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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

¿Dos capítulos seguidos con lemon? ¿Qué es esto? ¿Navidad?

Nop, es casi día de muertos.

Extraño mucho a mi muertita, yo solo escribo y publico para distraerme :,(

Esto va por ti, mi bb *se persigna y señala al cielo aunque ni cree en la otra vida y procede a equisdé*

Deidara aunque algunas veces seguía mostrándose taciturno y distante parecía llevar bien esta nueva vida que a paso lento regresaba a la cotidianidad. Entrenaban juntos la mayoría de las veces e Itachi quería enseñarle a defenderse a un nivel decente aunque no veía muchas actitudes ni cualidades para que llegara a estar a la par de otros miembros de Akatsuki y con suerte eso no importaría ya que él se esforzaba el doble para poder protegerlo como siempre lo había hecho. Prefería mil veces verlo enfocado en los proyectos de Konan los cuales no terminaba de entender pero que al menos lo mantenían resguardado en la guarida, ese par se había vuelto realmente cercano y a veces llegaba a tener celos de su relación.

Claro que Itachi también se había hecho de otras relaciones. Se convirtió en el hombre de confianza de su líder solo detrás de Konan, aunque teniendo en cuenta que eran esposos no resultaba una sorpresa; también llegó a ser cercano con Kisame, un sujeto por demás extraño y que prefería no participar activamente en estrategias ni nada que tuviese que ver con política pero que siempre estaba en disposición de apoyar a Akatsuki lo cual era importante porque en él confiaban todas esas personas que simplemente tuvieron la mala suerte de caer o nacer en esa aldea pero que no tenían intenciones de causar revueltas.

Deidara e Itachi seguían viviendo en la guarida de Akatsuki y hacían unas cuantas misiones al mes aunque siempre juntos, y por decisión de Itachi eran las más sencillas. Pain estaba de acuerdo con ello, no quería tratar el tema frente al Uchiha para evitarle la vergüenza de su condición pero aún no lo veía recuperado al cien por ciento y Konan se lo confirmaba. Era completamente normal que no fuese el mismo guerrero después de pasar casi un año fuera de combate y recuperándose de sus graves heridas, pero sabía que su orgullo no le permitía aceptarlo y por eso seguía exigiendo misiones aunque fuesen de bajo riesgo.

Para Itachi era muy cómodo hacer dúo con el doncel porque seguía tan enamorado como desde el primer día. Era su adoración ver al rubio sonreírle de oreja a oreja cuando platicaban incluso de trivialidades, la pasaban muy bien juntos ahora que las tensiones de la guerra y la tragedia ya no los asechaban. Le encantaba verlo lleno de vida exhalando juventud y belleza. Lo hipnotizaba, quería mirarlo todo el tiempo y no perderse ni una sola acción que hiciera.

Lo veía al amanecer con la boca abierta y adoraba sus ocasionales ronquidos que no molestarían a nadie, sus pestañas marrones bien tupidas cerradas en completa calma y su pelo siempre desordenado regado por toda la almohada. Ya entrada la mañana despertaba con una sonrisa cariñosa y le daba los buenos días antes de que la pequeña Ino exigiera su presencia.

Recordaba que al conocer a Deidara todas estas fantasías de una familia se marcaron en su mente y con los eventos desafortunados que habían sucedido se fueron desdibujando y si en ese tiempo le hubiesen dicho que algún día se harían realidad definitivamente no lo habría creído, pero aquí estaba, disfrutando de una vida que lo llenaba de una felicidad a tal medida que a veces se preguntaba si se trataba de un sueño del que no quería despertar.

Se sentía tan unido y perteneciente al doncel ahora que compartía tantas vivencias y sentimientos desde el extremo de la felicidad más pura hasta la incertidumbre más dolorosa. Sabía que esta era la vida que ambos soñaron con compartir.

- Deidara –Lo llamó repentinamente mientras este se dedicaba a explorar entre los árboles.

- ¿Qué pasa? –Se giró a verle.

- Te amo. –Su sonrisa se ensanchó, solo quería decirle eso.

- Yo también te amo –Se acercó a besarle, nunca se cansarían de estar así.

La presencia de su rubio era tan tranquilizadora, lo absorbía y transportaba a un mundo donde el tiempo parecía más lento y más pacifico... tal vez eso era demasiado peligroso porque se olvidaba de lo que pasaba a su alrededor.

Se perdió tanto en la burbuja de perfección que incluso fue Deidara quién lo percibió primero y le advirtió de una presencia desconocida.

- ¿Qué debemos hacer?

- Quédate detrás de mí –Lo puso a su espalda esperando que aquellas personas se hicieran presentes.

Ambos estaban alerta y en posición de defensa.

