse, mientras el otro se va caminando en dirección a aquel asilo.

Justo en ese momento, llega el retrasado Milo, con la respiración sumamente agitada, y algo de ramas en el cabello, como si hubiera subido a algún árbol.

-Perdón… Yo… Creo que me equivoque…- Levanta la mirada y alcanza a apreciar la cabellera larga y azul de un conocido, uno que en sus recuerdos, si bien cometió terribles crímenes, fueron perdonados por su Diosa.

-Ya era hora… Milo…- Apenas sintió el jalón de sus ropas, siendo sacudidas con fuerza.

-¡¡¡ES SAGA!!!- Señala con la mano libre del agarre hacia su amigo -¡¡¡DEBO IR!!! ¡¡¡ÉL DEBE SABER ALGO, SIEMPRE HA SIDO MUY LISTO, Y LOCO A VECES, PERO ESO NO IMPORTA!!!- Sonríe amplia, sus ojos brillantes, de echo está a punto de salir corriendo.

-¡¡¡A NO!!! ¡¡¡NO VAS A METER A SAGA EN ESTO!!!- Ahora es el castaño Griego que lo jala casi arrastrando por el suelo, para entrar a las ruinas del santuario de Atena -¡¡¡TE ESPERE MÁS DE MEDIA HORA, VAMOS DE UNA MALDITA VEZ, QUE ODIO ME HAGAN ESPERAR!!!-

-Pero…- Siendo arrastrado, intentando aferrarse a algo, sin mucho éxito -¿Cómo sabes que no nos ayudaría?-

-Fue a su servicio social- Apenas si le contesta, para ingresar al recinto y llamar la atención de las personas, aun no se ha dado cuenta por el enojo repentino -¡¡¡¿CÓMO VA A TENER TIEMPO PARA NOSOTROS?!!!- Su repuesta molesta.

Si bien, sabe perfectamente que carrera el peli azul ha escogido, lo más seguro que ocurra si le dicen que Milo, no es el Milo que conocen desde niño, que habla sobre Dioses, guerras y además ese lapos que vivió sin saber nada y que dijo cosas raras…

Posiblemente Saga tendría que haber con sus padres como casi profesional, para que los jóvenes vayan ya con un psiquiatra, ya no un psicólogo.

-Aioria…- Llama por lo bajo.

-Ahora… ¿Qué quieres?- Sonríe forzadamente, casi con un tic en el ojo.

-Dos cosas- Sonriente y bastante tranquilo –Una, ¿Qué es un servicio social? Y dos… ¿Qué no se supone que no te gusta ser el centro de atención?- La risita burlesca se presenta –Pues llevarme arrastrando por el cuello de mi chaqueta no es la mejor forma de pasar inadvertido.

-¿Qué?- Es allí que reacciona  su tímida y calmada personalidad vuelve a él, para soltar a su amigo y dejarlo caer al suelo de espaldas –Maldita sea…-

Como reflejo instinto, se levanta del suelo, como si el golpe no le doliera en lo más mínimo, de hecho siente que ha recuperado su condición física de cuando fue un caballero dorado, pero… Su cosmos no parece aparecer.

-Tranquilo, de dónde venimos, tú tienes una actitud así, bastante salvaje como un león dorado, muy atrevido, que ni se detiene a pensar las cosas- Se mofaría un poco de su amigo, que de a poco puede ver que el Aioria que recuerda a veces se presenta.

-¿Cómo alguien podría ser así? Ni que fuera un animal- Se enfrenta al peli cerúleo, con una cara de pocos amigos y toda roja.

-Pues… Técnicamente varios caballero dorados nuestras contestaciones están inspiradas en animales… Así que si lo preguntas… Pues sí, somos algo bestias- Para Milo hablar de ese tema es muy cómodo, reconfortable y le hacía sentir un gran alivio en su ser, como si le diera la esperanza de volver a donde pertenece.

La cara del castaño, se fija en que si cree las tonterías que dice el peli cerúleo, que parece no importarle tener ramas en el cabello y camina como si nada, actuando tan tranquilo y si conociera el lugar.

Aunque en sus pensamientos, se pone a imaginar un poco de lo que le ha dicho, de solo creer que alguna vez porto una armadura como en los viejos cuentos para dormir, que alguna vez leyó, se le hace casi imposible.

Pero ahora esa palabra queda bastante corta a su situación.

Y así es, como ingresaron a las ruinas del santuario de Atena, que en efecto son los templos que quedaron de pie.

Pagaron la entrada, y se unieron un grupo con una guía turística, aunque Milo quería mostrarle que él conocía el recinto.

Aioria no se va arriesgar ir perseguir a un loco por todos lados.

Ya suficiente tuvo con el espectáculo que dio, al darse cuenta del viejo reloj que ahí a la entrada y salir corriendo a verlo.

Demasiada vergüenza y pena ajena sufrida por un día.

Obviamente durante el recorrido, el joven escorpión solo podía mirar cada detalle de los templos… tocarlos e intentar conectar su cosmos con el lugar, algún indicio…

Se suponía que este lugar era el de su Diosa, o al menos la versión de este mundo de lo que recuerda como santuario.

Pero nada, su cosmos aún seguía dormido o no existía en este mundo.

Su confusión solo crece y desesperación, pero no se daba por vencido.

El castaño griego, cada dos minutos se cuestionaba que si debió haber llevado consigo una cuerda, para atarlo y llevarlo con él, para no perderlo.

