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Mi vida sin Paolo por Cat_GameO

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos por aquí!

He tenido menos tiempos de edición, y por esta razón no he terminado esta historia. Estoy trabajando en otra que pronto subiré por aquí. Además con los últimos cambios de administración por lo de las vacunaciones, en mi país quieren regresar a clases (sin interés real por las vidas de las personas).

Espro que se encuentren bien.

¡Nos leemos pronto!

Capítulo 9:


Escándalo en la oficina policiaca


 


Después de los eventos ocurridos entre Fernando e Irvin, su relación parece haber mejorado. Por otro lado Héctor y Dustin descubrieron algo que no esperaban sobre el nuevo roomie; aunque, en realidad, no tienen idea de qué pensar respecto a él. Por ahora, su vida parece tomar calma.


 


*** 


 


(En el departamento, por la mañana, en la cocina, están sentados los tres inquilinos.) 


 


Héctor: (Leyendo el periódico. Frente a él hay un plato con un poco de fruta y hay una taza de café a su derecha. Está vestido con un pantalón de mezclilla y una playera con la palabra “Nerd” estampada en color claro.) No puedo creerlo, el festival cultural más grande de la ciudad fue cancelado.


Fernando: (Bebiendo un poco de café. Porta una sudadera ligera y un pantalón casual. Su cabello está arreglado a la moda y su rostro luce muy sereno. Frente a él hay un plato hondo con cereal.) ¿Por qué? 


Héctor: (Sin retirar la mirada del periódico.) Aquí dice que es por los asuntos políticos internos que están ocurriendo en el país.


Rodrigue: (También bebe un poco de café y sólo tienen en su plato una rebanada de pan tostado. Luce una playera muy justa que hace lucir su figura tonificada, y porta un pantalón a la moda.) ¿Enserio?


Héctor: Es una vil mentira. Por supuesto que esto tiene que ver con los asuntos internos, pero la cancelación es por los cambios en las estadísticas. Desde que el Profesor Lewis entró como candidato y ganó el primer lugar siendo favorito, es obvio que al gobierno no le conviene que este tipo de eventos donde se promueve la cultura existan. El actual gobierno quiere mantener su poder, pero con los nuevos candidatos y el caos político de hace unos meses, dudo mucho que Bill Barrancos pueda seguir como opción para la presidencia.


Fernando: (Asiente con la cabeza para mostrar que está de acuerdo con las palabras de su amigo.) Qué mal. (Escucha que el teléfono suena. Intenta levantarse, pero Rodrigue se mueve más rápido que él y contesta el teléfono de base que está cerca de la puerta. Sólo observa a Rodrigue.)


Rodrigue: (Se recarga en la pared y habla hacia la bocina del teléfono.) ¿Diga? (Espera una respuesta.) Oh, espere, ¿quiere hablar con él? Sí, permítame. (Tapa la bocina del teléfono y contempla a Fernando.) Para ti, Fer.


Fernando: (Un poco desconcertado.) ¿Quién es?


Rodrigue: (Muestra un rostro de lástima.) Es la policía, el oficial Kelly.


Héctor: (Baja el periódico y se expresa con sorpresa y preocupación.) ¡¿Qué?!


Fernando: (Se pone de pie, toma el teléfono y suspira antes de contestar. Su voz suena un poco tímida.) ¿Sí, diga? Habla él. ¿Cómo? Sí, Torres es el apellido de mi abuelo… Espere, ¿a qué hora fue eso? Oh… ¡Rayos! No, no, sí… Voy en camino. (Cuelga el teléfono.)


Héctor: (Expectante.) ¿Qué pasó?


Fernando: (Gira unos centímetros y arroja una mirada de preocupación hacia Héctor.) Arrestaron a mi abuelo.


Rodrigue: (Sigue parado frente a Fernando. Habla con un tono neutral.) ¿Sucedió algo malo?


Fernando: (Ahora mira a Rodrigue.) No sé. No me quisieron decir con exactitud qué pasó. (Mueve la cabeza hacia la mesa.) Héctor, me llevaré el carro.


Héctor: (Asiente.) ¿No prefieres que te lleve?


Fernando: (Suspira para calmar su enojo.) Sí, no me siento ni con ánimos de manejar. Estoy muy molesto.


