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Facing the Sun por huesoehilo

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Notas del capitulo:

Harry no iba a acercarse a ese cáliz.

Para nada.

No, no iba a pasar.

(Spoiler alert: pasó).

Ese año, el 31 de octubre cayó un sábado.

Rompiendo todo aspecto de normalidad, Harry, Ron y Hermione bajaron a desayunar temprano, al igual que gran parte de sus compañeros de casa.

En el Gran Salón ya había más de un centenar de chicos, y seguían llegando más. Muchos mordisqueaban tostadas y cuchicheaban sobre sus tazas de té, y todos miraban el resplandor del fuego del cáliz, que bañaba las paredes del vestíbulo con su trémula luz azul.

Habían dejado al cáliz encima del taburete del Sombrero Seleccionador (Harry se preguntó si alguien le había preguntado su opinión al susodicho) y una fina línea dorada formaba un círculo a su alrededor de tres metros de radio. Una bandada de niñas de primer año con batas sobre sus pijamas miraban el cáliz como hipnotizadas, todas agrupadas en una esquina y sobándose los ojos como si en cualquier momento alguna pudiera caer dormida.

Ron le preguntó a una de ellas si alguien de Hogwarts ya había puesto su nombre. La chica bostezó antes de responder.

¨Nadie de Hogwarts, pero si algunos de Durmstrang...¨

Eso fue suficiente para que Ron arrastrara a sus amigos a unos escalones cercanos. Su amigo traía la mochila de clases, pero a juzgar por su volumen Harry suponía que lo único que traía era un cuaderno y una pluma.

¨Si fuera a presentarme al torneo habría dejado mi nombre de madrugada.¨ pensó Harry en voz alta, cuando los primeros chicos de Hogwarts se aventuraron a cruzar la línea. Hermione murmuró en acuerdo.

Los tres amigos aplaudieron junto al resto cuando unos pocos estudiantes de sexto año arrojaron sus nombres en el cáliz, entre ellos Cedric Diggory, que fue empujado entre risas por un par de amigos hasta el límite del círculo.

Luego tuvieron que sostener a Ron cuando Viktor Krum, flaqueado por Karkarov, entró a dejar su nombre en el cáliz. Harry juraba que al menos la mitad de las chicas y Ron estuvieron a punto de desmayarse bajo su mirada de cejas pobladas y su andar rengueante, aunque a Harry le parecía que el chico en realidad lucía bastante incómodo con toda la atención.

Vamos, que sabía lo que era estar siendo observado todo el tiempo, podía entenderlo.

Al rato, un grupito de risueños sextos años de Gryffindor comandados por los gemelos Weasley y Lee Jordan irrumpieron por el pasillo.

¨¡Ya está!¨ dijo Fred a Harry, Ron y Hermione, colgando de los hombros de George y Lee. ¨Ya nos la tomamos.¨

¨¿Qué cosa?¨ preguntó Ron.

¨La poción para envejecer, idiota!¨ respondió Fred.

¨Una gota cada uno, ¡sólo necesitamos unos meses!¨ explicó George.

¨Si uno de nosotros gana, nos repartiremos el premio entre los tres.¨ añadió Lee, chocando las palmas con ambos gemelos.

¨No va a funcionar.¨ advirtió Hermione.

Los tres sextos años se volvieron hacia ella a la vez.

¨¿Ah sí? ¿Y en qué fallaríamos?¨ preguntó Lee.

¨Hicimos la poción.¨ dijo Fred.

¨Y los cálculos.¨ dijo George.

¨Esa línea la dibujó Dumbledore, ¿No creen que habrá previsto que tres adolescentes intenten desafiarlo?¨

¨Mujer de poca fe.¨ se lamentó Fred. ¨Bueno chicos, hay que demostrale a esta incrédula lo que tres mentes maestras pueden lograr.¨

Hermione bufó.

Los tres amigos saltaron la línea a la vez y, uno a uno, dejaron caer trozos de pergamino en el Cáliz.

Todo eran celebraciones hasta que los tres fueron despedidos con una chisporroteo del círculo, aterrizando en la piedra y llevándose de recuerdo una bonita barba blanca.

Mientras el trío iba a la enfermería partidos de risa, entre Harry y Hermione lograron arrastrar a Ron a la mesa de Gryffindor para desayunar mientras este se lamentaba profundamente el no haberle pedido un autógrafo a Krum.

