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Demons por RLangdon

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Todo comenzó cuando Naruto despertó en medio de los movimientos bruscos que se suscitaban a su alrededor. Al principio lo relacionó con un mal sueño, de esos que son tan nítidos que te cuesta diferenciarlos de la realidad. Pero tras un impacto más fuerte que los anteriores, supo que no estaba dormido.

A Naruto le costó bastante poder diferenciar que no era el mismo lugar en el que lo mantenían aislado desde hacía unos meses. Vio que un poco de luz se filtraba por la pequeña rendija y prestó más atención a lo que estaba pasando, pese a que fuera un reto mantenerse despierto con toda esa droga que le administraban a esas horas de la noche.

Quiso moverse, pensó en levantarse y en un arranque de desesperación tal vez abrir la puerta y saltar del camión en el que lo llevaban. No tenía idea de lo que estaba pasando pero supuso que nada bueno lo esperaba al finalizar el trayecto. Su ritmo cardiaco estaba fuera de control, el efecto de los somníferos se estaba disipando rápidamente, permitiéndole pensar con más claridad, fue entonces que se dio cuenta que aun llevaba puesta la camisa de fuerza, y su cuerpo se tambaleaba de un lado al otro entre la irregularidad del camino.

No había nada más que hacer.

Solo le quedaba esperar.

Pero no se percató de ello enseguida, no sin antes patalear y gritar tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permitieron. Tras varios intentos se dio por vencido, sintiendo la garganta lastimada y gruesas gotas de sudor recorriéndole el rostro, consecuencia de su ansiedad, del terrible bajón de aquella adrenalina que anteriormente lo mantenía durmiendo, o al menos en un estado similar al del sueño.

Boqueó varias veces para contrarrestar la sensación de ahogo y vértigo que estaba experimentando, no era la primera vez que sucedía pero si la primera que se presentaba con tanta fuerza. Naruto trató de rememorar lo sucedido momentos antes de despertar allí pero su mente seguía bloqueada de algún modo. Había hecho cuanto le dijeron, obedeció a todo...excepto a la dosis, a la toma diaria del medicamento nocturno que, como tantas otras veces, había hecho notar a sus médicos, no soportaba aquella medicina, esas píldoras lo sedaban, le irritaban el estómago y además, le quitaban las sensaciones.

Fueron al menos cinco ocasiones en las que Naruto sufrió algún percance por aquellas píldoras. Desafortunadamente su mente y sus recuerdos también lo abandonaban con el paso de los días. La primera vez que las tomó, se había quedado dormido cerca de la fuente, según palabras de la enfermera, había estado a nada de ahogarse.

Las veces siguientes despertaba en lugares desconocidos, bajo la cama, cerca del baño. Tenía moretones en diversas partes de su cuerpo, desde los hombros hasta las piernas, cardenales que no reconocía, de los cuales no tenía idea de su origen. De pronto le dolía el cuerpo al despertar, de repente ya no quería hacerlo...

Que ganas de poder salir a respirar aire fresco, de ser el mismo de vuelta y no aquel zombie en el que lo habían convertido.

Pero ellos tenían razón ¿cierto? El estaba trastornado, él había matado. No, él no...fue Kyuubi, su alter ego lo incitó a cometer cosas de las que ni siquiera quería acordarse. Sabía que había perdido el control varias veces, que había lastimado a uno de los psiquiatras que mas veían por él, uno que no lo cuestionaba tanto ni hacia que le doliera la cabeza con preguntas absurdas.

Jiraiya, Ero Sennin como le había apodado, al igual que había hecho con el resto del personal. Naruto recordaba como aquella fría noche, tan similar a esa, le habían administrado un medicamento diferente, uno más potente, uno que no debían haberle dado porque ni siquiera eran píldoras.

Una inyección y su mente se había quedado totalmente en blanco. Cuando despertó, Jiraiya estaba mal herido, él lo había apuñalado con el rompe cartas del escritorio, un corte transversal, largo, que abarcaba desde el pecho hasta su costado.

