Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi vida sin Paolo por Cat_GameO

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a todos por aquí! Espero que se encuentren de maravilla y que sus vidas estén estables.

Pues les traigo un capítulo más que inicia con el drama y locura de la vida de Héctor y Fernando. Debido a que el fic está clasificado como 16 para arriba, las escenas sexuales son más tipo lemon que las clásicas cosa sádicas que suelo escribir (también considero que a la edad que redacté esto todavía era un dulce niño con sueños e ilusiones bellos xD.)

Les prometo que estaré haciendo actualizaciones constantes. Y también seguiré con las otras obras que quedaron inconclusosas en mi otra cuenta; sólo que estoy trabajando mucho la saga de Imperium y hasta tengo que pensar en diseñarle portada porque lo subiré a Wattpad también.

Espero que nos sigamos leyendo pronto.

¡Las mejores vibras para todos!

Capítulo 4


Un nuevo roommate


 


Después de las entrevistas, Fernando y Héctor tomarán la decisión de contactar a dos de los interesados; sin embargo, el fin de semana se acerca y el señor Saldaña ha estado persistente con lo del aumento de la renta. Héctor y Fernando deben informar sobre este suceso para concluir con su búsqueda. Del otro lado del apartamento, en el 113, el joven llamado Lyle fue recibido por la nueva vecina como compañero de apartamento.


 


**** 


 


(En el apartamento, en la sala, Fernando, Héctor y Dustin están discutiendo respecto a quién elegir.)


 


Héctor: (Está sentado en el sofá, trae puesta una playera básica de color negra y un pantalón de mezclilla oscuro.) A me gustó la chica, Cassidy.


Fernando: (Se encuentra en el sillón grande; trae una sudadera ligera y unos pantalones claros. Está un poco indeciso.) Héctor, te digo que ella tiene mala fama.


Héctor: ¿Y eso qué? Podremos acostumbrarnos a sus pachangas.


Fernando: ¿A sus “pachangas”? (Enfatiza en la palabra pachangas. Luego usa un tono para recriminar.) Esa tipa ha organizado orgías y de más fiestas paganas.


Dustin: (Camina de vez en cuando detrás de los sillones de la sala. Trae una cerveza de lata y está vestido con una playera blanca y unas bermudas flojas. Habla con su tono sarcástico usual.) Bien, así perderán su virginidad.


Héctor: (Contempla a Dustin con algo de molestia.) ¿Perderán? ¿No querrás decir: perderemos?


Dustin: ¿Qué te hace pensar que soy virgen?


Héctor: ¿Es enserio? ¿Y toda la porno que tienes en la laptop?


Dustin: Una cosa es la colección.


Héctor: Aja, sí como no… Si no fueras virgen, o por lo menos lo usaras más seguido en vivo y directo, no tendrías esa colección.


Fernando: (Aunque está disgustado por la conversación de los otros dos, los ignora.) Yo digo que podríamos considerar a Peter.


Dustin: (Se queda parado cerca del sofá y reta a Héctor.) ¿Ahora resulta que no puedo tener colección porque hago creer que no tengo novia?


Héctor: (Sonriente y triunfante.) Tú no tienes novia. Muy apenas le hablas a tu madre, y a mí porque sabes que no te trato mal.


Fernando: (Confundido.) … ¿Héctor? ¿Me escuchas?


Dustin: (Muestra una sonrisa pícara.) ¿Qué te pasa? Claro que puedo interactuar con las personas del sexo femenino sin problema.


Héctor: Lo único que sabes decir es: “Hola”, “okey” y “porno”.


Dustin: (Se acerca más al sofá.) Claro que no. Puedo mantener conversaciones por más de una hora.


Héctor: (Burlándose.) ¿Enserio? Yo creí que tu récord no sobrepasaba ni los cinco minutos.


Fernando: (Desesperado.) ¿Héctor? ¿Pueden dejar de pelear?


Héctor: (Ahora se dirige hacia Fernando.) Y no, Fer, Peter no se puede quedarse.


Fernando: (Incrédulo.) ¿Por qué?


Héctor: Trabaja conmigo y es un inútil en muchas cosas.


Dustin: Mi conversación más larga ha sido de dos horas y quince minutos.


Héctor: (Voltea hacia Dustin y le replica.) Con tu mamá.


