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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

No pensaron que se iban a deshacer tan fácil de mí o sí? ggg

 

No, ya en serio, una disculpa a los lectores que se quedaron esperando la continuación.

 

 

 

Deidara estaba tan dispuesto a cumplir su cometido que pronto olvidó el vacío y el disgusto provocados por la actitud de Itachi. No valía la pena concentrarse en ello cuando no estaba dispuesto a enmendar esa situación.

 

 

Se enfocó en seguir aprendiendo. Su maestro era tan particular, indescifrable, pero lo apreciaba mucho a pesar de que nunca se mostró accesible con él. No lo culpaba, ni pensaba nada negativo en particular sobre esa personalidad porque así era con todos.

 

Nadie del pueblo le hablaba, no porque no quisieran sino porque el hombre no lo permitía. Eran tan arisco que todos se preguntaban cómo es que dos donceles como Deidara y Haku podían estar cómodos a su alrededor. Claro que no se expresarían despectivos sobre el anciano porque ya varias veces había resultado ser el héroe de ese lugar.

 

Y aunque en ese momento Deidara no lo sabía terminaría por amarlos como si fueran de su familia, a ambos, porque el viejo en el fondo también le tuvo afecto y Haku le enseñó con ternura a protegerse a sí mismo con el único propósito de estar bien para él. Ambos se conjuntaron para inyectarle valentía y sabiduría. Fueron lo mejor que le pudo pasar en la vida.

 

La parte más divertida fue estar con Haku, era un doncel adorable como ningún otro. En la vida había conocido a varios chicos mil veces más lindos que el castaño pero nadie con una mirada tan amable y tranquilizadora, su voz suave, su sonrisa relajada. Entendía porque medio pueblo lo amaba y porque era tan deseado, se lo recalcaban cada día que peleaban por él en la casa de citas.

 

No sabía si Haku era así de comprensivo por su oficio pero le encantaba que siempre lo escuchara cuando las cosas iban mal. Porque a veces su maestro lo trataba horrible; gritaba de frustración cuando le costaba acostumbrarse a sus regaños y su mirada de decepción pero ¿qué quería que hiciera si sus manos se cansaban de trabajar tanto? y cuando debía hacer trabajos finos terminaba por temblar y echar a perder todo. Entonces llegaba Haku en las mañanas y le curaba antes de preparar juntos el desayuno.

 

Y el doncel a pesar de lucir frágil resultó ser muy bueno para defenderse, le ayudó a mantenerse en forma y a aprovechar sus habilidades de una forma inteligente. Así que después de convivir tanto tiempo resultó inevitable volverse amigos muy cercanos y conocer parte de sus vidas.

 

Era un albur, porque una cosa fue que Akatsuki se enterara de toda la historia y los protegiera; sin embargo con Haku nada le garantizaba que no intentara sacar provecho después, a pesar de eso corrió el riesgo de crear una relación con él.

 

Lo quería muchísimo como a un hermano pequeño, por eso fue duro incluso avisarle que se iría por unos pocos días de regreso a la aldea para tratar asuntos pendientes. Konan recién tenía unas semanas de haber dado a luz y estaban a días de que Ino celebrara su cumpleaños así que era una ocasión perfecta para matar dos pájaros de un tiro.

 

 

 

Era extraño pensar en convivir de nuevo con su familia después de tantos meses de estar alejado. Se repitió mil veces durante el camino que se trataba de algo positivo, que esto les haría bien a todos.

 

Primero debía reportarse con Pain y Konan. Él se veía terrible, ella mucho más hermosa; le hacía gracia que el líder de la aldea tuviera que hacerse cargo casi por completo de su hijo y sinceramente era de esperarse, no creía que el hombre tuviera la ilusión de que por arte de magia Konan se volvería maternal. Eso no significaba que no mirara al bebé con amor, solo que esa mujer no tenía ni un poco de vocación ni paciencia para la crianza temprana de un niño; lo que le hacía cuestionarse si también eran parecidos en esa cuestión, con la diferencia de que él nunca pudo negarse a esa obligación.

