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Juntos por Liss83

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Seth bajo la mirada y exhalo hondo y despacio en un intento de mantener controlada su rabia.

 

 

 

-          Esto va a salir bien, chicos — dijo mientras le palmeaba el pelo y le acariciaba la mejilla de Bella  —. Shhh. Todo va estar bien.

 

 

 

No levantó la vista. Edward jadeó y se aferró la barriga. La furia de Bella cesó con la misma inmediatez que la luz en cuanto pulsas un interruptor.

 

 

 

-          Me encuentro perfectamente — jadeó  —. No es nada.

 

 

 

Sin embargo, Seth no le prestó atención. El movimiento de sus manos había retirado la sudadera, dándole ocasión de verle la piel. Unos enormes lamparones de color púrpura oscuro le salpicaban el vientre como si fueran manchas de tinta.

Se reajustó la prenda en cuanto se percató del semblante de espanto de sus amigos.

 

 

 

-          Él es fuerte, nada más — repuso ella a la defensiva.

 

 

 

Esas manchas cárdenas eran hematomas. Seth contuvo un ataque de náuseas y comprendió a qué se refería Jacob cuando hablaba de ver cómo el feto le hacía daño. De súbito, él mismo se sintió un tanto mareado.

 

 

 

-          Edward — empezó Seth  —, Edward, no lo hagas.

-          Seth...

-          Escúchame y no te levantes otra vez, ¿vale? — dijo Seth — Tú sólo escucha, ¿y qué pasaría si...?

-          ¿Que qué pasaría si...?

-          ¿Y si no fuera un acontecimiento irrepetible? ¿Y si no fuera una jugada a todo o nada? ¿Qué pasaría si hicieras caso a Carlisle como un buen chico y siguieras vivo?

-          No voy a...

-          Aún no he terminado — dijo Seth  —. Si lo hicieras, podrías seguir con vida e intentarlo de nuevo. Este embarazo no va a salir bien. Haz otra intentona.

 

 

 

Frunció el ceño y se llevó una mano al punto de entrecejo donde se unía el trazo de las cejas. Se acarició la frente durante unos instantes mientras intentaba buscarle un sentido a las palabras del chico.

 

 

 

-          No entiendo a qué te refieres con lo de hacer otra intentona. ¿Acaso piensas que Jacob va a dejarme...? ¿Y qué diferencia puede haber? Estoy seguro de que cualquier bebé...

-          Sí, las cosas no van a cambiar si él es el padre y tú... la madre — dijo Bella

-          ¿Qué...? — dijo Edward y aumentó la confusión escrita en su semblante extenuado.

 

 

 

Pero no fue más lejos. No tenía sentido. Jamás iba a ser capaz de salvarlo de sí mismo. No iba a conseguirlo en la vida.

Entonces, Edward pestañeó y pudo ver que ya se había percatado de por dónde iba yo.

 

 

 

-          Oh, uf, ¡Bella, por favor! ¿Crees que voy a ser capaz de matar a mi bebé y reemplazarlo con cualquier otro sustituto, engendrado por inseminación artificial? — ahora estaba enfado  —. ¿Por qué iba a querer el niño de un desconocido? ¿Acaso no hay diferencia o es que vale cualquier bebé?

-          No me refería a eso — musitó  —. No a un desconocido.

-          ¿De qué hablas Bella?

-          Olvídalo — dijo esta

-          ¿De dónde ha salido semejante idea?

-          Solo olvídalo

 

 

 

Edward frunció el ceño, receloso.

 

 

 

-          No te habrá dicho él que digas eso, ¿verdad?

-          No — Vacilo unos segundos, sorprendida porque la hubiera cazada al vuelo.

-          Es cosa de Jacob, ¿a que sí?

-          No, de veras, él no dijo nada sobre una inseminación artificial...

 

 

 

Las facciones del semblante de Edward se suavizaron; entonces, se reclinó sobre los cojines y se hundió en ellos.

