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Monotonía por black_leger

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Notas del fanfic:

Un regalo de cumpleaños sumamente atrasado.

No hagas de tu pasión una profesión. Aquella frase la escucho de un profesor en la universidad, no estaba seguro del contexto de esta, ni tampoco a que habían venido la frase, fue algo que escucho al pasar y de alguna forma se había grabado con fuego en su memoria, tal vez porque le pareció curiosa y en su momento la encontró ridícula, pero con el tiempo la había entendido a la perfección.


Si amas los videojuegos, no trabajes en su industria, si amas ayudar, no trabajes en el servicio a otros, si amas algo, no dediques tu vida a ello o terminaras odiándolo.


En cierto sentido le había pasado, al terminar la universidad no tenía idea a que hacer con su vida, mentiría al decir que había planeado algo siquiera, por ello, cuando Tord apareció con la fantástica idea de producir una película porno, acepto sin dudar, el sueño de cualquier adolescente o de cualquier adulto joven como él, sexo y mujeres hermosas, incluso si el pequeño proyecto de Tord de ingresar en la industria pornografía fallaba, habría cumplido con una de sus fantasías de adolescente, las cosas no fueron tan glamorosas como espero, Tord fue... especial, por decir menos, no, él no quería cualquier cosa, quería algo que estuviese más cerca de una película dramática que un video de "zorras lujuriosas" o "esposa abandonada y caliente".


Hasta ese día nunca imagino que tendría algún talento como escritor, su fuerte siempre estuvo en la filmación y edición, pero luego de suficientes noches en vela, una adicción a la cafeína y Tord respirando en su nuca, quejándose cada que presionaba una tecla, logro crear una historia y un guion. Poco intervino en la filmación de la película, Tord ya tenía gente para ello y apenas le permitió dar unas cuantas sugerencias, fue un verdadero dolor de culo, de vez en cuando se preguntaba de donde diablos era que el noruego había conseguido el capital, pero si había aprendido algo de sus años de amistad, era no hacerle preguntas de cuya respuesta terminaría prefiriendo no haber conocido.


Aun le era algo surreal pensar que una película pornografía llegara tan lejos, hasta el punto de ser considerada incluso arte y un perfecto equilibrio de drama y erotismo, él mismo se sorprendía de haber logrado algo como eso.


Todo fue cuesta arriba luego de eso, su vida profesional despego en algo que estaba lejos de su profesión y encontró en ello una verdadera satisfacción, aunque nada dura para siempre, podría decir que hizo de todo en su época dorada, no hubo nada que no hubiera probado al menos una vez, pero llegado al punto más alto se estancó y todo fue en declive en su vida personal, dejo de disfrutar de todo lo que llego a amar, las mujeres dejaron de satisfacerlo y pasar a los hombres no fue diferente, alcohol o drogas, incluso eso dejo de ser algo placentero, la vida que amo se volvió odiosa, vacía y falsa.


Lo único que evito que cayera en una total apatía fue convertir su trabajo en una actividad de tiempo, una estricta rutina encaminada a mantener su mente ocupada para evadir la absorbente sensación de soledad que en sus momentos de calma le ahogaban y aterraban. Siempre le sorprendería como es que Tord continuaba disfrutando de aquel estilo de vida tan frívolo que termino haciéndole odiar a haber hechos sus sueños realidad, aunque quizás no eran sueños, solo caprichos de un inmaduro adulto con mentalidad de adolescente, eran tan diferentes que era sorprendente que no solo fueran socios, sino amigos desde que Tord fueron puestos en la misma clases cuando niños, no lo envidiaba, Tord siempre se consideró alguien libre de cualquier compromiso que no fuera relacionado con él mismo, no le sorprendía viniendo de un ególatra como él.


Eran opuestos y quizás por eso fue por lo que se cansó tanto de tolo lo que la fama le trajo, ninguna de sus relaciones fue profunda, compañeros de una noche o ni siquiera eso, que luego le pedirían algo a cambio y se marcharían, en algún momento llego a odiar todo lo que le rodeaba a ser cruel y descarado, pero también eso le canso, solo se dedicó a huir y evadir cualquier lugar que le recordara su soledad y un día las cosas cambiaron.