Héctor: (Se pone de pie y sonríe para hacer sentir mejor a su amigo.) Tranquilo, estoy contigo. (Se dirige hacia Rodrigue.) Rodrigue, ¿no quieres vienes?


Rodrigue: (Niega con la cabeza.) No, tengo algunos asuntos pendientes. Me saludan al abuelo.


Héctor: (Se ríe un poco.) Claro, lo saludaré de tu parte.


 


(Héctor y Fernando salen del departamento, suben al carro y se dirigen a la jefatura de policía. Manejan hacia el norte de la ciudad, pasando la calle Calamar. El edificio de policía es grande y está pintado en tonos blancos; sobre la entrada se muestra el escudo de la ciudad y la frase: “Estación de Policía”. Ambos jóvenes entran y se dirigen a uno de los escritorios; son conducidos de inmediato a un cubículo privado y allí encuentran al oficial L. S. Kelly.)


 


Oficial Kelly: (Es un hombre joven, de cabello rubio y tez un poco morena. Sus ojos son claros y combinan con su uniforme de tonos negros y grises. Está sentado en el escritorio y ofrece asiento a los muchachos; frente a él hay una carpeta con mucho papeleo y una computadora de escritorio de modelo pasado.) ¿Es usted Fernando Torres? (Habla al mirar a Fernando.)


Fernando: (Un poco tímido.) Sí.


Oficial Kelly: Soy el oficial Kelly, ¿puede mostrarme una identificación?


Fernando: (Saca de su cartera una identificación y la muestra.) ¿Oficial, podría decirme qué sucedió?


Oficial Kelly: (Contempla la fotografía y asiente con la cabeza.) El parecido es increíble, así que pasemos directamente al informe. (Toma la carpeta con papeles y comienza a revisar la información.) Su abuelo, Saul Torres, fue arrestado por dos cargos. Un joven llamó ayer por la noche y nos informó que alguien había entrado a su casa; no sólo habían robado, sino que intentaron abusar de su…¿perro? (Lee con incredulidad la redacción del informe.)


Héctor: (Un poco incrédulo.) ¿Del perro?


Oficial Kelly: No esperen. (Se pone de pie y se acerca al cubículo que está junto a él. Habla con rapidez.) ¿Oficial Bosques?


Oficial Bosques: (Está sentado en su escritorio escribiendo en la computadora. También es joven, pero es de tez oscura y su cabello es un poco largo y está sujetado en una coleta baja. Detiene su actividad y mira a su compañero.) ¿Qué pasión mi Kelly?


Oficial Kelly: (Lo mira algo molesto por la forma en que se dirige a él.) ¿Qué significa esto? (Muestra el informe y señala la parte de la hoja que había leído.)


Oficial Bosques: (Se pone de pie y lee el informe. Sonríe.) Pues es lo que sucedió según la víctima.


Fernando: (De una forma titubeante.) Bueno… ¿Qué fue lo que robó?


Oficial Kelly: (Regresa a su asiento y aclara la garganta para seguir leyendo.) Según el informe, su abuelo tomó joyas, objetos de valor, tales como televisores, consolas de videojuegos, microondas, (vuelve a hablar con incredulidad,) ¿licuadoras? (Se molesta un poco y chasquea con la boca.) ¿Quién hizo el informe, Bosques?


Oficial Bosques: (Se recarga en la pared enana que separa a los cubículos y se muestra muy relajado.) Creo que fue Orlando, el nuevo.


Fernando: Entonces, ¿mi abuelo está encarcelado?


Oficial Kelly: (Mirando a Fernando.) Sí, pero habrá que revisar el caso con más profundidad.


Héctor: (Usa un tono elocuente para hablar.) Disculpe, oficial, ¿es todo lo que dice el informe?


Oficial Kelly: (Un poco incómodo.) No, aquí dice que la víctima estaba tomando una ducha cuando esto sucedió, por lo que, cuando salió del baño, el señor Saul… (Duda otra vez y revisa información en la computadora.) ¿Señor? ¿Qué edad tiene tu abuelo?


Fernando: (Pensativo.) Muchos. Aparenta unos cuarenta, pero en realidad tiene más de sesenta y tantos.


Oficial Kelly: (Regresa al documento.) El informe marca que el “joven”, (hace énfasis en las comillas con las manos,) Saul Torres no cuenta con la mayoría de edad.