 

 

 

-          ¡Pensé que no me podías leer la mente! — protesto la chica

-          No lo hago — dijo Edward — es solo que… él haría cualquier cosa por mí, y yo se lo estoy haciendo pasar fatal — tenía el rostro ladeado y la mirada perdida en la pared. No le hablaba a ella. En absoluto  —. Pero ¿en qué estaba pensando? Que cambie esto — continuó mientras recorría su vientre con los dedos — por el bebé de un desconocido...

 

 

 

La última parte la dijo en un murmullo casi inaudible antes de que le fallara la voz. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

 

 

 

-          No tienes por qué herirlo — murmuro Bella. Cualquier palabra en defensa de Jacob le quemaba en los labios como si fuera ácido, pero Bella era muy consciente de que se trataba de una de sus mejores bazas para mantenerla con vida. Aun así, las apuestas estaban mil a uno en mi contra  —. Puedes hacerle feliz de nuevo, Edward. Y creo que está enloqueciendo, en serio

 

 

 

Edward no parecía estar atento. Trazaba círculos sobre su vientre hinchado y permanecía caviloso, mordiéndose los labios. Jacob y Seth se miraron el uno al otro. Edward permaneció en silencio durante un buen rato. Seth se preguntó si los Cullen estarían muy lejos y si habrían oído sus patéticos intentos de razonar con él.

 

 

 

-          No se refería a un desconocido — murmuró para sí mismo. Di un respingo  —. ¿Qué fue exactamente lo que te dijo Jacob? — inquirió en voz baja.

-          Nada, sólo pensó que tal vez a mí sí me escucharas.

-          No me refería a eso, sino a lo de intentarlo de nuevo.

 

 

 

Bella comprendió que había ido demasiado lejos cuando se encontraron sus miradas.

 

 

 

-          Nada — dijo Bella y Edward entreabrió la boca.

-          Vaya.

 

 

 

El silencio se prolongó durante unos segundos. Bella volvió a fijar la vista en los pies, incapaz de mirarlo a los ojos.

 

 

 

-          Está dispuesto a hacer cualquier cosa, ¿verdad? — susurró — pero la imprimación no lo permitiría

-          Ya te he dicho que se le están aflojando los tornillos, y no es ninguna exageración — dijo Bella

 

 

 

Bella hizo un esfuerzo por devolver una sonrisa tan grande como la suya, pero notó que se le quedaba espachurrada en la cara. Edward conocía la naturaleza de su oferta y no se lo iba a pensar una segunda vez. Sabía de antemano que no lo iba a hacer, pero aun así le dolió.

 

 

 

-          No hay mucho que puedas hacer por mí, ¿eh? — susurró  —. En realidad, no sé por qué te molestas. Tampoco soy digno de ti.

-          Pero eso no va a cambiar nada, ¿verdad? — contesto Bella

-          No esta vez — Edward suspiró  —. Me gustaría ser capaz de explicártelo de modo que lo comprendieras. No puedo herirle — prosiguió, señalando su vientre con el dedo  —, como tampoco podría echar mano de una pistola y dispararte. Lo amo.

-          ¿Por qué siempre terminas dejándome? — susurro Bella

-          Perdóname

 

 

 

Bella carraspeo para deshacer el nudo de la garganta y así poder conferir a su voz la dureza suficiente.

 

 

 

-          Confía en mí. — Seth hizo ademán de incorporarse.

-          ¿Adónde vas? — pregunto Edward

-          Aquí no hago bien alguno.

-          No te vayas — le imploró con la mano tendida hacia él — Jacob te necesita  —. Él creaba dependencia

-          Éste no es mi sitio. Debo regresar.

-          ¿Por qué vinieron hoy? — quiso saber Edward, todavía con el brazo débilmente extendido.

-          Yo sólo vine para saber si Jacob estaba vivo de verdad — dijo Bella — No me creía la historia de Charlie, eso de que estaban enfermos.

 

 

 

El estudio de su rostro no le reveló a Bella si se había tragado o no su embuste.

 

 

 

-          ¿Vendrás a visitarme de nuevo antes de que...?

-          No voy a merodear por aquí para verte morir, Edward — y este dio un respingo.

