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Ahora eres solo mío. por Artemisa El Britannia

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Notas del fanfic:

Sigo en la semana de especial.

Notas del capitulo:

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Ahora eres solo mío.

 

Estaba dando vueltas en su oficina como desesperado, estaba más que enojado, al llegar a su trabajo le había ordenado a su secretaria que nadie lo molestara y la pobre chica había quedado tan petrificada que de inmediato cortó toda comunicación de la empresa para que nadie le hablara, al entrar empezó a patear su escritorio a romper las dos lámparas con las cuales alumbraba el mismo por las noches y había aventado su silla a la ventana de cristal blindado que tenía su oficina tratando de romperlo del coraje que tenía, no había logrado romperlo, pero si había estrías que demostraban la gran cantidad de fuerza con la cual había golpeado el vidrió.

Después de descargar su ira contra el vidrio se sentó en la pequeña sala que tenía en su oficina para tratar de respirar para tranquilizarse, pero le estaba siendo imposible hacerlo en su cabeza solo había una imagen de los eventos que habían pasado esa tarde y lo tenían tan alterado que no podía dejar de maldecir a todo lo que lo rodeara.

 

Flash Back.

 

-      Chicos quiero decirles algo importante – la voz de Joey invadió el salón cuando terminaron las clases, cosa que no sorprendía a nadie y los demás decidían ignorar al grupo de amigos.

-      Vaya amigo te ves muy feliz, casi hasta brillas – dijo Tristán mientras abrazaba a su rubio amigo.

-      Basta Tristán hablo enserio – todos se quedaron callados para escuchar lo que decía el chico – el día de hoy al fin Duke se animó y me pidió que fuéramos novios – gritó emocionado el chico haciendo que sus amigos también se emocionaran y lo abrazaron formando la tan bolita de la amistad a la que estaban acostumbrados.

 

Seto que se había quedado guardando sus cosas lentamente para escuchar lo que tenía que hablar ese perro, se quedó de piedra, ¿el niño dado había tenido el descaro de pedirle a su perro que fueran novios?

 

End Flash Back.

 

 

-      Jajajaja – se empezó a reír mientras tenía una cara de psicópata – maldito Devlin cómo te atreves a querer tocar lo que es mío jajajaja – entonces del enojo tomó la mesa de centro que estaba enfrente de él y la lanzó por los aires dando de lleno contra su librero y tirándolo en el proceso – voy a matarte y después voy a reclamar lo que es mío.

 

Y así Kaiba siguió pateando sus cosas y destruyéndolas, aunque ya había planeado como deshacerse de Devlin eso no quitaba el hecho de que cada vez que se imaginaba que estaba besando a su perro le entraba un enojo del tamaño del universo que no podía controlar.

 

 

 

 

-      No necesito tener mi ojo bueno para saber que estas a punto de hacer algo muy malo mi pequeño amigo Kaiba – Pegasus estaba en la oficina del joven empresario, ya que el mismo le había dicho que quería comprar una de sus islas, era bien sabido en el bajo mundo que las islas de Pegasus tenían un campo magnético que evitaba que los satélites pudieran transmitir lo que pasaba en la superficie, así que muchos las codiciaban, pero el multimillonario no las vendía, pero Kaiba era especial, así que decidió hacer la excepción.

-      Eso no te interesa Pegasus, solo firma para que pueda ser mía – el hombre entrado en años se le quedó viendo y se vio a si mismo reflejado cuando había perdido a su amada Cecilia, tenía la misma mirada de locura, cuando un hombre se atreve a vender su alma a cambio de tener eso que tanto anhela.

-      El camino por el que vas no te llevara a nada bueno mi joven amigo, pero te dejare que aprendas de tus errores, así como yo aprendí de los míos – Pegasus firmó y empezó a retirarse de la oficina.

-      Al contrario, a diferencia de ti me llevará a la victoria – el hombre de cabello blanco sintió como un escalofrío le recorría el cuerpo, sentía que hablaba con el Kaiba oscuro que Yugi Mouto había encerrado en el reino de las sombras.

