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La Sangre Más Bella. por Calcifer98

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Capítulo 3.

 

Ravenna no estaba dispuesta a darse por vencida. Ella como mujer recibió dones con los que otros solo soñarian. Ella había vivido muchas vidas y una niña no se interpondría en sus planes.

Así que cuando la mujer recibió la carta del mismísimo Duque Hammond, no se sorprendió. Ella sabía que el hombre era un cobarde pero a pesar de esto era alguien para tener en cuenta.

La bruja sabía que el duque iba a estar de acuerdo. Era la forma más fácil de infiltrarse al castillo además nadie estaba al tanto de los motivos ocultos de tal propuesta.

La reina los dejaría pensar que tenían la ventaja.

La carta era clara. El duque deseaba que Blancanieves ocupara el trono que por derecho le pertenecía. Ravenna sabía que el poder político del reino era importante pero para ella era más importante la inmortalidad. Así que la mujer respondió la carta. 

Blancanieves tomaría el poder político y la bruja tomaría el poder militar una vez que la joven fuera su esposa. 

Con cada punto a detalle y dejando en claro que no cedería en más peticiones le envío la carta al duque.

Solo era cuestión de tiempo y convencida de la aceptación de esta. La reina mandó a limpiar cada rincón del castillo y mandó provisiones de alimento de buena calidad a los habitantes que residían a las afueras del castillos.

Ella era una mujer vanidosa y no se casaría con mendigos como testigos. También ordenó darles ropas limpias y abastecerlos con agua limpia para lavarsen. 

Fue cuestión de horas para que todo el reino se enterara de la boda y nadie sabía cómo reaccionar. Más allá de la felicidad de que la princesa estuviese viva, llegó la incertidumbre de no saber que iba a pasar una vez que la boda se llevará a cabo.

Como la predijo la bruja, el duque había aceptado y en cuestión de días llegarían al castillo y se instalarían para celebrar la unión que le traería paz al reino.

Los días pasaron y el gran dia al fin había llegado. Y el castillo casi había regresado a su antigua gloria. Mucha gente corriendo con elegantes vestidos, un gran banquete esperando por sus comensales, el ruido de la voces inundaba el lugar.

En un cuarto estaba Blancanieves la cual, se sentía como una muñeca mientras las criadas ultimaban detalles del peinado y vestido. 

La joven princesa cuando era niña siempre imaginó cómo sería el día de su boda con su padre llevándola al altar entregandola algún honorable caballero que había cautivado su corazón.

Pero ella nunca imaginó que sería así.

La princesa a pesar de haber estado de acuerdo con el duque, muy en el fondo se sentía obligada.

Ella no quería comprometerse con semejante monstruo. Pero allí estaba con un hermoso vestido blanco, lista para desposar al ser más vil que había pisado la tierra donde había nacido.

Las trompetas sonaron dando aviso del inicio de la ceremonia y con una última mirada la joven fue conducida por los pasillos del castillo, percatandose que estos eran custodiados por una cantidad numerosa de guardias.

El lugar estaba lleno de personas y adornado con hermosas flores blancas con una gran alfombra roja que se extendía en medio del pasillo hasta el altar donde esperaba la bruja por ella.

Ravenna llevaba un vestido negro con grandes túnicas que se estendian en el suelo, desde allí se veía imponente. 

Muchas miradas de odio y miedo caían sobre la bruja. 

Pero a esta no le importó, Ella era intocable.

A cada paso que daba la joven hacía el altar, sentía el incremento de sus pulsaciones y la princesa solo quería correr y alejarse de ese lugar. Pero ya era muy tarde.

Una vez que estuvo frente a la bruja, a la joven se le hizo imposible no pensar en lo hermosa que era.

Como un ser tan hermoso puede ser tan malo.

La ceremonia empezó y esto llenó de malestar a la princesa y a muchos invitados. Con el pasar de los minutos la joven sentía que no podía respirar y el anillo es su dedo anular solo incrementó la angustia.

Solo esperaba que en el último momento cuando el sacerdote preguntara si alguien se ponía a esta unión, saltarán las personas con espadas y acabaron su martirio. Pero esto no pasó. 

Nadie dijo nada y su unión era legítima.

Ravenna estaba orgullosa de lo bien que estaba saliendo el plan y de su esposa. La joven era hermosa y la bruja no lo podía negar. Sentía la envidia de muchos hombres, en especial la del hijo del duque.

Así que con determinación miro a Blancanieves y con un suave moviendo tomó el rostro de esta y la besó.

Fue un beso casto solo el leve toque de sus labios. Pero fue suficiente para provocar algunas emociones y exclamaciones de incredulidad. 

A Pesar de que Blancanieves no respondió el beso. La bruja sintió como la magia en su cuerpo reaccionaba y recorría todo su cuerpo con una fuerza que hace mucho no sentía.

El aleteo de poder la embriagó y se deleitó imaginando cómo se sentiría una vez que se adueñara del corazón de Blancanieves.

Aprovechando el estado distraído de la bruja, la joven aprovechó para retirarse del lado de la mujer mayor y camino hacia el duque e hijo.

Blancanieves se sorprendió al ver el estado de William. Este tenía la cara roja y molesta con sus manos empuñadas listo para cometer un asesinato.

— Como pudiste besarla — susurró el chico lleno de rabia mientras miraba acusadoramente a la joven.

— Lo viste. Yo no la bese, ella le beso — dijo la joven desconcertada por la actitud de su amigo.

— William basta — intervino el duque al ver que su hijo tenía la intención de seguir discutiendo.

— Pero padre la besó y tú — refiriéndose a Blancanieves — como lo pudiste permitir — siguió el joven cegado por los celos.

— Es su esposa William — aclaró el duque sabiendo que esto le dolería a su unigénito y se retiraría del lugar. 

William se retiró del lugar con su enojo a flor de piel. El duque se disculpó con la ahora joven reina.

Blancanieves aceptó las disculpas y se retiró para sentarse en la mesa de las recién casadas. La joven vio que la bruja no estaba a la vista y se relajó. Las personas bailaban, bebían y comían. Muchos se le acercaron para saludar a su nueva reina.

 

La noche callo y el castillo del norte ahora tenía dos reinas.

 

 

 

 


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