Fernando: Bueno, entonces Cassidy tampoco es opción.


Héctor: (Mira a Fernando.) Okey, dos menos.


Dustin: (Haciendo memoria.) Claro que no fue con mi mamá.


Héctor: (Regresa el interés a Dustin.) ¿Entonces con quién?


Fernando: (Revisa la libreta que tiene en la mesita de centro y hace unos rayones.) Dos menos. Sólo quedan Nidia, Rodrigue y Randy.


Héctor: (Contempla a Fernando.) También tacha a Nidia.


Dustin: (Toca su rostro con la mano para simular que piensa.) Creo que contigo…


Héctor: (Dice al aire.) Yo no cuento, me refiero a conversaciones con chicas, (observa a Dustin otra vez.) ¡Idiota!


Fernando: Entonces, estamos entre Randy y Rodrigue.


Dustin: (Sonríe con cinismo.) Vamos, Héctor, tú también entras en ese ámbito.


Héctor: (Se pone de pie y encara a Dustin.) ¿Estás jodido? Yo no soy chica, ¿o acaso me has visto desnudo?


Dustin: Sí.


Héctor: ¿Parezco chica?


Dustin: No.


Fernando: (Un poco asustado por la discusión de los otros dos. Habla con un tono bajo.) ¿Quieres que me comunique con ellos dos?


Héctor: (Dirige la atención hacia Fernando.) Sí, diles que debemos hablar. A Randy cítalo a las tres y a Rodrigue a las cinco. (Luego regresa la atención a Dustin.) ¿Entonces por qué dices que yo sí cuento?


Dustin: Eres una persona…pensante.


Héctor: ¿Acaso has hablado más con personas no pensantes?


Dustin: Mi gato.


Fernando: (Al borde de la desesperación. Habla con voz alta.) … Okey, yo les hablo.


Héctor: (Se expresa con un tono altanero.) ¡Por todos los dioses, Baker, no tienes la capacidad para socializar!


Dustin: (Muestra un poco de molestia genuina.) ¿Y tú sí?


Héctor: Por lo menos puedo hablar con una chica, invitarla a salir, tener una cena romántica y terminar en la cama con ella, y sin ningún problema.


Fernando: (Intenta ignorar la discusión de los otros dos. Voltea hacia Héctor y dice con un tono fuerte.) Bueno, entonces les digo que necesitamos hablar con ellos sobre un asunto pendiente para luego ver si acceden, ¿verdad?


Héctor: (Replica hacia Fernando con un tono tranquilo y amigable.) Sí.


Dustin: Estás jodido, Héctor, yo también puedo hacer eso.


Héctor: (Regresa a la discusión con Dustin.) Sí claro; sobre todo porque la única mujer que te ha hecho caso aparte de tu mamá es Samanta. Pero ella te trata así porque te tiene lástima.


Fernando: (Ve a los otros dos con desinterés.) Chicos, no se molesten en escucharme; iré a llamar y luego saldré para hablar con el abuelo que me mandó un mensaje. También iré al banco a poner orden a mis deudas.


Héctor: (Con plena tranquilidad.) Sí Fer, ve con el abuelo. Ten mucho cuidado.


Dustin: Por supuesto que Sam no me tiene lástima, ella está loca por mí.


Héctor: (Vuelve al tono cínico y triunfal.) Loca por ti en el sentido de que tú la desquicias con tus estupideces… Aparte a Samanta le gusta un amigo de tu amigo, ¿no?


Dustin: ¿Cómo sabes?


Héctor: (Sonríe con seguridad.) Porque soy dios todo poderoso.


Fernando: Okey… Sigan en su discusión. (Se levanta y se dirige al teléfono, comienza a marcar el primer número.) ¿Hola?, ¿Randy? Soy Fernando, el chico del apartamento, Sí… Bueno es que mi amigo y yo necesitamos hablar contigo de una cosa, para luego ver si te puedes quedar aquí… ¿Te parece a las tres? (Espera por una respuesta.) Oh, excelente, sí, por supuesto…aquí te esperamos… Hasta luego. (Deja la bocina del teléfono cerca de su oreja, mira de reojo a sus amigos quienes siguen discutiendo; los ignora y marca el siguiente número.) ¿Bueno? ¿Rodrigue? Sí, soy Fernando… Hola… Oye, Héctor y yo necesitamos hablar una última cosa, ¿podrías venir a las cinco? Sí, es sobre el apartamento… ¿Estarás ocupado? Oh, espera un segundo; (tapa la bocina y grita para que lo escuche Héctor.) ¡Héctor! ¡¿Te parece bien si Rodrigue llega a las seis?!


