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Bad Death por MorganaDark

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Después de media hora de compras, nos subimos a la camioneta del hospital.

El azabache se había ido con otro auto, uno que el compro hace unos minutos. Una llamada lo hizo tomar esa decisión y se fue a toda prisa sin mencionar palabra alguna.

Cuatro hombres nos acompañaban. Uno era el guardaespaldas del alfa y conducía la camioneta, los otros tres eran del hospital y acompañaban a mi madre en el asiento de atrás, mientras que yo estaba en el asiento del copiloto.

Ninguno dijo ni una palabra en todo el camino. Un millón de preguntas surgieron en mi mente, quería saber ¿El por qué? ¿Por qué Sasuke se fue sin decirme nada? ¿Qué era lo urgente?

Al fin y al cabo, no podía preguntar, no era su pareja. Soy una clase de objeto que puede llevar a sus reuniones, como un bolso.

De repente, la camioneta se detuvo, había perdido por completo la noción del tiempo. Mire por la ventanilla; estábamos enfrente de una tienda.

-¿Quieren algo? – pregunto el guardaespaldas.

-Agua y dos emparedados – respondí, desde que salimos de casa no hemos comido.

El hombre asintió y salió de la camioneta.

Después de unos minutos, apareció con una bolsa. Subió a la camioneta y me tiro dos pequeños paquetes.

Tomé uno y le di el otro a mi madre. Empecé a romperlo bajo la atenta mirada del alfa. Casi notaba físicamente sus ojos sobre mi piel como agujas.

-Lastima que no eres omega –

Me obligue a masticar el sándwich y no romperle los dientes a este idiota. Lo peor de todo que lo dijo enfrente de mi madre, pero a ella pareció no importarle o simplemente no había escuchado.

La camioneta se puso en marcha casi al instante.

Empecé a preocuparme lo lejos que iban; había salido de la casa las nueve de la mañana, pero fuimos a la boutique y no tardamos tanto. Mire la hora de la radio, ya pronto iban a dar la una de la tarde.

Me esforcé en memorizar el camino por si quería salir a ver a mi madre, pero lo había dado por inútil enseguida. De todas formas, podía pedírselo a uno de los hombres de Sasuke ¿No?

La camioneta dio una curva.

Un teléfono móvil empezó a sonar con estridencia haciéndome sobresaltar de mi asiento.  El guardaespaldas me dirigió una mirada breve antes de responder. La conversación fue corta: se oyó un leve rumor al otro lado de la línea, el hombre respondió algo en voz baja, no pude entender de que hablaban ya que se comunicaban en otro idioma.

Cuando la conversación termino, el hombre me lanzo una mirada extraña.

-¿Qué? –

-Te dejare en la mansión Uchiha, yo llevare a tu madre al hospital –

-¿Por qué? –

-Ordenes son ordenes –

Mire hacia mi madre, ella solo me sonrió.

Para cuando llegamos, tenia el mayor dolor de cabeza que había tenido en mi vida. La camioneta se detuvo enfrente de la casa más grande que podía imaginar. Era simplemente colosal, una verja brillante de hierro, un inmenso jardín y cinco pisos de construcción.

Parecía de película.

La enorme verja se abrió despacio y la camioneta entro en los jardines; se extendían a ambos lados como dos mares de arbustos y rosas.

-Bien, despídete de tu madre – hablo el hombre antes de salir del vehículo.

Tome las manos de mi madre y los aprete con poca fuerza.

-Madre, ahora te tengo que dejar –

Mi madre acaricio mis mejillas – Entiendo, ya se todo… no me tienes que explicar –

Abrí mis ojos de la sorpresa y miré hacia los enfermeros. Ellos asintieron ante mi mirada.

Ella ya lo sabía.

-Madre, yo… -

Mamá negó con la cabeza, sus ojos se pusieron llorosos, pero no soltó ninguna lágrima.

-Se que es por mi bien, no puedo seguir así. Te he hecho tanto daño por mi enfermedad, te he comparado con tu padre y no te he querido como se debe –

-Mamá …-

Ella limpio mis lágrimas con una mirada cálida.

-Todo estará bien –

La atraje hacia mis brazos, el olor a especias invadió mis fosas nasales.

Cuando ya creyeron que era suficiente, me apartaron de mi madre. Tuve que dejarla y salí de la camioneta con el alma destrozada.

 Uno de los hombres de negro me puso una mano en el hombro y me empujo hacia la mansión.

Había un hombre en la puerta, vestido también de negro, dijo algo con voz grave y potente. Al darse cuenta de que su voz no tuvo poder en mí, se molestó. Sus ojos negros eran inquisitivos y penetrantes, tenía un cierto parecido a Sasuke.   

“Supongo que es su padre” pensé.

Los hombres le explicaron algo que no pude entender. El hombre me miro por varios segundos y no dijo nada.  La mano en mi hombro me guio por unas escaleras.

En el camino pude visualizar a varias omegas con vestidos de escote, ellas estaban en celo.

-Ni pienses tener una, muchacho –

-No pensaba pedir una –

El hombre rio -Por supuesto –

Se detuvo enfrente de una habitación y abrió la puerta.

-Espera que venga el jefe –

Me empujo hacia adentro y cerro la puerta con llave. Enorme, la habitación era enorme. Probablemente es más grande que mi antigua casa. Había una cama matrimonial con un edredón blanco, un armario de aspecto macizo, un tocador coronado, un espejo de marco dorado y un escritorio de caoba repleto de papeles y carpetas. Mire la resplandeciente lampara que colgaba del techo, estaba hecho de cristal.

Esto me hacia recordar a las habitaciones de las princesas.

Un suave golpe en la puerta me saco de mis pensamientos. Escuche el cerrojo de la puerta y se abrió.

Sasuke apareció con el traje arrugado y el cabello despeinado.

Ese aspecto me hizo imaginar varias cosas, pero no tenia el derecho de reclamar.

El alfa parpadeo y soltó un suspiro. Saco de su bolsillo una caja y me lo tendió.

-Esto es para ti –

Tome la pequeña caja, era un celular.

-¿Gracias? –

Sasuke se acomodo el cabello -Deja de pensar cosas que no son – dijo con voz profunda que me retumbo el pecho.

¿Qué mierda no quieres que piense con ese aspecto? 

 


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