Otra vez.

Como siempre, la decoración de Hogwarts incluía una nube de murciélagos revoloteando en el techo del Gran Salón y miles de calabazas talladas con sonrisas espeluznantes, acechándolos desde los huecos de las ventanas y las vigas del techo. De hecho, este año parecían haber más de lo común, lo que hizo que Harry recordara lo que el Señor Weasley le había dicho en los mundiales, lo de que los magos no podían resistir la ostentación.

Se sentaron junto a Dean y Seamus, que cuchicheaban sobre los estudiantes de Hogwarts que se habían postulado.

¨Oí que Warrington, el oso ese de Slytherin, se levantó temprano para echar su nombre.¨ le dijo Dean a Harry, entre bocados de huevos con tocino.

¨Ugh, espero que no salga alguno de Slytherin.¨ dijo Harry, disgustado. Warrington era uno de los pocos estudiantes que repitieron el año, y aunque las malas lenguas decían que durante sus tres primeros años era un estudiante decente, todos convenían en que después del incidente de la bludger quedó irremediablemente tonto.

Harry no sabía a qué se referían con ´incidente de la bludger´, y esperaba jamás saberlo.

Luego felicitaron a Angelina Johnson, una chica negra y alta de Gryffindor que jugaba en el equipo de quidditch con Harry y los gemelos. La chica parecía algo avergonzada de la atención, pero agradeció el apoyo de todos, especialmente el de Hermione.

Entre que desayunaban vieron a la delegación de Beauxbatons arrojar sus nombres al Cáliz, con Ron y media población masculina suspirando cuando la chica veela, con movimientos gráciles de bailarina, dejó caer su nombre en el fuego.

Hermione fruncía el ceño.

Oliéndose la pelea, Harry propuso ir a visitar a Hagrid (¨¿Para que nos pida los dedos como alimento para sus escregrutos? Ok, no me mires así...¨), pero un aullido de risa cortó su conversación. Harry, Ron, Hermione, Dean y Seamus, junto con muchos otros estudiantes, se asomaron al pasillo para ver la conmoción.

¨Americanos.¨ declaró Ron, seco. ¨Tenían que ser los americanos.¨

Efectivamente, eran los americanos.

Eran sólo una veintena de adolescentes, y como Harry reconoció a di Angelo, Solace y Yang, supuso que debían ser todos los capitanes de cabaña. Quirón, el centauro, no se veía por ninguna parte.

Iban en grupos de tres o cuatro, con Yang caminando de la mano con una de las chicas de las coronas de flores en la parte de atrás y un par de gemelas de pelo oscuro a la cabeza, empujándose entre sí y discutiendo en un idioma que Harry no conocía.

Sólo un par de ellos parecían en edad de competir, incluyendo a un chico con una gran chaqueta de invierno y una bandana de Brasil, que se abrazaba a sí mismo y castañeaba de frío.

Solace, que hablaba alegremente con una chica con el pelo lleno de cuentas, saludó a Harry y sus amigos.

Ron estaba a punto de lanzarse a estrangularlo.

¨¡Chicos!¨ gritó un chico de gafas, llamando la atención de todos sus compañeros americanos. Tenía el pelo rubio grasiento y acerado y vestía como un estudiante universitario arruinado, con jeans llenos de marcas de bolígrafo y una camisa de cuadros demasiado grande sobre su camiseta naranja. ¨¿Todos traen sus nombres?¨

Un coro de ¨¡si!¨ recorrió al grupo de americanos.

¨¿Están en inglés?¨ volvió a preguntar.

Hubo un par de afirmaciones, pero la mayoría de ellos se sacó los trozos de pergamino del bolsillo para verificarlo.

¨Hermione, corrígeme si me equivoco, pero en América se usa el ingles, ¿Verdad?¨ preguntó Ron.

¨Pues… si. No sé porqué tendría que recordarles...¨ respondió ella, al mismo tiempo que varios americanos gruñían y pedían, entre ellos, papel y lápiz.

¨Nos enseñan griego.¨

Los tres amigos saltaron. Detrás de ellos, un chico sonreía maliciosamente.

