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Hades' Lover [Pausado] por Blacky_Swann

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El día del recital cada vez se acercaba más. La presión de ser el protagónico aumentaba con el paso de los días; los nervios se apoderaban de él cada vez que subía al escenario, haciéndole tropezar. Los gritos del director eran cada vez más difíciles de sobrellevar, y las miradas de fastidio de sus compañeros eran insoportables. La primera vez que se le daba un puesto tan importante a un principiante; no estaba listo para tanta responsabilidad. —No es como si me hubiera matado practicando hasta tarde todos los días para estar aquí —soltó un largo suspiro, tomando asiento en la polvorienta escalinata. Sus manos cubrieron su rostro, en un intento de ahogar la exasperación que invadía su corazón en esos momentos. El viento comenzó a soplar levemente, removiendo juguetonamente su cabello, como si la misma naturaleza que le rodeaba, intentara animarlo aunque fuera un poco.


Respiró hondo, y el dulce aroma de las flores llenó sus pulmones. Con un nuevo ánimo, se puso de pie, terminando por subir las desgastadas escaleras; sus ojos se pasearon por la olvidada estructura cubierta por hiedra; comenzó a pasearse por la superficie de piedra, escuchando el resonar de sus pasos haciendo eco en el vacío interior de aquel lugar. Un par de vueltas, y luego de reconocer su espacio, comenzó con una versión floja de su baile. La música resonaba en su cabeza, aclarándose a cada movimiento; su voz inició con un suave murmullo, subiendo a un tarareo, para terminar inundando el abandonado templo que le servía de escenario. Sus movimientos fueron deteniéndose lentamente, mientras se concentraba en mantener las notas y la afinación. Su baile, se transformó en una actuación sublime, impulsada por el sonido de su voz. Hasta caer de rodillas.


El eco de unos aplausos le hizo alzar la cabeza con rapidez, sintiendo el corazón latiendo tan fuerte como si quisiera salir de su pecho. —Una actuación maravillosa —la gruesa voz de un chico llegó hasta sus oídos; sin embargo, no podía verlo. Lentamente, se fue poniendo de pie, barriendo con la mirada el pequeño claro frente a él, encontrándolo completamente vacío. A ojos de su espectador oculto, Jimin parecía un lindo cervatillo, que ha descubierto la presencia de un cazador. Una comparación demasiado acertada para su gusto. El extraño salió de su escondite, con la comisura de sus labios suavemente alzada, dejando ver el amago de una sonrisa. —Lo siento, no quería asustarte —Jimin tragó un poco de saliva. No solo la voz de aquel sujeto era... atractiva. Todo él lo era. Su piel parecía no haber sido besada por el sol en años, lo que contrastaba con el negro profundo de su cabello; sus ojos, ¡dios!, nunca había visto unos ojos tan bellos en su vida, de un marrón oscuro que brillaban como si tuviera la misma Vía Láctea en ellos; y sus labios, de un rosáceo tan natural que debería ser un delito.


Ni siquiera notó cuando dejó de respirar, hasta que logró apartar la mirada, sintiendo sus mejillas arder. Respiró hondo un par de veces, sacudiendo distraídamente su ropa, y acomodando su despeinado cabello. —N-no... está bien, es solo que... creí que estaba solo —se excusó, carraspeando un poco al notar el temblor en la voz. —Malditos nervios —se recriminó internamente. Dio otro brinco, al notar al extraño frente a él, de pie, a media escalinata, mirándole con algo de culpa. ¿En qué momento había llegado hasta ahí? —Nunca te había visto por aquí —las piernas le temblaron al escuchar su voz de nueva cuenta. ¡Dios! Se sentía como colegiala en esos momentos. —Y-yo... no. Es la primera vez que vengo aquí —respondió con una sonrisa, agachando de nueva cuenta la cabeza, intentando por todos los medios esconderse de la profunda mirada del desconocido. — ¿Y qué te trae a un lugar tan apartado? —sintió como tocaban su cabello, alzando la mirada, notando la blanca mano sobre su cabeza, sosteniendo una hoja. —Lo siento, tenías esto atorado —explicó el moreno, soltando la hoja, observándola caer suavemente.


