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Mi vida sin Paolo por Cat_GameO

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Notas del capitulo:

Pues que me he quedado sin compu por un par de días...

A ver qué sale de todo esto.

Por ahora lo único que les puedo prometer es que esta historia está en espera a terminar de edición.

La historia en la que estoy trabajando más activamente es la del Trono Oculto, así que de rato lo subiré por aquí y a alguna de las otras redes en las que puden encontrarme.

¡Espero se eneucntren muy bien!

Capítulo 11:


Relaciones complicadas


 


Héctor y Dustin parecen distanciarse poco a poco después de los incidentes del pasado, en especial desde aquella conversación en el Café-Bar Hell-Ground. En cambio Fernando e Irvin están madurado en su relación amistosa; sin embargo, con el abuelo cerca los problemas son seguros. Rodrigue es un chico con bastante misterio para sus dos compañeros de piso; todavía no es posible definir en qué términos está su relación.


 


*****


 


(En la sala del departamento, Fernando y el abuelo están jugando en la consola de videojuegos. Héctor baja las escaleras; trae puesta ropa bastante a la moda.)


 


Fernando: (Se fija en la vestimenta de Héctor y se sorprende un poco.) ¿Saldrás?


Héctor: (Se queda parado cerca del sillón mayor.) Sí.


Fernando: (Sin poner pausa al juego.) ¿A dónde?


Abuelo: (Viendo la pantalla y con un rostro desesperado.) ¡Fer! ¡Me matan, dame vida! ¡rápido!


Héctor: (Habla con desánimo.) A una cita doble.


Fernando: (Con un tono de incredulidad.) ¿Enserio?


Abuelo: (Mueve el control de forma dramática.) Me quedan cinco puntos de vida, ¡Fer!


Héctor: Sí. 


Fernando: (Ignora el juego y nota la expresión decaída de su amigo al voltear hacia atrás.) ¿Pero, por qué estás tan poco animado?


Héctor: (Visualiza la pantalla.) Porque es una cita doble con Barker; su amiga Samanta lo invitó a salir hoy, y le dijo que llevaría a una amiga, así que él me invitó a mí.


Fernando: (Con un poco de sospecha.) Oh, ya veo.


Abuelo: (Deja de ver la pantalla y ahora contempla a Fernando.) Me mataron.


Héctor: Pero bueno… (suspira con pesadez.) Tendré que apoyarlo.


Abuelo: (Dirige el interés a Héctor.) …


Fernando: (Intenta hablar de forma tranquila para hacer sentir mejor a su amigo.) Me imagino. ¿Héctor?


Héctor: (Contempla a Fernando.) ¿Qué pasa?


Fernando: Hoy es la fiesta de la vecina, ¿recuerdas? 


Héctor: ¿En la noche, cierto?


Fernando: Sí.


Abuelo: ¿Puedo ir?


Fernando: (Mirando al abuelo. Enojado.) ¡No!


Héctor: (También con un tono de recriminación.) ¡Ni lo sueñe abuelo!


Abuelo: (Sonríe con calma.) …


Héctor: (Ignora al abuelo y se acerca a la mesita de la derecha.) ¿Dónde dejé los lentes de sol?


Rodrigue: (Baja las escaleras y está vestido con un pantalón de mezclilla y una playera negra muy básica.) Chicos…


Fernando: (Contempla con asombro a Rodrigue.) ¿Tú también saldrás?


Rodrigue: (Con un rostro desilusionado.) …sí.


Héctor: (Voltea hacha Rodrigue y lo mira con un poco de duda.) ¿De verdad?


Rodrigue: (Sonríe de forma plana.) Sí, ¿ustedes también?


Héctor: (Asiente con la cabeza.) Sí.


Fernando: (Regresa la mirada hacia la pantalla.) Nosotros nos.


Abuelo: (Estruja con cautela el brazo de su nieto.) Sí, Fer y yo también saldremos.


Fernando: (Ve extrañado a su abuelo) ¿Nosotros?


Rodrigue: (Se sienta en el sofá.) ¿A dónde van?


Héctor: Yo al Parque Central, Plaza Funtron.