-          Tienes razón, tienes razón. Harías bien en irte — Bella se encamino hacia la puerta  —. Adiós — se despidió ella en un susurro  —. Te quiero, Bella. Y perdóname

 

 

 

Esta estuvo a un paso de regresar. A punto de dar media vuelta y postrarse de rodillas para empezar a suplicarle otra vez, pero sabía que debía renunciar a Edward y a su droga antes de que la aniquilara igual que iba a hacer con Jacob

 

 

 

-          Claro, claro — musito mientras se marchaba.

 

 

 

No vio a ninguno de los integrantes de la familia. Subió como pudo a su camioneta y se fue lo más rápido que pudo. Seth también se despidió. Su madre estaría loca de preocupación, igual que Sam. ¿Cómo reaccionaría la manada ante el hecho de no haberlo oído cambiar de fase? Se desvistió sin preocuparse de la presencia de algún posible observador y echó a correr, desapareciendo de allí a un medio trote lobuno.

 

 

 

Lo estaban esperando, eso era más que obvio. Seth, corearon ocho voces llenas de alivio. “Vuelve a casa ahora mismo”, ordenó el Alfa, el líder. Sam estaba furioso.

La desaparición de Leah le indicó a Seth que su madre debería estar a la espera para saber qué le había pasado. Leah tenía tantas ganas de darles la buena noticia de que no había terminado convertido en comida para vampiros que no se quedó a escuchar la historia completa.

 

 

 

No hizo falta informar a los lobos de su avance. Podían ver el bosque convertido en un borrón conforme él corría alocado hacia la casa. Tampoco le hizo falta decirles que acudía medio enloquecido. La sorpresa impresa en su cabeza era evidente.

 

 

 

Vieron todo el horror: el vientre moteado de moratones y la voz quebrada de Edward: «Él es fuerte, nada más». El rostro de Jacob, la viva imagen de un hombre consumido, «observando con impotencia cómo enferma y se consume, contemplando cómo esa cosa le hace daño». Rosalie agazapada sobre el cuerpo desmadejado de la embarazada. «La vida de Edward no significa nada para ella.» Y por una vez, nadie tuvo nada que decir.

Su estupor sonó en la mente de Seth como un grito silencioso y sin palabras.

¡¡¡¡!!!!

 

 

 

Había recorrido la mitad del camino de vuelta a casa antes de que alguno se hubiera recuperado. Luego, todos echaron a correr al encuentro de Seth. Era casi noche cerrada y las nubes velaban el sol crepuscular casi por completo. Se arriesgó a cruzar la autovía y lo consiguió sin ser visto.

 

 

 

Se reunieron en el bosque, en un claro de árboles talados por los leñadores, a poco más de quince kilómetros de La Push. Era un lugar encajado entre las cumbres de dos montañas, lo bastante retirado como para pasar inadvertido por cualquier observador.

Los barboteos de la mente de Seth habían degenerado en una completa algarabía, pues todos gritaban a la vez. Sam tenía erizada la pelambrera del cuello y aullaba de forma incesante mientras iba de un lado para otro del círculo. Paul y Jared se movían detrás de él como sombras con las orejas pegadas a los laterales de la cabeza. Todos los lobos del círculo se habían puesto en pie, profundamente agitados, y lanzaban gruñidos por lo bajo.

 

 

 

El blanco de la ira de Sam no estaba claro en un principio, y Seth llegó a creer que la descargaban sobre él. Estaba hecho un lío y no le preocupaba. Podían hacerle lo que les viniera en gana por contravenir las órdenes. Y entonces, el caótico conjunto de pensamientos empezó a tomar una dirección concreta.

¿Cómo puede ser? ¿Qué significa? ¿Qué va a ser esa criatura? ¿Un niño? ¿Un lobo? ¿Un…vampiro?

 

 

 

Todos los miembros de la manada, salvo Seth y otro de los hermanos, caminaban y pensaban de forma sincronizada. Se sentó junto al otro miembro inmóvil, demasiado desconcertado como para mirar quién era ni buscar su identidad con el pensamiento mientras los demás daban más y más vueltas a nuestro alrededor.

 

 

 

“El tratado no recogía esto”

“Ese bicho nos pone a todos en peligro a todos”.