Héctor: (Ignora a Fernando y se burla de Dustin.) Claro que no, Baker, tú jamás has estado en un trío; muy apenas sabes cómo ponerte los calzones, ni siquiera has tenido suerte ni con un chico.


Dustin: (Molesto.) ¿Qué te pasa? Tú tampoco lo has intentado con los chicos.


Héctor: Espera, no pierdas el hilo. (Voltea hacia Fernando.) ¿Qué dijiste?


Fernando: (Desesperado.) ¿Está bien si Rodrigue llega a las seis?


Héctor: Sí, está bien. (Ahora se dirige de nuevo a Dustin.) Claro que sí…que diga, no… Pero no estoy interesado en eso si puedo conseguir a unas cuantas chicas. (Continúa hablando, luego Dustin le responde, pero son ignorados por Fernando.)


Fernando: (Al teléfono de nuevo.) ¿Sí? ¿Rodrigue? Disculpa la espera, me parece bien a las seis; aquí te nos vemos… Hasta luego. (Termina y cuelga el teléfono.) Héctor… (Aguarda por una respuesta pero ve que Héctor está muy entrado en la discusión con Dustin) Olvídenlo. (Sube las escaleras y llega hasta su cuarto.)


 


(En la planta alta del apartamento, Fernando entra a su habitación y encuentra a Paolo acostado en la cama viendo la televisión. La habitación es grande, con espacio suficiente para una cama de buen tamaño, dos muebles de cajonera, un peinador y una puerta que dirige a un baño privado. Paolo está extendido a sus anchas en el colchón.)


 


Paolo: (Sin dejar de ver la pantalla de la televisión.) Hola.


Fernando: (Sorprendido.) ¿Cómo entraste?


Paolo: … (Señala la ventana y continúa viendo la televisión.)


Fernando: (Molesto.) Voy a mandar hacer un seguro anti-Paolo.


Paolo: Ya lo mandaron a hacer…pero no funcionó.


Fernando: (Camina hacia la cajonera y comienza a buscar ropa.) Incluso Héctor demandó a la agencia de seguros.


Paolo: (Se percata de las acciones de Fernando.) ¿A dónde vas?


Fernando: Al banco. (Se dirige al baño para cambiarse.)


Paolo: ¿Puedo ir?


Fernando: No.


Paolo: ¿Por qué no?


Fernando: Porque no.


Paolo: ¿Y por qué no?


Fernando: Porque no quiero que vayas a hacer disturbios, menos si voy a hacer algo tan importante como dar de baja todas mis tarjetas y cuentas, ya que el abuelo es capaz de usarlas de nuevo.


Paolo: (Insiste con el mismo tono plano.) ¿Por qué no?


Fernando: (Desesperado. Regresa a la habitación con una playera estampada. Camina hacia el peinador y arregla su cabello.) Ya te expliqué la razón. (Lo voltea a ver.)


Paolo: ¿Te doy vergüenza? 


Fernando: (Agacha un poco la mirada y luego continúa con su actividad.) Sí…eso.


Paolo: (Observa a Fernando con gusto.) ¿Por qué?


Fernando: (Se exalta un poco.) ¿Quieres que te enumere la lista?


Paolo: ¿Me odias?


Fernando: (Acomoda su peinado y suspira.) No, sólo que me causas demasiados problemas…como mi abuelo.


Paolo: ¿Me detestas?


Fernando: No…


Paolo: Si quieres desaparezco de tu vida para siempre.


Fernando: (Suspira y contempla a Paolo a través del espejo.) Es sólo que…has causado muchos problemas en nuestras vidas.


Paolo: ¿Héctor me odia?


Fernando: No.


Paolo: Pero siempre me lo dice…y me dice que se fue de nuestra casa porque ya no soportaba estar más conmigo.


Fernando: (Termina su peinado.) La gente necesita independencia. (Camina hacia la puerta y contempla a Paolo con una mirada de tristeza y lamento.) Me voy.