Rodrigue: (Con interés.) ¿Lo dices de verdad?


Héctor: Sí, ¿por? (Contempla a Rodrigue y se acerca a la mesita de centro de la sala.)


Rodrigue: Yo también voy al Parque Central, al centro comercial que está frente a la Plaza Funtron.


Héctor: ¿G-Belle?


Rodrigue: Precisamente.


Fernando: (Sospechando.) ¿Eh?


Abuelo: (Sujeta el control con rapidez y presiona el botón de reinicio de juego.) Qué raro.


Héctor: (Con un tono amable.) Si quieres nos vamos juntos.


Rodrigue: No; si es molestia yo me puedo ir solo.


Héctor: (Camina hacia el sofá y se queda frente a Rodrigue.) ¿A qué horas tienes que estar allí?


Rodrigue: A las cinco.


Héctor: Yo también, así que no hay ningún problema.


Abuelo: (Habla al aire.) Nosotros también iremos allá.


Fernando: (Molesto al contemplar a su abuelo.) ¿Nosotros? ¿Quiénes?


Abuelo: (Ignora la mirada de Fernando y comienza a jugar.) Tú y yo, obvio.


Fernando: Yo no iré con usted a ningún lugar; tengo tarea que hacer…y no la quiero dejar para el fin de semana.


Abuelo: (Con dramatismo y emoción.) ¡No me digas! Ahora sí estudias. 


Fernando: (Más molesto.) ¡Claro que siempre he estudiado!


Abuelo: (Con sarcasmo.) Ajá, sí, claro.


Héctor: (Presta nula atención a la conversación de Fernando y su abuelo. Camina hacia la salida y toma las llaves del auto.) Bueno, faltan quince minutos para la cinco, ¿nos vamos? (Habla con voz alta para que Rodrigue lo escuche de entre los gritos del abuelo.)


Rodrigue: Claro. (Se pone de pie y acompaña a Héctor.)


Fernando: (Mirando a la pantalla y jugando con el abuelo. Habla un poco distraído.) Diviértanse.


Héctor: (Abre la puerta.) Claro, cuidas al gato.


Fernando: Sí, yo le doy de comer.


Abuelo: (Con una voz plana.) ¿Yo soy el gato?


Fernando: No; estamos hablando del gatito de Rodrigue: Crayón.


Abuelo: (Se ríe un poco.) ¿Rodrigue es un gato que gusta usar sobrenombres ridículos?


Héctor: Nos vamos. (Sale por la puerta principal.)


Rodrigue: Nos vemos. (Sigue a Héctor y sale junto con él. Cierra la puerta detrás de él.)


 


(El centro de la delegación Cristal-Centro, en el Parque Central, es un lugar en donde muchos edificios de recreación se encuentran. Cada uno de los edificios muestra arquitectura distinta; por ejemplo, podemos ver un centro comercial enorme, de tres pisos, que muestra puertas y ventanas de vidrio un poco transparentes, luego hay un parque de diversiones que tiene una estructura de puerta gigante que permite a la gente hacer filas y aglomeraciones antes de entrar a la parte donde están las atracciones. Hay muchos lugares para estacionarse, así que Héctor no tiene problemas para aparcar el coche. Rodrigue se dirigió al centro comercial G-Belle, mientras que Héctor se fue hacia el Parque Funtron. Rodrigue ese encuentra con una jovencita muy linda y ambos entran al centro comercial.)


 


Marina: (Trae su cabello rubio claro sujetado en una coleta alta, su rostro está levemente maquillado y hace juego con su vestido blanco muy básico. Porta una bolsa con forma de flor color rosa y trae unos tacones también en tono rosado. Camina junto a Rodrigue. Su voz es alegre y muy dócil, que va con su imagen jovial.) Disculpa que le haya pedido a mi tío este favor, pero no me atrevía a invitarte yo misma. 


Rodrigue: (Con un tono amigable.) Descuida, no hay problema.


Marina: Dime, ¿no tienes novia, verdad?


Rodrigue: (Responde con un tono plano.) No.


Marina: (Sonríe complacida y acorta la distancia entre ella y Rodrigue.) Genial, eso significa que tengo una oportunidad.