Había sangre, todo un manantial del líquido carmesí con aroma metálico cubriendo el ambiente, empapando el suelo...

En ese momento Naruto se había mirado las manos, solo para darse cuenta que, efectivamente, el monstruo seguía dentro de él, el demonio interno que lo hostigaba por horas, no respetaba horarios, no tenía en consideración cómo se sentía o qué era lo que realmente quería.

Solo se apoderaba de él, de su cuerpo, de su mente, lo oía susurrar momentos antes de que recobrara el conocimiento, cuando la atrocidad había sido perpetrada por él.

Ese día lloró hasta que sus ojos se quedaron secos, hasta que tuvieron que ponerle otro sedante para tranquilizarlo. Por la noche lo ataron a una camilla con cuatro cintos, dos en las piernas y dos en las manos. Se sentía a sofocar, mareado, desorientado, y solo esa vez, Naruto deseó con todas sus fuerzas que Kyuubi se presentara, que tomara poder de su cuerpo, que lo liberara para poder escapar de ahí.

Pero no lo hizo...

Y a punto estuvo de perder la cordura cuando le devolvieron las salidas vespertinas a los jardines del centro psiquiátrico. Porque si estaba loco, tenía que estarlo para que lo mantuvieran aislado ahí. Tenía que ver con Kyuubi, con...como ellos lo denominaban "esquizofrenia".

Naruto cayó de costado cuando el vehículo frenó de golpe, sin previo aviso, no había disminuido la velocidad en ningún momento, por el contrario.

-Hemos llegado, Naruto- suspiró alguien afuera del camión, una voz que para Naruto fue lejana e inexistente. La luz lunar le dio de lleno en el rostro y Naruto solo atinó a cerrar con fuerza los ojos para aminorar la irritación en ellos.

Por momentos sentía cosquilleos pasajeros en las piernas, en los brazos, después la sensibilidad desaparecía por completo, haciéndole preguntarse si realmente seguía vivo. Y agradecía estar inmovilizado o de lo contrario trataría de averiguarlo haciéndose daño, hasta que la sangre fluyera y le indicara que seguía vivo, que no era un sueño ni una pesadilla.

-Se que estas confundido, muchacho, pero lo hago por tu propio bien. Los médicos somos egoístas cuando nos lo proponemos- Jiraiya rió sin un ápice de alegría, denotando más bien amargura, dolor. Naruto lo notó en su mirada, su psiquiatra ya era un hombre de edad avanzada pero le tenía mucho cariño, tanto que le costaba volver a mirarlo a los ojos después de aquel horrible incidente en el que casi le arrebata la vida.

-¿Dónde estamos?- parpadeó una y otra vez hasta lograr habituarse a la fuerte luz de luna. Olía a maíz, a hierba y a tierra húmeda.

Naruto aceptó la ayuda que se le daba para poder bajar del camión, se recorrió hasta la orilla y permitió que el adulto lo tomara de la cintura para ponerlo con cuidado en el piso, como si tuviera miedo que se rompiera, cuando la realidad era otra.

-Esto es...un campo de cultivo. Hay una granja en donde te darán asilo hasta que pueda llevarte a un lugar más seguro.

-¿Puede quitármelo ahora?- tuvo miedo de preguntar pero los brazos le hormigueaban y tenía un poco de comezón. Vio a Jiraiya dudar unos segundos para finalmente acceder a su petición.

Naruto hiperventiló al hallarse al aire libre y como un pequeño, dio vueltas y vueltas hasta marearse y caer de espaldas en el barro. Una suave risa escapó de sus labios, gesto que arrancó varias lágrimas al peliblanco.

-Realmente estoy libre, Ero Sennin- el rubio dejó de sonreír para alzar su mano libre hacia la intensa luz de aquel majestuoso astro que solo podía contemplar dentro de la pequeña ventana llena de barrotes.

