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Facing the Sun por huesoehilo

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Notas del capitulo:

Dumbledore preguntó CON CALMA

¨El Campeón del Campamento mestizo es-¨

¨Tranquilo, lo harás bien.¨ le susurró a Nico, tan bajo que nadie más podría escucharlos.

¨¡William Solace!¨

Qué.

Por una fracción de segundo, ninguno de sus amigos se movió. Will estaba bien con eso: tal vez así le daría tiempo al mago para leer bien el papel.

Como siempre, le tocó a Lou Ellen reaccionar. Fue la primera semidiosa en levantarse y aplaudirlo, y pronto todos los mestizos del castillo estaban coreando su nombre. Alcanzaba a escuchar a sus hermanos gritando más fuerte que el resto, sentía los golpes varoniles que Sherman le daba en la espalda y a Malcolm revolviéndole el pelo.

Pero para Will todo era desde lejos. Lo único que le importaba era el rostro de Nico, igual de perdido que el suyo.

¨¡Vamos Will, levántate!¨

Cecil y Lou Ellen le tironearon los brazos, y pronto Will entró en piloto automático: caminó como en un sueño, sacudiendo la mano del director con su pulso firme de cirujano, y hasta pudo darle un asentimiento a Quirón antes de ir hacia la puerta detrás de los profesores.

Antes de entrar, volvió a mirar a su mesa.

Lou Ellen, Malcolm y Sherman se reían a carcajadas de Cecil, que acababa de darse cuenta que perdió miserablemente todas sus ganancias. Un poco más allá, Kayla y Austin levantaron sus pulgares y le dieron sonrisas alentadoras, mientras que las gemelas y Héctor habían improvisado una cancioncita que Will no podía escuchar.

Nico no sonreía. Tenía la cara en blanco y las manos en los bolsillos, al parecer sin ser afectado por las payasadas de su grupo de amigos.

Un asentimiento casi imperceptible hizo bailar sus rizos oscuros.

Anda, no pierdas tiempo, parecía significar.

Will tomó aire y entró en la habitación.





El cuarto no era muy grande, con unos cuantos sillones voluminosos enmarcando una chimenea encendida. Debía ser algo así como un cuarto de descanso para los profesores, o algo así.

Obviamente, no estaba solo.

Viktor Krum estaba del lado derecho y Fleur Delacour del izquierdo, ambos en un tenso silencio.

¿Porqué tenían que estar tensos? ¿Qué no se daban cuenta que Will estaba a punto de sufrir un ataque de pánico?

Fleur se volvió a él primero. Sus ojos azules acerados lo recorrieron de arriba a abajo, tomando nota de sus jeans rotos, camisa a cuadros y pelo revuelto. La expresión de desagrado que le cruzó el rostro le recordó bastante a Drew.

¨¿Egues el campeón ameguicano?¨ preguntó, alzando una ceja.

¨Si- eh, soy Will.¨ se presentó, inseguro de si debería sacudir la mano de la chica. ¿Era francesa, no? ¿Los franceses se saludaban con besos? Will no creía que Fleur le dejara besar la mejilla.

El búlgaro encorvado (Will ardía en necesidad de prescribirle quiropraxia) le lanzó un gruñido de reconocimiento.

Ok, por aquí no es. Will decidió irse más del lado de la chica.

En eso, la puerta se volvió a abrir, inundando momentáneamente la habitación de los vítores más salvajes que mil niños magos podían producir.

El campeón local era alto, por lo menos un par de años mayor que Will (bueno, en esa habitación todos eran mayores que Will). Tenía el pelo castaño claro, ojos grises y una sonrisa encantadora, además de un suéter amarillo y negro que lo haría parecer una abeja si el joven no exudara carisma y confianza.

En resumen, guapísimo.

Si no estuviera a punto de desmayarse, Will podría haberse sonrojado cuando el campeón local le palmeó, amistosamente, el hombro.

¨¡Hola! Nos vimos esta mañana pero no me presenté. Soy Cedric Diggory, por cierto.¨

Will parpadeó.