Parpadeo un par de veces confuso de haber perdido toda noción de tiempo, sus ojos ardían tras mirar perdidamente la pantalla del portátil, tan solo había escrito un mísero párrafo en todo el tiempo que había estado encerrado en su oficina intentando continuar el borrador en el que llevaba días trabajando. Oficialmente estaba bloqueado, las ideas estaban en su cabeza, pero no encontraba la forma de plasmarlas en palabras, tratar de continuar era un absurdo.


Consulto la hora dándose cuenta de que apenas eran las diez de la noche, era tarde y temprano a la vez, temprano en comparación de las horas a las que solía marcharse para no tener que pasar tiempo a solar en casa, tarde respecto a su horario oficial de trabajo; se habría marchado hacía horas, pero la rutina era algo difícil de romper, pero lo haría con el tiempo, prueba de eso era encontrarse apagando su computadora para comenzar a preparar sus cosas para irse a casa.


Demasiadas cosas habían cambiado en esos años, su vida finalmente se sentía llena, su casa se sentía como un hogar y no como un hotel para pasar la noche antes de volver a trabajar a la mañana siguiente, todo parecía demasiado perfecto que algunas veces dudaba de la realidad, un perfecto cliché romántico, aunque quizás no el más emocionante de ellos.


Odiaba escribir clichés, pero no negaría que recurría a ellos porque funcionaban, las personas, por mucho que lo negaran y quisieran verses como esnobs elitistas, los amaban porqué secretamente anhelaban ser los protagonistas de alguna de esas historias en donde el tiempo se detenía al ver a aquella persona especial aparecer frente a ellos, y en aquella fracción congelada de tiempo, sentir que habían nacido para conocer a aquella persona; lo suyo no fue tan emocionante o extravagante como eso, él ni siquiera se supo en qué momento en el que se enamoró, un día simplemente se dio cuenta que no podía dejarle ir, que tenerlo en a su alrededor le daba un sentido a su vida y una razón para volver a casa, se sentía feliz tan solo de saber que él estaba su vida.


Salió tan silenciosamente de su oficina que más parecía un fantasma vagando por el solitario edificio, no tenían un guardia nocturno pues el sofisticado sistema seguridad instalado para mantener el lugar a salvo era más que suficiente, seguramente si las cosas no fueran de aquel modo, nunca se hubieran conocido, fácilmente podría llamar predestinación a ese conjunto de coincidencias que los llevaron a conocerse; fue uno de los tantos días en que se hallaba trabajando hasta tarde que cansado de sus tareas, pero sin deseos de abandonar el lugar, decidió estirar las piernas y tomar algo de aire fresco.


Lo encontró hurgando en uno de los contenedores de basura, no negaría que eso le hizo dudar en acercarse pues lo encontró desagradable, pero sintiéndose abrumado por la necesidad de un poco de compañía decidió acercarse, hasta ese día nunca había reparado en él a pesar de mirarle casi todos los días con un cartel en que se ofrecía a trabajar por comida, simplemente ignoraba su existencia, se ofreció a invitarle un café y algunas de las sobras de la cafetería mientras hablaban de cualquier cosa, no podía recordar lo que dijeron, pero se sintió cómodo a su lado.


Sin darse cuenta su presencia se volvió una constante en su vida, cada noche saldría a buscarlo y lo encontraría en los alrededores, esperándole con una sonrisa animada, como si hubiera esperado el día entero para verle, dios, aun continuaba recibiéndole cada día con aquella misma sonrisa que hacía que su corazón se acelerada hasta sentir que escaparía de su pecho; en ocasiones sentía que no lo merecía, que en su momento de mayor necesidad pudo haber hecho más por él que ofrecerle aquellos pequeños trabajos nocturnos pagados de su bolsillo que pudo haber hecho algo para ofrecerle un trabajo verdadero, algo mucho más estable con un salario verdadero, sin embargo, nunca estuvo en la posición de ofrecerle cualquier empleo que no fuera de actor y aun así ni siquiera podía garantizar que obtuviera el puesto aun si pasada las pruebas necesarias, al final todo dependería de la aprobación de Tord.


Siendo sincero consigo mismo, nunca se había perdonada meterlo en aquel mundo, el trabajo era una mierda la mayor parte del tiempo, horarios horribles, desgaste en cada forma posible, pero lo peor de todo eran el estigma social, se sintió asqueado de tan solo recordar la desagradable correspondencia que en algún momento llego a leer o las desagradables anécdotas de acosos que en más de una ocasión una de sus actrices principales le confió, un gesto de disgusto se formó en su rostro ante el recuerdo y deseo no haber pensado en ello.


