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Juntos por Liss83

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Bella pudo apreciar que Jacob estaba de acuerdo ella cuando alzó la cabeza y la contempló desde su propio y personal infierno.

 

 

 

-          No lo sabíamos. Jamás se nos pasó por la imaginación — contestó con un hilo de voz  —. No había precedentes de algo similar a lo ocurrido entre Edward y yo. ¿Cómo íbamos a prever que un vampiro era capaz de concebir un hijo de uno de nosotros...?

-          ... sobre todo cuando es hombre, ¿no?

-          Sí — coincidió con un susurro cargado de tensión  —. Sádicos, como los íncubos y los súcubos, están ahí fuera, existen, pero la seducción es un simple preludio al festín. Nadie sobrevive.

-          Maldita sea tu dinastía de lobos — siseo Bella

 

 

 

Sacudió la cabeza como si la idea le repugnara, como si él fuera diferente.

 

 

 

-          No entiendo cómo no tienen un nombre para lo que tú eres — escupió la chica

-          Bella... — susurro Seth

 

 

 

Con el propósito de mirarlos, Jacob alzó el rostro: parecía el de alguien con mil años.

 

 

 

-          Ni siquiera tú, Bella, puedes aborrecerme tanto como yo me odio a mí mismo.

 

 

 

“Te equivocas”, pensó, demasiada enfurecida para hablar.

 

 

 

-          Matarme ahora no va a salvarlo — replicó él con calma.

-          ¿Y qué?

-          Debes hacer algo por mí, Bella.

-          ¡Y un cuerno, parásito!

 

 

 

No dejó de mirarla con esos ojos enturbiados en parte por la fatiga y en parte por la locura.

 

 

 

-          ¿Y por él?

-          No lo mereces — siseo Bella

-          Tú lo conoces, Bella. A mí no va a escucharme, cree que lo subestimo. Edward se cree lo bastante fuerte para salir airoso de esto... — el sofoco le impidió respirar. Se calmó y tragó saliva  —. Puede que a ti te oiga.

-          ¿Y por qué a mí sí? — escupió Bella

-          Te amó desde el primer momento que te vio. Sálvalo — suplico Jacob

-          Yo ya le soy indiferente — dijo ella

-          Bella por favor — suplicó Jacob

-          No puedo decirle nada que tú no le hayas dicho antes. ¿Qué quieres que haga? ¿Asegurarle que es un estúpido por hacer esto? — dijo ella — Lo más probable es que ya lo sepa. ¿Soltarle que se va a morir? Apuesto a que eso también lo sabe.

-          Bella… — suplico — lo dejare. Hablare con los ancianos. Él volverá contigo y te convertirá. Nadie se opondrá. Yo me encargare

 

 

 

Sus miradas se encontraron durante un momento. Bajo una fina capa de autocontrol, el rostro de Jacob era la viva imagen del terror. El ceño fruncido se le vino abajo a Bella y la boca se le abrió de sorpresa conforme empezó a asimilar el significado de sus palabras.

 

 

 

-          ¡Pero no de esta forma! — masculló antes de que pudiera recobrarme  —.

-          Estás loco — grito Seth

-          ¡Cállate! — siseo Jacob

-          No lo hare con eso que le absorbe la vida mientras yo estoy aquí — dijo Bella — observando con impotencia cómo enferma y se consume, contemplando cómo esa cosa le hace daño — tragó una bocanada de aire a toda prisa, como si alguien le hubiera asestado un puñetazo en el estómago  —. Debes hacerlo entrar en razón, Jacob.

-          Él ya no va a escucharme — dijo este desesperado — Rosalie no se aparta de su lado, y no deja de alimentar su locura, y de infundirle coraje, y de protegerlo. No, no la protege, cuida del engendro. La vida de Edward no significa nada para ella.

 

 

 

El sonido contenido de la garganta de Seth sugería que se estaba asfixiando. ¿Qué había insinuado, que Edward debería...? ¿El qué? ¿Tener un bebé? ¿Edward y Bella? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Se lo estaba entregando o tal vez creía que a él no le importaba ser compartido?

