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Tú tan Buga, Yo tan Lencha por Menz

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Notas del fanfic:

 


¡Hola chimichurri! Me da mucho gusto poder estar otra vez contigo. Hoy empieza otra aventura, espero que te resulte tan divertida como las anteriores. Quiero compartirte mi página web: www.lessbros.com . Ahí subiré todas mis historias, incluyendo varias que no estarán en AY. Además de eso, haré llegar a las usuarias de mi web, regalos exclusivos.
¡Te invito a ser parte de https://lessbros.com!

Notas del capitulo:

 

 

 

 

La publicación de los capítulos será semanal.

¡Accio cap.1!

Capítulo 1

 

Los domingos solían pasar tranquilos en Cáliz de Toledo, una de las ciudades más hermosas del Gran Ducado de Castilnovo. Normalmente sus habitantes pasaban aquel día descansando en casa, disfrutando a la familia. A la hora de la comida era poco común ver movimiento vehicular o a personas caminando en la calle.
     Así que a cualquiera le hubiera llamado mucho la atención ver a una chica corriendo como loca hasta su casa al final de la avenida.
     —¡A un lado! —le gritó a Titán, el ridículo perrito chihuahua de su mejor amiga. ¿Qué hacía ese pequeño demonio afuera? Gaba cayó sobre el césped perfecto de la casa junto a la suya. Titán atrapó su playera y tiró de ella mientras gruñía.—. ¡Soy yo, estúpido perro!
     —¿Qué haces? —Gaba levantó la vista hacia la entrada de la casa, donde una chica de cabello perfecto y castaño la observaba.
     —¡Mia, que bueno que estás aquí! —Gaba cargó al perro y entró a la casa—. ¡Necesito un escondite!
     —¿Ahora qué pasó? —Mia cerró la puerta.
     —Mm... ¿cómo decirlo?
     —Puedes comenzar diciendo su nombre.
     —Érika Rubio.
     —¡¿La hija del director?! —Mia estalló en una carcajada—. Esto no me lo perderé. —La chica fue hacia el refrigerador y sacó un bote de helado.
     Gaba estaba ocupada espiando por la ventana.
     —No sé cómo supo dónde encontrarme.
     —Chica genio, ¿no se te ocurrió que en la oficina de su padre tienen el expediente de todos los alumnos? —Sugirió Mia.
     —¿Quién le habrá dicho? —Gaba había ignorado el comentario de su amiga— ¡Ahí está!

     Un auto rojo pasó despacio por la calle, avanzó un poco más allá y se detuvo... el coche retrocedió hasta quedar frente a la casa número 505.
     —Te encontró. —Mia tomó asiento frente a la ventana y empezó a comer el helado mientras ambas escuchaban los gritos de Érika.
     —¡Gabriella, sal! ¡Sé que estás ahí, maldita mentirosa! —Toc.toc. Érika golpeaba con fuerza la puerta de la casa de Gaba, como si quisiera echarla abajo.
     —Qué bueno que tu madre no está ahí o la cosa se pondría peor... o mejor. —Se dibujó una sonrisa traviesa en el bello rostro de Mia.
     —Odio cuando disfrutas con mis desgracias. —Gaba se desparramó en el suelo, debajo de la ventana—. ¿Sigue ahí?
     —¡Te mataré desgraciada infeliz! Toc. toc. toc.
     —Creo que solo se irá cuando tenga tu cabeza clavada en una estaca.
     —¿Ya comiste? ¿Pedimos una pizza? —Gaba prefirió ignorar las maldiciones que Érika gritaba.  Abrazó al perrito y se tomó una selfie con él.
     —De Mr. Pizza, ¿no? La de jalapeños está buenísima.
     —¡Pero un día tendrás que salir de tu cueva, estúpida! —Se escuchó un cristal rompiéndose.

     —La última vez los jalapeños casi me matan, ¿recuerdas? Mejor champiñones —pidió Gaba.
     
—Estoy harta de los champiñones, será de pepperoni... ¡carajo! —Mia se lanzó al suelo junto a Gaba.
     —¿Que pasa?
     —Shht.
     Toc. toc.
     Gaba se petrificó.
     —¡Hola! —Había alguien detrás de la puerta. Mia hizo señas para que Gaba mantuviera la bocota cerrada.
     —¿Sí?
     —¡¿Está Mia?! —Gaba negó rápidamente con la cabeza.
     —¡Voy en un momento!
     —Psiquiátrico —susurró Gaba. Su amiga se levantó para abrir la puerta.
     —¿Sí?
     —¡Estoy buscando a Gaba! —Mia sujetó fuerte la puerta, pues Érika la empujó.
     —¡Oye, tranquila!
     —¡¿Dónde está Gaba?!
     —¿Y yo porqué lo sabría? No soy su niñera.
     —¡Pero eres su amiga!
     —Conocida más bien —respondió Mia.
     —¡¿Dónde está, carajo?!
     —Se la llevaron al psiquiátrico.
     —¡¿Psiquiátrico?!
     —Gaba es una loca, ¿no sabías? El otro día se paseó desnuda por la calle, arrojándole piedras a todos los que pasaban. Le dan ataques, habla sola... ¿no has visto el horrible tinte azul que tiene en sus mechones? Se lo hizo en uno de sus episodios.
     —Es... una broma, ¿no?
     —Con la locura no se bromea. Es mejor estar lejos de esa chica. ¿Para qué la buscas?
     —No, yo... nada. La veré en la escuela —dijo Érika a regañadientes.
     —Fue un placer... —Mia cerró la puerta.
     La azul y la castaña se quedaron inmóviles escuchando los pasos y luego el sonido de un motor alejándose.