Héctor: Creo que podríamos arreglar este mal entendido.


Oficial Kelly: También describe el informe que la víctima y el acusado… (Totalmente incrédulo y avergonzado.) ¿Bailaron tango? ¡Bosques! (Contempla a su compañero.)


Oficial Bosques: (Con una sonrisa en el rostro.) ¿Qué pasó?


Oficial Kelly: ¿Cómo que bailaron tango?


Oficial Bosques: (Con su tono de que no sabe más.) Es lo que la víctima declaró; yo sólo repetí lo que él decía y Orlando anotó.


Oficial Kelly: (Muy enojado con su compañero.) Esto debe ser una broma. (Ahora ve a los jóvenes. Aclara la garganta y habla con más calma.) Debo disculparme con usted, joven Torres, esto es un malentendido. 


Fernando: (Más relajado.) Sí. Y comienzo a sospechar quién creó este embrollo.


Héctor: (Serio.) Paolo.


Oficial Kelly: (Regresa la mirada a su compañero.) ¡Bosques! ¿Cuál es el nombre de la víctima?


Oficial Bosques: Pues, según la información recolectada, la víctima es un tal Juanchito del Penacho Grande. Creo que dijo que era del continente del extremo sur. 


Héctor: (Sonríe con cinismo.) Sí, definitivamente es Paolo. 


Oficial Kelly: (Dirige la atención a Héctor.) ¿Paolo?


Fernando: Mire, Oficial, creo que un amigo nuestro llamado Paolo fue quien levantó esta queja falsa, y no sólo eso, logró conseguir que sus oficiales creyeran su historia y ahora mi abuelo está tras las rejas. 


Oficial Kelly: (Incrédulo de la historia.) E-Entiendo. ¡Bosques!


Oficial Bosques: (Totalmente relajado.) ¿Ahora qué?


Oficial Kelly: (Arroja una mirada de molestia hacia el oficial Bosques.) ¿Cómo que “ahora qué”? ¡Tienes que respetar a tus oficiales al mando!


Oficial Bosques: (Bosteza.) Pero, ni William ni Santiago están aquí.


Oficial Kelly: Cuando ellos no están… (Detiene la discusión.) Olvídalo. (Se mueve hacia la computadora y comienza a escribir.) Es imposible razonar contigo. Ahora, ve por el joven, señor, lo que sea, Saul Torres.


Oficial Bosques: (Con un tono juguetón.) Claro, ¿y quiere que le traiga su café, oficial Kelly? 


Oficial Kelly: (Sin comprender la broma de su amigo debido a su concentración en la computadora.) Prepárame un capuchino. (Detiene su actividad y mira hacia el oficial Bosques.) ¿Qué? ¡Déjate de juegos y ve por el preso!


Oficial Bosques: (Se burla.) Sí, ya voy. (Abandona la posición y sale de su cubículo. Camina por el pasillo hacia una puerta que dice “sólo personal autorizado”.)


Oficial Kelly: (Con una mueca de consternación. Mira a los muchachos.) En realidad me disculpo, no creí que esto fuera a suceder.


Héctor: (Muy tranquilo.) Descuide oficial, es normal.


Oficial Kelly: (Sorprendido.) ¿Normal?


Héctor: Sí, ese chico llamado Paolo siempre hacía este tipo de bromas.


Oficial Kelly: ¿Por qué lo hace?


Fernando: No lo sabemos. Por lo menos no lo había hecho desde hace tiempo.


Oficial Kelly: (Suspira.) Comprendo.


Oficial Bosques: (Regresa hacia el cubículo pero ahora está acompañado del abuelo de Fernando. El abuelo está esposado.) Aquí está el señor perdido, familiar del chico este.


Fernando: (Contempla a su abuelo con decepción.) No es un familiar perdido, es mi abuelo.


Abuelo: (Con una sonrisa plácida en el rostro. Está vestido con ropa muy jovial y su rostro se ve más joven por su expresión. Se expresa como si todo estuviera bien.) ¡Fer! Mi querido niño, ¿has venido a rescatar a tu abuelito?


Fernando: Pensándolo bien, oficial Kelly, ¿no podría quedarse con él?