 

Sacudió esas ideas de arrepentimiento antes de dirigirse a casa, esta ocasión se trataba de celebrar a Ino, no de exponer sus frustraciones. La vio en el jardín ayudando a regar las plantas.

 

- ¡Papá! -Lo reconoció de inmediato.

 

- ¡Ino! -Se agachó para abrazarla.

 

Deidara se sintió muy aliviado al sentirla, físicamente no había cambiado mucho desde la última vez que se vieron. También conoció al doncel que ahora la cuidaba y ayudaba en el hogar, no fue de su agrado en absoluto, lo veía demasiado joven como para ser responsable de criar a su hija, sin embargo prefirió guardarse sus comentarios frente a Itachi.

 

Tenía una sorpresa especial para Ino, no era la gran cosa pero le hacía feliz el poder mostrarle algo lindo y esperaba que ella lo apreciara. Durante la noche preparó todo, no quería dormir con su esposo; es decir, hablaban con normalidad y no le guardaba resentimiento por lo que le dijo la última vez que se vieron pero simplemente entre gastar tiempo haciendo lo que le gustaba y pensar en que el pelinegro no se cansaría de intentar convencerlo de quedarse, prefería lo primero.

 

Así que al siguiente atardecer compartió un poco del sentimiento de euforia que sentía al ver lo que era capaz de crear con sus manos. Sería toda una exhibición solo para disfrute de su hija.

 

Comenzó por explicarle lo que experimentaría entre sonidos y colores. Le mostró las pequeñas figuras en forma de animales que creó como contenedores del espectáculo y a Ino le parecieron muy lindas y valiosas tanto como para creer que ellas en sí ya eran el regalo pero Deidara la detuvo de tocarlas -tampoco era un irresponsable como para arriesgar a la pequeña- y le pidió observar con cuidado mientras encendía unas cuantas y después de segundos esos pequeños fuegos artificiales caseros comenzaron a descomponerse en chispas de colores.

 

Aunque su hija retrocedió unos pasos hasta ponerse detrás de su niñero en sus ojitos azules veía la fascinación por las luces, sacó todos los trucos que había aprendido y le hacía feliz ver que poco a poco Ino perdía el miedo y se mostraba más curiosa así que le regaló unas luces de bengala.

 

Encendieron un par mientras reían Deidara se puso en cuclillas para abrazarla por la espalda y dedicarse a escuchar todo lo que la pequeña quisiera decirle, hablaba de sus amigos, de todo lo que le gustaba hacer y de las cosas que no le gustaban tanto.

 

- ¡¿Qué están haciendo?! -Preguntó Itachi, pero no llegó tranquilo, lo gritó y asustó a Ino haciendo que soltara la barita caliente, por suerte el rubio estaba atento y logró desviarla llevándose él una pequeña quemadura.

 

- Papá -Ino se alarmó después de ver lo que pasó y su quejido de dolor.

 

- No pasa nada, estoy bien. -La calmó.

 

- Llévala adentro -Le pidió Itachi al doncel más joven.

 

Deidara suspiró y miró al pelinegro que le regresaba el gesto muy enojado. De verdad que estaba intentando no iniciar una pelea esos días pero su esposo no cooperaba.

 

- Vamos adentro a curarte -El doncel accedió con la esperanza de que así no dijera nada acerca de este accidente. Para su mala suerte fue lo primero que vino en su interrogatorio, ni siquiera le preguntó primero si le dolía o si estaba bien. -¿De dónde sacaste esas cosas?

 

- Las hice.

 

- ¿Tú?, ¿dónde?, ¿cómo? -Y el rubio no se perdía sus gestos, no preguntaba para saber, todo lo decía con desdén y tampoco esperó a que le contestara -¿Lo hiciste aquí, en casa? -El doncel solo levantó los hombros restándole importancia. -Mierda Deidara, ¿en qué estabas pensando? O más bien, ¿si quiera eres capaz de pensar en las consecuencias? Una cosa es que tengas tus cinco minutos de rebeldía para cumplir un capricho, y otra, que además de eso vengas y expongas a nuestra propia hija a un accidente.