 

 

 

Intentó comprender la espiral de voces y seguir el sinuoso sendero de pensamientos para ver adónde quería ir a parar, pero no tenían el menor sentido. Ocupaban el centro de sus reflexiones unas imágenes que eran las de Seth, las peores de todas: los moratones de Edward y el rostro doliente de Jacob.

 

 

 

“También ellos temen al feto”

“Pero no van a hacer nada al respecto”

“Protegen a Edward”

“Es la imprimación de Jacob”

“Eso no puede influirnos”

“La seguridad de nuestras familias y de cuantos aquí moran es más importante que la vida de una sola persona.”

“Si no lo matan ellos, tendremos que encargarnos nosotros.”

“Hay que defender a la tribu”

“Jacob es parte de la tribu”

“Protejamos a nuestras familias.”

“Debemos acabar con eso antes de que sea demasiado tarde”

 

 

 

Fue en ese momento cuando resonó en su mente otra mención, las palabras de Seth:

 

 

 

«No deja de crecer, y además muy deprisa».

 

 

 

Seth se estrujó los sesos en el intento de identificar cada una de las voces.

 

 

 

“No hay tiempo que perder” empezó Jared.

“Esto va a provocar una lucha” le previno Embry, y de las chungas”

“Estamos preparados” insistió Paul.

“Necesitamos contar con el factor sorpresa de nuestro lado” caviló Sam

“Si los sorprendemos cuando estén separados aumentarán nuestras posibilidades de victoria” arguyó Jared, que empezaba a trazar una estrategia.

 

 

 

Seth meneó la cabeza y se incorporó lentamente. Se sentía inestable, era como si el movimiento circular de los lobos me hubiera mareado.

 

 

 

“Un momento” pensó.

 

 

 

Dejaron de girar durante unos instantes y luego reanudaron su caminar en círculo.

 

 

 

“Apenas hay tiempo” repuso Sam.

“Pero ¿en qué están pensando? Esta misma tarde no iban a atacar a los Cullen, pues no habían vulnerado el tratado, ¿o no? ¿Y ahora planean una emboscada a pesar de que nadie ha infringido los términos del acuerdo?

“El tratado no previó esta contingencia” respondió Sam “Esto pone en peligro a todo ser humano de la zona. No sabemos qué clase de criatura van a criar los Cullen, pero sí tenemos noticias de su fortaleza y su rápido crecimiento, y también que va a ser demasiado joven como para regirse por ningún acuerdo. ¿Recuerdas a los vampiros neófitos contra los que combatimos? Eran salvajes, violentos e incapaces de someterse a la razón o al constreñimiento. Imaginaos uno de esa ralea protegido por los Cullen”.

“No sabemos si...”, intento interrumpir Seth.

“por supuesto que no lo saben” dijo la voz de Jacob

“Jacob por fin llegaste” dijo Sam “Sé que es difícil para ti…”

“Es mi pareja y no lo atacaras” dijo Jacob con voz firme

“no vamos a correr riesgos con lo desconocido, no en este caso”. Dijo Sam “Podemos tolerar la presencia de los Cullen mientras tengamos la certeza de que no van a ocasionar daños. Esa... cosa no es digna de confianza”

“A ellos no les gusta más que a nosotros”.

 

 

 

Sam tomó de la mente de Jacob la imagen de Rosalie acuclillada junto al sofá y la proyectó en la de los demás.

 

 

 

“Algunos están dispuestos a luchar por ella sin importarles que sea la criatura en realidad.”

“Sólo es un niño, y se va a dedicar a llorar”.

“No por mucho tiempo” dijo Leah.

“Seth, amigo, esto es algo gordo” dijo Quill. “No podemos ignorarlo.

“Le dan una importancia que no tiene. La única persona en peligro es Edward”

“Él ni siquiera es persona”

“No lo veo de ese modo” dijo Jacob

“No podemos correr semejante riesgo. No vamos a permitir que un bebedor de sangre campee a sus anchas por nuestras tierras”.

“Démosles entonces la oportunidad de marcharse” terció Seth

“¿Y tirarle a otros la amenaza? Destruiremos a los bebedores de sangre cuando crucen nuestras tierras sin importar que su presa no sea humana. Vamos a proteger al mayor número posible de personas.