Rodrigue: (Decide no dar su opinión, pero toma un poco de distancia.) …


Marina: ¿A dónde te gustaría ir?


Rodrigue: No conozco este mall.


Marina: Ya sé, vayamos a ver unos vestidos en Peach’s Love. ¡Ven! (Toma a Rodrigue de la mano y lo lleva hasta una tienda con apariencia elegante y escaparates llenos de vestidos femeninos y ropa muy pomposa para hombres. Señala con emoción.) ¡Mira! Estos vestidos son hermosos, ¿no crees?


Rodrigue: (No presta interés en las ropas.) No lo sé, tal vez.


Marina: (Sujeta el brazo de Rodrigue y se cuelga un poco de él.) Vamos, no seas tímido.


Rodrigue: (Suspira con pesadez.) No es timidez.


Marina: ¿Quieres acompañarme a probarme algunos vestidos?


Rodrigue: (Con un poco de frustración.) Está bien.


Marina: ¡Genial! (Entra a la tienda junto con Rodrigue. Selecciona algunos vestidos y se dirigen a los probadores.) Espérame aquí.


Rodrigue: Sí. (Se sienta en uno de los sillones de espera fuera de los probadores.)


Marina: (Después de un par de minutos grita desde el cubículo del probador que está ocupando.) ¡Rodrigue!


Rodrigue: (Habla para sí.) ¿Qué pasa? (Se levanta y se acerca a la puerta del probador.) 


Marina: (Abre la puerta del probador un poco.) ¿Podrías ayudarme? Lo que ocurre es que no puedo abrochar la espalda del vestido.


Rodrigue: Está bien. (Se adentra un poco y se queda parado frente a Marina.)


Marina: Acércate más. (Jala a Rodrigue hacia ella, cierra la puerta y lo abraza.) 


Rodrigue: (Hace un intento para alejarse de la chica.) ¿No querías que te ayudara con el vestido?


Marina: (Lleva sus manos hacia la espalda baja de Rodrigue y apoya la cabeza en su pecho.) Sólo…quédate así por unos momentos.


Rodrigue: (Se siente incómodo y actúa con cuidado. Toma los hombros de Marina para hacerla hacia atrás.) Si alguien de la tienda nos descubre nos meteremos en problemas.


Marina: No me importa. (Acerca su rostro al de Rodrigue.) Porque quiero que sepas que desde que te vi en el trabajo de mi tío, me di cuenta de que esto es amor a primera vista.


Rodrigue: (Se incomoda más y aleja su rostro. Hace un intento por abrir la puerta.) Ya veo.


Marina: Rodrigue, se mi novio. (Se acerca aún más e intenta besar al chico, pero obtiene una respuesta negativa por parte de Rodrigue, quien la evade.)


Rodrigue: Marina. (Logra liberarse de los brazos de Marina y se hace para atrás.) Escucha, no quiero ser cruel ni nada de eso, puesto que considero que eres una chica bastante linda e interesante, pero, yo ya tengo a alguien.


Marina: (Se queda sorprendida mirándolo.) ¿Qué? 


Rodrigue: (Suspira con fuerza.) Es la verdad.


Marina: Pero me habías dicho que no tenías novia.


Rodrigue: Eso no significa que no tenga a alguien que me gusta.


Marina: (Muestra un rostro molesto.) ¿Y quién es?


Rodrigue: No le conoces.


Marina: (Cruza los brazos.) ¿Y puedo conocerla?


Rodrigue: (Titubeante.) P-Pues…tendríamos que ir hasta su casa; no creo que haya salido hoy.


Marina: (Se queda mirando a Rodrigue fijamente. Se exalta.) ¡Vamos! ¡Quiero conocerla!


Rodrigue: (Sorprendido.) ¿Para qué?


Marina: ¿Cómo que para qué? Obvio, para saber qué clase de perra es.


Rodrigue: (Comienza a enojarse.) Marina, por favor. 


Marina: (Retando a Rodrigue con la mirada.) ¿Qué pasa?


Rodrigue: Es mejor que dejemos las cosas así. 