-Lo estás, eres libre...- Jiraiya le dio la espalda para secarse las lagrimas, todavía sin poder asimilar lo que había hecho, el crimen que acababa de cometer al llevar a Naruto lejos, sin embargo era algo que tenía que hacer, tarde o temprano lo matarían con las altas dosis que le suministraban a la fuerza. Un conejillo de indias, eso era Naruto ahora. Y a sus escasos dieciséis años, él quería que viviera más, cuanto le fuera posible.

Ni médicos ni agencias gubernamentales tenían el derecho a algo tan valioso como la vida de Naruto, así fuera un criminal y padeciera de algunos trastornos, aun con todo, se arrepentiría si no lo ayudaba ahora que podía.

-Te quedarás con unos amigos, pero debes hacerme un favor antes.

-¿Qué es?- preguntó curioso Naruto, dejando de simular que realmente tocaba la luna. Se giró hacia el anciano y lo oyó suspirar largamente.

-No ingieras una sola pastilla. Nada, Naruto.

-¿De veras?- se levantó de un brinco, sintiendo irreal el paisaje, el aire fresco y no el olor a antiséptico que se respiraba en el centro psiquiátrico. No había cojines a su alrededor, no más cuartos blancos y acolchados, tampoco inyecciones, él odiaba las inyecciones, Jiraiya lo sabia.

-Haz caso a lo que te digan y no te acerques a los objetos filos...- no terminó de hablar cuando Naruto se abalanzó sobre él para abrazarlo con todas sus fuerzas, evidenciando lo feliz y agradecido que se sentía con él. -Pórtate bien, vendré en un par de semanas.

Al ver la diminuta sonrisa que le regalaba el mayor, Naruto solo pudo asentir. Se dejó guiar hasta lo que parecía ser una cabaña, rodeada del espeso cultivo, hectáreas de maizales y calabazas.

-¿Vendrás por mi?- se aferró de la manga de Jiraiya cuando este comenzó a golpear insistentemente la puerta.

-Te dije que lo haré, no soy ningun mentiroso, renacuajo.

-Bueno, es que...

"Aun creo que estoy soñando..."

-Nada- negó Naruto, impulsándose de atrás hacia adelante con ambos pies. La puerta se abrió y un hombre de larga cabellera oscura salió a recibirlos.

-Jiraiya, creí que no vendrías esta noche.

-Sabes que es urgente.

Naruto intercaló su mirada entre ambos, sin ser totalmente consciente del acuerdo entre ellos.

-De no saberlo, no te habría ofrecido ayuda- siseó el hombre de los ojos miel. Jiraiya forzó un gesto similar a una sonrisa.

-Solo serán unas semanas, necesito despistarlos. Diré que escapó y días después lo darán por muerto.

Naruto contuvo el aliento, cubriéndose a tiempo la boca para retener el respingo de sorpresa ante su muerte ficticia.

-No olvides el cadáver- añadió Orochimaru. - Puedes tomar alguno de la morgue, estoy seguro de que Tsunade te ayudara con eso. Que sea uno fresco de preferencia, podrías incinerarlo un poco y decir...

-Es suficiente- lo silenció Jiraiya, endureciendo la mirada al notar lo tenso que estaba Naruto con todo lo que estaba pasando, eran demasiadas cosas, demasiadas situaciones que tenía que digerir poco a poco para que comprendiera que solo querían ayudarlo a escapar. En el mejor de los casos, darle una nueva identidad y trasladarlo a un lugar similar al que estaban varados actualmente.

-Lo siento, pequeño ¿te asuste?

Naruto negó, algo confundido de que lo trataran como a un niño, sin embargo, no le molestó, podría decirse que, en comparación con ellos dos, si que era un niño.

-Le asigné una cama cómoda en el cobertizo. Tendrá comida y agua, lo cuidaré y me encargaré de que no se aleje mucho de los campos de cultivo.

