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Facing the Sun por huesoehilo

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Notas del capitulo:

El que no se amotinen ya es un logro

A la mañana siguiente, Kayla casi le arrancó el brazo.

¨¡Quieres despertar de una maldita vez?¨ medio gritó medio preguntó, esquivando el manotazo flojo que Will le quiso dar.

Sagrado Apolo, estaba agotado.

¨¿Qué hora es?¨ gruñó mientras se estiraba.

¨Tarde. Quirón nos quiere a todos en el comedor.¨

Ah, claro. El anuncio oficial. ¿Cómo pudo haberlo olvidado? (No respondas.)

La reunión había terminado a las cinco de la mañana, y Quirón los había mandado a todos a dormir a sus cabañas un par de horas hasta que pudieran dar el anuncio al resto del campamento.

Soltó un par de palabrotas mientras se ponía shorts y una camiseta, ignorando las veinte mil preguntas que Kayla le lanzaba. La niña estaba, comprensiblemente, nerviosa.

¨Hermana de mi vida, enserio, no es nada apocalíptico.¨

¨¿Entonces porqué no me lo dices?¨ gimió ella, frustrada.

Tenía clases de química tras el desayuno, pero aún así cargaba el arco en la espalda y jugueteaba con la cuerda de manera nerviosa.

Will se pasó una mano por la cara.

Le descolgó el arco, la atrajo por los hombros y se sentaron en su litera, hombro con hombro y pelo rubio con pelo rojo/verde.

¨Te prometo que no es nada grave, ¿Si?¨ murmuro en su pelo, meciéndolos suavemente.

¨Es otra...¨ se cortó, con una vocecita que Will odiaba escuchar.

Era el miedo hablando a través de Kyla. Miedo, cansancio y resignación. Kyla no debería sentirse así: ni ella ni Austin, Lyra, Jasper o cualquiera de sus hermanos.

¨No, no, escúchame-¨ Will la tomó de los hombros con suavidad. Quirón podía meterse su secreto por donde su padre no brillaba: Kyla no merecía el miedo. ¨Es una competencia. ¿De acuerdo? Fuimos invitados a una competencia internacional… O sea, es más como una invitación que no se puede rechazar, pero no es nada grave. Sólo competirá un mestizo, de todas formas: el resto estaremos allí para apoyarlo.¨

¨¿Internacional? ¿Vamos a salir del campamento?¨

¨Si, pero ellos también tienen protecciones. Los monstruos no van a alcanzarnos.¨

¨¿Cómo puedes estar tan seguro?¨

Will no estaba seguro. Tres años de guerra le habían enseñado que la palabra ¨seguridad¨ era una mentira.

¨No estoy seguro de nada.¨ murmuró. Apretó a Kayla contra su pecho y pasó los dedos por su pelo. ¨Pero hemos sobrevivido a mucho. Podemos hacer esto.¨

Connor Stoll, a través de su megáfono, llamaba insistentemente a todos los campistas..

Will abrazó fuerte a su hermana, le besó la frente y luego ambos salieron de la cabaña.

 

El desayuno fue infernal.

Tener a ochenta niños comiendo saludable y sin iniciar batallas de comida jamás había sido una tarea fácil, pero aquel día, cuando Quirón se paró al frente de la mesa grande para comunicarles a todos los semidioses que su ¨año escolar libre de profecías¨ se había ido oficialmente al garete, Will de verdad pensó que habría un motín.

Por lo menos se había asegurado que todos los niños hicieran su sacrificio antes de que los platos de comida cayeran al piso de piedra.

Cuando el volumen de los gritos alcanzó niveles insoportables, Will se apiadó de su maestro y se llevó los dedos a la boca, soltando uno de sus chiflidos supersónicos.

¨¡Dioses, Will, avisa cuando vayas a hacer eso!¨ se quejó Kayla y dos docenas de campistas más, sobándose las orejas y lanzándole miradas asesinas.

Will puso su mejor sonrisa de inocencia y atrapó la manzana que un chico de Atenea, posiblemente Malcolm, le lanzó a la cabeza.

¨Lo hice: gritaban tan fuerte que no me escucharon.¨ mintió, sabiendo perfectamente que nadie iba a creerle.

¨Por lo menos podrías fingir que intentas mentir.¨ murmuró Nico. Comía en la mesa de Apolo desde que Will le había hecho una nota de ¨en mi opinión medica ...bla bla bla...¨, cosa que hacía que perderse en sus ojos oscuros y sonrojarse hasta las orejas fuera doblemente fácil. (Considerando el historial de su padre, Will creyó que aprobaría su movimiento.)