Marina: (Ahora mueve el pie derecho para crear un sonido con sus tacones y anunciar que está más enfurecida.) ¿Por qué?


Rodrigue: (Intenta ser parcial.) Seamos amigos.


Marina: (Lágrimas de sus ojos comienzan a salir debido a la frustración que siente.) …


Rodrigue: (Incómodo.) No, no llores, por favor. Me harás sentir mal.


Marina: (Desiste de su pose retadora y ahora limpia su rostro.) Pero, yo te quiero Rodrigue. Desde hace tiempo que visito a mi tío sólo para ir a verte a ti.


Rodrigue: (Suspira con pesadez.) … Marina…lo siento.


Marina: Yo quiero que seamos algo más que amigos.


Rodrigue: ¿Te gustaría que uno de tus mejores amigos te pidiera que tuvieran una relación? ¿Te gustaría que una posible amistad se arruinara por un sentimiento no correspondido?


Marina: (Contempla a Rodrigue con un poco de confusión.) No… Pero…


Rodrigue: A mí tampoco me gustaría eso. Por esta razón considero que es mejor ser amigos. 


Marina: (Llora con un poco más de fuerza.) Entonces… dime…


Rodrigue: ¿Qué pasa?


Marina: ¿Le has dicho a ella lo que sientes?


Rodrigue: (Aguarda un poco antes de replicar.) No.


Marina: (Sorprendida.) ¡¿Por qué no?!


Rodrigue: Porque, así como contigo, esa persona no siente lo mismo que yo y prefiero tener su amistad a volver a ser un desconocido.


Marina: (Saca de su bolso unos pañuelos y limpia su maquillaje corrido.) No es justo.


Rodrigue: Los sentimientos no son justos. 


Marina: Pero, si ella no te quiere, ¿por qué no lo intentamos?


Rodrigue: Es mejor así, como amigos.


Marina: (Reprocha al volver a llorar.) ¡¿Por qué?!


Rodrigue: Porque nunca podría amarte como a esa persona, y eso te lastimaría más.


Marina: Pero…pero…no es justo. (Limpia su nariz.)


Rodrigue: Lo sé. Las cosas nunca son justas cuando no sabemos qué hacer. Escucha, (toma a Marina del rostro y le sonríe,) pronto conocerás a un chico que te ame con todo su ser, y cuando eso suceda, estoy seguro de que tú podrás sentir lo mismo por él. 


Marina: (Comienza a llorar con más intensidad de nuevo.) ¿Y tú, Rodrigue?


Rodrigue: (Con un tono amable.) Yo estaré bien. (Sonríe de nuevo.)


Marina: (Sigue llorando.) No es justo.


Rodrigue: Tranquila. Ya sé, ¿quieres ir por un helado?


Marina: (Asiente con la cabeza y se tranquiliza un poco.) Sí.


 


(Mientras, del otro lado del Parque Central, en la Plaza Funtron, Héctor, Dustin, Samanta y la amiga de Samanta están sentados en las palapas del café Patteffé.)


 


Dustin: (Frente a él está Samanta. Está leyendo el menú de mesa que les entregaron previamente.) Bueno, ¿y qué pedirán?


Samanta: (Es una mujer muy bella, de tez morena, cabello muy largo y sujetado en dos coletas. Utiliza unos lentes grandes y muestra un atuendo muy básico: pantalón de mezclilla y una blusa blanca. Habla con un tono de voz un poco fuerte. También está leyendo el menú. Junto a ella está su amiga.) No lo sé. Tal vez una malteada de fresa.


Héctor: (Está sentado junto a Dustin. Lee el menú que Dustin sostiene y de vez en cuando mira hacia otras palapas.) Yo pediré un capuchino.


Samanta: (Se dirige a su amiga.) ¿Y tú, Caro?


Carolina: (Es rubia, de ojos claros y demasiado delgada. También usa lentes y porta ropas muy neutrales como Samanta. Lee el menú de Samanta y habla con una voz tímida.) Un café frío de galleta oreo.


Samanta: Bien, entonces pidamos.