Debía tener su edad, más o menos, con ojos y pelo castaño y una cara que gritaba problemas. Traía la camiseta del campamento sobre una camiseta de manga larga, jeans cargo y el cinturón más desagradable que Harry había visto, además de un cuaderno de espirales y el trozo de un lápiz bic que debía ser más plástico retorcido que tinta.

¨Cecil Markowitz.¨ se presentó, ofreciendo su mano para el apretón ritual.

Hermione los presentó a todos (Ron respondió gruñendo) y luego preguntó porqué, en el nombre de Merlín, tenían que aprender griego.

¨Bueno, somos disléxicos, y en el campamento descubrieron que, a diferencia del inglés, en griego las letras no se mueven, así que todos somos bilingues.¨ explicó. ¨Bueno, en realidad no solemos hablar en griego, ¿Y casi no podemos entender el inglés escrito? No sé si eso se puede considerar bilingüe o monolingue+1/2 monolingue distinto...¨

Harry no entendía nada. A su lado, Ron también parecía completamente perdido.

Por el lado americano alguien había hecho circular una libreta y un lápiz, y ahora estaban usando la espalda de una niña de la edad de Ginny para escribir.

¨De todas formas, ¿Quieren entrar a las apuestas?¨ preguntó Markowitz.

¨¿Ah?¨

¨Llevamos las apuestas.¨ explicó el chico, más animado, abriendo su cuaderno en lo que claramente era una tabla escrita en griego.

De un vistazo, Harry notó varios americanos más entre los estudiantes de Hogwarts, todos con cuadernos como el de Markowitz.

Increíblemente, Hermione no lo regañó por hacer algo evidentemente ilegal: en cambio, se inclinó hacia el cuaderno con expresión curiosa.

¨¿Quién va ganando las apuestas?¨

Markowitz soltó una carcajada alegre.

¨¡Ya decía yo que tenías aires de listilla! A ver, una apuesta segura siempre son las Victor: son devotas de Niké, la diosa de la Victoria, por lo que son bastante competitivas. Luego está Sherman Yang, que para ser de Ares no es cabezota; Connor Stoll es un veterano, y en mi opinión una apuesta muy sólida y versátil… Pero aquí entre amigos, yo mismo aposté por Nico di Angelo. Ese chico es de la generación anterior de campistas exitosos, pero era tan joven que cuando se fueron a la Universidad, quedó con el recambio. ¡La apuesta base es de dos dracmas!¨

¨Oh, ¡pero nosotros no usamos dracmas!¨ se lamentó Hermione, debidamente apenada.

¨No importa: para efectos del cambio, estamos pasando un galeón por un dracma. ¡Uno a Uno! Ni con los dólares consiguen mejor trato.¨

Hermione le lanzó una mirada nerviosa, y Ron tenía el ceño fruncido.

Harry suspiró.

¨¿Aceptas que te pague después?¨ preguntó, y de pronto estuvo firmando en inglés una larga lista de nombres en caracteres griegos. Luego, Markowitz lo hizo firmar un talonario de aspecto oficial y le empujó en las manos un recibo rosa.

¨¡Luego te vengo a cobrar!¨ exclamó Markowitz, alegremente, perdiéndose entre el gentío de estudiantes de Hogwarts.

Harry se guardó el recibo en el bolsillo del pantalón.

En el grupo de americanos, el chico de lentes estaba pidiendo a un estudiante de Hogwarts.

Los ingleses se miraron entre ellos, ya desarrollando una saludable desconfianza a los invasores americanos.

Finalmente, Cedric Diggory dio un paso al frente.

¨¡Genial! Mira, tenemos un problema.¨ explicó el de lentes, en absoluto cohibido por estar hablando con el estudiante más guapo y popular del castillo. ¨No solemos escribir en inglés, somos disléxicos y nuestra letra es horrible. ¿Puedes verificar que sea más o menos legible?¨

Cedric parpadeó.

¨Uh, ¿Claro?¨

Cedric revisó todos los papeles (¨Uh, lo siento, realmente no puedo leer eso¨, ¨¿...Chira Bonaventi?¨ ¨Lo suficientemente cerca.¨, ¨¿Realmente te llamas Stoll?¨ ¨Larga historia¨) hasta que estuvo satisfecho y los americanos, finalmente, cruzaron uno a uno. Ninguno fue expulsado como los Weasley y Jordan, con el Cáliz quemando sus nombres como lo hacía con los estudiantes mayores de edad.