Will sonrió de lado.

¨Eh, no se mentir. ¿Porqué esconderlo?¨

Nico rodó los ojos con hastío, pero Will podía jurar que, bajo esa mueca de hartazgo, sonreía.

Quirón también regañó a Will, pero le agradeció por intervenir. Pronto, todo el campamento sabía sobre el mundo de la magia, el campeonato y las reglas que los consejeros habían establecido.

Previsible mente había muchos campistas enfadados, tanto por tener que irse del campamento como por la osadía de los consejeros de preocuparse por su bienestar (Will incluso vio a un par de chicos de Ares, chico y chica, intentar abalanzarse sobre Sherman y ser detenidos por sus hermanos). De cualquier manera no podían hacer nada: a menos que una profecía dijera lo contrario, los consejeros tenían la última palabra sobre sus hermanos. Y los oráculos llevaban tiempo sin funcionar, así que las posibilidades de que pudieran llevarles la contra a los jefes de las cabañas eran muy pocas.

Además de eso, Quirón sorprendió a todos los campistas con un par más de noticias: la primera era que Lady Hécate volvería al campamento para hablar ella misma con los semidioses, y la segunda era que tenían que esconder su naturaleza semi-divina.

¨¿Tenemos que fingir ser magos?¨ susurró su hermana Lyra, con el ceño fruncido.

Su hermanito Héctor, uno de los bebés del campamento con cinco años recién cumplidos, expresó los pensamientos de, posiblemente, el grueso de los ochenta campistas permanentes.

¨Nos van a descubrir en cinco minutos.¨

Will no pudo estar más de acuerdo con el niño.



Enviar a tres semidioses en una búsqueda era una cosa.

Movilizar a todo el campamento para una excursión de varios meses en medio del periodo escolar… Will había estado en batallas menos complicadas.

Entre la lista de tareas que Quirón pegó en una de las columnas (Y donde Will se apresuró a anotar un 7-13 en el ítem ¨Enfermería¨) estaba el pequeño problema del traslado de ochenta niños a Escocia.

Hacer un barco volador en dos semanas era imposible. El Argo II tardó varios meses en construirse, y la cabaña de Hefesto había contó con Leo Valdéz como principal ingeniero.

Lou Ellen dio con la solución justo después del desayuno/anuncio oficial al campamento/amago de motín. Aún quedaban varios chicos en las mesas (incluyendo a Nico y Will, enfrascados en una discusión sobre la superioridad de café italiano a cualquier otro.)

¨¡Magia!¨ gritó mientras se paraba, dando vueltas un vaso de jugo en el proceso.

Uno de sus hermanos se apresuró a limpiar el desastre, mientras que un campista de Demeter dijo ¨Si, chica, recibimos el memo.¨

¨¡No, idiota! Nyssa-¨ la chica levantó la cabeza de su baggel- ¨Anoche dijiste que era imposible construir otro Argo, ¿Cierto?¨

¨… ¿Si?¨

¨¡No tenemos que construirlo! ¡Sólo tenemos que reacondicionar un trimerre!¨

Nyssa dejó su comida en la mesa, se echó hacia atrás y se pasó la mano por el pelo.

¨Es una posibilidad… pero aún así necesitaríamos meses para que pudiera volar.¨

¨Por eso te digo: magia.¨

Nyssa, con dos horas de sueño y ojeras casi tan oscuras como las de Nico, parpadeó confundida. Lou Ellen fue hasta ella y se la llevó del brazo, no sin antes revolver el cabello de Harley.

¨¿Qué acaba de pasar?¨ susurró Austin, con el tenedor de hotcakes a medio camino de su boca y goteando jarabe de arce en sus pantalones.

¨Creo que las chicas van a resolver el problema del transporte.¨ dijo Will, encogiéndose de hombros.

¨Yay.¨ murmuró Kyla.

¨Una cosa menos.¨ suspiró Nico. Estiró los brazos sobre la cabeza, tanto que la camiseta se le subió un poco, revelando una fina línea de piel pálida.

Will casi se ahogó en su taza de café. Sintió el sonrojo incluso antes de que alcanzara su cara.

Dioses, Nico iba a matarlo.

Ignoró las risitas de sus hermanos y la mirada confundida de Nico y se levantó, despidiéndose de todos y huyendo a la enfermería.

