Antes de que me diera cuenta estaba arrastrando los pies por el pasillo, pegado al costado del azabache y notaba su brazo enroscado alrededor de mis hombros.
- ¿Nos vamos a casa? – pregunte acompañado de un hipo.
-No, Lady Tsunade nos presto las habitaciones para descansar – escuché a mis espaldas, recordé la presencia de Kurenai abruptamente.
-Ah... está bien – las molduras del techo empezaron a moverse, por lo que cerré los ojos y me quejé en voz alta cuando Sasuke se separó de mi – Ahora ¿A dónde vas? –
-iré por la llave y algo para la resaca, sé que estarás sufriendo en la mañana –
-Qué bonito –
Sasuke lanzo una carcajada y se alejó, atravesando el pasillo y dejándonos delante de las puertas metálicas de un ascensor.
-Me mareo, siento que el piso se tambalea – me queje, usando el hombro de Kurenai como apoyo para no caer de cara – Si me vuelven a obligar a beber, me tiro de un balcón ¿Has bebido el vodka? Si no, no lo hagas esa porquería te destroza por dentro y te da ganas...-
-Entiendo – respondió Kurenai con indulgencia, se notaba que estaba aguantando una carcajada.
-Mierda ¿Qué hora es? –
-Las cinco de la mañana –
-Na... a esa hora salía de mi antiguo trabajo, aunque no dormía lo suficiente ya que el otro empezaba a las 6:30, era una cafetería –
-Ahora no te preocupes, podrás dormir toda la tarde –
-Ojalá, después tu jefe se pone muy pesado –
-¡Hey! –
Los dos nos giramos; el pasillo me dio un par de vueltas con el movimiento y tuve que retroceder para no caer de lado; casi al final del pasillo se acercaba un alfa de cabello plateado largo, piel canela y ojos morados, era el mismo tipo que había visto en la primera sala. Olía fuerte, seguro por su celo. Tenia una sonrisa torcida que no me gusto en absoluto.
-Sasuke ¿Ya termino de usarla? –
Tal vez sea por el licor que no entendía sus palabras. Vi como Kurenai se tensó y respondió enojada.
-Ella es alguien a quien no puedes tocar –
La sonrisa del alfa se amplio más.
-¿Es así? Sasuke no puede negarme nada y esta vez no será la excepción – extendió una mano – Ven conmigo – ordeno, con una voz intensa tono alfa, la voz más penetrante y poderosa para un omega.
Lo bueno de los betas es que podíamos soportarlo, así que me incline a un lado y susurre en el oído de Kurenai.
-Dile a este bastardo que no moleste, me duele la cabeza y su voz no ayuda en nada –
El hombre se sorprendió, reemplazo su sonrisa de burla a una cínica - ¿Un beta? Por esa misma razón no podía olfatear sus feromonas, pensé que tú lo diluidas – empezó a caminar hacia nosotros.
-Quédate donde estás – gruño Kurenai. Me tape los oídos con las manos, tenía nauseas, me estaba mareando más a cada segundo que pasaba y mis piernas temblaban tanto que apenas podría mantenerme de pie si no hubiera sido por Kurenai, que mataba con la mirada al otro alfa, insultando en italiano que sonó amenazante. El otro no retrocedió; al contrario, enseño los dientes y gruño, amenazante como un perro con rabia. Kurenai me empujo detrás de ella y lo imito.
El movimiento me mareo todavía más; noté el sabor del alcohol en la boca y contuve una arcada. Tome aire y trate de no morirme aquí mismo, todavía escuchaba a esos dos discutiendo.
Un rugido; un rugido grave, rasgado y profundo, que me reverbero el pecho y me puso la piel de gallina. Un rugido de cólera y de posesividad y de amenaza. Es la primera vez que escucho un rugido terrorífico.
Se me escapo el aire del pecho y las costillas se me contrajeron dolorosamente, solo me di cuenta de que estaba en el suelo, al sentir el frío azulejo en las palmas de mis manos.
-¡Hidan! – Era Sasuke, pero casi no lo reconozco por el olor del otro alfa.
-Sasuke, llegas justo a tiempo, tu querida perra no me deja divertirme un rato-
-¡Mierda! ¡Eres una reverenda mierda! –
El alfa frunció el ceño y empezó a responder, igualmente agresivo, pero mucho menos poderoso.
"estúpidos alfas territoriales" fue todo lo que pude pensar antes de que un cañonazo cortara el aire.
Solté un grito involuntario, me encogí, pero no me oía a mí mismo; me pitaban los oídos y las arcadas eran cada vez mas fuertes. Levante la cabeza con la esperanza de que fuera solo un susto para el hombre, pero su cuerpo estaba tendido en el suelo. No vi a Kurenai y Sasuke... Sasuke tenía una pistola en la mano. Una pistola que humeaba casi imperceptiblemente.
Perdí el conocimiento en ese instante.
Me desperté con una necesidad insoportable de vomitar. Mire a mi alrededor con desesperación, pero no conocía la habitación y el movimiento solo me empeoro.
Mis dedos encontraron una palangana a lado de la cama justo a tiempo para vomitar en ella con violencia, tosí y me queje al sentir el fuego en mi estómago y en mi garganta. Me dolía la cabeza que hasta parpadear era una agonía.
Sasuke no estaba. Y no recordaba que había pasado... recordaba beber un brillante vasito de... de vodka.
El burdel. Una ola de recuerdos lleno mi mente al instante; estábamos en el mini bar. Bebimos y...y Kurenai... Kurenai había dicho algo y entonces... ¿Un rugido? ¿ruido?
Las náuseas volvieron sin previo aviso, pero ya no tenia nada en el estómago. El dolor de cabeza era tan intenso que me mareaba; me dejé caer sobre la almohada con toda la delicadeza de la que fui capaz, pero no fue suficiente.
Y para empeorarlo todo, la puerta se abrió con un chasquido que resonó entre mis oídos dolorosamente.
-¿Naruto? –
Era Karin; le dedique un quejido como saludo y la escuche suspirar.
-¿Te encuentras bien? –
-¿Me ves con cara de encontrarme bien? –
-De acuerdo, no es para que te enfades – la oí respirar hondo – vístete, muévete ahora. Creo que es mejor que estés listo –
-¿Listo para qué? –
-Para irte -