Sin embargo las cosas no acaban allí…

Cada que la guía de turista, decía algo de los templos permitidos para recorrer, Milo la interrumpía diciendo que ese dato era falso, que eso no pudiera haber pasado.

Algunas de sus notas como caballero dorado de escorpio que juraba por su vida que eran ciertas.

-En el primer templo es del caballero de Aries, actualmente es Mu, pero antes fue el patriarca-

-Este segundo templo es muy pequeño, imposible que Aldebarán cupiera-

-En esta esquina estaba el refrigerador de Death, aunque nadie se acercaba por las máscaras que estaban en las paredes de gente que asesinaba-

-Sabían que aquí, escondían polvo estelar-

Datos que para él eran ciertos y a veces una broma del castaño, para los demás, era razón suficiente para creer que el peli cerúleo estuviera o drogado o ebrio… Y mejor solo le daban por su lado.

Y Aioria, aguantando cada estupidez, que callo tantas, pero igual se hartó y se dio por vencido.

-¿Porque hago esto?- Se pregunta ya en voz alta.

Cansado el pobre de esta actitud de Milo, le fastidia eso, pero… A la vez, parecía comprenderlo un poco.

Si algo así le pasara, claro que estaría feliz de estar en un lugar donde su antiguo hogar o lo que conocía como tal se conectara al mundo en donde se encuentra.

Es tan confuso de solo pensarlo, que la cabeza le comienza a doler.

La guía de turista, una mujer joven, que mantenía una sonrisa forzada, por las constantes interrupciones del escorpión.

-Bueno, esta es la última parte del recorrido, este templo, se podría decir que es el quinto… Aunque en sí, esta reconstruido, la base del lugar es de los bloques originales, pero lo demás es material moderno, aquí tenemos algunas reliquias que les puede agradar- Caminando delante, como su trabajo lo indica, guiando a los turistas.

-¡¡¡AIORIA!!! ¡¡¡DIJO RELIQUIAS!!! ¡¡¡TAL VEZ ENCONTREMOS ALGO IMPORTANTE!!!- Sujetando primero con fuerza los hombros del castaño, para después soltarlo de golpe e ir corriendo, para mirar todo y de paso causar algún desastre.

Debería estar atento, pues algo en sus bolsillos brilla, pero ni se da cuenta de ese hecho al estar en su ensoñamiento de encontrar algo que le dé más indicios.

El castaño, mira de lado hacia donde se ha ido el peli cerúleo, suspirando pesadamente, sintiendo las ganas de mejor irse a su casa y pensar que su amigo se volvió loco.

-Una camisa de fuerza no le caería mal- Sus palabras sonando muy severas, pero en efecto es su vergüenza y desesperación hablando –Mejor lo espero aquí…- Suspira, ya era mejor aceptar que este Milo, será muy difícil de calmar para no levantar sospechas.

Su plan era solo quedarse a la entrada de ese templo, que segundo Milo, le pertenecía, pero… Realmente no le importaba mucho, solo quería ayudar a su amigo a encontrar pistas, sin embargo no a costa de hacerlo pasar vergüenza.

Suspira, cerrando sus ojos, y recargándose en la nueva reconstrucción de ese quinto templo, cuando comenzó a sentir algo en su ser, una sensación que le impedía estar tranquilo y en paz.

Como si algo lo estuviera observando o llamando de la nada, no pudo soportarlo más.

Creyendo que encontraría un par de ojos fijos en él, abrió los suyos.

Más personas no había ninguna, todos se adentraron al templo en cuestión, los podía escuchar a lo lejos y los gritos de Milo explicando cosas absurdas.

O bueno a su parecer lo son.

Sin embargo… Comenzó a caminar en dirección recta, intentando calmar este extraño sentir, unos metros más, encontró algo que llama su atención.

Dentro de una vitrina, muy bien resguardada, se encontraba una vasija de una tonalidad dorada, con símbolos antiguos y como si en ella relatara una leyenda, que sus ojos pareciera reconocer, pero no sabe de dónde…

Y en cuanto lo pudo apreciar… Algo brillando, incrustado en esa vasija, de un tono verde, tan hermosa e imponente se ve esa joya.

-¿Qué es esto?- Entrecierra sus ojos, pues parece brillar con un enorme fulgor.

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como están mis terrones de azúcar?

Yo me encuentro bien, aquí les vengo a dejar una actualización de este hermoso fic, que se que es el favorito de muchos de ustedes, espero que lo disfruten y este fin tuvieron dos capítulos seguidos, por lo cual disfrútenlo mucho. 

Dentro de algún tiempo, posiblemente este fic entre a los semanales, pero se vera, por mientras, si gustan actualización rápida, pues... Cuando sea sus cumpleaños, lo pueden pedir como regalo, así lo ando manejando ahora. 

Sin mas feliciten al terrón al que es dedicado este fic, por su ya pasado cumpleaños, peor nunca es tarde para felicitar sanchezceline117, disfrútalo mucho.

muchas gracias mis terrones de azúcar, por apoyarme, leer, estar a mi lado, siempre estar al pendiente de mi, se lo agradezco de todo corazón, de verdad son los mejores del mundo. 

Por favor cuídense mucho, hagan caso a las medidas de higiene, no se expongan de mas.

Los quiero mucho mis terrones de azúcar.

Ammu se va. 


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