Paolo: Pero… (Acalla al descubrir el rostro del otro muchacho.)


Fernando: Adiós. (Sale de la habitación.)


Paolo: (Susurra.) Yo los quiero mucho… ¿Por qué me detestan?


 


(En la sala. Héctor y Dustin continúan con el proyecto de ingeniería; ambos están sentados en el sillón grande y tienen su atención puesta en la pantalla de la computadora. Ninguno de los dos se ha percatado de la presencia de Paolo en la casa.)


 


Héctor: (Con un tono de reproche.) Se suponía que tendrías la mitad del programa listo.


Dustin: (Reclamando.) Ya te dije que estuve ayudándote, ¿cómo quieres que tenga el programa en un día?


Héctor: Eres un inútil.


Fernando: (Baja las escaleras y toma las llaves del auto que están sobre la mesita de la izquierda junto al sillón.) Chicos, me voy… Ah, cierto, Paolo está en mi habitación.


Héctor: (Sorprendido. Gira un poco la cabeza para mirar a Fernando.) ¿QUÉ? ¿Cómo mierdas entró?


Fernando: (Con un tono desilusionado.) Por la ventana.


Héctor: Rayos… Mandaré a hacer un seguro de alarmas contra Paolo.


Fernando: No creo que funcione.


Héctor: ¿Ya te vas?


Fernando: Sí.


Héctor: Llega antes de las tres, para charlar con los chicos.


Fernando: ¿Quieres que traiga algo de comer?


Dustin: (Sin dejar de mirar la pantalla. Habla al aire.) Pizza.


Fernando: ¿De qué?


Héctor: Peperoni y de queso. 


Fernando: (Camina hacia la salida.) Okey, llego a las dos y media a más tardar. ¡Chao! (Sale del apartamento.)


Héctor: (Regresa la atención hacia Dustin.) Bueno, ponte a trabajar.


Dustin: (Responde en un tono plano.) Okey.


Héctor: (Toma una libreta que está en la mesita de centro y usa un lápiz para dibujar.) Yo estaré trabajando en el diseño del robot.


Dustin: Okey.


Héctor: Pero si tienes alguna sugerencia, no dudes en decirme.


Dustin: Okey.


Paolo: (No se escuchan sus pasos al bajar las escaleras y se coloca frente a los dos muchachos.) ¡HOLA!


Héctor: (No voltea a ver a Paolo. Tampoco se inmuta.) Baker, ¿recuerdas la red de mariposas que te regalé?


Dustin: (Eleva el rostro y contempla a Paolo.) Sí.


Héctor: ¿La tienes a la mano?


Dustin: Espera… (Esculca en la mochila que está tirada junto al sillón y saca la red.) Sí.


Héctor: Bueno, ahora puedes ser cazador.


Dustin: Okey. (Se levanta e intenta “atrapar” a Paolo.)


Paolo: (Sale corriendo y gritando hacia la cocina.) ¡NO!


Dustin: (Lo persigue y ambos comienzan a correr por toda la casa.) No escaparás, mariposa.


Héctor: (Suena su celular y contesta.) ¿Sí, hola? Hey, Mary… ¿Qué pasó? ¿Enserio? Nah, no hay problema, yo te ayudo… Sí, este fin de semana…no te preocupes, yo estaré allí. Hasta luego. (Cuelga y sólo presencia la escena entre Paolo y Baker como si fuera algo totalmente normal.)


 


(En el banco BanBow, frente al hotel Mirano’s; un edificio que muestra una sala de espera divida por una cinta negra para hacer una línea que dirige a los cajeros, y con unos cubículos separados por paredes de vidrio. Fernando está en uno de los cubículos, sentado frente a uno de los ejecutivos que luce un traje elegante y color azul marino.)


 


Ejecutivo: (Sonriente y tecleando en la computadora del escritorio.) Bien, joven Torres, su tarjeta de crédito fue congelada; sin embargo, para asegurarnos de que fue un robo el préstamo que pidió, debe comprobar que usted no estuvo presente el día que lo pidió, así como verificar que su firma sea falsa.


Fernando: Le insisto, yo no autoricé ningún préstamo; mi abuelo fue quien lo pidió a mi nombre utilizando mi firma y demás.


Ejecutivo: Pero, joven, aun así necesitamos más que sólo su palabra hablada.