 

 

 

Kaiba había gastado ya varios millones en esa isla, había colocado la mayor cantidad de amenidades posibles, incluso había construido su propio Kaiba Landa, había colocado un tren que pasaba por cada una de las instalaciones y básicamente la única forma de salir con vida de ese lugar era a través de un avión o helicóptero, si no contabas con eso prácticamente la segunda opción era lanzarte al mar y rogar no matarte con el arrecife, de no matarte tendrías que nadar por un año completo a la siguiente isla deshabitada en la cual podías morir de sed, ya que no tenía ninguna fuente de agua y las plantas que había ahí no eran para que los humanos las comieran, así que básicamente era un suicidio saltar al mar.

Mokuba por su parte se había emocionado, ya que pensaba que era de uso familiar, pero su hermano le había dicho que por el momento sería de uso privado, hasta nuevo aviso podría estar ahí conviviendo la familia completa, el pequeño Kaiba no había entendido porque hacía énfasis en familia completa, si solamente eran él y su hermano, pero no le dio importancia por el momento.

 

 

-      Bueno señor Kaiba esto será una increíble atracción para la gente de su altura, todos aquellos millonarios que quieran evitar a los paparazzi se pelearan por estar en su resort – el ingeniero en jefe de la obra había pensado que era una nueva atracción, pero para otro tipo de gente, pero estaba demasiado lejos de la realidad.

-      Es para el uso privado de mi familia, nadie más que nosotros podremos entrar, bueno claro el personal de mantenimiento y cosas así, pero nadie más tendrá acceso a este lugar – dijo mientras sonreía de manera psicópata.

-      Claro… - el hombre se asustó y decidió ya no preguntar, ese trabajo había sido bastante extenuante, ya que el multimillonario dijo que quería todo listo en un año exactamente, cosa que él pensó que era imposible, pero olvidaba el poder del dinero y que se contrataron ejércitos de personas para que las construcciones se llevaran a cabo simultáneamente cada una de las construcciones y ningún material que fuera necesario se hizo esperar, prácticamente todo avanzaba demasiado rápido para su gusto, así que tuvo que contratar varios especialistas para que se aseguraran que se cubrían todas las medidas de seguridad correspondientes.

 

 

Al terminar todo el trabajo que se había hecho Kaiba se dedicó a contratar al personal que trabajaría en la isla, había construido complejos habitacionales para todos los trabajadores, prácticamente les aseguraba comida, casa, sueldo, vivir en una mini ciudad prácticamente a cambio de dejar todo atrás, no había acceso a redes externas solamente a ciertas redes que él había creado y solo su empresa podía monitorear, estaba prohibido comunicarse con el mundo exterior, para eso había escuelas de todos los niveles para los hijos de los trabajadores y si alguno de ellos quería renunciar lo podía hacer la diferencia es que el contrato de confidencialidad los obligaba a no decir nada de lo que pasaba en esa isla, si se llegaba a divulgar algo, el poder de todo Kaiba Corp. Te caería como lluvia de truenos sobre todo lo que tuvieras al punto de desear la muerte.

Muchas personas mayores y solas habían aceptado el trabajo, otros jóvenes aceptaron pensando que ahí podían conocer a alguien y hacer su familia, otros solteros sin oficio ni beneficio no lo vieron mal y aceptaron claro que los exámenes médicos, psicológicos y los términos y condiciones se llevaron a cabo con mucho sigilo y meticulosa observación, que los aspirantes jamás pensaron que sería tan difícil entrar a trabajar en un lugar tan sencillo con ese, solo era servir a los dos hermanos Kaiba, ¿qué tan difícil podía ser?

 

 

 

 

 

 

-      ¿A qué viene tanto misterio Kaiba? – Duke se había topado con el multimillonario en una de las fiestas de alta sociedad a las que ahora tenía que asistir, desde que su juego había despegado se había vuelto una figura pública y tenía que hacer acto de presencia en varios eventos de gala que si bien eran aburridos le ayudaban a conectarse con nuevos empresarios que quisieran invertir en sus acciones.

-      No sé de qué me hablas – dijo lo más normal que podía, pero Seto por dentro tenía ganas de agarrar a golpes a ese sujeto, meter una cuchara en su pecho y abrirlo para comerle el corazón, si se había robado el corazón de su rubia adoración entonces él tenía el derecho de reclamar el corazón de Devlin como trofeo.

-      Esa isla está dando mucho de qué hablar, varios millonarios han empezado a crear sus propios lugares de resguardo anti mundo como tú, casi como si una guerra se aproximara – el rumor decía eso, pero muchos los desmentían, ya que la empresa Kaiba se dedicaba a tecnología para juegos, pero otro más decían que eso era lo que precisamente los colocaba en las listas de empresas que podrían estar armadas.