 

- Cállate Itachi, ¿escuchas lo que estás diciendo? -Se levantó impidiendo que lo siguiera tomando de la mano mientras lo vendaba. -No te entiendo, en serio que... -se quedó con las palabras atoradas en la boca porque no quería decir nada que agrandara el problema. Se tapó el rostro para calmarse solo un poco y poder terminar con esta plática -Iré a ver a Ino.

 

Fue el lugar más rápido y seguro que Deidara pudo mencionar donde Itachi no lo seguiría para seguir reclamando. El pelinegro por su parte se quedó solo y molesto, seguía sin caberle en la cabeza cómo es que ahora su esposo actuaba así de irracional; no quería ser el villano para el doncel pero es que simplemente no lo dejaba ayudarle y entrar en razón para que volviera a ser la persona que siempre fue. Estaba frustrado, no podía sacar a Deidara del cuarto de Ino sin armar un alboroto que la asustara.

 

 

 

Al siguiente día como si nada hubiera ocurrido Itachi entró a la habitación de su hija tras escuchar risas. Encontró al doncel sentado en el piso mientras le permitía a Ino peinarlo y ambos se divertían viendo los resultados. Le daba un poco de paz mirar ese ambiente y pensó que tal vez Deidara había reflexionado sobre sus acciones en esas horas.

 

- Ven Itachi, siéntate. -Y animó a la rubia a que también jugara con el cabello de su otro padre. -Ino, tengo una idea. -Le secreteó algo a la niña y esta salió corriendo de la habitación entre risas, así tendría un momento para hablar con su esposo. -No soy un monstruo Itachi.

 

- Perdóname Dei. -Se giró a verlo de frente y le acarició el rostro. Deidara dio el primer paso y se acercó a besarle la mejilla para medir su reacción y si estaría bien besarle los labios. Aun así el doncel no creía justo tener esos gestos sin antes dejar bien claro que no creía haber actuado mal.

 

- Itachi, ¿sigue siendo difícil para ti entenderlo? -le habló contra el rostro -A veces siento que esto nos podría superar y aún así tengo fe en que podemos solucionarlo. Me iré de nuevo ¿no querías escuchar eso o me equivoco? -Hizo una pequeña pausa por si Itachi quería decir algo, no fue así -A pesar de que Ino se ve muy bien ¿podría pedirte que pases más tiempo con ella? no te pido esto para mí, es para ella, para que no pase tanto tiempo sola. -El rubio sabía la injusticia que significaban esas palabras para el ojinegro y al tenerlo tan cerca no fue difícil darse cuenta del cambio en la forma en que lo miraba.

 

Itachi apretó los puños, este hombre que tenía en frente, de verdad que lo desconocía y estuvo a punto de decirle un par de cosas desde el lugar más oscuro de su razonamiento donde creyó que Deidara jamás tendría cabida, solo se contuvo porque entró Ino con un montón de flores en las manos y totalmente ajena a cómo se destruía la relación de sus padres ella se dedicó a adornarlos con genuina inocencia.

 

- Mira qué lindo te quedó papá -¿por qué Deidara seguía actuando así? Frente a Ino se comportaba como si les importara, se la pasaba sonriendo y animando el ambiente; le molestaba que pudiera fingir así de bien ¿qué otras cosas era capaz de ocultar ahora?

 

 

 

En el momento de decir adiós solo le daría un ultimátum.

 

- Deidara, si te vas ahora te juro que... -El pelinegro se sorprendió cuando lo cayó con un dedo, no creyó que su esposo algún día miraría así de retador.

 

- ¿Qué? Si no me puedes retener ¿me vas a poner bajo amenaza?-El rubio quería entender esa desesperación impropia de Itachi, solo lo abrazó con fuerza ignorando el rechazo del otro. -Nos veremos pronto.

 

 

 

Deidara volvió al pueblo, con más problemas sobre la espalda de los que tenía en un inicio. Se sintió ajeno todo el tiempo en Akatsuki y eso estaba bien, no quería acomodarse y sufrir al dejarlos de nuevo.