Fernando: Lo que sucede es que mi abuelo y yo tenemos mucho parecido, y él no luce tan grande como es en verdad. Además, es un maestro para hacer este tipo de fraudes; aunque nunca pensé que lo haría conmigo.


Ejecutivo: (Detiene su actividad y mira al joven.) ¿Tiene una foto de su abuelo a la mano?


Fernando: Sí, (le muestra la foto desde su móvil,) mire, es él.


Ejecutivo: (Observa la fotografía.) Sí, veo el parecido que existe entre ambos.


Fernando: (Un poco desesperado.) Es mi abuelo.


Ejecutivo: (Suspira y regresa a la actividad frente a la computadora.) Por desgracia la firma es idéntica a la de su identificación, y el hombre corroboró que era Fernando Torres, usted. Y usted no puede corroborar que sea cierto.


Fernando: (Guarda su teléfono.) Le estoy diciendo que no lo solicité, ¡fue mi abuelo!


Ejecutivo: Pagará el préstamo, ¿sí o no?


Fernando: (Incrédulo.) No me cree, ¿verdad?


Ejecutivo: Bien, llamaré a seguridad si se niega a pagarnos. Usted nos acaba de decir que su abuelo es un criminal al afirmar que puede hacer este tipo de fraudes. ¿Cómo le voy a creer?


Fernando: (Suspira.) Está bien, pagaré, pero…¿qué comodidades me ofrece?


Ejecutivo: (Mueve el puntero y habla con amabilidad.) Puede pedirlo a plazos en mensualidades congeladas, a dos años y medio, ¿le parece?


Fernando: Es mucho tiempo.


Ejecutivo: Y mucho dinero.


Fernando: ¿Cuánto es la taza de interés?


Ejecutivo: Se congela al ocho por ciento.


Fernando: (Derrotado.) Está bien. 


Ejecutivo: Bien…sólo firme aquí. (Le indica en un papel que toma de su organizador.)


Fernando: (Firma.) Okey.


 


(En el departamento, después de casi dos horas, Héctor y Dustin están sentados en la sala; ninguno de los dos ha abandonado su lugar y trabajan en sus libretas y computadoras.)


 


Dustin: (Teclea con rapidez en la laptop frente a él.) ¿Cuánto es el premio mayor?


Héctor: (Utiliza una laptop negra y una tablet pequeña que parece ser una forma de digitalizar imágenes.) Creo que son doscientos mil.


Dustin: ¿Crees que ganemos?


Héctor: No lo sé; se supone que los mejores de todo el país Bow están compitiendo, así que no hay que confiarnos.


Dustin: Pero, ¿crees que nuestro proyecto sea bueno?


Héctor: Es bueno.


Fernando: (Entra con las pizzas y deja las llaves sobre la mesita. Su rostro está lleno de consternación.) Hola.


Dustin: (Deja la computadora a un lado y corre hacia Fernando para tomar las pizzas.) Comida, comida, ¡comida!


Héctor: (Mira la escena por unos segundos y regresa el interés a la pantalla de la computadora.) Bien, le trajiste comida al perro.


Fernando: (Se acerca a la sala y se sienta en el sofá.) … (Habla al aire.) Sí… 


Héctor: (Abandona su actividad y contempla a su amigo.) ¿Qué tienes?


Fernando: (Suspira y recarga la cabeza sobre el respaldo.) Nada.


Héctor: (Se percata de que Dustin se acerca hasta la mesa y le ofrece un pedazo de pizza. Toma la comida y habla con la boca llena.) ¿Cómo que nada? Tu expresión no dice eso.


Fernando: Es que…terminaré pagando el préstamo.


Héctor: Pero, ¿cancelaste las cuentas?


Fernando: Sí… Lo peor de todo es que los del banco no me creen.


Héctor: ¿Les mostraste la foto de tu abuelo?


Fernando: Sí.


Dustin: (Con la boca llena de comida.) Seguramente creyeron que eras tú y que como es tu firma entonces no pueden hacer nada.


Fernando: Sí.


Héctor: (Se levanta de su lugar y se sienta en el brazo del sofá para consolar a Fernando.) Tranquilo, de todas formas yo estoy aquí para ayudarte, así que no te deprimas.


Dustin: (Come mientras los observa con interés.)…


Héctor: Anda, come algo, que el chico Randy no tarda en llegar.