Oficial Kelly: (Mira al abuelo por unos instantes y luego regresa el interés a Fernando.) Bueno, en realidad no podríamos, ya que no hay más incumplimiento de ley; la víctima aseguró que las pertenencias fueron regresadas de alguna forma que no tiene sentido. Por desgracia no hay motivos para mantenerlo aquí.


Fernando: (Suspira.) ¿Entonces, qué necesita para que lo encierre de verdad?


Oficial Kelly: (Hace una mueca de sorpresa.) ¿Es enserio? 


Héctor: (Se burla y continúa con un tono cínico.) Usted sólo díganos cómo podemos hacer para que se lo lleven a la cárcel de una vez por todas.


Abuelo: (Dramatizando y haciendo un tono de plena indignación.) ¡Chicos! Deben respetar a sus mayores.


Fernando: (Sin mirar al abuelo.) No recuerdo haberle faltado al respeto al oficial Kelly.


Abuelo: Hablaba de mí.


Héctor: (Se acomoda en la silla y habla con seguridad.) De hecho, oficial Kelly, si no mal recuerdo, este sujeto cometió un fraude.


Oficial Kelly: (Escucha con atención.) ¿Fraude?


Héctor: Así es; utilizó la identidad de mi amigo Fer, pidió un préstamo de no sé cuantos miles de dólares y dejó a mi querido amigo en la banca rota.


Oficial Kelly: (Saca un nuevo formulario de la carpeta.) Bueno, necesitaré evidencia de ello.


Fernando: (Con un poco de desesperación.) Presenté evidencia o por lo menos hice lo que pude para que en el banco me creyera, pero no lo hicieron.


Oficial Kelly: Para este tipo de incriminación necesitaríamos ver la hoja que este sujeto firmó haciéndose pasar por ti. Además, hay que contactar con las autoridades necesarias y hacer un juicio.


Fernando: Utilizó la misma firma que yo, porque es excelente copiando. 


Oficial Kelly: (Anota algunas cosas en la hoja.) ¿En qué banco sucedió?


Fernando: En el banco BanBow que está en el boulevard Estrellas, frente al hotel Mirano’s.


Oficial Kelly: ¿Hora?


Fernando: Por la mañana, no me especificaron la hora exacta.


Oficial Kelly: ¿Fuiste al banco ese mismo día?


Fernando: Sí.


Oficial Kelly: ¿Y qué pasó?


Fernando: Pues el ejecutivo no me creyó y tampoco me ayudó mucho.


Oficial Bosques: (Interrumpiendo con descaro.) Bueno, chico, son demasiado parecidos y es difícil negar esto. Existen muchos casos son como los tuyos, dónde los familiares se hacen pasar por ellos y falsifican las firmas. 


Fernando: Yo sé que nos parecemos, pero… (Es interrumpido.)


Oficial Bosques: (Se burla un poco.) ¿Te presto un espejo? Se parecen demasiado. Y él no se ve tan grande como para hacerse pasar por un abuelo como tal.


Fernando: (Observa al oficial Bosques con un poco de enojo.) Después de eso, mi querido abuelo, qué digo, este sujeto, (señala a su abuelo,) desapareció con el dinero.


Héctor: ¿No podría ayudarnos, oficial Kelly?


Oficial Kelly: Tomaré el caso, ya que me parece sospechoso el informe que trajeron y lo que ustedes me dicen. Pediré al banco que me permita revisar las grabaciones. 


Abuelo: (Sin preocupación alguna.) ¿No están bromeando?


Oficial Bosques: (Se ríe del abuelo y toca su hombro.) Creo que ahora sí tenemos una excusa para meterte al bote, abuelito.


Abuelo: (Fingiendo desesperación absoluta. Se acerca hasta Fernando y se arrodilla.) ¡Fer, soy tu única familia, no me puedes tratar así!


Fernando: (Ignorando a su abuelo.) Gracias, oficial Kelly.


Oficial Kelly: (Servicial.) De nada; mañana por la mañana les pediré que regresen aquí para hacer algunas aclaraciones. También necesitaremos ayuda de un especialista para aclarar las diferencias físicas a través de las grabaciones del banco que nos hagan comprobar que fue él quien lo hizo y no usted, joven Torres.


Fernando: (Sonriendo con amabilidad y esperanza.) Gracias.


Abuelo: (Se pone de pie y se sienta en el escritorio del oficial Kelly.) Pero yo también soy joven todavía. Así que muchos me llaman como joven Torres.