 

 

 

-          Lo que sea y como sea siempre que siga vivo.

-          Es la estupidez más descomunal que has dicho hasta ahora — Bella.

-          Él te quiere.

-          No lo suficiente.

-          Está dispuesto a morir por tener un hijo. Quizás acepte una alternativa menos radical...

-          Bella es humana — siseo Seth — ¿Cómo se supone que lo hará?

-          No lo sé, no lo sé — dijo Jacob  —. Va a hacer falta una gran dosis de persuasión para convencerlo; por eso la necesito. Sabe cómo piensa. Puede hacerlo entrar en razón.

-          ¿Crees que renunciara a su hijo una vez este con Bella? — carcajeo Seth — ¡eres un imbécil!

 

 

 

Bella no podía pensar en la sugerencia del lobo. Era excesiva. Imposible. Equivocada. Una aberración. ¿Qué proponía? ¿Tener en préstamo a Edward durante los fines de semana y luego devolverlo el lunes como una peli de alquiler? ¡Menudo lío!

Y demasiado tentador.

No deseaba sopesarlo ni imaginarlo siquiera, pero las imágenes llegaron a su mente a pesar de todo. Había tenido ese tipo de fantasías con Edward muchas veces, remontándose a la época en que aún había algo entre ellos; y luego, cuando quedó claro que ese tipo de entelequias no eran posibles y sólo dejaban heridas supurantes, nada de nada. Pero hubo un tiempo en que no había sido capaz de evitarlo, y ahora tampoco lograba contenerse y especular con la posibilidad de estar entre sus brazos, de que él suspirara al pronunciar su nombre...

 

 

 

Y lo que era peor aún, muchas veces había especulado con esa nueva imagen. Aún no. Una imagen que la iba a perseguir durante años si no se daba prisa a la hora de sofocarla en su mente, donde ya había empezado a echar raíces como la mala hierba: venenosa e imposible de erradicar. Esa imagen mostraba a un Edward radiante y lleno de vitalidad, la antítesis de su estado actual, pero con cierta semejanza: era ella, su cuerpo no estaba desfigurado, aunque había adoptado una silueta redondeada, normal en una embarazada... de Edward.

Hizo un esfuerzo por escapar de la venenosa semilla que había germinado en su mente.

 

 

 

-          ¿Hacer que Edward cambie de opinión?.. suerte con eso.

-          Inténtalo al menos — suplico Jacob

 

 

 

Ella se apresuró a negar con la cabeza. Sin embargo, él hizo caso omiso a su respuesta y permaneció a la espera.

 

 

 

-          No he dejado de pensar en posibles caminos para salvarlo desde que me percaté de sus planes y de que estaba dispuesto a morir para realizarlos, pero no sabía cómo contactar contigo, ya que estaba seguro de que no ibas a ponerte al teléfono si te llamaba.

-          En eso tienes razón — dijo Bella

-          Si no hubieras venido hoy, habría tenido que ir a buscarte — dijo Jacob  —, pero se me hace muy difícil separarme de él, aunque sea sólo por unos minutos. La condición de Edward... Bueno, eso está cambiando, no deja de crecer, y además muy deprisa. Ahora no puedo estar lejos de él mucho tiempo.

-          Pero ¿qué es «eso»?

-          No tenemos ni idea, ninguno, pero ya es más fuerte que la madre — dijo Jacob y de pronto Bella vio al monstruo por nacer rasgándolo desde dentro para salir  —. Ayúdame a detenerlo — susurró  —, ayúdame a impedir que esto suceda.

-          ¿Cómo? ¿Ofreciéndole mis servicios como incubadora? — Jacob no movió una pestaña al oír sus palabras, pero Bella misma dio un respingo  —. Tú estás muy mal. Él no va a querer saber nada del tema. Sin contar que tu lobo me mataría

-          Prueba. Total, no hay nada que perder. ¿En qué puede hacer daño?