¨¿Eres el chico que nos revisó la ortografía?¨ Cedric asintió.

Will iba a decir algo como ¨Pues no fue un trabajo muy bueno, pero gracias de todos modos¨, pero la puerta volvió a abrirse.

Harry Potter entró con pasos de sonámbulo, pálido como una hoja y mirándolos a los cuatro como si fueran Cerbero.

Fleur le preguntó al niño si debían volver al comedor, pero el chico no dijo nada, aún mirando a todas partes como si no comprendiera qué estaba pasand-

Oh.

Disociación, susurró su cabeza, automáticamente. No luce herido, posiblemente acaba de sufrir un evento traumático o una gran impresión-

Algo iba mal.

Will se apresuró al lado de Harry, tomándole los brazos por sobre la sudadera.

¨¿Estás bien, Potter?¨ preguntó, apretando suavemente, lo suficiente como para llamar la atención del niño.

Harry parpadeó como una lechuza.

¨El cáliz...¨ intentó explicar, apenas susurrando.

Will podría haber tenido éxito, si no fuera por Ludo Bagman.

El hombre entró de sopetón en el cuarto y se llevó a Harry del brazo, susurrando animadamente a un chico que claramente estaba conmocionado y lo que menos necesitaba era la presencia opresiva de un adulto.

Bagman les anunció que Harry también había sido elegido, lo que hizo que los otros tres campeones variaran en varios estados de desconcierto.

¨pego es evidente que ha habido un egog, es demasiado joven...¨ alegaba Fleur, pero Bagman le respondió que la línea de edad no era, realmente, un requisito de la competencia en sí.

¨Como lo prueba el señor Solace, aquí presente-¨ Bagman señaló a Will con la cabeza, obviamente sin importarle incomodar a los menores de edad. ¨El requisito de la edad era sólo un entendimiento entre los organizadores, y el Cáliz funciona con las reglas antiguas. Como Harry fue elegido… bueno, quiero decir que no hay nada que podamos hacer para impedirle competir… Tendrás que hacerlo lo mejor posible, Harry...¨

Lo malo es que Ludo Bagman no venía solo.

Entraron a tropel los cuatro directores, Barty Crouch y dos profesores del castillo, todos bastante alterados. Quirón venía rodando en su silla de ruedas mágica (Will no tenía idea de dónde se la había guardado, y no quería saberlo tampoco), por lo que el ambiente tenso y abarrotado se salvó de tener que apretujar a una giganta y un centauro en un cuarto de 4x4.

Mientras Fleur corría a los brazos de su directora, Will aprovechó el momento para ir al lado de Quirón. Su maestro compartía el aire preocupado que manaba de la profesora de Hogwarts, pero se las arregló para tomar las manos del chico y darles un apretón tranquilizador, que a Will le vino como salvavidas.

Con el viejo centauro al lado, el chico se centró en el drama de los magos.

¨¿Qué significa esto, Dumbledog?¨ preguntó Madame Maxime, que erguida en toda su altura alcanzaba a tocar el techo con la cabeza.

¨Eso mismo quisiera saber yo. Ahora resulta que Hogwarts tiene 2 campeones, ¿Esto fue siempre así y yo no leí las reglas?¨ dijo Karkarov. Su helada sonrisa y ojos calculadores activaban todos los instintos de Will, pero Quirón lo tomó del brazo.

Paciencia, muchacho, parecía decir.