Quirón ni siquiera intentó hacerlos entrar al salón de clases luego del alboroto, así que Will pudo encerrarse en la enfermería y comenzar a preparar los suministros para la seguidilla de campistas heridos que estaba seguro que empezarían a llegar.

Después de todo, lo único peor que un niño hiperactivo con una espada era un niño hiperactivo con una espada y mucha frustración.

No anduvo muy lejos de su estimación: a las nueve de la mañana un trío de niñas de Afrodita entraron a buscarlo para que arreglara un par de costillas rotas en la arena de lucha libre, y desde allí se pasó toda la mañana corriendo de un sitio a otro, alternando la curación de Apolo con medicina mortal y varias dosis de ambrosía.

Casi a la hora de almuerzo, Nico lo encontró en el campo de tiro en pleno proceso de extraer una punta de flecha.

¨¡Hola Nico! ¿Qué haces aquí?¨ lo saludó, alegremente, mientras giraba delicadamente el brazo de Julio Espinoza para ver bien cómo sacar el proyectil.

Nico hizo el espectáculo de silbar cuando vio el brazo del chico.

¨Wow, ¿Cómo te hiciste eso, chico?¨ le preguntó, debidamente ignorando que Julio lloriqueaba en el hombro de su hermana Viviana.

El niño ni siquiera intentó responder, gimiendo de dolor y miedo mientras su hermana lo consolaba.

¨Practicando el tiro con arco.¨ contestó Will, en su lugar. ¨Le dí un vistazo a la diana y no está nada mal, Julio. Estas cosas pueden pasar, pero te prometo que en un par de meses podrás darle al centro de la diana siempre.¨ hablaba en el tono tranquilo y afable de sanador que llevaba años perfeccionando justamente para ocasiones así.

¨Si quieres ver a alguien realmente terrible en el tiro con arco deberías ver al Doctor Solace practicando.¨ dijo Nico, apoyando una mano en el hombro de Will.

Julio soltó una risita entre sus sollozos, y Will saltó de inmediato a la broma.

¨Oye, no soy tan malo.¨

¨No sabes mentir, Solace.¨

¨Ni tú ser amable, di Angelo.¨

Entre las bromas de Will y Nico y el consuelo de su hermana, Julio superó su primera herida del campamento con un vendaje en el brazo, una punta de flecha para el recuerdo y una calcomanía de uvas en su frente. Ambos hermanos agradecieron a Will y se alejaron juntos, con Viviana atrayendo a Julio a un medio abrazo.

¨Uff. Eso tardó.¨ dijo Will, haciendo crujir su cuello.

¨Te he visto sacar flechas en diez segundos, Will, ¿Porqué tanto teatro?¨ preguntó Nico. Tenía las manos en los bolsillos y la espada negra colgando del cinturón, simplemente esperando mientras Will se frotaba las manos sangrientas en toallitas de cloro.

¨Era la primera herida de Julio: siempre intento tratar bien a los novatos, no me gustaría que venir a mí sea un motivo de trauma.¨ explicó Will. Hizo una bola con las toallitas y las metió en una bolsa de plástico.

¨Que considerado.¨

¨Sé que no ayuda mucho, dioses, todos los que llegan vienen traumados y con trastorno del sueño y todo, pero… ya sabes, no quiero ser quien contribuya a eso.¨ terminó, torpemente, clavando la vista en su maletín.

En algún momento posterior a Manhattan, Cecil depositó en sus confundidas manos un maletín de médico grande y de cuero. El chico simplemente dijo ¨te hacía falta¨ y volvió a su clase de artesanía. Jamás le dijo de dónde lo robó. Era más difícil de llevar que su botiquín o su bolsa de médico de campaña, pero le cabían más cosas y era gracioso, con toda esa seriedad de un médico real y todas las pegatinas con que Will lo cubrió.

También le daba a Will una excusa perfecta para ocupar las manos. Ya sabes, sería una vergüenza que ellas decidieran por su cuenta ir y tomar la mano de Nico di Angelo.

¨Eh… ¿Querías verme?¨ preguntó Will.

Por lo menos, Nico también parecía nervioso, Hades sabría por qué.

¨Si… Quirón nos quiere a todos los consejeros en la Casa Grande luego del almuerzo.¨

¨¿Otra vez?¨ se quejó Will, y luego recordó. ¨Oh, tiene que ser por Hécate.¨

¨Algo así me imaginaba. ¿Vienes a comer?¨ señaló la dirección del comedor con la cabeza.

Will asintió, y ambos volvieron al comedor a paso ligero.