Dustin: (Asiente con la cabeza.) Okey. (Hace una seña para llamar la atención de uno de los meseros.)


Mesero: (Se acerca a la mesa y saca una libreta pequeña.) ¿Sí, cuál será su orden?


Samanta: Dos malteadas de fresa, un capuchino y un café frío de galleta oreo.


Dustin: (Un poco sorprendido.) ¿Dos malteadas?


Mesero: Claro, en un momento se los traigo. (Se aleja de la mesa.)


Samanta: (Deja el menú sobre la mesa y observa a Héctor.) Y bien, tú eres Héctor, ¿cierto?


Héctor: (Observa a Samanta de una forma muy neutral.) Así es.


Samanta: (Sonriente y un poco burlona.) Baker habla mucho de ti. De hecho gracias a ti, nuestro genio rubio ya no pasa casi tiempo con nosotros.


Héctor: (Sin caer en la provocación.) Eso es porque estamos ocupados con un proyecto muy importante.


Samanta: ¿No me digas? ¿Y de qué es?


Héctor: Estamos construyendo un robot con micro-procesadores que hagan funcionar pequeños nanobots; éstos se encargarán de elaborar tareas bastante complejas en micro centésimas de segundo. Será un robot con una IA muy avanzada.


Samanta: (Sonríe con burla.) Interesante, suena todo muy interesante. (Se dirige hacia su amiga.) ¿No crees, Caro?


Carolina: (Muy interesada en el tema, pero luce muy nerviosa también.) Pues…sí…


Héctor: (Cruza los brazos y se recarga en el respaldo de la silla.) Yo también he escuchado mucho sobre ti, Samanta.


Samanta: (Sigue sosteniendo la mirada de Héctor.) ¿Enserio? ¿Y qué te dice este güerito de mí?


Héctor: Me ha contado de cómo eres, de lo que haces. ¿Estás estudiando en la escuela militar, cierto?


Samanta: Así es.


Héctor: También me cuenta sobre lo que hace con tus fotografías.


Samanta: (Con un tono de complacencia falso.) ¿No me digas?


Dustin: (Un poco nervioso y asustado. Toca el hombro de Héctor para llamar su atención.) Héctor…


Héctor: (Con un tono triunfal.) Descuida, todos sabemos que es normal entre personas de nuestra edad hacer ese tipo de…perversiones.


Samanta: (Se ríe con fuerza.) Claro, más de él. Aunque, ¿sabes?, a Baker le robaron su oso de peluche cuando era un bebé.


Dustin: (Confundido. Ahora voltea la mirada hacia Samanta.) ¿Samanta?


Héctor: (Fingiendo desinterés.) Cuéntame un poco sobre eso. 


Samanta: (Recarga los codos sobre la mesa.) Sus actitudes lo demuestran todo.


Héctor: (Asiente con descaro.) Tienes un punto.


Samanta: Y, ¿cómo puedes soportarlo?


Héctor: Ya me acostumbré; hace tiempo un amigo mío solía hacer tonterías que…  Bueno, Baker es un niño bueno en comparación de lo que ese tipo hacía.


Samanta: ¿Entonces, por qué te lo adueñaste?


Héctor: (Levemente sorprendido.) ¿Adueñármelo?


Samanta: Los días que se supone no tienen que hacer el proyecto, cuando nos dice que estará libre, y lo invitamos, prefiere irse contigo.


Héctor: ¿De verdad? 


Samanta: Sí; parece que lo has hechizado.


Héctor: Seguramente… (Aguarda de repente.)


Samanta: (Expectante.) ¿Seguramente? 


Héctor: (Decide hablar con cautela.) Seguramente se siente más cómodo conmigo que contigo.


Dustin: (Siente la tensión en la mesa y habla con nerviosismo.) …chicos…


Carolina: (Muestra mucha incomodidad.) ¿Qué pasa aquí?


Samanta: (Con un tono retador. Observa a Héctor con molestia.) No me digas, ¿tú crees? 


Héctor: (Otra vez sonríe.) No, no lo creo, lo sé.


Samanta: Pareciera que es cierto y extraño al mismo tiempo, ¿y sabes por qué? Porque Baker siempre estuvo siguiéndome como un perrito, o por lo menos buscaba la manera de llamar mi atención.


