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Juntos por Liss83

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Notas del capitulo:

espero alguien siga por aqui a pesar de mis burreras

Nuevamente un relámpago de fuego cruzó su piel. Y le temblaban las manos a pesar del efecto calmante de la ducha. Comenzó a sentirse algo mareado a punto de sufrir un ataque de nervios en toda regla. ¿Los vampiros sufren eso? Se sentó en el frío suelo de baldosas envuelto en la gran toalla y puso la cabeza entre las rodillas. Rezo para que a Jacob no se le ocurriera ir a buscarlo antes de que recuperara su autocontrol. Se imaginaba lo que pensaría si lo viera caerse a pedazos de ese modo. No le resultaría nada difícil convencerse de que estaba arrepentido de todo.

 

 

 

Y no es que se fuera así, o que pensara de repente que estaban equivocándose. Para nada. El problema estaba en que no sabía cómo hacerlo siendo él un hombre, y además vampiro, y tenía miedo de salir de aquella habitación y encararse a lo desconocido. Especialmente vestido con lencería femenina francesa. Para eso seguro que no estaba preparado todavía. Y tal vez nunca lo estaría

Se sentía como si tuviera que caminar por el escenario de un teatro lleno de miles de personas sin tener ni idea de su texto.

 

 

 

¿Cómo podía la gente hacer eso, tragarse todos sus miedos y confiar en otra persona sin reservas, con todas sus imperfecciones y sus miedos, con menos que el compromiso total que Jacob le había ofrecido? Si no fuese él quien estuviera ahí fuera, si no fuese consciente hasta la última célula congelada de su cuerpo de que lo amaba tanto como él lo hacía, de forma incondicional e irrevocable, e incluso de modo irracional, no sería capaz de levantarse del suelo.

Pero era Jacob quien estaba allí fuera, así que susurro las palabras «no seas cobarde» entre dientes y se arrastró hasta ponerse en pie. Se apretó la toalla con fuerza bajo a la cadera y se dirigía lleno de decisión hacia el baño. Paso al lado de la maleta repleta de encaje y de la enorme cama sin echarles ni una ojeada siquiera y salía por la puerta de cristales abierta hacia la arena fina como el polvo.

 

 

 

Todo estaba bañado en negro y blanco, desprovisto de color por la luz de la luna pero aun así veía claramente. Edward camino lentamente por la cálida arena, haciendo una pausa al lado del árbol torcido donde él había dejado sus ropas. Apoyó la mano contra la rugosa corteza.

Exploro las bajas ondas de la arena, negras en la oscuridad, buscándole.

No fue difícil de encontrar. Estaba de pie, dándole la espalda, sumergido hasta la cintura en el agua del color de la medianoche, con la mirada clavada en la luna de forma oval. La luz pálida del satélite confería a su piel un brillo perfecto, como la de la misma luna, haciendo que su cabello mojado tomara un tono más oscuro.

 

 

 

Estaba inmóvil, con las palmas de las manos descansando boca abajo sobre el agua. Las débiles olitas rompían contra su cuerpo como si fuera de piedra. Edward Black, antes Cullen, se quedó mirando las suaves líneas de su espalda, sus hombros, sus brazos, su cuello, su forma intachable...

El fuego dejó de ser un rayo que le cruzaba la piel para convertirse en algo sordo y profundo, consumiendo en su ardor toda su cobardía y su tímida inseguridad. Se quitó la toalla sin dudar, dejándola en el árbol con su ropa y caminó hacia la luz blanca, que también se transformó en algo pálido como la misma arena.

 

 

 

No pudo oír el sonido de sus pasos mientras caminaba hacia la orilla del agua, pero sabía que Jacob sabía que se acercaba, aunque no se volvió. Edward dejo que las suaves olitas rompieran contra los dedos de sus pies y encontró que tenía razón respecto a la temperatura del agua, que era cálida, como la del baño. Dio varios pasos, avanzando con cautela por el suelo invisible del océano, aunque su precaución era innecesaria, porque la arena seguía siendo igual de suave, descendiendo levemente en dirección a Jacob. Cruzo por la corriente ingrávida hasta que llego al lado de su esposo, y coloco su mano con ligereza sobre la mano febril que yacía sobre el agua.

 

 

 

-          Qué hermoso — dijo Edward, mirando también hacia la luna.

-          No está mal — contestó él, como si no fuera nada del otro mundo

 

 

 

Jacob se volvió con lentitud para enfrentarse al vampiro y su movimiento produjo leves olas que rompieron contra la piel de este. Sus ojos tenían un brillo plateado sobre su rostro del color cobrizo. Retorció la mano hasta que entrelazó sus dedos con su esposo bajo la superficie del agua. Estaba tan caliente que le erizo la piel.