Curiosamente, la chica-escritorio no intentó hacerlo, mirando desde el exterior cómo sus compañeros de campamento entraban a participar.

Luego de que los americanos presentaran a sus tributos al torneo el resto de su comitiva comenzó a inundar el Gran Salón como una oleada, y Harry tomó la decisión ejecutiva de escapar antes de que los americanos declararan la guerra a los frijoles, o algo así.



Dejó a sus amigos en la entrada del comedor, fue por su monedero y volvió justo a tiempo para pagarle a uno de los americanos con cuadernos y talonarios, un chico muy parecido a Markowitz que había intentado venderle otro boleto en favor de di Angelo. Harry lo rechazó con firmeza y se fue con sus amigos, aunque cuando palpó su monedero quedó con la sensación de que estaba más liviano de lo que debería.

Al acercarse a los límites del bosque, los chicos vieron tres cosas: el humo saliendo de la chimenea de la casa de Hagrid, el gigantesco carruaje azul de Beauxbatons, y un campamento militar junto al lago.

Junto al barco volador había un montón de tiendas de colores que le recordaron a Harry las tiendas de los magos del Campeonato Mundial, sobre todo porque ninguna se parecía a la otra.

Había una a la que le crecía pasto en el techo, otra completamente negra y con antorchas de fuego verde al frente, y otra que se parecía más a una pesadilla steampunk que a una tienda de acampada. Todas formaban un círculo algo extraño, con Quirón y un grupo reducido de mestizos en el centro. Al parecer, el centauro los dirigía mientras cavaban un foso: lo hacían a pulso, con palas y sin magia.

Un poco más allá un grupo de niños cuidaba de sus pegasos miniatura, alimentándolos con apio y- ¿Eso eran donas?

Comparados con los pegasos del tamaño de elefantes de los Beauxbatons, que pacían en un corral improvisado a doscientos metros de la cabaña de Hagrid, aquellos animales parecían palomas.

Harry tocó la puerta de Hagrid, escuchando de inmediato los ladridos emocionados de Fang, el perro jabalinero de Hagrid.

¨¡Ya era hora! ¡Creí que no se acordaban donde vivo!¨ dijo el semigigante, abriendo su puerta con una mano mientras sostenía al perro con la otra.

Hermione iba a justificarlos, pero se cortó cuando vio a Hagrid usando su mejor atuendo, que realmente era muy feo.

Harry eligió guardarse sus impresiones sobre la imagen de su amigo, y simplemente charlaron un rato sobre los nuevos impulsos caníbales de los escregutos.

La cabaña de Hagrid era sólo una gran habitación con una cama al costado y una mesa de madera frente a la chimenea, en donde los tres niños se sentaron mientras el adulto ponía la tetera y sacaba las tazas de té. Intentaron sacarle lo que sabía sobre las pruebas, pero el hombre, por primera vez en su vida, no dijo nada útil.

¨No, no, no quiero arruinarlo. ¡Será espectacular! Jamás pensé que viviría para ver una nueva edición del torneo...¨ decía, soñador, alisándose el pelo del traje.

A la hora de la comida, Hagrid les sirvió una especie de estofado de buey, que los chicos intentaron comer hasta que Hermione sacó una garra de su plato. Decidiendo que sus estómagos no soportarían la comida de Hagrid, lo distrajeron tratando de sacarle lo máximo posible sobre los contrincantes de Hogwarts.

¨Bueno, no puedo hablar mucho de Durmstrang… yo les recomiendo evitarlos lo máximo posible: esa escuela enseña artes oscuras… lo que no me sorprende, teniendo en cuenta a quién tienen de director...¨ murmuró el semigigante, con una aguja de coser en la boca. Había sacado sus calcetines y los zurcía con hilo amarillo. ¨De Beauxbatons puedo decir que su directora es una dama, y anoche me hizo compañía mientras construía un establo para sus caballos… oh, a veces se me hacía difícil entenderla, pero luego de que les diéramos de beber a sus animales, nos entendimos bastante bien...¨

Los chicos intercambiaron una mirada y decidieron colectivamente cambiar de tema.

¨¿Y los americanos? ¿Que piensas de ellos, Hagrid?¨ preguntó Ron.