Héctor: Atención que no le diste.


Samanta: ¿Así lo piensas?


Héctor: Es la realidad. Durante mucho tiempo ha estado allí, buscando la forma en que te dignes a darle una oportunidad, pero, ¿sabes qué?, acabo de recordar algo que me contó. Tú estás enamorada de un tal Diego, ¿no es así?


Samanta: (Molesta.) Claro que no. Mi amigo Diego tiene prometida.


Héctor: No podemos aceptar el amor no correspondido, ¿verdad?


Samanta: (Bufa y señala a Héctor para retarlo.) Mira, chico, tú fuiste quien logró que Baker dejara de molestarme, o bueno, no molestarme, más bien: de insistirme tan desesperadamente.


Héctor: (Con una sonrisa satisfecha.) ¡Sorpresa! ¡Me llamo Héctor, y soy el mejor amigo de Baker, quien valora sus sentimientos por lo menos cuando más lo necesita!


Samanta: (Se inclina más sobre la mesa para mostrar peligro en su actitud y palabras.) ¿Y qué te hace pensar que yo no valoro sus sentimientos?


Héctor: ¿Para qué insistir en lo que sabemos que es real?


Samanta: ¿Quieres saber algo?, con el tiempo aprendí a querer a Baker. Y, ¿sabes?, me gusta.


Dustin: (Completamente incrédulo. Contempla a Samanta con duda.) ¿Qué? ¿Sam?


Samanta: (Se mueve un poco hacia atrás y suspira con decepción. Luego arroja una mirada de tristeza hacia Dustin.) Es la verdad, Baker, pero tenía que decírtelo frente a este tipo.


Héctor: (Desvía la mirada e intenta esconder su desilusión y enojo.) …


Dustin: ¿Por qué?


Samanta: Porque así él comprenderá a quién le perteneces.


Dustin: (Serio.) ¿Qué dijiste?


Héctor: (Recarga los brazos sobre la mesa y reta con la mirada a Samanta.) …


Samanta: (Sonríe con felicidad y mira a Héctor como si hubiera ganado algo.) Así que ya lo sabes, Héctor: Baker es mío.


Carolina: (Está sorprendida.) ¡Oh!


Héctor: (Se expresa con suma severidad y una seguridad desafiante.) No me jodas, después de que el otro sujeto te dejara esperando por una respuesta, mientras Baker te insistía y pedía una oportunidad, tú lo mandaste por un tubo; luego, cuando te diste cuenta de que el otro tipo no te haría caso, decidiste voltear hacia Baker. Y descubriste que él estaba perdiendo el interés en ti y por eso decidiste, hasta el final, hacerle caso. Pero tus sentimientos no son sinceros.


Samanta: ¿No son sinceros? Por favor, ¿y los tuyos?


Héctor: (Sorprendido por la pregunta de Samanta.) ¿Qué hay con mis sentimientos?


Samanta: ¿Son lo suficientemente sinceros?


Héctor: Por supuesto que lo son.


Samanta: (Se burla.) No lo creo. Si lo fueran, Baker hubiera tomado la decisión de alejarse de un sujeto como tú.


Héctor: ¿A qué te refieres?


Samanta: Explícame, ¿por qué un chico pasaría tanto tiempo con otro chico, con la excusa de que harían un proyecto, al grado de que casi viven juntos, y que entran al baño juntos, y hacen casi todo juntos?


Héctor: (Con cinismo.) ¿Amistad?


Samanta: (Levanta un poco la voz.) No me digas, ¿amistad? ¡Amistad es lo que Baker tiene con Diego, o con Collins o con Mark, nuestros amigos!


Héctor: Pues si tu interpretación de amistad es tan corta como para creer que los amigos no pueden tratarse con lazos bastantes estrechos como los que se pueden realizar entre familiares, entonces no sé qué tipo de amistad conoces.


Samanta: (Se exalta aún más.) A mí no me engañas, Héctor, ¡tú estás enamorado de mi querido Baker!


Héctor: (Incrédulo y asustado.) ¡¿Q-QUÉ?!


