Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juntos por Liss83

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La ceremonia desembocó suavemente en la fiesta de recepción, correspondiendo con el plan intachable trazado por Alice. En esos momentos se ponía el sol sobre el río: la boda había durado exactamente el tiempo necesario para permitir que el sol se desvaneciera entre los árboles. Las luces del jardín relumbraban mientras Jacob conducía a Edward hacia las cristaleras traseras, haciendo brillar las flores blancas. Ya sabía perfectamente moverse dentro de la casa

 Allí había otras diez mil flores más que ejercían la función de carpa fragante y aireada sobre la plataforma de baile, alzada sobre la hierba entre dos de los cedros más antiguos.

 

 

 

Las cosas se detuvieron, relajadas como la apacible tarde de agosto que los rodeaba. El pequeño grupo de personas se extendió bajo la suave iluminación que ofrecían las luces titilantes y los amigos que acababan de abrazar los saludaron de nuevo, pero ahora como los radiantes esposos Black. Ahora era tiempo de hablar, de reír.

 

 

 

-          Felicidades, chicos — les dijo Seth Clearwater, inclinando la cabeza bajo el borde de una guirnalda de flores.

 

 

 

Su madre, Sue, se mostraba algo rígida de pie a su lado, vigilando a los invitados con una cautelosa intensidad. Su rostro afilado resultaba fiero, con una expresión que acentuaba su pelo corto de estilo severo; era tan bajita como su hija Leah y Edward se preguntó si se lo había cortado del mismo modo como una forma de mostrarle solidaridad. Billy Black, al otro lado de Seth, no estaba tan tenso como Sue.

 

 

 

Cuando Edward miraba al padre de Jacob, su suegro, siempre se sentía como si estuviera viendo a dos personas en vez de a una. Por un lado, estaba el anciano en silla de ruedas de rostro arrugado y sonrisa blanca que todo el mundo podía ver; y por otro, el descendiente directo de una larga línea de jefes de tribu poderosos y llenos de magia, envuelto en la autoridad con la que había lucido. Aunque la magia había esquivado su generación, debido a la ausencia de un catalizador, Billy Black todavía formaba parte del poder y la leyenda, que fluían directamente de él hasta su hijo, el heredero de la magia a la que había dado la espalda. Por eso, ahora Sam Uley actuaba como el jefe de las leyendas y de la magia...

 

 

 

Billy estaba feliz como muy pocas veces se lo había visto. Sus ojos negros brillaban como si tuvieran un fuego misterioso en su interior. Edward se sintió feliz por su compostura. Esta boda debería haberle parecido algo muy malo, lo peor que le podía pasar a su hijo, pero en cambio los había apoyado desde el primer momento. Jacob le había contado que había sido quien más había influido en él para que aceptase su imprimación

 

 

 

-          Te voy a repetir lo que te dije el día de su compromiso — dijo Billy  —. Tú hazlo feliz y yo me encargo de los problemas

-          Le tengo uno mucho mejor — dijo Edward y Jacob lo miro curioso — voy a hacerlo feliz sin darle problema

-          Me parece un buen trato pero tus antecedentes dicen otra cosa — dijo Billy sonriendo ampliamente mientras la pareja reía — Muchas felicidades

-          Gracias viejo — dijo Jacob abrazando a Edward mientras le besaba la frente

 

 

Sabía que al principio no había sido fácil para él contener sus sentimientos, considerando el desafío que esa unión iba a proyectar sobre el antiguo tratado entre los Cullen y los Quileute. Gracias a Dios, diría Carlisle, ahora que se conocían mejor unos a otros, el tratado estaba más fuerte que nunca

Como si fuera una respuesta a esa idea, Seth se inclinó hacia Edward con los brazos extendidos y Edward le devolvió el abrazo con la mano que le quedaba libre.

 

 

 

-          Me alegro de que te hayan salido las cosas tan bien, hombre — le dijo Seth  —. Me siento feliz por ti.

-          Gracias, Seth. Eso significa mucho para mí — Edward se apartó de Seth y miró a Sue y Billy  —. Gracias por todo.

-          De nada — respondió Billy con su voz profunda pero con una sonrisa radiante — solo hazlo feliz y yo me encargo del resto

 

 

 

Edward miro a su esposo que le dio un dulce beso en la frente. A veces creía que Jacob olvidaba que era un vampiro, y no una damisela en peligro.

 Se estaba formando algo parecido a una fila, así que Seth se despidió con un gesto de la mano y empujó la silla de Billy hacia donde estaba la comida. Sue apoyó una mano sobre cada uno de ellos.