¨¡C´est impossible! ¡Hogwag no puede tener dos campeones, es injusto!¨

¨Si hubiera sabido que podrían ser dos campeones, habría traído una selección más grande de estudiantes...¨

¨Creí que la línea de edad sólo dejaría entrar a mis estudiantes.¨ dijo Quirón, cuidadosamente. A Will le parecía que el centauro intentaba cambiar el enfoque de la discusión. ¨Después de todo, en Europa se considera este concurso demasiado peligroso para competidores inexpertos.¨

¨Oh, pero eso no es problema para nuestro nuevo campeón, ¿Verdad, Potter?¨ dijo el otro maestro de Hogwarts, con una voz melosa y desagradable. Todo en él era negro menos su rostro pálido, como una futura versión del Nico que casi se había deshecho en las sombras el verano anterior. ¨Siempre buscando romper las reglas, buscando el peligro como si fuera agua en el desierto...¨

¨Es suficiente, Severus.¨ lo cortó Dumbledore. El viejo mago se acercó a Harry. ¨¿Pusiste tu nombre en el cáliz, Harry?¨ le preguntó con calma.

El padre de Will era, entre muchas cosas, dios de la verdad. Eso hacía a Will un mentiroso terrible, un detector de mentiras decente y un excelente radar de verdades.

El ¨No¨ de Harry sangraba tanta verdad que era casi doloroso.

¨¿Pediste a algún estudiante mayor que pusiera tu nombre en el cáliz?¨ siguió preguntando Dumbledore.

¨No.¨

¨¿Pediste a alguno de mis estudiantes que pusiera tu nombre en el Cáliz?¨ preguntó Quirón, suavemente.

¨No, profesor Quirón, tampoco hice eso.¨ contestó Harry, volviéndose levemente al centauro.

Otra verdad.

¨¡Ah, pog supuesto que miente!¨ gritó Madame Maxime, y Will se tuvo que morder la lengua.

El maestro de negro agitaba la cabeza desdeñosamente, y Will se preguntó qué le habría hecho un niño de 14 años para que un adulto lo tratara así.

¨El no pudo cruzar la línea de edad, y supongo que todos estamos de acuerdo en ese punto...¨ dijo la profesora de Hogwarts, poniendo una mano en el hombro de Harry con aire protector.

¨Dumbledog pudo haberse equivocado.¨

¨Es posible-¨

¨¡Tonterías! ¡Sabes que no cometes errores así, Albus! Harry no podría haber pasado por sobre uno de tus encantamientos a los catorce años, y si tú le crees al chico, todos deberíamos hacer lo mismo.¨ dijo ella, al mismo tiempo que le clavaba al profesor de negro una mirada encolerizada.

¨Caballeros...¨ dijo Karkarov, con ese tono de súplica venenosa, a Crouch y Bagman. ¨Ustedes son nuestros jueces imparciales, ¿Están de acuerdo en que esto es una irregularidad?¨

Pero ni Bagman, nervioso y sudoroso, ni Crouch, severo y misterioso, le dieron una respuesta agradable.

¨El cáliz es un contrato mágico vinculante.¨ dijo Crouch, como si le copiara las palabras a Hécate. ¨No importa si fue Harry o no: ahora tendrá que competir.¨

Los directores siguieron discutiendo, con Karkarov amenazando con retirarse si no le dejaban presentar otro candidato, pero todo se resumía al mismo concepto: contrato mágico vinculante. Todos parecían extrañamente más preocupados por el concurso que por el hecho de que era algo peligroso, y nadie lo expresó mejor que el profesor del ojo falso, que se había colado a la reunión.

A Will no le daba confianza. De hecho, todo en él parecía estar equivocado: la pierna metálica, la ropa hecha harapos, el ojo saltón y que se movía por todas partes hasta quedar en blanco… Lou Ellen, que lo pilló mirándolo durante la cena, le había susurrado que el tipo enseñaba ¨defensa contra las artes oscuras¨, y que seguramente lo que le hacía revolver el estómago era toda la magia oscura que había recibido en su vida. Will intentó darle un voto de confianza, pero era difícil cuando el hombre discutía con los otros profesores y al mismo tiempo tenía el ojo falso, de un azul eléctrico, pegado a Will.

La pelea entre Karkarrov y el profesor del ojo falso estuvo llena de indirectas que Will seguramente habría pillado si supiera el contexto, y terminó sólo cuando Dumbledore le llamó la atención a su profesor.