Oficial Kelly: (Contempla con un leve tinte de desprecio al abuelo.) Por desgracia, el incriminado no puede quedarse aquí, deberá estar en libertad condicional hasta que se encuentren las pruebas necesarias para poder arrestarlo.


Fernando: (Suspira preocupado.) Comprendo.


Oficial Bosques: (Con su tono descarado.) ¡Libre como un pajarito!


Abuelo: (Sonriente y plácido.) ¡Perfecto!


Oficial Kelly: Es todo por nuestra parte, pasen un buen día, jóvenes.


Héctor: (Habla con rapidez.) Sí, y sólo una cosa más oficiales.


Oficial Kelly: Claro, dime.


Héctor: Si el mismo individuo que hizo la acusación vuelve a hacer algo como esto, no le crean; a ese sujeto le encanta hacer este tipo de bromas.


Oficial Kelly: Gracias por la información.


Héctor: Sí, hasta luego y gracias. (Se pone de pie y se acerca al abuelo.)


Fernando: (Se levanta y espera.) Hasta luego.


Oficial Bosques: (Camina hacia el abuelo y retira las esposas.) Cuídense de los familiares con tanto parentesco, mis muchachitos.


Abuelo: (Mueve un poco las muñecas y ahora se despide con un ademán exagerado.) ¡Auf Wiedersehen!


 


(Los tres abandonan la jefatura de policía. Héctor y Fernando entran al auto, pero no pueden arrancar porque el abuelo está tendido sobre el cofre del carro.)


 


Héctor: (Gritando por la ventana.) ¡Abuelo! ¿Qué hace?


Abuelo: (Sin moverse de su sitio.) ¿Puedo ir con ustedes?


Fernando: (Por la otra ventana.) ¡No!


Abuelo: Pero seré un buen niño, se los prometo.


Héctor: Abuelo, ¡Quítese! 


Abuelo: ¡No! ¡NO! (Se pone a llorar como si todo se hubiera terminado para él.)


Héctor: (Cierra la ventana, mientras que Fernando hace lo mismo.) ¿No sientes un poco de lástima por él?


Fernando: (Voltea hacia Héctor y habla exaltado.) ¿Estás loco, Héctor? ¡Me robó! ¡Me estafó! ¿Y todavía tiene el descaro de pedirme ayuda?


Héctor: (Analiza y luego habla con calma.) Cierto, pero… (Mira al abuelo que ahora está con la cara estampada en el parabrisas.) Tan sólo míralo, se ve desolado.


Fernando: (Suspira.) Rayos, maldito abuelo.


Héctor: (Abre la ventana.) Abuelo, ¡súbase!


Abuelo: (Se levanta con rapidez y corre hacia la puerta del auto, entra y se sienta atrás. Su rostro muestra plena tranquilidad.) Gracias, ustedes son muy buenos nietos, prometo regalarles un gato.


Fernando: (Molesto.) ¿Un gato?


Héctor: Ya tenemos un gato.


Abuelo: (Fingiendo interés.) ¿De verdad?


Héctor: Sí.


Abuelo: ¿Puedo comerlo?


Fernando: (Gira un poco y encara al abuelo.) ¿Abuelo? ¿Qué rayos le pasa?


Abuelo: (Contempla a su nieto con seriedad.) Fer, necesito disculparme contigo.


Héctor: Ni aunque le ruegue lo perdonará. (Enciende el auto y comienza a conducir rumbo al departamento.)


Abuelo: (Se acerca al asiento delantero y suplica.) Por favor, Fer, no volveré a aprovecharme de tu buen corazón.


Fernando: (Ignora las acciones del abuelo y contempla hacia el frente.) ¿Y qué está haciendo en estos momentos?


Abuelo: (Sonríe con descaro.) Este…pues estoy sentado en la parte trasera del auto.


Fernando: ¡Abuelo!


Abuelo: (Se mueve como un niño pequeño que hace una rabieta.) Vamos, Fer, no puedes tratar así a tu querido abuelo.


Fernando: (Con un tono severo.) Es un descarado.


Abuelo: (Detiene la rabieta y cruza la pierna. Ahora luce como si todo estuviera bien.) ¿Puedo quedarme unos días con ustedes?


