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Almas Gemelas. por Artemisa El Britannia

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Notas del fanfic:

Esta es una serie de One Shots que haré para un concurso, el concurso será durante una semana, si quieren que haga continuación debere tener muchos comentarios jajajaja

 

Saludos.

Notas del capitulo:

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

One Shot.

 

Almas gemelas:

 

El sacerdote de Ra había creado a los 3 dragones de ojos azules para la batalla, se había encargado de hacerlos las bestias más poderosas de su ejército, cuando las creo las dibujó tan claras en su mente que cobraron vida en cuanto el conjuro fue hecho, las tres tablas se levantaron y demostraron el gran poder que poseían, ya que destruyeron el santuario donde se creaban las bestias del duelo.

Peleó contra muchos ejércitos y sus dragones siempre demostraron ser superiores en todo momento, su primo el Faraón podía confiarle cualquier batalla y él estaba listo para aniquilar al enemigo, durante muchos años estuvo al frente del ejercito de Faraón, lo cual lo llevó a la cumbre del éxito, todo el mundo le temía a él y a sus hermosos dragones.

Un día en una venta de esclavos conoció a la joya del desierto más hermosa del mundo, un joven de piel blanca y de cabellos color oro, pero lo que terminó por hechizarlo fueron los ojos rojos que poseía, compró al joven sin importarle el precio, necesitaba tenerlo para siempre, así que lo llevó a su enorme palacio y ordenó que nadie lo tocara, estaba prohibido para cualquiera y literalmente lo puso en una jaula de oro.

La habitación del chico tenía los lujos más sofisticados de los nobles, poseía la ropa más fina que pudiera encontrarse en esas tierras áridas y todas sus joyas eran de oro y rubís, no había ningún otro tipo de joya en su reportorio, ya que el sacerdote de Ra creyó que era una señal del cielo que ese chico poseyera unos ojos de ese tono.

Durante uno de los múltiples intentos de asesinato que sufrió el sacerdote trataron de atacar a su joya, por suerte logró frenarlos a tiempo, pero ahora temía por la seguridad de su mayor tesoro, sus enemigos sabían de él, sus allegados podían ser sobornados, en cualquier momento se lo podían arrebatar, así que decidió hacer algo que ningún humano jamás había hecho y era pedir un favor a los dioses, él estaba al servicio de Ra, pero ahora quería que él le diera algo a cambio de su trabajo, cosa inimaginable, pero si así podía tener a su joya para toda la eternidad no le importaba romper las reglas.

 

-      Mi señor Ra, le he servido por años de manera fiel, he ganado las peores batallas para su elegido Faraón, soy el hechicero más poderoso que jamás haya estado a su servicio y mi valor es mayor al de cualquier hombre sobre la tierra, solo por debajo de Faraón – la luz brillante empezaba a ser más deslumbrante, por lo cual se arrodillo para no verla, sabía que el Dios lo había volteado a ver, así que debía de ser claro con sus palabras, ya que no habría otra oportunidad – sé que soy un simple mortal y mi deber es servirle toda la vida, pero hoy quiero pedir a cambio de mi servicio que mi máxima joya y yo pasemos cada reencarnación juntos, cada vida que yo vuelva para servirle me permita encontrarlo, he creado bestias tan poderosas y en ellas podemos guardar nuestras almas, para que al reencarnar en esta tierra nos volvamos a juntar y así nos permitas seguir con nuestro amor – el sacerdote de Ra levantó a las poderosas bestias, los tres dragones blancos de ojos azules y el dragón negro de ojos rojos, los colocó frente a la luz que Ra le mandaba desde el sol y entonces un resplandor que dejó ciego a todo Egipto por 3 días fue la señal de que había cumplido su deseo, ahora en cada vida mientras los dragones se encontrara podría volver a estar junto a su joya.

 

Se sentía feliz de haber logrado su cometido, pero aun así planeaba vivir cada una de las vidas que tuviera sobre la tierra junto a su joya, completas, plenas, felices y sin sufrimiento, colocó la piedra del dragón negro de ojos rojos en el cuarto de su joya y le ordenó que lo defendiera de los enemigos, pero aún con todo lo que había hecho para impedir que los separaran en esa vida, su amor fue asesinado en los jardines reales, en un descuido suyo los ojos rojos se apagaron y se volvieron negros y jamás volvieron a abrirse.