***** ******


     —¡¿Y la dejaste en el motel?!
     —¡Es que empezó a hablar de presentarme a sus padres y de vacaciones juntas!
     —Eres lo peor del mundo.
     Después de todo, sí habían pedido una pizza. Estaban cenando en la casa de Mia, que escuchaba atenta el relato de Gaba.
     —¡Pagué la habitación!
     —¡Pero te fuiste mientras ella dormía!
    —¡Entré en pánico! ¡Era nuestra segunda cita y ella ya hablaba de adoptar perros y conocer familias! ¡Solo tengo diecisiete años!
     —Estás a un mes de ser mayor de edad, deberías ser madura con estas cosas. —Gaba observó a su amiga que se servía otro pedazo de pizza. ¿En verdad Mia quería madurez de ella?
     —Llevas diez años siendo mi amiga, ¿qué esperabas que hiciera?
     —Que te portaras con decencia, aunque sea por una vez en la vida. Cuando Romel y yo lo hicimos por primera vez, fue...
     —«Un príncipe que me llevó al cielo con caricias y besos». Sé perfectamente esa historia, ¡¿por qué me contaste tantos detalles?! Me causaste pesadillas heterosexuales por semanas.
     —Gaba, en un par de meses estaremos en la universidad. No creas que estaré disponible para cuidar tu trasero por tus enredos de faldas.
     —¡Claro que lo harás! Amas inventarle historias a todas esas chicas.
     —Pues espero que un día de estos llegue alguien que nos ponga en nuestro lugar. A ti por desgraciada y a mi por cubrirte.
     —Lo dices como si les arruinara la vida a mis citas. ¡Se divierten conmigo! Salimos, reímos, bailamos, comemos, a veces nos comemos, ¡todo está bien!
     —¡Eres una cínica! Deseo de todo corazón que pronto encuentres a alguien con quien puedas sentir una conexión verdadera. El amor es tan mágico, tan fascinante... por ejemplo, la otra noche...
     —¡No, por favor no! —Gaba suspiró y se dedicó a masticar su pizza mientras Mia le contaba de una noche «mágica» junto a su novio.
     Eso era típico de su amiga. Cada vez que ella le contaba alguna de sus aventuras, Mia se empeñaba en mostrarle lo magnífica que sería su vida si tuviera una novia. Pero Gaba no quería una. Le gustaba andar haciendo tonterías por aquí y por allá. Le gustaba ser coqueta, andar conquistando.
     El teléfono de su amiga sonó y Mia se apresuró a responder.
     —¡Hola, mamá! —Gaba aprovechó para ir a la cocina por más refresco— Sí, aquí está conmigo... comemos pizza... supongo que se quedará esta noche... de acuerdo... también te amo. —Mia colgó.
     —¿Qué?
     —Nada, mi madre haciendo el check.

     —¿Preguntó si me quedaré a dormir.
     —Sí.
     —¿Y lo haré?
      —¡Claro que no! Romel viene esta noche. Hoy cumplimos ocho meses de nuestro primer beso, ¿recuerdas? Fue en el campamento.
     —Amiga, eres una ridícula.


***** *******

Cuando Gaba entró a su casa, se apresuró a encender todas las luces. Detestaba la oscuridad. Revisó que todo estuviera en orden y subió a su habitación. Como ocurría casi siempre, estaría sola en casa. Su madre era enfermera y trabajaba junto a la mamá de Mia en el turno de noche del hospital general de la ciudad, mientras que su padre era piloto y se la pasaba viajando... o al menos eso decía.
     La chica se quitó la ropa mordisqueada por Titán y se metió a la ducha. Había olvidado contarle a Mia sobre la fiesta que Franco y ella harían en casa del chico para celebrar su próxima graduación y partida a la universidad. Estaba muy emocionada pensando en que pronto dejaría aquella casa. Había ahorrado lo suficiente para alquilar un pequeño departamento que compartiría con su mejor amiga.
     Cuando iba a meterse a la cama, vio que las luces aún estaban encendidas en la casa de al lado. Seguro la velada romántica de la chica castaña continuaba. Mia era tan ridícula y adorable, que a veces a Gaba le daban ganas de vomitar por tanta dulzura.


