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Juntos por Liss83

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Leah le gruñó. Jacob le dirigió una mirada de aviso a Leah, pero ella no la vio. Seth gimoteó y la rozó con el lomo.

 

 

 

-          Perdón, no debería darlo por sentado, pero ustedes dos no tienen atadura alguna con los chupasangres, ¿no se dan cuenta?

 

 

 

Leah miró de forma deliberada primero a su hermano y luego a Jacob.

 

 

 

-          De modo que quieres vigilar a tu hermano, vale, eso lo entiendo — repuso Jared, quien miró a Jacob de refilón durante un segundo antes de centrarse en ella, probablemente preguntándose, al igual que el Alfa, el significado de esa segunda mirada  —. Ahora bien, Jake no va a dejar que le pase nada y Seth no tiene miedo alguno a quedarse aquí — Jared hizo un mohín  —. De todos modos, por favor, Leah, vuelve. Queremos que regreses. Sam desea tu vuelta — el rabo de la loba se tensó en señal de disgusto — Sam me dijo que te lo suplicara de rodillas si era necesario, como suena. Desea que vuelvas adonde perteneces, Lee.

 

 

 

Ella se sobresaltó cuando Jared empleó el viejo apodo con que Sam se dirigía a ella; erizó la pelambrera del cuello cuando el portavoz pronunció las últimas palabras y se puso a pegar aullidos entre dientes. Nadie necesitaba adoptar su forma lobuna para leerle la mente, sabían la sarta de palabrotas que le estaba dedicando a Jared, y éste también. Casi era posible oír los tacos de Leah.

Jacob esperó a que terminara.

 

 

 

-          Me arriesgaré a suponer que Leah pertenece adonde elija — dijo Jacob y Leah gruñó mientras fulminaba a Jared con la mirada. El Alfa imagino que eso significaba que estaba de acuerdo — Mira, Jared, seguimos siendo una familia, ¿no? Debemos superar las desavenencias, pero convendría que no abandonaran su territorio hasta que eso suceda. Para evitar malentendidos, ¿vale? Ninguno tenemos ganas de bronca, ¿verdad? No es eso lo que quiere Sam, ¿me equivoco?

-          Por supuesto que no — dijo Jared  —. Nosotros seguiremos en nuestro territorio, pero ¿cuál es el tuyo? ¿La tierra de los vampiros?

-          Si, Jared, en cuanto a mí, mi casa y mi hogar es donde este Edward, pero no te preocupes, esto no va a durar siempre. ¿De acuerdo? — tomó aire  —. No queda mucho tiempo, ¿vale? Luego que mi hijo nazca — que bien se sentía eso — supongo que los Cullen se irán y Seth y Leah volverán a casa.

-          ¿Y tú? — pregunto el vocero

-          Ya te lo dije — respondió Jacob — donde estén Edward y mi hijo es mi casa. Y antes que lo preguntes, mi padre lo sabe y está de acuerdo

 

 

 

Leah y Seth aullaron al unísono, volviendo los hocicos hacía su líder en perfecta sincronía.

 

 

 

-          Además dos machos Alfa generarían demasiada tensión — dijo Jacob — yo ya he seguido ese camino antes de que se armara este embrollo.

-           ¿Y qué hacemos si necesitamos hablar con ustedes? — inquirió Jared.

-          Aúllen, pero desde su lado de la frontera, ¿vale? Ya acudiremos nosotros. Ah, y otra cosa, Sam no necesita enviar una legación tan numerosa. No buscamos pelea alguna.

 

 

 

Jared puso cara de pocos amigos, pero asintió. Le reventaba que le impusieran condiciones a Sam.

 

 

 

-          Ya nos veremos por ahí, Jake. Bueno, o no — concluyó mientras se despedía con la mano sin entusiasmo alguno.

-          Aguarda, Jared. ¿Se encuentra bien Embry? — pregunto Jacob y la sorpresa cruzó el rostro del emisario.