 

 

 

Ángela y Ben fueron los siguientes en reclamar la atención de la feliz pareja, seguidos por los padres de Ángela, y después Mike y Jessica, quienes, para sorpresa de Edward, iban cogidos de la mano. No había oído nada de que volvieran a estar juntos. Eso le pareció estupendo. Detrás de sus amigos humanos venían los nuevos primos políticos de Jacob, el clan de vampiro de Denali.

Jacob se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración cuando la vampira que estaba frente suyo, Tanya, supuso, por el tono fresa de sus rizos rubios, avanzó para abrazar a Edward. A su lado, había otros tres vampiros de ojos dorados que lo miraban fijamente con abierta curiosidad. Una de las mujeres tenía el pelo largo, de un rubio muy pálido, liso como la seda del maíz. La otra mujer y su acompañante tenían el cabello negro, con un matiz oliváceo en sus rostros de aspecto pálido como la tiza.

El lobo reconoció que los cuatro eran muy hermoso pero jamás como su Edward.

Tanya seguía reteniendo a este.

 

 

 

-          Ah, Edward — dijo ella  —, te he echado de menos.

 

 

 

Él se echó a reír entre dientes y maniobró para deshacerse del abrazo, colocando con ligereza la mano en su hombro y dando un paso hacia atrás, como si quisiera verla mejor.

 

 

 

-          Cuánto tiempo ha pasado, Tanya. Tienes un aspecto magnífico.

-          Tú también.

-          Déjame que te presente a mi esposo — era la primera vez que Edward pronunciaba esa palabra desde que se había convertido en una verdad oficial y parecía que iba a explotar de satisfacción al decirla. Todos los de Denali se echaron a reír suavemente en respuesta  —. Tanya, éste es mi Jacob.

 

 

 

Era tan hermosa como habían predicho sus peores pesadillas. La mirada que la vampira le lanzo al lobo era más especulativa que resignada, y después alzó la mano para tomarle la suya.

 

 

 

-          Bienvenido a la familia, Jacob — sonrió, algo compungida  —. Nos consideramos también parte de la familia de Carlisle y siento mucho el..., ejem, reciente incidente, cuando no nos comportamos como tales. Deberíamos habernos conocido antes, ¿podrás perdonarnos?

-          Claro que sí — respondió este  —, es estupendo conocerlos. Lo pasado es pasado. Es hora de empezar de cero — dijo besándole la frente a Edward

-          Los Cullen ya están igualados en número. Quizá sea ahora nuestro turno, ¿eh, Kate? — se dirigió sonriendo a la rubia.

-          No dejes de soñar — le respondió la interpelada, haciendo girar sus ojos dorados; y tomando la mano del lobo que acababa de soltar Tanya, la apretó cariñosamente  —. Bienvenido, Jacob.

-          Yo soy Carmen — dijo la otra vampira poniendo su mano sobre la de Kate — y éste es Eleazar  —. Estamos encantados de verdad de haberte conocido por fin.

-          Yo también — dijo Jacob con voz firme.

 

 

 

Tanya echó una ojeada hacia la gente que estaba esperando detrás de ella, la secretaria de Carlisle, Sandra, y su esposo, cuyos ojos miraban redondos y enormes al clan de Denali.

 

 

 

-          Tendremos oportunidad de conocernos mejor más adelante. ¡Dispondremos de millones de años para ello! — Tanya se echó a reír cuando su familia y ella avanzaron.

 

 

 

Se mantuvieron todas las tradiciones al uso. La feliz pareja se vio acribillada por el flash de muchas cámaras fotográficas mientras sostenía en alto el cuchillo sobre un pastel espectacular, demasiado grande, pensó, para el grupo relativamente íntimo de amigos y familiares presentes. Se turnaron para darnos pastel el uno al otro. Edward se tragó valientemente su trozo mientras Jacob lo miraba con incredulidad. Luego, Edward arrojo el ramo nupcial con una habilidad única, justo a las manos sorprendidas de Ángela.

Cuando comenzó la música, Jacob tomó a su esposo en sus brazos para el acostumbrado primer baile. Este lo siguió con ganas. Giraron sin esfuerzo aparente bajo el brillo de un dosel de luces y el de los relumbrantes flashes de las cámaras.

 

 

 

-          ¿Está usted disfrutando de la fiesta, señor Black? — le susurró al oído y Edward se echó a reír.