***** *****


La chica azul no sabía cuánto tiempo llevaba con los ojos cerrados, pero algo le hizo recobrar la conciencia...
     —¿... ahí? ¿Gaba, me escuchas? —Abrió un ojo y trató de hallar el lugar de donde salía esa voz. Era su viejo walkie talkie.
     —¿Sí? —Dijo presionando el botón del aparato.
     —¿Estabas dormida? —preguntó la voz de Mia.
     —No, ¿cómo crees? Estaba meditando profundamente. ¡¿Qué quieres?!
     —Ven a dormir conmigo.
     —¿Y tu sapo verde?
     —Tuvo que irse... ¿vienes?
     —Claro.
     Se puso una chamarra y abrió la ventana de su habitación. Años atrás, las dos amigas habían suplicado a sus padres que les construyeran un balcón a ambas, para que sus cuartos estuvieran a un pequeño salto de distancia. Se subió al barandal y brincó hasta la casa de junto. Mia estaba envuelta en una cobija, sentada sobre el colchón.
     —Perdón por despertarte.
     —¿Porqué se fue tu novio?
     —Tiene entrenamiento mañana temprano.
     —¿A las tres de la mañana? Porque tú y yo también tenemos que estar en la escuela a las ocho, pudo haberse quedado...
     —Ya. No seas odiosa. —Mia se hizo a un lado para que Gaba se sentara junto a ella en la cama.
     —Bueno, si ese troll se va, aquí me tienes. —La chica del cabello azul le sonrió a su amiga.
     —Gracias por no dejarme dormir sola... ¿sabes? Creo que te extrañaría mucho si te mudaras al departamento sin mi.
     —Tendrías que conseguirte una nueva mejor amiga que mate a los monstruos bajo tu cama. Estoy muy emocionada. Desde hace años cuento los días para irme de esa casa.
     —¿Tan mal están las cosas?
     —Mis padres son... bueno, tú ya sabes cómo son. No se soportan entre ellos y tampoco me soportan.
     —Al menos no se divorciaron como mis padres.
     —¡Ojalá lo hicieran! Tus padres se llevan muy bien ahora que cada uno buscó su camino. Mis padres se odian, se han puesto el cuerno mutuamente durante años... ese no es un buen ejemplo —terminó Gaba con un hilo de voz.
     —Sabes que el amor sí existe, ¿verdad?
     —Mia no quiero escuchar tus cuentos disney, por favor —dijo la chica cubriéndose la cara con la almohada.
     —No es ningún cuento... hay mucho amor en tu vida, no te niegues a verlo. Franco, su familia, mis padres, mi hermano, tu hermana, tu abuela, yo, todos te amamos. Y aunque te cueste creerlo, tus padres también te aman, solo que están enfrascados en sus peleas.
     —Cuando tu madre pasa semanas sin dirigirte la palabra, es difícil pensar que te ama...
     —¿Sigue enojada por tu nuevo look?
     —Dice que ahora se me nota más lo «machorra» —dijo Gaba soltando una risita.
     —Y a ti te encanta hacerla enojar. Tu cabello estaba muy bien como lo tenías.
     —Mejor ya vamos a dormir. —Por más que intentó, la chica azul no pudo reprimir un bostezo.
     Como siempre que se quedaba ahí, Gaba se apresuró a abrir el pequeño sofá-cama que Mia tenía en su habitación.
     —Ten tu cobija. —Su amiga le arrojó la vieja cobija de la sirenita.
     Gaba se acomodó sobre el sofá y esperó a que Mial apagara la luz. La chica castaña tarareaba mientras terminaba de cepillarse el largo cabello. La azul observó la habitación...
     —Y...¿tuvieron sexo?
     —¡Qué chismosa eres!
     —¿Chismosa? Entonces no te interesa saber que esta chica chismosa acaba de encontrar un condón usado en el suelo —dijo Gaba señalando a un costado del buró—. ¡Que asco, Mia!


***** ******

La cabeza de los presentes voltearon cuando el beetle rosa entró al estacionamiento y  «Thousand Miles» se escuchó fuerte.
     —...If i could just see you tonight —cantaba Mia a todo pulmón. Gaba había pasado los últimos cuatro minutos tapándose los oídos. Su amiga no se distinguía precisamente por su buena voz.
     —Gracias, Dios —murmuró Gaba cuando al fin bajó del auto.
     —Si vienes en mi coche, aguantas mis canciones —sentenció su amiga.
     —Mejor apúrate. Sabes que Crisanto no nos dejará entrar si llegamos después del timbre.
     —¿Desde cuándo te importa entrar a clases?
     —Es nuestra última semana de preparatoria, quiero imaginar que fui buena estudiante desde el comienzo.
     Mientras caminaban, Mia saludaba a sus compañeras del equipo de animación y Gaba estaba concentrada en su celular mandando stickers de penes a Franco.
     Estaban atravesando el último tramo de estacionamiento, cuando el sonido del motor de un auto la hizo voltear...
     —¡GABA, CUIDADO! —se escuchó el grito de Marsel.
     Lo último que la chica azul vio antes de salir volando por el aire, fue un auto rojo yendo a toda velocidad hacia ella.

**********

 

Notas finales:



Besos cachondos.

¡Travesura realizada!


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