-          ¿Embry...? Claro que sí, está perfectamente. ¿Por qué?

-          Me preguntaba por qué Sam envió a Collin en vez de a él, sólo eso.

 

 

 

Jacob estudio su reacción. El chico continuó mostrándose receloso hasta que un brillo fugaz de los ojos le indicó al Alfa que había comprendido por dónde iba, pero no era como el que este esperaba.

 

 

 

-          Eso ya no es de tu incumbencia, Jake.

-          Supongo que no, era simple curiosidad.

 

 

 

Observo con el rabillo del ojo cómo uno de los lobos torcía el hocico, pero fingió no percatarse a fin de no desenmascarar a Quill, que había reaccionado de inmediato ante la simple mención.

 

 

 

-          Informaré a Sam de tus... instrucciones. Adiós, Jacob.

-          Adiós, Jared — dijo este  —. Eh, dile a mi padre que estoy bien, ¿lo harás? Y dile también cuánto lo siento y que le quiero.

-          Se lo diré.

-          Gracias — dijo Jacob prometiéndose a sí mismo llamar a su padre lo más pronto posible

-          Vámonos, chicos — ordenó Jared.

 

 

 

Debido a la presencia de Leah, se dio media vuelta y se alejó de ellos antes de cambiar de fase. Paul y Collin le pisaron los talones, pero Quill vaciló. Aulló quejumbroso. Se acercó un paso.

 

 

 

-          Sí, yo también te echo de menos, hermano.

 

 

 

Quill se acercó al trote, meneando la cabeza con lentitud. Jacob le palmeo el lomo.

 

 

 

-          Estaré bien — el lobo gimoteó — Dile a Embry que echo en falta tenerlos a mis flancos.

 

 

 

Asintió y le acarició la frente con el hocico. Quill alzó los ojos cuando Leah resopló, pero no la miró a ella, sino detrás de él, hacia el lugar por donde se habían marchado los demás.

 

 

 

-          Sí, vuelve a casa — dijo el Alfa.

 

 

 

Quill aulló otra vez y luego echó a correr en pos de los otros. Seguro que Jared no iba a esperarle con demasiada paciencia. Jacob busco el fuego en su interior y lo extendí para que fluyera por sus miembros. Tras un estallido de calor, volvió a estar a cuatro patas.

 

 

 

“Por un momento pensé que te ibas a dar el lote con él” se mofó Leah pero Jacob la ignoro.

“¿Qué tal lo he hecho?” les pregunto. Le preocupaba haber hablado por ellos de ese modo, cuando no podía oír su mente y, por tanto, ignoraba qué pensaban. No deseaba dar por hecho nada. No quería parecerse a Jared en eso. “¿Dije algo que hubierais preferido que callara? ¿Callé algo que debería haber dicho?”

-          ¡Estuviste genial, Jake!” lo alentó Seth.

“Podías haberle atizado un puñetazo a Jared” agregó Leah. “No me habría importado”.

“Supongo que ahora sabemos por qué no han dejado venir a Embry” pensó Seth.

“¿No le han dejado?” pensó Jacob sin comprender

“¿Has visto a Quill, Jake? Estaba hecho polvo, ¿vale?” pensó Seth “Apostaría diez a uno a que a Embry le ocurre otro tanto, quizá más, pero Embry no tiene a Claire, no hay nada que le retenga. No hay forma de que Quill elija estar fuera de La Push, pero Embry sí podría. Por eso, Sam no se va a arriesgar a que se deje convencer para cambiar de bando. No desea que nuestra manada sea mayor de lo que ya es.”

“¿De veras?” dijo Jacob “¿Tú crees? Embry no vacilaría en despedazar a algunos de los Cullen”

“Pero él es tu mejor amigo, Jake.” Dijo Seth “Él y Quill preferirían apoyarte en una lucha antes que enfrentarse a ti.”