 

 

 

Le podía hacer daño a él. ¿Acaso Edward no le había dado suficientes calabazas como para merecerse otra más?

Bella no podía creerse que estuviera considerando su proposición. Le daría otro puñetazo, aunque volvería a romperse la mano. No debería haber con Jacob. Se había puesto la cabeza como un bombo.

 

 

 

-          Lo que no hizo Victoria lo hare yo — dijo Bella

-          Eso no vas a tener que suplicarlo mucho.

 

 

 

El atisbo de una sonrisa desfigurada le curvó la comisura de los labios.

 

 

 

-          Con eso ya contaba.

-          Entonces, tenemos un trato.

 

 

 

Él asintió y tendió su ardiente y morena mano. Bella se tragó su dolor y alargo la suya para estrechársela. Cerró los dedos alrededor de la llama y le dio un único apretón.

 

 

 

-          Lo tenemos — aceptó.

                                         

 

 

Bella no sabía cómo sentirse. Aquello no parecía real. Tenía pinta de ser la versión gótica de una telenovela de las malas, pero en vez de ser la nerd marginada del instituto a punto de pedirle al capitán del equipo que sea su pareja en el baile de graduación, ella era la que había quedado segundo, la mortal a punto de pedirle al vampiro esposo del hombre lobo que se junten para procrear. Que súper.

 

 

 

No, no iba a hacerlo. Era una metedura de pata y un comportamiento de lo más retorcido. Iba a olvidarse de todas las tonterías de Jacob.

Pero sí iba a hablar con él e intentaría que le hiciera caso. Y él la mandaría al cuerno. Lo estaba viendo

 

 

 

Jacob no efectuó comentario alguno mientras marchaba el primero de vuelta al edificio. ¿Por qué había elegido un lugar tan lejano para la conversación? ¿Había buscado un sitio lo bastante apartado de la casa como para que su familia no pudiera escuchar los susurros? ¿Edward los escucharía a pesar de lo débil que estaba?

Era probable, a juzgar por las miradas llenas de recelo y confusión que les lanzaron los demás Cullen en cuanto traspasaron el umbral. Ninguno parecía disgustado o enojado, lo cual la llevó a concluir que ninguno de ellos había oído nada del favor solicitado por Jacob.

 

 

 

Vaciló en el quicio de la puerta sin saber qué hacer. Allí se estaba mejor, pues todavía le costaba verlo en ese estado.

 

 

 

Jacob se encaminó hacia el corrillo de vampiros con gesto envarado. Edward le dirigió una mirada ansiosa antes de mirar a Bella, y luego de nuevo a él. La tez de sus mejillas adquirió un tono ceniciento. Entonces Bella comprendió a qué se refería ex amigo cuando aseguraba que empeoraba en situaciones de estrés.

 

 

 

-          Vamos a dejar que Bella y Edward hablen en privado — anunció Jacob con una voz completamente inexpresiva, como de un robot.

-          Por encima de mi cadáver — replicó Rosalie con un siseo sin apartarse del lado de Edward. Mantuvo una mano reposando sobre la mejilla chupada del enfermo con gesto posesivo.

 

 

 

 Jacob ni la miró.

 

 

 

-          Edward — prosiguió con el mismo tono monocorde  —. Bella desea hablar contigo. Solo quiere ver que estas bien — La interpelada lo miró con desconcierto y luego contempló a Rosalie.

-          Está bien, Rose. Bella no va a hacernos daño. Ve con Jacob.

-          Quizá sea una trampa — le previno la rubia.

-          No veo cómo — contestó Bella — soy humana por si ya lo olvidaste

-          No vas a perdernos de vista ni a Carlisle ni a mí, Rosalie — intervino Jacob. El timbre desapasionado de su voz se desvaneció en parte y dejó entrever una nota de ira  —. Es a nosotros a quienes teme Edward.

-          No — replicó el aludido en voz baja. Tenía los ojos relucientes y las mejillas parecían llenas de lágrimas  —. No, Jacob, yo no...

 

 

 

Él sacudió la cabeza y esbozó una leve sonrisa, pero daba grima mirarlo.