El ahora llamado Alastor Moody tenía buenos puntos, tenía que reconocerlo. Todavía no sabía las razones por las que alguien querría a Harry Potter muerto (porque que alguien quisiera a un niño muerto era normal, pero casi siempre habían razones detrás), pero Will supuso que un concurso con alto porcentaje de muertes era una tapadera perfecta.

Terminaron decidiendo que tendrían que competir los cinco, con dos campeones para Hogwarts. Ni Madame Maxime ni Karkarov parecían contentos con ese acuerdo, pero nadie parecía más infelíz que el propio Harry.

Por otra parte… Crouch actuaba extraño, como si estuviera bajo los efectos de alguna droga. También parecía absolutamente enfermo, pálido, ojeroso y delgado, como si luchara contra una gripe particularmente fuerte.

Will luchó contra el impulso de ir y tomarle de la muñeca, y escuchó su voz vacilante y sonámbula, explicándoles en qué consistiría su primera prueba.

¨La primera prueba está pensada para medir vuestro coraje¨ les dijo a los cinco campeones. ¨ Así que será un secreto. Deberán demostrar su valentía al enfrentarse a lo desconocido.¨

¨Se llevará a cabo el 24 de noviembre, frente a los demás estudiantes y al tribunal. Los campeones deberán estar por su cuenta, no aceptando ayuda de ningún profesor, y quedarán exentos de los exámenes a fin de año...¨

Will hizo una mueca. No, no había manera de que Quirón le dejara salirse sin evaluaciones. Su historial estudiantil no se llenaría solo.

Luego de eso las despedidas fueron rápidas, una vez que Crouch se retiró y que los directores de Beauxbatons y Durmstrang arrastraran a sus pupilos afuera.

¨Quirón, ¿puedo tentarte con una copa?¨ preguntó Dumbledore, más por cortesía que otra cosa, si Will podía adivinar.

¨Me encantaría, pero debo ir a ver a mis estudiantes. Creo que los jóvenes de Ares estaban instalando minas antipersonas en los límites de las carpas...¨

Will vio cómo los ojos de Harry se abrían cómicamente, y deseó poder asegurarle que era broma.

Pero Sherman, de hecho, había embarcado sus minas de tierra.

¨Oh, por supuesto. Tus estudiantes tienen una energía envidiable.¨

¨Oh, Albus, no te imaginas.¨ rió Quirón, y comenzó a rodar hacia la puerta.

Will sacudió la mano de Dumbledore más por educación que ganas, y luego agitó la mano suavemente a los dos adolescentes que quedaban.

¨Nos vemos luego, entonces.¨ dijo, escuchando saludos quedos mientras corría para encontrarse con su maestro.





¨Algo muy extraño está pasando.¨ murmuró Quirón en griego.

Will asintió, jugando con las cuentas de su collar.

Ya en el comedor, Quirón había salido de su silla de ruedas y se la echó al hombro, sin importarle que a la luz trémula de las velas de las linternas de calabazas la figura de un centauro llevando algo en el hombro fuera un tanto siniestra.

¨Harry Potter decía la verdad¨ dijo el chico, luego de un momento.

Quirón asintió, ceñudo.

¨Conociendo la historia del joven Potter, uno esperaría que aquellos profesores estuvieran más centrados en el peligro que correría a la nimiedad de tener a otro concursante...¨

¨¿Historia? ¿Qué tiene de especial Harry Potter, Quirón?¨ preguntó Will, con el ceño fruncido.

¨Nuestro mundo no es el único que ha atravesado tiempos difíciles, muchacho. La historia de Harry Potter es bien conocida por todos aquí: Lou Ellen podría darte un buen resumen, ahora que vas a toparte con él más seguido.¨

Will asintió, pensativo.

Cuando Hermione Granger los había presentado, Harry Potter había actuado con resignación, como si esperara que su nombre desencadenara alguna reacción en los semidioses. Will había supuesto que se trataba de alguna celebridad menor, similar al trato que Piper Mclean había recibido por la fama de su padre.