Will sacrificó la porción de quiche de verduras con más champiñones que tenía en el plato y su fresa más bonita, susurrando un ¨Apolo¨ quedo.

De la misma forma en que hacía meses, no sintió nada. Ni una suave melodía de lira, ni un segundo de calor de rayo de sol, nada.

Los chicos de Hefesto podrían quejarse de su mala suerte todo lo que quisieran, pero su padre respondía a sus plegarias. Los hijos de Apolo estaban solos.



Will comenzaba a odiar la sala de juegos. Llámalo reflejo pavloviano, pero pasarse un año planeando una guerra junto al mismo grupo de adolescentes agresivos tendía a condicionarel odio en cualquier chico.

El consejo en pleno esperaba a Quirón y Lady Hécate, todos con mejor humor que en la noche/madrugada. Viviana incluso abrazó a Will por la cintura, agradeciéndole por lo de su hermano.

¨Creo que no los traumaste.¨ murmuró Nico, burlón, mientras la niña se acurrucaba al lado de Miranda Gardiner, con un sonrojo notable que el consejo tuvo la decencia de ignorar.

¨Oh, cállate.¨

No pudieron bromear mucho más. De un momento a otro, Lady Hécate entró en el cuarto de juegos de la Casa Grande y todos los semidioses se apresuraron a arrodillarse ante ella.

¨Levántense criaturas, conmigo no son necesarias tales formalidades.¨ dijo ella, directa al lugar habitual de Quirón en el extremo de la mesa. Con una floritura de mano hizo aparecer un trono de madera chapado en joyería y cubierto de runas extrañas.

La diosa en sí lucía educadamente indiferente, con el mismo pelo oscuro que su hija Lou Ellen lleno de trenzas y cuentas de colores. Si Hécate era igual a su hija, cada cuenta era una poderosa maldición al alcance de la mano.

Will y los demás se incorporaron rápidamente, incluida la propia Lou Ellen, a quien Malcolm le había cedido su asiento en el lado derecho de la diosa.

¨Lady Hécate desea conocer los acuerdos a los que el consejo ha llegado.¨ indicó Quirón, rodando suavemente hasta el lado opuesto de la mesa, justo al frente de Hécate.

Una serie de miradas se compartió entre los semidioses, y Sherman Yang le pegó un suave empujón a Lou Ellen, que se miraba las manos en una extraña mansedumbre.

¨Oh, este.. Madre, el consejo está de acuerdo en participar en el Torneo mágico, pero hemos tomado la decisión de que sólo podrán ofrecerse como campeones aquellos que sean líderes de cabaña, independiente de su edad.¨

Era un resumen bastante bueno. Will lo habría hecho infinitamente peor.

Hécate observó sus uñas negras, como si estuviera contemplando aceptar sus términos o convertirlos a todos en sapos.

¨¿Es todo?¨ preguntó finalmente, aún con voz neutral.

¨Si Madre, es nuestra única petición.¨

Nyssa Barrera carraspeó en el fondo.

¨Bueno, no lo único, pero la segunda es más accesoria.¨

Hécate parpadeó.

¨Ya veo… Hija mía, ¿Hay alguna razón por la que fue impuesta esta condición?¨

¨Nosotros… Nosotros poseemos más experiencia en combate que nuestros respectivos hermanos, Madre, por eso creemos que el campeón debe salir de entre los campistas más capaces.¨

Viviana se removía en su silla, incómoda. Hécate lo notó, pero no dijo nada.

¨Bueno, es una petición justa. No es una regla del Torneo sino de los organizadores, por lo que puede hacerse la excepción.¨

Un suspiro colectivo de alivio se extendió por toda la sala. Incluso las gemelas Victor parecían aliviadas.

Hécate luego hizo el discurso estándar de un dios que venía a encargar una misión, hablando sobre la importancia de mantener los contratos mágicos, la gloria de cumplir misiones para los dioses, etc. Will tenía la sospecha que ni ella se lo creía, pero obviamente no dijo nada.

Les habló de todos los hilos que tuvo que mover para registrar al ¨Campamento Mestizo¨ como una escuela de magia en el Gobierno Mágico Estadounidense, y todas las cartas que tuvo que enviar para ¨recordarles¨ a los organizadores que tenían que invitar a dicha escuela.

Finalmente se sacó del bolsillo del vestido una carta gruesa, de esas antiguas con sello de cera que Will sólo había visto en películas, y la mandó flotando hasta Quirón.