Aunque las manos de Deidara temblaban levemente y sentía que el espíritu se le iba del cuerpo ya tenía la espada bien empuñada. Sabía como usarla porque Itachi se había encargado de entrenarlo y hacerlo sentir seguro cuando la utilizaba, claro que era muy diferente tener un enfrentamiento real que uno simulado. Puso todo su empeño en regular la respiración para tener la mente clara y confiar en sus habilidades. Estaba con Itachi y nada malo le pasaría, eso era seguro.

Ellos parecían reconocerlos de alguna manera porque sus miradas eran de profundo enojo y se enfocaron en atacar al pelinegro, se abalanzaron contra él casi como si estuviera solo. Eran cinco hombres a los que se les dio batalla, no podía dejar que Itachi se ocupara solo y se concentró en derrotar al único que se abalanzó en su contra, estaba muy asustado y por momentos actuaba torpemente pero la adrenalina del momento lo mantenía en pie deteniendo como podía todos los ataques aunque incapaz de responder.

De repente Itachi sacó del juego a su atacante con un empujón bien fuerte que lo lanzó lejos haciendo rebotar todos sus huesos contra el suelo empedrado y que le dejó inconsciente, fue impresionante. El guerrero estaba notablemente agitado y su cabello siempre perfecto ahora estaba todo desordenado. Un silencio de esos que te ponen inquieto se hizo presente por breves segundos antes de que atacaran a Itachi frente a sus ojos, el ruin se había lanzado a los golpes contra el pelinegro y como podía este se defendía aunque se encontraba en desventaja, durante la distracción había alejado al guerrero de su espada y el agresor desconocido ya lo tenía con una daga en el cuello.

Realmente Deidara no tuvo que pensar nada, su cuerpo actuó solo; fue consiente de lo que pasaba cuando tuvo que usar toda su fuerza en los brazos y en el torso para atravesar la carne y los huesos del hombre. Entonces se vio las manos empuñando la espada y siguió el camino de la hoja metálica hasta que desapareció en el cuerpo. Se quedó tan inmóvil como el cadáver y hasta el mundo pareció detenerse, jamás había experimentado esa rigidez en las extremidades e incluso su cuerpo lo sentía ajeno.

Ni siquiera salió del trance cuando vio a Itachi hacer al occiso a un lado con todo y el arma en su espalda. Lo miró intentando que sus pensamientos le llegaran telepáticamente, quería saber qué estaba pasando porque todo fue muy rápido y no lograba entender.

El Uchiha de un solo movimiento desenterró la espada del cuerpo y la puso en la funda que permanecía con Deidara. Miró la escena de la emboscada para asegurarse de que no quedara ni un solo sobreviviente.

- Vayámonos de aquí –Jaló al rubio por el brazo y casi a rastras lo alejó del lugar. El doncel estaba en shock y sabía porqué, esa debió ser su primera muerte.

 

Lo llevó a un lugar que había descubierto hace poco, unas cuevas frías pero hermosas que tenían como vista el lateral de una cascada. Lo hizo sentarse en una roca y miró su piel pálida como el papel y sus ojos perdidos en la nada.

- ¿Deidara quieres hablar? –no era experto en lo que él consideraba sentimentalismos y aun así debía hacer su mejor intento por apoyar al doncel.

- ... –Abría la boca pero no salían las palabras, no sabía ni qué decir. Había matado de manera violenta. Se levantó y comenzó a caminar en círculos, quería gritar y llorar a pesar de saber que eso no aliviaría su pesar. Itachi lo vio por minutos tocarse el cabello e ir de un lado a otro.

- ¡Basta! –No lo dejaría colapsar. Lo tomó del rostro con ambas manos.

- Itachi, maté a un hombre. –Se lo confesó angustiado como si fuera un secreto

- Deidara bien sabes que tenías que hacerlo, mírame ¿Me escuchas hablar, sientes mis manos en tu rostro? Estoy aquí ¿y sabes por qué? Porque me salvaste de morir, hubiese querido que nunca vivieras ese momento pero te lo agradezco con toda el alma. Ese fue un momento crítico donde tuviste que escoger entre la vida de ese bandido y la mía, LA MÍA Deidara. ¿Me entiendes? Si te arrepientes de lo que hiciste también me estás diciendo que te arrepientes de tenerme aquí a tu lado. –Detuvo su discurso y por mucho que quiso mimar a Deidara, abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien no lo hizo; eso solo sería un refuerzo de que lo que hizo fue incorrecto, ahora lo mejor era ayudarlo a afrontar esta realidad. Lo soltó. –Deidara no eres un asesino. Esto es lo que se hace para proteger a los que amas.