 

 

 

-          No pretendía expresarlo de ese modo, cielo. Estoy bien, no te preocupes por mí.

 

 

 

Deprimente. Él tenía razón. Edward se estaba castigando a sí mismo por herir los sentimientos de su esposo. Se había vuelto el típico mártir, pero había nacido en el siglo equivocado. Debía haber vivido hace un porrón de años, cuando podía haberse ofrecido como comida para los leones por una buena causa.

 

 

 

-          Salgamos todos — instó Jacob, señalando la puerta con un gesto envarado de la mano  —. Por favor.

 

 

 

Intentaba mantener la compostura como deferencia hacia Edward, pero estaba a punto de perderla. Bella se dio cuenta de lo cerca que estaba de ser otra vez el tipo consumido por el dolor que había visto fuera de la casa, y los demás también, de modo que se dirigieron a la puerta en silencio; y en un pispas, porque en el latido de corazón sólo quedo en la habitación Rosalie, dubitativa en el centro de la sala, y Jacob, expectante junto a la entrada.

 

 

 

-          Quiero que salgas, Rose — aseguró Edward con un hilo de voz.

 

 

 

La rubia fulminó a su cuñado con la mirada y le indicó con el dedo que abandonara la habitación el primero de todos. Él cruzó la puerta y la Barbie le imitó, no sin antes haberle dedicado una mirada de advertencia a la humana.

Una vez a solas, la chica cruzo la estancia y se sentó en el suelo junto a Edward. Le tomo sus heladas manos con las suyas y se las froto con cuidado.

 

 

 

-          Gracias, Bella, qué gusto...

-          No voy a mentirte, Edward, ahora si tienes un aspecto horroroso.

-          Lo sé — repuso con un suspiro  —. Debo de dar miedo.

-          Más que La cosa del pantano — convino Bella.

 

 

 

Edward se echó a reír.

 

 

 

-          Cuánto me alegra tenerte aquí. No sé cómo explicarlo — susurro él

-          ¿En qué estabas pensando? ¡De verdad...! — dijo Bella

-          ¿Te ha pedido él que me eches un sermón?

-          Sé que lo amas y él te corresponde — dijo Bella — baja la guardia. No logro comprender por qué cree que vas a hacerme caso — Edward suspiró

-          Te lo dije... — empezó Edward a decirle.

-          ¿Sabías que el «te lo dije» tiene un hermano, Bella? — le preguntó, interrumpiéndola  —. Se llama «cierra ese maldito pico».

-          Parece que hablo con Jacob — dijo el vampiro sonriendo.

 

 

 

La piel se le estiró hasta dejarle marcados los huesos de la cara cuando me dedicó una ancha sonrisa.

 

 

 

-          No puedo apuntarme el tanto... Lo he sacado de un capítulo que volvieron a echar de Los Simpson.

-          Me lo perdí.

-          Era divertido.

 

 

 

Permanecieron en silencio durante un minuto. Sus manos calientes se enfriaron con las suyas un poco.

 

 

 

-          ¿De verdad te ha pedido que me des la charla? — pregunto Edward

-          Esta desesperado — dijo Bella

-          ¿por qué aceptaste?

 

 

 

No le contestó, pues no estaba segura de saber la respuesta. Sólo sabía que cada segundo transcurrido en compañía de Edward únicamente iba a servir para aumentar el dolor que experimentaría más tarde. Le estaba llegando el día de echar las cuentas, como un yonqui con un alijo de drogas limitado. Cuanto más se llevara ahora, más duro iba a resultar cuando se acabara.

 

 

 

-          Va a salir bien, ya verás — le aseguró el vampiro al cabo de un minuto  —. Estoy seguro

-          ¿La demencia es uno de los síntomas de tu enfermedad? — dijo Bella roja de rabia otra vez.

 

 

 

Edward se carcajeó, a pesar del enfado de Bella.

 

 

 

-          Es posible — repuso  —. No digo que las cosas vayan a ser fáciles, Bella, pero, llegados a este punto ¿cómo podrías no creer en la magia cuando he sobrevivido a todo lo que me ha pasado?

