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El niño de mis ojos por Savior483

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Notas del fanfic:

Sólo puedo decir que amo que hagan un shippeo de Bill con Vitali.

Bueno, este fanfic surge del stream de Twith de Bill con Vitali, donde, no podemos negar que los dos además de bromear con ello, también se les nota una tensión tan guapa que no me dio más que escribir algo así.

Espero que lo disfrutéis.

 

*Disclaimer*
Ningún personajes es mío, y tampoco lo que han vivido
La historia nace de mi cabeza y como referencia tengo lo que ha sucedido entre los dos, pero más allá de eso, todo es una fantasía.

 

Bill no era particularmente paciente: no le gustaba esperar el autobús para ir a la escuela, o hacer las tareas dos horas antes de tomar el almuerzo.

Tampoco le gustaba ir a dormir temprano, prefería quedarse en su ordenador por lo menos hasta las tres de la madrugada. Prefería la comida chatarra que la hecha en casa; usar ropa de niña, bajar todos los trastos que subía a su alcoba cuando juntaban un número vergonzoso, cepillarse los dientes siempre por la mañana, antes de bajar a desayunar, y después de hacerlo; y, sobre todo, hacer música antes que estudiar en la escuela.

No era fanático de tener grupos grandes de amigos, ni de pasar un sólo día sin ducharse. Incluso los domingos se pasaba sombra negra por los ojos y rubor naranja levemente por las mejillas. Se peinaba y colocaba su ropa más bonita.

Decía que era por si, al ir a la tiendita de enfrente, se encontraba al amor de su vida.

Apenas con trece años, parecía haber vivido dentro de una película de drama toda su vida. Las palabras que usaba eran, sin duda, rebuscadas, y la forma en que se expresaba, completamente aprendida de su gran imaginación.

Se tintaba el cabello de negro, con un corte debajo de las orejas, a capitas, y un flequillo por la altura de las cejas. Siempre usaba faldas largas, escocesas, y unas calcetas largas, con rayas horizontales, que no combinaban una mierda, pero que, para él, era una forma de expresarse. Algo que sus padres no compartían, pero que él siempre defendía con el discurso de que tenía derecho y libre albedrío.

Diez minutos menor que Tom, su hermano gemelo, era todo, menos igual a él. A pesar de que pasaban la mayor parte de su tiempo juntos, y de que una experiencia no contaba si no la vivían a la par, a Tom no le gustaba vivir tan deprisa, creía que Bill valoraba la vida de otra manera, realmente le gustaba llevar todo al límite: si no le veía fondo a la situación, para él era como vivirlo a medias.

Corría tan rápido y tan a ciegas, que no creía que algún día iba a caer.

Su hermano siempre le advertía que de tanto acelerar, algún día podría toparse con un abismo del cual no iba a poder frenar y caería de bruces, tan fuerte, que ponerse de pie iba a costar.

Pero se comprometía cada vez a seguir de su lado si algo pasaba.

Porque Bill no era sólo su hermano.

Bill era el niño de sus ojos.

 


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