Entonces el rubio levantó la vista por propia voluntad y miró directo a los ojos a Itachi, no estaba molesto ni triste solo le suplicaba que entendiera sus palabras.

Era cierto, esos hombres les atacaron sin razón alguna; lo hicieron con alevosía y no parecieron en ningún momento tentarse el corazón ni dudar. Ese hombre estuvo a punto de matar al amor de su vida frente a sus ojos. Recordó la ocasión en que Sasori lo atrapó por la espalda y si hubiese sido un enemigo en este momento él e Ino estarían muertos. No había bondad en esos humanos, ellos lastimaban a diestra y siniestra; no habría nunca benevolencia en sus actos porque habían decidido tomar el camino de la bajeza. Itachi tenía razón, la vida de esos desconocidos no valía más que la de su pareja y no debía llorar la muerte ni mortificarse por alguien sin importancia.

Con un nudo en la garganta y el estómago tomó la mano que le ofrecía el pelinegro. Fueron en completo silencio hasta Akatsuki, todos se sorprendieron al verlos llegar llenos de sangre.

- Iré a hablar con Pain, quítate esa ropa y date un baño.

Pronto estaría con Deidara pero su deber era informar primero. Sabía que esos sujetos eran aliados de Hanzo, lo que significaba que seguía vivo y con sus planes de recuperar lo perdido. No eran una amenaza, ahora ellos estaban faltos de elementos y débiles; de no ser tan testarudos ya se habrían rendido aunque al parecer querían llevar este conflicto hasta sus últimas consecuencias.

Le hizo saber todas sus conjeturas al líder y prometieron reunirse al día siguiente con todos los demás miembros importantes de Akatsuki para discutir cuál sería su siguiente paso.

Antes de encontrarse con Deidara de nuevo quería estar solo para pensar. Justo cuando todo era perfecto con su familia el destino se encargaba de echarle en cara que nunca sería suficiente para alguien como el ojiazul. Él debió ser capaz de eliminar a todos esos matones sin ayuda, esas eran sus capacidades antes de su tiempo en el hospital y si no fuera tan holgazán ya debería haber recuperado su condición. Siempre se había exigido hasta el límite aunque ahora se sentía blando de alguna manera, no quería aceptar que le falta la rudeza que su padre le imprimía en el pasado porque ese hombre no se merecía estar presente en sus pensamientos.

Sacudió la cabeza, sería mejor ir a ver a Deidara apenas se aseara.

El doncel completamente dócil obedeció lo dicho por Itachi. Usó todas sus fuerzas para mostrarse con un rostro neutro y que nadie le hiciera preguntas, no se sentía con la entereza de aguantar el llanto en ese momento. Mientras en agua le mojaba sus labios temblaban intentando retener la pesadumbre, también procuraba no vomitar y manejar los escalofríos que le recorrían todo el cuerpo. Regresó a la habitación y se sentó frente a su escritorio con el cabello todavía húmedo solo con un sencillo kimono blanco y sin calzado.

Así lo encontró Itachi, se veía más calmado, solo leía algo o más bien observaba un papel porque no parecía prestar atención.

- Dei

- ¿Sí? –Se giró a verlo, no lo decía directamente pero con el tiempo había llegado a descubrir cuando algo no iba bien con su estado de ánimo y esta era una de esas veces.

- ¿Quieres ir por Ino? –se quedó callado –O si prefieres puedo pedir que la cuiden por esta noche.

- No, no. Vayamos por ella. –Se levantó y notó el leve temblor en sus manos. Se repetía que no debía mimarlo, en ese momento creía que lo mejor era actuar de manera normal.

Fueron a buscar a su hija y fingieron frente a ella que nada ocurrió. Cenaron en compañía de otros y nadie pareció notar algo fuera de lo usual. Incluso Itachi estuvo a punto de creer que de verdad Deidara no estaba siendo afectado profundamente por la emboscada de la tarde. Hasta que al final de la noche se aventuró a hablar con Konan, la mujer solo lo miró por un segundo y después le barrió la mirada, estaba seguro de que le culpaba de esta situación. Al parecer el doncel le pidió encargarse de Ino por ahora porque se la entregó en brazos.

Por supuesto el guerrero no discutiría la decisión, también quería que Deidara descansara y algunas veces la pequeña seguía siendo muy demandante en plena madrugada.

 

Ya en la habitación sonrió antes de darle las buenas noches al rubio y apagar la lampara que brindaba un poco de luz al lugar. No solían poner las cortinas por si acaso Ino se despertaba en medio de la noche así tuvieran un mínimo de iluminación y no caminaran a oscuras para atenderla, esa era la razón principal pero a Itachi también le gustaba ver dormir al rubio. Ya que esta noches estaban solos cambió la rutina y dejó todo apenas una distinguible penumbra.