-          ¿Magia?

-          Especialmente en lo que a ti respecta — dijo con una sonrisa. Retiró una de las manos de entre las de las chicas y le acarició la mejilla. Estaba más caliente que antes, pero me resultó fría al tacto, como todas las demás cosas  —. Terminarás encontrando la magia y eso te permitirá poner orden en tu vida, puesto que nadie lo merece más que tú.

-          ¿Qué incoherencias estás diciendo?

 

 

 

 Edward contestó sin perder la sonrisa.

 

 

 

-          Jacob me dijo una vez que la imprimación era como El sueño de una noche de verano, como la magia. Hallarás lo que buscas de veras, Bella, quizás entonces todo esto tenga sentido.

 

 

 

Bella se habría puesto a gritar si él no hubiera ofrecido un aspecto tan frágil. Pero como lo tenía, se limitó a soltarle un gruñido.

 

 

 

-          Si te piensas que la imprimación va a darle sentido a este despropósito... — hice un esfuerzo en busca de las palabras adecuadas — ¿De veras crees que esto va a estar bien sólo porque algún día Jacob imprimo de ti? — le señalo su cuerpo hinchado con el dedo  —. ¡Dime qué lógica puede tener que yo te amé! ¡O que tú le ames a él! Cuando te hayas muerto, Edward, ¿cómo van a volver a estar las cosas bien? ¿Qué propósito tiene tanto dolor? ¡El tuyo, el mío, el de Jacob! No es que tu marido me preocupe ya, pero también vas a matarlo a él — Edward dio un respingo, pero Bella no se detuvo  —. Por, tanto, al final, ¿qué significado tiene que retuerzas al máximo esta historia de amor? Si tiene alguna lógica, por favor, Edward, por el amor que nos tuvimos, muéstramela ahora mismo, porque yo no se la veo — Edward exhaló.

-          Todavía no lo sé, Bella, pero presiento que todo va a acabar bien, aunque resulta difícil de aceptar viendo cómo pinta la cosa ahora. Supongo que podrías llamarlo fe — dijo Edward sonriendo sin ganas — como de la que habla Carlisle

-          Vas a morir para nada, Edward. ¡Para nada!

 

 

 

Ella dejó caer la mano del rostro del vampiro y la posó sobre el vientre hinchado con gesto de cariño. No tuvo que despegar los labios para que supiera lo que se le pasaba por la cabeza. Iba a sacrificarse por eso.

 

 

 

-          No voy a morir — respondió entre dientes — Tengo fuerza suficiente para lograrlo.

-          Todo eso son tonterías, Edward. Has intentado alargar lo sobrenatural más de la cuenta. Ninguna persona normal lo haría. Ni siquiera un vampiro. No tienes suficiente vitalidad.

-          Puedo hacerlo, puedo hacerlo — murmuró.

-          Pues no me da esa impresión — dijo Bella  —, la verdad, así que suelta: ¿cuál es tu plan? Y espero que tengas alguno.

-          ¿Sabías que Esme se tiró por un despeñadero? Cuando era humana, quiero decir...

-          ¿Y...? ya me sé la historia

-          Estuvo tan cerca de la muerte que ni siquiera se molestaron en llevarla a la sala de urgencias, la dejaron cerca de la morgue, pero su corazón todavía latía cuando Carlisle la encontró...

-          Edward — grito ella — ya no eres humano

-          Confía en mi — suplico Edward

-          Ahí dentro no llevas un precioso bebé, Edward — dijo Seth — llevas algo que te está matando, a ti, y a Jacob.

-          Ya veremos — refutó este, un tanto pagado de sí mismo. Había olvidado que el chico estaba ahí

-          Tú no — dijo Bella.

-          Eres francamente pesimista, Bella — dijo Edward  —. Existe una oportunidad de que escape con bien de todo esto, no hay duda.

 

 

 

Ninguno consiguió articular la respuesta.

 

 

 

 


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