-Por favor- exhaló Jiraiya, estrechando la mano de su compañero. Naruto miró en todas direcciones, buscando a los demás habitantes de esa casa, Ero Sennin había dicho que eran más.

Decidió echar un vistazo y subió sigilosamente los escalones para encontrarse con varias recámaras.

Apenas logró rozar la perilla de una de las puertas cuando el agarre sobre su hombro lo hizo retroceder de golpe.

-Lo siento- se disculpó torpemente, haciendo una fugaz reverencia al saberse descubierto. El mayor sonrió por toda respuesta y movió su mano para que bajara nuevamente.

-No nos hemos presentado formalmente- habló mientras lo acompañaba al comedor. -Mi nombre es Orochimaru y como te habrás enterado, soy amigo de Jiraiya. Trabajo en algunos experimentos, la mayoría son peligrosos, manejo sustancias tóxicas y no quiero que llegues a aspirar alguna por error. Me disculpo si fui muy brusco pero me preocupé de que pudiera pasarte algo.

-No lo sabía, prometo no entrar ahí- Naruto tomó asiento y sonrió mas relajado por la hospitalidad de Orochimaru. En el hospital eran muy diferentes con él, apenas si le dirigían la palabra antes de saturarlo de medicina. Por primera vez se sintió despejado, sensible, y fresco.

-No quiero que te sientas incómodo al estar aquí encerrado todo el día. Puedes caminar cerca del maizal por las mañanas pero no te adentres a él, te perderías mas rápido de lo que te tomara darte cuenta cuán grande es.

-Entendido- Naruto movió los pies bajo la mesa, luchando contra la fármaco dependencia en la que mantenían atado a diario su cuerpo.

-Por favor, come un poco y descansa en el sofá. Más tarde te mostraré el cobertizo para que te instales.

Lo que aparentaba ser el recibidor, estaba, al igual que el resto de la casa, impecable. Naruto se sorprendió de que un científico pudiera vivir en esas condiciones pero después recordó las recámaras y supuso que el desorden debía estar allí.

Por unas horas, Naruto dejó de torturarse mentalmente. Dejó que su mente siguiera en blanco, sin reparar en los abusos que sufrió anteriormente, solo dejándose absorber por el sueño que le había inducido la deliciosa comida casera, hacía tanto que no probaba algo tan rico que incluso repitió plato dos veces.

Nunca se imaginó que la faceta de amabilidad que había presenciado horas antes, desaparecería al día siguiente.

Al despertar, se encontró solo en la enorme casa, pero lejos de querer inspeccionar lo que no le concernía, Naruto se dedicó a aceptar la sugerencia de caminar un poco. Ahora el sol brillaba como nunca, bañándolo con su calidez, iluminando el cultivo que se extendía frente a él.

En menos de una hora, ya había recorrido la extensión, y sintió deseos de adentrarse un poco. Desobedecer seguía siendo su fuerte después de todo.

Naruto miró hacia ambos lados antes de dar otro paso hacia el cultivo, anduvo caminando un par de metros, sin pretender alejarse demasiado de la casa. El problema era que las hierbas altas le impedían mirar en cualquier dirección, haciéndole más difícil la caminata y sobre todas las cosas, la orientación del lugar.

Vaciló un instante y finalmente se detuvo para tratar de regresar con el único detalle de que...no tenía idea de dónde se encontraba.

Se giró hacia un lado y después al otro, dando saltos reiteradamente para poder visualizar la casa pero todo lo que sus ojos encontraron fue el vasto cielo.

-Rayos...- se mordió las uñas al cabo de varios minutos, considerando la idea de pedir ayuda, de gritar, aunque sabía que molestaría a Orochimaru con ello, le había advertido claramente que no se adentrara en el cultivo. -¿Cómo salgo?- sus labios sangraron sin que se percatara de la intensidad de su propia mordida. Comenzaba a frustrarse.