Deidara se quedaba quieto un buen rato pero parecía no estar cómodo y cambiaba de posición constantemente, acostado de un lado, del otro, boca arriba, boca abajo. Lo dejó pasar y continuó con los ojos cerrados fingiendo dormir y esperando que pronto el ojiazul cayera rendido ante el cansancio. Ya bien entrada la madrugada lo escuchó bufar de frustración.

- ¿Qué pasa Dei, no puedes dormir? –Abrió los ojos y se lo encontró de frente.

- ¿Cómo lo hacen? –Le acarició el rostro con una mano –¿Cómo pueden dormir tranquilos y no pensar? Cada vez que cierro los ojos no puedo evitar revivir todo lo que pasó una y otra vez como un ciclo interminable.

- No lo sé –era verdad, no sabía cómo había aprendido a no pensar en las muertes, a que las imágenes terribles y violentas del día a día no le significaran nada. Tanta barbarie llegó a afectarle de una manera que no se podía explicar y la única forma que encontró de no volverse loco fue amar al rubio con intensidad y pensar que siempre y cuando al final del día pudiera ver su sonrisa sería un nuevo principio donde todo lo pasado se quedaba ahí enterrado. – Si quieres llorar aquí estoy pero prométeme que lo harás por el miedo o por la rabia que sientes, no por tristeza. No sientas pena por esas almas, es lo único que puedo decirte.

- Itachi... –No quería llorar, no esta vez. –Solo me gustaría borrar ese recuerdo. –Sí tenía un poco de miedo pero no de los bandidos, se temía a sí mismo. Y si poco a poco se acostumbraba a ser cruel y a dejar de distinguir el bien del mal.

- Intenta dejar la mente en blanco, tal vez no lo logres hoy ni mañana. Lo harás con el tiempo. –Se acercó a buscar sus labios. La ocasión y el ambiente tal vez no eran los más indicados sin embargo quería tener sexo con Deidara para quitarle esa tensión y obligarlo a centrar su mente en otra cosa. Si no funcionaba al menos esperaba cansarlo lo suficiente como para hacerlo descansar.

Profundizó el contacto tomándolo del pelo. Siempre le había gustado su olor que era una mezcla exquisita de dulce y hierbas, le daba la sensación de estar acostado en un prado bajo el sol sin ninguna preocupación. Se fue acomodando sobre el cuerpo del menor sin dejar de besarlo.

A Deidara le encantaban esos besos, masajeaba sus labios de una manera soberbia; Itachi metía su lengua de vez en vez, acariciaba todos los rincones y cuando la sacaba simplemente chupaba su boca lo cual también era realmente estimulante. Le desabrochó la ropa de noche y acarició su torso con fuerza. El pelinegro prefería dormir con pantalones y sin camisa así que no había mucha ropa que quitar por lo que dejarlo desnudo fue muy fácil. Aunque ya eran muchas las veces en que lo había visto desnudo su cuerpo jamás dejaría de excitarle. Le acarició los brazos que ya estaban tan fuertes como cuando lo conoció y siguió hasta enredar los dedos en su pelo negro.

Ya advertía su erección crecer solo con ser besado y anticipar el placer que sentiría dentro de poco. No era inconsciente de las manos de Itachi que se paseaban por su cuerpo y se colaban traviesas entre sus piernas para acariciar su entrada con un dedo tentándolo, solo haciendo círculos en la superficie y presionando suave sin la intensión de penetrarlo para crear un recorrido hacia los testículos y terminar delineando sus muslos por el interior. A Deidara le encantaba ser provocado de esa manera.

Lo veía entre sombras chupar sus dedos para humedecer de nuevo su ano solo en lo superficial.

- Mmmm... –Quería aguantar los gemidos para no llamar la atención en medio de una noche tan callada, aunque ya desde ahora le parecía una misión casi imposible.

- ¿Qué pasa Dei? Te gusta cuando lo hago así –Presionó con más fuerza e introdujo lentamente un poco del dedo, lo movió en círculos en su interior y lo sacó lentamente, fue muy poco tiempo. Quería más. –Dime si te gusta. –Lo hizo de nuevo.

- Mucho... –Se giró para esconder el rostro, sí le gustaba pero seguía siendo pudoroso. –Ahhhmm –Soltó el aire en un gemido cuando aumentó un dedo más. Con esas reacciones tan honestas del doncel también para Itachi era difícil juguetear y aguantar las ganas de simplemente penetrarlo para correrse y quedar satisfecho.

- ¿Y si hago esto? –Bajo el rostro para jalar su pezón con los labios y después repartir unas lamidas, siempre procurando continuar estimulando sus partes bajas.