“Bueno, me alegra que Sam lo retenga en casa” pensó el Alfa “Esta manada ya es bastante grande”. Suspiré. “Vale, entonces. Estamos bien como estamos por ahora. Seth, ¿te importaría mantenerte alerta? Leah necesitamos dar una cabezada y yo ir a ver a Edward. Jared y los demás parecían de fiar, pero nunca se sabe. Quizá sea un movimiento de distracción.”

 

 

 

Jacob no siempre había sido tan paranoico, pero recordaba la estrechez de miras y la obsesión de Sam por destruir todo peligro que se ponía al alcance de su mirada. Quizás aprovecharía del hecho de que ahora podía mentirles

 

 

 

“¡Sin problemas!” Seth estaba impaciente por hacer todo lo que estuviera en su mano.

 

 

 

Ellos empezaron a tomar imágenes de su cerebro extenuado. Leah aulló de sorpresa y movía la cabeza adelante y atrás en un intento de sacarse la imagen de la cabeza.

 

 

 

“Es la cosa más horripilante y repulsiva que me he echado a la cara en la vida. Puaj. Habría vomitado de haber tenido algo en el estómago.”

“y verlo en vivo fue peor, pero son vampiros, supongo” se permitió decir Seth al cabo de un minuto para compensar la reacción de Leah. “Quiero decir, tiene sentido, y si eso de la copa de sangre ayuda a Edward, es algo positivo, ¿no?

 

 

 

Tanto Leah como yo le miramos fijamente.

 

 

 

“¿Qué?” dijo el chico

“A mamá se le cayó demasiadas veces de pequeño” dijo Leah.

“Y parece que los porrazos se los dio todos en la cabeza.”

“También solía roer y chupetear las barras de la cuna.”

“¿Llevaban una mano de pintura de plomo?”

“parece” respondió ella.

“Muy divertido” bufó Seth “¿Por qué no cierran el pico y se van de una vez?”

 

 

 

Al día siguiente todo estaba en calma cuando Jacob llego a la casa. Enseguida se dio cuenta que había un pequeño cambio en un escenario ahora muy conocido: la pila de prendas de colores claros sobre el escalón más bajo del porche. Alargo el paso para investigar cuanto antes. Contuvo el aliento más por costumbre que por el olor a vampiro se aferraba a las ropas como una garrapata. Revolvió la pila con el hocico.

 

 

 

Alguien las había colocado allí. Emmett o Jasper debieron de haber presenciado su momento de irritación, cuando hizo trizas los pantalones al salir a toda prisa por la puerta. Se le hizo un detalle bonito, y de lo más extraño.

Anduvo con pies de plomo mientras tomaba la ropa entre los dientes, y se ocultó detrás de los árboles por si sólo era una bromita de la rubia psicópata de su cuñada y tenía por allí a un montón de chicas. Estaba seguro que le encantaría ver la sorpresa de su rostro humano mientras estaba en desnudo sosteniendo uno de esos trajes de playa que llevan las chicas.

 

 

 

Soltó la pila de ropa pestilente y recobró la forma humana una vez estuvo a salvo de miradas detrás de los árboles. Agitó las prendas y luego intentó quitarles el olor golpeándolas contra un árbol. Bendita imprimación que había hecho que el olor de Edward cambiase.

Para Jacob no había duda de que eran prendas de hombre: pantalones de color café y camisa blanca con botones. No parecían muy largas, pero sí lo suficientemente anchas. Debían de pertenecer a Emmett. Doblo los puños de la camisa, pero poco podía hacer con el dobladillo de los pantalones.

 

 

 

Se vio en la obligación de admitir que se sentía mejor con ropa, incluso aunque oliera mal y no fuera de su talla. Resultaba duro no poder siquiera volver a casa y echar mano a un par de pantalones de chándal usados cuando los necesitas. Ahora no le preocupaba lo más mínimo, pero lo más probable era que acabara por ser una lata más pronto que tarde.