Su dolor fue tan grande que los Dioses oyeron su lamentó e hicieron que Egipto se obscureciera por 9 días en señal de que lo estaban apoyando en su dolor, después de eso el sacerdote de Ra no volvió a la batalla y se dedicó por completo a los Dioses, ellos le habían cumplido su deseo a cambio de su trabajo, así que aún con el dolor de su alma se encargó de cumplir su parte del trato, no planeaba que su pena lo alejara de ver a su amado en otra vida.

Cuando el sacerdote murió junto a él fue colocada el sarcófago de su amado, para que durante la muerte también estuvieran juntos y durante la vida los Dioses se encargarían de volverlos a encontrar, en cada reencarnación.

 

 

 

Ciudad de Domino, 5000 mil años después.

 

 

-      Señor Kaiba, ya tenemos la carta en la mira, el jugador que la posee es Rex Raptor – el joven de ojos azules hizo una mueca de fastidio, era obvio que él no debía de tener esa carta, le pertenecía a alguien más, pero por el momento los dioses aun no la llevaban con su dueño original.

-      No la pierdan de vista, avísenme si cambia de dueño – sus empleados no entendieron porque vigilaba una carta que, si bien era rara, no rivalizaba con el poder de sus dragones ojiazules.

-      A la orden, señor.

 

Seto Kaiba se encontraba en la oficina que tenía en su casa, ya que desde que había peleado con el enano ojón de Yugi Moto su vida había dado un giro de 180°, el día del duelo se había levantado como siempre, siendo el amo y señor del impero Kaiba y esa noche en la madrugada después de despertar del golpe que había recibido tenía recuerdos de una vida que no conocía, tardó aproximadamente una semana en ponerle orden a sus pensamientos, se había visto a si mismo viviendo junto a su joya suprema, no había podido ver esos hermosos ojos desde que había muerto hacía ya 5000 años atrás, pero él no se iba a rendir en encontrar a su más preciada joya, Ra le había prometido que los tendría juntos en la vida y en la muerte y él planeaba mantener su promesa.

 

 

 

 

 

 

Me encontraba en un helicóptero llegando al reino de los duelistas, había sido traicionado por mis inversionistas y habían vendido literalmente mi parte de la compañía sin avisarme, ahora mi hermano estaba encerrado en el castillo de ese psicópata y debía de salvarlo, por culpa de todas estas situaciones había perdido por completo el seguimiento de la carta del Dragón Negro de Ojos Rojos.

Al llegar me tope al tarugo del ojón que había recuperado mi mazo y gracias a él podría enfrentar a Pegasus, pero estaba más concentrado en mi hermano que en formar un frente común con todos ellos, así que los rechace, lo malo es que Joey “El Perro” Wheeler, siempre quiere tener la última palabra, así que me retó a un duelo, era obvio que no tenía el potencial para ganarme, pero acepté con tal de probar mi nuevo disco de duelo.

Grande fue mi sorpresa al darme cuenta de que él tenía al Dragón Negro, tal vez él no lo notó, pero lo analicé durante todo el duelo y me di cuenta de que él realmente era la joya que había perdido hacía 5 mil años, quería liberar sus recuerdos de inmediato, pero no podía, por culpa del maldito de Pegasus no podía llevarme a mi amada joya en ese momento, así que aun con el dolor de mi corazón lo dejé ahí, estaría a salvo con Yugi en lo que yo rescataba a Mokuba.

 

 

Al terminar con el Reino de los Duelistas, casi de inmediato fui a confrontar a los inversionistas, tenía que estar seguro de que esos malditos no pondrían a mis seres queridos en peligro, antes de tener a mi joya una vez más a mi lado debía de tener todo listo para que estuviera a salvo, porque a diferencia de mi vida pasada estaba listo para tenerlo hasta envejecer, Ra me había dado la oportunidad de que estuviéramos juntos en cada vida y estoy seguro que Anubis también se encargaría de que estuviéramos juntos en la muerte, así que no podía fallar en proteger algo que me habían dado los dioses.

Al final de ese día logré poner varias cosas en orden y al fin pude determinar que era seguro tenerlo a mi lado, le dije a uno de mis choferes que fuera por Wheeler a su casa y que de ser necesario lo trajera a rastras hasta la mansión, así que me senté en la sala pacientemente a esperar en la mano tenía un collar de oro con un enorme rubí en forma de dragón que colgaba del mismo siendo rodeado por un circulo de oro que representaba a Ra, era la señal del pacto que había hecho con él, escuche desde el sofá las quejas de mi adoración diciendo que no quería estar ahí que lo dejaran ir o que sino empezaría a demandarlos, amaba que tuviera ese carácter tan férreo.