 

 

 

-          Pero yo no usaría la palabra «hermoso» — continuó Jacob  —. No cuando tú estás aquí al lado para poderte comparar.

 

 

 

Edward sonrío a medias, y después alzo la mano libre, que ya no temblaba y la coloco sobre su corazón. Blanco sobre moreno, encajaba tan bien. Jacob se estremeció ligeramente al gélido contacto y su respiración se volvió áspera.

 

 

 

-          Te prometí que lo intentaría — susurró Edward, de repente tenso  —, pero sí... si hago algo mal, si te hago daño, debes decírmelo corriendo.

-          No pasara nada malo — prometió Jacob dando un paso más hacia delante a través de las olas y sosteniendo su cabeza contra su pecho — No tengas miedo — susurro  —. Somos como una sola persona.

 

 

 

De pronto Edward se sintió abrumado por la realidad de esas palabras. Ese momento era tan perfecto, tan auténtico. No dejaba lugar a dudas. Jacob lo rodeó con los brazos, lo estrechó contra él y hasta la última de las terminaciones nerviosas de Edward Cullen cobró vida.

 

 

 

-          Para siempre — concluyó Jacob y después se sumergieron suavemente en el agua profunda.

 

 

 

El beso era lento, suave. Como si tuvieran la eternidad para disfrutarlo. Jacob rodeo la cintura estrecha de su vampiro mientras este se aferraba a su cuello. Una mano se deslizo por su muslo derecho hasta su glúteo. Edward no lo pudo evitar y un gemido se escapó de su garganta

 

 

 

-          Solo relájate — le susurro Jacob en el oído mientras lo besaba detrás de la oreja — todo va a estar bien

-          ¡Jake! — gimió Edward dándole mayor acceso a su cuello

-          Te voy a cuidar todo el tiempo — dijo sin dejar de besarlo — Nada ni nadie es más importante que tú

-          Te amo — susurro Edward dejándose llevar

 

 

 

Lentamente Jacob se sumergió en las aguas del mar, pero no soltó la cintura de Edward ni un instante. El vampiro sintió como los besos atacaban su cintura, bajaron por el muslo derecho mientras su esposo se movía hacia atrás. Pequeñas mordidas sobre sus glúteos lo hicieron estremecerse

Los labios subieron hacia la espalda mientas Jacob se acomodaba detrás suyo. Una mano rodeo la hombría de Edward cuando él echo su cabeza hacia atrás gimiendo. La mano derecha de Jacob viajo hacia el sur del cuerpo de su esposo mientras la de la derecha se posesiono en su pecho.

 

 

 

-          ¡Ja… Jac…! — gimió Edward

-          Tranquillo mi luz de luna — susurro Jacob — tranquillo. No dejare que nada malo te pase

 

 

 

Jacob le beso los hombros mientras su mano derecha empezó a estimular la entrepierna de su esposo y la suya, muy despierta ya, se presionaba contra los glúteos de su esposo

 Un nuevo gemido salido de los labios del vampiro y la estimulación continuaba. Era la gloria. No. ¡Fue mucho más que la gloria cuando su primer orgasmo lo golpeo con la fuerza de diez trenes rápidos a la vez!

 

 

 

-          ¡Por Dios! — grito el vampiro

 

 

 

Jacob sabía que Edward había esperado cien años para ese momento, así que haría que lo disfrute segundo a segundo

 

 

 

-          Esto apenas comienza señor Black — susurro Jacob volviendo rozar los glúteos con su entrepierna e instintivamente Edward movió las caderas hacia atrás en buscando mayor contacto — ¡No! — susurro Jacob besándole el cuello — quiero que tu primera vez sea inolvidable

-          Jacke — gimió el vampiro

 

 

 

Jacob lo tomo en su brazos estilo princesa y lo llevo de vuelta a la casa. La piel de Jacob ardía como nunca cuando abrió con el pie la puerta de la habitación principal.

Lo coloco sobre la cama y empezó a besarlo nuevamente mientras se acostaba sobre él. Edward se abrazó a su cuello para profundizar el beso. Edward abrió las piernas tímidamente y Jacob no dudo en acomodarse entre ella. Empezó con un beso suave que descendió por el pecho marmolado, donde chupo las tetillas arrancado gemidos a un ya descontrolado vampiro. Siguió bajando por su vientre plano hasta su entrepierna

 

 

 

-          Que hermoso — susurro lamiendo desde la base hasta la punta mientras Edward se aferraba a las sabanas gimiendo como Jacob jamás imagino verlo — y sabe mucho mejor

-          Ja… jac… — gimió el vampiro y no aguanto más y se vino en su boca

-          ¿quieres probar? — susurro Jacob, y sin más asalto, sus labios como si no hubiese mañana

 

 

 

Con un brazo rodeo su cintura se volvió a acomodar entre sus piernas y Edward rodeo la cintura del moreno con ambas piernas. Lentamente empezó a entrar en él mientras escuchaba sus gemidos que inundaban la habitación. Ambos hombres se desconectaron del mundo.