 

A su regreso el viejo no estaba tan contento al principio pero también lo notó, Deidara ahora estaba más cómodo con el trabajo. El rubio pensó que le costaría un poco retomar sus labores o que quizá sí estaría más distraído por la excitación de convivir con su familia de nuevo, sin embargo no fue así. Extrañó mucho más a su maestro y cada día repasó lo aprendido en su mente, ahora volvía con renovado entusiasmo y entonces el viejo supo que ese doncel de verdad estaba comprometido con aprender su técnica y se merecía ser su aprendiz más que ningún otro.

 

Fue un gran dolor aprender todo, y no solo como metáfora, en serio que Deidara sufrió al recibir más quemaduras de las que podía recordar, por suerte ninguna de gran cuidado. Solo bastó con pedir ayuda a Konan para que le enviara sus mejores recetas de ungüento y de paso le escribió el estado de su familia. Parecían llevarlo bien, bueno, al menos la única que debía preocuparle lo hacía.

 

Ino era una niña increíble e incluso en los pocos días que pudo verla se relajó al comprobar que no le guardaba ningún rencor ni reclamo. Suponía que no todos los días era así de bien portada y que seguramente en algunas ocasiones lloraba o se enojaba por no comprender la situación; no sabía de que forma Itachi la consolaba o qué decía para reconfortarla, algunas veces incluso temía que por desquite el pelinegro le hablara mal para ponerla en su contra. Era poco probable -o al menos eso quería creer- porque no había señal en el comportamiento de Ino de que así fuera y Konan tampoco le reportaba nada. Por si no fuera suficiente estaba seguro de que la peliazul defendía su imagen, después de todo la médico también era una madre para la pequeña.

 

Algunas veces era tan pesado pensar en todo esto, perder confianza en Itachi era tal vez el proceso más difícil en toda esta situación. Lo seguía amando y mucho, aunque ese varón con el que compartió tantas cosas no siempre se lo ponía fácil, por lo que prefería mantener su relación en una especie de limbo donde ya no movería nada ni insistiría en nada mientras continuara alejado.

 

 

 

 

 

Deidara no podría olvidar de ninguna forma el día que nació su hija, lo tenía presente solo que a veces desatendía las fechas y su vida personal era un desastre en el que seguía decidido a no enfocarse. Haku solía recordarle ese tipo de festejos, y ya que era demasiado apresurado planear un viaje por este año prefirió solo enviar algunos regalos para Ino. No debía haber mayor problema, tampoco le parecía una gran tragedia no asistir a una celebración así si pensaba que podía terminar peor que la última vez que volvió a Akatsuki además de que la aldea no se encontraban a la vuelta de la esquina y perder varios días de trayecto era algo innecesario.

 

 

 

- Dei, te llegó una carta. -Le dijo el castaño en su visita matutina.

 

- ¿De Itachi? -Negó -Entonces debe ser de Konan. La leyó rápidamente. Contaba lo mucho que Ino lucía decepcionada y del enojo desproporcionado de Itachi, era de esperarse. Suspiró y la arrugó para desecharla, todo eso ya era pasado, no podía cambiar la decisión tomada.

 

Últimamente tenía un sentimiento muy raro en el que por una parte estaba consciente de que lo más normal era disculparse con su familia, en persona de ser posible, pero al mismo tiempo no sentía una gran culpa por como actuaba. ¿Eso convertía a Deidara en una mala persona? A sus propios ojos, sí, un poco, y sinceramente lo peor es que no le importaba darse cuenta de ello.

 

- ¿Quieres hablar? -Le ofreció Haku.

 

- ¿Crees que estoy actuando mal?

 

- No sé Dei, ¿sientes que estás equivocado?

 

- No. Pero y si pierdo perspectiva y estoy siendo obstinado con lo que quiero hacer. ¿Y si estoy lastimando más de lo que puedo imaginar a Ino?

 

- Es difícil creer que así sea y no puedes saberlo ahora. El tiempo dirá, aunque si lo piensas con cuidado, tus padres y tu abuelo estuvieron contigo siempre para criar a una buena persona y aún así resultaste ser alguien que también tiene grandes defectos y que puede actuar equivocado. Al final no depende solo de ti lo que ella haga ni lo que sienta en el futuro.