Matt era un buen chico y no merecía recibir toda la parte horrible de aquel trabajo, suficiente había tenido ya con su vida en las calles, aun así, no era que aquello hubiera sucedido y, de todas formas, dudaba que hubiera aceptado el trabajo o quizás lo desesperado de sus circunstancias lo hubiera orillado a hacerlo, nunca lo averiguaría y prefería que aquel misterio continuara así, solo como una posibilidad que jamás ocurrió.


Fuera del edificio una briza helada le hizo estremecer y acurrucarse en su vieja bufanda roja, ya demasiado desgastada por el paso de los años, el clima le hizo recordar que en cuestión de días el invierno llegaría y eso solo significaba una cosa, se cumplirían ya tres años desde que vivían juntos, tres años y él apenas había sentido el pasar del tiempo.


Subió a su auto y emprendió su viaje de regreso a casa.


Nunca fue bueno recordando fechas especiales porque no las consideraba importantes, pero ahora era diferente. El primer año desde que empezaron a vivir juntos fue Matt quien le espero hasta la madrugada con una cena que se enfrió muchas horas antes de su llegada, no tuvo idea del porqué de aquella comida, pero estaba cansado y hambriento, así que no se lo cuestiono y no fue hasta varios días después que simplemente lo entendió, sin embargo estaba demasiado avergonzado de lo sucedido como para decir algo luego de tanto tiempo; el segundo año fue arrastrado a un viaje de negocios que duro semanas, esta vez sería diferente.


Tenía tiempo de sobra para pensar en algo y para reservar un par de días libres en su agenda, no tenía idea de que hacer, lo más fácil seria hacer una reservación en algún lugar, pero eso solo le ocuparía un pequeño momento de la noche y deseaba que pasaran el día juntos.


Freno cuando un semáforo cambio a rojo y procedió a dar un profundo suspiro frustrado, había escrito romance, crear una situación de ensueño que atrapara al lector fue una habilidad que pulió con los años y la práctica, cualquiera pensaría que sería un experto en el romance, pero era un fracaso asocial en todo sentido y que, de alguna forma se las arreglaba para no parecerlo. No era capaz de recordar haber estado en alguna relación que durara un año entero y ahora estaba por cumplir tres sin darse cuenta... Salto en su asiento cuando el sonido de un claxon le devolvió a la realidad antes de que apresuradamente se apurara a ponerse en marcha.


Conducir de noche era mucho más agradable que durante el día, el ritmo de ciudad era apaciguado y todos se volvía más llevadero, especialmente el tedioso camino a casa que solía llevarle poco más de una hora incluso con las calles despejadas, pero era lógico que su camino a casa durada tanto considerando lo alejado de su hogar.


Su vista se posó en su casa cada vez más cercana, aun desde la distancia era capaz de notar las luces de la planta baja encendidas y una sonrisa boba se formó en su rostro, sabía que estaba esperándole como cada noche que llegaba tarde del trabajo.


Cuando finalmente aparco, se estiro perezosamente y arrastro su bolso con la computadora, sintiendo como el cansancio del día se apoderaba finalmente de su cuerpo; con pasos lentos y el bolso colgando de su hombro sintiéndose más pesado de que lo era realmente.


—¡Tom!


La voz llego a sus oídos vivaz y llena de júbilo por su llegada, ni siquiera sus padres se escuchaban tan felices de verlo aparecer en casa luego de meses sin visitarlos.


No tuvo que esperar muchos antes de verse levantado del piso y encontrarse atrapada en un asfixiante abrazo de oso, ser consciente de que tan bajo y ligero era en comparación siempre era algo bochornoso, pero no por eso quería que el abrazo terminara.


—Llegas temprano.


—Es casi media noche.


—Lo sé, sigue siendo temprano.


No pudo evitar comenzar a reír ante la respuesta, era simple, pero ingeniosa, era temprano en una comparativa de las horas a las que solía llegar y en el momento en que el reloj marcaría las doce, serían los primeros minutos de un nuevo día, demasiado temprano para estar en casa.


Se dejo arrastrar hacia la sala, disfrutando de los pequeños mimos que Matt le daba a cada paso, ni siquiera se dio cuenta del momento en que le quito su bolso y cuando terminaron recortados en el sofá de la sala escuchando el parloteo del televisor, era tan fácil dejarse llevar y disfrutar de los momentos de su compañía que en ocasiones se sentía abrumado de darse cuenta de cuan vulnerable era ante él.