 

-      Más vale que haya una muy buena razón para que me hayas secuestrado Kaiba – verlo ahí era casi mágico, estaba a segundos de poder tener la vida que siempre quise tener, de sentirme lleno, pleno y poderoso.

-      Hay una excelente razón, pero para que la entiendas debes de ponerte esto – le extendí el collar y me vio con cara de no entender nada, casi podía sentir que quería maldecirme en todos los idiomas posibles – entre más rápido cooperes conmigo, más rápido podrás irte – cerro la boca y al parecer decidió seguirme el jugo, así que aún con desconfianza se puso el collar.

-      ¿Y bien, por qué me secuestraste? – apenas terminó la oración y vi como sus ojos color ámbar cambiaban a un tono rojo, como él de su dragón, esperé por varios minutos y vi como poco a poco se le llenaban sus ojos de lágrimas.

 

Me acerque a él y las limpié con cuidado, lo abracé para que pudiera sentir mi apoyo en este momento donde un mundo nuevo se revelaba en su mente, sabía que al igual que yo no entendería los recuerdos, pero él era más listo que yo para los sentimientos, así que entendería de inmediato todo lo que había hecho por nuestro amor y como lo estaría buscando una y otra vez en el mundo en cada reencarnación.

 

-      Kaiba, yo no sé qué decir – me separé un poco de él y vi su rostro sonrojado, sus ojos rojos volvían a ser de color ámbar, pero su mirada había cambiado, ya no había hostilidad, había vergüenza, cariño y confusión.

-      No tienes que decir nada – lo volví a abrazar – pero si me gustaría que te quedaras conmigo para siempre – le susurre al oído y sentí como le recorría un escalofrío por la espalda.

-      Yo no – lo apreté más al escuchar el no – no siento que sea adecuado que estemos juntos, por los dioses, las revistas me comerían vivo, no soy nadie a tu lado – sus palabras sonaban con dolor.

-      Estoy listo para protegerte, en esta vida y en las que vengan – me separé de él mientras le robaba un beso.

 

El beso duro solo segundos, pero para mí fue como una eternidad, era mejor de lo que recordaba, sus labios eran tan suaves que parecían terciopelo, volví a acercarme y le di un beso que duró más tiempo, lo guíe hacía el sofá donde estaba sentado y lo senté sobre mis piernas para así continuar con los besos, él tenía un hermoso sonrojo en las mejillas, los labios entre abiertos para aceptar cada beso que le diera y sus ojos cerrados para que las sensaciones lo embargaran.

Bajé a su cuello para seguir con los besos mientras le empezaba a desabotonar la camisa que traía puesta, sentí que me detenía y me susurraba con los ojos entre abiertos “aquí no, por favor”, sonreí a escuchar su hermosa voz excitada y entonces lo cargué como princesa hasta mi alcoba, agradecía que no me rechazara, ya que había esperado pacientemente demasiado tiempo y ahora que lo tenía en mis brazos no podía contenerme más.

Al llegar a mi alcoba, que pronto sería de ambos, lo recosté con cuidado sobre las sabanas, seguí con los besos en el cuello empecé a quitarle la camisa, cuando vi su torso desnudo vi algunas heridas de sus antiguas peleas como pandillero, bese cada una desde arriba hasta llegar al ombligo, al llegar a esa zona tan sensible, el cachorro se sentó en la cama y me empujo se colocó sobre mí y empezó a quitarme la ropa de manera casi desesperada, mientras embarraba su trasero sobre mi miembro, haciendo que me saliera varios gemidos de la boca.

Al desnudarme por la parte de arriba, me devolvió el beso en los labios y empezó a bajar hasta mi cuello donde sentí que me mordía, él me había ganado al parecer, me había marcado a mi primero “ahora nadie más puede tocarte”, me dijo con los ojos nublados de placer y con una sonrisa tan tonta que me parecía lo más tierno del mundo.

Volví a invertir los papeles y ahora yo le morí el cuello, en ambos lados dejando marcas también en el pecho y en el estómago, si él era posesivo yo era peor cuando se trataba de él, le quité los pantalones y la ropa interior y vi como su miembro ya estaba expulsando mucho líquido pre seminal, el cachorro estaba demasiado excitado, al punto que no podía contenerse.