 

- Haku, ¿por qué siento que quiero huir de ellos?

 

- Tal vez no estabas listo. -Lo miró comprensivo.

 

- A veces te juro que quisiera despertar y no tener esos lazos. Me gusta esta libertad y tener solo las responsabilidades que escogí. Si pudiera reacomodar mi vida a conveniencia el nacimiento de Ino no habría ocurrido todavía.

 

- Pero ya pasó. Deidara, si pensar demasiado en lo que dejaste atrás te está robando energía no deberías hacerlo. Hay cosas que solamente tienes una oportunidad de hacer, cosas que no te van a esperar. Esta es una de ellas, nunca había visto al señor Momochi tan animado de enseñar a alguien y creo que ustedes tienen una relación muy especial. Además, sabes que su salud está empeorando y que es inevitable que el tiempo corra más rápido para él.

 

Haku tenía razón en eso. Si este es el camino que másle satisfacía debía cargar con las vicisitudes que acarreara en el proceso.

 

 

 

 

 

Poco después llegó una noticia que si bien sentía que no le afectaba directamente le sorprendió por lo inesperado y le recordó el tener los pies en la tierra. Todo su cambio fue tan progresivo que ya se había vuelto descuidado y por mucho que disfrutara lo que estaba viviendo el verdadero objetivo era otro.

 

- ¿Estás seguro Haku?

 

- Eso es lo que me contó uno de los clientes -levantó los hombros -debe ser verdad porque varios hombres lo comentaban esta mañana.

 

- Fugaku Uchiha está muerto, vaya sorpresa. -Por fin uno de los demonios regresaba al infierno, definitivamente era sospechoso. Se trataba de una mera corazonada pero algo le decía que ese deceso ocultaba algo detrás, y por supuesto, Sasuke debía estar involucrado. Con esa familia nada era así de simple. Comenzó a hacer un montón de conjeturas sin ninguna certeza real, suspiró, lo mejor era estar atento a los próximos eventos para ir dilucidando los planes de su estúpido primer esposo.

 

- ¿Qué harás Deidara?

 

- No lo sé, estoy perplejo. -Y también estaba muy molesto porque incluso sin este hecho trayéndole de vuelta el pasado ya llevaba una temporada pensando en Sasuke -Esta noticia llega en el peor momento, pronto comenzarán las nevadas y sabes lo que eso significa, no podré practicar las técnicas en el suelo húmedo. Tal vez si busco un lugar más seco podría ir ahí durante el invierno, al menos por unas semanas, aunque...

 

- No, no me refería a eso. -El rubio detuvo su soliloquio mirando intrigado a Haku. -Murió el padre de todos los Uchiha.

 

- A él no le importa, hace mucho que dejaron de ser familia. -Deidara estaba seguro de que incluso esta noticia resultaría un alivio para Itachi.

 

- Ah -Fue la simple respuesta del castaño, bueno, debía ser así. Él solo puso la duda sobre la mesa porque a veces le parecía que el ojiazul exageraba en la tarea de solo pensar en sí mismo y solo le recordaba que estaba bien cambiar sus prioridades por un momento, sin embargo, nunca insistía en temas que evidentemente Deidara prefería ignorar.

 

 

 

El doncel de la Roca se mantuvo pensativo los siguientes días. Haku había sembrado una pequeña duda y es que no le gustaba pensar en el ayer porque seguía siendo doloroso y ahora le provocaba una gran vergüenza todo lo que permitió que le hicieran. Así que si a él le afectaba de esa forma no sería raro pensar que a Itachi también algo le debió haber removido en la memoria, ¿pero de qué forma?

 

Bueno, solo tardó unas semanas en averiguarlo.

 

- ¡Deidara! -Ese grito rompió el silencio de la cabaña. Aquel que fue nombrado reconoció la voz de inmediato y frunció el ceño por la exigencia implícita en su nombre. -¡Deidara! -Miró a Haku pidiendo perdón por las molestias causadas y con la poca paz que le quedaba tomó su abrigo y fue al exterior.

 

Miró a Itachi que apenas si iba cubierto por la capa de Akatsuki y se asustó de verlo tan pálido. Corrió para tomarlo de las manos heladas.