-      Devlin, ¿de verdad crees esos rumores? – lo volteó a ver con una mirada de asco total, causando que el pelinegro se sintiera incomodo, sabía que el millonario no era un terrón de azúcar, pero la manera en que lo veía en esos momentos superaba todos los niveles.

-      Claro que no, solo preguntaba – se encogió ante la aplastante aura de odio que desprendía el castaño.

-      ¿Por qué no trajiste al perro contigo? – Seto notó el cambio del estúpido niño dado y decidió dejar de verlo al parecer no podía ocultar sus emociones y se le salía por los ojos el odio que le tenía, además llevaba un año saliendo con su cachorro, no quería saber hasta qué puntos habían llegado, si se enteraba estaba seguro que no podría frenarse en ese momento y lo mataría enfrente de todos.

-      No lo puedo traer aquí, a diferencia de ti no soy tan poderoso en los negocios y si alguien se mete con él no podría defenderlo sin perder dinero o inversionista, ese chico es un arma de doble filo – Kaiba tenía ganas de romperle la cara en ese momento, aun si él no fuera tan poderoso lo defendería hasta la muerte, en definitiva, Devlin no lo merecía, no solo era un perdedor como persona, sino que también le faltaba carácter y de algo él estaba seguro la pareja de Joey Wheeler necesitaba mucho carácter.

-      Hablando de esa manera haces que me den menos ganas de invertir en tu tonto juego, si te hace falta carácter para defender algo que amas, entonces no tienes la suficiente fuerza para poder defender tu negocio – y así se fue dejando a un Devlin sorprendido, jamás pensó que Kaiba de verdad se fijara en algo tan sencillo para sus negocios.

 

 

 

 

 

Al terminar todos los preparativos para su isla familiar, Kaiba puso manos a la obra, le pagó muy bien a un sicario profesional para que se encargara de secuestras a Joey Wheeler y de asegurarse de que pareciera un asalto con secuestro el dinero que pidiera el profesional se lo quedaría para él, pero nunca más verían a Joey.

Mientras tanto haría sufrir a Wheeler en un lugar cerrado y sin opción a comunicación, hasta que pudiera empezar a lavarle el cerebro y así Joey sufriría el Síndrome de Estocolmo, le había construido una ciudad completa, le había llevado una mini Ciudad Domino a su isla, así él viviría en su pequeña jaula de cristal para siempre.

El plan se llevaría a cabo ese mismo viernes por la noche, sabía gracias a Mokuba que saldría todos los bobos amigos del perro a celebrar no sabía que contrato del estúpido de Devlin y él saldría de viaje y Mokuba lo iba a acompañar, así cuando pasara el secuestro todos se comunicarían con él, su hermano lo obligaría a regresar del viaje y estarían todos seguramente preocupados por el rubio.

Y así como lo predijo paso, el sábado por la madrugada Mokuba lo despertó como si estuviera pasando lo peor del mundo, tomaron su avión de camino a Ciudad Domino y ahí llegaron al hospital, donde Tristán estaba demasiado lastimado, ya que al parecer él había defendido al rubio, vio a Devlin marginado del grupo de amigos y se dio cuenta de que algo había salido mal, algo que posiblemente le iba a beneficiar más que secuestrar al cachorro.

 

-      ¿Yugi, qué pasó? – el menor estaba dando vueltas bastante alterado y entonces soltó todo lo que había pasado ahogado en llanto.

-      Mokuba fue horrible, íbamos saliendo del bar a donde fuimos y se nos acercó un señor que amenazo a… - no pronunció su nombre sólo volteo a ver al niño dado – entonces Joey y Tristán lo defendieron, sujeto golpeo muy feo a Tristán y cuando vio que… - volvió a ver a Devlin – había huido secuestro a Joey - tenía ganas de reírme a carcajadas, no lo podía creer el niño dado era un cobarde, esto había salido mejor de lo que esperaba.

-      ¿Secuestro? no puede ser, ¿ya se comunicaron con ustedes? – me dolía ver a Mokuba preocupado, pero nadie a parte de mi debía de saber de este maravilloso plan.

-      Pensamos que se van a comunicar con Duke, solo por eso está aquí – dijo con voz enojada y con claro resentimiento hacia el pelinegro.