- No al mismo tiempo Ita... –Era bastante obvio que le encantaba, ya sentía su pene bien duro y apenas estaban en los preámbulos; no quería ser estimulado a este nivel mientras no pudiera ser libre de gritar cuanto se le diera la gana.

El pelinegro no le dio tregua, introdujo tres dedos por completo y Deidara tuvo que apretar fuerte los dientes para no gritar. El varón estaba ansioso por ya tener esa entrada bien dilatada para recibirlo y comenzó a ensancharla como sabía que le gustaba al rubio, con la poca luz de luna que se colaba en la habitación lo distinguió tomar la sabana y llevársela a la boca para morder y callar sus gemidos. Eso le excitó de sobremanera, él tampoco quería que alguien de allá afuera se deleitara con los sonidos más eróticos de su pareja. Le acarició su punto de locura solo para verlo esforzarse aún más en no hacer ruido, esos suspiros ahogados lo prendían como no lo creyó posible.

- Lo voy a meter ahora Dei –anunció y mientras se acomodaba entre sus piernas le dio un respiro para que relajara las manos y la mandíbula.

Sintió las manos de Itachi clavarse en sus muslos para levantarlos, no sabía porqué pero ya había notado que al pelinegro le gustaba ver cuando lo penetraba y en esa posición podía variar entre ver su sexo y sus ojos. Ya no le era difícil relajar su esfínter para permitirle a Itachi introducir toda su hombría de una sola vez y sin hacerle daño.

Se quedaron quietos unos segundos antes de que el moreno comenzara con las embestidas y ya que no lo esperaba soltó un grito de placer que le retumbó en los oídos a ambos.

Dios, ¿es qué Deidara no se daba cuenta de lo mucho que lo seducían esas reacciones? No pudo parar de embestirlo ahora y lo calló con una mano en la boca, sentía el cálido aliento chocar contra su palma y sus dedos. No podía creer esta situación, algo incomprensible se despertaba en su interior; le gustaba ver a Deidara así de sumiso.

Tener a Itachi moviéndose certero y con un empuje casi irreal lo volvía loco, además el factor de pensar que alguien podría escucharlos y estar conteniendo la voz le daba un toque de morbo que le encantaba. Incluso él mismo sentía como su interior se contraía de excitación. Sacó su lengua y lamió la mano que lo mantenía en silencio, ¿sería estimulante para el pelinegro? No lo sabía pero deseaba hacerlo, llenarlo de saliva imaginando que era cualquier otra parte de su deliciosa anatomía. ¡Claro que lo excitó! Sintió el miembro hincharse y moverse extraño en su interior. Estaba perdiendo la cordura, solo buscaba sentir más placer. Miró a Itachi con su sexy pelo negro húmedo de sudor pegado a la frente y cuello, y este le devolvía el gesto como queriendo derretirlo con ese par de ojos carbón. No pudo aguantar más y se corrió, sí, hubo mucha estimulación en su cuerpo pero nada le calaría tan hondo como esa mirada de absoluta adoración.

Debió ser intenso también para Itachi porque se tiró sobre su cuerpo y enterrando la cabeza entre su hombro y la cama le llenó el interior soltando unos gemidos guturales mientras le daba las últimas estocadas.

Se estaban recuperando de ese gran orgasmo y Deidara no podía sentir más que felicidad.

- Si tengo que matar diario para que Itachi me coja de esta manera lo haría con gusto –se rio de su pensamiento, jamás lo diría en voz alta porque él no se expresaba de esa manera y mucho menos si era algo incorrecto. Maldita sea, ya todo le hacía pensar que se transformaba en una persona horrible.

- ¿Qué pasa Dei?

- Nada –le besó sonriendo –me alegra tenerte aquí, te amo.

- Yo también te amo –Le devolvió el beso.

Así era, se alegraba tremendamente de tenerlo a sulado y no haberlo perdido. Tantas veces Itachi juró protegerlo y tantas vecesél soñó que sería capaz de pagarle con la misma moneda. Finalmente ese díahabía llegado, ya no se sentía del todo abrumado por la muerte de un desconocido perotampoco borraría esas imágenes de su cabeza fácilmente. Esperaba y rogaba que con el tiempo solo se diluyeran.



Fue cierto que tomó un par de años comenzar el arduo trabajo de quitarse el estigma de ser unos simples asesinos a sangre fría y aunque renuentes algunas aldeas cercanas ya comenzaban a crear relaciones con ellos.

La ciudad comenzó a crecer alrededor de la guarida de Akatsuki, actualmente los únicos miembros principales que seguían viviendo ahí eran Konan y Pain.

Una vez que Ino creció, Deidara e Itachi decidieron que era mejor tener su propio espacio. Con mucho amor y dedicación habían construido una casa modesta pero que cubría con todas sus necesidades. Era realmente hermosa y parecía el final del camino que con dificultades habían atravesado juntos.

