Hoy es el tan esperado día…
Por fin… No sé cómo, pero lo hemos logrado.
Siento que lloraría de emoción.
Dicen que es de buena suerte si lloras el día de tu boda, pero no quiero que me vean así, al contrario, quiero sonreír, que todos vean lo feliz que soy al momento de unir mi vida con el hombre que amo y que me ama con todo su corazón.
Estoy tan nervioso, mi estómago se siente muy raro, sonrió como idiota, pero… Es que de verdad soy tan feliz.
Se escucha el sonar del coro, creo que es el momento en que debo ir…
Siento como mi corazón late demasiado rápido, reviso por última vez mi ropa, el traje blanco que uso debe estar impecable.
Las más bellas rosas rojas, son especiales pues mi papá las cultivo para este día, para que solo yo pueda usarlas en este ramo.
Es una lástima, son tan bellas… Más él me dijo que solo conmigo lucirán hermosas.
Las trato de sostener con ambas manos, pero tiemblo demasiado, es la gran emoción de dar este gran paso.
Jamás creería que lo haría…
-No, no Albafica… No puedes pensar en esas idioteces- Niego con mi cabeza, ahuyentando los malos pensamientos.
-¿Estás listo hijo?- La voz tan calmada de mi papá, me hace sentir mejor.
Le dedico mi mejor sonrisa, asintiendo suavemente, aunque mi voz apenas sale.
-Tengo miedo…-
-Es normal, yo me sentí igual el día que me case con tu padre- Se acerca a mí, para darme un beso en la frente, no puedo evitar derramar una lagrima traicionera –Se nota que es un buen chico-
-Es el mejor- Sonrió de nuevo, mis mejilla arden, siento que me fuera a dar fiebre, pero sé que no es así.
Me ofrece su brazo, para que lo sujeté, pues es el momento en que el novio entre por ese pasillo.
Mi corazón se contrae como mi estómago al notar como todos me miran, me siento tan estático en mi lugar, nunca me ha gustado que me vean, odio que lo hagan.
Pienso que esto fue una pésima idea, debí insistir en solo una celebración pequeña, solo nuestras familias y ya.
Sujetando el brazo de mi papá con toda la fuerza, creyendo que me desmayaría o huiría, pero…
No lo hago, porque te veo, esperándome en el altar…
Esa sonrisa, esa precisamente que me hace temblar.
¿Acaso te estas riendo de mí?
¿Por qué te ríes como bobo?
No puede ser… ¿Estas llorando?
Tratas de ocultarlo, sonriendo, pero cubres parte de su rostro con tu mano, bajando la mirada disimulando tus lágrimas.
Te conozco demasiado bien.
-Manigoldo…- Respiro brevemente, necesito calmarme y solo con asentir le indico a mi papá que puedo continuar, que esta vez lo hare bien.
Este pasillo jama creí que se sintiera tan largo.
Sabes… Si pudiera dedicarte alguna palabra, seria gracias…
Manigoldo, no sé cómo, pero me salvaste de mi soledad, de la que yo mismo me impuse, por el miedo…
Nunca creí que alguien me amara como tú lo haces.
No quería creer en el amor, porque una vez… Fui tan herido que me creía solo una basura…
Parte de mi adolescencia y juventud fue de lo peor, por mis miedos, no quería salir de esa miseria que alguien me llevo allí, y no podía escapar.
Tú conoces mi pasado, lo que me ocurrió, lo que ese maldito de Minos me hizo…
Pensaba en morir tantas veces, de verdad… Quería solo morir, dejar de comer, que mi vida se fuera.
La vida de los Omegas es difícil, cuando existen Alfas tan ruines.
Por eso al principio nunca te daba oportunidad de acercarte, tratabas tanto y yo solo creía que me querías utilizar, es lo que me había pasado…
No quería entregar mi corazón a nadie, mi cuerpo estaba manchado… Solo sentía asco cuando alguien apenas si tocaba mi piel, temblaba tanto, me odiaba por eso.
Sin embargo… Lograste quebrar esa barrera que deseaba mantener.
Todo quedo claro en el momento que menos deseaba pasar enfrente de un Alfa.
Mi celo llego sin previo aviso, ser irregular en ese aspecto me volvía un blanco fácil para todos.
Creí que te descontrolarías, que me tomarías como antes me había pasado, pero no…
Mi celo provocó que el tuyo se adelantara abruptamente, estando solos en la bodega de deportes, pensaba que me volvería a pasar.
Pero no lo hiciste, no cometiste nada contra mí, solo me abrázate fuertemente, calvaste tus propias uñas en tus brazos, sin importarte que estuvieras sangrando, no te atreviste a besarme si quiera, solo me mantuviste así.
Me estabas protegiendo de cualquier otro Alfa que se tratara de acercar.
En un momento que quedo grabado en mi memoria, mordiste incluso tu propia mano, sé que era por ese aroma que en mi celo se presenta, invitándote a marcarme.
Soportaste todo eso por mí.