-      Hermano – Mokuba me volteo a ver con ojos llorosos, sabía que me estaba pidiendo, Joey me odiaba a muerte y yo le “correspondía”, pero quería que lo salvara.

-      Yo me haré cargo – acaricié su cabeza y le sonreí como solo le sonreía a Mokuba, vi que Mouto estaba al punto de colapso nervioso y la chica “amistad pura” estaba llorando en un rincón – no te preocupes Yugi, los voy a ayudar – el tricolor sonrió y siguió en su mar de lágrimas y yo quería salir corriendo para poder sonreír de felicidad, pero debía aguantar lo más posible, me acerque al chico dado y le extendí la mano – dame tu teléfono – Lo volví a ver con el mismo asco que en la fiesta y él me lo entregó sin hacer más pancho.

-      Tenías razón Kaiba, no tengo el valor para defender lo que quiero – quería humillarlo, quería destruirlo, quería hacerle tantas cosas a ese hombre, pero aun no era tiempo al parecer si tendría que sacarle el corazón con una cuchara, porque eso que vivía y sentía para mí no era suficiente.

-      Yo siempre tengo razón – fue lo último que le dije a él, me acerque al mostrador y les avise que Tristán era un amigo de la familia Kaiba y nos haríamos cargo de sus gastos, así que me imagino que el tratamiento será mejor, me fui dejando a Mokuba con sus torpes amigos y yo tengo ganas de saltar de alegría, esto era mejor de lo que creía.

 

Llame al “secuestrador” y le dije que había un cambio de planes, pero que se le pagaría adicional lo que iba a pedir de rescate, me dijo que no habría problema y me dio un día y lugar de intercambio, todo fue tan pacifico que hasta sentía que los dioses estaban de mi lado, Joey volvió con sus amigos y Tristán salió del hospital siendo un hombre nuevo, todos le agradecieron a Mokuba y Joey terminó con Devlin al parecer su acto de cobardía de abandonar a los amigos fue algo con lo que no contaban ellos y se sentían defraudados.

 

 

-      Señor Kaiba, un joven llamado Joey Wheeler insiste en verlo y dice que no se ira sin hablar con usted – Seto sonrió como psicópata su plan b empezaba.

-      Déjalo pasar – el chico rubio entró por la enorme puerta, con mucha seguridad en su andar, pero poca convicción en su mirada, cosa que jamás había visto, ya que el cachorro miraba con fuego y todo lo que hacía tenía ese sello – espero que tengas una buena razón para venir a molestarme Wheeler – deje de trabajar y lo mire a los ojos, calculando y observando debía de estar seguro de que apretara los botones correctos para que callera en mis redes.

-      No estoy contento de deberte tanto Kaiba, así que a pesar de que agradezco de que hayas pagado mi rescate, quiero devolverte cada peso que pagaste por mí – levanté una ceja y sonreí cínicamente.

-      Pague 250 millones por ti mi estimado cachorro, eres el perro más caro de la historia, así que a menos que ganes la lotería 3 veces consecutivas dudo que puedas devolverme esa cantidad de dinero – Joey apretó los puños y me miró con enojo, se notaba que no quería que le dijera perro, pero venía a negociar no a pelear conmigo.

-      Ya sé, pero aun así sé que deberte algo a ti es como deberle al diablo – me vio con desconfianza, era el momento de usar mis mejores cartas.

-      Mira cachorro no lo hice por ti, lo hice por Mokuba, si él no te ha pedido nada a cambio no tengo porque hacerlo yo – relajé mis expresiones y se lo dije en un tono tan relajado que él no podía creer, sus reacciones son exquisitas, tengo ganas de tener foto de cada una de ellas.

-      Igual no siento que sea correcto, es demasiado dinero Kaiba – me le quede viendo analíticamente.

-      Me imagino que vienes aquí con una propuesta, así que voy a escucharla, si es muy tonta te pateare el trasero y no volveré a dejar que entres a mi oficina – el rubio trago en seco y puso sus manos sobre mi escritorio me vio a los ojos con decisión y me mostró el fuego que amo en su mirada.

-      Voy a trabajar para ti hasta que te pague cada centavo – me le quede viendo directo a los ojos.

-      Bien, ¿Qué sabes hacer? – le pregunté aceptando su propuesta, pero creo que el rubio pensaba que lo correría, ya que no me contestó – doy por terminada la conversación entonces, largo de mi vista cachorro – le dije de manera tranquila mientras volvía a fingir que trabajaba en la computadora.