Y de repente, un fuerte graznido rompió el sepulcral silencio. Naruto se sobresaltó pero cuando el cuervo aterrizó cerca de él, se alivió un poco.

Luego se molestó al escucharlo nuevamente.

-Vete- tomó una piedrecilla y la arrojó sin éxito alguno, el cuervo la esquivó y sus penetrantes ojos escarlata lo atravesaron como una daga.

Naruto se dejó caer de rodillas al sentir que el aire le faltaba. Vestigios de su pasado se hicieron presentes en él, como si se tratara de alguna película difusa e inconexa.

Sintió miles de cuchillas incrustándose en su cuerpo, pero no vio a nadie más junto a él.

"Ha pasado mucho tiempo, Naruto"

Unas manos invisibles se situaron en su cuello, apretando con fuerza, amenazando con asfixiarlo. Naruto aspiró por la boca, enterrando los dedos en la tierra, incapaz de hablar y de alejarse, atrapado en una...ilusión.

No...

Creyó que escucharía a Kyuubi de nuevo, pero en cambio, los vagos recuerdos volvieron.

"Confié en ti, Naruto. Me decepcionaste"

Manos aprisionando su cuello, cortándole la respiración, ahogándolo.

"Aumenten la dosis y amárrenlo"

Solo quería escapar, reaccionar...

Gruesas gotas salinas bajaron por sus mejillas, dejando un rastro húmedo en ellas hasta evaporarse en la tierra.

Y todo desapareció.

Naruto inhaló y exhaló varias veces, palpándose el cuello con suavidad.

Miró hacia su derecha y el cuervo ladeó la cabeza, como burlándose de él, o quizás asustado por lo que acaba de presenciar. Naruto no estuvo seguro de qué veía en esos rasgados y enigmáticos ojos. Por un segundo llegó a culpar al cuervo de lo que le había pasado. Había perdido el control de sí cuando lo vio, tal vez por la ansiedad que le generaba toparse con un animal así en medio del cultivo.

Se irguió lentamente, sosteniéndole la mirada al misterioso cuervo de oscuro plumaje. En otras circunstancias lo encontraría hermoso, pero había algo en él que provocaba un miedo indescriptible en Naruto.

Pasó saliva y se maldijo por lo estúpido que estaba siendo al dejarse atormentar por un cuervo.

-¡Dije que te largaras!- se exasperó y tomó una piedra más grande para arrojársela pero se arrepintió a último momento y en cambio, se dejó caer de sentón al suelo, acalorado y sediento.

Se recostó boca arriba para tranquilizarse y retomar la caminata, ansiando que el rocío de la hierba se escurriera por las hojas y cayera en su boca. Pero lo que Naruto sintió y lo obligó a levantarse, fue la sensación de asfixia. Esta vez no sentía la opresión por fuera, sino por dentro, no eran manos invisibles, era un gran bulto obstruyéndole la respiración.

Tosió una y otra vez para aclararse la garganta, pero el objeto seguía ahí, volviéndose más grande, más rasposo.

Varias plumas escaparon en el nuevo acceso de tos. Naruto abrió desmesuradamente los ojos al percatarse de que no había escupido nada, al contrario, se había tragado algo.

Y las oscuras plumas lo hicieron estremecer, dando por sentado que se había comido al cuervo.

Asustado, lo buscó a su alrededor, añorando estar soñando, despertar en el mullido sofá y que Jiraiya regresara por él. Pero solo encontró más plumas a su alrededor.

Realmente perdió el control otra vez. ¿Acaso Kyuubi empezaba a materializarse en él, sin avisarle previamente?

Naruto no había escuchado susurros ni nada por el estilo. Solo el graznido repitiéndose en su mente, cada vez más fuerte y amedrentador.

-No me lo comí- balbuceó, tocándose la garganta, convencido de que, aun sumido en el delirio y la inconsciencia, era imposible que un cuervo de ese tamaño entrara por su boca. -No me lo comí...- repitió en voz baja, abrazándose las rodillas


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