Ahora llevaban una vida tranquila lejos de los lujos a los que pudieron haber estado acostumbrados pero nada que extrañasen en realidad. Veían crecer a su hija rodeada de afecto de todo Akatsuki y aún con ese entorno precario en el que vivían ella tenía todo a su disposición: alimento, techo, seguridad, salud y por supuesto unos padres que la amaban con locura.

Reconstruyeron también pequeñas comunidades poco a poco de la mejor forma que sus posibilidades les permitían, al menos podían ofrecerles la certidumbre de que ya no serían atacados ni chantajeados por personas externas y si le juraban lealtad a Akatsuki todo iría mejor solo pidiendo a cambio su más arduo trabajo.

 

 

Solían trabajar por equipos en tareas especificas y dependiendo de sus capacidades, algunas veces por mucho que Itachi deseara estar pegado como sanguijuela todo el tiempo al rubio les tocaba actuar por separado. No sentía celos de lo que el rubio hiciera con otra persona en su ausencia, confiaba en todos los miembros de Akatsuki y claro que creía en la lealtad de Deidara así que no, no se trataba de celos como pareja pero no podía manejar el no saber si estaría seguro en la lejanía.

- ¿Estás listo Deidara?

- Por supuesto –contestó seguro, este día le tocaba ir de misión con Pain. Se había despedido de su pequeña Ino y de su querido Itachi.

Caminaron por un par de horas mientras conversaban un poco de todo. Ambos tenían una personalidad relajada aunque se lo reservaban casi siempre para los que les eran cercanos. Pain simplemente quería conocer más a Deidara, no habían convivido tanto a pesar de ser de alguna manera cercanos; él podía decir que Itachi era uno de sus amigos y el rubio resultaba ser su pareja y una persona de confianza para Konan que era una cabezona para dejar acercarse a las personas, pero por alguna razón con Deidara el que ellos se hicieran cercanos fue muy natural.

Sabía que el antiguo Tsuchikage debía tener grandes cualidades escondidas, él no estaba cegado por amor ni por amistad y se creía capaz de juzgar a Deidara sin dejar que los sentimentalismos se interpusieran. Veía valores en su persona, era aguerrido, observador, tenaz, inteligente y por supuesto que poseía conocimientos y habilidades importantes y destacables pero había algo que parecía frenarlo para llegar al nivel de los otros miembros de Akatsuki y quería descubrir la causa, porque era un buen elemento en la organización solo debía encontrar la posición en la que brillaría más. Claro, también existía la posibilidad de que nunca lograra cubrir las expectativas que tenía sobre él.

Llegaron a un pueblito donde ya los esperaba Kisame. Además de ser importante que todos los que se quedarían habitando en los limites de lo que ahora sería Akatsuki y no la aldea de los Exiliados conocieran a su nuevo líder también debían saber la nueva dinámica de relacionarse con sus superiores y su entorno.

Para empezar era necesario aprender a ser productivos y autosustentables al menos hasta que llegara la prosperidad y quería dejarles bien claro que no sería rápido ni fácil. Sabía que las competencias de Deidara incluían el trabajo de cultivos y que él podría ayudarles durante esos días a hacer una planeación del espacio y la forma en que sus sembradíos se aprovecharan al máximo pues lo que menos se podían permitir era el desperdicio de tiempo o materia prima.

Las cosas en un principio no resultaron como hubiese querido Pain, aunque no fue una sorpresa del todo. Imaginaba dos posible escenarios; en el mejor de ellos Deidara daba el ancho para la tarea asignada y sin mayores contratiempos cumplía su objetivo. Se cumplió el peor de ellos, no es que fuese realmente una tragedia sin solución ni que se hubiese arruinado todo, pero era notoria la falta de autoridad y le sorprendía porque el rubio había sido Tsuchikage, eso no era poca cosa.

Tal vez jamás desarrollo las habilidades para liderar o las había perdido, era penoso ver como los aldeanos le desobedecían y cuestionaban y él solo dudaba en cómo dirigirse. Desde luego eso no lo convertía en un mal elemento, su tarea principal fue hecha con excelencia –hasta donde le dejaban ver sus conocimientos– y debía ayudar a su compañero en aquello que flaqueaba.

Era triste, Deidara pudo a ver sido uno de sus mejores elementos si tuviese voz de mando.

- Todos a callar, no estamos aquí para preguntar si quieren o no hacer las cosas. Quienes no quieran escuchar y trabajar será mejor que abandonen el pueblo de una vez. –Le hizo el ultimátum a los aldeanos que crearon un escándalo entorno a Deidara.