Fernando: (Exaltado.) ¡¿Qué?! (Voltea hacia atrás y arroja una mirada de enojo al abuelo.)


Abuelo: Sólo en lo que consigo comunicarme con un amigo.


Héctor: (Intenta sonar tranquilo.) Abuelo, ya no tenemos un cuarto disponible, ¿lo olvida?


Abuelo: Lo sé, pero puedo dormir con Fer.


Fernando: No querrá decir: “puedo dormir en el cuarto de Fer mientras que él duerme en la sala”, ¿verdad?


Abuelo: (Otra vez muestra una mueca sonriente.) Claro que no. Aparte, leer la mente es un crimen, mi niño.


Fernando: (Confundido.) ¿Qué?


Héctor: Abuelo, debería tener un poco de vergüenza.


Abuelo: (Bromeando.) ¿Por estar feo?


Héctor: No; por haber hecho lo que hizo. 


Abuelo: ¿Besar a un perro?


Fernando: (En shock.) ¿Entonces lo que decía el informe era cierto?


Abuelo: (Sonríe de forma más amplia y luego mira hacia la ventana.) … 


Fernando: (Regresa la vista al frente.) Bien, no quiero saber lo que sucedió después de que besó al perro.


Abuelo: (Mira a los jóvenes y otra vez contempla el exterior.) …


Héctor: Fer… 


Fernando: ¿Qué pasa?


Héctor: Tú decides.


Fernando: (Suspira y piensa.) …


Abuelo: (Habla de manera aleatoria.) Puedo lavar los trastes mientras estoy con ustedes, también puedo hacer la comida.


Fernando: No gracias, no quiero comer estofado todos los días.


Abuelo: Pero ya aprendí a cocinar nuevos platillos.


Héctor: (Dudando de manera genuina.) ¿De verdad, cuáles?


Abuelo: Pues…pan con mantequilla.


Fernando: (Casi con cinismo.) Ni para qué te molestabas en preguntar.


Héctor: Lo sé.


Abuelo: (Pretendiendo dolor y martirio.) ¡Fer! ¿Puedes hacerle el favor a tu querido abuelito de acogerlo unos días en tu departamento, en donde viven dos chicos lindos que me pueden tratar bien, mientras disfruto un poco de las comodidades de tu casa?


Fernando: (Suspira con fuerza para denotar su decepción.) Abuelo, usted está loco.


Abuelo: (Con burla.) ¿Quién está gordo?


Héctor: Recuerda que con él no se puede conversar. Es lo mismo que platicar con la pared.


Fernando: No, la pared por lo menos es sabia: guarda silencio; él no.


Abuelo: (Se acerca al frente y mira a los dos muchachos al mover la cabeza.) ¿Es un sí?


Héctor: Abuelo, a mí no me vea.


Abuelo: (Enfoca su atención en Fernando.) Querido nieto, ¿es un sí?


Fernando: (Titubeante.) Aparte, deberíamos consultarlo con Rodrigue, ¿no crees, Héctor?


Héctor: Cierto, él ahora es parte del departamento.


Abuelo: (Triunfante.) Oh, vamos; Rodrigue dirá que sí.


Fernando: No esté tan seguro.


 


(Al llegar al edificio del departamento, Héctor estaciona su coche junto al de Fernando y los tres bajan. Suben por las escaleras y arriban hasta el apartamento. Al entrar, notan que Rodrigue está viendo la televisión en la sala.)


 


Rodrigue: (Saluda de forma ecuánime.) Chicos, por fin llegaron.


Fernando: (Se acerca hasta el sofá y se sienta con pesadez.) ¿Algo nuevo?


Rodrigue: (Señala hacia la mesita del centro donde hay una caja de pizza.) Sí, ordené pizza. 


Abuelo: (Corre hasta la mesita y abre la caja para comenzar a comer. Habla con la boca llena.) ¡Pizza! ¡Pizza!


Rodrigue: ¿(Observa al abuelo.) ¿El abuelo? (Se dirige hacia Fernando.) ¿O me equivoco?


Fernando: (Asiente con la cabeza.) Sí, es el abuelo.


Rodrigue: Nunca lo había visto en persona.


Fernando: Y, no me digas, piensas que es irrefutable el parentesco.


Rodrigue: Por un momento lo pensé.