Fernando: Okey. (De repente escucha que suena el timbre.)


Dustin: (Se levanta con rapidez y va hacia la puerta.) ¡Yo voy! (Abre la puerta.) Hola, pasa.


Randy: (Se muestra tranquilo. Está vestido con su moda gótica y ahora sus ojos están maquillados para darle más personalidad. Entra.) Gracias. 


Fernando: (Se pone de pie y ofrece su asiento.) Hola, toma asiento, por favor.


Randy: Muchas gracias. (Se sienta.)


Héctor: (Se mueve hacia el sillón grande y se sienta. Limpia sus manos con una servilleta y aclara la garganta para hablar con el joven recién llegado.) Mira, seremos directos y sinceros, si quieres quedarte con nosotros necesitamos que aportes una cantidad módica de dinero…para este sábado a más tardar. 


Randy: (Prestando mucho interés.) ¿Cuánto?


Fernando: Si hacemos la división entre los tres, necesitamos mil seiscientos dólares; esto es sólo para pagar la renta. 


Héctor: Necesitaremos otros ochocientos para pagar el resto de los servicios.


Randy: ¿Entonces esa es la única condición?


Fernando: Sí, pero necesitamos el dinero en efectivo, de preferencia.


Héctor: Así es, para este sábado… No lo olvides.


Randy: Entiendo.


Fernando: Si puedes conseguir el dinero y prometes conseguirlo durante cada mes y pagarlo a tiempo, puedes quedarte.


Randy: (Muestra preocupación.) Entiendo.


Héctor: ¿Y bien?


Randy: Les diré la verdad. En estos momentos tengo un proyecto grande, me han pagado sólo la mitad, pero no me queda mucho dinero. El resto me lo pagarán hasta el fin del mes.


Héctor: (Con neutralidad.) ¿No tienes el dinero?


Randy: No, en estos momentos no.


Héctor: Bueno, amigo, fue un gusto, pero necesitamos a alguien que pueda aceptar esta condición.


Randy: Entiendo. Muchas gracias de todas formas. (Se despide al ponerse de pie y se dirige hacia la puerta.)


Dustin: (Abre la puerta y permite que el joven continúe con el paso.) Una lástima… Hasta luego, viejo. (Cierra la puerta cuando Randy sale.)


Héctor: (Suspira con pesadez.) Rayos, y ese tipo es bastante servicial.


Fernando: Pero nos advirtió que no tiene un sueldo regular.


Héctor: Pero dijo que no le molestaría lavar el baño.


Fernando: Héctor…ya habíamos hablado de esto. 


Héctor: Lo sé, Fer, no te apures, yo entiendo que en estos momentos necesitamos a alguien que nos apoye económicamente.


Dustin: (Se acerca a la sala y toma otro pedazo de pizza.) ¿A qué hora llega Rodrigue?


Fernando: A las seis.


Héctor: (Come de nuevo.) Bueno, saldré a comprar unas cervezas, tú y Baker pueden quedarse aquí.


Fernando: No te tardes.


Héctor: No, descuida. (Se levanta de su lugar, da una mordida y limpia su boca y manos con la servilleta. Camina hacia la puerta principal, la abre y sale del apartamento.)


 


(La tienda de conveniencia dentro del edificio está en el primer piso. Es un local regular que tiene puertas de vidrio que se deslizan. Los estantes están un poco aglomerados pero muestras los productos variados y más básicos del día. Hay una sección al fondo que ofrece diferentes marcas de cervezas y vinos. Héctor está comprando las cervezas cuando ve al chico de cabello azulado.)


 


Héctor: (Saluda con entusiasmo al joven.) ¡Hey!


Lyle: (Muestra un rostro sonriente.) Hola.


Héctor: ¿Qué haciendo por estos rumbos?


Lyle: (Abre uno de los refrigeradores y toma un paquete de seis cervezas.) Ya vivo aquí.


Héctor: (Se impresiona.) ¿Cómo?


Lyle: (Cierra el refrigerador y asiente con la cabeza.) En el 113.


Héctor: ¿Enserio?


Lyle: Sí; su vecina también buscaba un roomie y decidí quedarme con ella.


Héctor: (Susurra.) Mierda… (Aclara la garganta y habla con un tono neutral.) Qué bien.