Claro que por mucho que él quisiera arreglar el asunto la mirada triste y derrotada del rubio no ayudaba de mucho.

Deidara observó a Pain y pensó que era muy parecido a Itachi. Imponía respeto solo de verlo y al escucharlo no podías negarte a sus órdenes, se sentía sobajado al no poder hacer lo mismo y no saber cómo llegar a ese punto. Quería alejar esos pensamientos negativos, comenzaba a sentirse insuficiente como cuando era más joven y no podía permitirse esa clase de inseguridad ahora; ya sabía bien que el no confiar en sí mismo podía acarrearle grandes desgracias.

Después de unos días más regresaron a la guarida de Akatsuki.

 

- ¿Y bien, descubriste lo que querías?

- Algo así, no me parece que Deidara sea material de Akatsuki. No como lo eres tú y como lo son los otros. –Konan no mostró nada en su rostro aunque estaba molesta.

- Es diferente, definitivamente. Sé que no te desharás de él porque necesitas al Uchiha de tu lado y que a él le cumplirás cada capricho con tal de que no caigas de su gracia. Espero que con el tiempo te des cuenta que Deidara tiene mucho más que ofrecer.

A Konan no le agradaba del todo Itachi. No era nada específico en su contra simplemente era lo sobreprotector que resultaba con el doncel. Era como una caja con un árbol guardado, no bastarían débiles rayos de luz ni un espacio pequeño para dejar que creciera como era su naturaleza.

 

Deidara corrió a casa esperando encontrarse con su familia. El pelinegro debía saber que ese día era su regreso y se aseguraría de encontrarlo apenas le dieran la oportunidad.

Abrió la puerta y efectivamente ahí estaba él aunque sin Ino.

- Itachi te extrañé tanto –corrió a colgársele del cuello y besarlo.

- Siento que pasaron años –Lo abrazó fuerte.

- ¿E Ino? Vayamos por ella, no sabes lo mucho que quiero verla. –Ya sabía de antemano que se encontraba en la guardería.

- Vamos, todas las noches lloraba por ti. Estoy seguro que no aguantará la felicidad al verte llegar. –Eso hizo sonreír al rubio. Tomó la mano de Itachi para ir juntos en búsqueda de su hija y pasar todo el día juntos.

Tal cual lo había predicho el padre varón, la pequeña se acercó para ser cargada por Deidara. Decidieron salir a dar un recorrido dentro de la zona segura de Akatsuki para charlar de todo lo que se habían perdido al estar lejos.

- ¿Y qué tal les fue? Por favor dime si Pain te trató bien, de lo contrario iré a reclamarle en este preciso momento.

- Jajaja nada de eso. Todo fue estupendo, sabes, jamás imaginé que así era realizar una misión con el líder. Claro, supongo que esta fue una de las fáciles.

- ¿Entonces te gustó?

- No diría eso. Los extrañé mucho cada día y con todo mi corazón. Solo recordé lo que es ayudar a los aldeanos. Si bien no me recibieron como estaba acostumbrado y eso me dolió, al final pude ver la esperanza que ponen sobre nosotros en sus ojos. Ellos quieren lo mismo que nosotros queremos para Ino, que crezca sana, feliz y con la seguridad que le ofrece una comunidad. Eso es lo que quiero para todos en Akatsuki. ¿Es muy ingenuo esperarlo?

- Para nada mi amor. Tomará tiempo y no todo será dulce, solo puedo prometerte que lucharé por ello. Esperamos que dentro de poco seamos reconocidos por las aldeas que nos rodean como aliados o al menos no ser excluidos. Limpiaremos el nombre de Akatsuki, ya no seremos vistos como los exiliados nunca más.

Le sonrío a Itachi con efusividad y apretó su mano confiado de que sus palabras eran reales.

- Deidara sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo mencioné y tal vez ya lo has olvidado pero aquél día no deja de estar presente para mí. – el rubio se giró a mirarlo interrogante –solo esperaba que las cosas estuvieran más tranquilas para decirlo formalmente aunque ahora que te he tenido lejos por unos días me doy cuenta que en realidad cualquier momento hubiera sido perfecto porque cada segundo a tu lado lo es –esas palabras hicieron sonrojar al doncel y escondió el rostro en el pecho de su hija.

- ¡Basta Itachi! –lo decía porque se sentía abochornado y el corazón le latía muy fuerte y quería abrazar al pelinegro y besarlo.

- Lo que quiero decir es... –se plantó frente a Deidara y le sonrió a ambos rubios –¿te casarías conmigo? –le mostró un anillo sencillo de plata sin ningún adorno y los ojos azules se llenaron de lágrimas, no gritó ni sonrió aunque su alma desbordaba de felicidad. Él no necesitaba nada más para saber que se pertenecían el uno al otro sin embargo aquí estaba con Itachi frente a él ofreciéndole un anillo. Estaba muy sorprendido y estiró tembloroso una de las manos.