-          Creo que me va a costar un poco acostumbrarme a oírme llamar así.

-          Tendremos tiempo suficiente — le recordó, con la voz llena de alegría y se inclinó para besarlo mientras bailaban.

 

 

 

Las cámaras disparaban fotos de un modo casi febril. La música cambió y Esmes le dio unos golpecitos al hombro de Jacob, este sonrió y le cedió la mano de su esposo para él ir a hacerlo con Rebecca

Les pareció que habían bailado con todo el mundo ya. Resultaba estupendo ver reunidos a todos sus viejos amigos, pero lo que Edward quería de verdad era estar con Jacob más que ninguna otra cosa en el mundo. Se sintió feliz cuando volvió a sus brazos, justo medio minuto después de que empezara una nueva canción.

 

 

 

-          Estas espectacular — le susurro Jacob al oído

-          No exageres — dijo Edward apoyando su cabeza en el hombro del lobo

-          ¿No has tenido oportunidad de echarte una ojeada?

-          Mmm, no, creo que no — dijo Edward — estoy bloqueando mi mente y Alice no me dejo verme al espejo ¿Por qué?

-          Entonces, supongo que no te habrás dado cuenta de cuán profunda y sobrecogedoramente hermoso estás esta noche — dijo Jacob — No me sorprende que Leah haya sido incapaz de evitar lanzarte miradas impropias sobre un hombre casado. Me disgusta mucho que Alice no se haya asegurado de hacer que te miraras al espejo. Ni tú hayas echado un ojo en la mente de los otros

-          Tú eres muy poco imparcial, ya lo sabes — dijo Edward

 

 

 

Él suspiró, hizo una pausa y se volvió para mostrarle la pared de cristal, que reflejaba la fiesta como un gran espejo. Jacob señaló a la pareja que había en el espejo y se encontraba justo enfrente de ellos.

 

 

 

-          ¿Que no soy imparcial...?

 

 

 

Edward capto justo un atisbo del reflejo de Jacob, un perfecto duplicado de su rostro perfecto, con una belleza de pelo color claro a su lado. Su piel era blanca como la nieve y tenía los ojos muy grandes debido a la excitación y enmarcados por espesas pestañas. La estrecha funda del deslumbrante traje blanco destelló con sutileza; estaba cortado de forma tan habilidosa que su cuerpo parecía elegante y gracioso.

Antes de que pudiera pestañear y hacer que la belleza se volviera hacia él, Edward se puso tenso de repente y giró automáticamente en otra dirección, como si alguien le hubiera llamado por su nombre.

 

 

 

-          ¡Oh! — exclamó él. Frunció el ceño durante un instante

-          ¿Qué pasa? — pregunto Jacob.

-          Un invitado de última hora.

-          ¿Eh?

 

 

 

Edward no contestó la pregunta de su esposo, sino que comenzó a bailar de nuevo, girando en dirección opuesta a donde se habían encaminado antes, lejos de las luces y después hacia la profunda franja de la noche que rodeaba la luminosa plataforma de baile.

No se paró hasta que alcanzaron el lado oscuro de uno de los gigantescos cedros. Entonces, Edward miró hacia delante, hacia la parte de las sombras más oscura.

 

 

 

-          Gracias — le contestó Edward a la oscuridad  —. Esto es muy... amable por tu parte.

-          Soy la amabilidad personificada — una suave voz familiar respondió desde la oscuridad

-          ¡Bella! — exclamo Jacob hosca.

-          No quería molestar… — dijo ella

-          No hay problema — dijo Jacob pero apretó ligeramente la cintura de su esposo

 

 

 

La chica se tambaleo hacia el sonido de su voz. Edward miro a su esposo y este besándole la frente dio un paso hacia atrás. El frio de la piel de Edward la quemó a través de la ropa cuando la acercó a su cuerpo. No hizo ningún esfuerzo para bailar, simplemente se abrazó a él mientras enterraba su rostro en el pecho del vampiro. Este se inclinó para presionar su mejilla contra la parte superior de la cabeza de la chica.

 

 

 

-          Leah no me perdonará si no le concedo su turno oficial en el baile — murmuró Jacob y Edward se dio cuenta de que los iba a abandonar haciéndole a su vez un regalo de su parte.

-          Muchas felicidades — dijo Bella llorando y no podía emitir las palabras con claridad.

-          Perdóname — suplico

-          No fue culpa de nadie — dijo la chica.

 

 

 

Edward sintió cómo sus labios rozaban su pecho.

 

 

 

-          Siento haber llegado tarde.