Nico si lo había reconocido. Había intentado que pasara desapercibido pero Will, aunque bastante malo, era un arquero: era su naturaleza captar cosas por el rabillo del ojo.

Lo que lo llevó de vuelta a los tres segundos posteriores a su nombramiento como campeón.

¨Nico lo hubiera sabido.¨ se lamentó, arrastrando los pies por las baldosas de piedra del castillo. ¨El debería haber sido elegido. O Sherman, ¡O Lou! Dioses, Lou es una hija de la magia, ¿Porqué el cáliz no eligió a uno de ellos? Cualquier niño de Hécate lo haría mejor¨

¨Will, tu votaste a favor de que sólo los consejeros pudieran presentarse.¨ le recordó Quirón.

¨¡Porque no quería que eligieran a Kayla!¨ exclamó el chico, frustrado. ¨No se merece seguir peleando...¨

¨¿Y ustedes si?¨

Will soltó una risita amarga.

¨¿Hay opción?¨

El centauro le puso las manos en los hombros y lo obligó a mirarlo. Tenía el rostro solemne y serio, pero en sus ojos había una inmensa tristeza.

¨Para alguien con sangre divina en las venas, las opciones son limitadas. Pero podrían haber aceptado empujar a todos sus hermanos adelante y se negaron, Will, eso es un símbolo de grandeza. Proteger a los que están bajo tu cuidado es, de por sí, una tarea heroica.¨

¨No me siento como un héroe.¨ confesó Will, en voz baja. ¨Cualquiera sería un campeón mil veces más útil que yo.¨

¨El cáliz eligió a un gran campeón, William, no dudes de aquello.¨ le dijo su maestro, con la voz firme. ¨Eres un guerrero más capaz de lo que te permites creer.¨

Will no sabía cómo contestar a eso.

¿El, un gran guerrero?

Era un sanador, el apoyo, no el héroe. No tenía la mente de un guerrero, ni el instinto de pelea de los demás, ni el pulso para disparar una flecha que hiciera daño.

Nombres como los de los 7 de la profecía, Thalía Grace o el propio Nico di Angelo serían recordados por cientos de años, como los nombres de los antiguos héroes griegos que eran sus antepasados.

Pero a Will iban olvidarlo todos, así como nadie recordaba a los chicos que usaron su litera barnizada en la cabaña de Apolo, de vuelta en el Campamento Mestizo.





Maestro y estudiante cruzaron los terrenos de la escuela, con Quirón trotando como centauro y Will siguiéndolo lo mejor que podía, directos al círculo de antorchas encantadas que protegían su campamento de campaña (ugh, de verdad tenían que ponerle otro nombre) del clima escoses, que comenzaba lentamente a bajar de temperatura en su preparación para invierno.

Cuando llegaron al círculo de carpas y se acercaron a la hoguera, ya encendida y con sus llamas alcanzando los cuatro metros, Will fue arrancado del lado de Quirón por una masa de amigos y hermanos que gritaban sus felicitaciones con la energía de una banda de niños de preescolar en una dulcería.

Will se sentía mareado, aún pensando en la elección del chico Potter y lo que Quirón le había dicho, pero la energía a su alrededor era contagiosa: al muchacho se le hizo fácil aplastar sus pensamientos oscuros y sonreír de oreja a oreja, recibiendo los malvaviscos que le regalaban y sosteniendo una lata de coca de cereza que un niño de Hermes le había puesto en las manos.

¨¡Despejen espacio para el campeón, plebeyos!¨ gritó Lou Ellen, con grandes aspavientos y teatro, mientras arrastraba a Will hasta el ¨palco de honor¨ frente al fuego: alguien había puesto una silla reclinable de playa sobre una alfombra peluda, con una caja de manzanas en vertical actuando como mesita y un plato lleno de malvaviscos, galletas y bombones de chocolate.