—¿Estabas estudiando? —pregunto apenas en un susurro mirando el montón de libretas colocadas sobre uno de los sillones de la sala.


—Haciendo tarea, solo unos problemas de cálculo, ¿sabes algo de eso?


—Ni siquiera recuerdo como sumar sin una calculadora.


El pecho de Matt subió y bajo con él encima, riendo de su pequeña tontería, un sonido alegre y despreocupado como él, su risa había cambiado demasiado desde la primera vez que la escucho, le gustaba aquel cambio, no había más de aquella incomoda timidez.


—No importa. Es sencillo, solo que aburre demasiado.


—La escuela siempre aburre —aunque un así en ocasiones le gustaría regresar a ella y repetir las mismas tonterías de su época de estudiante.


—A veces suele hacerlo, pero me gusto volver.


Estaba seguro de que de haber estado en la posición de Matt no habría regresado a retomar sus estudios, pero se alegraba que fueran tan diferentes en ese aspecto. Desde hacía un año que había comenzado con aquello y no estaba seguro si era muy pronto para preguntar si acaso planeaba continuar hasta tener una carrera, él no hubiera tenido la voluntad de querer retomar su vida desde el punto en que se viera obligado a dejarla, por eso no podría evitar aquella admiración que quizás nunca se atrevería expresar hacia su pareja.


—Tom.


—¿Sí?


—Deberías quitarte los lentes antes de dormir.


—No estoy dormido —respondió, solo para darse cuenta de que Matt estaba quitando sus gafas, se había acostumbrado tanto a ellas que a veces se olvidaba que las llevaba puestas.


—Claro, claro, pero sería mejor ir a la cama, el sillón es incómodo.


—Pero yo estaba cómodo.


—Me alegro por ti, pero mi espalda me dice lo contrario.


—¿Tan pronto y te sientes viejo?


—No más que tú.


—Ni siquiera me lo recuerdes —dijo mientras se incorporaba un poco sin llevar a levantarse completamente—. Por cierto, mañana tengo el día libre, ¿te gustaría salir?


—¿Me estas pidiendo una cita?


Sintió como su rostro se sonrojaba, aquel tono juguetón siempre lograba desarmarlo y dejarlo sin respuestas.


—Siempre luces lindo cuando te sonrojas.


—Eres el único que lo dice, tu solo puedes hacerme esto.


—¿Eso es sinceridad, Tom?


—Estas disfrutando esto, ¿verdad?


—Por supuesto que lo hago, me gusta cuando eres sincero, es dulce cuando lo eres, es por eso por lo que amo estos momentos. Solías parecer tan distante con todo que a veces parecía que no estuvieras aquí... tu... simplemente parecías triste.


Sintió su estomagó hundirse mientras la inquietud se apoderaba de él, ninguno de los dos solía ser realmente profundo cuándo hablaban y aquella repentina honestidad era inesperada, pocas eran las veces que Matt hablaba de aquella forma y si era sincero, le preocupaba.


—¿Sucedió algo?


Matt sacudió la cabeza de un lado a otro, parecía tranquilo mientras lo hacía, pero era obvio que había notado su inquietud.


—No, solo me hace feliz cuando tomas la iniciativa, sé que no es fácil que lo hagas y... No estoy muy seguro, ¿sabes? Solo se siente extraño ser así de feliz, como si no fuera demasiado bueno para ser real, pero sé que estas aquí, puedo tocarte, besarte, despertar contigo, amo estar en tu vida y ser parte de ella, ¿no crees que estoy siendo demasiado cursi?


No tenía palabras para responder, estaban atoradas en su garganta y estaba esforzándose por no comenzar a llorar.


Quería decirle cuanto lo amaba, cuanto había cambiado su vida desde que lo conocía, como le saber que estaba ahí le daba un motivo para pasar el día anhelando volver, pero era como si sus pensamientos y se negaran a formar una mísera oración coherente y su garganta a emitir hasta el más pequeño sonido, solo podía ocultar su rostro en el pecho de Matt, ni siquiera se atrevía a mirarlo a la cara.


—Yo también te amo, Tom.


Escuchar aquellas palabras le tranquilizaron, Matt no necesitaba escucharlo para saber lo que deseaba transmitirle con sus gestos.


Lo amaba y nunca había estado más seguro de eso.


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