 

- Dios, Itachi ¿por qué vienes así? -Miró a sus espaldas pensando en llevarlo adentro pero no quería perturbar a su maestro. -Toma -Le dio su abrigo.

 

- No quiero nada de ti -Rechazó la mano del rubio -No volviste en el cumpleaños de Ino, no estuviste cuando te necesitábamos. -Le extrañó ese comportamiento y aunque era difícil reconocer la locura provocada por la soledad, la conocía de primera mano y eso le pasaba a Itachi en este momento. Lo quiso abrazar. -No me toques. -Se alejó.

 

- Itachi... -No sabía cómo consolarlo en esta situación. Era obvio que algo le estaba afectando tanto que no encontraba una manera de solucionar el extremo al que llegaban sus sentimientos. Y pensó, y pensó qué podría ser porque no creía que en realidad tuviera que ver con Ino, ya iban varios meses de eso y Konan no dijo nada al respecto; ¿sería que su ausencia lo volvía loco de verdad? No creía que Itachi fuera capaz de llegar a ese punto solo por eso... ¿o sería la suma de todo lo que le hizo colapsar? Además estaba el factor de Fugaku. Su rostro se contrajo enojado al darse cuenta, ¿de verdad esto era por su padre? ¡¿Era por Fugaku?! ¿Ese animal horrible con su muerte estaba lastimando a Itachi?

 

- Deidara regresa -Estos cambios de humor repentinos lo confundían y molestaban, porque solía pensar que conocía a su esposo así que un dolor provocado por su padre le parecía tan irreal. No sabía si en verdad lo que seguía buscando era manipularlo al mostrarse ofuscado por tantos eventos que involucraban su historia juntos ¿Itachi podía ser así de ruin?

 

- Hay que calmarnos Itachi. No te ves bien, vayamos al pueblo para que descanses un poco -ambos necesitaban detenerse un momento para no ser irracionales.

 

- ¡No Deidara! -El pelinegro parecía a punto de colapsar, estaba tan desesperado que no podía estar fingiendo ¿o sí? Cerró los ojos un momento, su mente también estaba agotada y de repente la realidad parecía abrumadora, abrió los ojos y como un camino recto y sin obstáculos miró fácilmente las intensiones del pelinegro.

 

- Itachi, ten cuidado con lo que vayas a decir. -No era la primera vez que se encontraban en una situación similar así que el doncel lo intuía. Por dios, por eso evitaba a su esposo, por eso no quería relacionarse con Akatsuki con frecuencia porque entre más postergara su encuentro menos probable sería que llegaran a este desenlace. Pensó que podía posponer este momento un tiempo más hasta que pudiera elegirlo a él.

 

- Es la última vez que lo diré, regresas ahora o esto se acabó.

 

- Itachi por favor. -Usó un tono de reclamo. Se tomó la cabeza adolorida, odiaba que sacara este puto tema otra vez y justo ahora que tenía otras cosas que atender, pero sobre todo aborrecía el hecho de que justo ahora se mostrara igual de manipulador que su hermano -Hazme caso y ve a descansar.

 

- Vete a la mierda Deidara. -Al doncel ya no le desconcertaban las palabras altisonantes, ni siquiera le importaba que se las dijeran pero que Itachi lo ofendiera por no actuar como él esperaba era un tema totalmente aparte.

 

- Eres un imbécil Itachi -¿En serio quería discutir? Bueno, ya tenía la paciencia agotada y le dolía muchísimo darse cuenta que al final este hombre que amaba seguía siendo un Uchiha con las actitudes nefastas de esa familia controladora bien arraigadas. -No te voy a escuchar hasta que te calmes.

 

- Ja, claro, una vez más haces lo mismo; huyes de todo lo que te queda grande. -Esas palabras casi logran hacer llorar de rabia al doncel. No entendía exactamente que quería lograr Itachi al decirle eso y aunque podía seguir respondiendo escalando la magnitud de los reclamos si continuaban gritando a la menor provocación del otro esto se terminaría en serio.