¨No los conocía hasta ayer, pero lo que vi me gustó bastante. Se ocupan de sus animales por sí mismos, y el Maestro Quirón está muy pendiente de sus estudiantes: hacia la medianoche, vino a pedirme disculpas por el ruido que sus alumnos hacían. Naturalmente le ofrecí mi ayuda: no puedo hacer mucha magia, pero me ofrecí a cargar los materiales más pesados mientras los niños levantaban sus carpas.¨

¨¿Levantaron el campamento anoche?¨ preguntó Harry, asombrado. Recordaba a Solace cargando a un niño dormido, ¿Cómo podía ser que su maestro los obligara a trabajar en la madrugada?

¨Si, yo también le pregunté por eso. Pero me dijo esto: ´Mis estudiantes son hiperactivos diagnosticados y se han pasado dos días dentro de un espacio cerrado: necesitan gastar energía o comenzarán a pelear entre ellos¨.

¨Bueno… a decir verdad, anoche si se veían nerviosos...¨ dudó Hermione.

Harry había oído hablar de la hiperactividad como la justificación que daba su tía Petunia al hecho de que Dudley, en primaria, destrozara todas las ventanas de la escuela. Harry dudaba que su primo sufriera algo que no fuera el síndrome del niño consentido, pero aún así no tenía idea de qué demonios era, entonces, la hiperactividad real.

¨¿Alguien podría explicarme, por las barbas de Merlín, qué demonios es la hiper-algo y la dislasis?¨ preguntó Ron, exasperado.

¨La hiperactividad es… bueno, es algo así como tener demasiada energía y dificultad para concentrarse, y la dislexia es una dificultad para poder leer…¨ intentó explicar Hermione. ¨No sé los conceptos exactos, sólo recuerdo lo que mis padres me explicaron.¨ se disculpó la chica.

Por lo menos su explicación funcionó para Ron.

Hagrid soltó una carcajada.

¨¡Supongo que tendrán que preguntarles por ustedes mismos! Y hablando de eso, miren la hora que es: pronto será el banquete de Halloween. ¡Y el anuncio de los campeones! Andando, voy con ustedes.¨

Hagrid los sacó a todos de su cabaña y comenzaron el camino de vuelta al castillo, los tres niños bastante hambrientos. Antes de que Hagrid los abandonara en favor de acompañar a Madame Maxime, Hermione intentó convencer a Hagrid de que entrara en su sociedad de liberación de los elfos, pero el hombre se mantuvo firme en que los elfos preferían estar al servicio de los magos, lo que la hizo enfurruñarse.

Al pasar por el campamento de los mestizos, notaron que ya estaban mejor instalados: el pozo resultó ser para una gran fogata, y dos bueyes metálicos rodeaban el campamento una y otra vez, nivelando la tierra como en una pista de carreras. Todo el perímetro estaba rodeado de antorchas encendidas, y los pegasos daban vueltas por la cubierta del barco.

Los americanos en sí ya se dirigían al castillo, hablando entre ellos y persiguiéndose entre sí. Harry notó que Markowitz y sus compañeros corredores de apuestas estaban rodeados por campistas, claramente a punto de cerrar su lucrativo negocio.

La delegación de Durmstrang pasó al lado de ellos: Ron intentó saludar a Viktor, pero le salió más como un gritito estrangulado que el búlgaro no reconoció.

El banquete de Halloween les pareció demasiado largo: quizás fuera porque era su segundo banquete en dos días, pero la crema de calabaza, empanadas de queso crema y champiñones e inmensa variedad de postres y dulces no fueron especialmente disfrutables. Por lo menos, no como lo hubieran sido en cualquier otro día.

Esta vez, los americanos se habían sentado en grupos de más o menos la misma edad, con el jardín de infantes siendo arrullados por varias chicas de Hufflepuff y más de la mitad de los capitanes de cabañas sentados en la mesa de Gryffindor.

Di Angelo estaba siendo rodeado de sus amigos, con Markowitz enseñándole algo en su cuaderno, Solace apilando más comida en su plato y otra chica revolviéndole el pelo. La chica era la misma que había estado hablando con Solace en la mañana, la del pelo lleno de cuentas. Durante la cena, ella y el chico de las gafas se presentaron a sí mismos como Lou Ellen Blackstone y Malcolm Pace, capitanes de Hécate y Atenea, respectivamente.