Héctor: (Camina hacia la sala y se sienta en el brazo izquierdo del sofá.) Te darás cuenta de que no son nada parecidos; uno es la evolución del otro…o yo lo pondría más como el retroceso.


Rodrigue: (Se burla un poco.) ¿El abuelo es el retroceso?


Héctor: Sí. 


Fernando: Oye Rodrigue, ¿sabes?, ocurrió un problema. (Agacha el rostro.)


Rodrigue: ¿Qué sucedió?


Fernando: (Levanta la cara y mira a Rodrigue.) Bueno, es una larga historia, pero en realidad, quería preguntarte si no te molesta que el estúpido de mi abuelo se quede unos días aquí.


Abuelo: (Ve a Rodrigue con algo de inseguridad.) ¿Puedo?


Rodrigue: (Mira al abuelo y sonríe.) No tengo ningún problema.


Abuelo: (Aplaude y celebra.) ¡SÍ!


Héctor: (Toca el hombro de Fernando.) Lo intentamos.


Fernando: (Un poco desilusionado.) ¡Rayos!


Rodrigue: (Regresa la mirada hacia los jóvenes.) ¿Eh?


Abuelo: (Se sienta en el sillón junto a Rodrigue.) De ahora en adelante, serás mi mejor amigo.


Rodrigue: (Con un tono amable pero cortante.) No, gracias, con que seamos conocidos me conformo.


Abuelo: Puedes ser mi aprendiz.


Rodrigue: (Incrédulo.) ¿Disculpe?


Héctor: (Se levanta y camina hacia las escaleras.) Iré a mi habitación; estaré trabajando, así que no me molesten.


Fernando: (También se pone de pie y se dirige hacia la cocina.) Yo iré a hacer algo para comer de postre.


Abuelo: (Se incorpora y se acerca a Fernando.) ¿Puedo ayudarte?


Fernando: No, usted se queda con su nuevo aprendiz.


Rodrigue: (Muy confundido.) ¿Espera, qué?


Abuelo: (Vuelve a su lugar y se queda sentado junto al muchacho.) Hola ,Rodrigue, me puedes decir abuelito.


Rodrigue: (Muestra inseguridad en su rostro.) …


 


(Al paso de unas horas. Suena el timbre; Fernando ignora a su abuelo y Rodrigue, quienes están sentados viendo la televisión, se dirige hasta la puerta y la abre. Se queda sorprendido al ver al muchacho frente a él.)


 


Fernando: (Con un tono amigable.) Vecino.


Lyle: (Sonriente.) Hola, ¿cómo estás?


Fernando: Bien…creo.


Lyle: (Muestra confusión.) Si interrumpí algo, me disculpo y me retiro.


Fernando: No, no, no es eso.


Lyle: ¿Entonces?


Fernando: No es nada… (Aclara la garganta y habla de la forma más cotidiana posible.) ¿Qué pasa? ¿En qué puedo ayudarte?


Lyle: Quería invitarte a una fiesta. Claudia y yo estamos organizando una fiesta de bienvenida. 


Fernando: ¿De bienvenida?


Lyle: En realidad es para celebrar que ambos tenemos un nuevo departamento.


Fernando: (Sonríe.) Suena muy bien.


Lyle: También pueden venir Héctor y su amigo Dustin, y el chico nuevo.


Fernando: Sí, yo les aviso.


Lyle: Será este viernes.


Fernando: Perfecto.


Lyle: Todo comenzará a las ocho, pero (muestra una sonrisa pícara,) si quieres, tú puedes venir antes.


Fernando: (Hace lo posible por ocultar su nerviosismo.) ¿D-Disculpa?


Lyle: (Desiste de su sonrisa.) Olvídalo. Entonces, nos vemos.


Fernando: Sí.


Lyle: Chao. (Se acerca más a Fernando y lo besa en la mejilla. Camina hasta la puerta del frente y entra a su apartamento.)


Fernando: Ah… (Se queda mirando algo sonrojado.)


Abuelo: (Ya está detrás de Fernando; contemplando la escena con un rostro de aceptación.) ¿Te gusta?


Fernando: (Se exalta un poco y cierra la puerta. Gira y encara al abuelo.) ¿Qué? ¿De qué habla?


Abuelo: (Se muestra muy neutral y casi real.) Se ve que es todo un conquistador.