Ascendió los escalones del porche muy despacio, a causa de la fatiga, con sus lujosas ropas de segunda mano, pero dudo al llegar a la puerta. ¿Debía llamar? Era una estupidez, pues era la casa de su esposo y su hijo. Ese pensamiento le robo una sonrisa boba. Su familia. Y le hizo pensar en un detalle importante ¿Dónde vivirían después del nacimiento de su hijo? Debería buscar un lugar intermedio en el cual las dos familias se sintieran seguros de visitarlos.

 

 

 

Al entrar encontró más cambios en el cuarto de estar. Había recuperado la normalidad con respecto a los últimos veinte minutos. La pantalla de plasma volvía a estar encendida, aunque el volumen se oía muy bajo. Estaban pasando una de película de acción, pero nadie la veía. Carlisle y Esme se hallaban de pie junto a las ventanas de la parte posterior, las que tenían vistas al río, nuevamente abiertas. Alice, Jasper y Emmett no estaban a la vista, pero escuchaba sus murmullos escaleras arriba. Edward se hallaba en el sofá, al igual que el día anterior. Le habían quitado todos los cables, salvo uno, y el gotero estaba detrás del sofá.

 

 

 

Un par de gruesos edredones lo envolvían como la tortilla de trigo a los frijoles y la carne de un burrito. Junto a su cabeza, Rosalie se sentaba con las piernas cruzadas en el suelo. Edward alzó la vista y sonrió cuando su esposo apareció. Lo hizo con verdadera energía y el rostro iluminado por la felicidad. Jacob ni se acordaba de cuánto hacía que no mostraba semejante alegría al verlo.

 

 

 

-          Venían a hablar, nada más — informo, arrastrando la voz a causa de la fatiga  —. No preveo ataque alguno durante los próximos días.

-          Qué bueno — repuso Edward agarrándole la mano cuando se sentaba a su lado  —. Pero lo mejor es que ya estás aquí

-          ¿Cómo se ha comportado? — dijo Jacob besándole el vientre a su esposo

-          Extrañándote como yo — dijo Edward antes que este lo besara — Necesitas dormir. Descansar

 

 

 

Resultaban asombrosas la gran mejoría experimentada y la fuerza recuperada. Siguió el olor de sangre fresca hasta ver otra copa en manos del enfermo. ¿Cuánta habría bebido para recuperarse? La reserva se les iba a acabar en algún momento. ¿Necesitarían merodear por el vecindario en busca de más?

 

 

 

-          No te preocupes — dijo Jacob — estoy durmiendo

-          No quiero que te enfermes — dijo Edward

-          Eso nunca — respondió Jacob volviendo a besarlo

 

 

 

Después de conversar un rato con Edward, el lobo se encamino hacia la puerta, y mientras andaba, llevaba la cuenta de los segundos en voz alta a fin de que su esposo lo oyera.

 

 

 

-          Todos cuentan hasta seis en el arca de Noé: uno... dos... tres...

-          ¿Dónde está el Diluvio, chucho callejero?

-          ¿Sabes cómo se ahoga a una rubia, Rosalie? — le pregunto sin detenerse ni volverse a mirarla  —. Pega un espejo en el fondo de una charca.

 

 

 

Mientras cerraba de un portazo, llego a escuchar la risa entre dientes de Edward, cuyos cambios de humor eran propios de un embarazado

 

 

 

-          Ya lo había oído — gritó Rosalie detrás de Jacob.

 

 

 

Este bajo con pesadez los escalones sin otro objetivo que arrastrarse hasta los árboles, lo bastante lejos para entrar en fase. Planeo enterrar las ropas a una distancia conveniente de la casa para un uso futuro, lo cual le convenía más que atarlas a la pata, pues así tampoco tendría que olerlas. Mientras jugueteaba con los botones de la camisa, cayó en cuenta de por qué los engorrosos botones nunca estarían de moda entre los hombres lobo.

Escucho las voces mientras caminaba trabajosamente entre la hierba.