Kayla y Austin le pusieron una manta morada robada de la cabaña de Hypnos como capa, el resto de sus hermanos se sentaron a su alrededor y el resto del campamento se sentó frente al fuego para rendirle ¨homenaje¨: las hermanas Victor, a regañadientes, le desearon una competencia difícil y dura que valiera para demostrar su idoneidad con el título de campeón, que para ellas era lo más cercano a un ¨que tengas suerte¨ que podría conseguir; la cabaña de Demeter le ofreció hacer crecer laureles para una corona, cosa que el chico rápidamente rechazó, y Chiara Benvenuti le agradeció profusamente el haber sido elegido, lo que hizo que el resto del campamento la abucheara y practicaran el lanzamiento de malvaviscos contra ella.

Will, confundido, miró al hermano más cercano para obtener una explicación.

¨¿Recuerdas las apuestas?¨ pregunto Jasper, y Will asintió, con su bolsillo dos dracmas más liviano. ¨Bueno, sólo una persona apostó por ti. ¿Puedes adivinar quién acaba de llevarse todo el dinero del pozo?¨

Tenía sentido: ni siquiera Will había apostado por sí mismo. Cecil estaba sentado junto a todos sus hermanos, todos con las cabezas juntas y susurrando con furia. El chico había sonreído a Will y lo animó como todos los demás, pero también estaba claro que sus finanzas personales y economía de su cabaña habían sido prácticamente arruinados por el cáliz.

La fiesta duró un par de horas más, cantando canciones de campamento, comiendo golosinas e improvisando actuaciones de teatro que tenían a Will como rey de un pueblo de locos. Cuando los niños más pequeños ya estaban dormitando en el regazo de los mayores y la comida se acabó, Quirón los mandó a todos a la cama.

Will hizo el amago de cargar a Héctor, pero Sherman Yang se lo quitó de las manos. Malcolm Pace, que también estaba cerca, recogió a una Sofía Ávila dormida y tomó la mano de Elena Ávila, que iba para las mismas.

¨Oye, se equivocaron de hermanos.¨ susurró Will, divertido.

¨Nah, estas son demasiado ruidosas para ser de las mías.¨ se burló Malcolm, ajustándose a la niña dormida en el hombro.

¨Spooky quiere hablar contigo.¨ dijo Sherman, señalando con la cabeza la carpa del fuego verde. ¨Nos pidió que te avisáramos.¨

¨Te haz ablandado, Yang: nunca pensé que fueras haciendo favores.¨ dijo Will, intentando aplastar los nervios en su garganta.

¨Y no los hago: el chico me devolvió mi dinero.¨

¨Los cuatro dracmas mejor ganados de la vida.¨ aseguró Malcolm. Los lentes se le estaban acercando peligrosamente a la punta de la nariz.

¨¿Ustedes también apostaron por él?¨

¨Y perdimos miserablemente, gracias por eso.¨ dijo Sherman, y lo empujó juguetonamente hacia la carpa del hijo de Hades.

¨Gracias por su confianza en mí.¨ murmuró Will, y creyó escuchar las risitas sofocadas de Sherman.

También creyó escuchar un ´¡Nada de juegos, te esperan en tu carpa, William!´ en el tono odiosamente femenino que solía hacer Malcolm para personificar a su madrastra, pero tomó la decisión ejecutiva de ignorarlo.

Will arrastró los pies hasta la carpa de Nico, intentando no tropezar entre los desniveles de pasto salvaje. A decir verdad, deberían haber aplanado todo con los bueyes autómatas antes de plantar las carpas, pero la perspectiva de pasar una noche más amontonados en ese espacio minúsculo y asfixiante había sido suficiente para que los semidioses se negaran de plano y armaran su campamento en una noche.