Samanta: (Se burla ante la reacción de Héctor.) Admítelo.


Dustin: (Contempla con perplejidad a Héctor.) ¿H-Héctor?


Héctor: (Intenta esconder su sentir y habla con un tono falso de seguridad.) Por supuesto que no, Baker es sólo mi amigo.


Samanta: Entonces, no lo admitirás, ¿cierto?


Héctor: (Nervioso.) Te estoy diciendo que es sólo mi amigo.


Samanta: (Se mofa.) Seremos rivales. Aunque deberías saber que yo tengo la ventaja.


Dustin: (Ahora mira a Samanta.) ¿Cuál ventaja? ¿De qué mierda están hablando ustedes dos?


Samanta: (Observa a Dustin y lo ve como si fuera un chico perdido.) ¿No lo entiendes, Baker? Héctor y yo estamos compitiendo por tu amor.


Héctor: (Golpea la mesa con enojo y frustración.) ¡Nadie dijo que yo estoy compitiendo por el amor de este estúpido!


Samanta: Y tan claro como lo ves, Baker, Héctor nunca podrá conseguir tu cariño, por dos razones.


Héctor: ¿Y según tú, cuáles son esas razones?


Samanta: (Enumera con las manos.) La primera es que no puedes aceptarlo y la segunda es que eres un hombre.


Héctor: (Suspira para tranquilizarse y habla con un poco de desilusión.) …estás loca… Y ya te dije que Baker es sólo mi amigo.


Samanta: (Segura de sí misma.) Sí, claro; sigue engañándote.


Héctor: (Agacha la mirada.) ¿Engañarme?


Samanta: Si es así como te gusta vivir, allá tú, pero a Baker no lo metas en tus problemas ni mucho menos en relaciones bastante complicadas.


Héctor: (Regresa el interés a Samanta y muestra enojo.) ¿Relaciones complicadas?


Samanta: (Cruza los brazos y cruza las piernas.) Me cansas; eres aburrido.


Héctor: (Inseguro.) ¿Quién te crees para juzgar mi amistad con Baker?


Samanta: (Habla con altanería.) ¿Su novia?


Dustin: (Casi en shock.) ¿N-Novia?


Samanta: (Contempla a Dustin como si fuera un chico tonto.) Sí, Baker, ahora seré tu novia, te guste o no.


Dustin: (Suspira y evade la mirada de Samanta.) …


Héctor: (Ve a su amigo.) … ¿Baker? 


Dustin: (Agacha el rostro y espera.) …


Samanta: Más claro que el agua no puede estar, Baker. Ahora es mejor que nos vayamos. ¡Carolina! 


Carolina: (Da un pequeño brinco por el susto.) ¿S-Sí?


Samanta: ¡Vámonos! (Se levanta.) ¿Baker, vienes o tienes algo qué decirle a este sujeto? (Espera con una postura retadora.)


Héctor: (Habla con plena desesperanza.) Vaya, maldita cita doble.


Dustin: (Titubea.) N-Nos…


Héctor: ¿Baker?


Samanta: ¿Baker?


Dustin: … (Se pone de pie, pero todavía con el rostro bajo.)


Samanta: (Observa con desesperación al rubio.) ¿Vendrás conmigo?


Dustin: … (No se mueve. Ahora mira al otro lado, para no encarar a Héctor ni a Samanta.)


Héctor: ¿Baker…? (Agacha la mirada.) Baker, tenemos…que hablar.


Dustin: (Habla con un tono entre confusión y miedo.) N-No.


Héctor: (Levanta el rostro y contempla a Dustin con dolor.) ¿Por qué?


Dustin: Porque no quiero. (Se va corriendo y abandona el café. Se dirige hasta la carretera y rápidamente pide un taxi.)


Samanta: (Suspira y pone las manos en su cintura.) Supongo que es tu derrota. 


Héctor: (Se pone de pie y encara a Samanta.) ¿Mi derrota? Tus estupideces no destruirán mi amistad con Baker.


Samanta: (Sonríe como una ganadora.) Quizá no del todo, pero sí tus ilusiones.