-      No, espera… es que no pensé que aceptaras, la verdad venía preparado con un monologo increíble para que aceptaras y pensé más en eso que en que hacer – quería reírme ese animal sí que era muy divertido – por eso quede en blanco.

-      Eso no contesta a mi pregunta cachorro – seguí tecleando sin verlo de nuevo, al parecer estaba haciendo caras divertidas, arg espero que el sistema de seguridad de la oficina lo esté grabando todo – además según se estas estudiando psicología, mi empresa se dedica al desarrollo de juegos, necesitas un puesto decente para poder cubrir tu adeudo sin tener que sacrificar tu vida en el trabajo, ningún puesto con tu perfil tiene un sueldo de ese calibre – seguía trabajando y el perro acabo desparramado en mi escritorio Ra dame fuerza para no violarlo en este momento.

-      Debe haber algo – empezó a hacer berrinche y empezaba a usar sus encantos de cachorro.

-      Solo la prostitución – me reí después de haberlo dicho fingiendo que era broma, al no recibir respuesta levanté la mirada para ver la reacción del perro, se había sonrojado a más no poder – obviamente es broma Wheeler no lo tomes en serio, mejor deja las cosas como están.

-      Acepto – su cara era un poema a la vergüenza total, así que me reí.

-      No puedes hablar en serio, por Dios, eres capaz de molerme a golpes por acercar mi cara a la tuya – me volví a relajar en mi silla y demostrando que no lo iba a aceptar, ahí cambio la mirada del perro de una de pena a una de decisión, ahora no iba a estar conmigo por adeudo, sino por orgullo, nadie lo rechazaba.

-      ¿Quieres ver que si puedo? – levanté la ceja me separe un poco de mi escritorio y cerré los ojos, dando a entender que yo no haría nada dejaría que él me lo demostrara, espero tener la fuerza de voluntad para poder detenerme después del beso, porque estoy seguro que una vez lo pruebe el cachorro será mi droga personal.

-      Al parecer no puedes… - habían pasado 2 minutos y no había sentido nada, así que ya iba hablar cuando sentí los suaves labios del cachorro en los míos, sabían a fresa, sus manos se posaron en mi pecho y empezó a acariciarme, se separó de mí y se sentó sobre mis piernas, me volvió a besar y por alguna razón me estaba acariciando demasiado, sintiendo todo mi cuerpo - Detente – mi voz me delató ya estaba excitado y ya sonaba ronca.

 

El cachorro no se detuvo y continuo con sus atenciones, bajo el cierre de mi pantalón y sacó mi miembro, empezó a mover su mano de arriba hacia abajo de manera rápida, mientras me seguía besando, definitivamente ese perro era una delicia que no quería compartir, quería encerrarlo hacerlo mío, poseerlo para siempre, pero si quería que fuera mío debía de mover bien mis piezas.

Coloque mis manos en su cintura para abrir su pantalón así noté que estaba igual de excitado que yo, quite las cosas de mi escritorio y lo coloque encima del mismo lo desnude de la parte de abajo y volteé a verlo no podía ser tan bestia la primera vez si quería que se quedara, pero al parecer él estaba como yo perdido en el placer.

Tomé parte del líquido que salía de su miembro y lo ocupé para empezarlo a preparar, era bastante fácil entrar, así que era obvio que lo había hecho con Devlin, el enojo me empezaba a cegar, así que sin miramientos arremetí dentro de él, se escuchó su queja de dolor y creó que mencionó algo como “bestia”, pero no estaba prestando atención, quería borrar del cuerpo de ese perro cualquier marca que hubiera dejado el estúpido de los dados, sentí los espasmos del cachorro y como me apretaba más para llegar al orgasmo, el pobre termino y sus piernas ya no daban para tenerlas arriba, así que lo puse boca abajo en el escritorio y volví a arremeter contra él.

La sesión fue desenfrenada y parecía que jamás estaría satisfecho de mi cachorro, hasta que después de que él llegó como 5 veces, por fin pude soltar todo dentro de él, acabamos en el piso agitados, cansados y por mi parte bastante satisfecho, pero como sospeche el cachorro era como una droga, quería seguir dentro de él, quería seguirlo besando, quería continuar sobre de él.

 

-      Vaya que eres un animal – dijo el cachorro aun con los ojos perdidos en el placer y sonriendo de satisfacción – jamás me había sentido así… diablos Kaiba – y así fue como empezó todo.