- ¡Sí quiero! –su voz salió chillona y apresurada. Solo bastó mirar los ojos de Itachi para soltarse a llorar al reconocer todo el amor que no mermaba a pesar de los años y las dificultades.

- Dei te amo tanto –le puso el anillo y se acercó a abrazarlos. Sabía que sus lágrimas era por tan inmensos sentimientos. Le besó la mejilla y después besó la cabeza de su pequeña hija.

- Itachi también te amo –le costó decir esas palabras, no pensó que su cuerpo fuera areaccionar de esta manera y debió ser por su propio llanto que no notó cuandoel varón también comenzó a llorar. Eso irónicamente le hizo reír, Ino tenía unpar de padres llorones.

 

Deidara sabía que esta boda no se parecería en nada a la primera. No habría ninguna extravagancia, los rituales serían otros y lo más importante, se uniría a un hombre que amaba con todo el corazón.

- ¿Papá qué es esto? –le preguntaba al ver formados todos los accesorios y maquillaje para vestirlo. Nada le pertenecía pero igualmente le parecía especial.

- ¿Quieres un poco? –la niña asintió sonriendo y con los ojos iluminados. Deidara respondió igual y le puso polvos para colorear sus mejillas.

- Solo eso, no puedes verte más linda que yo el día de hoy.

- ¡Papá tú eres el más lindo de todos!

Le encantaba Ino. Se preguntaba si algún día cuando creciera lo haría enojar porque ahora le parecía imposible, tenía un carácter tan amable y positivo. Quería pensar que todo era gracias al amor que siempre habían procurado que tuviera pero había algo más, de verdad que la única explicación era que había nacido bendecida por los dioses y seguramente construiría un futuro lleno de alegrías.

- Deidara –le llamaron y sabía perfectamente de quién se trataba.

- Pasa, pasa. –vio por el espejo a Sakura entrar con las manos cargadas.

- ¿Tía qué es eso? –preguntó curiosa Ino

- Es un regalo de bodas –Lo descubrió y era un kimono de verdad hermoso color rojo que se miraba de una seda muy fina con patrones florales bordados en el obi y por toda la prenda. El rubio lo miró culpable, sabía que en este momento lo que menos debían hacer era gastar dinero.

- ¡Qué bonito! -gritó Ino.

- Muchas gracias Sakura, de corazón.

- Ino por qué no vas a ver a tu padre. Estoy segura de que también quiere verte. Mientras tanto ayudaré a Deidara para que no se retrase. –la niña obedeció. –No quiero que me mires así en este día tan especial. -Reclamó al doncel.

- No era mi intención solo pienso que no era necesario hacer esto sabiendo la situación en la que nos encontramos.

- No te preocupes Deidara, de hecho este regalo tiene una historia detrás. –le sonrío –fue un regalo que hizo Ino con motivo de mi casamiento hace ya muchos años y aun así sigue igual de hermoso, debe ser de la mejor calidad.

- Eres tan cercana a nuestra familia y sin embargo siento que apenas te conozco, aunque tampoco me atrevería a preguntar por cosas que no quieres recordar. Lo siento Sakura pero no podría aceptar este obsequio sabiendo lo mucho que significó para ti.

- ¿De qué hablas? Sabes que no tengo esposo, ese casamiento nunca se llevó a cabo y no me atrevería a deshacerme de este kimono a excepción de esta situación. ¡Solo tómalo! para mí tiene más valor saber que estás recibiendo un regalo de tu madre que conservarlo en una caja a sabiendas de que nunca lo usaré.

Deidara lo tomó entre sus manos, era una prenda muy bonita que quedaba a la perfección con Sakura. Su madre obviamente tenía unos gustos exquisitos, torció la boca derrotado. Ya no era normal que alguien además de Itachi lo consintiera y tampoco es que lo esperara así que esta acción le hizo recordar lo querido que ahora era por personas que se encontró en el camino y seguramente Sakura no se rendiría hasta que aceptara. Lo agradeció con el alma.

Llegó al templo y ambos se miraron, jamás se volveríana ver así con sus trajes ceremoniales todos adornados y siendo el centro deatención.

 

 

 

 

 

 

 

Mis bebés hermosos ya se casaron, ojalá inviten a la luna de miel.

 

Dios sabe que no soy una persona de ciencia pero la estadística no siempre es tan aburrida y me encanta cuando se teoriza sobre preguntas interesantes, como la posibilidad de predecir eventos altamente improbables.

Así que, ¿cuál será el próximo evento impredecible de la historia? 😈




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