Por lo que Harry alcanzaba a escuchar, todos estaban más que seguros de que di Angelo sería el elegido. El chico en cuestión no parecía exactamente emocionado: al contrario, lucía una cansina resignación, como si Snape lo hubiera castigado limpiando todos los calderos después de una doble sesión de Pociones (historia real).

Finalmente, Dumbledore se compadeció de los adolescentes y limpió sus platos de oro por arte de magia. Hubo cierto alboroto, pero el silencio volvió a caer en los adolescentes cuando Dumbledore se levantó y caminó hasta el frente de la mesa de los profesores, seguido de Karkarov, Madame Maxime y Quirón.

Ludo Bagman y Barty Crouch, que también estaban allí, se pararon un poco por detrás de los cuatro directores: el primero sonreía emocionado y el segundo lucía como si prefiriera ver la pintura secarse.

¨¡Muy bien!¨ aplaudió Dumbledore, volviendo a llamar toda la atención. ¨El cáliz está casi listo para tomar una decisión. Cuando diga el nombre del elegido, se debe levantar e ir hacia aquella puerta-¨ señaló una puerta al lado de la mesa de los profesores que Harry jamás había visto. ¨-para darle las primeras instrucciones.¨

Con un movimiento de varita se apagaron casi todas las luces, sólo dejando las escalofriantes sonrisas de las calabazas. Luego, llamó al cáliz, con su luz azulada alumbrando los rostros de los adolescentes mientras avanzaba hasta el director.

Todo el mundo miraba el cáliz, y la tensión se podía cortar con un cuchillo de mantequilla.

¨En cualquier instante.¨ susurró Lee Jordan.

De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y ante un coro de gritos ahogados, un papel voló desde las llamas a la mano de Dumbledore.

Al brillo de las llamas del cáliz, Dumbledore leyó el papel.

¨El Campeón de Durmstrang es Viktor Krum¨

¨¡Por supuesto que sería él!¨ gritó Ron, aplaudiendo.

Una tormenta de gritos y aplausos sacudió el Salón. En la mesa de Slytherin, Draco Malfoy y sus amigos aplaudían muy fuerte mientras Krum, encorvado como siempre, se levantó, le dio la mano a Dumbledore y se metió en la puerta.

La tensión volvió a caer en el Gran Salón cuando las llamas volvieron a volverse rojas. Esta vez, el pergamino era más redondo que el de Krum, casi como una flor.

¨La Campeona de Beauxbatons es Fleur Delacour!¨

¨¡Es ella, Ron!¨ gritó Harry, en medio de los aplausos: quien se había levantado era la chica mitad veela, caminando muy elegante entre las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff. Hermione señaló a las demás chicas Beauxbatons, que lloraban sobre sus brazos cruzados.

El cáliz volvió a brillar en rojo. De una ojeada, Harry notó a los americanos literalmente en los bordes de sus asientos. Solace y Markowitz tenían agarrado a di Angelo, como si lo detuvieran de escapar.

Yo mismo aposté por di Angelo, recordó Harry que dijo el chico. Parecían literalmente listos para empujar a su amigo adelante, como si no hubiera ninguna manera de que el chico gótico no ganara.

El papel en las manos de Dumbledore era claramente de hoja de cuaderno muggle. El viejo mago extendió el papel para que le diera la luz del fuego, arrugó los ojos, y se lo extendió a Quirón.

Una serie de risitas recorrió el Gran Salón.

¨¿Qué tan mal escriben como para que ni Dumbledore pueda leerlo?¨ masculló Ron, muy bajo.

Quirón pareció sorprendido por la elección, pero tuvo la suficiente teatralidad como para cubrir sus labios al decirle a Dumbledore qué decía, exactamente, el papel.

¨¡El Campeón del Campamento Mestizo es-¨ Solace le dijo algo a di Angelo al oído. ¨William Solace!¨.

 

Y luego eligieron a Cedric Diggory, y luego el universo decidió seguir arruinando su vida.

Notas finales:

Will acaba de cargarse toda la economía de la Cabaña de Hermes, desvalorizando el valor del dracma a niveles insospechados.

Tiempos oscuros se acercan, pequeño Timmy.


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