 

- Vete de aquí Itachi -Prudencia, era mejor quedarse con el coraje atorado por ahora.

 

Solo se miraban, desafiándose en silencio.

 

- No necesitamos a nadie, ni siquiera a ti.

 

- ¿En serio? -Ya era suficiente para Deidara -¿Entonces solo me necesitas si puedes controlarme? Supongo que esperabas que toda la vida corriera a esconderme detrás de ti para que pudieras seguir manejándome, pues perdón por arruinar tus planes. -No le gustaba ser irónico con Itachi pero ¿cómo podía diluir ese enojo que sentía en todo el cuerpo sin gritar?

 

- Bien. -Se acercó y lo tomó del dorsal de la mano para que pudiera depositar el anillo en la palma -Ya eres libre.

 

¿De verdad Itachi había hecho eso? lo vio con claridad, lo vio de cerca con sus propios ojos y aun así era increíble. ¡No! Itachi, el Itachi cuerdo no se atrevería a cumplir su amenaza por más enojado que estuviera.

 

Podía amar al Itachi que era indeciso, al que era egoísta, al que lo adoraba con todo el corazón, al que le gritaba, incluso al que le miraba con gran enojo pero al Itachi dolido jamás. No iba a llorar por esto ni perseguirlo, ni siquiera aunque sintiera el corazón latirle hasta las orejas mareándose y sintiendo que el mundo se destruía.

 

 

 

Haku escuchó apenado todo desde adentro sin poder intervenir. Esta situación era por demás incomoda y no tenía ni idea de lo que debía hacer. Súbitamente todo se quedó en silencio y tenía curiosidad por lo qué habría pasado. Deidara no volvía ¿y si regresó con Itachi?

 

Se arregló la ropa y salió a buscarlo, al frente no se veía nadie, miró todo el perímetro y comenzó a rodear la casa. Soltó el aire aliviado, estaba sentado entre la nieve.

 

- ¿Qué haces Deidara?

 

- Nada -su tono era de evidente molestia.

 

- Entonces vayamos adentro, no es bueno que te quedes aquí afuera. -Quiso ayudar a que se levantara pero el rubio se opuso con todo el peso del cuerpo.

 

- Haku... -le nombró con la voz quebrada -Sé que las condiciones de la vida cambian todo el tiempo pero nunca me pasó por la cabeza que mi relación con Itachi terminaría así. Él prometía amarme bajo cualquier circunstancia, dijo que con cualquier cosa que le ofreciera estaría satisfecho. Yo solamente le pedí un poco de tiempo y de espacio, eso no es ningún pecado ¿o sí?

 

- Lo siento, no sé qué decir. -Se agachó para abrazarlo.

 

Deidara estaba muy cansado ahora como para lidiar con este berrinche, así quería verlo porque si le daba más importancia simplemente no podría soportarlo. Sin embargo no le eran indiferentes sus reclamos, tenía tiempo y se dio un respiro para poner la mente en orden. Claro que Itachi tenía el corazón roto y tal vez el orgullo muy herido pero no creía ni un poco que ya no se amaran. Y aunque existía un pequeñísimo chance de que el pelinegro hubiera cambiado sus sentimientos, si así era lo averiguaría y por primera vez lucharía activamente y muy en serio por su relación, encontraría la forma de recuperarlo porque sin importar que el guerrero se cegara a que seguía teniendo un lugar muy alto en sus prioridades para Deidara era indudable que el único que podía cubrir esa necesidad de amor en su vida tenía nombre y apellido, Itachi Uchiha; y si no era él no quería a nadie más en su corazón.
 

 

 

 

 

 

A veeer, ¿era necesario incluir un nuevo personaje? no. Yo solo he metido todos los clichés y parejas que me gustan porque quién sabe si después Dios me preste vida para escribir más historias; eso y el ZabuHaku siempre se mereció más. No está a discusión.

Pido disculpitas porque siento estos capítulos algo crudos en el sentido de que pudieron ser mejores y menos rebuscados, peeero es por una (mala) razón, cuando escribí esta parte ya me urgía que la pareja principal se reconciliara if you know what I mean 😏 por eso todo según yo se siente apurado jaja.


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