-          Creí que no me querías ni ver — susurro el vampiro

-          Yo siempre te voy a querer ver — dijo Bella

 

 

 

Echo una ojeada hacia los invitados, pero no podía distinguir a través de los bailarines el punto donde había visto por última vez. Se echó un poco hacia atrás y se envaró. Dejó la mano izquierda en la parte más estrecha de la espalda de la chica y sujetó su mano derecha con la otra. Acunó nuestras manos contra su pecho y Edward pudo sentir su corazón latir bajo la palma de su mano. Adivino que no la había puesto allí de forma accidental.

 

 

 

-          No sé si podré tener algo más que sólo un baile — le dijo ella, y comenzó a empujarlo en un círculo lento que no seguía el ritmo de la música que sonaba a sus espaldas  —. Lo haré lo mejor posible — se movieron según el ritmo del corazón bajo la mano del vampiro.

-          Estoy contenta de haber venido — añadió Bella con lentitud después de un momento  —, aunque no pensé que sería así. Pero es estupendo verte... una vez más. No resulta tan triste como me imaginaba.

-          No quiero que estés triste.

-          Ya lo sé. Y no he venido esta noche a hacerte sentir culpable.

-          No. Me hace muy feliz que hayas venido. Es el mejor regalo que podrías haberme dado — ella se echó a reír.

-          Eso es estupendo, porque no he tenido tiempo para comprar un regalo como Dios manda. Alice se esforzó — dijo mirando a su alrededor

-          Alice es una fuerza de la naturaleza imparable — contesto Edward con un suspiró.

-          ¿Puedo pedirte otra o es demasiado? — pregunto ella cuando terminó la canción.

-          Pide todos los bailes que quieras.

-          Eso suena interesante, aunque es mejor si nos limitamos a estos dos. Me tengo que ir — dieron otra vuelta  —. Charlie se puede dar cuenta que me escape. Te quiero mucho. Se feliz por los dos — y se echó a correr hacia el bosque

 

 

 

Al instante Jacob estuvo a su lado y lo rodeó con sus brazos mientras lo concia hacia la luz. Cuando pasaron al lado de las luces titilantes, lo hizo girar suavemente sobre el entarimado. Se mezclaron con los otros bailarines como si no hubieran llegado a interrumpir jamás su danza.

Edward echo una ojeada a los invitados, pero ninguno le dio la sensación de parecer sorprendido. Sólo los rostros muy pálidos mostraban algún signo de tensión, y la escondían muy bien. Jasper y Emmett estaban al borde del entarimado, juntos, y adivino que habían permanecido cerca durante esos momentos

 

 

 

-          ¿Cómo estás...?

-          Estoy bien — aseguro Edward  —. te amo más… — pero unos labios sobre los suyos lo interrumpieron

-          Ése es el motivo por el que estamos aquí — susurro Jacob.

-          Estás monopolizando a la novia — intervino Emmett, acercándose a Jacob por detrás de su hombro  —. Déjame bailar con mi hermanita — se echó a reír muy alto, tan poco afectado como le era habitual por la seriedad de cualquier situación que se presentara.

-          No soy mujer — gruño Edward mientras su hermano lo abrazaba

-          Espera unas horas — le susurro Emmett con un tono burlesco — y después me cuentas

 

 

 

Resultó que había un montón de gente con la que no habían bailado aún, lo cual les dio la oportunidad de que realmente pudiera recomponerse y recuperara el dominio de él mismo. Cuando Jacob lo reclamó de nuevo, descubrió que el asunto de Bella estaba bien encerrado en su cajón correspondiente y con la llave echada. Cuando lo envolvió entre sus brazos, se sintió capaz de liberar la alegría que había sentido antes y la certeza de que todo en su vida ocupaba en ese instante su lugar correcto. Sonrió y reposó la cabeza sobre su pecho de su esposo que lo atrajo con los brazos y lo estrechó contra su cuerpo.

 

 

 

-          Creo que podré acostumbrarme a esto — dijo Edward.

-          Pues yo ya lo hice — dijo Jacob besa el cuello

-          Aun no — gimió Edward con los ojos cerrados.

-          El señor Webber dijo que ya eres mío — protesto Jacob y lo volvió a besar

 

 

 

Y éste fue un beso de los serios, intenso, lento pero a pesar de ello, camino de algo...

La verdad es que Edward se había olvidado dónde estaba cuando escucho la llamada de Alice.

 

 

 

 — ¡Edward! ¡Es la hora!