Y en ese momento fue la primera vez que no sentí asco o repulsión porque alguien me tocará.
No solo esa vez aceptaste que no podía permitir que me tomaras.
Te revele mi sufrimiento, lo comprendiste también, y solo me pediste que te dejara cuidarme.
De a poco me enamore de ti, jamás pensaría que eso me pasara.
Y allí estabas tú, sonriéndome, regalándole flores, como si no tuviera una florería en casa, dulces, chocolates, el hermoso peluche de pececito que ganaste para mí en esa máquina.
Lograste calmar mis demonios internos.
Sé que no esperamos para antes de este momento hacerlo.
Pero quería intentarlo, porque si no podía… Yo no te ataría a una persona que no pudiera darte hijos, cuando yo sabía que es tu mayor ilusión formar tu familia.
Aun después de decirme que renunciarías a ese sueño por mí.
Manigoldo, antes de todo… También ese sueño lo deseaba, pero creí que nunca podría superarlo.
Con tu amor y a mi tiempo, pude hacerlo.
Y al día siguiente pediste mi mano, porque querías casarte conmigo de inmediato.
¿Por qué eres tan impulsivo en tantas cosas?
Cangrejo torpe.
Puedo ver en mi andar a nuestras familias, mi padre junto a mi hermano menor, están entusiasmados por mí y muy felices…
Mi tío Sísifo, hermano menor de mi padre, con su esposo El Cid y sus hijos.
Una combinación muy extravagante de personalidades, pero entre ambos funciona.
También tu familia, tu padre Sage, sostiene la foto de tu madre.
Ese fue un golpe muy duro para ti, como tu nunca me abandonaste, yo jamás lo hare Manigoldo.
Tus tíos y tu primo… Posiblemente en la recepción estés enojado por ver al novio de Shion, pero no tiene nada de malo que se amen, aun siendo jóvenes.
No sé en qué punto llegue hasta a ti, extendiendo tú mano hacia mí, esperas que posee la mía en la tuya, no sé por qué me sonrojo…
Si, si lo se… Eres el amor de mi vida, y aun estoy muy nervioso por hacerlo, no quiero que jamás te arrepientas de haberme escogido por sobre todos.
Yo jamás lo hare, de verdad te amo.
Pido que no rompas mi corazón nunca, por favor Manigoldo, te entregó mis sentimientos a cambio de que solo me ames a mí.
En ese momento antes de que mi papá me deje a tu lado, con su sonrisa sé que te amenaza de una forma tranquila.
No puedes dañar mi corazón.
Tu sonrisa nerviosa te delata, pretendes cumplir esa petición, de eso estoy seguro.
Inicia esa ceremonia, que de hecho yo no soy tan partidario, pero quisiste hacerlo, pues tu madre era italiana y tenía esas creencias, está bien, puedo aceptarlo realmente no es como que creamos en algo en mi familia.
No dejas de sostener mi mano y me dices pequeñas cosas a escondidas.
-Te ves de maravilla- Usas otras palabras que no sea “Hermoso” Sabes como la odio.
-Tu, luces bien- Solo te digo eso para molestarte, realmente eres muy atractivo.
Aprietas más mi mano, demostrándome de esa forma que estás muy ansioso por decir esas palabras.
Manigoldo… No importa lo que pase ¿Me seguirás amando toda la vida? ¿Verdad?
Te sigo preguntando eso aún hoy en día, habiendo pasado tanto, tu respuesta es “Si”
Me lo demuestra con palabras y acciones.
Todo el tiempo… Te amo…
-Acepto- Tu voz ronca me hace sentir tan seguro al escuchar esa palabra.
No tardo mucho para decirlo yo también, algo nervioso.
-Acepto- Dejo escapar un suspiro y te sonrió, no quiero dejar de ver tu rostro.
Poco antes de que sea el final.
Te acercas a mi oído y me dedicas unas palabras que solo yo escuchare.
-Te amo Albafica, eso nunca lo dudes-
-Manigoldo… Te amo mucho- No puedo evitar que unas lágrimas caigan de mis celestes ojos.
Tú las limpias de inmediato, para besar mis manos, sin importa que ese no sea el ritmo a seguir.
-Puedes besarlo-
Escuchar esa afirmativa, indica que ya termino.
Estamos ahora casados… No puedo creerlo… Fue tan fugaz…
Tomas mis mejillas con tus manos, lo haces con tanto cuidado…
No me voy a romper, nunca me dañaras lo sé.
Sonriendo te demuestro mi amor, mi rostro teñido de carmín, mi corazón sigue latiendo muy desesperado.
Te vas acercando para depositar en mis labios nuestro primer beso como recién casados, es tan mágico, sé que se escucha ridículo, pero es tan dulce, cálido, que no puedo creer que es real.
Pero tu tacto me indica que lo es, y jamás me apartare de tu lado.
Lo juro por mi vida, que permaneceré a tu lado, te amare siempre…
Solo te ruego que hagas lo mismo por mí, soy muy egoísta para compartirte con otra persona.
Manigoldo… Te amare eternamente.