Héctor: (Desiste y espera.) …


Samanta: Nos retiramos. (Saca unos dólares del bolsillo de su pantalón, los coloca sobre la mesa y toma a Claudia de la mano para salir del lugar.)


Héctor: ¡Mierda! (Deja el resto del dinero para pagar la cuenta, se levanta y sale del sitio. En la Plaza Central busca una de las bancas y se sienta.) Nunca creí que algo como esto sucedería. (Suspira y siente que sus ojos se cristalizan.) Soy…un idiota.


 


(En el departamento, Fernando está en su habitación alistándose para la fiesta de la noche. Está buscando entre las ropas de su clóset y también mueve su cabello de vez en cuando para encontrar el peinado indicado.)


 


Fernando: (Mira el reloj desconcertado, ninguno de sus roommates ha llegado.) Será mejor que en unos minutos llame a Héctor.


Abuelo: (Acostado en la cama de Fernando, viendo la televisión. Junto a él hay un contenedor con palomitas.) ¿Estás preocupado?


Fernando: (Contemplándose en el espejo.) No, no es eso.


Abuelo: ¿Entonces?


Fernando: Es que no quiero llegar solito a la fiesta. (Suena el teléfono que está en la mesita de noche junto a la cama.) Abuelo, conteste, está más cerca usted.


Abuelo: Okey. (Se mueve un poco y toma el teléfono. Habla por la bocina de éste.) ¿Bueno? ¿Hola? ¿Alguien? ¿Quién es? ¡Conteste! (Cuelga el teléfono al no obtener respuesta.) No era nadie. (Se acomoda de vuelta y sigue viendo la televisión.)


Fernando: (Extrañado.) ¿No le contestaron?


Abuelo: No, y luego colgaron.


Fernando: Déjeme revisar. (Se acerca a la mesita, busca el número en el identificador del teléfono y reconoce el número.) Era Héctor.


Abuelo: Pero no me respondía.


Fernando: (Suspira preocupado.) Abuelo, tengo un mal presentimiento.


Abuelo: (Mira a Fernando.) ¿Por qué?


Fernando: Héctor nunca hace eso. ¿Y si le pasó algo?


Abuelo: (Se incorpora y se acerca a la orilla de la cama.) ¿Quieres que usemos el GPS?


Fernando: (Niega con la cabeza.) No. Si Héctor no quiere hablar, no es bueno ir a buscarlo y obligarlo a hablar.


Abuelo: ¿Entonces?


Fernando: (Deja el teléfono en su base y se sienta junto a su abuelo.) Supongo que será mejor esperarlo aquí en casa.


Abuelo: ¿No irás al a fiesta?


Fernando: No.


Abuelo: (Regresa al centro de la cama y se interesa en la película.) Estaré aquí viendo la tele.


Fernando: Sí. (Sale de la habitación y baja con rapidez por las escaleras. Camina hacia la cocina pero se detiene al escuchar que la puerta principal se abre.)


Rodrigue: (Entra por la puerta principal y la cierra detrás de él. Observa a Fernando.) ¿Aún sigues aquí?


Fernando: (Habla un poco distante.) Rodrigue, hola.


Rodrigue: (Se acerca al sofá.) Pensé que ya estabas allá con los vecinos. Veo a mucha gente que entra y sale.


Fernando: (Con un rostro algo triste.) No iré.


Rodrigue: (Un poco sorprendido.) ¿Por qué?


Fernando: Héctor… No sé qué pasó con él, pero marcó a la casa y luego colgó.


Rodrigue: ¿Quieres que vayamos a buscarlo?


Fernando: No, así es mejor.


Rodrigue: ¿Quieres que me quede contigo?


Fernando: (Un poco halagado.) No; si tú quieres ir a la fiesta, ve.


Rodrigue: (Suspira con desilusión.) No. No me siento con ánimos.


Fernando: (Observa a Rodrigue con intriga.) O-Okey.


Rodrigue: Iré a dormir. (Va hacia las escaleras y sube con rapidez.)


Fernando: (Agacha el rostro.) … Héctor… (Aguarda y se muestra muy consternado.)


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