“Es mi familia” grito Jacob “¡mi pareja y mi hijo!” y por primera vez desde que había empezado todo lo veía desde el punto de vista de Edward

 

 

 

Reinó el mutismo, pero ese silencio estaba cargado de amenazas.

Jacob aulló.

 

 

 

“¡No los tocaras...!”

“Jacob, se está muriendo”, pensó Leah, “por lo que, en realidad, únicamente estamos acortando el proceso.”

 

 

 

Eso lo sacó de sus casillas, se apartó de Seth con un brinco y se lanzó contra su hermana con las fauces abiertas. Estaba a punto de atraparle la pata izquierda trasera cuando Jacob sintió la mordedura de Sam en el costado, obligándolo a retroceder.

Aulló de dolor y rabia antes de revolverse contra él.

 

 

 

“¡Quieto!” Ordenó con el timbre doble propio del Alfa, del líder de la manada.

 

 

 

Las patas se le doblaron a Jacob y se removió antes de detenerse. Se mantuvo en pie por un acto de pura fuerza de voluntad.

Sam apartó la mirada de Jacob.

 

 

 

“¡No seas cruel!” exigió Leah. “El sacrificio de Edward es un alto precio a pagar, y todos hemos de admitirlo así. Estamos aquí para actuar contra todo aquello capaz de acabar con la vida humana, y cualquier excepción a ese código de conducta es de lo más desolador. Todos nosotros vamos a lamentar la acción de esta noche”.

“¿Esta noche?”, repitió Seth, muy sorprendido. “Creo que deberíamos hablar del tema un poco más y al menos consultar con los ancianos. No puedes pretender en serio que vayamos a...”

“No hay hueco para tu tolerancia hacia los Cullen ahora ni tiempo para el debate, Seth. Tú harás lo que se te ordene” dijo Sam y Seth dobló las patas traseras agachando la cabeza bajo el peso de la orden del Alfa.

 

 

 

Sam anduvo alrededor de los dos lobos, describiendo un círculo muy cerrado.

 

 

 

“Necesitamos a toda la manada para acometer esta misión, Jacob, y tú eres el guerrero más fuerte. Esta noche vas a luchar con nosotros, pero comprendo que esto es muy duro para ti, razón por la cual vas a centrarte en los combatientes, Emmett y Jasper Cullen. Tranquillo, no te vas a ver envuelto con... la otra parte. Quill y Embry lucharán a tu lado.”

 

 

 

Le temblaron los carpos de las patas e hizo un enorme esfuerzo por mantenerse en pie mientras la voz del Alfa se imponía sobre su voluntad.

 

 

 

“Paul, Jared y yo nos encargaremos de Rosalie, la posible guardián de Ed…, de él, a juzgar por la información aportada por Seth. Carlisle y Alice no van a estar lejos, y otro tanto puede decirse de Esme. Brady, Collin, Seth y Leah se encargarán de ellos. Quienquiera que tenga un acceso rápido a... la criatura, que lo aproveche”. Todos se percataron de la vacilación de Sam a la hora de pronunciar el nombre de Edward. “Destruir a la criatura es nuestra prioridad”.

 

 

 

La manada gruñó su asentimiento con nerviosismo. Todos tenían erizada la pelambrera a causa de la tensión. Los pasos eran más rápidos y el sonido de las pezuñas sobre el suelo salino resultaba más agudo cada vez que lo arañaban.

Únicamente Seth y Jacob permanecieron inmóviles en el centro de una tormenta de dientes al descubierto y orejas gachas. El acompañante de Jacob casi tocaba la tierra, doblegado por las órdenes de Sam. Percibió su pena ante el inminente acto de deslealtad, ya que Seth había luchado junto a Jacob Cullen en el pasado y había llegado a convertirse en un sincero amigo su vampiro.          

 

 

 

Sin embargo, Seth no albergaba intención alguna de oponerse. Iba a obedecer sin importar lo mucho que le doliera. No le quedaba otra alternativa.

