No sé
Iruka, inmovilizado y aterrado solo podía mirar el techo y ese gran cuchillo colgando como un péndulo por la luz que iba en dirección al techo.
Las voces al su alrededor sonaban amortiguada e ininteligible, haciendo que la ansiedad y el terror fuera cada vez mayor. El frío y la oscuridad que lo rodeaba no ayudaba a tranquilizarlo, haciendo que las lágrimas que caían de su rostro callado por un palo siguieran su camino.
Kakashi solo podía mirar con impotencia, culpa terror y dolor en ese maldito cuarto con una ventana mirando directamente a su amor sin mayores posibilidades de salvarlo si no jugaba y ganaba ese absurdo juego en el que estaba.
-Responde las preguntas y podrás salvar a tu novio.-
Dijo uno de los hombres enmascarados que sujetaban al hombre de cabello plateado.
-Respondes bien y el péndulo retrocederá. Respondes mal y el péndulo avanzará. No respondes y el péndulo avanzará.-
Temblando y sin poder dejar de mirar a Iruka y ese espantoso péndulo mortal, decidió tratar de responder y salir de ahí con su novio y nunca mirar atrás.
-E-está bien. Ahora dime ya las malditas preguntas.-
-Hatake Kakashi, conocido asesino y espía del gobierno, ¿qué edad tenías cuando mataste por primera vez?-
Recordando ese día cuando el tenía la edad de 16 años y cuando conoció a Iruka, respondió con seguridad.
-Tenía 16 años y era un vagabundo a punto de abusar de Iruka.-
Esos seres, pues no sabía si eran hombres o mujeres, se quedaron un tiempo en silencio mientras el péndulo seguía bajando centímetro tras centímetro.
-¡Mientes! Tu primera muerte fue cuando tenías 5 años y mataste a tu padre.-
¡No puede ser! El de cabello plateado vio, con horror como esa cosa bajaba cada vez más hacia el hombre de cabello negro.
Los gritos amortiguados, expandidos por el eco, llenaban el corazón de Kakashi con la mayor impotencia que alguna vez haya sentido.
Iruka no sabía lo que estaba ocurriendo y eso le aterraba. Solo sabía que estaba en un lugar oscuro con un cuchillo avanzando hacia él.
-Siguiente pregunta. Tu novio, ¿cómo consiguió esa cicatriz en su rostro?-
-No lo sé. Nunca me contó.- Con el corazón acelerante, vio como ese cuchillo seguía avanzando. De repente sintió ganas de llorar.
Y los enmascarados, sin inmutarse siguieron haciendo preguntas.
Mientras Iruka no podía dejar de mirar ese cuchillo que sentía cada vez más cerca. El frío ya le calaba los huesos y un sentimiento de soledad estaba instalada en su alma.
-Tu entrenador, Minato, tuvo un hijo. Ese niño ¿está vivo o muerto?-
Cada vez más angustiado y al borde de las lágrimas, Kakashi respondió.
-Muerto. Murió en el parto junto a su madre.-
-Incorrecto. Ese chico sigue vivo siendo un huérfano y estudiando en otra ciudad.-
-Iruka, ¿es solo un mero entrenador o tiene otras funciones?-
-No lo sé.-
-Al hombre que mataste hace 3 noches, ¿tenía hijos?-
-No.-
Pero cada pregunta que le hacían respondía equivocadamente. Llorando solo podía ver como el péndulo maldito bajó y bajó hasta llegar a Iruka.
Vio como esa cuchilla y con el mayor de los filos desgarraba a su prometido mientras escuchaba los sollozos y las súplicas amortiguadas solo calladas cuando la vida de Iruka terminó junto al juego que ninguno de los querían jugar.
Los enmascarados se retiraron del lugar, solo dejando a un hombre llorando por la muerte de su amado prometido, una muerte de la cual nunca se recuperaría.
Fin.
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