 

Después de amanecer literalmente cogiendo en mi oficina el cachorro cada que podía zafarse de sus amigos, evitar a mi hermano y evitar a toda la prensa que me rodeaba volvía a mi cama, habíamos pasado fines de semana completos encerrados en mi cuarto, obviamente parecía que lo hacía más por placer que para realmente pagarme el adeudo, se había vuelto una adicción que él y yo estuviéramos juntos pegados como conejos en celo.

 

-      Me tienes destrozado – Joey se veía increíble todo despeinado, desnudo y lleno de marcas hechas por mí.

-      Tu tocaste el timbre – me aventó un zapato el muy rufián y yo solo me reí de su infantil gesto.

 

Me quedé dormido porque de verdad ese cachorro también me tenía destrozado, había bajado varios kilos por su culpa, no solo el ejercicio que hacíamos, sino que había días que no comía por su culpa, de verdad que parecía no tener llené.

Desperté al oír la puerta del baño, pero el cachorro aún estaba buscando su ropa volví a cerrar los ojos, pero entonces escuché como algo se caía, al abrir los ojos de nuevo vi como el perro había tirado los documentos donde había guardado mis planes maestros para secuestrarlo y encerrarlo en mi isla privada, ese día antes de que llegara me había estado dedicando a destrozar papel por papel en miles de pedazos, pero no había terminado.

Me levanté como resorte y a grandes zancadas llegué a la altura del perro le arranqué todo de las manos y de manera casi psicópata empecé a quemarlo en el bote de basura, Joey por su parte parecía en shock y tenía los ojos muy abiertos, no sé si por mis acciones por lo que había alcanzado a leer en las hojas, justo en ese momento no estaba seguro de haber destruido lo más importante.

 

-      ¿Qué leíste? – mi voz salió como si fuera de ultratumba, no pensé mucho para hablar, pero no quería perder lo que había ganado.

-      Na… na… nada jajajaja – vi como actuaba nervioso y supe que sabía más de lo que realmente me quería decir, había sido demasiado bueno para ser verdad.

-      Lamento tanto que tenga que ser así – fue mi última frase antes de ver como el cachorro trataba de huir de mí, lo tome de la cabeza y lo azote contra la puerta, pero seguía peleando, así que lo volví a azotar y al fin quedó inconsciente, nos vestí rápidamente tomé uno de mis carros y conduje como desquiciado al hangar privado de mi familia, tomé el jet y llegué a la isla que construí para él.

 

 

 

Al llegar al desarrollo, recosté a Joey en su alcoba especial, era un cuadro de cristal reforzado dentro estaba una habitación completa, baño, cama, libros, discos de duelo, muchas cosas con las cuales se podría entretener, cuando despertara tendría que adecuarse a su nueva realidad, él era mío y no iba a dejar que huyera.

 

-      Kaiba, está muy mal esto, mis amigos sabrán que algo me pasó por estar contigo – me dijo mientras golpeaba el muro de cristal y yo lo veía sentado tomando café.

-      Sé que no le dijiste a nadie Wheeler, así que como siempre nada de lo que he planeado saldrá a la luz, hice esta ciudad para ti, para que pudieras vivir conmigo y amarme solo a mí, ¿eso no demuestra mi amor por ti? – me dolía que él no notara todos mis esfuerzos.

-      Kaiba, esto es de locos, no de enamorados por los dioses reacciona – seguía buscando la manera de salir de ahí.

-      Aunque salgas de esa recamara cachorro es una isla perdida del ojo de dios, los empleados tienen prohibido revelar cualquier cosa que pase dentro y si saltas al agua o mueres por los arrecifes o nadas hasta la siguiente isla, con suerte y gracia de dios no morirás en el intento, pero te advierto que no hay nada que tomar en ese lugar y tampoco hay comida, así que morirías antes de que alguien te rescate, que te parece si continuamos con nuestra bella relación, incluso si te portas bien te podré dejar salir y así vivirás conmigo en la ciudad que te hice – Joey no podía creer lo loco que sonaba todo eso, pero al ver mi mirada demente supo que no era broma.

-      Estás loco – dijo asustado.

-      Por cierto, te hice un regalo, aprovechando que él te robó el corazón primero y después lo destruyó, yo hice lo mismo – le mostré un corazón humano.

-      No puede ser… Devlin.

 

 

Fin.

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW


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