Las mariposas revolotearon en su estómago, y un cosquilleo se instaló en su cuero cabelludo, justo donde tocaron aquellos dedos. —Ah, gracias —fue lo único que pudo responder. Se sentía tan idiota. —No has respondido mi pregunta —insistió el moreno, pasando a su lado, para tomar asiento en la basa de una de las columnas. Y fue cuando lo notó. Todo su atuendo era negro: las botas, el pantalón, la playera de cuello alto, y la chaqueta de cuero. Se obligó a apartar la mirada, sin notar la sonrisita que había curvado sus labios ante la vista. — ¿Algún problema? —el desconocido parecía feliz con la impresión que causó en el joven, la sonrisa ladeada delataba su orgullo. Los problemas regresaron a ocupar los pensamientos de Jimin; soltó un largo suspiro, y acompañó al moreno, tomando asiento en los restos de una columna. Tiró su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, soltando un pequeño gruñido. —Demasiados —soltó con pereza, y la voz un poco ronca por la posición.


— ¿Quieres hablar de ello? —se enderezó con rapidez al escuchar aquella propuesta. —No quiero molestarlo con mis problemas... ammmm...


—Yoongi... puedes llamarme Yoongi.


—Mucho gusto, Yoongi... yo soy Jimin —respondió, dudoso, comenzando a reír de nuevo. —Lindo nombre —halagó el moreno, cambiando un poco su postura. —Gracias... Yoongi no está nada mal, tampoco —bromeó un poco el castaño, agachando la mirada mientras reía por su propio chiste. Yoongi no le quitaba la mirada de encima, poniéndolo más nervioso que antes. —Volviendo al tema —interrumpió el mayor. —No me molesta. Parece ser que necesitas desahogarte —el castaño se sorprendió por la declaración. —Es... no aguanto más —añadió luego de soltar el suspiro más largo de su vida. —Tengo un recital en unos días; y no importa cuánto ensaye, parece que no logro mejorar para nada —comenzó a mover el pie a modo de tic; sus dedos masajeaban el puente, intentando calmar el escozor en sus ojos. —La coreografía, el canto, la actuación... me he preparado por meses para esto, y me dieron el papel protagónico, ¡a mí! Un simple novato... y soy un fracaso —soltó casi en un susurro, limpiándose las traicioneras lágrimas que habían logrado escapar de sus bellos ojos empañados de frustración.


La suavidad de la tela lo sacó de sus pensamientos, notando como Yoongi le tomaba por el mentón, obligándolo a levantar el rostro, y limpiando las lágrimas con un pañuelo de un blanco inmaculado. Y el sutil aroma a tierra húmeda inundó sus fosas; por su parte, el moreno estaba concentrado en borrar todo rastro de tristeza del bello rostro de aquel chico, llevando a cabo su tarea con la mayor delicadeza posible, como si un simple movimiento pudiera destrozar aquella dorada piel. —No creo que seas un fracaso —habló por fin, después de lo que parecieron horas mirándose a los ojos, sumidos en el silencio más cómodo que Jimin hubiera experimentado alguna vez.


—Eres talentoso, Jimin... los ángeles envidiarían tu voz al oírla, y los dioses estarían celosos de la gracia y belleza de tus movimientos. Y si la gente no puede admirar lo talentoso que eres, entonces, no están listos para apreciar la verdadera perfección. Aun cuando esta les golpee de lleno en la cara —una vez más, el castaño contuvo la respiración, escuchando atento las palabras del hombre frente a él. —Ten más confianza en ti, pequeño... verás que lograrás grandes cosas cuando empieces a notar tu talento natural —el corazón de Jimin dio un enorme vuelco, al sentir el frío aliento de Yoongi contra su oído.


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