La luz de luna no era lo suficientemente fuerte como para alumbrar todo el campamento, pero las antorchas mágicas de Lou, Sylbina y Aaron lograban evitar la mayoría de los tropiezos de campistas. Obviamente, no se comparaban a la luz verde de las antorchas de fuego griego que Nico tenía frente a su carpa, ambas sostenidas por un par de soportes de hierro con una fila de runas en la base. Will supuso que eran para evitar que las llamas se salieran del espacio que ocupaban, no sería divertido que el fuego griego comenzara un incendio en el bosque, aunque también sería algo gracioso si los magos intentaban sofocarlo con agua…

Nico abrió las solapas de su tienda, y Will se dio cuenta que su mente había vagado el tiempo suficiente para hacerlo parecer un idiota.

A la luz verde, Nico se parecía a un espíritu de la naturaleza, hermoso y peligroso a partes iguales. Will se pateó mentalmente por pensar así al frente de su crush, y rezó para no sonrojarse.

Lo que tampoco pasó, porque la expresión de Nico no era, precisamente, una que invitara a pensar en sus labios.

Agarró a Will por el brazo y lo metió en su carpa. El interior de su carpa estaba, por razones obvias, mucho menos abarrotada que la de Will, que tenía literas y bolsos por todas partes: un sillón amplio hacía las veces de cama, con un baúl metálico en una pared y la maleta, vacía, abierta de par en par encima. Todo estaba iluminado por una lámpara de gas de los años setenta, cuya luz cálida le daba al ambiente un aire rústico en vez de tenebroso.

¨Tuve un sueño.¨ anunció Nico, como si el mundo se fuera a acabar.

Lo que podría pasar.

Will sentía cómo se le iba el poco color que había logrado recuperar en la fogata.

¨¿Qué clase de sueño?¨

Nico llevó a Will a sentarse en el sillón, y comenzó a contarle todo.

Le contó a Will que, durante la travesía por medio mundo, había soñado con un hombre que no debería estar con vida.

¨Es una aberración: hizo algo para evitar morir, pero eso lo dejó en un estado intermedio, que escapa al dominio de mi padre pero que está tan cerca de él que, de alguna manera, le afecta.¨

¨¿Tienes que ir por él?¨ preguntó Will, de inmediato, aferrándose a las muñecas delgadas de Nico.

¨No, no, Padre no me ha dicho nada.¨ dijo el chico, sacudiendo un poco sus manos. Will lo soltó de inmediato.

¨Eso es bueno.¨ dijo el chico, aliviado. ¨Quiero decir, es bueno que no tengas que ir tras él ahora, no que este tipo exista, a eso me refiero.¨

¨Este tipo tiene que ver con Harry Potter.¨

Will estrechó los ojos.

¨¿Tiene algo que ver con que lo conocieras?¨

Nico se mordió los labios, obviamente en conflicto.

¨Ese niño también debería estar muerto.¨

¨Eso no me dice nada. La mitad del campamento deberían estar muertos.¨

¨Will, escúchame.¨ dijo Nico, serio. ¨Los magos tienen una maldición asesina. Te mata instantáneamente, no necesitas acercarte a alguien para cortarle la cabeza con una espada, o clavarle una flecha a través del corazón: en un momento vives y al otro mueres, nada más.¨

Will se congeló.

¨Bueno, a Harry Potter lo atacaron con esa maldición al año de vida, y sobrevivió.¨

¨Dioses.¨ exhaló Will.

¨Exacto. Nadie sabe cómo sobrevivió, pero ahí está.¨ dijo Nico, señalando hacia una pared, al castillo o la vida terrenal misma.

¨Entonces tu papá lo conoce porque-¨

¨Porque es el único del mundo mágico que se le ha escapado.¨ terminó Nico por él.

¨Sagrado Apolo.¨ maldijo Will. Se llevó las manos a la cara y se dejó caer, hundiéndose en el respaldo del sillón viejo de Nico.

No se podía escapar de la muerte.

Esa era la primera gran lección que aprendían los semidioses. Para los hijos de Apolo, incluso, les llegaba de familia: Orfeo nunca logró su cometido de rescatar a Eurídice, y Asclepio sólo lo había logrado una vez, para luego ser asesinado por Zeus, convertido en dios para calmar a su padre y luego encerrado lejos para jamás volver a revivir a alguien.