 

 

 

-          Jacob — dijo Jasper tras él

-          Edward… — dijo el chico nervioso

-          No, no, no. Mi hermano está bien — dijo Jasper — solo estamos preocupados. Te note tenso en cuanto se mencionó a Sam…

-          Mira, no se preocupen por eso, ¿vale? Yo me voy a encargar — aseguro el lobo — solo… solo cuiden de Edward. Mira, sé que es complicado, y más para ti. Edward me conto de…

-          No, no, Jacob, no tiene nada que ver con eso. Confiamos en tu buen juicio. La cosa va por otro lado — dijo Jasper  —. Las incomodidades por las que está pasando tu manada han causado una gran turbación a Esme, que me ha pedido que hable contigo en privado.

 

 

 

Eso pilló al lobo en fuera de juego.

 

 

 

-          ¿Incomodidades...?

-          Me refería sobre todo a las privaciones propias de vivir sin un hogar — dijo Jasper — esta también es tu casa, pero sabemos que no estas cómodo. Y Seth y Leah…

 

 

 

Jacob bufó. La vampiresa resultaba ser como una gallina clueca con sus polluelos...

 

 

 

-          Somos duros. Dile que no se preocupe — dijo el lobo

-          Aun así, le gustaría hacer todo lo posible. Tengo la impresión de que Leah prefiere no alimentarse en su forma lobuna, ¿es cierto?

-          ¿Y qué...? — inquirió.

-          Bueno, tenemos comida normal en casa, Jacob. La compramos para cubrir las apariencias y, por supuesto, para ti. Leah es bienvenida si así lo desea. Todos lo son.

-          Se lo diré.

-          Leah nos odia.

-          ¿Y...?

-          Pues intenta transmitirle esta información de una forma que le permita considerarlo y aceptar, si no te importa.

-          Gracias enserio — dijo Jacob — por todo lo que están haciendo. Todo esto es mi culpa y…

-          Ahora somos familia Jacob — dijo el rubio — además está el asunto de la ropa — Jacob bajo la mirada hacia las prendas que llevaba.

-          Ah, sí, gracias.

-          Bueno, nos resultaría muy fácil ayudarlos a cubrir ciertas necesidades — dijo Jasper  —. Alice rara vez nos permite vestir la misma ropa dos veces — Jacob sonrió  —. Tenemos pilas y pilas de prendas destinadas a las tiendas de ropa y artículos de segunda mano. Además, he calculado que Leah es de mi tamaño, más o menos... una vez pase lo de Edward, Alice empezara contigo

-          Paso — dijo Jacob — mira, no estoy seguro de cómo va a encajar eso de aceptar ropa usada de vampiros. No es tan pragmática como yo.

-          Confío en que a la hora de presentarle la oferta le sabrás dorar la píldora — dijo él  —. La oferta se extiende a cualquier otra necesidad física que puedan tener, como transporte u otra cosa, como las duchas, dado que preferís dormir al aire libre. Por favor, no piensen siquiera en privarse de los beneficios de un hogar.

 

 

 

Pronunció la última línea en voz baja. Esta vez no intentaba aparentar calma, quería controlar alguna emoción real. Jacob la miro fijamente durante un segundo, bizqueando con sueño.

 

 

 

-          Esto... bueno... Muy amable de su parte. Aprecian la... idea, pero el río pasa varias veces por el perímetro, creo que preferirá..., gracias de todos modos.

-          En cualquier caso, apreciaría mucho que informaras de la oferta a tus compañeros.

-          Claro.

-          Gracias.

 

 

 

Se giró para apartarse de su lado, pero se quedó inmóvil como si lo hubiera alcanzado un rayo al oír un débil gemido de dolor procedente de la casa blanca. Ambos corrieron dentro. Algo se había torcido y Jacob debía averiguar qué era. No podría hacer absolutamente nada y entonces se sentiría todavía peor, pero tenía que estar ahí. Parecía irremediable.

 

 

 

 


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