¨Es la invitación oficial.¨ explicó la diosa. ¨Escrita de la mano del Director de la escuela cede, Hogwarts.¨

Viviana ahogó una risita. En su defensa, era gracioso.

¨En ella se explica todo lo que yo les expliqué, pero desde la perspectiva de este mago. Lou¨ se dirigió a su hija, que de pronto parecía querer desaparecer. ¨He mandado cartas a Illivermorny. Ni tú ni tus hermanos asistirán este año.¨

Lou hizo un sonido estrangulado, pero no se quejó. Will sintió un destello de tristeza por ella: la chica siempre se quedaba hasta el solsticio de invierno en el campamento y luego volvía a su escuela mágica, y aquel año no podría hacerlo. Un régimen extraño para cualquier escuela, pero su mamá era, literalmente, la diosa de la magia: Will supuso que Lou Ellen podría faltar todo el año a la escuela y aún así pasaría de curso.

La reunión concluyó rápidamente luego de aquello, con Hécate despidiendo a todos los semidioses menos a su hija y Nyssa Barrera.

Si fuera sólo Lou Ellen, Will podría haber pensado que la diosa quería tiempo a solas con su hija mayor; sin embargo, la presencia de Nyssa le hacía creer que tenía más que ver con su conversación en el desayuno.

Pasó toda la tarde en la arena de espadas viendo a Nico pelear. Bueno, en realidad estaba allí en su calidad de médico jefe del campamento, y además tenía entre las rodillas su material de matemáticas, así que técnicamente estaba estudiando… ¿A quién quería engañar?

Nico era impresionante de ver. No desperdiciaba ningún movimiento, frenando el bronce con su hoja negra y desarmando a todos los campistas que se atrevían a retarlo… y sin embargo había cierta belleza en su forma de pelear: todos sus movimientos eran efectivos, pero no eran brutales como los de los niños de Ares, sino tan suaves que parecían pasos de baile.

Nico derribó a una chica de Demeter, recogió la espada de bronce y cruzó ambas sobre la garganta de la chica, y Will se sorprendió pensando que él debería estar bajo esas espadas.

No tendría oportunidad.

Will no era un buen guerrero y jamás había podido desarmar a alguien con una espada. Contra cualquier otro campista se negaría de plano o pelearía por las risas, pero con Nico no podría hacer nada. Estaba seguro que sólo una mirada de sus ojos oscuros lo haría tirar la espada y suplicar por piedad.

O por un beso.

Will ahogó un gemido entre las páginas de su cuaderno de matemáticas.

Dioses, Nico de verdad iba a matarlo.



En la cena, Will sacrificó un trozo de barbacoa y una tartaleta de moras a Apolo. Otra vez silencio.

Se sentó entre Nico y Austin, ahogando sus penas en soda de fresa.

¨¿Mal día en el trabajo?¨ bromeó Austin, dándole una palmada en la espalda.

¨Oh si, ya sabes, tuve que reinsertar un pulgar. El mismo que ayer arreglé, debo decir.¨

¨Qué asco¨ dijo Héctor, arrugando su naricita.

¨Oh, criatura, ¡qué desdichado eres!¨ dijo Kyla, dramáticamente. Héctor le sacó la lengua.

Kyla hizo lo mismo.

Will carrasperó.

¨Chicos, miren.¨ señaló la mesa grande, donde Quirón parecía a punto de dirigirse a sus estudiantes. Al lado del centauro estaban Nyssa y Lou Ellen, ambas cargando pilas de papel de diseño industrial.

¨Semidioses, Lady Hécate aceptó apoyar el plan de Nyssa y Lou Ellen para llevarnos a todos a la competencia.¨

El centauro retrocedió varios pasos, dejando que ambas chicas se llevaran toda la atención de ochenta semidioses adolescentes.

¨Este...¨ dijo Nyssa, cohibida.

Harley gritó un ¨¡Tu puedes, Nyssa!¨ desde la mesa de Hefesto.

Varias chicas de Afrodita arrullaron al niño, pero Nyssa seguía sin hablar.

Lou Ellen, entonces, soltó una mano para apretar suavemente el brazo de Nyssa y se volvió al comedor.

¨¡Haremos otro barco volador, más mágico que nunca!¨ anunció.

Los campistas se alborotaron. Nico se acercó al hombro de Will y le susurró un ¨Pues tenías razón, Solace.¨

Un escalofrío recorrió la espalda de Will y no pudo contestar.

Nico de verdad iba a matarlo.

Notas finales:

jamás estudien derecho, es un pozo de desesperación, drogas y vino


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