Era un vaivén único, una sincronía absoluta. Sus cuerpos sabían perfectamente que hacer, por donde moverse, la velocidad ideal. Ninguno buscaba su placer, solo funcionarse en una simbiosis sin precedentes. Un alma no puede habitar dos cuerpos, y ellos eran uno solo

Los labios de Jacob reclamaban los de Edward como si llevaran siglos sin probarlos, a pesar de que no se habían separado ni un solo instante. Mientras que los de Edward parecía que jamás tendrían suficiente de los ajenos

 

 

 

La explosión de sus sentidos los sorprendió sin previo aviso. Y dos gritos de placer, y que no tenían nada de humanos, espantaron a las aves que dormían en los arboles de los alrededores.

Jacob cayó suavemente sobre su esposo y se giró, sin soltarlo, de tal manera que Edward quedo sobre él. Lo envolvió en sus brazos y empezó a besarle el rostro, mientras le echaba el cabello hacia atrás. Edward acomodado su cabeza en el pecho del lobo y cerró los ojos.

 

 

 

-          Te amo — susurro Jacob antes de caer en los brazos de Morfeo

 

 

 

El sol, caliente sobre su rostro, lo despertó por la mañana. Era muy tarde, quizás más del mediodía, no estaba seguro. Pero aparte de la hora, todo lo demás quedaba totalmente claro. Sabía con exactitud dónde estaba, en aquella brillante habitación con la gran cama blanca, mientras los relucientes rayos del sol entraban por las puertas abiertas. Las nubes de la mosquitera tamizaban la luminosidad.

No abrió los ojos. Se sentía demasiado feliz como para cambiar nada, no importaba lo poco que fuera. Los únicos sonidos eran los de las olas allí afuera, sus respiraciones, el latir de su corazón...

Se encontraba tan cómodo, incluso bajo el sol ardiente. Su piel fría era el antídoto acertado contra el calor. Tumbado, con Edward atravesado sobre su pecho tibio, ceñido apretadamente por sus brazos, se sentía muy a gusto, muy natural. Se preguntó con pereza cómo Edward había podido estar tan aterrorizado pensando en esa noche. En su momento lo había entendido, pero ahora todos aquellos miedos le parecían por completo absurdos.

 

 

 

Empezó a recorrer suavemente con su dedo el contorno de la columna de su esposo, para que sepa que se había ya estaba despierto. Mantuvo los ojos cerrados y apretó aún más los brazos en torno a su cintura, ciñéndome para acercarme todavía más a él. Amaba esa cintura estrecha

Edward no dijo nada; los dedos seguían deslizándose arriba y abajo por su espalda rozándola apenas mientras trazaba delicados dibujos sobre su piel.

 

 

 

Jacob se habría sentido del todo feliz si hubiera podido quedarse allí para siempre, sin perturbar para nada el momento, aunque su cuerpo tenía otras ideas. Se echó a reír al escuchar su estómago impaciente. Parecía algo prosaico tener hambre después de todo lo que había sucedido la noche anterior. Era como si se viera obligado a aterrizar en la tierra, desde una gran altura.

 

 

 

-          ¿Qué es lo que resulta tan divertido? — murmuró él. El sonido de su voz, seria y hosca, le trajo de nuevo un diluvio de recuerdos de la noche y sintió cómo se le enrojecían el rostro y el cuello.

 

 

 

Su estómago gruñó, como queriendo contestar la pregunta y Jacob echo a reír de nuevo.

 

 

 

-          Parece que uno no puede escaparse durante mucho rato del hecho de ser humano.

 

 

 

Jacob espero, pero él no se rio con él. Con lentitud, emergiendo a través de las múltiples capas de dicha absoluta que nublaban su mente, se abrió paso la conciencia de Jacob de que había otra atmósfera por completo distinta fuera de su propia esfera reluciente de felicidad.

Abrió los ojos, y la primera cosa que vio fue su cabellera castaña clara. Movió ligeramente la cabeza y vio que Edward tenía la mandíbula tensa. Puso suavemente sus dedos sobre su barbilla y movió la cabeza de su esposo para observar su semblante.

Edward tenía los ojos clavados en el vaporoso dosel que se estaba sobre la pared izquierda de la habitación y no le miró mientras Jacob estudiaba sus rasgos severos. Su expresión le produjo una conmoción al lobo, una sacudida física a través de su cuerpo.

 

 

 

-          Edward — dijo, con un pequeño y extraño temblor en la garganta  —. ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que va mal?

-          ¿Acaso necesitas preguntarlo? — su voz sonaba dura, cínica.

 

 

 

 

 

Notas finales:

nos leemos mañana


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