Y alguna vez Will había sido lo suficientemente estúpido como para creer que él luchaba contra la muerte, pero terminó aprendiendo esa lección de la manera dura a los doce años, cuando se limpiaba la sangre seca de Lee Fletcher de debajo de las uñas.

¨El tipo que lo intentó matar es el mismo que no está ni vivo ni muerto.¨ Nico terminó su historia, y de pronto Will entendía muchas cosas.

¨¿Nico?¨

¨Dime.¨

¨No sé qué se trae Hécate con esto-¨ dijo Will, mirándolo a través del hueco entre sus dedos. ¨ -pero está claro que está muy por encima de mí.¨

Nico no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, fue en un tono más bien cohibido.

¨No creo que el cáliz haya elegido mal.¨

Will ahogó una risa amarga entre sus manos.

¨No tienes que mentir.¨

Nico se volvió a él con el ceño fruncido.

¨¿Te estoy mintiendo, Solace?¨

Y Will no lo sabía.

No podía sentir el sabor dulzón de las mentiras en su boca, pero tampoco cabía en el universo posibilidad alguna de que Nico dijera eso de verdad.

¨A ver, dime porqué debería haber salido yo en vez de, digamos, Lou o Sherman.¨ planteó Will. ¨O tú.¨ dijo, más bajo.

¨No digo que tu debieras ser el campeón, sé que no quieres hacerlo… Pero no creo que el cáliz se haya equivocado eligiéndote.¨

¨No tiene sentido.¨

¨No quieres entender, que es distinto.¨

Will no contestó.

Se quedó echado en el sillón, contando las costuras en la tela oscura del techo. No era negra per se, pero se veía así.

¨Debería irme.¨ dijo, después de un rato.

Nico lo acompañó a la entrada de su tienda, lo que Will interpretó como la necesidad de cerrar bien más que el deseo de acompañarlo. Después de todo, los niños de Hermes se habían pasado bastante tiempo cavando un pozo bajo el piso de tablas de su tienda, una perfecta cueva de ladrones.

¨¿Te veo en la mañana para desayunar?¨ preguntó, torpemente, frotándose el cuello detrás de la nuca.

¨Seguro.¨ dijo Nico, revisándose los bolsillos. Will alcanzó a ver un recibo rosa, idéntico al que tenía en el bolsillo de los jeans.

¨¡Oh, tu también!¨ exclamó, sobresaltando al otro. ¨¿Por quién apostaste?¨ preguntó, inundado de repente por una salvaje curiosidad.

¨Ah, eso...¨ dijo el chico, y parecía avergonzado. ¨Bueno, Cecil me acosó todo el camino hasta el castillo para que participara, así que le aposté a Clovis.¨

Will no pudo evitarlo: estalló en una risa sincera que se debió de escuchar en todo el campamento.

Nico lo intentó callar, pero las risitas que se le escapaban no ayudaban mucho.

¨¡No puedo creerlo! ¿Qué te dijo?¨ preguntó Will, limpiándose una lágrima con el dorso de la mano.

¨Intentó hacerme cambiar de opinión: de hecho, intentó que apostara por mí mismo, ¿Puedes creerlo?¨

¨¿De Cecil? Por supuesto.¨

Ambos chicos siguieron sonriendo, y Will se dio cuenta que sólo un estallido de risa con Nico había sido suficiente para apaciguar la amargura que sentía desde después del banquete.

¨Bueno, ¿te veré mañana?¨ se volvió a despedir Will, esta vez ligero y con verdaderas ganas de volver a ver a Nico.

¨Seguro.¨

Will salió de la tienda de Nico, y apenas llegó a las antorchas verdes antes de que el otro se asomara al aire frío.

¨Oye, por curiosidad, ¿Por quién apostaste?¨

Will sonrió, avergonzado. Se sacó el recibo, lo arrugó y se lo lanzó a Nico, con puntería perfecta.

¨Por ti, obviamente.¨ dijo el hijo de Apolo, y se alejó corriendo.


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