Lyle: ¿Y tu amigo?


Héctor: ¿Fer?


Lyle: Sí, él.


Héctor: Está en casa, con Baker.


Lyle: ¿Baker? ¿El chico rubio?


Héctor: Sí, el perrito.


Lyle: (Se ríe.) Qué cruel eres.


Héctor: No tanto. (Se muestra tranquilo.) Así que ya somos vecinos.


Lyle: Sí.


Héctor: Espero y nos llevemos bien. (Abre el refrigerador, toma un paquete de cervezas regulares y se dirige al contador. Antes de pagar se detiene momentáneamente.) Oye… ¿Lyle, cierto?


Lyle: (Se acerca al contador.) ¿Sí?


Héctor: (Gira un poco para ver al otro.) No hay rencores ni nada de eso, ¿verdad?


Lyle: (Sonríe con picardía.) Por supuesto que no. 


Héctor: Bien. Hasta luego. (Se acerca al contador y paga las cervezas a la joven cajera.)


Lyle: (Sólo observa. Y Susurra.) Hasta luego.


 


(Héctor sube por las escaleras casi corriendo al salir de la tienda de conveniencia, llega al apartamento y abre la puerta. Al dejar la cerveza sobre la mesita de centro, se sienta en la sala, en el sillón grande.)


 


Dustin: (Separa sus ojos de la pantalla de la computadora y ve a Héctor.) ¡Qué rápido!


Héctor: (Molesto.) Pues si no fui a hacer la cerveza.


Fernando: (En el sofá; mira preocupado a Héctor.) ¿Qué tienes?


Héctor: (Habla lo más tranquilo posible.) Nada, sólo que vi al nuevo vecino.


Fernando: (Dudoso.) ¿Nuevo vecino?


Héctor: Sí… Pero no importa; sigamos trabajando. (Toma la computadora negra que está sobre la mesita principal.) ¿Por qué no vas a descansar? (Dirige la atención hacia Fernando.) Yo te hablo cuando llegue Rodrigue.


Fernando: Okey… Pero Paolo está en mi cuarto.


Héctor: (Niega con la cabeza.) Dustin lo atrapó con la red de mariposas que le regalé y lo mandó al museo en un paquete; creo que ahora estará como exhibición en la sala de “creaturas en peligro de extinción”.


Fernando: (Se ríe.) Bueno; iré a descansar. Nos vemos más tarde. (Se levanta y sube las escaleras, para después llegar a su habitación, la cual está sola. Se acuesta en la cama y se duerme.)


 


(En la habitación de Fernando, después de un tiempo indefinido. Por fin Fernando abre los ojos al escuchar la voz de alguien y descubre que Dustin está parado cerca de la cama.)


 


Fernando: (Contempla a Dustin con duda.) ¿Qué sucede?


Dustin: (Sonríe.) Ya tienen nuevo roomie.


Fernando: (Se incorpora.) ¿Cómo?


Dustin: Héctor me mandó a despertarte unas veces, pero estabas dormido tan plácidamente que no quise molestarte, y pues Héctor habló con Rodrigue y le comentó lo del dinero y todo.


Fernando: ¿Y qué dijo Rodrigue?


Dustin: Pues que sí tenía el dinero, y que mañana traerá sus cosas. Le entregó la mitad en efectivo a Héctor.


Fernando: (Se sienta en la orilla de la cama. Bosteza.) Genial…


Dustin: Si quieres puedes seguir durmiendo.


Fernando: No… (bosteza otra vez,) bueno…quizás, sí…


Dustin: Yo estaré con Héctor en la cocina.


Fernando: (Se recuesta nuevamente en la cama.) Okey.


Dustin: Cuando tengas hambre no dudes en venir; tal vez convenza a Héctor de que prepare unas quesadillas o algo.


Fernando: (Habla con pesadez.) Sólo cuida que no se le queme nada.


Dustin: Vale.


Fernando: (Acomoda la cabeza en la almohada y cierra los ojos.) ¿Dustin?


Dustin: (Contempla a Fernando.) ¿Qué?


Fernando: ¿Puedes cerrar la ventana? Porque luego los “Paolos” se meten a la casa.


Dustin: (Camina hacia la ventana y la cierra con rapidez.) Claro… (Mira por última vez a Fernando y camina hacia la salida para abandonar la habitación.)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).