Fernando: ¡Váyase a ver la tele con Rodrigue! (Empuja al abuelo y camina hacia la cocina.)


Abuelo: (Sigue a Fernando.) ¿Cómo se llama?


Fernando: No sé. (Ignora al abuelo y entra a la cocina.)


Rodrigue: (Sólo contempla la escena. Luego deja que el abuelo se siente a su lado. Finge que no vio nada.) ¿De quién hablan, abuelo?


Abuelo: (Cruzando los brazos.) Del chico que vive enfrente.


Rodrigue: El nuevo vecino.


Abuelo: (Hace un sonido con la garganta para simular que pensaba.) Interesante.


Rodrigue: (Decide cambiar el tema de conversación.) ¿De verdad no le molesta que le llame “abuelo”?


Abuelo: (Se relaja.) Abuelo está bien.


Rodrigue: Okey, abuelo, dígame una cosa.


Abuelo: (Mira a Rodrigue.) ¿Qué?


Rodrigue: ¿Odia a su nieto?


Abuelo: (Niega con la cabeza.) No, para nada. Yo lo quiero mucho; pero él a mí me detesta.


Rodrigue: (Suspira y dirige la mirada al frente.) … 


Abuelo: Oye, Rodrigue, ¿dónde está el chico güero que siempre está con Héctor?


Rodrigue: ¿Dustin Baker?


Abuelo: ¿Ese es su nombre?


Rodrigue: Sí, pero ahora que lo menciona. Es extraño que no esté aquí.


Abuelo: ¿Por qué?


Rodrigue: (Habla con seriedad.) Casi todo el tiempo está aquí en el apartamento o con Héctor.


Abuelo: (Se expresa con elocuencia.) Ese tipo no me cae bien.


Rodrigue: (Mira con impresión al abuelo.) ¿Por qué?


Abuelo: Tengo mis razones. Los abuelos siempre intentamos defender a nuestros queridos nietos.


Rodrigue: Pero Héctor no es su nieto, ¿o sí?


Abuelo: Claro que no, pero es como si lo fuera.


Rodrigue: Usted es muy raro.


Abuelo: Claro que no. Es el tiempo lo que me hace actuar así.


Rodrigue: Aun así creo saber la razón por la que no le cae bien Dustin.


Abuelo: (Sostiene la mirada de Rodrigue.) ¿Ah, sí?


Rodrigue: (Sonríe.) Es porque ha observado a Héctor cuando está con él.


Abuelo: Tengo mis fuentes y me han dicho ciertas cosas que han sucedido entre los dos; pero creo que ese güerito no es conveniente para mi querido Héctor.


Rodrigue: Le diré una cosa.


Abuelo: ¿Qué?


Rodrigue: Es mejor que deje que las cosas sucedan por sí solas, y si las cosas no salen como quería, por lo menos debe respetar las decisiones de ellos dos.


Abuelo: (Suspira con seriedad.) Pero, ¿cómo les digo?


Rodrigue: (Un poco confundido.) ¿Disculpe? ¿Decirles qué?


Abuelo: Lo que le sucedió a Paolo.


Rodrigue: (Intrigado.) ¿Le sucedió algo a Paolo?


Abuelo: Sí, pero… (Mira al frente.) Paolo no es capaz de decir las cosas tan fácilmente, por eso emplea métodos bastante raros para llamar la atención de ellos dos. Aunque ahora no funcionó.


Rodrigue: ¿Habla sobre el supuesto problema con la policía?


Abuelo: (Se pone de pie y se dirige hacia la puerta del balcón. Saca su teléfono móvil del pantalón.) Será mejor que me comunique con mi querido Paolo cuanto antes.


Rodrigue: (Sólo observa al abuelo.) Puede hablar aquí. No les contaré a ellos.


Abuelo: Descuida, usaré la terraza.


Rodrigue: Está bien.


Abuelo: (Abre la puerta pero no sale. Mira a Rodrigue.) No le digas nada de esto a ellos.


Rodrigue: (Sostiene la mirada del abuelo.) No lo haré.


Abuelo: ¿Me das tu palabra?


Rodrigue: Sí.


Abuelo: Gracias. (Sale hacia la terraza y cierra la puerta detrás de él.)


Rodrigue: (Sonríe para sí.) Esto es interesante. Muy interesante.


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