Tome de ese líquido y lo ocupe para empezar a preparar su entrada vi como abría los ojos un poco asustado, pero no me frenaba, al contrario, me tomo del rostro y me beso nuevamente, como si estuviera tomando valor de mi para lo que se venía, ingresé el primer dedo y noté que adentro estaba tan suave y húmedo, que era obvio que estaba ansioso para que yo entrara, pero no iba a ser una bestia con él, quería que fuera placentero e inolvidable ese momento, más adelante le enseñaría un poco de dolor, pero hoy sería amable y gentil.

Cuando ya tenía el tercer dedo dentro, el cachorro cambio nuevamente de lugares conmigo y lo vi asustado, ¿no pensaría hacer una locura o sí?, “déjame esto a mí”, colocó mi miembro en su entrada, tomó una bocanada de aire y se sentó de golpe, lo vi asustado ¿Qué pretendía?

Lo vi sacar el aire poco a poco y seguía respirando de manera lenta, al parecer él quería ser el responsable de acostumbrarse a mí, vaya que era valiente. Después de unos minutos levantó la mirada y me vio desafiante, casi podía sentir que de sus ojos escapaba fuego “Te amo”, lo dijo tan claro, fuerte y con ese tono excitado, que casi podía sentir que podría correrme de escuchar su voz, pero la mejor sorpresa fue que empezó a moverse de arriba hacia abajo de manera precisa y constante, trate de frenarlo un poco, ya que me estaba costando aguantar más y no quería que terminara tan rápido, pero él no era alguien que obedeciera, así que continuó moviéndose, pero entonces en un sentón sentí como se quedaba quieto y tensaba la espalda el cuello y apretaba su interior seguido por un gemido tan grueso que por un momento pensé que era una persona completamente diferente.

Lo voltee a ver y sus ojos mostraban un placer inimaginable, sus pupilas estaban dilatas, su boca demostraba una sonrisa retorcida y entonces colocó sus manos sobre mi pecho, se acomodó mejor y empezó a moverse de manera desenfrenada para volver a dar en ese punto que lo había hecho gritar, lo estaba logrando porque sus gritos sonaban cada vez más altos, sus ojos y su boca mostraban estar cada vez más locos de placer y perdidos en algún mundo perfecto.

Por mi parte no iba a aguantar mucho, el ritmo que había tomado era demasiado demencial, ni siquiera pensando en ancianas desnudas iba a poder evitar llegar al orgasmo, así que antes de que él me ganara invertí los papeles, llevé sus piernas al pecho y empecé a embestirlo mucho más rápido de lo que él había hecho en ese rato, él tenía que llegar primero, no podía ganarme.

Lo vi sonriendo y gimiendo de manera desesperada mientras me arañaba la espalda por las estocadas y entonces sentí como su interior me succionaba y empezaban los espasmos, clara señal de que estaba llegando al orgasmo, pero no me detuve, vi como salía el líquido blanco entre ambos, me abrazaba con sus piernas y sus uñas se clavaban más en mi espalda, traté de seguir mi movimiento, pero sus espasmos me ganaron y acabe corriéndome dentro de un gemido, había sido más delicioso de lo que recordaba y definitivamente no había sido ni tierno ni gentil, había sido alocado y sensual, justo como era Joey.

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente Joey estaba jugando con el dragón de su collar mientras lo estaba bañando, no habíamos parado en toda la noche, así que nos habíamos levantado hasta las 3 de la tarde y cuando nos vimos llenos de fluidos nos reímos y decidimos irnos a bañar, en lo que las de limpieza cambiaban todas las sabanas, llevábamos un buen rato en la tina, ya que habíamos tenido primero un encuentro en el agua y después decidimos bañarnos oficialmente.

 

-      Seto, tengo una duda, ¿cómo se lo dirás a Mokuba? – él seguía jugando con su collar, cosa que se me hacía realmente tierna.

-      Él sabe que te amo – me volteó a ver sorprendido – le confesé que tenía sentimientos por ti después de salir del Reino de los Duelistas – su sorpresa era aún mayor.

-      ¿Y qué te dijo?

-      Que le encantaría tenerte en la familia, mientras me hagas feliz y juegues con él – me sonrió emocionado y me robó otro beso.

-      Amo jugar con él, a diferencia tuya no es tan retorcido – lo vi con enojo fingido y se volvió a reír para robarme otro beso.

-      Si me sigues besando, no me haré responsable de mis acciones – le dije mientras empezaba a pegarlo más a mí y lo tomaba por el trasero.

-      Eso es lo que busco, que pierdas el control por mí – fueron sus últimas palabras mientras empezaba a prepararse para el siguiente round de la tina.

 

Fin.

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW.


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