¿Y cuál tenía Jacob Black? Ninguna. La manada sigue al Alfa cuando éste habla. Sam nunca había llegado tan lejos a la hora de imponer su autoridad y él sabía cuánto aborrecía ver a Seth postrado ante él, como un esclavo a los pies de su maestro. Jamás habría forzado la situación hasta ese límite de no haber creído que se había quedado sin elección. El vínculo mental existente entre sus mentes les impedía mentirse y eran conscientes de la sinceridad de su convicción: su deber era acabar con Edward y el monstruo que llevaba en sus entrañas, ¡su hijo!; Sam creía de veras que no tenían tiempo que perder, y Jacob lo creía hasta el punto de estar dispuesto a morir por ello.

 

 

 

Supo que planeaba enfrentarse a Edward él mismo, pues Sam pensaba que su don para leerles el pensamiento lo convertía en la mayor amenaza de todas. El líder no tenía intención de permitir que ningún otro asumiera semejante riesgo.

A su parecer, el segundo oponente de mayor peligro era Jasper, y por eso lo había emparejado con él, sabedor de que el miembro de la manada con más posibilidades de ganar en esa pelea era Jacob. Había reservado los objetivos más fáciles para los lobos jóvenes y Leah. La pequeña Alice no era tan peligrosa sin la guía de la visión premonitoria y, en los días de su fugaz alianza, habían llegado a saber que Esme carecía de dotes como luchadora. Carlisle podía convertirse en todo un desafío, pero su aborrecimiento hacia la violencia iba a entorpecerle.

 

 

 

Jacob se puso más enfermo aún que Seth cuando contempló cómo Sam iba desgranando su plan, analizándolo desde todos los ángulos para dar a cada componente del grupo las máximas posibilidades de sobrevivir.

Todo estaba del revés. Había visto todo mal, desde el primer momento. Vio en su hijo a un monstruo que le robaría al hombre que amaba, pero Seth había tenido razón cuando había dicho que no estaba preparado para esa lucha. Se había dejado cegar por la desesperación, no se había permitido estudiar las cosas con calma porque sabía que, si lo hacía, lo vería todo de un modo diferente. ¡Por amor a Dios, era su hijo! ¡Suyo y de Edward! Era eso lo que su esposo había intentado decirle todo ese tiempo

 

 

 

Si miraba a Carlisle Cullen, su suegro, sin el velo de animadversión, resultaba imposible decir que matarle no era un asesinato ¿Acaso no era ese el hombre, porque era eso, quien más estaba luchando para mantener vivo a su pareja? Era tan bueno como cualquiera de los hombres a los que protegían. Quizás incluso mejor. Carlisle había renunciado a la violencia incluso para salvar su propia vida y ésa era la razón por la que podía matarle: él no quería acabar con la manada, sus enemigos. Y suponía que ocurría otro tanto con los otros porque el sentimiento era tan fuerte respecto a ellos, pues los conocía mejor. Incluso con la insoportable de Rosalie.

 

 

 

Jamás permitiría aquello...

... y no sólo porque matar a Edward era como asesinarlo a él mismo, como suicidarse.

 

 

 

“Ve con los demás, Jacob”, le ordenó Sam. La tribu es más importante.

“No, Sam”.

“Tienes un deber que cumplir” dijo este

“No” dijo manteniéndose en su sitio.

 

 

 

Sam bufó y se acercó al paso hasta plantarse delante de Jacob. Lo miró fijamente a los ojos mientras un sordo gruñido se le filtraba entre los dientes.

 

 

 

“Sí” decretó el Alfa con esa doble voz suya que abrasaba con el fuego de su autoridad. “Esta noche no hay escapatoria posible. Tú, Jacob, vas a ayudarnos en la lucha contra los Cullen. Tú, Quill y Embry se encargaran de Jasper y Emmett. Estás obligado a proteger a la tribu, ésa es la razón de tu existencia, y vas a cumplir con esa obligación”

 

 

 

A Jacob le fallaron las patas y se le hundieron las paletillas cuando cayó sobre él la fuerza de su edicto. Acabó a sus pies, postrado.

Ningún miembro de la manada podía desobedecer al Alfa. 

 

 

 

 


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