 

 

 

El vampiro sintió una ligera irritación hacia su hermana favorita por su interrupción.

Jacob la ignoró y sus labios se endurecieron contra los suyos, con más urgencia que antes. Su corazón había comenzado una carrera enloquecida y las palmas de las manos se le humedecieron al deslizarse por su cuello marmóreo.

 

 

 

-          ¿Es que queréis perder el avión? — les urgió Alice, ahora justo a si lado  —. Estoy segura de que van a pasar una luna de miel estupenda acampados en el aeropuerto, esperando el vuelo siguiente.

 

 

 

Edward giró el rostro lo suficiente para murmurar.

 

 

 

-          Lárgate, Alice — y volvió a presionar sus labios con los ajenos.

-          Jacob, ¿quieres embarcar con ese traje? — le espetó. Este no le presto mucha atención que digamos. En ese momento, es que no le importaba en absoluto. Alice gruñó en voz baja.

-          Le voy a decir dónde lo llevas, Edward. Te juro que lo hago.

 

 

 

Él se quedó paralizado. Alzó su rostro apartándolo del de su esposo y le lanzó una mirada envenenada a su hermana favorita.

 

 

 

-          Para ser tan pequeñaja eres de lo más irritante.

-          No he comprado un traje de viaje tan perfecto para ver cómo se desperdicia — le replicó con brusquedad, cogiéndolo la mano  —. Ven conmigo, camina hermanito.

 

 

 

Edward se resistía un poco a su tirón, alzándose sobre los dedos de los pies para besar a su esposo una vez más. Ella volvió a tirarlo del brazo con ademán impaciente, arrastrándolo lejos de él. Se oyeron unas cuantas risitas entre los invitados atentos a la escena. Edward se rindió entonces y la dejo conducirlo hacia la casa vacía.

 

 

 

-          Gracias, Alice. Ha sido la boda más bonita que haya tenido nunca nadie — le dijo con el corazón en la mano  —, todo ha estado perfecto. Eres la mejor hermana, la más lista y la de mayor talento de todas las hermanas del mundo.

-          Me alegra que te haya gustado — le dijo dedicándole una enorme sonrisa.

 

 

 

Se cambió con rapidez y se puso un conjunto de color azul intenso que me había comprado Alice.

 

 

 

-          Ya está todo preparado — intervino Alice  —. Sus maletas están en el auto, las está poniendo allí Jasper — lo empujó de vuelta a las escaleras seguida por Esmes, todavía abrazándolo a medias.

-          Te quiero, mamá — le susurro mientras descendían  —, prometo no fugarme

-          Más te vale

-          Adiós, mamá, te quiero — repitió con un nudo en la garganta.

 

 

 

Jacob lo esperaba al pie de las escaleras. Tomó su mano extendida pero se inclinó hacia un lado, registrando la pequeña multitud que los esperaba para verlos marchar.

 

 

 

-          Gracias por todo — dijo Edward abrazando a su padre

-          Nada de rabietas de adolescente ¿sí? — dijo el médico y Edward sonrió — ya eres todo un hombre casado

-          Vamos, entonces — dijo con voz gruñona  —. No quiero que llegues tarde.

 

 

 

Los invitados volvieron a hacerles otro pasillo y Jacob lo pegó a su costado para preparar su huida.

 

 

 

-          ¿Estás preparado? — le preguntó.

-          Lo estoy — repuso el vampiro y supo que ahora sí era verdad.

 

 

 

Todo el mundo aplaudió cuando Jacob lo besó en las escaleras de la entrada. Luego lo arrastró hacia el automóvil mientras comenzaba la tormenta de arroz. La mayoría no los alcanzó, pero alguien, probablemente Emmett, arrojó los granos con una precisión asombrosa contra la espalda de Edward.

 

 

 

El auto estaba decorado a todo lo largo con más flores extendidas en hileras y grandes lazos de tejido ligero y vaporoso atados a una docena de zapatos nuevos de diseño que colgaban del parachoques trasero.

Jacob hizo de escudo para evitar que la lluvia de arroz mientras Edward subía y poco después entró él. Se alejaron a toda velocidad

Jacob le apretó la mano a su vez.

 

 

 

-          Te quiero — le dijo Jacob

-          Ése es el motivo por el que estamos aquí — respondió Edward citando lo que él había dicho antes reclinado la cabeza contra su brazo.

 

Jacob le besó en el pelo y cuando se volvieron hacia la oscura autopista, el lobo presionó de verdad el acelerador


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).